🟠 Bernardo Montoya declarado CULPABLE por el asesinato de la profesora Laura Luelmo, en Huelva.

terminé acordándome de los dogos de burdeos.
hemos acordado que unas determinadas razas sean PPP, por meras estadísticas e independientemente de lo que hagan individualemnte cada uno de esos perros a lo largo de su existencia. y lo hacemos, porque sabemos q prevenir es importante.

y ¿qué ocurre con las personas? pues pasa un poco igual. todos somos asesinos en potencia pero aprendemos una normas cívicas que nos permiten convivir con más o menos harmonía entre iguales. Hay unas personas que se saltan esas normas y las encerramos. Las apartamos. Las castigamos “sin ver la tele”. Pero luego como somos blandos, compasivos.. los soltamos, porque se portan bien, y son humanos.

Hay en españa, como en otros países, una legislación exclusiva dedicada a las razas de perro PP. Deberíamos pensar por qué le obligamos a un dueño a “martirizar” a su perro no asesino con un bozal -además de, por supuesto, la correa- cuando sale a la calle y, en cambio, a una persona que ha asesinado lo dejamos salir a la calle tan panchamente, sin bozal, sin correa, sin cartel de aviso de perro peligroso, sin control de nigún tipo. «ah no! No te apures, ¡si no hace nada!»

¿Qué pensamos cuando vemos a uno de esos perros peligrosos sueltos o sin bozal? ¿Quién garantiza la integridad de los que nos crucemos con ese perro?

Cuando uno es menor, parece que la respuesta está bastante clara si trasladamos lo anterior al mundo humano.. pero, y ¿en el caso de un adulto? ¿Hay alguien que pueda/deba responsabilizarse de sus actos? ¿Hay alguien que se va a cerciorar que ese asesino no sale a la calle a menos que no lleve “bozal”? ¿Y por qué no lo hace?

No sé cuántos perros PP hay registrados en España ni tampoco cuántos asesinos/violadores exconvictos o convictos con permiso o convictos fugados están pululando por sus calles pero opino que si a los perros PP se los controla cuando salen a la calle, a los asesinos HDP tbn se los debería de controlar, y no sólo durante un tiempo, sino siempre que salen a la calle (como cualquier rottweiler de vecino). Y si no hay recursos ni medios para garantizar q se va a comportar, pues q no salga.
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Y referente a endurecer las penas.

Considero que lo que habría q revisar con mucho cariño y con algo de urgencia, es todo el tema de atenuantes, permisos, privilegios, reducciones.. con los que premiamos a los criminales en españa. me parece inadmisible q alguien que durante un permiso comete actos delictivos / criminales, siga teniendo derecho a más permisos y/o q no se adopten represalias más duras contra esos actos de desobedencia.
 
Última edición:
El asesino de Laura Luelmo no siguió ningún programa de rehabilitación en prisión

Los tratamientos de este tipo son voluntarios. El 45% de los presos se acogen a ellos. Los expertos aseguran que ninguna terapia “forzada es útil”

Bernardo Montoya, el asesino confeso de Laura Luelmo, ha pasado 20 de sus 50 años en la cárcel. Su comportamiento dentro de prisión era bueno. Pero nunca quiso acogerse a ningún programa de rehabilitación tras asesinar a una anciana. Este tipo de tratamientos son voluntarios y los expertos sostienen que una inclusión forzada no es efectiva. La buena conducta de Montoya dentro contrastaba con recaídas en la delincuencia cada vez que salía de la celda: fugas, robos, amenazas a personas a las que trataba de robar... y, por último, el asesinato de Laura, la maestra que desapareció el 12 de diciembre en el El Campillo (Huelva) y cuyo crimen ha sacudido al país. Montoya había salido de la cárcel en octubre.

“La reincidencia no es imposible de prever”, señala Arturo Beltrán, magistrado de la Audiencia Provincial de Madrid que lleva 22 años resolviendo recursos contra decisiones de juzgados de vigilancia penitenciaria. “En las cárceles”, añade, “hay programas específicos para deshabituación a las drogas, en temas relacionados con agresiones sexuales o violencia machista. Y son programas exitosos, pero no al 100%, eso es imposible”.

“¿Todos los presos son reinsertables? No. No todo el mundo lo es”, señala José Luis Castro, titular del juzgado de vigilancia penitenciaria de la Audiencia Nacional encargado de controlar a más de 3.000 condenados. “Los equipos técnicos de prisiones hacen un trabajo serio, riguroso y científico. Son excelentes profesionales. Pero a veces los presos se acogen a estos programas, que son voluntarios, con un sentido meramente utilitarista, porque les permiten acceder a beneficios penitenciarios”.

El historial delictivo de Montoya comenzó al filo de la medianoche del 13 de diciembre de 1995, cuando entró por la fuerza en la casa de una mujer viuda de 82 años llamada Cecilia y que vivía sola. El hombre, entonces de 27 años, drogodependiente al menos desde los 22, pretendía evitar que la mujer declarase contra él en un juicio pendiente por allanamiento de morada y lesiones cometidos meses antes. “Agazapado detrás de la puerta del dormitorio de Cecilia, de forma sorpresiva e inopinada y sin mediar palabra, la apuñaló en la región dorsal. Cuando la mujer cayó al suelo, Bernardo Montoya se abalanzó sobre ella y le propinó otras seis puñaladas en el cuello que le causaron la muerte”.

Estos hechos probados se incluyen en la sentencia de la Audiencia Provincial que condenó a Montoya a 17 años y siete meses de prisión por asesinato, allanamiento de morada y obstrucción a la justicia, así como a la prohibición de regresar durante cinco años a Cortegana (Huelva), municipio donde sucedió el crimen. La Guardia Civil le detuvo unos días después. Ingresó en la cárcel en las navidades de 1995 y allí estuvo hasta marzo de 2015.

En abril de 2008, cuando llevaba 13 años preso, aprovechó un permiso penitenciario de siete días para delinquir. Precisamente en Campillo, donde 10 años después asesinaría a Laura, amenazó a una mujer y apuñaló al perro que la defendía. En 2010 fue condenado por estos hechos a un año y medio de cárcel.

Antes de esta sentencia, Montoya disfrutó de otro permiso de siete días en diciembre de 2009 y no regresó el día fijado. Estuvo huido 10 meses hasta que se presentó voluntariamente en la cárcel para seguir cumpliendo la pena. Este quebrantamiento de condena le costó otros seis meses de cárcel.

Tras cumplir todas sus penas y quedar en libertad, volvió a cometer dos robos con violencia por los que fue castigado a dos años y 10 meses de cárcel. Era la tercera sentencia en el listado delictivo de Montoya.

Apenas había pasado nueve meses en libertad y regresó a la cárcel. De enero de 2016 a octubre de 2018 permaneció encerrado y disfrutó de dos permisos en los que no consta que cometiera nuevos delitos. De ahí salió en noviembre para irse a vivir a El Campillo, a una casa situada enfrente de la de Laura.

“La reincidencia en el delito de homicidio o asesinato es infrecuente”, destaca el magistrado Beltrán. “La gran reincidencia se da en los ladrones, que pueden entrar 10, 12 o 14 veces en prisión”. Es infrecuente que un asesino vuelva a matar. Por eso, cuando se da un caso como el de Montoya, la alarma social se dispara.

El criminólogo Vicente Garrido, profesor de la Universidad de Valencia y autor del libro Asesinos múltiples, sostiene: “El sistema penitenciario nació para contener un mal, no para erradicarlo. Aproximadamente reincide un 50% de los presos, aunque hay variaciones en cuanto a los tipos delictivos. Esto indica que no es cierto que la cárcel sea una escuela del crimen para muchos de los presos”.

Las prisiones españolas tienen hasta 18 programas distintos de tratamiento psicoeducativo y terapéutico para los presos, con sesiones semanales de tres horas y media y diversos trabajos entre sesiones.

Con esta herramienta se pretende hacer efectivo el mandato del artículo 25.2 de la Constitución: “Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social”.

Florencia Pozuelo, jefa del área de programas de tratamiento de Instituciones Penitenciarias, señala que esas políticas de reeducación y reinserción dan resultado. “El último estudio que hemos hecho sobre 150 condenados por agresión sexual tras un seguimiento de entre dos y cinco años después de salir en libertad, nos dice que solo 21 de ellos reincidieron, y de éstos, solo siete cometieron un delito de índole sexual, apenas un 5%”, explica. Todos los expresos con los que se hizo este estudio habían participado en las sesiones psicoeducativas y terapéuticas.

En el historial penitenciario de Bernardo Montoya no consta que hiciera ningún programa de tratamiento. Son voluntarios. El pasado año, el 45% de los presos se acogió a alguno de esos programas.

“Ninguna terapia forzada es útil”, señala el profesor Vicente Garrido. “Otra cosa es que el interno prevea que participar en ella quizás le acerque a disfrutar de algunos beneficios penitenciarios y, sin gran motivación, se inscriba en el programa. Ahí puede aprender cosas útiles para su reinserción. Por ejemplo, las razones que están detrás de las explosiones de ira, aunque no se apuntara al programa por esa razón”.

Durante los 20 años pasados en la cárcel, Montoya fue un interno activo, implicado en tareas de limpieza y jardinería, disfrutó de un destino laboral en el departamento de mantenimiento de la cárcel, convivió con otros internos en un módulo de respeto para fomentar la convivencia y se apuntó a cursos de alicatado y carpintería, según su expediente.

La convivencia con otros presos en la cárcel fue correcta. Pero la convivencia en libertad le resultó imposible.

Desde el año pasado, las prisiones han incorporado un programa específico para conductas violentas destinado a presos que han cometido asesinatos. Bernardo Montoya tampoco lo siguió.

https://elpais.com/sociedad/2018/12/22/actualidad/1545513139_469841.html

Así es. No se puede obligar a ningún recluso a someterse a ningún tipo de terapia ni tratamiento, es ilegal, va en contra de la ley del paciente, además de que está comprobado que no funcionan cuando son forzadas.
 
Se sabe si la GC pidió al juez una orden para registrar la casa de este mierda mientras aún se la buscaba? Porque recuerdo que en cuanto se dio la orden de búsqueda saltó que este personaje tenía todas las papeletas
 
Sí, yo también aluciné bastante. Como si les pillara de nuevas. "Esto es horrible Bernardo, qué has hecho Bernardo, no tienes perdón Bernardo". Oye, que ya tenía un historial de coxones, ¿eh? Ahí rasgándose las vestiduras...
Bernardo no, le decía BENARDO. Qué has hecho Benardo, qué has hecho?? Perdón, rectifico, la hermana lo llamaba VENARDO, con uve.
 
En prisión los presos no están obligados a tomar ni hacer ningún curso o reabilitacion, si los hacen les dan permisos o salen antes. Sino pues nada.
 
Los expertos plantean mejorar los controles sobre los presos peligrosos

Existen ya 52 sentencias que imponen la libertad vigilada después de cumplida la condena

El asesinato de Laura Luelmo a manos de Bernardo Montoya, un delincuente que 23 años antes había matado a una anciana que vivía sola, ha resucitado el debate sobre la necesidad o no de endurecer el castigo a estos delincuentes en el Código Penal. El PP utilizó este crimen para exigir en el Congreso una ampliación de la prisión permanente revisable, aprobada hace solo tres años y aplicada a cinco asesinos.

Los juristas consultados sostienen que estas medidas no tienen la eficacia que se proclama ni reducen los asesinatos. Pero coinciden en que algunos crímenes cometidos por reincidentes deben hacer reflexionar a los políticos sobre posibles mejoras legislativas en el sistema punitivo.

“Cuando la llegada de la democracia trajo la eliminación de la pena de muerte, salvo para tiempos de guerra, nadie reflexionó sobre qué hacer con el delincuente terrible”, sostiene el magistrado Arturo Beltrán. “Se pensó que la democracia traería la santidad, nos haría mejores, y eso es un error. Teníamos un fenómeno terrorista que se agravó... la democracia no trae ausencia de crímenes. Entonces se legisló por impulsos. Primero se eliminó la redención de penas en la cárcel, con lo que se garantizaba el cumplimiento íntegro y máximo de 30 años. Luego se aumentó a 40...”, continúa Beltrán. Más tarde, en 2010, se reformó el Código Penal para introducir la libertad vigilada, una pena después de la pena.

“Hasta ahora hay 52 sentencias que imponen la libertad vigilada después de cumplida la condena”, explica José Luis Castro, titular del juzgado de vigilancia penitenciaria de la Audiencia Nacional. Pero hasta dentro de unos años, cuando se ponga realmente en práctica la medida de control tras quedar en libertad esos condenados, no se conocerán sus efectos. Castro plantea una idea para controlar a delincuentes que, como Montoya, mataron otra vez tras cumplir la condena. Aunque la libertad vigilada solo se puede establecer en una condena y solo desde 2010, Castro pide reflexionar sobre la posibilidad de que los jueces de vigilancia penitenciaria tengan capacidad de acordar esta medida para presos con un diagnóstico claro de reincidencia. “Entiendo que tiene un difícil encaje jurídico por la irretroactividad de las normas, pero me parece oportuno que se estudie esa posibilidad”, afirma el magistrado.

Cuando Montoya quedó en libertad tras 20 años, la junta de tratamiento de la cárcel no hizo un diagnóstico sobre su reinserción o el peligro de reincidencia. Ninguna norma lo establece. “Sería bueno que en determinados casos se pudieran hacer diagnósticos que trasladaríamos a los jueces de vigilancia para establecer unos protocolos en contacto con los servicios sociales u otros que permitiría ayudar a la persona que ha quedado libre a su reinserción social”, señala Florencia Pozuelo, jefa de Tratamientos de Instituciones Penitenciarias.

“En España ponemos penas excepcionales como la prisión permanente revisablepara delincuentes excepcionales”, concreta el magistrado Beltrán. “Las hay en otros países. Yo, a priori, la rechazo. Es una pena indivisible, no hay un grado inferior o superior como en cualquier otra pena, no se presenta como alternativa a otras, ni ha venido precedida de estudios de campo que digan que 30 o 40 años son insuficientes. Responde muchas veces a estímulos externos con la idea de transmitir castigos ejemplares y de que existe una gran preocupación por defender la seguridad de los ciudadanos”.

El criminólogo y profesor de la Universidad de Valencia Vicente Garrido cree que el valor de esa medida no consiste en intimidar a futuros asesinos. “Tiene un efecto incapacitante en asesinos en serie y en psicópatas homicidas”, sostiene. “Esa medida la tienen casi todos los países con una historia más larga en democracia que nosotros y nadie se rasga las vestiduras”.

Garrido recuerda que en España no existe la figura del delegado de libertad vigilada o condicional: “Ya se sabe desde hace años con estudios rigurosos que son eficaces en prevenir la reincidencia, controlando a delincuentes de alto riesgo y facilitando la reinserción social en aquellos en que esto es posible. La policía no está para hacer esa función”.

El experto añade que España lleva años pagando la formación de miles de criminólogos y ahora hay 15.000 alumnos estudiando este grado que luego se dedican a otras cosas. “Es un absurdo, pero parece que ningún gobierno sea capaz de crear ese cuerpo, que ahorraría mucho dinero porque saldrían presos en libertad condicional que ahora no la obtienen debido a que los jueces saben que nadie les va a controlar”.

https://elpais.com/sociedad/2018/12/22/actualidad/1545514674_746903.html
 
Los expertos plantean mejorar los controles sobre los presos peligrosos

Existen ya 52 sentencias que imponen la libertad vigilada después de cumplida la condena

El asesinato de Laura Luelmo a manos de Bernardo Montoya, un delincuente que 23 años antes había matado a una anciana que vivía sola, ha resucitado el debate sobre la necesidad o no de endurecer el castigo a estos delincuentes en el Código Penal. El PP utilizó este crimen para exigir en el Congreso una ampliación de la prisión permanente revisable, aprobada hace solo tres años y aplicada a cinco asesinos.

Los juristas consultados sostienen que estas medidas no tienen la eficacia que se proclama ni reducen los asesinatos. Pero coinciden en que algunos crímenes cometidos por reincidentes deben hacer reflexionar a los políticos sobre posibles mejoras legislativas en el sistema punitivo.

“Cuando la llegada de la democracia trajo la eliminación de la pena de muerte, salvo para tiempos de guerra, nadie reflexionó sobre qué hacer con el delincuente terrible”, sostiene el magistrado Arturo Beltrán. “Se pensó que la democracia traería la santidad, nos haría mejores, y eso es un error. Teníamos un fenómeno terrorista que se agravó... la democracia no trae ausencia de crímenes. Entonces se legisló por impulsos. Primero se eliminó la redención de penas en la cárcel, con lo que se garantizaba el cumplimiento íntegro y máximo de 30 años. Luego se aumentó a 40...”, continúa Beltrán. Más tarde, en 2010, se reformó el Código Penal para introducir la libertad vigilada, una pena después de la pena.

“Hasta ahora hay 52 sentencias que imponen la libertad vigilada después de cumplida la condena”, explica José Luis Castro, titular del juzgado de vigilancia penitenciaria de la Audiencia Nacional. Pero hasta dentro de unos años, cuando se ponga realmente en práctica la medida de control tras quedar en libertad esos condenados, no se conocerán sus efectos. Castro plantea una idea para controlar a delincuentes que, como Montoya, mataron otra vez tras cumplir la condena. Aunque la libertad vigilada solo se puede establecer en una condena y solo desde 2010, Castro pide reflexionar sobre la posibilidad de que los jueces de vigilancia penitenciaria tengan capacidad de acordar esta medida para presos con un diagnóstico claro de reincidencia. “Entiendo que tiene un difícil encaje jurídico por la irretroactividad de las normas, pero me parece oportuno que se estudie esa posibilidad”, afirma el magistrado.

Cuando Montoya quedó en libertad tras 20 años, la junta de tratamiento de la cárcel no hizo un diagnóstico sobre su reinserción o el peligro de reincidencia. Ninguna norma lo establece. “Sería bueno que en determinados casos se pudieran hacer diagnósticos que trasladaríamos a los jueces de vigilancia para establecer unos protocolos en contacto con los servicios sociales u otros que permitiría ayudar a la persona que ha quedado libre a su reinserción social”, señala Florencia Pozuelo, jefa de Tratamientos de Instituciones Penitenciarias.

“En España ponemos penas excepcionales como la prisión permanente revisablepara delincuentes excepcionales”, concreta el magistrado Beltrán. “Las hay en otros países. Yo, a priori, la rechazo. Es una pena indivisible, no hay un grado inferior o superior como en cualquier otra pena, no se presenta como alternativa a otras, ni ha venido precedida de estudios de campo que digan que 30 o 40 años son insuficientes. Responde muchas veces a estímulos externos con la idea de transmitir castigos ejemplares y de que existe una gran preocupación por defender la seguridad de los ciudadanos”.

El criminólogo y profesor de la Universidad de Valencia Vicente Garrido cree que el valor de esa medida no consiste en intimidar a futuros asesinos. “Tiene un efecto incapacitante en asesinos en serie y en psicópatas homicidas”, sostiene. “Esa medida la tienen casi todos los países con una historia más larga en democracia que nosotros y nadie se rasga las vestiduras”.

Garrido recuerda que en España no existe la figura del delegado de libertad vigilada o condicional: “Ya se sabe desde hace años con estudios rigurosos que son eficaces en prevenir la reincidencia, controlando a delincuentes de alto riesgo y facilitando la reinserción social en aquellos en que esto es posible. La policía no está para hacer esa función”.

El experto añade que España lleva años pagando la formación de miles de criminólogos y ahora hay 15.000 alumnos estudiando este grado que luego se dedican a otras cosas. “Es un absurdo, pero parece que ningún gobierno sea capaz de crear ese cuerpo, que ahorraría mucho dinero porque saldrían presos en libertad condicional que ahora no la obtienen debido a que los jueces saben que nadie les va a controlar”.

https://elpais.com/sociedad/2018/12/22/actualidad/1545514674_746903.html
Oleee

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Leo en la razón que tienen que averiguar dónde estuvo laura desde el miércoles hasta que murió; como dando a entender q siguen sin hallar suficiente carga probatoria q estuvo yaciendo en el terraplén tanto tiempo a pesar incluso del testigo que vio el alfa romeo de las mismas características que las del detenido.
no todos los estados en los q pudo quedar después de la brutal agresión podrían propiciar fácilmente que estuviese tanto tiempo con vida.

El estado de coma se caracteriza por la ausencia de respuesta al dolor. Para diagnosticarlo los pacientes son sometidos a estímulos punzantes, no de forma repetitiva y procurando que no haya daño de la piel, pero que sean lo suficientemente fuertes como para dar una señal a los médicos del estado del paciente. Por ejemplo, hacen presión en donde nacen las uñas, pellizcan el pectoral, o presionan la apófisis mastoidea, es decir, la prominencia ósea que está detrás del conducto auditivo.

Según el neurólogo Centanaro, en general el estado de coma no dura más de un mes. Y su tratamiento depende de la causa. Sin embargo, hay otros tipos de pérdida de conciencia que son más problemáticos y que han sido confundidos con el coma: el síndrome de enclaustramiento, el estado de conciencia mínima y el estado vegetativo.

El síndrome de enclaustramiento puede confundirse con un coma porque no genera respuestas a los estímulos, pero estas personas son conscientes, solo que su mente está encerrada en un cuerpo que no les responde. Con todo, bajo una buena observación médica se puede establecer que la persona tiene activa sus capacidades mentales por el movimiento de los ojos o alguna parte del cuerpo que indique contacto con su entorno. El estado de conciencia mínima es cuando una persona conserva una pequeñísima parte de la funcionalidad de su cerebro, que muy ocasionalmente le permite estar consciente, pero que no le es suficiente para responder a estímulos. El estado vegetativo es el más grave ya que implica la pérdida total del funcionamiento del cerebro.

Es importante decir que la conciencia en medicina no está necesariamente relacionada con el pensamiento, sino con la capacidad del cerebro para realizar ciertas acciones. Una persona con conciencia mínima, por ejemplo, no es capaz de sentir hambre, de entender lo que sucede en su entorno.

En el estado vegetativo y en el de conciencia mínima funciona el sistema autonómico, es decir, la parte del sistema nervioso que controla acciones involuntarias como la frecuencia cardiaca, la respiración, la digestión, la salivación y la dilatación de las pupilas. Por eso, es frecuente que estos pacientes a veces muevan la boca o los ojos, pero no es que lo hagan de forma consciente. “Por eso es tan difícil para las familias decidir qué hacer con ellos, porque el más mínimo gesto les da esperanza y eso los motiva a proporcionar toda la medicina necesaria para mantenerlos con vida”, explicó Centanaro.

¿Está bien prolongar la vida de una persona bajo esas condiciones?, ¿está bien tomar medidas para producir la muerte en seres humanos en estado vegetativo o de conciencia mínima que hayan pasado tanto tiempo en cama?

Un paciente en coma necesita que lo ayuden a respirar artificialmente. Pero además después de 30 días una persona en coma pasa a estado de estupor— que es cuando empieza a reaccionar ante dolores fuertes—, a estado vegetativo, de conciencia mínima o a morir.

Por eso es necesario que los pacientes con este tipo de cuadros clínicos reciban atención especializada para que el neurólogo pueda establecer el daño del cerebro, el pronóstico y que también esté en la capacidad de agotar todas las posibilidades médicas para recuperar al paciente.
https://www.semana.com/vida-moderna/articulo/que-pasa-cuando-estamos-en-coma/528646
 
Última edición:
Yo no creo que la pena de muerte o la prisión permanente disuada a este tipo de gente (este, el de Pioz, Bretón, Ana Julia...) y dejen de asesinar o violar, porque son malas personas, y en lo único que piensan es en conseguir sus objetivos y lo demás se la pela. Piensan en hacer lo que ellos quieren y su único pensamiento es que no los pillen, si tienen algún pensamiento aparte del de su acto de maldad. Incluso a lo mejor ven la cárcel como una consecuencia colateral de su objetivo, pero mientras lo consigan...

Por otro lado, los Montoya no sienten que uno de su clan haya asesinado a Laura, sienten que lo hayan pillado y que el caso esté siendo mediático, porque están saliendo toda la mierda de dos de sus miembros y que se esté ensuciando su apellido. Si realmente sintiesen la muerte de una persona, no celebrarían el permiso del otro hermano, por mucho que le hubiesen perdonado y dado otra oportunidad. Puedes estar "contento" por verlo, pero celebrarlo como si te hubiese tocado la lotería? Y encima, cuando el otro está siendo acusado de haber violado y asesinado a otra mujer, dos meses después de salir de la cárcel? Vamos, es que a mí se me caería la cara de vergüenza y lo último que querría sería salir en la televisión y que no se me relacionase con estos dos energúmenos.
Mención aparte los medios de comunicación, que ya están dejando al lado la humanidad, buscando entrevistas con los familiares de él, poniendo unas declaraciones del asesino o sacando a la luz toda la vida tanto de Laura como de su novio, solo para tener más carnaza y vender más y conseguir más dinero. Que informen del caso, me parece bien, lo otro me parece que sobra y bastante.
 
Os leo sobre el debate de la ppr y me quedo sorprendida de que no se entienda una cosa: quizás no disuade ( cosa que no sabemos aún) pero SÍ evita que las almas despiadadas como bernardo no puedan volver a reincidir, si de aquí 20 años sale, y vuelve a matar a alguna chica qué? Si a bernardo se le hubiese castigado como tal, laura estaría VIVA.
Por otra parte no entiendo el buenismo absoluto hacia los presos, que tienen hasta piscina. Voy a contar algo que no viene al caso pero... mi tío tiene sindrome de down y va al “taller” son centros que por ejemplo fabrican servilletas de papel, manteles de papel etc. Por qué nadie plantea que los presos hagan lo mismo y esas servilletas ( o otras cosas) vayan a parar por ejemplo a nuestros hospitales? Si se les va a dar paguita al menos que se la ganen, y ya no hablo de trabajar al sol porque los buenistas se van a tirar encima. Queréis educar a los presos, pero no sólo hay que educarles en cultura de género, también en la cultura del trabajo, de si quieres algo tienes que conseguirlo.
Los cursos de violencia de género o cosas así deben de ser obligatorios y en ningún caso que sirvan para dar permisos porque entonces pierden su valor y solo sirven para eso, como dice mi madre, en el término medio está la virtud, no todos los presos tienen que tener la ppr, aunque esta es totalmente necesaria con tipos como bernardo, ni todo tiene que ser educación y arcoiris, se les puede intentar educar? Sí, pero también que hagan cosas útiles para el estado, que trabajar sea obligatorio, puede suponer una inversión inicial en las prisiones pero dará resultado
 

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