DESARROLLO-PRODUCTIVIDAD-SOSTENIBILIDAD

"NO SABÍAMOS QUE SALDRÍAMOS EN LA PELICULA"
'Parásitos' lleva a una empresa gallega de patatas a duplicar ventas tras un cameo
Tras formar parte del atrezzo de la película ganadora de cuatro oscars, Patatas Bonilla ha incrementado su venta online en un 150% en solo dos semanas



Foto: Bonilla a la vista, las patatas gallegas que arrasan en los Óscar (EFE)


Bonilla a la vista, las patatas gallegas que arrasan en los Óscar (EFE)



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EC
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COREA DEL SUR
EMPRESA FAMILIAR

12/02/2020



La película coreana 'Parásitos' ha hecho historia al ser la primera cinta de habla no inglesa que se alza con la estatuilla. Por ello, la fiebre por el film está provocando resultados de lo más variopintos, el último, que una empresa de patatas fritas española duplique en dos semanas sus ventas anuales. Se trata de las Patatas Bonilla, que salen en una escena, y ya son un producto de culto en Corea.

La empresa, pese a exportar toneladas de estos productos al resto del mundo, es una empresa familiar de Galicia dirigida por su fundador, César Bonilla, de 87 años. A pesar de que, como otra empresa española que ha llevado su nombre a todo el mundo, empezará en la ciudad de Arteixo, exporta a 20 países, entre los cuales está Corea del Sur, a la que provee de más de 40 toneladas de sus patatas al año.

Sin embargo esta cifra se quedará corta, al menos, este año. Tras formar parte del atrezzo de la película ganadora de cuatro oscars, Patatas Bonilla ha incrementado su venta online en un 150% en solo dos semanas. Esto ocurre después de que multitud de usuarios en todas las redes sociales y, además, algunos de ellos son reconocidos influencers y famosos en el país asiático.

Desde la empresa han explicado que se trata de una coincidencia que saliera su marca en la película y que no sabía nada de que iba a aparecer en la misma hasta que ya se estaba proyectándose en España.

En declaraciones a The Guardian, el dueño de la empresa familiar ha explicado que debido a esto “estamos haciendo unas latas más pequeñas para Corea del Sur”. Además, ha remarcado que “no solo se venden en el país asiático por la película sino que la textura y el uso de aceite de oliva y sal marina” sería algo que las habría hecho especialmente populares en este país. De hecho, la nación asiática supone dos terceras partes de sus exportaciones totales a pesar de que también venden en Bélgica, Reino Unidos, Francia, Italia y Estados Unidos.

 
¿Muebles hechos de latas de sardinas? Las casas se abren al reciclaje creativo
Los muebles hechos de latas de conservas, papeles de periódicos, troncos y cartón se postulan como alternativa a la gran industria del mobiliario tradicional


SANDRA LÓPEZ LETÓN
Madrid 14 FEB 2020


Cama de cartón de Cartonlab.


Cama de cartón de Cartonlab.



El respeto al medio ambiente es el germen de un nuevo mercado de muebles hechos con materiales reciclados, reutilizables y sostenibles. Es el revés de la industria del mueble tradicional, que genera una ingente cantidad de residuos y contaminantes ambientales tanto en la fabricación como en el transporte.

Cada vez más consumidores conocen y tienen acceso a piezas de mobiliario que salen de las manos de diseñadores, artistas y artesanos que dan una segunda vida a viejos palés, cajas de frutas y verduras, periódicos o antiguas baldosas. Es el reflejo más tangible del suprarreciclaje, también conocido como reutilización creativa o upcycling, que aprovecha productos, materiales de desecho o residuos para fabricar nuevos materiales o productos de mejor calidad. “Debido a la creciente preocupación de los consumidores por el medio ambiente, cada vez hay más gente dedicada a la fabricación y a la venta de productosecofriendly. El sector de la decoración y el interiorismo no es la excepción”, señala Eric Muñoz, fundador de ReDecorArt.




Lámpara de periódicos reciclados de ReDecorArt.


Lámpara de periódicos reciclados de ReDecorArt.



Esta plataforma comercializa todo tipo de muebles y objetos de decoración reciclados. Lo más demandado son las lámparas hechas con latas de conservas, hilos de algodón orgánico, troncos, papel de periódico y botellas de vidrio. También hacen colgadores, percheros, cabeceros de camas, mesas, sillas, taburetes… Creada hace cinco años, en esta tienda online “se congregan marcas de proximidad que diseñan muebles reciclados y sostenibles; es la única forma de darles visibilidad”, dice Muñoz.

Detrás de estos muebles hay un trabajo artesanal y laborioso de muchas marcas locales, como Geometric Design o iLiüi. Esto es lo que explica que los precios de estos objetos sean más elevados. Una lámpara de papel hecha con periódicos cuesta 99 euros. Y un aplique para pared de latas de conservas se vende por 105 euros. A cambio, cada objeto es único. Y “duran muchos años más que los muebles convencionales”, comentan en ReDecorArt, que ofrece a sus clientes la posibilidad de encargar la elaboración de cualquier tipo de pieza aunque no esté en la web.




Lámpara hecha con una lata de conservas.


Lámpara hecha con una lata de conservas.



También el mobiliario de cartón se está haciendo un sitio en el mercado gracias a su uso en eventos, congresos y exposiciones. Para muchos consumidores, estos muebles eran unos completos desconocidos hasta el momento en el que se ha hecho público que las camas de la Villa Olímpica de Tokio 2020 estarán fabricadas de cartón.

La empresa Cartonlab vende camas hechas de este material. Se montan en un minuto y soportan 1.000 kilos por metro cuadrado. “El diseño estructural y la fabricación corre a cargo del estudio berlinés Room in a Box. Se han vendido 2.000 unidades en toda Europa, sobre todo para cámpines, dormitorios de invitados, casas de vacaciones, viviendas temporales y de alquiler”, afirma Nacho Bautista, cofundador y responsable de marketing de la compañía. Cuesta 108 euros la de 90 por 200 centímetros y 189 euros la de 180 por 200 centímetros.




Lámpara de ReDecorArt.


Lámpara de ReDecorArt.



A excepción de los muebles expuestos a humedad o a fuentes de calor, el catálogo es muy diverso: sillas, estanterías, lámparas, mesas, camas, revisteros, biombos, cunas, ataúdes, inodoros y barbacoas. “Los diseños que más éxito tienen para las viviendas son las estanterías y también toda la gama de mobiliario infantil”, dice Bautista. Además de la vertiente ecológica, el cartón tiene otras virtudes, como ser un regulador de la humedad de la habitación y absorber el sonido.

“Nuestro concepto de mobiliario de cartón se integra dentro de la economía circular. El material contiene al menos un 70% de papel reciclado y un 30% de fibra virgen certificada. El adhesivo es un pegamento de almidón hecho de fécula de patata, maíz o trigo. Refinamos el material con tintas de impresión a base de agua, que son respetuosas con el medio ambiente. No necesitan de tornillería, pegamentos ni piezas auxiliares”, explica su cofundador.




Mueble infantil de Xo-in my room.


Mueble infantil de Xo-in my room.



Se montan encajando unas piezas con otras y son hasta un 75% más ligeros que la madera. Con unas condiciones de uso y mantenimiento adecuadas, estiman que estas piezas tienen una esperanza de vida de unos 10 años. “Y al final de su ciclo de vida, los muebles de cartón pueden depositarse en el contenedor de papel más cercano para ser reciclados al 100%”, aclara.

Esta compañía, cuya planta está en Molina de Segura (Murcia), compra directamente el cartón a distintos fabricantes nacionales e internacionales. Diseña y comercializa muebles con 25 tipos de cartón en función de las características y uso: ondulado, nido de abeja, alveolar, compacto… Todos cuentan con un certificado forestal que garantiza que son fabricados a partir de plantaciones gestionadas de forma responsable.

Lo que muchos consumidores se preguntan cuando se enfrentan a una silla o una cama de cartón siempre es la misma. ¿Aguantará? Dicen que la fibra virgen y el uso de fuertes papeles kraft proporcionan la estabilidad y resistencia necesarias. “Soportan 100 veces su propio peso. Una silla de tres kilos aguanta hasta 300 kilos”, indica Bautista.

Si hay un segmento donde gana peso la fabricación sostenible y artesanal es en el mercado del mobiliario infantil. La firma Xo-inmyroom se gestó en 2012 en Barcelona. “La idea surgió con el nacimiento de nuestro último bebé, y así hicimos nuestra primera cuna, llamada Theo. No podemos evitar enamorarnos de productos hechos a mano, bien diseñados con materiales de calidad y producidos localmente con respeto por el medio ambiente”, señala Carina Hemmings, fundadora de la marca junto a su marido, Juan Carlos Ponsa, que diseña las piezas. Al principio usaban tablones de madera antigua que recuperaban y ensamblaban en la carpintería. “Ahora utilizamos tablones de madera procedente de bosques con certificado FSC, sostenibles. Vienen de Austria y son libres de emisiones (no tienen compuestos volátiles contaminantes como el MDF o la madera contrachapada, tan utilizada en mobiliario infantil)”, indica Hemmings.

 
VIAJE AL MERCADO DE COMIDA MÁS GRANDE DEL MUNDO
La Central de Abasto se conoce como "el estómago de Ciudad de México", y las cifras lo confirman: por allí pasan a diario 90.000 trabajadores, y se vende el 70% de lo que se consume en la urbe.



MIREIA FONT

16 FEB 2020


  • El espacio comercial de la Central de Abasto está dividido en nueve sectores: flores y hortalizas; frutas y legumbres; aves y cárnicos; pescados y mariscos; abarrotes y víveres; subasta y productores; bodegas de transferencia; envases vacíos, y zona de pernocta. En la foto, el pasillo de los nopales de la sección de hortalizas.

El espacio comercial de la Central de Abasto está dividido en nueve sectores: flores y hortalizas; frutas y legumbres; aves y cárnicos; pescados y mariscos; abarrotes y víveres; subasta y productores; bodegas de transferencia; envases vacíos, y zona de pernocta. En la foto, el pasillo de los nopales de la sección de hortalizas.



La mayor parte del recinto está dedicado exclusivamente al mayoreo y se compra por cajas, toneladas o cosechas enteras. Muchos puestos están especializados en la comercialización de un único producto. En la foto, un vendedor de cebollas tiernas. rn


La mayor parte del recinto está dedicado exclusivamente al mayoreo y se compra por cajas, toneladas o cosechas enteras. Muchos puestos están especializados en la comercialización de un único producto. En la foto, un vendedor de cebollas tiernas.



A diferencia de la mayoría de centrales de abastos del mundo, la mexicana permite el acceso a particulares. Hay una pequeña zona dedicada al comercio de menudeo donde hacer la compra sale un 30 % más barato que en cualquier otro sitio de la capital.


A diferencia de la mayoría de centrales de abastos del mundo, la mexicana permite el acceso a particulares. Hay una pequeña zona dedicada al comercio de menudeo donde hacer la compra sale un 30 % más barato que en cualquier otro sitio de la capital.



Con tanta oferta, ¿cómo hacer que un puesto destaque por encima de otros? Fácil, poniendo mensajes ingeniosos en los cartelitos. Un kilo de zanahorias por cuatro pesos, ¿por qué no? Ándele, que las de ocho pesos son pura vitamina.


Con tanta oferta, ¿cómo hacer que un puesto destaque por encima de otros? Fácil, poniendo mensajes ingeniosos en los cartelitos. Un kilo de zanahorias por cuatro pesos, ¿por qué no? Ándele, que las de ocho pesos son pura vitamina. SEILA MONTES




Carteles ingeniosos aparte, aquí también se recurre a la herramienta más primigenia de la historia de la mercadotecnia, la voz. “¡Pásale, pásele, páseleeeee!”, “Le doy precio, güero”, “¿Cuántos, joven?”, “¿Qué va a querer, marchanta?”. El griterío de los vendedores se solapa con los sonidos de reguetón, cumbia, ranchera y salsa de los transistores y con los silbidos de los carretilleros pidiendo paso. rn


Carteles ingeniosos aparte, aquí también se recurre a la herramienta más primigenia de la historia de la mercadotecnia, la voz. “¡Pásale, pásele, páseleeeee!”, “Le doy precio, güero”, “¿Cuántos, joven?”, “¿Qué va a querer, marchanta?”. El griterío de los vendedores se solapa con los sonidos de reguetón, cumbia, ranchera y salsa de los transistores y con los silbidos de los carretilleros pidiendo paso.



La clientela de la Central de Abasto es tan variada como el género que se vende. Dueños de puestos callejeros, bares, restaurantes, propietarios de paradas de mercados minoristas, encargados de comedores escolares y hospitalarios, compradores de cadenas de supermercados e hipermercados, amas de casa y chefs corretean por los pasillos en busca del mejor chollo.


La clientela de la Central de Abasto es tan variada como el género que se vende. Dueños de puestos callejeros, bares, restaurantes, propietarios de paradas de mercados minoristas, encargados de comedores escolares y hospitalarios, compradores de cadenas de supermercados e hipermercados, amas de casa y chefs corretean por los pasillos en busca del mejor chollo.


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Los olivos milenarios que han conseguido salvar la escuela pública de un pueblo de Teruel
El modelo de financiación de la asociación Apadrina un Olivo es una alternativa para frenar la despoblación y generar empleo sostenible en Oliete. En seis años han salvado 8.200 olivos con la ayuda económica de 5.000 padrinos de todo el mundo


JULIO NÚÑEZ
Madrid 5 MAR 2020



Un cartel en el olivar de Oliete (Teruel) indica la ubicación de los olivos que están apadrinados.


Un cartel en el olivar de Oliete (Teruel) indica la ubicación de los olivos que están apadrinados. APADRINA UN OLIVO


Un pequeño milagro de 50 euros salvó la vida de JoaTe, un olivo con más de mil años de Oliete (Teruel) que la despoblación estaba consumiendo. Lo que no habían logrado las sequías y las heladas durante el paso de los siglos, lo estaba consiguiendo la marcha de la población y, por ende, el abandono de la mano de obra de los agricultores. En poco menos de 40 años, el 70% de los vecinos del pueblo se había marchado en busca de una vida mejor y los 300 que aún residían en 2014 no podían cuidar de los más de 100.000 árboles que viven en sus olivares, entre ellos el milenario JoaTe. Cuando todo parecía perdido, un grupo de jóvenes creó Apadrina un Olivo, una asociación para salvar estos ejemplares en el pueblo a través del apadrinamiento de cada olivo por 50 euros anuales, el uso de las nuevas tecnologías y las redes sociales. En menos de seis años, ya se han recuperado más de 8.200 olivos y los padrinos ya suman más de 5.000 de todo el mundo. Poco a poco la vida ha vuelto a florecer en el pueblo, la almazara ha vuelto abrir y nuevas familias han llegado con niños.

Un ejemplo es la familia de Carlos Blanco, originario de Barcelona y que, por motivos económicos, decidió mudarse a Oliete con su mujer y sus tres hijos. "Teníamos una casa allí porque nos gustaba el pueblo y, cuando las cosas empezaron a ir mal en mi empresa, decidí ir a trabajar en la nueva almazara. Fue como si de repente te juntas con una familia de 300 personas. Y esta familia se preocupó de que no nos faltara de nada", explica. Su cambio de vida no solo fue una bocanada de aire fresco y nuevas experiencias para su familia, también fue la salvación para la escuela de Oliete. El bajo número de niños amenazaba con el cierre de la única escuela pública, pero la llegada de sus hijos Claudia, de seis años, César, de uno, y Ulises, recién nacido, lo evitó. "Ahora hay ocho niños en el pueblo y para este año esperamos el nacimiento de dos más", enumera Rogelio Villanueva, el alcalde. "Apadrina un Olivo ha sumado un poco a que este pueblo sea un sitio mejor". Villanueva menciona a Alberto Alfonso Pordomingo, presidente y cofundador de la asociación, como alguien clave para que funcione: "Cada año vienen los padrinos y dejan algo de dinero: en las tiendas, en las dos casas rurales que hay...", explica.



Varios de los padrinos visitan Oliete para conocer su olivo.


Varios de los padrinos visitan Oliete para conocer su olivo. APADRINA UN OLIVO



La asociación dispone de un archivo fotográfico de cada ejemplar para que los padrinos elijan qué olivo quieren recuperar y que vuelva a producir aceitunas. "Cada árbol tiene un código QR que actualizamos con la información de su estado para que el propietario conozca su evolución a través de la aplicación. Además, al año se le entregan dos botellas de aceite y se le invita a que visite el pueblo para que vea su olivo", cuenta Alfonso. Tras conseguir salvar los primeros miles de árboles, Apadrina un Olivo abrió una almazara con el objetivo de que la producción fuese más sostenible y la calidad del aceite, óptima. Además de haber creado 14 nuevos puestos de trabajo, ofrecen formación gratuita a los agricultores, a los que les pagan un poco más de la media por las aceitunas.



CORREOS MARKET, UNA HERRAMIENTA CONTRA LA DESPOBLACIÓN

Los olivos milenarios que han conseguido salvar la escuela pública de un pueblo de Teruel



APADRINA UN OLIVO

Apadrina un Olivo es también uno de los productores de Correos Market, una iniciativa que busca apoyar a los emprendedores rurales. En esta plataforma sostenible de comercio electrónico, Correos ofrece a pequeños productores locales comercializar y dar a conocer sus productos de una manera más fácil y segura por toda España. Los negocios que ya forman parte de esta iniciativa son más de 230 y, en total, en el market place de Correos se ofrecen más de 1.700 productos que van desde aceite hasta cosméticos. Todos ellos elaborados con un procedimiento que garantiza la sostenibilidad del medio ambiente. Uno de los pilares de la plataforma online es la fuerte red de distribución, ya que la empresa pública de paquetería cuenta con 2.393 oficinas esparcidas por todo el país, lo que facilita la conexión y reduce los tiempos de los pedidos. Los envíos se realizan a toda España sin costes, lo que es un plus tanto para los clientes como para los pequeños productores locales.


Una ayuda para superar el duelo
Los olivos no solo han sido una pequeña palanca económica para resistir a la despoblación; también han servido a algunos padrinos para llenar el vacío que deja la ausencia de un ser querido. Para Carmen Revillo, fue el renacimiento de los brotes de Príncipe Feliz, el árbol que le regaló a su hijo Guille en 2015 meses antes de morir, lo que la ayudó a seguir hacia adelante: "Unos meses después de que Guille muriera, encontré un mail de la asociación en su tablet que invitaba a los padrinos a visitar el pueblo para ver nuestro árbol. Fui con mi marido... Aún me emociono cuando lo recuerdo. En nuestra familia somos cuatro y el olivo tenía tres troncos que crecían desde la tierra y un cuarto que habían tenido que cortar para recuperar el árbol. Todos estaban unidos", explica. "Era como si la naturaleza supiera lo que nos había pasado y nos dijera: 'Aquí sigue este olivo vivo, creciendo y dando aceitunas con un tronco menos'. Como si, a pesar de eso, nos anunciara que la vida sigue. Príncipe Feliz me dio una lección. La vida sigue y seguimos siendo cuatro", relata Revillo, ahora ella misma madrina y que también ha apoyado la construcción de la almazara.

En poco tiempo, el proyecto cruzó las fronteras de España y consiguió padrinos y madrinas de hasta 17 países: Francia, EE UU, Singapur, Afganistán, Rumanía, Chile, Australia o Líbano son algunos de los territorios de donde proceden varias de las personas que están ayudando a que Oliete vuelva a producir aceite.

Desde el primer momento, el pueblo se volcó con la iniciativa. Entre los 300 habitantes, el tío Miguel, de 100 años, se alzó como el alma de la misma, tanto por sus consejos del campo como por la claridad de su forma de ver la naturaleza. "Estamos obligados a hacerlo. A los de la ciudad que desconocen el olivo, hermanos, mirad lo que os digo: tenéis la responsabilidad de darles toda la ayuda que necesitan", dice elocuentemente en un vídeo de la asociación, mientras se sostiene en una vara. "Comes aceite o la comidica de cada día... ¿No la echas en falta cuando no la tienes? Pues mira, ayuda al agricultor que está manteniendo el olivo".



El tío Miguel que, con 100 años, es el vecino más anciano de Oliete.


El tío Miguel que, con 100 años, es el vecino más anciano de Oliete. APADRINA UN OLIVO



Extender la idea a otros pueblos
Pordomingo expone uno de los motores del proyecto: "Queríamos conectar a la gente del mundo urbano con el mundo rural". En sus propias palabras, el proyecto se apalanca en la economía circular para cumplir con las cuatro S: "Somos sostenibles porque practicamos la agricultura ecológica; somos sociales porque incluimos a colectivos con diferentes capacidades; solidarios, porque fomentamos el apadrinamiento, y somos saludables porque trabajamos en un producto de calidad y sano".



Vista aérea de Oliete, en Teruel.


Vista aérea de Oliete, en Teruel. APADRINA UN OLIVO


"Nos gustaría también extender el modelo a otras zonas abandonadas en el mundo rural. Cada pueblo o área tiene un producto o servicio de calidad que les da valor y queremos recuperarlo y fortalecerlo", explica Alfonso. La asociación ya ha comenzado a trabajar con productores de Alacón, también en Teruel, un pueblo conocido por la calidad de sus productos hortelanos. El cofundador de Apadrina un Olivo lo explica: "Estamos haciendo conservas vegetales con verduras de Alacón y nuestro aceite. Queremos volver a poner en marcha las tierras para producir conservas de alcachofas, puerros, pimientos... Fomentar un producto que evite que se vaya la gente, cierre la escuela, que se mantengan las tierras, mantener con vida el medio rural".


 
Esa patata no, la otra: estas son las que debes elegir para cada plato

Estamos justo en el momento en el que llegan las últimas patatas jóvenes y empiezan a aparecer las primeras semitardías. Es época de freír y de hacer ensaladillas rusas


Foto: Existen más de 3.000 tipos de patatas. (iStock)


Existen más de 3.000 tipos de patatas. (iStock)




Por
Álvaro Hermida
07/03/2020

La patata es el vegetal más querido. Sí, unas acelgas recién recolectadas con piñones, ajo y pimentón de la Vera están muy bien, pero a un niño de 5 años es muchísimo más fácil colarle el tubérculo más famoso. Da igual que se hagan al microondas, fritas, al horno, en un guiso...; siempre son apreciadas. Pero no todas las patatas son iguales, como cualquier alavense o gallego se encargará de recordarnos. Se pueden clasificar de tres formas:

Las patatas verdes contienen solanina, un compuesto que produce diarrea, vómitos, mareo, alucinaciones...

Por la 'edad' de la patata

La patata nueva. Son las más jóvenes, se recogen entre el mes de marzo y el de junio. Su característica principal es que no contienen (todavía) mucho almidón. Son patatas duras, que no se deshacen después de cocerlas, lo que las convierte en la elección acertada para usarlas en ensaladillas rusas, para cocerlas o para freír. Están llenas de agua y, por eso, en la sartén son las que más hacen 'saltar' el aceite. Esa cantidad de agua también provoca que duren menos tiempo, por lo que lo ideal es comprarlas no para tenerlas ahí, esperando por si acaso, sino para consumir (casi) en el acto.

La patata de estación. Es la 'adolescente'. Empieza a contener algo más de almidón, porque se ha mantenido unida a la planta un par de meses más. Su periodo de recolección es entre junio y mediados de septiembre. ¿Destacan en algo? No. ¿Les falta algo? No. Son la 'patata para todo'. Aguantarán en la alacena unos cuantos meses y todavía tendrán consistencia tras cocinarlas.

La (más que conocida) patata vieja. Tiene mucho almidón y se deshace. ¿Acaso esto es bueno? Sí, porque si haces unas costillas con patata nueva, te encontrarás un plato aguado, con tropezones flotando en un mar de líquido. Si, en cambio, las haces con auténtica patata vieja, se deshará lo suficiente como para engordar la salsa, llegando a hacerla muy densa, y así son las costillas con patatas que nos gustan de verdad. Las viejas (o tardías) son las que se recogen durante el otoño. Normalmente tienen la piel llena de tierra debido a la enorme cantidad de tiempo que han estado enterradas. Su piel es rugosa y algo más gruesa, y aguantarán en nuestra despensa meses y meses y meses...

Por la 'raza'
Al igual que hay muchos tipos de pimientos, y jamás se nos ocurriría llamar a uno morrón 'de Padrón', hay muchos tipos de patata. Cada una con sus propias características y puntos fuertes. En Perú, por ejemplo, existen más de 6.500 variedades. Aquí no llegamos a tanto, y las grandes superficies cuentan solo con los tipos más comunes:

La patata agria. Es oscura, alargada y perfecta para freír (solo para freír). Su carne tiene un color amarillo intenso.
La kennebec. De piel gruesa y manchada con motas más oscuras. De esta variedad es la famosísima 'patata gallega'. Por dentro son algo más blanquecinas y son ampliamente utilizadas en guisos debido a su alto nivel de almidón.

La monalisa. Para identificarla fácilmente: si es patata alavesa, es monalisa. Son doradas y brillantes, con puntos marrón oscuro. Su piel tiene el mismo tono que su carne. Su gracia está en que son la patata para cualquier cosa. Son como un pastor alemán, no es el mejor en nada, pero es el segundo mejor en todo. Es el tubérculo más versátil.

La red pontiac. Es la más fácil de identificar. Su piel (como habrán deducido los angloparlantes) es roja, su carne muy blanca y sus usos muy limitados. Esto último se debe a que tiene poco sabor y una textura harinosa, lo que la hace una buena patata para puré, pero poco más. Eso sí, jamás se dirá que desaprovechamos una patata en este país...

La vitelotte. También en conocida como patata violera. Tiene un color muy parecido al de la col lombarda,muy intenso. Se caracteriza por tener una piel muy gruesa y ser más fibrosa. Su sabor es intenso y añadirá mucho color a cualquier plato.

La mulberry. Otra patata que, al igual que la vitelotte, tiene un color característico. Tanto la piel como la carne es rosa y su corteza es muy fina.
La spunta. Es también fácil de identificar. Es la patata alargada, con un extremo acabado en punta y con forma de hoz. Es esa patata tan fina que al pelarla pensamos que no va a quedar nada para lo que estemos cocinando. Se cuece bien y conserva su textura, aún estando muy blanda. Se usa para ensaladillas rusas y ensaladas de patata principalmente.

La patata buena y la que mata
Parece una clasificación absurda, pero la patata puede ser venenosa, y mucho. La industria se encarga de hacer una criba para eliminar las patatas malas, pero por si acaso no está de más asegurarse. Es muy fácil: si la piel o la carne de la patata están verdes, a la basura. Y no vale de nada que las dejemos en la despensa más tiempo 'para que maduren'. Si están verdes, ya han madurado, ese es el problema. Este cambio de color solo le ocurre a las que están más cercanas a la superficie, con lo que reciben luz del sol y generan clorofila. Además de clorofila, también producen un compuesto químico llamado solanina. Este tiene un sabor muy amargo, por lo que podremos identificarlas incluso después de cocinadas.

Los efectos de la solanina se presentan entre 8 y 12 horas después de su ingesta. Sus síntomas son: diarrea, cefalea, mareo, vómitos, y en casos más graves (con dosis mayores), alucinaciones, parálisis, fiebre, edema cerebral y, finalmente, la muerte.

La dosis que se considera letal son 420 mg de solanina, pero tan solo 5 mg por kg de peso puede ser tóxica. Una patata verde puede contener 250 mg/kg, por lo que deberemos tener cuidado para evitar envenenarnos. Eso sí, su color, el trabajo de la industria y su intenso sabor amargo se ocuparán de que sea muy difícil que nos pongamos enfermos.

 
¿SON LOS ERIZOS LAS NUEVAS ANGULAS DE ASTURIAS?
El 'oricio', cuya pesca está vedada desde hace cinco años, ha aumentado su precio un 300%: ya no es un plato de pescadores, sino un manjar de ricos y un objeto de especulación.


Para comerlos a docenas


Para comerlos a docenas. COFRADÍA DEL ORICIU DE GIJÓN


DAVID REMARTÍNEZ 09/03/2020

En Güerres, concejo de Colunga, donde apenas están censadas 50 personas y las montañas mandan, los vecinos organizan un festival del oriciu desde hace ocho años. Se junta el pequeño pueblo, más una marabunta de foráneos, y codo con codo se ponen tibios de oricios, el nombre que en Asturias reciben los erizos de mar; no por contagio fonético del castellano, sino porque dicha palabra describe en asturiano el revestimiento punzante de las castañas, también redondo y asaetado. En Güerres devoran los oricios crudos, cocidos, en croquetas, en tortilla, “ponme otra docena en una bolsa para llevar pacasa”.

El aroma a yodo y sal se baña en sidra y en algarabía. Se entrega además el “Oriciu de Honor” a un asturiano notable, caso del cantante Rodrigo Cuevas, quien el pasado 1 de marzo alabó a este pequeño y arcano equinodermo como “nuestro sushi”, nunca ponderado en su tierra según merece: Asturias se quiere mucho, pero a veces se quiere mal. Al poco de terminar Rodrigo su discurso, los 1.500 kilos de oricios que la organización había comprado para el fin de semana se acabaron, dejando a un buen reguero de visitantes con las ganas de mar en la boca.
Organizar el festival de Güerres es cada vez más complicado: el oriciu ha subido de precio un 300% en los últimos cinco años, convirtiéndose en un producto de lujo, en un solomillo marino donde diversos factores han puesto además en riesgo a la especie. Algo parecido a lo que sucedió a finales del siglo pasado con la angula: lo que antaño se desechaba o se vendía por sacos, hoy empieza a estar al alcance de pocos bolsillos porque, lentamente, desaparece.

Nada hay más listo que el mercado: el Gobierno asturiano decretó hace cinco años una veda de erizos que ha ido prolongando al comprobar que ni la prohibición ni las repoblaciones con alevines devuelven las colonias mínimas para garantizar su supervivencia en condiciones. En ese lustro de custodia administrativa, esta antigua comida de pobres se han convertido en un manjar de especulación. Jesús Pedreira, el mayor distribuidor de oricios de la zona norte, se los encontró en las rulas durante las pasadas navidades “a casi 21 euros” el kilo, cuando hasta hace poco costaban seis, o menos. Imagina ese nuevo precio desquiciado en un restaurante en plena temporada, de noviembre a marzo: nadie sale de su asombro. Todos los gijoneses con más de 40 años recuerdan cómo, cuando eran críos, los oricios se vendían a las puertas de la Pescadería Municipal por cuatro duros, desde el mismo camión, a paladas. Ojo, que hablamos de paladas de lonja, o sea el triple de tamaño que una pala convencional.

Lo sabe el mismo Jesús, cuyo padre traía desde Galicia aquel granel y que ha heredado el oficio familiar en A Coruña, vendiendo este bicho feo, estudiado y alabado por Aristóteles, Neruda o Julio Camba, cuyas cinco gónadas naranjas se han confundido desde antaño con unas presuntas huevas por su apariencia y que genera una adicción inexplicable en ciertas zonas de Asturias, principalmente Gijón. En Oviedo, por ejemplo, las costumbres burguesas nunca incorporaron a la mesa el oriciu, que requiere manos sin melindres, que estaba asociado a la dieta “asilvestrada” de los pescadores y que además, siempre mancha. El oriciu es una cápsula alimentada con algas y sellada al vacío cuya apertura requiere esa maña incompatible con el ansia. Aquí se han comido tradicionalmente con glotonería, por docenas, hasta reventar: “Los comemos a lo gocho, de una manera compulsiva, porque siempre los tuvimos tan baratos que parecía que nunca los acababas”, describe Alejandro Fernández, secretario de la Cofradía del Oriciu de Gijón, erudito y apasionado a partes iguales.



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Tortilla de oricios en Güerres. DAVID REMARTÍNEZ


¿Qué ha pasado para que el desperdicio se convierta en lujo? Las explicaciones habituales apuntan al aterrizaje del oricio en la alta cocina como ingrediente de sabor explosivo -ríete tú del plancton-, a su manufactura conservera y a la voracidad del importador japonés, que en la imaginería culinaria de occidente parece un monstruo empeñado en devorar los mares a cualquier precio. Pero ninguno de esos tres fenómenos justifican la tendencia alcista por sí solos. “Yo japoneses casi no he visto por aquí comprando”, bromea Jesús, que sirve al 90% de los restaurantes de Gijón y que también exporta, principalmente a Francia e Italia.

En esos países los erizos se sirven por unidad, en degustación, como precisamente se presentan ya en los comedores de la alta cocina, donde los cocineros asturianos de talento les conceden esa grandeza que reclama Rodrigo Cuevas con preparaciones delicadas inexistentes en la historia local. Basta leer el Elogio del erizo de mar (Trea, 2008) el delicioso tratado de Juana Barría, para comprobar que el exuberante recetario asturiano apenas ha legado preparaciones para un ingrediente que sobre todo se ingería crudo, y a mansalva. El oriciu ha sido más fiesta que banquete, hasta que ya no se ha podido pescar en el pedreru como un entretenimiento sin más ley que la tradición.



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La fiesta del oricio en su esencia. DAVID REMARTÍNEZ



Las razones mayúsculas de la escasez y el encarecimiento son otras. Primero, que con la pesca furtiva “efectivamente se esquilmó mucho”, según apunta la bióloga Carmen Rodríguez, responsable del departamento de Acuicultura del Centro de Experimentación Pesquera de Castropol. En este organismo situado en el límite con Galicia, el equipo de Carmen cría cada año unos 20.000 alevines que, una vez alimentados y mimados, libera en el litoral astur. “Todavía no tenemos la suficiente información para saber si se levantará la veda, porque influyen muchos factores”, dice, cauta. Para empezar, un oriciunecesita unos cuatro años para desarrollarse, en un ecosistema que ha cambiado de manera radical por ese cambio climático que algunos todavía se empeñan en negar. El tonto no entiende, pero el necio no quiere entender; por eso el segundo es mucho más peligroso siempre.



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Alevines de oricio comiendo en el criadero. CENTRO DE EXPERIMENTACIÓN PESQUERA DE CASTROPOL



a subida de temperaturas del Cantábrico ahoga el desarrollo de sus especies, sobre todo los mariscos. Sin embargo, Galicia, bañada a dos manos por el Atlántico, mantiene todavía condiciones para producir suficientes oricios y, como allí no se comen por costumbre, hacer negocio merced a la afición desaforada del vecino. Jesús Pedreña señala que las cofradías se han vuelto especialmente responsables con la preservación, ya que no solo respetan las cuotas y dimensiones de los animales a las que obliga la Xunta, sino que las amplían motu proprio: “Las cofradías son las primeras que hacen de vigilantes, los 55 milímetros que exigen los amplían a 60”. En contraste, la fiebre del oriciuha atraído “a gente que no se dedicaba a esto pero que se han pensado que es el negocio del siglo”, porque la inflación enloquece al avaro. Como tercer factor, “mucho del erizo que se está vendiendo ahora en Asturias es portugués, cogido de aquella manera. Te ponen los grandes arriba de la caja y debajo, son todos pequeños”. Cambio climático, codicia capitalista y furtivismo: una marea mortal.

“Va a acabar desapareciendo”, dice con más temor que convicción Alejandro Fernández. El secretario de la cofradía encomendada al equinodermo, que promociona actividades para salvarlo y valorarlo, apunta un cuarto motivo para explicar su escasez: los permisos que concede el Gobierno del Principado para aprovechar el ocle, las algas rojas de arribazón que hasta ahora se usaban de abono pero a las que la industria alimentaria les ha encontrado nuevos aprovechamientos, caso de la fabricación de agar agar.

En lugar de recoger solo las algas que acaban en las playas, “las cosechan con buzos arrancando todo, sin que luego puedan regenerar bien”. Esa agricultura brusca altera el ecosistema del que se alimentan los oricios, y por ende toda la cadena marina: andaricas(nécoras), pulpos… “El buzo no discrimina lo que coge, solo siega con una sierra. Estamos llevando la política equivocada, porque esto solo favorece el cambio climático”, lamenta Fernández. Al exponerle esta opinión, Carmen Fernández matiza: “No creo que sea tan importante, los erizos comen otro tipo de algas, como las laminarias”. Sobre las perspectivas de desaparición, lo mismo: “No quiero ser alarmista, en algunas zonas como Luarca vemos que está aumentando la cantidad de oricios”.

“Nosotros ya no sabemos qué vamos a hacer”, dice riendo Gonzalo Victorero, miembro de la Comisión de Fiestas de Güerres. “La gente viene cada año más asustada porque se esperan que hayamos subido más los precios, pero intentamos hacerlo lo mínimo. Este año los hemos puesto a 19 euros la docena con botella de sidra, ojalá pudiéramos ponerlos más baratos. Y ya ves”, dice, señalando la cola para comprar los tickets a cuyo fondo alguien está anunciando que “lo sentimos mucho, pero los oricios se han acabado”.



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Aquí los erizos se seleccionan uno a uno. JESÚS PEDREIRA


 
EL BLANCO SE DISFRAZA DE NEGRO
Este es el ajo que te viene bien comer ahora: así se diferencian
En el Antiguo Egipto se consideraban un icono sagrado, mientras que Isabel la Católica no podía ni verlos. El tiempo ha demostrado que se perdió un superalimento



Foto: Foto: iStock.


Por
Ana Durá
15/03/2020



Hasta hace unos pocos años, el mundo del ajo era monocromo. Sí, todos identificaban el blanco como el único color vinculado a este alimento. Este era el que entraba en nuestras cocinas y, aunque a día de hoy sigue siendo el más socorrido, muchas más variedades han subido a escena: el rosado, el violeta, el castaño, el negro… Aunque este último no es exactamente una variedad, como luego veremos. Todos ellos presentan características nutricionales comunes, no obstante, es cierto que existen discrepancias en cuanto a sabor -más o menos intenso- e incluso diferentes propiedades. El ajo es un clásico de la cocina española, pero quizás es ahora de aportar un toque de originalidad y recurrir al abanico de posibilidades que nos ofrece este polifacético bulbo.

Nuestro país es un gran productor de ajo. Ahora mismo nos situamos entre el quinto y el sexto puesto en la pole mundial y somos los primeros en Europa. Las principales zonas de cultivo se localizan en Cuenca, Albacete y Córdoba, pero no desbancamos a China, que encabeza la lista de países productores. Al ajo, además, se le atribuyen muchas propiedades. De hecho, la reputación saludablede este tubérculo se pierde en la noche de los tiempos. Empezaremos hablando acerca de las excelencias de un recién llegado a la familia: el ajo negro.

El ajo negro en realidad es blanco
Primero, hay que aclarar que el ajo negro no es una variedad en sí misma. Aunque en los últimos años viene pisando fuerte, no hay unanimidad respecto a si es tan bueno como lo pintan o simplemente se trata de una manera más de encarecer el precio del producto. Recordemos que el ajo negro alcanza en el mercado un precio de hasta 83 euros el kilo. Por lo tanto, es 10 veces más caro que el ajo blanco común. Según explica Juan Carlos Mirre, licenciado en Ciencias Naturales por la Universidad de Buenos Aires, el ajo negro se obtiene tras "someter cabezas de ajo enteras a un cocido en seco dentro de una cazuela durante ¡40 días! a una temperatura constante y estable de 60ºC; lo que evidentemente hace que el ajo 'blanco' pase a ser 'negro' pero alterando sus propiedades organolépticas".



Foto: iStock.


Foto: iStock.

En opinión de Mirra, no es posible que el ajo fermente, pues ningún alimento supera este proceso a semejantes temperaturas. "El característico negro del ajo se debe simplemente a la caramelización de los azúcares o glúcidos del ajo -la archiconocida 'reacción de Maillard'-. Y, por supuesto, nada justifica que el ajo ennegrecido por caramelización posea propiedades superiores o distintas a las del ajo blanco", explica en un artículo.
Varios estudios han demostrado el vínculo entre el ajo y la reducción del riesgo de ciertos tipos de cáncer

Sin embargo, una investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), en colaboración con la empresa Pharmactive Biotech que comercializa un extracto de ajo negro, incide en todo lo contrario. De esta se desprende que el ajo negro presenta grandes beneficios de tipo cardiovascular. En cualquier caso, el ajo -con independencia de su color- es todo un aliado para la salud. Pero empecemos explicando un poco la historia de este bulbo sobre el que se apuntala la gastronomía española.

Ya en el Antiguo Egipto reverenciaban el ajo, muy presente en la dieta de los esclavos para así mantenerlos sanos y fuertes para acometer las exigentes labores que les encomendaban. Asimismo, según revelan los papiros de la época, este alimento llegó a considerarse un icono sagrado e incluso se han hallado cabezas de ajos en las tumbas egipcias, ya que se creía que mantenían alejados a los espíritus malignos.
Otra cultura devota de su consumo fue la romana. En cuanto los médicos de Roma se percataron de su poder antiséptico y energético, el ajo no faltó en la dieta de las tropas de asalto. Muy avispados fueron también los atletas griegos, que solían masticar dientes de ajo antes de competir en los Juegos Olímpicos. Además, en Grecia estaban convencidos de que el ajo les salvaguardaba de enfermedades tan temibles como el tifus o el cólera. Luego, en España, contamos con personajes tan insignes como Isabel la Católica, a la cual le repugnaba el ajo hasta el punto de prohibirlo en la corte.

Sin duda alguna, la monarca estaba cometiendo un gran error, pues los estudios hasta la fecha han confirmado que el ajo es uno de los mejores alimentos que podemos llevar al gaznate, pues se le atribuyen propiedades anticancerígenas. Así, tal y como nos explican en el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, varios estudios demográficos han demostrado una vinculación entre el aumento del consumo de ajo y una reducción en el riesgo de ciertos tipos de cáncer, como el de estómago, colon, esófago, páncreas y de mama.
Sinceramente, se nos queda corto este artículo para hablar de todas los bondades del ajo. Además, nutricionalmente nos aportan todo esto:

  • Son una excelente fuente de vitamina B6, conocida también como piridoxina.
  • Aportan a nuestro organismo cantidades interesantes de manganeso, selenio y vitamina C.
  • Proporcionan minerales tan esenciales como el fósforo, el calcio, el potasio, el hierro y el cobre.

Variedades para aburrir
Una vez puntualizado que el negro no es una variedad de ajo, toca hablar de las siguientes:

  • Ajo blanco. El más común en nuestra cocina, prácticamente no necesita presentación.
  • Ajo rosado. También llamado ajo de bruja o de culebra. Se siembra de marzo a junio y se recolecta durante el invierno.
  • Ajo violeta. Se caracteriza por tener un sabor muy fuerte. “Es de color violeta a ráfagas tanto en sus pieles exteriores como en el diente de ajo”, detallan en Espacio Sabor.
  • Ajo morado. Para los amantes de los sabores más suaves esta variedad es ideal. “Suelen madurar antes los blancos y suelen ser más grandes, pero se conservan por menos tiempo y son algo más picantes”, precisan en la misma web. Se diferencian por el color de su cubierta.
  • Ajo colorado. Otra variedad de poderoso sabor.
  • Ajo castaño .Presenta un sabor suave, aunque algo picante.
Mención aparte merecen los ajetes o ajos tiernos, que son por definición ajos poco madurados que se han recogido antes de que el bulbo crezca

 
Batalla por la marca del mollete de Antequera
La solicitud de la denominación de origen despierta una guerra entre dos productores y el resto de panaderos de la comarca

NACHO SÁNCHEZ
Antequera
11 NOV 2019


Mollete de jamón ibérico con tomate y aceite en la cafetería A la Fuerza de Antequera.


Mollete de jamón ibérico con tomate y aceite en la cafetería A la Fuerza de Antequera. GARCIA-SANTOS



El aroma a pan inunda cada día la calle Los Olivos del polígono industrial de Mollina (Málaga). Allí se encuentra la fábrica de Padepan, firma nacida hace dos décadas, que hoy amasa 30.000 molletes al día. A solo ocho kilómetros, en Fuente de Piedra, las instalaciones de El Antequerano hornean otros 45.000 molletes diarios que viajan a media España. Algo más lejos, en Antequera, Mollete San Roque elabora otros 50.000 panecillos cada día. A simple vista, apenas hay diferencias entre unos y otros. Pero estas dos últimas fábricas pronto podrán incluir en sus panes el distintivo de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Mollete de Antequera, mientras que la de Mollina no.

“Es una injusticia”, dice Remedios Tortosa, responsable de Padepan. La situación ha derivado en una batalla entre panaderías de la comarca antequerana con dos bandos que esperan a que la Comisión Europea se pronuncie sobre la IGP, algo que ocurrirá “pronto”, dicen en Bruselas.

La contienda se remonta a 2004. El Ayuntamiento de Antequera impulsó entonces una organización de productores de molletes, pan que desayuna media Andalucía y adalid de la gastronomía antequerana: se elabora desde el siglo XVI bajo la influencia de los bollos planos que fabricaban árabes y judíos en la zona en los siglos XII al XV. La convocatoria reunió a 18 panaderos, aunque algunos no elaboraban concretamente este producto. Siete de ellos conformaron finalmente la Asociación Pro-Mollete de Antequera. Hoy solo quedan dos integrantes: las empresas El Antequerano y Mollete San Roque, quienes “tras un gran esfuerzo”, explican, han conseguido “que la tramitación de la IGP Mollete de Antequera esté en su última fase”. Cuando culmine, solo los panecillos de estas dos fábricas podrán inicialmente incluir el distintivo de calidad.

Los dos fabricantes que han promovido la IGP prefieren no entrar en guerras. Relatan que la certificación será positiva para “Antequera, Andalucía y España”, según Juan Villodres, gerente de El Antequerano. Y aseguran que posteriormente podrán formar parte del futuro Consejo Regulador y hacer uso del distintivo los fabricantes de los términos municipales de Antequera y Fuente de Piedra que cumplan los criterios y “una serie de controles de calidad”, según fuentes de Molletes San Roque, gigante del sector con cien empleados y que surte, entre otros, a Mercadona.


“Traje a medida”
El resto de los productores no entienden que la IGP solo ataña a Antequera y Fuente de Piedra. “Los dos miembros de la asociación se han preparado un traje a medida”, explica Antonio Báez, gerente de La Molletería, que elabora 12.000 molletes diarios desde 2011 en suelo antequerano. “Debería ser solo para Antequera por razones históricas o abrirlo a toda la comarca”, insiste Báez, opinión que comparten muchos panaderos. De hecho, Fuente de Piedra está más lejos de Antequera (23 kilómetros) que Mollina (18). “Es un sinsentido que a Padepan la excluyan”, insiste el panadero, que solicitó formar parte de la asociación hace años. “Me respondieron que no, sin motivos”. Padepan obtuvo la misma respuesta. Tortosa cree que buscan con la IGP “excluir a la competencia”. Por ello, impulsó un comunicado firmado por una decena de fabricantes —que dicen aglutinar al 85% de la producción local y 80 trabajadores— quejándose de la situación. Temen tener que echar el cierre por no poder incluir la marca distintiva.

El abogado José Carlos Moreno lo considera “una vulneración de la normativa de la libre competencia”, por lo que ha contactado con eurodiputados españoles y en mayo elevó una queja a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). La respuesta tardó un mes en llegar. “Procedemos a abrir una información reservada para analizar con más detalle las prácticas que nos comunicaron”, afirmó la CNMC, que añadía que requerirá información “a las partes implicadas”.

Por su parte, el Ayuntamiento de Antequera, da un paso al lado. Fuentes municipales explican que su labor ha sido únicamente apoyar en espacios como FITUR “una iniciativa que se entiende positiva para el interés de la ciudad y uno de sus productos más autóctonos” y dicen no poder tomar “un papel protagonista” en la IGP al ser una iniciativa privada.

Esa es la teoría. En la práctica, han incluido el logo en camisetas deportivas y han realizado diversos actos de divulgación. En abril, el propio alcalde, Manuel Barón (PP), se fotografió con dos miembros de la asociación Pro-Mollete en un acto promocional de la IGP en el Salón de Gourmets de Madrid. “El apoyo público empeora las cosas: nos deberían dar la oportunidad a todos, no solo a quienes la asociación considere”, concluye Antonio Báez. Europa tendrá ahora la última palabra.

 
ROPA DEPORTIVA FABRICADA CON REDES DE PESCA ABANDONADAS



Foto de Dos españoles convierten redes de pesca en ropa para el gimnasio




Sandra Carbajo


Stay Humble or not ha conseguido romper con la idea de que comodidad y calidad sean conceptos antagónicos a sostenibilidad en la industria de la moda



Decía Pepe Mujica hace unas semanas en el nuevo programa de Évole que caminamos derechos hacia un holocausto ecológico, pero parece que nadie tiene responsabilidad sobre esta sartén gigante que nosotros mismos estamos construyendo. Sin embargo, no son pocas las iniciativas de personas de a pie que no solo saben lo que hay que hacer, sino que además se animan a ello.

Es el caso de François Bacourt y Tom Guerreiro, dos amigos de la infancia que decidieron unir fuerzas y conocimiento para crear ‘Stay Humble or not’, una marca deportiva cuyas prendas están fabricadas, principalmente, a partir de redes de pesca en desuso halladas en los fondos de los mares europeos. “Teníamos dos preocupaciones principales. Por un lado, mi socio Tom, deportista y amante del boxeo, no encontraba ninguna marca de deporte con la que se sintiera identificado. Todas tenían colores muy chillones o el logo demasiado grande y en mitad del pecho. Por otro, estaba yo, que siempre había querido emprender un proyecto en el que creyese y, además, tuviera un impacto positivo sobre la sociedad o el medioambiente”, relata François Bacourt, quien se encarga de la estrategia de negocio. Tom es, por su parte, el responsable del diseño de los productos, así como de supervisar la producción.




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El joven emprendedor, natural de Lille y en España desde los 14 años, cuenta lo mucho que le impresionaba la cantidad de plástico acumulado en los parajes naturales de los países en vías de desarrollo que visitaba como consultor estratégico. “Recuerdo durante una travesía en barco, en Nigeria, estar más de diez minutos navegando sobre plástico”. Y precisamente esa imagen desalentadora fue el detonante para que ambos amigos comenzaran, hace tan solo un año, a crear su propia marca deportiva confeccionada a partir de materiales reciclados.

El primer paso era buscar un proveedor de tela que cumpliera sus expectativas. Tras muchos meses de prueba, encontraron un distribuidor italiano que trabajaba con varias ONG, entre las que se encontraba Healthy Seas. Con ayuda de buzos voluntarios, esta entidad sin ánimo de lucro se dedica a recoger las redes de pesca abandonadas en los fondos de los mares Adriático, Mediterráneo y el Mar del Norte. Y es que de los ocho millones de toneladas de plástico vertidos cada año a los mares y océanos, 160.000 toneladas proceden de redes de pesca, las cuales continúan realizando su función natural y dañando irreversiblemente el ecosistema marino.

El hilo de nylon que obtienen es ligero, transpirable y pensado para no absorber agua, características esenciales para la ropa deportiva
De este modo, más del 80% de los materiales que componen la ropa de Stay Humble or not procede de fibras regeneradas. A las redes se unen residuos de la industria textil, bien sea ropa en el fin de ciclo de su vida útil o restos de alfombras. “Al final, son diferentes fuentes de nylon que regeneramos con el objetivo de crear un hilo completamente nuevo, con las mismas propiedades que uno virgen, pero contaminando 15 veces menos”, explica François. La filosofía ‘upcycling’ (reciclaje creativo) aplicada directamente a su negocio.

Asimismo, este hilo de nylon posee unas características muy concretas (pensado para no absorber agua, ligero y transpirable) que son precisamente los requisitos que se le piden a un prenda deportiva.


Una vez encontrado el proveedor, el siguiente paso era la confección. Para Tom y François lo más importante era concentrar sus operaciones en Europa. “Queríamos controlar el entorno de la producción, poder interactuar con los trabajadores, ver qué estaban haciendo y cómo”. Por ello, todas sus prendas, desde los leggins, shorts y camisetas hasta las combas, cascos y guantes de boxeo, están confeccionadas en el norte de Portugal. En España, además de los dos socios fundadores, el equipo de Stay Humble or not está formado por otras dos personas, encargadas de la gestión de la plataforma web, redes sociales y generación de material gráfico.

Sus principales clientes son aficionados al deporte que buscan prendas elegantes, cómodas y de calidad, además de estar concienciados con el medioambiente


En cuanto al diseño, contactaron en un primer momento con deportistas de élite (‘crossfit’, boxeo y atletas) para saber qué características valoraban de sus prendas deportivas favoritas y que echaban en falta. Así, crearon un prototipo que probaron internamente antes de lograr los modelos definitivos que se pueden comprar a día de hoy a través de su web.

Con tan solo tres meses de vida, lanzaron el ‘ecommerce’ en diciembre de 2019 y la marca ya se ha abierto un hueco entre esas personas aficionadas al deporte que también buscan sentirse elegantes con prendas cómodas y de alta calidad. “Además son personas conscientes de que es posible una alternativa sostenible a un precio similar al de las marcas convencionales y con una calidad incluso mayor”.

De momento, solo venden en España y Portugal, con plazos de entrega de 24 a 48 horas. Aunque su idea es ampliar el negocio a otros países (han recibido pedidos de Francia y Alemania), ahora mismo están centrados en seguir creciendo. Actualmente están trabajando para sustituir el cuero natural de su colección de boxeo por uno vegetal, procedente de la piel de piña. También quieren apostar por vender sus prendas en tiendas multimarca y estar presente en mercados de productores. “Es importante para nosotros que la gente pueda tocar nuestra ropa y demostrar, así, que se puede hacer algo sostenible, de calidad y con un diseño muy cuidado”.

 
ADOPTAR UN ÁRBOL, UN ANIMAL O UNA HUERTA: EL NUEVO MODELO DE CONSUMO SOSTENIBLE

Nerea Parada

Los hermanos Úrculo lanzaron hace cinco años Crowdfarming un canal de compra-venta directa bajo demanda del consumidor


Las modas gastronómicas han ido cambiando a un ritmo vertiginoso en los últimos años. Hemos vivido el ‘boom’ del aguacate, del kéfir o de los edamames y también de los alimentos ecológicos, que se han hecho un hueco en nuestras despensas. Las modas han dado paso a una concienciación cada vez más patente de la necesidad de comer bien sin que eso signifique dejar de lado el cuidado del medio ambiente.

Y de ese ‘mantra’ surgen nuevas iniciativas como Crowdfarming, una nueva vía de consumo sostenible que permite a los clientes adoptar un árbol, un animal o una huerta y recibir alimentos frescos y ecológicos producidos exclusivamente para ellos. La oportunidad la vieron clara hace cinco años los hermanos Gonzalo y Gabriel Úrculo después de llevar cinco años vendiendo naranjas online.

En 2010 Gonzalo trabajaba en logística y Gabriel en diseño industrial. Decidieron recuperar un huerto que tenían sus abuelos en Valencia y convertirse en agricultores de naranjas y mandarinas. Y su idea fue ambiciosa: vender sus cítricos fuera de España. “En 2010, si buscabas en internet ‘Comprar naranjas’ aparecían muchas empresas que ya vendían este producto online. Pero si ponías ‘Orangen kaufen’, que significa comprar naranjas en alemán, no había ningún resultado. Ahí vimos nuestra ventana de oportunidad y creamos Naranjas del Carmen, que fue la semilla de Crowdfarming”, narra Gonzalo Úrculo.



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En 2015, cinco años después de su exitosa idea de exportar naranjas de Valencia, el mercado estaba cada vez más globalizado y “los agricultores y consumidores buscaban canales de compra-venta directa”, explica Gonzalo. Para los dos hermanos, aquello era un “escenario favorable” y decidieron lanzar la idea del ‘crowdfarming’ —una mezcla de ‘crowdfunding y ‘farmer’ (granjero)—, una nueva vía de venta sostenible y transparente en la que ofertar no solo cítricos sino todo tipo de alimentos ecológicos: aceite, vinagre, fruta, verdura, miel, queso o leche. ¿Cómo? ‘Adoptando’ la colmena para comprar luego su miel o el árbol que suministrará los frutos.

Este modelo de producción ecológico elimina los intermediarios e incentiva el turismo agrícola, ya que los clientes pueden hacer visitas a los agricultores y ganaderos a los que compran los productos. También evita el desperdicio de alimentos de origen. “Cuando haces al consumidor partícipe del proceso de cultivo, deja de comprar por los ojos”. No solo se recolectan productos que sean bonitos, sino todos aquellos que organolépticamente sean válidos. Además, “trabajar bajo demanda permite saber con antelación qué cantidad de producto se va a consumir, y por lo tanto, qué cantidad de producto se va a cultivar”, afirma el cofundador.

“Trabajar bajo demanda permite saber qué cantidad de producto se va a consumir, y por lo tanto, qué cantidad de producto se va a cultivar”
El contacto directo con los clientes se ha convertido en un factor clave. “Nos dimos cuenta de que nuestros consumidores no solo querían saber el precio al que le íbamos a vender los productos, sino también cómo los habíamos cultivado, cuánta agua habíamos utilizado, qué estábamos haciendo para reducir el impacto ambiental de nuestro cultivo o cuánta gente podíamos contratar”. Los consumidores se preocupan cada vez más por el impacto que tienen sus decisiones de compra en la sociedad y en el medio ambiente. “Son más conscientes y a su vez más consecuentes”.

Y la comunicación es bidireccional. Igual que ellos mantienen a los consumidores informados durante todo el proceso de producción, los comentarios de los clientes, a los que internamente llaman presidentes, les ayudan a ofrecer un servicio cada vez más personalizado. “Nuestro abuelo se dedicó a cultivar y vender naranjas durante 30 años y nunca supo nada sobre su consumidor final. Sin embargo, esta información es básica para el desarrollo de nuestro modelo de negocio”.



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A nivel europeo, España se ha convertido en el país líder en la producción de alimentos ecológicos. Sin embargo, en cuanto al consumo, “los países del norte de Europa nos llevan años de ventaja y es ahí donde tenemos a nuestros principales clientes”, comenta Úrculo. Los españoles hacen un gasto per cápita al año de 46,6 €, cifra que se encuentra lejos de los 312 € de Dinamarca o Suiza.

En la actualidad, el ecosistema da trabajo a 45 personas y a más de 70 productores de ocho países (España, Alemania, Austria, Francia, Hungría, Italia, Filipinas y Colombia). En total producen alimentos para más de 120.000 familias de 28 países diferentes. La modernización de un negocio familiar agrícola de naranjas en un negocio sostenible de futuro, gracias a la Financiación del fondo Smart de Banco Santander, ha permitido a Gonzalo y Gabriel apostar por un sector primario imprescindible para las sociedades. No solo eso, el crowdfarming está digitalizando el campo, abriendo a los agricultores a canales digitales de comercialización y a potenciales clientes a los que no podrían haber llegado de otra manera.

 
COMO HACER UNA COMPRA ONLINE AL SUPERMERCADO
Las colmenas o cómo comprar productos de proximidad en las grandes ciudades
El proyecto 'La colmena que dice sí' permite comprar alimentos directamente a productores locales que se encuentren a menos de 50 kilómetros de ti


Foto: Foto: La colmena que dice sí


Foto: La colmena que dice sí


AUTOR
FRAN SÁNCHEZ BECERRIL
Contacta al autor
03/09/2020


Tendemos a conceptualizar las grandes ciudades como espacios sin alma, donde el campo queda muy lejano y, por ende, se respira un peor aire y se comen productos de menor calidad. La vorágine que puede ser el día a día en una metrópoli hace que el supermercado sea el lugar de referencia para adquirir todo lo que necesitamos en el menor tiempo posible.

Normalmente una manzana comprada en una gran superficie puede dar la vuelta al mundo antes de llegar a la mesa. Pero una iniciativa, que lleva instalada en España desde 2014, quiere acercar productos de proximidad y calidad a los ciudadanos con la misma facilidad que ir al ‘súper’.
Se trata de La colmena que dice sí, un modelo participativo de consumo local, que está presente principalmente en Madrid y Barcelona –también en otras zonas de nuestro país, aunque en menor medida–. Este proyecto, que nació en Francia en el 2011, permite a los productores de la región exhibir sus productos en la web donde los consumidores pueden elegir que desean comprar. El objetivo es fomentar los productos de proximidad ya que es la mejor forma de obtener alimentos frescos, reducir el impacto ambiental negativo y apoyar la economía local y el valor gastronómico y cultural ligado al territorio.



Foto: La colmena que dice sí


Foto: La colmena que dice sí



La forma de uso es muy sencilla. El consumidor elige cuál va a ser su ‘colmena’ (un espacio de referencia de su barrio), a través de la plataforma elige cada semana qué productos quiere comprar de los productores que ofrezcan y va a buscar su encargo a ese lugar el día determinado (algunas tienen entrega a domicilio). En resumidas cuentas, como hacer un pedido online a un supermercado.

En cada una de las colmenas son los propios productores que velan para que los consumidores puedan comer local y de calidad. Y todo ello sin dejar de innovar y proponer productos excepcionales, que nunca dejan de sorprender. Pastelería vegana, pan de centeno integral, mermelada de manzana y jengibre, vinos biodinámicos… pero también carne de calidad, quesos de granja y una gran variedad de fruta y verdura de temporada, donde además se recuperan variedades antiguas.

Comprar de este modo aporta “un valor añadido para el consumidor, al adquirir un producto local, cercano y de calidad”, explica a El Confidencial, Anna García, portavoz de esta iniciativa en España.



Foto: La colmena que dice sí


Foto: La colmena que dice sí


De media, los productores que venden en cada colmena no están a más de 50 kilómetros de estas, asegurando así productos de proximidad con una menor huella ecológica y, por supuesto, de alta calidad. Aunque existen pequeñas excepciones “en zonas como Madrid donde hay poca variedad de fruta o pescado, se incluyen productores dentro de la red de Cataluña, Galicia(pescado y marisco) o Andalucía. Son lo que denominamos los Invitados Especiales y eso hace que suba la media recorrida”, explica García.


624 productores locales
En todo el territorio nacional hay abiertas actualmente 59 colmenas y otras 41 se encuentran en construcción. Para abastecer a todas ellas, un total de 624 productores locales están inscritos en la web, de los que el 60% venden con regularidad.



Mapa de colmenas


Mapa de colmenas



Por el momento 108.518 españoles se han sumado como consumidores a esta iniciativa, aunque solo compran de manera habitual unos 11.000. Aunque el proyecto tiene más peso en la Comunidad de Madrid, donde 60.000 personas están dadas de alta para comprar productos, acumulando más de la mitad de las colmenas abiertas en toda España (37).


Los precios

El precio de los productos que se encuentran en la web está dentro de los estándares del circuito corto de comercialización, que en sí "es un pelín más caro que en los supermercados”, señala la portavoz. “Lo que pasa es que la lógica en La colmena que dice sí es diferente. En los supermercados se le paga una miseria al productor, obtenido un precio bastante bajo para el consumidor, pero quien se lleva el pastel son los intermediarios. Además, los productos de los supermercados, por lo general, no son ecológicos, ni locales, ni de buena calidad”, añade.

“Aquí el precio lo fija el productor, siendo un precio digno y justo según su trabajo. Y, además, los productos son de mejor calidad”, resume García.
Para los productores vender a través de este proyecto también tiene un pequeño coste, que corresponde al 20% del importe total de sus ventas. El porcentaje se divide a partes iguales entre La colmena que dice sí como proyecto global y el responsable de colmena (que es la persona que crea la ha creado). Esta tarifa que paga el productor engloba varias facilidades. Por una parte, el trabajo de gestión y comunicación que lleva a cabo el responsable. Y la más representativa que es la vía de comercialización: dispone de la plataforma web para la venta de sus productos que le permite fijar sus propios precios y condiciones de comercialización.


Iniciativas con contacto directo con el productor
Otras iniciativas de este tipo se han puesto en marcha en nuestro país a raíz de la crisis del covid-19. El objetivo es el mismo objetivo: poner en contacto a consumidores con productores para adquirir alimentos con el menor coste ecológico posible, la máxima calidad y con un precio justo para el agricultor. Aunque en este caso es necesario comunicarse directamente con cada uno de ellos y hacer compras individualizadas de cada alimento.
Una de ellas es Mercado Local, una plataforma creada en pleno confinamiento para promover la economía local, la sostenibilidad y el consumo de productos de proximidad de pequeños agricultores locales. En este proyecto los pequeños agricultores, ganaderos y productores locales en general tienen la posibilidad de ofrecer sus productos a través de internet de una forma fácil y sin coste para ellos, pues el uso de la plataforma es totalmente gratuita tanto para los productores como para los consumidores.

El responsable de la iniciativa, Rafael R. López, explica a este periódico que –además de poner en contacto a productores tradicionales– otra de las intenciones de este proyecto es "ayudar a mejorar la economía familiar, abriendo la plataforma para que cualquier persona que tenga un huerto familiar o un huerto urbano, en un momento determinado, pueda vender parte de su producción de forma sencilla".



Foto: iStock


Foto: iStock


López tilda la respuesta de los productores hacia la plataforma de "extraordinaria": "En apenas cuatro meses se han incorporado a Mercado Local más de 400 pequeños productores de toda España. Principalmente tenemos pequeños productores de quesos, miel, frutas, verduras y hortalizas, aceite, vino y embutidos".

De reciente creación, también podemos encontrar una iniciativa cuyo nombre indica a la perfección de qué se trata: Productos de aquí. Un proyecto nacido al inicio del confinamiento como herramienta de ayuda para pequeños productores asturianos. "Muchos de ellos veían como el cierre de los pequeños mercados locales, que en Asturias se prohibieron durante el confinamiento, provocaba un enorme problema para ellos; ya que son sus principales canales de comercialización", cuenta a El Confidencial el cocinero y creador del proyecto, Lluis Nel Estrada.

El cocinero relata que al observar la "excelente" acogida entre los productores asturianos, pensaron que podría ser una herramienta útil también en otras comunidades autónomas. "Productos de aquí nació simplemente como un directorio de contacto que agrupa a cientos de pequeños productores agroalimentarios y facilita su localización así como la compra directa", explica. Actualmente, con 500 productores inscritos, se encuentran desarrollando un 'marketplace' propio para "facilitar la compra agrupada de embalajes para los envíos online, la creación de tiendas online propias, la gestión de las redes sociales o ayuda a la comercialización de este tipo de productos a través del canal ordenado e incluso la exportación cuando sea necesario".


 
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