El baúl de los fragmentos perdidos

Cuando dos seres viven en la misma vivienda,se ven todos los días y, ademàs,se quieren, sus conversaciones cotidianas van reajustando las dos memorias por consentimiento tácito e inconsciente,dejan en el olvido amplias zonas de sus vidas y hablan y vuelven a hablar de unos cuantos acontecimientos con los que van tejiendo el mismo relato que, como una brisa entre las ramas, murmura por encima de sus cabezas y les recuerda continuamente que han vivido juntos.

Autor: Milan Kundera
Título original: L’Ignorance
 
Aunque el ha llegado puntual,ella ya le esperaba en el vestíbulo del hotel .La conduce al comedor y la invita a sentarse frente a él a una mesa que había reservado.
Tras unas frases,ella le interrumpe:
-Entonces,que tal te ha ido por aquí? Vas a quedarte?
-No-dijo el;y pregunta a su vez-:Y tu?
Que te retiene aqui?
-Nada.
La respuesta es tan rotunda y se parece tanto a la suya que los dos se echan a reír .Su acuerdo queda así sellado y se pone a hablar,con entusiasmo ,con alegría .
El encarga la comida y,cuando el camarero le presenta la carta de vinos ,Irena se la quita.
-La comida te toca a ti,el vino lo pongo yo!
-Repasa en la carta algunos vinos franceses y elige uno-:El vino es una cuestión de honor para mi.Nuestros compatriotas no saben nada de vinos,y tú,en tu bàrbara Escandinavia,debes de saber aun menos.
Le cuenta como sus amigas se negaron a tomar el burdeos que les había traído :
-Imaginate,una cosecha de 1985! Y ellas,a conciencia,para darme una lección de patriotismo,bebieron cerveza.Luego se apiadaron de mi y,ya borrachas de cerveza,les dió por el vino!
Irene sigue contando,es graciosa,ríen los dos.


Autor: Milan Kundera
Título original: L’Ignorance
 
"Entre la Maga y yo crece un cañaveral de palabras, apenas nos separan unas horas y unas cuadras y ya mi pena se llama pena, mi amor se llama mi amor... Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso, adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro, entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario, la cara que mira hacia atrás abre grandes los ojos, la verdadera cara se borra poco a poco como en las viejas fotos y Jano es de golpe cualquiera de nosotros. Todo esto se lo voy diciendo a Crevel pero es con la Maga que hablo, ahora que estamos tan lejos. Y no le hablo con las palabras que sólo han servido para no entendernos, ahora que ya es tarde empiezo a elegir otras, las de ella, las envueltas en eso que ella comprende y que no tiene nombre, auras y tensiones que crispan el aire entre dos cuerpos y llenan de polvo de oro una habitación o un verso. ¿Pero no hemos vivido así todo el tiempo, lacerándonos dulcemente? No, no hemos vivido así, ella hubiera querido pero una vez más yo volví a sentar el falso orden que disimula el caos, a fingir que me entregaba a una vida profunda de la que sólo tocaba el agua terrible con la punta de pie. Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impuso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es un orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en perjuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, dejame entrar, dejame ver algún día como ven tus ojos".

De "Capítulo 21" de Rayuela, de Julio Cortázar
 
"¿Te atreverías a decir algo ofensivo de mí? ¡Que no he sabido llevar el Cargo y Data! ¿Y qué? ¿Quién te ha dicho a ti que las señoras son tenedoras de libros? El no llevar cuentas ni apuntar nada, no era más que la forma natural de mi generosidad sin límites. Yo dejaba que todo el mundo me robase; veía la mano del ladrón metiéndose en mi bolsillo, y me hacía la tonta... Yo he sido siempre así. ¿Es esto pecado? El Señor me lo perdonará. Lo que Dios no perdona, Benina, es la hipocresía, los procederes solapados, y el estudio con que algunas personas componen sus actos para parecer mejores -241- de lo que son. Yo siempre he llevado el alma en mi rostro, y me he presentado a los ojos de todo el mundo como soy, como era, con mis defectos y cualidades, tal como Dios me hizo... ¿Pero tú no tienes nada que contestarme?... ¿O es que no se te ocurre nada para defenderte? "

De Misericordia, de Benito Pérez Galdós
 
Si Skacel se encerró para pasar trescientos años en la casa de la tristeza, era porque veía su país engullido para siempre jamás por el imperio del Este.Se equivocaba.Todo el mundo se equivoca acerca del porvenir.El ser humano solo puede estar seguro del momento presente.
Pero es realmente así? Puede de hecho conocer el presente? Es acaso capaz de juzgarlo?
Claro que no.Porque como podría comprender el sentido del presente el que no conoce el porvenir? Si no sabemos hacia quė porvenir nos conduce el presente, como podríamos decirnos que ese presente es bueno o malo, que merece nuestra adhesión ,nuestra desconfianza o nuestro odio?


Autor: Milan Kundera
Título original: L’Ignorance
 
-Me casé muy joven solo para huir de mi madre.Pero,precisamente por eso, fue una decisión forzada y en realidad nada libre.Para colmo,queriendo huir de mi madre, me casé con un viejo amigo suyo.Porque de hecho yo solo conocía a la gente que la rodeaba a ella.De modo que incluso casada,seguia bajo vigilancia.
-Cuantos años tenias ?
-Apenas veinte.Y a partir de entonces todo quedó decidido.En ese momento cometí un error,un error difícil de definir,imperceptible,pero fue el punto de partida de toda mi vida y que nunca he conseguido reparar.
-Un error irreparable en la edad de la ignorancia.
-Si....


Autor: Milan Kundera
Título original: L’Ignorance
 
Cuando después de tantos años la vio entre otras mujeres en la sala del restaurante,Milada sintió una ternura insospechada hacia Irena;un detalle le había llamado entonces la atención :Irena le había recitado un poema de Jan Skacel. En la pequeña Bohemia es fácil toparse con algún poeta y abordarle. Milada lo había conocido, era un hombre achaparrado, con un rostro duro, como tallado en piedra, y lo había admirado con la ingenuidad de una jovencita de entonces.Acaba de publicarse en un tomo su poesía completa. Mirada se lo lleva de regalo a su amiga.
Irena ojea el libro:
-Todavia se lee poesia?
-No mucho-dice Milada y,de memoria, cita unos versos -:"A veces, al medio día,con las aguas del río se ve pasar la noche....".Y también :"estanques con el agua a la espalda".O dice Skacel,hay tardes en las que el aire es tan frágil y suave "que puedes caminar descalzo sobre cascos de botella".


Autor: Milan Kundera
Título original: L’Ignorance
 
Ni el joven virgen ni la estudiante de bachillerato disponían de un apartamento para encontrarse a solas:el coito que ella le había prometido tuvo que aplazarse hasta el verano,todavia lejano.Entretanto,se pasaban la vida cogidos de la mano paseando por las aceras o los senderos del bosque(los enamorados de entonces eran caminantes incansables),condenados a conversaciones reiterativas y a tocamientos que no llevaban a ninguna parte.En aquel desierto sin extasis,él le anunció un día que su separación era inevitable porque pronto se marcharía a Praga.


Autor: Milan Kundera
Título original: L’Ignorance
 
Saber por Irena de su presencia en Praga era una coincidencia bastante singular.Pero, a cierta edad,las coincidencias pierden su magia,dejan de sorprender,pasan a ser triviales.El recuerdo no la altera en absoluto.Con cierto humor amargo recuerda tan sólo que a él le gustaba atemorizarla con sus comentarios sobre la soledad y que,efectivamente,acaba de condenarla a almorzar sola.
Ha dejado el coche en un barrio cerca de su casa y busca un café.Cuando no tiene a nadie con quien almorzar,nunca va a un restaurante(donde ,frente a ella,en una silla vacía,se sentaría la soledad para observarla),sino que prefiere comer un sandwich en la barra.


Autor: Milan Kundera
Título original: L’Ignorance
 
"Era un domingo brumoso. Las sombras de los árboles, con sus ramas secas, dibujaban figuras esqueléticas. Las campanas de la iglesia marcaron el compás de mis pasos. Me detuve frente a la verja que me impedía la entrada. Advertí, sin embargo, marcas de neumáticos sobre la hojarasca y me pregunté si Germán habría vuelto a sacar su viejo Tucker del garaje. Me colé como un ladrón saltando la verja y me adentré en el jardín.
La silueta del caserón se alzaba en completo silencio, más oscura y desolada que nunca. Entre la maleza distinguí la bicicleta de Marina, caída como un animal herido. La cadena estaba oxidada, el manillar carcomido por la humedad. Contemplé aquel escenario y tuve la impresión de que estaba frente a una ruina donde no vivían más que viejos muebles y ecos invisibles.
-¿Marina? -llamé.
El viento se llevó mi voz. Rodeé la casa buscando la puerta trasera que comunicaba con la cocina. Estaba abierta. La mesa, vacía y cubierta por una capa de polvo. Me adentré en las habitaciones. Silencio. Llegué al gran salón de los cuadros. La madre de Marina me miraba desde todos ellos, pero para mí eran los ojos de Marina... Fue entonces cuando escuché un llanto a mi espalda. Germán estaba acurrucado en una de las butacas, inmóvil como una estatua, tan sólo las lágrimas persistían en su movimiento. Nunca había visto a un hombre de su edad llorar así. Me heló la sangre. La vista perdida en los retratos. Estaba pálido. Demacrado. Había envejecido desde que le había visto por última vez. Vestía uno de los trajes de gala que yo recordaba, pero arrugado y sucio. Me pregunté cuántos días llevaría así. Cuántos días en aquel sillón. Me arrodillé frente a él y le palmeé la mano.
-Germán...
Su mano estaba tan fría que me asustó. Súbitamente, el pintor se abrazó a mí, temblando como un niño. Sentí que se me secaba la boca. Le abracé a mi vez y le sostuve mientras lloraba en mi hombro. Temí entonces que los médicos le hubiesen anunciado lo peor, que la esperanza de aquellos meses se hubiese desvanecido y le dejé desahogarse mientras me preguntaba dónde estaría Marina, por qué no estaba allí con Germán...
Entonces, el anciano alzó la vista. Me bastó con mirarle a los ojos para comprender la verdad. Lo entendí con la brutal claridad con la que se desvanecen los sueños. Como un puñal frío y envenenado que se te clava en el alma sin remedio.
-¿Dónde está Marina? -pregunté, casi balbuceando.
Germán no consiguió articular una palabra. No hacía falta. Supe por sus ojos que las visitas de Germán al hospital de San Pablo eran falsas. Supe que el doctor de la Paz nunca había visitado al pintor. Supe que la alegría y la esperanza de Germán al regresar de Madrid nada tenían que ver con él. Marina me había engañado desde el principio.
-El mal que se llevó a su madre... -murmuró Germán- se la lleva, amigo Óscar, se lleva a mi Marina...
Sentí que los párpados se me cerraban como losas y que, lentamente, el mundo se deshacía a mi alrededor. Germán me abrazó de nuevo y allí, en aquella sala desolada de un viejo caserón, lloré con él como un pobre imbécil mientras la lluvia empezaba a caer sobre Barcelona."

De Marina, de Carlos Ruiz Zafón
 
Durante sus veinte años de ausencia, los ítacos conservaron muchos recuerdos de Ulises,pero no le añoraban, mientras que Ulises si sentía dolor de la añoranza, aunque no se acordara de nada.
Puede comprenderse esta curiosa contradicción si reparamos en que la memoria, para funcionar bien, necesita de un incesante ejercicio:los recuerdos se van si dejan de evocarse una y otra vez en las conversaciones entre amigos.


Autor: Milan Kundera
Título original: L’Ignorance
 
Cuanto mayor es el tiempo que hemos dejado atrás ,más irresistible es la voz que nos incita al regreso.Esta sentencia parece un lugar común ,sin embargo es falsa.El ser humano envejece, el final se acerca, cada instante pasa a ser siempre más apreciado y ya no queda tiempo que perder con recuerdos.Hay que comprender la paradoja matemática de la nostalgia:esta se manifiesta con màs fuerza en la primera juventud, cuando el volumen de la vida pasada es todavía insignificante.


Autor: Milan Kundera
Título original: L’Ignorance
 

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