Lo siento y lo mismo se me fríe a aspas pero me has puesto de muy mala leche. Los hidratos son la base de la dieta mediterránea y claro que te aportan la energía que necesitas, porque nuestro organismo necesita esa energía para funcionar adecuadamente. Si te comes un arroz (si es integral mejor) con verduras no estás aportando nada innecesario a tu organismo, si te comes 2 platos de pasta de macarrones con chorizo con 4 kilos de queso igual te estás pasando un poquito. Ni tanto ni tan calvo.
Pero desde luego hacer apología de morirse de hambre y alimentarse de brocoli me parece muy serio, y es normal que sientas tu mente controlada cuando precisamente estás controlando tus emociones a través de la comida y de cumplir con ese estricto esquema mental alimenticio que te has impuesto. Que no te juzgo, ojo, pero no está bien que normalices algo tan peligroso. Y bueno, de ayunos ya ni tengo nada que comentar.
Qué quieres que te diga, a mi me parece que lo saludable es comer sano y disfrutar de la comida, comer de todo y de vez en cuando darte tus gustos, tener una relación sana con la comida, vaya.
Vuelvo a poner aquí mi alimentación diaria porque veo que no se me ha leído con atención (no me alimento solo de brócoli): buenos cortes de carne con toda su grasa, pescado azul, arándanos, fresas y frambuesas, ensalada, huevos, legumbres (una vez por semana), frutos secos, cacao puro 100%, verduras de hoja verde (incluido el brócoli), hortalizas, nata líquida, queso parmesano, mantequilla, hígado de bacalao ahumado, AOVE ... en fin, alimentos reales con nutrientes reales (grasas, proteínas, carbohidratos complejos, vitaminas, aminoácidos esenciales, minerales).
Después de llevar más de 4 años con esta "peligrosísima" dieta se me fueron los eczemas de la cara, las migrañas no han vuelto, duermo como un lirón y no tengo un solo achaque ni molestia estando en plena menopausia (voy para 55 años). Mis analíticas dan perfectas (colesterol, glucosa, insulina, vitaminas) y me siento mucho más estable a nivel mental y nervioso que antes, de buen humor y con ganas de hacer cosas y llena de energía durante el día. Por no mencionar que no cojo resfriados ni gripes y aún ni me he infectado de Covid (y voy en bus urbano abarrotado todos los días).
Muy mal no debo estar haciéndolo, pero bueno, hablo de mi personalísimo caso y en absoluto estoy generalizando ni extrapolando al resto de la población.
No tengo ningún problema con ingerir carbos de vez en cuando: patatas y arroz. Pero, desde luego, no son la base de mi alimentación ni lo volverán a ser en lo que pueda evitarlo. Aún así, en la fruta y verdura diaria ya ingiero carbohidratos complejos suficientes, aunque no pasan del 25% del total de energía en mi día a día. Mi fuente de energía es grasas saludables (no provocan pico glucémico ni chute de insulina) y proteínas de calidad (que inducen un pico glucémico mucho más bajo que los carbos), y no el azúcar (que eso son los carbohidratos en última instancia, azúcar).
Durante 4 millones de años, los humanos nos hemos alimentado de grasa y proteína principalmente. Los carbos eran de consumo ocasional y estacional cuando se encontraba fruta en verano, o raíces y algún tubérculo. La fruta no contenía tanta fructosa como la actual ni se levantaban en las cavernas y ya tenían el desayuno allí preparado con leche y galletas. Ya ni hablemos de qué se alimentarían durante las glaciaciones: de los carbohidratos disponibles en la naturaleza con todo helado lo dudo mucho. Solo hace 10.000 años, con la agricultura, es cuando empezamos a ingerir trigo y cereales a mansalva. Es cuando empezaron los problemas metabólicos que han ido en aumento principalmente durante las 3 últimas décadas, cuando se ve más obesos que nunca y más diabéticos que nunca y gente con síndrome metabólico, que, precisamente, tienen su dieta basada en carbohidratos simples y "alimentos" procesados.
En cuanto al ayuno intermitente, remito a leer estudios científicos sobre la autofagia, cuya investigación recibió un premio Nobel en 2016.
No hago apología de nada ni le digo a nadie lo que debe o no comer. De hecho, mi pareja lleva otro tipo de alimentación muy distinto al mío y lo respeto profundamente (como no puede ser de otra manera). Ahora, tampoco acepto intromisiones. Allá cada cual con su cuerpo serrano, que ya somos adultos. Solo estoy contando mi cambio, que ha sido un antes y después trascendental en mi vida, los resultados y por qué.
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