El 1973 fue un año fatídico en la historia del mundo. El Tribunal Supremo de los Estados Unidos a través de los fallos “Roe v. Wade” y “Doe v. Bolton” legalizó el aborto en ese país, eliminando todas las restricciones anteriores impuestas por los 50 estados de la Unión. Fue una fecha fatídica porque supuso el inicio del cambio de mentalidad que habían de experimentar las sociedades de los países “civilizados” del mundo. Fue la primera piedra del gran edificio de la Multinacional de la Muerte, y pronto se establecerían sucursales en el resto de los países. Hay que decir que –como casi todo lo relacionado con la promulgación de leyes antivida en las diferentes naciones—, los datos están plagados de falsedades, tergiversaciones y mentiras. Gracias a eso, el aborto es legal en prácticamente todo el mundo, y donde no lo es, se emplean mil triquiñuelas para burlar la ley.La ilegalidad es claramente interpretable ya que 3 jueces no estaban por la labor de ceder esa competencia a los estados al creer que deriva de un derecho constitucional y, como tal, debía estar amparado. En 1973 se falló a favor, posteriormente también y ahora no, así que no sé dónde está el fraude ¿antes o ahora?
El hito que supusieron estos dos casos nos obliga a hacer un breve relato de los dos casos citados:
En 1970, la camarera de Texas Norma McCorvey, conocida en el caso como “Jane Roe”, alegó estar embarazada porque había sido violada por un grupo de pandilleros (una de las manadas de hoy). Dos abogadas recién licenciadas llamadas Sarah Weddington y Linda Coffee, le aconsejaron que abortara, pero mientras se litigaba de juzgado en juzgado hasta llegar al Supremo, dio a luz a una niña que fue dada en adopción.
El fiscal del caso fue Henry Wade, representando al estado de Texas. La decisión del tribunal fue histórica y aún hoy sigue levantando polémica. Según el fallo, la mayoría de las leyes que restringían el aborto en Estados Unidos violaban el derecho constitucional a la privacidad bajo la cláusula del ´debido proceso`, según una enmienda de la Constitución. Es decir, el aborto debía ser permitido a la mujer, por cualquier razón, hasta el momento en que el feto fuese viable, o capaz de vivir fuera del útero, aun por medios artificiales. Cuando se falló la sentencia, la viabilidad se situaba en las 28 semanas de gestación. En la actualidad, los avances de la ciencia médica hacen posible que el feto pueda sobrevivir a las 22 semanas. Pero, aun si el feto ha alcanzado el grado de viable –dice la sentencia— siempre se podrá solicitar el aborto para preservar la salud de la madre. Esta decisión obligó a cambiar todas las leyes que restringían o prohibían el aborto en los diferentes Estados, y que eran contrarias al fallo emitido.
Unos años después, Jane Roe confesó que la historia de los pandilleros era falsa, que no había sido violada y que había amado al hombre que la había dejado embarazada; pero el mal ya estaba hecho; la maquinaria estaba en marcha y era imparable.
En el transcurso de una conferencia en el Instituto de Ética de la Educación, en Oklahoma, la abogada de McCorvey, Sarah Weddington, confesó que había defendido los falsos cargos de violación de la camarera y así lo expresó: “Mi conducta pudo no haber sido totalmente ética. Pero lo hice porque creí que había buenas razones para ello”.
Conviene resaltar que los fondos para estos procesos fueron aportados por la revista Playboy. El fundador de la revista, Hugo Heffner, declaró al Miami Herald en su día: “Probablemente Playboy estuvo más involucrada en el caso Roe v. Wade que cualquier otra compañía”.
Los denominados abortos tardíos se realizan en el último trimestre gracias a esta sentencia y a la del caso Doe v. Bolton que dio un paso más, legalizando el aborto a petición durante los nueve meses de embarazo. Otro caso basado en mentiras y falsedades.
La protagonista del caso es Sandra Cano, una joven madre de tres hijos que tramitaba el divorcio de su marido, en prisión por un delito de abuso de menores. Los servicios sociales les habían retirado a sus hijos y, para empeorar más la situación, estaba embarazada. Su desesperación la llevó a pedir ayuda a Legal Aid Services (servicios de ayuda legal). Le aconsejaron que abortara pero, como en el caso anterior, antes de que se produjera la resolución judicial nació el bebé y fue dado en adopción.
La sentencia fue favorable, pero cuando supo que las mentiras urdidas y planeadas por sus abogados para presionar en la legalización del aborto a petición, manifestó: “… cómo podía imaginarme un plan tan grotesco que tuviera como fin permitir que las personas de una sociedad civilizada mataran a sus hijos […] En verdad, nunca pensé que ellos usarían mis angustias personales por recuperar a mis hijos para su plan de legalizar el aborto a petición”.
Estos dos casos fueron un ejemplo a seguir por los tribunales de justicia del mundo “civilizado”. Pero los proabortistas no se quedaron conformes y han seguido presionando. En los últimos años, en EE.UU. se derogó una ley que obligaba a los aborteros a salvar la vida del niño si este nacía vivo. (Ahora procuran que no nazca con vida y si esto ocurre lo dejan morir). También se invalidó un estatuto que requería el consentimiento del marido para abortar. Se derogó asimismo otro estatuto que requería el consentimiento de los padres para el aborto, en el caso de que la chica fuese menor, y otro que obligaba a los abortistas a informar sobre los riesgos del aborto, así como de alternativas al mismo.