6 de junio 1944: 75 aniversario del Desembarco de Normandía

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6 de junio 1944: 75 aniversario del Desembarco de Normandía
Un veterano estadunidense de 97 años salta de nuevo en paracaídas

Por
Mercedes Arancibia
-
03/06/2019

Con ocasión de los actos conmemorativos del 75 aniversario del Desembarco de los aliados en Normandía durante la Segunda Guerra mundial, el 6 de junio de 1944, un veterano paracaidista estadounidense de 97 años, Tom Rice, va a repetir el salto de aquel día en el cielo de la localidad de Carentan-les-Marais.

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Soldados de la 101 en junio de 1944
El californiano Tom Rice formó parte de los soldados de la 101 División Aerotransportada que el famoso “Día D” desembarcaron en las playas de Normandía para hacer retroceder a los 300 000 hombres al mando del feld-marechal Erwin Rommel desplegados en esa zona, e iniciar la liberación de Francia.

En plena noche del 5 al 6 de junio de 1944, Rice formó parte de la misión “Albany” y saltó de un avión Douglas C-47 sobre el cielo del canal de Carentan con el encargo de estabilizar las carreteras y las playas de la zona.

Al alba del 6 de junio de 1944, un ejército de 4266 barcos de transporte y 722 navíos de guerra, que transportaban más de 130 000 soldados británicos, estadounidenses y canadienses, se extendió sobre un frente de 35 kilómetros en las costas normandas, protegido por más de 10 000 aviones, tres divisiones aerotransportadas de las que saltaron al cielo 23 500 paracaidistas..

Bautizada como “Overlord”, la mayor operación aeronaval de la historia que estuvo dirigida por el general estadounidense Dwight Eisenhower y sus adjuntos los generales Omar Bradley y George Patton, así como por el mariscal británico Bernard Montgomery, sigue siendo todo un record en materia de organización logística y de innovación industrial y técnica.

75 años después, los emotivos cementerios blancos en los acantilados normandos recuerdan el precio que se pagó por aquella acción tan heroica como sangrienta: los soldados muertos y desaparecidos contabilizados son 3400 estadounidenses, 3000 británicos, 335 canadienses y entre 4000 y 9000 alemanes. Los masivos bombardeos en ciudades normandas y nudos de comunicación de la zona causaron la muerte de 2500 civiles.

En este 6 de junio de 2019, el nonagenario Tom Rice saltará en pareja, junto a otros 200 paracaidistas, sobre el cielo normando, y para estar en forma ha estado acudiendo dos veces por semana a un gimnasio: “Espero –ha dicho- poder desplegar una bandera francesa, otra de Estados Unidos y una tercera de la 101 División”.

https://periodistas-es.com/6-de-junio-1944-75-aniversario-del-desembarco-de-normandia-129271
 
1944 – 2019 : 75º ANIVERSARIO DEL DESEMBARCO Y DE LA BATALLA DE NORMANDÍA
Conmemoraciones internacionales, fuegos artificiales gigantes, paracaidismo, bailes de la liberación… En 2019, numerosos eventos estarán programados para conmemorar el 75º aniversario del Desembarco y de la Batalla de Normandía. ¡Celebremos la libertad!

La Ceremonia conmemorativa internacional
El 6 de junio, se celebrarán numerosas conmemoraciones, destacando la Ceremonia conmemorativa internacional con la presencia de jefes de Estado. Al lado de los veteranos, estarán presentes presidentes y ministros de todo el mundo. Los medios de comunicación cubrirán ampliamente este evento. La ceremonia internacional se desarrollará en Courseulles-sur-Mer, en el sector canadiense de Juno Beach.

En Ver-sur-Mer, el acto de la primera piedra del futuro memorial británico se celebrará en presencia del presidente Macron y del primer ministro británico. A continuación, el jefe de estado se acercará al cementerio americano de Colleville-sur-Mer para presenciar la ceremonia franco-americana acompañado de Donald Trump


http://es.normandie-tourisme.fr/agenda/aniversario-del-desembarco-847-5.html
 
Trump viaja al 'muro' de Portsmouth en el 75 aniversario del desembarco de Normandía
  • CARLOS FRESNEDA
    Enviado especial
    Portsmouth (Reino Unido)
Miércoles, 5 junio 2019 - 11:17
La Reina Isabel II ensalza "la valentía, el ingenio y la determinación" de los soldados que "defendieron la libertad de Europa"

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Exhibición de paracaidístas en las conmemoraciones por el día 'D' en Carentan (costa francesa). LUDOVIC MARIN AFP
Parapetado tras una imponente muro metálico, comparado por los vecinos de Portsmouth con el muro de México, el presidente Donald Trump se sumará a los actos conmemorativos del 75 aniversario del día "D" en la ciudad portuaria desde la que partieron miles de soldados aliados "en la que fue posiblemente la mayor batalla de la historia".

Trump llegó precedido nuevamente por un carrusel de protestas, pese al empeño del alcalde de Porstmouth, Gerald Vernon-Jackson, de desviar la atención sobre "los veteranos y sus familias, los auténticos protagonistas de la historia".

La reina Isabel II presidirá los actos en los que participarán 15 jefes de Estado, entre ellos Emmanuel Macron, Angela Merkely Justine Trudeau. En un mensaje previo, la Reina ensalzó "la inmensa valentía, el ingenio y la determinación" de los soldados que participaron en el desembarco de Normandía.

"En este momento de reflexión para los veteranos del conflicto y sus familias, estoy segura de que estas conmemoraciones serán una oportunidad para rendir tributo a todos los que hicieron un extraordinario sacrificio por defender la libertad de Europa", dijo la Reina, mirando hacia atrás desde 93 años. "Nunca deben ser olvidados".

Trescientos veteranos de la Segunda Guerra Mundial, entre ellos el telegrafista y nonagenario Ernie Nelson ("nuestra misión en retaguardia consistía en cubrir con fuego el desembarco"), partieron en la flotilla del Ms Boudicca, rumbo a las costas de Normandía para sumarse a los fastos del 6 de junio.

Los Red Arrows dejarán por partida doble la estela azul y roja sobre las cabezas de los 15 jefes de Estado que participan en el acto en Portsmouth y suscribirán la así llamada Proclamación del Día "D", con el compromiso de "resolver los conflictos internacionales pacíficamente".

Portsmouth marcará también la despedida oficial de Theresa May, antes de su dimisión como líder conservadora prevista para el viernes. May aprovechará la ocasión para hacer un llamamiento "a la unidad de Occidente frente a las nuevas y cambiantes amenazas de seguridad".

Donald Trump rindió tributo de antemano a los más de 150.000 soldados que participaron en la Operación Jefe Supremo, como se conocía en código el desembarco de Normandía, planeado en gran parte desde la base estratégica de Portsmouth, al sur de Inglaterra.

La presencia del presidente norteamericano ha causado una profunda división en la ciudad portuaria, dividida entre los que presenciaron los actos en pantallas gigantes, al otro lado del muro metálico, y quienes decidieron sumarse al boicot organizado por la campaña Together Against Trump.

El centro comunitario de Fraton sirvió como cuartel general a la "resistencia" anti-Trump, a la que se sumaron vecinos como Waldemar Maxim, de 60 años: "Trump no es bienvenido a un lugar como este. Líderes como él están creando el ambiente propicio para los fascistas. Y el día D es precisamente el día contra el fascismo".

https://www.elmundo.es/internacional/2019/06/05/5cf78873fdddff6a8d8b459e.html
 
Líderes políticos y 300 excombatientes conmemoran el desembarco de Normandía
Los actos han contado con la presencia de la reina Isabel II, así como de Donald Trump, Emmanuel Macron y Theresa May
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Una exhibición aérea ha sobrevolado el espectacular escenario (Alex Brandon / AP)
REDACCIÓN
05/06/2019 15:10 Actualizado a 05/06/2019 15:13

Líderes de todo el mundo se han congregado este miércoles en Portsmouth, en el sur de Inglaterra, para conmemorar el 75 aniversario del desembarco de Normandía -6 de junio de 1944-, que supuso el principio del fin de la II Guerra Mundial.

La ceremonia ha contado con la presencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el mandatario francés, Emmanuel Macron y la primera ministra británica, Theresa May. La reina Isabel II ha puesto el broche final al espectáculo y ha agradecido el “heroísmo, coraje y sacrificio” de los soldados de las fuerzas aliadas en la II Guerra Mundial.

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Donald Trump ha charlado con la reina Isabel II durante los actos de la conmemoración (Chris Jackson / Getty)
El impresionante despliegue de interpretaciones escénicas a cargo de actores, músicos, bailarines, militares, veteranos también ha contado con la participación de los políticos desplazados hasta Portsmouth.

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El aniversario ha contado con espectáculos a cargo de actores (Toby Melville / Reuters)
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que concluye hoy su visita de Estado al Reino Unido, ha sido el primero de los tres mandatarios en leer un texto, en su caso de una oración escrita por el expresidente norteamericano Franklin Roosevelt.

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Unos 300 veteranos han presenciado el 75 aniversario del desembarco de Normandía (Carlos Barria / Reuters)
Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, se ha encargado de pronunciar la última carta de un joven militar de la resistencia Henri Fertet, ejecutado con apenas 16 años, a sus padres, y la premier británica, Theresa May, ha leído otra misiva fechada el 3 de junio de 1944, escrita por el capitán Norman Skinner, del Ejército británico, y dirigida a su esposa, Gladys.

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La primera ministra británica, Theresa May, ha leído una carta de amor de un capitán a su esposa (Toby Melville / Reuters)
En el evento han participado unos 300 excombatientes y se ha instalado un escenario gigante con las banderas de los países aliados en la II Guerra Mundial y la frase “Día-D75”, donde la guardia real y miembros de las fuerzas armadas han realizado una muestra de despliegue militar para dar la bienvenida a la reina de Inglaterra, vestida de rosa.

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Miles de personas han acudido a Portsmouth para presenciar los actos (Isabel Infantes / AFP)

https://www.lavanguardia.com/intern...atientes-conmemoran-desembarco-normandia.html
 
El español olvidado que combatió con los nazis en el Día D: «Querían rebanarme el cuello»
Alberto Winterhalder, nacido en Barcelona, fue enviado a cerrar una de las brechas abiertas por los Aliados en el Día D
Su historia había sido olvidada hasta la fecha y nos ayuda a entender cómo vivieron los soldados alemanes las horas posteriores al ataque

SeguirManuel P. Villatoro@ABC_Historia
Actualizado:06/06/2019 07:18h

Parece que fue ayer. Las películas de Hollywood han logrado que el Desembarco de Normandía (uno de los eventos más determinantes de la Segunda Guerra Mundial junto a la batalla de Stalingrado) se haya grabado a fuego en nuestra memoria. Gracias a Steven Spielberg hemos podido ponernos en la piel de los casi 150.000 hombres que, aquel 6 de junio de 1944, participaron en la Gran Cruzada contra el nazismo. No obstante, y cuando celebramos el 75 aniversario del Día D, todavía nos queda una tarea pendiente: entender cómo fue para los germanos combatir aquella triste jornada en las playas del norte de Francia y dejar de verlos como un mero uniforme.

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Alberto, en una imagen cedida a los autores- Villatoro/Cardona
Hasta ahora, testimonios como el de Heinrich Severloh (famoso por haber causado, supuestamente, más de 2.000 bajas estadounidenses) no han ayudado a ello. Todo lo contrario, han logrado que sigamos creyendo que eran unos fanáticos dispuestos a morir por Adolf Hitler a cualquier precio. Sin embargo, la realidad es que los hombres que defendían los cinco sectores en los que fue dividida la costa por los Aliados (Utah, Omaha, Gol, Juno y Sword) distaban mucho de transpirar ideología nazi. Todo lo contrario. En sus filas había desde combatientes con problemas estomacales, hasta unidades de soviéticos que, aunque habían rechazado a Stalin, tampoco estaban muy decididos a luchar por el Tercer Reich.

Por suerte, todavía existen una ingente cantidad de testimonios que ayudan a romper ese maniqueísmo al que nos vemos arrastrados por culpa de la gran pantalla. Y uno de ellos es el de Alberto Winterhalder, un joven soldado alemán de origen español (nació en Lérida) que, tras alistarse en el ejército germano, fue enviado con su unidad a combatir en Normandía para evitar la invasión Aliada. Desde sus ojos es posible discernir cómo se sintieron los otros protagonistas del Día D. Aquellos chicos con apenas dos décadas a sus espaldas a los que el miedo recorrió cuando se percataron de que una gigantesca flota formada por casi siete mil bajeles se lanzaba sobre ellos. Su historia completa, perdida hasta este momento, se encuentra en el libro «Lo que nunca te han contado del Día D» (Principal de los Libros, 2019).

El bando alemán ha sido el gran olvidado del Día D. Se calcula que, el 6 de junio, el alto mando había repartido a más de 40.000 de sus hombres por el área de Normandía. Una de las falacias más recurrentes es la que afirma que defender la costa era sencillo para el Tercer Reich. Nada más lejos de la realidad. Para empezar, aunque los germanos sabían que era cuestión de tiempo que los Aliados desembarcasen en la vieja Europa por el Oeste (como ya había dejado patente Adolf Hitler el 3 de noviembre de 1943 en una directiva enviada a sus principales oficiales) los británicos y los estadounidenses se habían esforzado mucho para hacer creer a sus enemigos que el ataque se llevaría a cabo por otras regiones como Noruega o el Pas-du-Calais (el punto más cercano entre Francia y Gran Bretaña).

Por otro lado, la escasez de tropas era una realidad tras el descalabro en el frente ruso. No en vano, en 1943 los soviéticos habían logrado terminar con el cerco de Stalingrado y habían iniciado su avance hacia el corazón de Alemania. Algo que había puesto en serios aprietos la integridad del ejército alemán. Debido a ello, el 6 de junio las unidades germanas estaban reforzadas con tropas que no eran útiles en otros frentes. ¿La razón? Que Erwin Rommel, el arquitecto del Muro Atlántico, consideraba que no hacía falta contar con una forma física idónea para apostarse tras un búnker y defender una posición. Sobre esta base envió hasta la costa a hombres con problemas estomacales, oficiales que tenían prótesis de madera y hasta soldados checos, polacos y rusos como los del 441º Batallón. Estos últimos eran hombres vistos como ventajistas por Hitler y cuyos oficiales habían recibido órdenes de evitar que huyeran si las cosas se ponían feas.

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Desembarco de Normandía - ABC
Lo que es innegable es que, para evitar esta situación, Rommel había fortificado con todo tipo de trampas el Muro Atlántico. El «Zorro del desierto» sabía lo que se hacía. Dividió las defensas en varias líneas. Los primeros obstáculos fueron construidos bajo el mar con el objetivo de que las lanchas de desembarco no los vieran y se estrellaran contra ellos. Entre los mismos se destacaban las «puertas belgas», las «rampas» y los «caballos de Frisia». Fuera de las aguas ordenó ubicar una hilera de guijarros, un muro rompeolas y varios metros de alambre de espino para evitar el rápido avance de la infantería. Finalmente, esta yincana se completaba con una pista de obstáculos que incluía cemento y miles de minas.

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Rommel, el Zorro del Desierto que reforzó el Muro Atlántico
Los sectores mejor defendidos eran Omaha y Juno. El primero, gracias a que la arena estaba rodeada por unos acantilados que, en algunos casos, llegaban hasta treinta metros de altura. El segundo, debido a que casi a pie de costa se habían levantado dos pueblos vacacionales desde los que era muy sencillo para los francotiradores hacer fuego. Sin embargo, Gold, Utah y Sword adolecían de la misma capacidad. A su vez, las diferencias entre Rommel y Gerd von Rundstedt (cada uno era partidario de organizar de una forma diferente a los soldados y a los vehículos) habían provocado severos problemas a la hora de ubicar a los hombres y había disminuido en cierta medida las posibilidades de éxito en caso de ataque.

A pesar de ello, los alemanes sabían que contaban con la ventaja de ser los defensores y estaban decididos a rechazar al enemigo. Un ejemplo de ello fue el mismo Severloh, quien disparó (según desveló en sus memorias) más de doce mil cartuchos aquella aciaga mañana y solo abandonó su puesto (el Widerstandnest 62, una suerte de pequeño castillo preparado para arremeter de enfilada contra los Aliados) cuando se percató de que era uno de los últimos combatientes alemanes en el sector de Omaha. «Soy un soldado, un soldado al que atacan y que, en consecuencia, tiene que defenderse», se excusaba tras la Segunda Guerra Mundial.

Un español tras las líneas
La historia de Alberto Wintherhalder, no obstante, se sitúa lejos de las playas. Aunque para entenderla deberíamos retroceder en el tiempo hasta el 11 de noviembre de 1917. Y es que, ese fue el día en el que este catalán (de padre germano y madre española) vino al mundo en Lérida. En febrero, su familia se mudó a Gerona, desde donde -a su vez- nuestro protagonista partió hacia Alemania en 1942. Ya en Bremen, se alistó en el ejército y llevó a cabo su instrucción. Poco después fue destinado una batería antiaérea en una pequeña población pesquera situada en el mar del norte. En abril de ese mismo año solicitó su traslado al grupo de artillería ligera de Marina número 686, en la isla de Ré.

Allí fue donde, el mismo 6 de junio de 1944, su unidad recibió la orden de dirigirse hasta Rennes. Hasta entonces, este joven había disfrutado de una agradable estancia en su destino; lo mismo que le había sucedido a otros tantos combatientes teutones que veían Francia como un paraíso vacacional debido, entre otras cosas, al colaboracionismo del gobierno de Vichy, al buen tiempo y -por qué no decirlo- a la ingente cantidad de prostíbulos que el alto mando había puesto a su disposición en París. En el caso de Alberto, todo sea dicho, no tenemos constancia de que pisara estos centros de alterne. Más bien se dedicaba a cazar conejos y entrenar junto a sus compañeros.

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Alberto, en imágenes cedidas a los autores - Villatoro/Cardona
Alberto, cuyo hijo ha cedido las memorias (inéditas) para el libro «Lo que nunca te han contado del Día D», comenzó su participación en el Desembarco «una hermosa mañana de junio». Todo empezó con una conversación sencilla. «Se me acercó el sargento, quien casi con un fino susurro de voz me dijo: “Amigo, ya no te vas a ir de permiso a España. Esta madrugada, miles de paracaidistas estadounidenses han sido lanzados detrás de nuestras líneas defensivas”». Así pues, pasó de estar esperando el pasaporte para regresar a su hogar, a ser enviado hasta la costa. Tras un duro entrenamiento, su unidad partió en dirección a Rennes durante la noche del 31 de julio, un mes después de que comenzara el día más largo, como fue llamado a la postre por Cornelius Ryan.

Alberto relata en sus memorias el miedo que sentían sus compañeros tanto hacia los Aliados como hacia la Resistencia. Y no solo a sus combatientes, sino también a sus bombarderos y cazas. Unos «temibles aparatos» capaces de hacer saltar por los aires un Panzer y que, debido a la falta de efectivos de la Luftwaffe, campaban a sus anchas por el cielo galo. «Los bombardeos no cesaban, como tampoco lo hacían los ataques de la artillería, ni las emboscadas de las tropas aliadas», añade. Pronto, cuando se hallaban al sur de Caen (uno de los nudos de carreteras que los invasores ansiaban conquistar a toda costa) su unidad se vio cercada por una infinidad de enemigos. «Las comunicaciones habían sido destruidas. Estábamos aislados y completamente desbordados», desvela.

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Rommel revisa el Muro Atlántico
El contraataque había fallado y, para evitar morir, los oficiales ordenaron la retirada. El pánico se apoderó de Alberto y de sus compañeros en el camino de regreso hacia sus posiciones iniciales. Con todo, y en mitad de aquel caos, el español recibió la orden de requisar unas bicicletas y organizar un «comando especial» para internarse tras las líneas enemigas y, por sorpresa, atacar a los blindados enemigos. Una verdadera locura. En sus palabras, les «enviaron a requisar bicicletas por las casas de la población más cercana», atacar y regresar para «informar de la posición exacta del enemigo y de sus movimientos».

Por suerte para él, los Aliados llegaron antes y le capturaron. Eran estadounidenses. Aunque estos no se cebaron con él, los miembros de la Resistencia sí. «Querían rebanarme el cuello. Todos deseaban pegarme, aunque, afortunadamente, tan solo consiguieron darme algún leve golpe», añadió. Aquel día, nuestro protagonista sintió la sed de venganza de los galos, ávidos de colgarle. Se libró por poco. Poco después pasó por varios campos de concentración hasta que logró regresar a su hogar. Había superado el Día D. El mismo al que otros 240.000 de sus compañeros no pudieron sobrevivir.

Vídeo al inicio, en el siguiente enlace:
https://www.abc.es/historia/abci-es...an-rebanarme-cuello-201906060718_noticia.html
 
El error histórico de que una luna tardía ayudó al éxito de los aliados en el desembarco de Normandía
Al contrario de lo que recogen muchos textos, el asalto aéreo del Día-D se produjo bajo la abundante luz de la Luna llena
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Este 6 de junio se celebra el 75 aniversario del Día D, la jornada que marcaría el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. El Desembarco de Normandía supuso una movilización de personas y recursos como nunca se había visto, pero pocas veces se tiene en cuenta el importante papel que jugó la astronomía en la planificación de la invasión. Donald Olson, astrónomo y profesor de física de la Universidad Estatal de Texas (EE.UU), explica en un artículo publicado en la revista Sky & Telescope cómo la Luna llenacontribuyó al éxito de los aliados, una afirmación que corrige muchos de los archivos históricos al respecto, que hablan de la oscuridad de una «Luna creciente tardía». «Eso no es posible», afirma Olson.

Capturar dos puentes cerca de la costa fue crucial para el éxito de los aliados. Hacerlo significaba dos cosas: la prevención de un devastador contraataque de las divisiones blindadas alemanas cercanas, y facilitar que la invasión se abriera paso en una gran franja de la Francia ocupada. El elemento sorpresa era tan importante para el éxito de la operación que el puente sería asaltado por soldados británicos que llegaban desde el aire en silenciosos planeadores. Diez minutos después del aterrizaje, las fuerzas británicas habían capturado ambos puentes intactos, ahora conocidos como Puente Pegaso y Puente Horsa.

Ya lo dijo Churchill
Pues bien, docenas de relatos históricos insisten en la necesidad de una «luna tardía» para asegurar el éxito de los ataques aéreos, argumentando que necesitaban una oscuridad completa para acercarse en secreto, aunque la luz de la Luna era necesaria para los aterrizajes finales y el asalto. Olson se dio cuenta rápidamente de que esto estaba mal. Una «luna creciente» contradecía otras declaraciones históricas de líderes aliados como el general Dwight D. Eisenhower, el almirante Chester Nimitz y el primer ministro Winston Churchill, quien destacó la importancia de que la luz de la luna iluminara cada etapa durante la noche del 5 al 6 de junio.

Además, una luna que se levanta tarde no coincide con las condiciones de marea conocidas durante la invasión. Al verificar un software astronómico especialmente diseñado, Olson confirmó que la luna del Día D no se retrasó en absoluto. De hecho, fue todo lo contrario. «La luna en realidad se levantó antes del atardecer el 5 de junio y permaneció en el cielo toda la noche», afirma Olson. «Alcanzó el punto más alto en el cielo a la 1:19 am, cerca del asalto del puente británico Pegasus y justo cuando comenzaron las operaciones aéreas estadounidenses».

El motivo del error de muchos textos históricos es que seguían la referencia de Cornelius Ryan, quien así lo escribió en su libro «El día más largo». «Está bastante claro que él fue quien lo propagó, pero no el que lo dijo primero. Lo he rastreado hasta Walter Bedell Smith».

El general Smith fue jefe de personal de Eisenhower desde 1942 hasta 1945. En 1946, Smith escribió una serie de seis artículos para el Saturday Evening Post en los que decía: «Para los aterrizajes en el aire (...) necesitábamos una luna llena tardía, para que los pilotos pudieran acercarse a sus objetivos en la oscuridad, pero tuvieran luz de luna para elegir las zonas de caída». No fue así.

El efecto de las mareas
Además de la necesidad de abundante luz de la luna durante la noche para el despliegue de paracaidistas tras las líneas alemanas, la hora de la salida del sol y los efectos de la fase lunar en las mareas desempeñaron un papel crucial en la fecha seleccionada para el desembarco, explica el investigador.

La posición del sol y la luna, en relación con la Tierra, determina tanto la fuerza de las mareas como los tiempos de las aguas altas y bajas. Los aliados requerían una marea baja cerca del amanecer y, en esta parte de la costa de Normandía, tal marea ocurre solo cerca de los tiempos de la luna nueva o la luna llena. Esos criterios dejaron a los aliados con tres fechas potenciales: el 5, 6 y 7 de junio, ninguno de los cuales presentaba una «luna creciente tardía».

«Una invasión de primavera en mayo o junio era ideal, porque eso dejaría todo el verano a las fuerzas aliadas para hacer retroceder a las fuerzas alemanas antes de que llegara el mal tiempo con la llegada del otoño y el invierno», explica Olson. «Los preparativos para la invasión no se completaron en mayo, por lo que el general Dwight D. Eisenhower pospuso el asalto hasta junio».

«Los aliados querían poca agua para volar los obstáculos alemanes en la playa, pero también querían que el agua subiera para poder llegar con las lanchas hasta la playa y no quedar varados», expone el astrónomo. «Si llegaban en una marea descendente, la lancha se quedaría atascada allí durante 12 horas. Eso fue una parte importante del plan del Día D: el aumento de agua, justo después de la marea baja».

«Sangrienta Omaha»
Sin embargo, esa estrecha ventana de oportunidad también funcionó contra los aliados el 6 de junio de 1944. La diferencia entre la marea baja y alta en las playas llegó a unos increíbles 6 metros. Cerca del momento de la marea baja en el día D, las defensas submarinas de los alemanes fueron expuestas para que los equipos de demolición de los aliados las destruyeran. El problema era que los equipos de demolición tenían solo 30 minutos para cumplir su tarea, bajo el fuego enemigo, antes de que la marea creciente se hiciera demasiado profunda. A las 7 a.m., el nivel del agua subía 30 centímetros cada 10 minutos, y aceleraba. Esta oleada masiva provocó que los equipos de demolición eliminaran con éxito solo cinco de los 16 huecos planeados a través de las defensas submarinas en la playa de Omaha. La pérdida de vidas provocada por las defensas submarinas contribuyó a que la playa fuera apodada como «Sangrienta Omaha».

«Las conmemoraciones y la cobertura de los medios se centrarán con razón en el heroísmo de los soldados, marines y aviadores aliados que comenzaron la liberación de Francia», apunta Olson. «Pero también podemos aprovechar esta oportunidad para apreciar el papel que jugó la astronomía en la planificación y ejecución de ese evento que cambió el mundo».
https://www.abc.es/ciencia/abci-err...esembarco-normandia-201906061249_noticia.html
 
El Día D pudo irse al traste por la pelea doméstica de un español
La mujer de Juan Pujol, «Garbo», amenazó con desenmascararlo porque no la había llevado a una fiesta, según documentos desclasificados
SeguirLuis Ventoso
Actualizado:06/06/2019 02:09h

Aunque no es tan conocido como debería por sus compatriotas, el español Juan Pujol García (Barcelona, 1914-Caracas, 1988) tal vez fue el doble agente más importante de la historia. Lo cual no está mal para un hombre que empezó su vida laboral como criador de pollos. Con mañas picarescas y un desparpajo atrevidísimo, logró engatusar al mismísimo Hitler con sus informes falsos. Le hizo creer que eldesembarco del Día D, el 6 de junio de 1944, se llevaría a cabo por Paso de Calais, a 249 kilómetros de la ofensiva real en las playas de Normandía.

Los embustes de Juan Pujol -agente Garbo para el MI5 británico, Arabel o Rufus para la Abwehr, el espionaje alemán- otorgaron a los aliados unas horas de ventaja preciosas. Valiente hasta lo extravagante, acabó logrando algo único: ser condecorado por las dos naciones en guerra. El 29 de julio de 1944, semanas después del desembarco, Hitler le concedió la Cruz de Hierro. Garbo lograba así mantener su engaño ante los alemanes, pese a haberles colado una trola sin parangón, «mi pequeña contribución a la historia del siglo XX», la llamaba él. Pero también fue distinguido con la Orden del Imperio Británico. Su osadía le llevó a cobrar en Madrid 25.000 pesetas del espionaje alemán tras la derrota nazi, cantidad que pagó su fuga a Venezuela para evitar represalias, tras simular su muerte por malaria en Angola.

La vida de Juan Pujol es una novela. Papeles desclasificados del MI5 revelaron en 2016 que un conflicto doméstico en su hogar estuvo a punto de mandar al traste la «Operación Fortitude», el meticuloso plan para engañar a Hitler sobre el desembarco. Su mujer, una belleza gallega llamada Araceli González Carballo, harta de las ausencias de su marido y de vivir enclaustrada con sus dos hijos por orden del espionaje británico, reventó. En un brote de morriña e ira, que estalló después de que Garbo no la llevase a una fiesta en la Embajada de España, amenazó con presentarse allí y destapar la condición de doble agente de su marido y toda la mentira de su red de espías inventados: «Quiero irme de Inglaterra. No voy a estar aquí ni un día más. ¡Tendré mi venganza! Y no es una amenaza, ¡es un hecho! Aunque me maten, voy a ir a la Embajada de España», gritó en su domicilio de Harlow, una pequeña ciudad al noroeste de Londres, para pavor del controlador de Pujol, el agente Thomas Harris.

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Araceli era una mujer de buena familia de Lugo, que conoció a Pujol en la sede del Gobierno de Franco en Burgos, donde ella trabajaba como secretaria del gobernador del Banco de España y él era un soldado nacional. El barcelonés había desertado antes del ejército republicano, asqueado por la violencia anarquista y comunista, pero pronto se desencantó también de la del bando nacional. Araceli, de fuerte temperamento, lo ayudó en la escapada vía Lisboa que acabó con Garbo como doble agente en Londres, a donde llegaron con un pírrico inglés.

A oídos de Churchill
El enfado y las amenazas de Araceli se convirtieron en asunto de Estado y hasta llegaron a oídos de Churchill. Tommy Harris, el controlador, fingió que había despedido a Pujol para tranquilizar a Araceli. No funcionó. Entonces entró en acción el maestro del embuste, el propio Garbo. Su plan sí resultó. Fingieron que el espía había sido arrestado por su mando inglés. Vendándole los ojos, condujeron a su esposa a un campo de detención para verlo. Los informes desclasificados cuentan lo que sucedió en aquel encuentro: «Él le recordó que no tenía tiempo que perder con gente incómoda y le dijo que si alguna vez le volvían a mencionar su nombre, se encargaría de que la encarcelasen. Ella volvió a casa muy escarmentada y esperando el regreso de su marido».

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Araceli, esposa de Garbo
Los documentos, que incluso citan de pasada al corresponsal de ABC en Londres, Luis Calvo, explican también el origen del tenaz odio de Juan Pujol por el nazismo: su hermano Joaquín fue arrestado por hacer fotos de la entrada de los alemanes en París y los nazis lo mataron a tiros.

Pujol García, bajito (1.60), de mirada vivaracha, orejas puntiagudas y personalidad atrabiliaria, había nacido en 1914 en la calle Muntaner de Barcelona. Tras trabajar en una granja de pollos y como gerente de un hotelito en Madrid, cuando arranca la Guerra Mundial decide hacerse espía y se ofrece reiteradamente a los ingleses, que se lo toman a chufla. Llama entonces a la embajada alemana en Madrid, alaba a Hitler y presenta su candidatura como agente en el Reino Unido. Los alemanes, por puro hastío, acaban aceptando a aquel atrabiliario entusiasta. Pujol dice a los alemanes que se va a Londres. Pero con su osadía habitual se instala en Lisboa y desde allí comienza a enviar informes fechados en Inglaterra. Inmensas patrañas, que compone con una guía de viajes, los horarios de los trenes y lo que ve en los noticiarios del cine.

En abril de 1942, logra la confianza de los ingleses, gracias a una gestión de Araceli ante el agregado militar estadounidense en Lisboa. El MI6 lo traslada a Londres, con un ficticio empleo en la BBC. Allí se torna más osado. Llega a inventarse una red de 17 espías pro alemanes. En 1944 escribe su obra de arte. La Abwehr le demanda información sobre el gran desembarco. Pujol envía 500 mensajes de radio a Berlín advirtiendo de que Normandía es un simulacro, que lo letal vendrá por Paso de Calais. Incluso se inventa un falso ejército presto para la acción.

Tras instalarse en Venezuela, Pujol y su mujer se divorciaron. Araceli rehízo su vida en Madrid y se casó en 1958 con Edward Kreisler, con el que fundó una galería de arte. Muchos años después, cuando nadie contaba con él, Pujol reapareció para ver a los hijos de su primer matrimonio y conocer a sus nietos. Hubo paz.
https://www.abc.es/historia/abci-pudo-irse-traste-pelea-domestica-espanol-201906060209_noticia.html
 
Las celebridades que desembarcaron el Día D que quizá no conocías
Escritores, actores y directores de cine formaron parte del ejército aliado que logró cambiar el curso de la Segunda Guerra Mundial
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@abc_cultura
Actualizado:07/06/2019 14:20h

La invasión aliada de Normandía el 6 de junio de 1944 fue uno de los momentos cruciales que cambió el rumbo de la Segunda Guerra Mundial y de la historia. El asalto a las playas del norte de Francia por parte de las tropas británicas, alemanas, americanas y francesas liberadas fue una de las operaciones más ambiciosas para luchar contra la Alemania de Hitler.

Ese día, del que ahora se conmemora el 75 aniversario por toda Europa, más de cien mil soldados desembarcaron en Normandía. Algunas de sus historias han llegado hasta hoy por estar envueltas en un admirable coraje; otras nos traen los testimonios de aquellos que alcanzaron la fama a través de las artes, la literatura o el cine.

ÍNDICE TOP
1. JD Salinger
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La Segunda Guerra Mundial supuso para JD Salingerun trauma que le acompañó toda su vida (además, supuso su ruptura con el amor de su vida, la hija del dramaturgo Eugene O’Neill y futura esposa de Charles Chaplin).

Cuando tenía 25 años, desembarcó atormentado en Normandía el 6 de junio de 1944. Y lo hizo conseis capítulos de una historia adolescente. Al término de la contienda, los aliados se alzaron vencedores, y aquellos capítulos que podrían haber terminado arrastrados por las olas entre miles de muertos se convirtieron en «El guardián entre el centeno», un éxito mundial (con 65 millones de ejemplares vendidos) y un referente de la literatura contemporánea.

Salinger Ejerció como agente de contraespionaje en la contienda y le costó su entrada en el campo de concentración de Kaufering IV.

2. David Niven
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El actor británico, ganador de un Oscar en 1958, fue se convirtió en teniente coronel de los Comandos británicos durante la Segunda Guerra Mundial. Fue uno de los primeros oficiales en aterrizar en Normandía.

Diven estaba al frente de la Unidad de Señales Fantasma, era responsable de mantener informados a los comandantes de retaguardia sobre las posiciones enemigas.

Un poco antes del Día D, participó en la Operación Copperhead, que formaba parte de la Operación Bodyguard, cuyo objetivo eraconfundir al alto mando alemán en la fecha y lugar de la invasión del noroeste de Europa. Copperhead tenía la intención de despistar a la inteligencia alemana en cuanto a la ubicación real del General Bernard Montgomery. Al ser uno de los comandantes más notorios del bando aliado, los altos mandos alemanes esperaban que estuviera presente en una invasión de Francia. Esta operación le buscó un doble para despistarlos. Diven reclutó a James, que fue destinado al personal de Montgomery, para que aprendiese sus hábitos de comportamiento y su forma de hablar.

3. Alec Guinness
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El actor británico, ganador de un Oscar por la película bélica «El puente sobre el río Kwai», sirvió en en la Reserva de Voluntarios de la Royal Navy, primero como marinero en 1941 y luego como oficial en 1942. De acuerdo con el libro «Deber, Honor, Aplausos: estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial», Guinness pilotabauna lancha de desembarco en el Día D que transportaba tropas británicas a las playas de Normandía.

Antes, el intérprete de Obi-Wan Kenobi en «Star Wars» (que le valió una nominación al Oscar como actor de reparto) también participó en el desembarco de Sicilia, la operación anfibia más grande de la Segunda Guerra Mundial hasta ese momento. También prestó servicio en el Elba y transportando armamento a los partisanos de Yugoslavia.

4. Ernest Hemingway y Martha Gellhorn
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Martha Gellhorn y Ernest Heminway en Asia en 1943 - NARA
La participación de Hemingway en el desembarco está bien documentada (se mantuvo en una lancha, como corresponsal civil no se le permitió desembarcar). Él mismo se encargó de dejar testimonio escrito del horror en las playas y el miedo de los soldados. Menos conocido es el papel que ocupó su esposa en la contienda. Martha Gellhorn recibió una distinción especial por ser laprimera corresponsal de guerra en el Día D, además de la única mujer.

Para llegar hasta allí, la periodista tuvo que luchar contra todo tipo de obstáculos burocráticos e incluso las trabas que le puso su famoso marido que se negó a ayudarle a conseguir un pase de prensa en un avión, por lo que se vio obligada a cruzar el Atlántico en un barco cargado de explosivos.

5. Henry Fonda
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El actor Henry Fonda era uno de los marinos a bordo del destructor USS Satterlee, cuyo papel era apoyar a los soldados aliados durante el desembarco. Curiosamente, años más tarde aparecía en «El Día más largo», basada en la novela homónima escrita por Cornelius Ryan. El filme, en el que Fonda desempeña al General Theodore Roosevelt, hijo del presidente, se considera una obra crucial dentro del género cinematográfico que narra el Día D.

6. John Ford
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El director de cine John Ford, célebre autor de películas legendarias como «La diligencia» o «Las uvas de la ira», tuvo un papel muy activo durante la Segunda Guerra Mundial. Era oficial de los servicios cinematográficos de la Armada de los Estados Unidos y grabó las imagénes de batalla en las playas para llevar a cabo un documental del desembarco para la marina. De difusión muy limitada en su día debido a las alto número de bajas aliadas, la cinta desapareció, de acuerdo con Los Angeles Times.

https://www.abc.es/cultura/abci-cel...n-quiza-no-conocias-201906071409_noticia.html
 
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Misas, cadáveres en la arena y desfiles: las 40 fotos más impactantes del desembarco de Normandía
6 junio, 2019 03:18

Materíal fotográfico y textos en el siguiente enlace, gracias:
https://www.elespanol.com/cultura/h...ctantes-desembarco-normandia/403989604_3.html
 
OPERACIÓN "DEAD STICK"

Planeadores de asalto: cómo el mayor desembarco militar revolucionó la guerra
La toma del Puente Pegaso fue una de las acciones militares más desconocidas del Desembarco de Normandía que, sin embargo, cambió para siempre las tácticas de guerra



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JUANJO FERNÁNDEZ
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TECNOLOGÍA MILITAR
DESEMBARCO EN NORMANDÍA
HITLER
GUERRA


08/06/2019



Esta semana se han cumplido 75 años del Desembarco de Normandía, la mayor acción militar de la historia y, probablemente, la batalla más famosa y más conocida a nivel mundial que supuso de verdad el inicio del fin de la Alemania de Hitler. Las imágenes de las lanchas de desembarco, soldados luchando en la playa, los bombardeos aéreos y navales... todos las tenemos en la memoria, pero hubo una serie de acciones previas que resultaron fundamentales. La primera de ellas fue la toma del Puente Pegaso, una audaz acción militar realizada por tropas escogidas que utilizaron planeadores de asalto. Se trata de una de las acciones militares más desconocidas que, sin embargo, acabó cambiando para siempre las tácticas de guerra y la tecnología usada en el frente.

Sobre la costa defendida por los alemanes, los aliados lanzaron a 175.000 hombres a la batalla, con más de 50.000 vehículos de todo tipo y con el apoyo de más de 12.000 aviones y 5.300 buques. Contra esta abrumadora concentración de fuerza, la mayor de la historia, los alemanes enfrentaban su “Muro del Atlántico”, tropas estáticas de guarnición y tan solo un puñado de unidades de élite. El famoso “Muro” en realidad tan solo lo era en la parte de Calais, donde un Hitler que ya no atendía a razones, seguía empeñado en que sería el lugar del esperado desembarco aliado.

Normandía, sin embargo, tampoco estaba desprotegida y contaba con unas cuantas buenas baterías de costa, algunas playas bien fortificadas como la de “Omaha” y numerosas defensas, mandadas construir a toda prisa por el general Rommel en cuanto tomó el mando de la zona.


Puentes para evitar el desastre
Los aliados se habían repartido las zonas de actuación y las cinco playas de desembarco. Hacia el este se encontraba el sector británico, apoyado por canadienses, franceses y tropas libres de países ocupados. Sus playas eran (de este a oeste) “Sword”, “Juno” y “Gold”, seguidas de “Omaha” (donde se rozó el desastre) y “Utha”, responsabilidad norteamericana en ambas. El problema era que la playa de “Sword”, donde desembarcaron tropas británicas, no era otra que la playa de Ouistreham y todo el flanco este del desembarco se apoyaba en una línea delimitada por el río Orne y su canal navegable, que discurría en paralelo hasta Caen, la ciudad más importante de la región.





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Fotografía aérea del puente Pegaso. A la derecha junto al canal, la zona de aterrizaje de Howard. En la otra margen el Café Gondrée. (Foto: Imperial War Museum)




El Orne y su canal eran un obstáculo difícil de superar, tanto por su anchura como por su profundidad y entre la costa y Caen tan solo eran cruzados por dos puentes (uno sobre el río y otro sobre el canal) entre las localidades de Ranville y Bénouville. Si los alemanes conseguían volar o mantener el control de esos puentes, todo el flanco de la invasión estaría a merced de los alemanes, que podrían lanzar por ahí mortíferos contraataques. Era imprescindible pues, como primera medida, que los aliados aseguraran dichos puentes.

Los alemanes, que a diferencia de lo que parece en las películas de guerra, ni eran tontos ni estaban en la inopia, conocían perfectamente la importancia de estos puentes. Por ello fortificaron y prepararon una importante defensa en el puente sobre el canal, aunque no protegieron el construido sobre el río. Esto ha traído de cabeza a muchos historiadores. ¿Por qué no fortificaron ambos? La explicación puede ser (como siempre) la más sencilla. Los alemanes veían el río y el canal como un obstáculo a una invasión y los puentes como la vía de avance, pero su disponibilidad de tropas y recursos, con una costa que defender tan extensa como la normanda, era más que limitada. Por ello debieron pensar que bastaba con fortificar tan solo uno de los dos para impedir un avance enemigo. Eligieron el del canal, ya que el del río tenía, además, muy próxima la población de Ranville con una pequeña guarnición.




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Plano explicativo de la Operación Dead Stick (Foto: L.M. Gómez Torres)



Los aliados dieron al puente sobre el río el nombre clave de “EUSTON 2” y posteriormente “Horsa”. Su toma, vigilado nada más que por fuerzas policiales francesas y un puñado de centinelas, fue una acción sin demasiada gloria pues, aunque su ejecución no fue nada brillante, la escasez de fuerzas alemanas facilitó su consecución satisfactoria. El puente levadizo sobre el canal se designó como “EUSTON 1” para luego ser bautizado como “Pegaso” (“Pegasus”) y aquí fue donde nació la leyenda.

Operación "Dead Stick"
La operación era extremadamente complicada. Se trataba de colocar en plena noche y en el interior del territorio ocupado, una fuerza equivalente a una compañía que tenía que llegar con total sorpresa. Esa era la clave, tomar los puentes y defenderlos antes de que los alemanes pudieran reaccionar y enviar refuerzos.

Para la acción se seleccionó a la Compañía “D” del 2º Batallón del Oxfordshire and Buckinghamshire Light Infantry. Esta unidad estaba constituida por soldados del Ejército Territorial con la cualificación de aerotransportados (no paracaidistas) y se reforzó con una sección de zapadores de la 249ª Compañía de Ingenieros Paracaidistas, compuesta por 30 hombres que volarían repartidos en unidades tácticas de 5 hombres en cada planeador. A las fuerzas asaltantes habría que añadir los dos sargentos pilotos que tripularían cada planeador Horsa.

Al mando de toda la fuerza estaba el mayor (comandante) John Howard, un militar que empezó desde la tropa, meticuloso y con dotes de mando. Él será, además, quien dirigirá la fuerza de tres planeadores que asaltaría el “Pegaso”. Su segundo en el mando, el capitán Priday, dirigirá la otra fuerza de tres planeadores asignada para tomar el puente “Horsa”.

El asalto al “Pegaso” no resulta nada fácil. La zona designada para el aterrizaje es muy estrecha y corta, tan solo un irregular terreno triangular en la margen derecha del canal. Es clave es aterrizar lo más cerca posible del puente y en total sigilo. Para compensar las dificultades, se realiza un entrenamiento intensivo en el que resulta fundamental la información facilitada por la Resistencia francesa. El terreno es reproducido hasta el más mínimo detalle y pilotos y tropa repiten una y otra vez la operación.




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Llegada la víspera del “Día D” todo está preparado y cada miembro del equipo afronta los miedos previos a una acción de tan enorme responsabilidad. El grupo de planeadores Horsa parte del aeródromo de Tarrant Rushton (Sussex) siendo remolcados por bombarderos cuatrimotores Halifax, lo habitual cuando los planeadores van muy cargados, que despegan a partir de las 22’56h con un minuto de diferencia. Por delante, un corto vuelo nocturno, nada cómodo, hasta la ciudad de Cavourg. Pasada la medianoche, sobre su vertical y a unos 6.000 pies de altura (unos 1.800 m) los pilotos sueltan los cables de remolque y comienzan el descenso. Es la hora de la verdad.

Planeadores de asalto y pilotos
El planeador de asalto fue una idea que se empezó a utilizar en la segunda Guerra Mundial y se trataba, como es fácil imaginar, de un avión de carga desprovisto de motores. Presentaba la enorme ventaja frente a los paracaidistas de que las tropas llegaban a tierra concentradas, además de que podían cargar más equipo e incluso vehículos o artillería ligera.

El planeador de asalto, que parecía iba a tener un brillante futuro, desapareció de escena en cuanto el helicóptero se hizo mayor. Era evidente. El helicóptero era mucho más fiable y seguro y reunía todas las ventajas del planeador. Pero pese a su corta carrera, primero utilizados por los alemanes y luego por los aliados, los planeadores de asalto escribieron páginas de acciones brillantes en la historia militar.




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El planeador británico era el Airspeed AS.51 Horsa, un planeador construido en madera con una envergadura de casi 27 metros y capaz de transportar 25 soldados. Al igual que todos sus contemporáneos no eran fáciles de pilotar, lentos, pesados y dotados del mínimo equipamiento, pues normalmente eran aparatos de un solo uso ya que solían quedar muy dañados tras el aterrizaje.

Los pilotos de planeadores de asalto eran gente de otra pasta. Se debían formar como pilotos, pues un planeador es un avión de verdad, pero sabían que, una vez en tierra, se convertirían automáticamente en infantería y tras la responsabilidad del vuelo, debían combatir como uno más. Todos eran suboficiales (sargentos).

Pilotar un planeador no es sencillo. El Horsa era muy incómodo y carecía de cualquier tipo de ayuda. Se pilotaba a “puro brazo” y de verdad eran necesarios los dos pilotos. Durante la fase de remolque no se podían permitir el más mínimo despiste, pues una maniobra más brusca de los normal podía provocar la rotura del cable e incluso podía poner en peligro al avión remolcador si el planeador se elevaba sobre él.

Cualquier fallo durante el vuelo hacia el objetivo significaba caer sobre el Canal, de noche. No hay más que decir. Luego tras la suelta, de sus manos dependía el 100% del éxito o el fracaso. Una confusión en la zona de aterrizaje podía significar estrellar el aparato o caer lejos del objetivo. La toma era otro aspecto crítico y como en cualquier planeador, sin posibilidad de repetir. Una vez que se decide aterrizar no hay “motor y al aire”. Se toma, sí o sí.

Éxito aliado
La aproximación de los planeadores hacia el puente fue un ejemplo de precisión. Guiados por el reflejo de la luna sobre el canal del Orne, los sargentos James Wallwork y John Ainsworth que pilotan el Horsa 91 donde va Howard, colocan su avión a escasos metros del puente y de la primera de sus fortificaciones. Tras ellos llegan los otros dos Horsa, aunque el segundo toca el suelo con un plano y se parte, produciéndose varios heridos.




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El puente Pegaso unos días después de ser tomado. Al fondo se ven los planeadores Horsa de Howard. (Foto: Imperial War Museum)




Con precisión milimétrica, fruto del adiestramiento, los hombres de Howard toman su lado del puente mientras los zapadores vuelan las defensas. Los alemanes, totalmente sorprendidos, no son capaces de reaccionar a la sorpresa y, aunque tratan de repeler el ataque, terminan huyendo por la carretera de Bénouville. El puente ha caído y con él se ocupa uno de los edificios del otro lado, el Café Gondrée, que se convierte en el primer edificio liberado de Francia. Son las 00’30h.

Ahora queda una larga espera que se hace eterna para los hombres de Howard. En cualquier momento esperan un contraataque alemán y continuamente creen oír a sus blindados. Sin embargo, a eso de las ocho de la mañana, un grupo de paracaidistas de los que se lanzaron sobre Ranville, llega para apoyarles y reforzar sus posiciones. Aun así los alemanes les rodean y reciben fuego de francotiradores.

La angustia finaliza a las 13 horas. Entre la bruma, los hombres de Howard asoman los cabezas incrédulos. Oyen música de gaita escocesa por el norte. No puede ser verdad, pero lo es. Se trata de la vanguardia de la 1º Brigada del “Special Service” mandada por el peculiar Lord Lovat que, al frente de sus hombres, encabeza la columna acompañado del gaitero del Regimiento, Bill Milling, todo un personaje que sobrevivió a la guerra y que, en aquella misma mañana, recibió un disparo alemán que le voló la pipa de la gaita.

La odisea había terminado y el puente asegurado. Lo que pasó después ya es historia.

https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2019-06-08/desembarco-normadia-dia-d-planeadores_2060938/
 
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