MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
02/02/2019
CHSSS...
EL MARIDO DE LETIZIA CUMPLE 51 AÑOS
¿Y SI ES OTRA NIÑA?
NACIÓ EN 20 MINUTOS
EL DÍA QUE NACÍ YO
Cuando el presidente Kennedy visitó, en 1961, la Francia de De Gaulle, en su primer discurso en París dijo aquello de “yo solo soy el hombre que acompaña a Jackie”. Recordando esta frase, pienso que Felipe también podría decir, dada la popularidad de su esposa, que él sólo es el marido de Letizia. Aunque los 51 años cumplidos el pasado miércoles no son un aniversario redondo, merece la pena recordarlo. Como los 81 de su padre, el Rey Juan Carlos, que no se celebraron por estar de vacaciones. Me gustaría recordarle a Felipe que soy el único periodista en activo que estuvo presente en su nacimiento, aquel 30 de enero de 1968, en la madrileña Clínica Nuestra Señora de Loreto, en la avenida Reina Victoria, el nombre de su bisabuela que regresó del exilio suizo de Lausana para amadrinarle. Luego, según me confesaría, se arrepintió. Hoy es una residencia de la tercera edad de cinco estrellas. Una placa en la entrada lo recuerda, aunque se han olvidado que ahí también nacieron el 20 de diciembre de 1963, la Infanta Elena y el 13 de junio de 1965, la Infanta Cristina. El nacimiento de estas dos niñas llenó de inquietud a la entonces Princesa Sofía. Temía que se repitiera la historia por aquello de no hay dos sin tres. Pero Don Juan Carlos, con sentido del humor, se consolaba y consolaba a su esposa diciendo: “No hay que alarmarse. Sólo hay que intentarlo otra vez”.
Habían transcurrido 22 meses, casi dos años, del nacimiento de la segunda hija cuando, en el mes de abril de 1967, se supo que la Princesa estaba de nuevo embarazada. “¿Y si es otra niña?”, se preguntaba. Entonces no era posible el diagnóstico prenatal del s*x* fetal. Esto hubiera evitado muchas tensiones no desprovistas de cierta inquietud. El nacimiento de un varón no era sólo un deseo caprichoso, sino una necesidad... entonces. Hoy, lo mismo daría, aunque si Letizia se quedara de nuevo embarazada y fuera un niño, alteraría el actual orden de sucesión. Como el lector sabe muy bien, en la Constitución todavía sigue vigente el artículo 57.1 en el que la sucesión al trono tiene preferencia el varón a la mujer. Como consecuencia de esto, Leonor sería desplazada por su hermano.
El día 30 de enero, Doña Sofía entraba en la clínica Nuestra Señora de Loreto por su propio pie. Como lo había hecho en las anteriores ocasiones. A las doce de la mañana descendía de su habitación, la 110 de la sexta planta, la misma que había ocupado en los dos anteriores partos, para dirigirse al paritorio acompañada de su madre, la reina Federica, y de su esposo. Treinta minutos después, ya había parido, aunque la expulsión duró exactamente 20 minutos. La hora que quedó registrada era la de las 12.45h. “¡Ha sido niño! ¡Ha sido machote!”, le oímos gritar a Don Juan Carlos la media docena de periodistas que aguardábamos en el vestíbulo de la clínica. Minutos después brindábamos, con sidra El Gaitero, con un felicísimo padre.
El pie de la fotografía que la agencia Europa Press, a la que yo pertenecía, distribuyó ese día decía textualmente: “Don Juan Carlos de Borbón (mirando a la cámara) brinda con los periodistas asistentes a la rueda de prensa en la que anunció que a su primer hijo varón, nacido esta mañana, se le impondrán los nombres de Felipe Juan Pablo Alfonso”. Esto contradecía lo que cuenta López Rodó en sus memorias La larga marcha hacia la Monarquía: “A los dos días del nacimiento, fue el Príncipe Juan Carlos a El Pardo para concretar con Franco los detalles del bautizo y hablaron de la elección del nombre”. Este comentario del ex ministro y destacado miembro que fue del Opus Dei está en franca contradicción con el citado pie de la fotografía de Europa Press, transmitida el mismo día y a las pocas horas del nacimiento. Como queda reflejada en el texto, Don Juan Carlos ya sabía los nombres que iba a imponer a su hijo. López Rodó no dice la verdad o se equivoca, algo difícil en una persona que hizo del rigor su vida oficial y privada. Me consta que el tema de los nombres fue exclusiva decisión de los padres del niño, sobre todo de Doña Sofía que, entonces, no sólo mandaba mucho, sino que en esto debió mandar todo. “A Franco no se le consultó. Lo decidimos entre nosotros. Pensamos llamarle Felipe por Felipe V de Anjou, que fue el primer Borbón. Ningún rey había dado continuidad a ese nombre”, le confiesa a la compañera Pilar Urbano en su libro La Reina (Plaza y Janés, 1996).
Don Felipe, como todo ser humano, no puede acordarse del día que nació. Y de poder, preferible no hacerlo, ya que, los que han nacido, como él, en una época sombría, mejor no recordarla. Aquella España, tan triste y sola, lo único agradable que recibía aquel año fue el regalo de Eurovisión, cuando este festival era algo importante, con el triunfo de la racial Massiel. La canción de absurda pero pegadiza letra “La, la, la” era de Ramón Arcusa y Manolo de la Calva, el famoso Dúo Dinámico. Aunque parezca increíble, todavía siguen cantando 51 años después.
Felipe de España no fue el único heredero en nacer ese año 1968. También vinieron al mundo, bajo la misma estrella, el primer hijo de la reina Margarita de Dinamarca, Federico. Y el heredero de los soberanos Hans Adan y María de Liechtenstein, Alois.
El polémico banquero que consideraba al ciego más importante e ilustre de España y a este columnista “un par de pájaros”, ahora resulta que, a juicio del responsable del Banco de España es “un riesgo reputacional importante” que puede acabar en el banquillo. (...) Mientras en Venezuela millones de ciudadanos se mueren, prácticamente, de hambre, el hijo del ministro de Defensa disfruta de noches de ‘champagne’ y fiestas en los locales de más lujo de Madrid, según la compañera Ana Mellado. ¡Qué poca sensibilidad y qué poca vergüenza! (...) Alfonso Guerra, al igual que la reina de Inglaterra con su bolso, tenía el lenguaje de sus gafas. Cuando se las quitaba, los colaboradores sabían que la reunión había terminado. (...) Ahora resulta que ese mechón de canas de las que la inefable presume era tan sólo el resultado de unas vulgares mechas. Esta chica ya no sabe qué hacer para llamar la atención mediática. (...) ¿Y qué decir del ‘look’ de esta semana vestida de ridícula ‘rockera’? (...) La heredera de los Países Bajos no sólo cursa el bachillerato en un centro público, sino que sus padres, Guillermo y Máxima, son enemigos de sus apariciones en prensa.
JAIME PEÑAFIEL
02/02/2019
CHSSS...
EL MARIDO DE LETIZIA CUMPLE 51 AÑOS
¿Y SI ES OTRA NIÑA?
NACIÓ EN 20 MINUTOS
EL DÍA QUE NACÍ YO
Cuando el presidente Kennedy visitó, en 1961, la Francia de De Gaulle, en su primer discurso en París dijo aquello de “yo solo soy el hombre que acompaña a Jackie”. Recordando esta frase, pienso que Felipe también podría decir, dada la popularidad de su esposa, que él sólo es el marido de Letizia. Aunque los 51 años cumplidos el pasado miércoles no son un aniversario redondo, merece la pena recordarlo. Como los 81 de su padre, el Rey Juan Carlos, que no se celebraron por estar de vacaciones. Me gustaría recordarle a Felipe que soy el único periodista en activo que estuvo presente en su nacimiento, aquel 30 de enero de 1968, en la madrileña Clínica Nuestra Señora de Loreto, en la avenida Reina Victoria, el nombre de su bisabuela que regresó del exilio suizo de Lausana para amadrinarle. Luego, según me confesaría, se arrepintió. Hoy es una residencia de la tercera edad de cinco estrellas. Una placa en la entrada lo recuerda, aunque se han olvidado que ahí también nacieron el 20 de diciembre de 1963, la Infanta Elena y el 13 de junio de 1965, la Infanta Cristina. El nacimiento de estas dos niñas llenó de inquietud a la entonces Princesa Sofía. Temía que se repitiera la historia por aquello de no hay dos sin tres. Pero Don Juan Carlos, con sentido del humor, se consolaba y consolaba a su esposa diciendo: “No hay que alarmarse. Sólo hay que intentarlo otra vez”.
Habían transcurrido 22 meses, casi dos años, del nacimiento de la segunda hija cuando, en el mes de abril de 1967, se supo que la Princesa estaba de nuevo embarazada. “¿Y si es otra niña?”, se preguntaba. Entonces no era posible el diagnóstico prenatal del s*x* fetal. Esto hubiera evitado muchas tensiones no desprovistas de cierta inquietud. El nacimiento de un varón no era sólo un deseo caprichoso, sino una necesidad... entonces. Hoy, lo mismo daría, aunque si Letizia se quedara de nuevo embarazada y fuera un niño, alteraría el actual orden de sucesión. Como el lector sabe muy bien, en la Constitución todavía sigue vigente el artículo 57.1 en el que la sucesión al trono tiene preferencia el varón a la mujer. Como consecuencia de esto, Leonor sería desplazada por su hermano.
El día 30 de enero, Doña Sofía entraba en la clínica Nuestra Señora de Loreto por su propio pie. Como lo había hecho en las anteriores ocasiones. A las doce de la mañana descendía de su habitación, la 110 de la sexta planta, la misma que había ocupado en los dos anteriores partos, para dirigirse al paritorio acompañada de su madre, la reina Federica, y de su esposo. Treinta minutos después, ya había parido, aunque la expulsión duró exactamente 20 minutos. La hora que quedó registrada era la de las 12.45h. “¡Ha sido niño! ¡Ha sido machote!”, le oímos gritar a Don Juan Carlos la media docena de periodistas que aguardábamos en el vestíbulo de la clínica. Minutos después brindábamos, con sidra El Gaitero, con un felicísimo padre.
El pie de la fotografía que la agencia Europa Press, a la que yo pertenecía, distribuyó ese día decía textualmente: “Don Juan Carlos de Borbón (mirando a la cámara) brinda con los periodistas asistentes a la rueda de prensa en la que anunció que a su primer hijo varón, nacido esta mañana, se le impondrán los nombres de Felipe Juan Pablo Alfonso”. Esto contradecía lo que cuenta López Rodó en sus memorias La larga marcha hacia la Monarquía: “A los dos días del nacimiento, fue el Príncipe Juan Carlos a El Pardo para concretar con Franco los detalles del bautizo y hablaron de la elección del nombre”. Este comentario del ex ministro y destacado miembro que fue del Opus Dei está en franca contradicción con el citado pie de la fotografía de Europa Press, transmitida el mismo día y a las pocas horas del nacimiento. Como queda reflejada en el texto, Don Juan Carlos ya sabía los nombres que iba a imponer a su hijo. López Rodó no dice la verdad o se equivoca, algo difícil en una persona que hizo del rigor su vida oficial y privada. Me consta que el tema de los nombres fue exclusiva decisión de los padres del niño, sobre todo de Doña Sofía que, entonces, no sólo mandaba mucho, sino que en esto debió mandar todo. “A Franco no se le consultó. Lo decidimos entre nosotros. Pensamos llamarle Felipe por Felipe V de Anjou, que fue el primer Borbón. Ningún rey había dado continuidad a ese nombre”, le confiesa a la compañera Pilar Urbano en su libro La Reina (Plaza y Janés, 1996).
Don Felipe, como todo ser humano, no puede acordarse del día que nació. Y de poder, preferible no hacerlo, ya que, los que han nacido, como él, en una época sombría, mejor no recordarla. Aquella España, tan triste y sola, lo único agradable que recibía aquel año fue el regalo de Eurovisión, cuando este festival era algo importante, con el triunfo de la racial Massiel. La canción de absurda pero pegadiza letra “La, la, la” era de Ramón Arcusa y Manolo de la Calva, el famoso Dúo Dinámico. Aunque parezca increíble, todavía siguen cantando 51 años después.
Felipe de España no fue el único heredero en nacer ese año 1968. También vinieron al mundo, bajo la misma estrella, el primer hijo de la reina Margarita de Dinamarca, Federico. Y el heredero de los soberanos Hans Adan y María de Liechtenstein, Alois.
El polémico banquero que consideraba al ciego más importante e ilustre de España y a este columnista “un par de pájaros”, ahora resulta que, a juicio del responsable del Banco de España es “un riesgo reputacional importante” que puede acabar en el banquillo. (...) Mientras en Venezuela millones de ciudadanos se mueren, prácticamente, de hambre, el hijo del ministro de Defensa disfruta de noches de ‘champagne’ y fiestas en los locales de más lujo de Madrid, según la compañera Ana Mellado. ¡Qué poca sensibilidad y qué poca vergüenza! (...) Alfonso Guerra, al igual que la reina de Inglaterra con su bolso, tenía el lenguaje de sus gafas. Cuando se las quitaba, los colaboradores sabían que la reunión había terminado. (...) Ahora resulta que ese mechón de canas de las que la inefable presume era tan sólo el resultado de unas vulgares mechas. Esta chica ya no sabe qué hacer para llamar la atención mediática. (...) ¿Y qué decir del ‘look’ de esta semana vestida de ridícula ‘rockera’? (...) La heredera de los Países Bajos no sólo cursa el bachillerato en un centro público, sino que sus padres, Guillermo y Máxima, son enemigos de sus apariciones en prensa.