Crimen de Orozko

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EL PAÍS


El laberinto de Orozko​


La sentencia por un crimen deja insatisfechos a la familia la víctima y a los condenados

Eva Larrauri

Bilbao - 10 ENE 1993 - 00:00 CET

Casi 12 años han sido insuficientes para poner el punto final al crimen de Orozko. Superadas la tortuosa tramitación del sumario y las dos semanas de juicio, la sentencia dictada por la Audiencia de Bilbao no ha satisfecho ni a la familia de la víctima ni a los inculpados. Los recursos retrasarán años la resolución por el Supremo de la muerte de Aureliano Letona, un guarda forestal que en 1981 fue arrojado sin vida a un río después de ser golpeado y vejado en una juerga en Orozko (Vizcaya). Ocho de los procesados han sido condenados por un delito de imprudencia temeraria, siete de ellos a una pena de un año de cárcel y el otro a seis meses de arresto. Estas conductas no han sido las únicas censuradas por el tribunal: la sentencia critica la actuación de la Ertzaintza y del juez instructor. La viuda de Letona, María Carmen López de Gereñu, una mujer menuda que ronda los 50, no quiere hablar, de las circunstancias que rodearon la muerte de su marido ni de las consecuencias que ha tenido sobre la convivencia con el resto de los vecinos de Orozko, un pueblo de cerca de 2.000 habitantes, mayoritariamente dedicados a la explotación forestal y ganadera. "Sólo pido justicia. El que lo ha hecho que lo pague, y que lo pague con cárcel", dice. "Todos los que saben lo que pasó han escurrido el bulto y han cerrado el pico".

Letona vivía con su esposa y su hija Yolanda, de 10 años, en un modesto caserío del barrio de Ibarra, en Orozko, cuando, el 5 de febrero de 1981, su cadáver apareció en la orilla de un río cercano, medio desnudo y con señales de violencia. Tenía entonces 55 años.

La sentencia ha considerado probado que en la madrugada de aquel día, mientras en Ibarra se celebraba la fiesta de Santa Agueda, un grupo de personas -formado por los ocho condenados, un hombre ya fallecido y dos más sin identificar- convirtió a Letona en el blanco de sus pesadas bromas. Recibió golpes y múltiples vejaciones. La víctima trató de huir, pero se lo impidieron.

El forcejeo acabó cuando uno de los integrantes del círculo que rodeaba a Letona -el tribunal no ha podido precisar quién fue- le propinó un fuerte golpe en la cabeza con un objeto duro. Cuando trataron de trasladar al guarda forestal a un hospital, era ya muy tarde. Letona falleció en el camino y entonces, los agresores decidieron abandonar el cadáver en un río cercano, según relata la sentencia. En 1981, la Guardia Civil inició las investigaciones sin lograr avance alguno. Seis años después de la muerte de Aureliario, un grupo experimental de la Ertzaintza se hizo cargo del caso, bajo la dirección del juez titular de un juzgado de Durango (Vizcaya). Una veintena de agentes reabrió la investigación y llegaron hasta Mariano Urquijo, cuyas declaraciones le llevaron al banquillo junto a los otros 10 procesados. Urquijo ha visto reducida su condena a seis meses por "facilitar la acción de la justicia". Sombras en la instrucción. El éxito de la actuación policial ha quedado, sin embargo, ensombrecido por la forma en la que se desarrolló la instrucción. A lo largo de la vista oral, los procesados y los testigos se retractaron de sus declaraciones inculpatorias y acusaron a la Ertzaintza de ejercer presiones para conseguir que apoyaran su versión de los hechos. Nadie vio nada raro; ante el tribunal, todos los testigos recordaban una noche sin violencia en la que celebraron comiendo y bebiendo la noche de Santa Águeda.

La sentencia ha declarado nulas las declaraciones ante la policía y su ratificación judicial debido a que se cometieron "graves infracciones del sistema de garantías". Las actuaciones han constituido, dice la resolución judicial, "un diseño acabado de lo que no debe ser una investigación judicial". El ponente, el magistrado Joaquín Giménez, ha criticado de forma severa las irregularidades cometidas por la Ertzaintza y extiende la responsabilidad al juez instructor. "La autoridad judicial no pudo ser ajena a la desmesura y extremosidad de la instrucción sumarial, en la medida en que también en sus propias actuaciones se observa lo mismo".

La sentencia rechaza los prolongados interrogatorios, la confusión entre la tramitación del atestado policial y las diligencias judiciales, y la existencia de largas conversaciones entre los agentes y los testigos previas a la toma de declaraciones. Pero aún hubo más irregularidades censuradas por el tribunal: algunos interrogatorios en los que aparecían datos incriminatorios continuaban sin presencia de abogado y sin informar al testigo sobre sus derechos constitucionales.

Finalmente, la condena se ha sustentado sobre el testimonio de Urquijo, una única prueba de cargo. Sobre ella se ha sustentado la condena de Ángel Guerrero, Juan Antonio Urraza, Julián Olabarría, Antón García de Cortázar, Lorenzo Manzarbeitia, Joseba Arbaiza, Leandro Ereño y del propio Urquijo, por un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte, de autoría compartida. Otros tres procesados han sido absueltos.

La Audiencia de Vizcaya ha establecido el pago de una indemnización de 25 millones de pesetas a la familia de Letona, una cantidad sensiblemente inferior a la solicitada por la fiscal y los letrados de la acusación particular.

"¡Qué me va a parecer! Poco. Poco por haber destrozado una familia", dice la viuda. En la fijación de esta cantidad, el tribunal ha tenido en cuenta el perjuicio psíquico sufrido por Yolanda Letona y también las posibilidades reales de los procesados de atender efectivamente al pago "como medio de obtener un resarcimiento efectivo". El dinero es, tras más de 11 años de espera la única respuesta que puede ofrecer el sistema penal después de tan dilatada instrucción de la causa", se afirma en la sentencia.
 
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NO TE OLVIDAMOS, AURELIANO


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Agente Forestal Aureliano Letona Urrutia, fue asesinado el día cinco de febrero de 1981 en un bar de Orozco (Bizkaia) a consecuencia de una paliza que le propinaron varios vecinos del pueblo. Posteriormente fue abandonado en un río donde se halló el cadáver. El caso fue cerrado por falta de pruebas.

Tras seis años del macabro asesinato, uno de los criminales confesó y se volvió a abrir el proceso, siendo condenados un pastor, un agricultor, un jubilado, un empleado de banca, un obrero metalúrgico, un psicólogo, un transportista y un comerciante. Se impusieron penas de seis meses de cárcel al que había confesado, y de un año al resto. Pero ninguno de los homicidas fue a prisión.

Descansa, compañero, pues, aunque no se te hizo justicia en la tierra, ojalá hayas encontrado la paz y la equidad allá donde te encuentres ahora.

Todo nuestro pesar por el sufrimiento vivido tantos años por su familia.
 

4 de diciembre de 2015

Aureliano Letona: el guarda forestal asesinado en Orozko​


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El guarda forestal Aureliano Letona Urrutia murió cuando tenía 55 años como consecuencia de una brutal paliza que sufrió la noche del 5 de febrero de 1981 durante la celebración de Santa Águeda en el barrio de Ibarra, en el municipio de Orozko (Bizkaia). Quedó viuda Carmen López de Guereñu y huérfana la hija de ambos Yolanda. Inexplicablemente, en su día ningún periódico dio noticia de la aparición de su cadáver desnudo de cintura bajo abajo y lleno de contusiones en el río Altube a su paso por el municipio de Orozko. La Guardia Civil inició las investigaciones, pero sin resultados. El forense Ricardo Mar practicó la autopsia del asesinado y negó la posibilidad de que un accidente de carretera fuera la causa de la muerte. Nueve años más tarde, el suceso apareció en portada en octubre de 1990 en las revistas Interviú y Tiempo.

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Tras seis años de silencio, Mariano Urquijo confesó voluntariamente en la comisaría de la Ertzaintza de Durango su participación en la paliza que sufrió Aureliano Letona. El alcalde de Orozko, por entonces Antón Olaguenaga, reconoció el 31 de enero de 1991 en una entrevista de televisión que decidió que el ayuntamiento pagase los costes de la contratación de un abogado para defensa de los acusados, así como los de un psiquiatra. La viuda protestó por ello y el alcalde, por increíble que parezca, puso a disposición de la viuda los servicios del mismo abogado y psiquiatra.

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El Tribunal reconoció como hechos probados que la víctima se encontraba en el bar "Larrea" de Ibarra cuando hacia las 2 de la madrugada del 5 de febrero de 1981 entró un grupo de hombres, de diversas profesiones (pastor, agricultor, jubilado, empleado de banca, obrero metalúrgico, psicólogo, transportista y comerciante). Le golpearon con una makila (bastón), le cortaron mechones de pelo con unas tijeras de esquilar, le quitaron la ropa de cintura para abajo, le golpearon con un leño encendido que sacaron de la cocina, le golpearon con un fuelle, con un atizador de hierro, principalmente en la cabeza y la cara, y finalmente, con un objeto sin identificar que le dejó gravemente herido. Más tarde, después de tomarse otras bebidas en el bar de la plaza de Ibarra, al comprobar que Aureliano Letona no se recuperaba de la paliza, algunos hombres lo subieron a un Land Rover para llevarlo al hospital de Cruces, pero en el recorrido por carretera, aún en Orozko, le dieron por muerto y finalmente lo arrojaron al río Altube en el barrio de La Cadena.

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Por faltas de lesiones y un delito de imprudencia con resultado de muerte fueron condenados a un año de prisión menor Ángel Guerrero Iglesias, Juan Antonio Urraza Ibarreche, Julián Olabarria Lazcano, Antón García de Cortázar, Lorenzo Manzarbeitia Ozaeta, Joseba Arbaiza Olabarria y Leandro Ereño Respaldiza, y a 6 meses el confidente Mariano Urquijo Gómez. Ninguno ingresó en prisión. Si la condena hubiese sido por homicidio, la pena habría sido de entre 12 y 20 años de prisión con la legislación vigente en aquel momento. Sin embargo, el presidente del Tribunal que dictó sentencia dijo que "la única prueba procesal digna de tal nombre está constituida por la declaración de Mariano Urquijo efectuada en el acto de la vista", ya que tanto la Ertzaintza como el Juez de Instrucción Juan del Olmo habían realizado un trabajo pésimo. Varios de los condenados acudieron al programa presentado por el periodista Antxon Urrusolo "Rifi Rafe" de EITB el 14 de enero de 1993, donde quedó patente que no se arrepentían de nada.

Como dijo el Presidente del Tribunal que condenó a los procesados fue "como Fuente Ovejuna a la inversa". En la sentencia condenatoria dijo que "la clara situación de embriaguez de Aureliano Letona" fue el detonante de la paliza que sufrió, favorecido por el "ambiente festivo", el "entorno rural" y las "ingestas alcohólicas y la tosquedad de los sentimientos de todos los circundantes". Pero no creo que esos sean motivos suficientes para dar lugar a la brutal paliza que sufrió.

Creo que para entender los sucesos es necesario conocer el contexto social en el que se produjeron, en particular la vida de los guardas del ICONA, Instituto para la Conservación de la Naturaleza, el organismo público que tenía las competencias en materia de aprovechamientos forestales, incendios, caza, pesca y similares, y que fueron transferidas a la comunidad autónoma del País Vasco tras la aprobación de su Estatuto de Autonomía el 18 de diciembre de 1979. El personal del ICONA fue transferido al SEFOCONA, el Servicio Forestal y de Conservación de la Naturaleza, lo que implicó un considerable aumento repentino del salario de los guardas forestales, por lo que es posible que la envidia fuera uno de los motivos, como dijo la viuda en una entrevista de televisión.

Al parecer, la víctima acostumbraba a enseñar el sobre de dinero con el que se les pagaba por entonces a los guardas forestales el último viernes de cada mes. También era habitual que bebiera en exceso en aquel bar y, según el testimonio de la viuda, por dos veces llegó a casa con heridas, en una ocasión con varias costillas rotas. La viuda también dijo que le tenían "manía". Algo muy lógico, tratándose de un guarda forestal, funcionario cuyo objetivo es evitar y perseguir los aprovechamientos forestales, cinegéticos o piscícolas ilegales en la vecindad de los propios infractores.

La película "Tasio", dirigida por Montxo Armendáriz en el año 1984, refleja bien aquella realidad, hoy bastante superada. En la actualidad muchos agentes forestales prefieren residir fuera de la zona en la que trabajan para evitar que sean vecinos las personas con las que se producen los inevitables enfrentamientos durante el desarrollo de su servicio.

Aún todavía, agentes forestales que han trabajado o trabajamos en el municipio de Orozko hemos escuchado como amenaza la frase "aquí se mató a un guarda". El 30 de marzo de 2008 en el programa EITB "La caja negra" emitieron el estupendo reportaje titulado "El crimen de Orozko, crónica de una muerte anunciada".
 
Yo era casi un bebé cuando sucedió, y no lo recuerdo. Pero años después, llegué a conocer a uno de los implicados que se citan. Me enteré que estaba involucrado bastantes años más tarde de conocerle. Y nunca hubiera dicho algo así de alguien como él.
 
Este caso siempre me pareció repugnante,de bestias infrahumanas y cobardes humillando,torturando a un hombre con el objeto de reírse,disfrutar en el idílico ambiente de un pueblo de la españa garrula y profunda rodeadod de alcohol y patetismo de boina enroscada y sobre todo ASESINOS del 0rimero al ultimo,desde el que partivipo hasta el que calló como p×ta ,y que decir del sujeto que hacia de alcalde pagando el abogado defensor a sus convecinos asesinos y torturadores y a la victima y su familia nada,solo espero que muchos hayan muerto coml merecen dura y dolorosamente,que los vivan lo hagan tb como merecen teniendo lo peor ,asco de gentuza y asco de pueblo cobarde,eso si es España profunda
 

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