30 años inicio juicio síndrome tóxico. Qué sabéis?

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Estoy escuchando un podcast del programa rne documentos sobre el síndrome tóxico. En marzo se han cumplido 30 años del inicio del juicio. A mí me pilló todo pequeñísima, lo único que recuerdo es que cogí pavor a las patatas fritas....he leído diversas teorías al respecto pero quería saber si alguien de vosotros habéis tenido contacto con el tema o sabéis algo. Me parece cuanto menos curioso que se haya silenciado esto tanto teniendo en cuenta que fue un caso sonadisimo incluso a nivel internacional. Me recuerda un poco al de la talidomida donde los afectados en España han sufrido judicialmente lo indecible comparado con otros afectados en otros países.
 
¿Te refieres al escándalo de la colza?

LA MENTIRA DE LA COLZA
La ocultación de la verdadera causa del Síndrome Tóxico impidió la curación de miles de españoles.

Mientras la Ciencia a los 3 meses ya sabía QUE NO PODÍA SER EL ACEITE DE COLZA, el Poder ACUSABA Y ENCARCELABA a los industriales del ACEITE DE COLZA. Mientras la Ciencia a los 8 meses ya sabía COMO CURAR A LOS AFECTADOS, el Poder ocultaba a más de 60.000 enfermos la POSIBILIDAD DE SU CURACIÓN.

PACTO DE SILENCIO
En la primavera de 1981 fueron envenenados más de 60.000 españoles. Más de 700 de ellos, murieron 1. Desde entonces y hasta hoy, los gobiernos de UCD y del PSOE han centrado sus esfuerzos en impedir que el auténtico criminal salga a la luz pública. Había que borrar por todos los medios las huellas que conducían al foco de la intoxicación. Se llegó así a un oscuro montaje de los distintos sectores del Poder y de los servicios de inteligencia, para conformar el efectivo «pacto de silencio» que debía evitar que se supiera que aquí se aplicó a seres humanos una nueva combinación química, aplicable en el futuro a una posible guerra química.

ENFERMEDAD NUEVA
Hagamos un poco de historia de este complejo asunto: a principios de mayo de 1981 se detecta una enfermedad nueva en España, que afecta rápidamente a un creciente número de individuos. En los primeros días surgen diversas hipótesis de urgencia sobre el origen que desencadenó la epidemia, hasta que el gobierno anuncia por televisión que la culpa de todo la tiene una partida de aceite de colza desnaturalizado, distribuido en venta ambulante. Los industriales y comerciantes que han intervenido en el proceso de importación, manipulación y distribución de este aceite son quienes se sentaron en el banquillo de los acusados. Pero a lo largo de estos años ha habido una serie de científicos que han evidenciado que el aceite presuntamente tóxico no pudo haber sido el causante de la tragedia.

Simultáneamente, otros investigadores han ido siguiendo una pista distinta, que conduce a un origen mucho más lógico para la epidemia, si tomamos en consideración todos los elementos que conformaron la intoxicación detectada en 1981. Esta pista tiene su punto de partida en una combinación insecticida, concretamente un combinado nematicida organotiofosforado que envenenó a las más de 60.000 víctimas al consumir éstas tomates de una determinada partida tratada con el aludido insecticida.

La investigación por vía judicial de esta posibilidad, así como de cualquier otra hipótesis plausible con respecto a la causa real de la enfermedad, investigación que no debería de finalizar hasta lograr demostrar fahacientemente cuál fue el indiscutible desencadenante de la tragedia, es el camino que debe de desembocar en el auténtico juicio del síndrome tóxico, con reparto de responsabilidades a quien realmente y en justicia corresponda.

LA CURACIÓN NO INTERESABA
La gravedad del problema se acentúa por la circunstancia de que por lo menos desde finales de julio de 1981 el goberno estaba suficientemente bien informado de que no era posible que el aceite fuera el causante de la eipdemia. Desde aquel momento cuando menos debía de haberse incentivado con todos los recursos posibles el análisis de las otras posibilidades que se barajaban para el posible origen de la enfermedad, posibilidades que ya estaban también a finales de julio de 1981 sobre la mesa de quienes empuñan las riendas del poder. Eso era prioridad absoluta puesto que había personas que se estaban muriendo y se imponía la urgente necesidad de conocer el origen del mal para poder intentar la curación adecuada de los afectados.

Meses más tarde, pero siempre dentro del mismo año 1981, el Ministerio de Sanidad queda ampliamente informado de la posibilidad de que determinado insecticida organotiofosforado podría haber desencadenado la nueva enfermedad. Pero no actúa en consecuencia.

Y a mi entender la cosa se agrava aún más cuando 8 meses después de aparecer el primer caso de síndrome tóxico, un médico militar, el teniente coronel Luis Sánchez-Monge Montero, envía al gobierno, al INSALUD, «para que lo leyera Valenciano», me diría, refieriéndose con ello al Dr. Luis Valenciano, a la sazón Director General de la Salud Pública, un informe en el que afirmaba que el origen de la grave enfermedad radicaba en un veneno que bloqueaba la colinesterasa, y en el que explicaba cómo había que curar a los enfermos. Mas adelante definiría este veneno como un compuesto organofosforado. No se trataba de una aventurada teoría: el Dr. Sánchez-Monge ya había curado para entonces particularmente a unos cuantos afectados. Lo cual quiere decir que tal vez no todas, pero decididamente muchas de las 60.000 víctimas podrían estar curadas desde 1982. Pero nadie reacciona en el INSALUD ni en la Dirección General de la Salud Pública. Mas la gravedad de la inhibición oficial no termina allí. El Dr. Sánchez-Monge envía también un informe sobre sus evaluaciones y curaciones a la publicación especializada «Tribuna Médica», que lo reproduce en la página 8 de su número 937, correspondiente al 19 de marzo de 1982. Yo me imagino que el Ministerio de Sanidad debe de estar puntualmente informado de cuantas noticias interesantes se publican en un semanario de las características de «Tribuna Médica». De modo que me imagino al Sr. Ministro enterado de que hay un médico que está afirmando haber curado a una serie de pacientes de la enfermedad conocida por síndrome tóxico, enfermedad nueva y desconocida en cuanto a su tratamiento, y que en aquellos momentos configuraba el problema número uno planteado a la Sanidad española con carácter de extrema urgencia permanente, hasta su total resolución. Me imagino que en estas circunstancias el máximo responsable de la salud de sus conciudadanos lo dejará todo para leer lo que escribe un médico que afirma haber logrado la curación de unos cuantos afectados. Y al minuto siguiente de concluir esta lectura, me imagino al aludido velador de nuestra salud telefoneando al médico en cuestión, para tenerlo al cabo de una hora en el Ministerio de Sanidad y discutir con él sus experiencias con la finalidad de aplicarlas —en el supuesto de que realmente resultaran positivas— al resto de la población afectada por la misma epidemia. Pues no. Nadie, ni desde el INSALUD ni desde el Ministerio de Sanidad, se acercó a ver que más tenía que decir el único médico español que había logrado salvar vidas y aliviar a enfermos de la masiva intoxicación.

De lo que se trataba precisamente —a la vista de toda la evolución del problema, y tal y como lo documento ampliamente en el libro Pacto de Silencio (Compañía General de las Letras, Barcelona, marzo 1988)— era de no curar a los enfermos, para evitar así el que se descubriera el verdadero orígen del envenenamiento.

Solamente así cobra sentido el trato oficial dado al Dr. Antonio Muro y Fernández-Cavada, director en funciones del Hospital del Rey, en Madrid. Cuando el Ministerio de Sanidad todavía seguía dictando que el origen de la enfermedad había que buscarlo en un micoplasma, de transmisión aérea, y de entrada en el organismo por vía respiratoria, el Dr. Muro ya afirmaba el 10 de mayo de 1981 —a los 10 días de detectada la enfermedad— que eso era imposible, y que la vía de transmisión era necesariamente —dadas las características de la sintomatología— la digestiva. «Si se hubiera enfocado la enfermedad por vía digestiva desde el mismo día 10 de mayo en que se dijo, se habría muerto menos gente y la investigación se habría enfocado en otro sentido», me diría el hijo del difunto Dr. Muro, mientras el letrado Juan Francisco Franco Otegui denunciaba ante el Parlamento Europeo el 26 de octubre de 1986 que el gobierno había condicionado los diagnósticos, ocultado o retrasado el reconocimiento de síntomas de la enfermedad, y manipulado resultados analíticos para añadir que «paralelamente, la Administración impidió el desarrollo de hipótesis alternativas valiéndose de todo tipo de medios incluídos la ocultación y falsificación de todos aquellos datos que exigían la apertura de nuevas líneas de investigación.»

EL SILENCIO DEL PACTO
Esas líneas eran las que había que cercenar en el momento mismo en que comenzaban a brotar. La planta de la verdad no debía crecer, porque en su configuración iba implícito el nombre de quienes habían envenenado realmente a más de 60.000 españoles.

Un ejemplo más: el Dr. Muro, desesperado por el hecho de que las altas instancias sanitarias del país hacían caso omiso de sus indicaciones acerca de la forma en que había que llevar la investigación, se lanzó el día 13 de mayo de 1981 a predecir nuevos focos de afectados: dado que había seguido la pista de la enfermedad y había logrado dar con la red de distribución del producto venenoso, notificó en la tarde del 13 de mayo a los doctores Munuera y Cañada —subdirector general de programas de Sanidad— dónde exactamente iban a aparecer nuevos casos de afectados al día siguiente, con especificación de poblaciones y de calles. Al día siguiente, 14 de mayo, aparecieron efectiva y puntualmente estos nuevos afectados en las poblaciones y en las calles indicadas por el Dr. Muro. Pero en vez de que ello sirviera para que el Ministerio de Sanidad se decidiera por hacerle caso, sirvió para todo lo contrario: al día siguiente, 15 de mayo, un telegrama del Ministerio ordenaba el cese fulminante del Dr. Antonio Muro y Fernández-Cavada de su puesto de director en funciones del Hospital del Rey.

Ese cese fulminante, así como la renuncia a acelerar la curación efectiva de los enfermos —se estaba a tiempo de lograr esta curación efectiva si se hubieran escuchado las voces que iban bien encaminadas— debía necesariamente de obedecer a muy poderosas razones que nada tienen que ver con la Sanidad, ni siquiera con el propio gobierno español. Era el precio que se cobraba el silencio del pacto.

MÁS INTERÉS EN LOS EE.UU. QUE EN ESPAÑA
Eso ya se notó días antes, cuando el Dr. Angel Peralta Serrano, jefe del departamento de Endocrinología del Hospital Infantil de la Ciudad Sanitaria de La Paz, de Madrid, en artículo publicado en el diario «Ya» de fecha 12 de mayo de 1981, y después de informar que al INSALUD le habían sobrado 17.000 millones de pesetas aquel año (¡Cuanta urgencia y efectividad podría haberse aplicado a la resolución de la nuva enfermedad!), afirmaba, refiríendose al síndrome tóxico, que en su opinión los cuadros clínicos que se habían presentado en aquellos primeros días, mejor se explicaban por una intoxicación por insecticidas organofosforados, que no por una simple infección viral (neumonía atípica). El artículo en cuestión fue replicado al día siguiente por el entonces Secretario de Estado para la Sanidad, Luis Sánchez-Harguindey Pimentel, en carta abierta publicada en el mismo rotativo, con lo cual el mencionado Secretario de Estado evidenciaba estar perfectamente al corriente de lo expuesto el día anterior por el Dr. Angel Peralta. Pero tampoco reacciona, ni obra en interés de los enfermos. Esa historia, como dije en el párrafo anterior, parece que no va con el gobierno español: «Ya» es un diario matutino (ojo al dato). Porque el mismo día 12 en que aparece el artículo del Dr. Peralta hablando por primera vez de organofosforados, una llamada telefónica de Madrid —del Dr. Gallardo del Centro Nacional de Virología y Ecología Sanitaria— a Atlanta, en el estado norteamericano de Georgia, pide ayuda al Epidemiology Program Office del Center for Disease Control (CDC). Que envía a Madrid al epidemiólogo William B. Baine. Tal y como manifestría más tarde la eurodiputada Dorothee Piermont, investigadores y víctimas implicadas son de la opinión de que datos, historiales clínicos y documentos establecidos con ocasión de la visita del epidemiólogo norteamenricano, fueron transferidos íntegramente al CDC estadounidense, no siendo por tanto accesibles ya a los investigadores españoles que consideran falsa la hipótesis del aceite.

Para finalizar este tema, quiero dejar constancia de la sorprendente realidad de que cuando el síndrome tóxico —sin estar resulto ni muchísimo menos— deja ya de ser un tema de importancia para las autoridades españolas, lo sigue siendo de forma prioritaria para los Estados Unidos. Esto sólo ya es un escándalo en sí mismo. ¿Es que los americanos querían patentar en su país el sistema de desnaturalización y re-naturalización de aceite de colza que habían aplicado quienes se sentaron en el banquillo de la Casa de campo? Que nadie se engañe: más bien estaban al corriente desde el principio de lo que realmente aconteció aquí en la primavera de 1981. El detalle que cito aparece textualmente en la hoja 4ª del Acta de la sesión del 17 de noviembre de 1983 del Pleno de la Subcomisión de Investigación Clínica de la Comisión Unificada de Investigación, integrada en el Plan Nacional para el Síndrome Tóxico dependiente de la Presidencia del Gobierno. Citando una intervención del Dr. Manuel Posada de la Paz, puede leerse allí: «A continuación expuso la relación de trabajos que se van a enviar para ver si pueden ser subvencionados por la vía del convenio Hispano-Americano. Dicho convenio está basado en un dinero que Estados Unidos paga al Gobierno español por las bases americanas, que se invierte en proyectos de investigación conjuntos para ambos países. Hace un año el SAT (síndrome del aceite tóxico) era un tema prioritario para los dos países, pero en el momento actual no lo es para España aunque los americanos siguen muy interesados.»

¿ACEITE O TOMATE?
La línea de investigación propugnada por la Administración desembocaría por ende en la suposición de que la nueva enfermedad fue producida por la ingestión de determinada partida de aceite de colza desnaturalizado, importado de Francia y sometido a un proceso de renaturalización (extracción o separación del producto colorante en España), mientras que la investigación emprendida por el Dr. Muro y su equipo desembocaría en la suposición de que la enfermedad fue producida por el consumo de una partida de tomates tratados con un compuesto de insecticidas organotiofosforados, cultivados en Roquetas de mar, en Almería.

NO PUDO SER EL ACEITE
Uno de los pilares en los que basan su acusación quienes argumentan que el origen del síndrome tóxico radica en el aceite de colza desnaturalizado, es el hecho —dicen ellos— de que la enfermedad comienza a decaer desde el momento en que deja de ser consumido el aceite sospechoso: el 10 de junio de 1981 se anuncia por vez primera por TVE la posible relación de unos aceites sospechosos con el origen de la enfermedad. El 17 de junio se da la orden de retirada de estos aceites sospechosos. Y el 30 de junio de 1981 comienza la operación efectiva de canje de los mismos por aceite puro de oliva. A partir de este día, según la tesis oficial, comienza a remitir la enfermedad, comienza a decaer la curva de incidencia de entrada de nuevos enfermos en los hospitales. pero esta opinión oficial está falseada. Porque observando la curva real de dicha incidencia, la enfermedad —el ingreso de nuevos enfermos en centros hospitalarios— decae espontánea y verticalmente a partir del 30 de mayo, o sea un mes antes de que a la gente se le quitara el aceite presuntamente tóxico, y fecha anterior incluso a conocerse por los medios de comunicación de forma no oficiosa que el aceite era el causante del síndrome tóxico.

Hay naturalmente otras muchas consideraciones básicas que excluyen la posibilidad de que el aceite de colza desnaturalizado fuera el causante de la tragedia.

Por ejemplo: si fuera el aceite el causante, ¿cómo se explica la discriminación intrafamiliar? Esto es: ha quedado constatado que es muy rara la afectación de toda la familia, puesto que siempre permanecen invulnerables alguno o algunos de sus miembros. Por lo que, dado que el aceite en una cocina como la española es consumido por todos, éste es difícilmente el vehículo del tóxico.

Lo mismo cabe argumentar para la discriminación interfamiliar. Intrafamiliar es dentro de la misma familia, en la composición de la familia. Interfamiliar es en cambio entre familias, la discriminación que la enfermedad hace entre una familia y otra. Pues es sabido que el "garrafista" ha vendido a lotes completos de vecinos, y solamente han enfermado por ejemplo los del 2º F, los del 7º C y los del 1º B, mientras que el resto permanecen sanos, a pesar de que las garrafas se habían llenado en el mismo momento, del mismo tanque, y fueron vendidas el mismo día. Etc. etc.

LOS CATALANES, GENÉTICAMENTE DISTINTOS
Curioso y absolutamente determinante, por sus características tan paradójicas con respecto a la epidemia del síndrome tóxico, es el caso del circuito catalán de comercialización del aceite supuestamente tóxico. estas características vuleven a ser un elemento más de los varios que, por sí solos, ya refutan la hipótesis del aceite fraudulento como vehiculizador del tóxico que causó el citado síndrome tóxico.

Resulta que durante el año 1981 se distribuyó en Cataluña aceite fraudulento de composición semejante al distribuído en la región central, que por ello también fue declarado como aceite tóxico en aquel momento. La cantidad de aceite comercializado en Cataluña fue superior a 350.000 kg. Pues bien, pese a haber sido distribuida toda esa cantidad de aceite y haberse vendido al público durante varios meses de 1981, no se tiene constancia de la existencia de ningún afectado original de la zona catalana.

Pero lo más sorprendente del caso es que una de estas marcas concretamente 'El Olivo', fue también distribuida en Castilla, sobretodo en Madrid capital y poblaciones limítrofes. Pues bien, este aceite oriundo de Cataluña, en donde no provocó ningún afectado, al ser consumido en Madrid provoca automáticamente afectación. ¿Es posible que las partidas destinadas a Castilla sean tóxicas y las que se quedan en Catalunya sean inocuas? ¿O acaso —como apuntó un letrado de la Defensa durante el juicio— debe atribuirse este fenómeno a una distinta composición genética o reacción sensible de catalanes y castellanos?

Mucho más lógico que buscarle estos tres pies al gato, resulta concluir que el aceite no tuvo en realidad nada que ver con el síndrome tóxico. Nada, excepto que formaba parte en muchos casos del mismo plato que también contenía los tomates que llevaban el tóxico.

NO HABÍA TÓXICO EN EL ACEITE
Buscando un punto de apoyo que justificara la inculpación del aceite de colza desnaturalizado, la opinión oficial argumentó que el tóxico se hallaba en las anilinas que se usaron para su desnaturalización (tinte), y en su defecto en las anilidas que estas anilinas originaron durante el proceso de re-naturalización efectuado en España. pero resulta que —como muy ampliamente lo documento en el citado libro Pacto de Silencio— el aceite sospechoso no contiene tóxico alguno, ni de anilinas ni de anilidas ni de tipo alguno. Así lo manifestaría por ejemplo la Dra. Renate Kimbrough, del CDC de Atlanta, USA, el 10 de febrero de 1985 a la televisión alemana: «No hallamos ningún indicio que señalara que el aceite fuera el causante del síndrome tóxico. Además, muchos otros laboratorios en Europa han intentado hallar alguna sustancia tóxica en estos aceites, y tampoco tuvieron éxito alguno.»

Añadiré que a la vista de todos los datos que hoy poseemos, se hace no ya difícil, sino absolutamente imposible, mantener que el aceite de colza desnaturalizado fuera el desencadenante del envenenamiento masivo de la primavera de 1981 en España. Tal posibilidad ha quedado descartada por los nulos resultados arrojados al respecto tanto por la investigación toxicológica, como por la bioexperimental y también por la epidemiológica.

LOS TOMATES VENENOSOS
Si el aceite no fue el causante de la tragedia, ¿por qué la Administración ha venido fomentando la idea de que fue este agente el que envenenó a tantos administrados? ¿Por qué ha cerrado sus oídos a tantas voces que indicaban —algunas susurrando pero otras gritando— que ese no era el camino y que en cambio había otro que permitía llegar al foco de la epidemia e incluso a la curación de los afectados? En buena lógica, igual daba que la fisura de los controles oficiales quedara descubierta en el negocio del aceite, como en el negocio del tomate. Puestos a tener que reconocer un fallo en el sistema, tanto daba una que otra variante. La única diferencia estriba en que por la vía del aceite solamente se descubre un fraude alimenticio, mientras que por la vía del tomate se descubre una imprudencia temeraria tras la cual se puede esconder un error dirigido. Solamente así se explica la actitud oficial frente a este problema. Como diría en su momento el entonces subsecretario de Sanidad del Ministerio socialista de Ernest Lluch, Dr. Sabando, lo del síndrome tóxico no es un problema del Ministerio de Sanidad, ni de ningún otro Ministerio; es un problema de Guerra, Felipe González, CESID, y luego, por decir algo que lo englobe todo alrededor, digamos KGB-CIA: este es el único problema, y de ahí no lo podemos sacar.

EL ORIGEN DEL DRAMA
Recordemos la historia que llevaba al origen del drama: el 15 de mayo de 1981 el Dr. Antonio Muro y Fernández-Cavada es destituído como vimos de sus funciones de director del Hospital del Rey, a causa de los aciertos evidenciados en la investigación de la etiología del síndrome tóxico. El causante real no debía salir a la luz pública. A partir del mes de julio del mismo año 1981, y llevando ya la investigación de forma privada, el Dr. Muro enuncia su hipótesis de que el síndrome tóxico ha sido causado por un producto fito-sanitario, un organotiofosforado, vehiculizado por una partida de tomates o pimientos. Desde entonces y hasta su muerte en 1985 —de un cáncer de pulmón, al igual que Rosón, que moriría al año siguiente y que era otro de los pocos que estaban perfectamente al corriente de lo que había sucedido— se dedicó sin tregua a estudiar el consumo de tomates en los afectados, a reconstruir la comercialización de los mismos, llegando a localizar —mediante un laborioso proceso de retroceder desde el afectado al productor— al posible agricultor y al posible campo en donde se plantaron. Se había comenzado a desandar el camino que llevaba hacia los organofosforados, como causantes de la intoxicación masiva de la primavera española de 1981.

De acuerdo con las averiguaciones del Dr. Muro, el desencadenante del envenenamiento fue una partida de tomates, cultivados en Roquetas de Mar (Almería), y previamente tratados con un compuesto organotiofosforado, el fenamiphos (comercializado con el nombre de Nemacur), combinado con isofenphos (comercializado con el nombre de Oftanol). Cabe remarcar que el isofenphos es el producto que habría causado la característica neuropatía retardada acusada por los afectados, y que la partículo "tio" (en el compuesto organo-tio-fosforado) alude a la presencia de azufre en la mortal combinación. Combinación por lo tanto fosforada y azufrada. Así lo dejaría escrito el Dr. Muro:

«El nematicida fitosistémico Nemacur-10, prohibido en varios países por su alta peligrosidad, e introducido en España por primera vez pocos meses antes de la epidemia del síndrome tóxico, es un organotiofosforado del grupo fenamiphos (4-[metiltio]-m-toliletil-isopropilamidofosfato) que, de no respetarse sus muy dilatados intervalos de seguridad (mínimo de tres meses), se convierte dentro del fruto en un fitometabolito derivado extraordinariamente agresivo —su toxicidad se potencia unas 700 (setecientas) veces— y cuya composición exacta parece ser alto secreto militar. Las partes fundamentales de su molécula y su acción bloqueante irreversible de la acetilcolinesterasa, explica extraordinariamente bien, pese a los desmentidos globales de la OMS, la patogenia y cuadro clínico observados en el síndrome tóxico. Los tomates contaminados son semiselectos de la variedad 'lucy', razón por la cual su consumo no ha afectado a clases o zonas urbanas adineradas.»

ARSENAL QUÍMICO
Aporto estas consideraciones porque se observa —cuando se analiza todo este asunto en detalle— que el pacto de silencio que aquí salta a la vista, sólo puede justificarse por la extrema gravedad de lo realmente ocurrido. Para ello conviene recordar que los organofosforados se hallan en la base del moderno armamento químico como también conviene recordar por qué se estaba demorando el acuerdo de desarme químico entre los Estados Unidos y la Unión Soviética: la creación del arma química binaria hace imposible cualquier tipo de control internacional, debido a que su producción puede ser organizada secretamente incorporándola en cualquier empresa química privada. Implica la experimentación con nuevos tipos de agentes químicos en la industria de herbicidas, entre otras, existiendo la posibilidad de evitar las inspecciones en las unidades y empresas que pertenezcan a sociedades privadas o multinacionales. Cabe señalar que Nemacur y Oftanol son productos de la multinacional Bayer. Es importante por lo tanto que al enjuiciar lo sucedido en España con el síndrome tóxico, se tenga presente que la industria química privada multinacional ofrece la única posibilidad de ensayo impune en el supuesto de un acuerdo internacional de suspensión de la experimentación y almacenamiento de armamento químico

Esto lo sabía perfectamente Juan José Rosón, al igual que cabe suponer lo saben perfectamente el teniente general Emilio Alonso Manglano, el coronel Catalá y el general Cassinello, por citar solamente a algunos conocedores del tema.

Andreas FABER-KAISER, 1988. (http://andreas.faber.cat/articulos/denuncia/sindrome-toxico/)
 
Después de tantos años, tanto leer y escuchar, aún no sé bien a qué se debió. Recuerdo perfectamente cuando salió la noticia, al principio hablaban de "neumonía atípica" y el miedo entre la población era evidente, la gente no hablaba de otra cosa.
 
30 años del juicio sobre el síndrome tóxico: ¿Fue el aceite de colza?
HISTORIA CONTEMPORÁNEA
Viernes 31 de Marzo, 2017
Se cumplen 30 años del juicio más multitudinario de la historia de España: el juicio de la colza. Hubo más de 1.000 víctimas. 1.000 muertos. 1.000 asesinatos. El tiempo ha hecho que todos creamos sin dudarlo que fue el aceite de colza el culpable de esas muertes. Ya algunos alzaron la voz entonces. Les escucharon, pero su voz se fue apagando con el tiempo… Hoy los recuperamos.
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Después del juicio hubo más y se habla de un total de casi 1.000 víctimas mortales –algunas fuentes elevan la cifra todavía más– y 25.000 afectados. La sentencia fue “tibia”, ya que aunque recoge la existencia de un nexo entre las muertes y el envenamiento masivo, las exposiciones de algunos especialistas que ponían en duda ese vínculo quizá alteraron el resultado. O no. Y es que aunque pasó y se dijo de todo… sí hubo una incógnita fundamentada.

El juicio duró 15 meses. Se llevó a cabo en la Sección Segunda de la Audiencia Nacional. De todos los encausados, había ocho que acumulaban la mayor parte de petición de pena del fiscal, Eduardo Fungairiño. Sólo dos de los acusados acabaron entre rejas más allá del juicio. Y aunque la sentencia recoge la culpabilidad de los aceiteros, la condena no fue ejemplar. La sociedad quería ver entre rejas a los culpables, fuera cual fue la causa de las muertes. La sentencia –que llegó 11 meses después del final del juicio– no contentó a nadie. Y la infelicidad por ello dura hasta hoy. Y seguramente será eterna…

Todo empezó hacia 1981…

El presidente Adolfo Suárez había dimitido en medio de una vorágine institucional que estaba desmembrando el país desde sus cimientos, afectando a todas las instituciones y en medio de insistentes rumores de rebelión en el seno de un Ejército que estaba atestado –y apestado– de nostálgicos del régimen franquista. No es de extrañar que –cuando Leopoldo Calvo Sotelo se sometía a la aprobación como nuevo presidente en una votación en el Congreso– el 23 de febrero el país asistiera a un golpe de Estado sobre cuya responsabilidad última aún no se ha escrito la última página. Afortunadamente, y aunque lo querían así menos de los que parece, triunfó la democracia y la libertad, pese a que esa democracia y libertad no estaba asentada aún entre los circuitos neuronales de todos los que mandaban en la España de entonces. Gobernaba la Unión de Centro Democrático (UCD), pero era un gobierno que tenía escrita su defunción, especialmente tras la dimisión de Suárez. La desmembración del partido, que aglutinaba interes y tendencias de corte y pelaje dispar, era un hecho al tiempo que se avecinaba un futuro en el cual el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) alcanzaría la victoria en breve. Su líder, Felipe González, todavía ataviado con chaquetas de pana, llevaba tiempo preparando la maleta para mudarse a la Moncloa. Su futuro cargo era cuestión de tiempo…

En ese contexto iba a ocurrir algo que vino a enturbiar aún más la situación social española pero que acabaría por demostrar cómo la opinión pública puede ser manipulable aun cuando existiera una aparente libertad. Una demostración de cómo las masas pueden perder el criterio cuando el río conduce en una dirección...

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LA VERSIÓN OFICIAL
El mal se presentaba en tres fases. Tras los problemas respiratorios severos llegaban problemas en el funcionamiento normal de todos los órganos, a los que había que sumar afecciones nerviosas. Había más afectadas que afectados, en un proporción de 3 mujeres por cada 2 hombres. También cabe señalar que, en la mayor parte de los casos, los enfermos vivían en los cinturones obreros e industriales de las ciudades afectadas, en donde se suponía que existen más personas que mantienen una dieta alimenticia más económica.

El día 10 de junio se efectuó a través de Televisión Española el anuncio de que el agente causante del mal era el aceite de colza. En opinión del Ministerio de Sanidad todo estaba explicado. Había sido como por arte de magia. Sin embargo, ya para entonces el brote había empezado a remitir, pero decenas de miles de personas ya presentaban los síntomas.

Aunque ya existían voces autorizadas que apuntaban a otra causa para explicar el síndrome tóxico, la versión oficial fue que el culpable absoluto de todo era el aceite desnaturalizado, que se importó desde Francia para uso industrial. En la cadena comercial el producto acabó siendo destinado para el consumo humano. Se trataba de una anilina que contenía el aceite. Su proceso de refino había causado el mal.

Andreas Faber Kaiser, fue uno de esos comunicadores únicos en su valentía y su atrevimiento, que escribió en marzo de 1988 un libro titulado Pacto de Silencio (Ed. Compañía General de las Letras), que no es sino uno de los libros más audaces y extraordinarios que jamás se hayan escrito sobre las maquinaciones del poder en contra de los ciudadanos para proteger intereses comerciales de las grandes multinacionales. Aunque no hay pruebas de ello, su fallecimiento, víctima del sida, poco tiempo después, se ha llegado a interpretar como una venganza por parte de quienes había desnudado en su obra. Pero no había sido el único que falleció entre los más valientes de esta terrible historia...

Es hora de citar al Dr. Antonio Muro Fernández Cavada, que tras disentir de la versión oficial murió como consecuencia de una enfermedad mortal. Era, por entonces, subdirector del Hospital del Rey de Madrid. Apenas cinco días después de la muerte de la primera víctima del síndrome tóxico, y a tenor de la gran cantidad de enfermos con síntomas que estaban llegado a su centro, puso a su equipo de investigar las causas del brote. Si se descubrían las causas, podría salvarse la vida de los enfermos aplicándoles el tratamiento más oportuno.
 
30 AÑOS DEL JUICIO
Reunión en el Congreso de los Diputados
"A las víctimas del aceite de colza nos han abandonado a propósito"
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Afectados por el aceite de colza en la puerta del hospital 12 de octubre. JAVIER BARBANCHO
http://www.elmundo.es/sociedad/2017/03/30/58dd2089268e3e223a8b4908.html#ancla_comentarios
"Que nadie olvide lo que pasó"
  • EFE
  • Madrid
30/03/2017 17:13 (elmundo.es)
Treinta años después del inicio del primer juicio por Síndrome del Aceite Tóxico, causado por la ingestión de aceite de colza, las víctimas siguen pidiendo reconocimiento público y aseguran que han sido "abandonadas" y olvidadas "a propósito" por el Gobierno, la sociedad y la investigación sanitaria.

"Estamos abandonados y a propósito olvidados", dice Susana Martín, quien enfermó al consumir aceite de colza cuando tenía 14 años. Desde entonces sufre secuelas pulmonares, ulceración en la piel, y pérdida de fuerza muscular y de visión.

Hace 30 años que comenzó el juicio a 38 aceiteros procesados por la Audiencia Nacional, unas sesiones que se prolongaron hasta el 28 de junio de 1988, y cuya sentencia no se dictó hasta el 20 de mayo de 1989.

El tribunal determinó que 330 personas murieron por el síndrome y estableció unas indemnizaciones de 15 millones de pesetas (90.151 euros) para los herederos por persona fallecida y de 150.000 pesetas (901 euros) a 90 millones (540.910 euros) para los afectados, según sus síntomas y grado de invalidez.

Sin embargo, los afectados consideran que, una vez indemnizados, fueron olvidados sin tener en cuenta que muchos no podrían trabajar por las secuelas, ni por tanto cotizar nunca. "El dinero no te quita una enfermedad, ¿cómo seguimos viviendo?", lamenta Martín.

Además, esta afectada señala que como no se investiga esta dolencia médicamente, no saben si se la han podido trasmitir a sus hijos. En su caso, tiene una hija de seis años y vive sin saber si ella en el futuro desarrollará algún mal.

"No estamos ni en los libros de historia"
Otra de la afectadas, Pilar Sastre, relata la dureza de su caso, cuando, de una familia de cinco personas, cuatro enfermaron por el Síndrome del Aceite Tóxico y su madre falleció prematuramente.

"En el transcurso de los años nos han ido abandonando en todos los sentidos, tanto en el ámbito político, como sanitario, como investigación de la enfermedad. Todos nuestros órganos internos están afectados y muchos de los enfermos no han podido trabajar", manifiesta.

Esta víctima considera una "vergüenza" que todavía no hayan tenido un reconocimiento por parte del Gobierno y que no estén "presentes" en la sociedad. "No estamos ni en los libros de historia".

Por ello, esta mañana la Plataforma de Víctimas Enfermas por el Síndrome del Aceite Tóxico "Seguimos Viviendo" se ha reunido con representantes políticos de los principales partidos en el Congreso de los Diputados, con el objetivo de no caer en el olvido y trasladarles que las indemnizaciones "no paliaron las carencias y necesidades de justicia moral".

Ya a comienzos de este mes, el PSOE presentó una propuesta para reactivar el tratamiento que se da a los afectados.

Además, también reclaman que se designe un centro, servicio o unidad de referencia de asistencia a estos afectados, puesto que en la actualidad sólo existe una consulta específica en el Hospital 12 de Octubre de Madrid.

"No hace falta dinero, sólo voluntad", indica la coordinadora de la Plataforma, Carmen Cortés, quien ha sido la encargada de reunirse con los representantes políticos.

El PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos han mostrado su apoyo a la Plataforma, si bien, explica Cortés, no ponen una fecha para empezar la reactivación del tratamiento a los afectados, algo que han criticado, puesto que "no hay tiempo que perder".

Después de ello, se dirigirán al registro de la Audiencia Nacional para pedir los expedientes médicos de cada uno de los afectados, porque sólo con ellos será posible hacer un seguimiento "exhaustivo" de las secuelas.
 
mi tía vivía en otra zona totalmente distinta y compraba y consumía ese aceite para toda la familia,lo compraba a un vendedor ambulante..durante mucho tiempo
evidentemente cuando salto el tema lo dejo de consumir..

nunca enfermo nadie..

siempre que saltaba la noticia...lo comentaba...
 
Recuerdo el caso. Qué pánico. Pero es que me viene a la cabeza otros envenenamientos: naranjas y yogures. Se rumoreaba que con una jeringuilla les inyectaban veneno... Se me revuelve el cuerpo.
 
Sobre este caso , me gustaría hacer el siguiente comentario :
Creo recordar que el primer caso ocurrio en Torrejón de Ardoz o cerca de esta población . ¿ que hay en Torrejón de Ardoz ?
Una base americana . No digo nada más . Además era el mismo año del 23F y había pasado hacía dos meses , más o menos .
Ya podeís especular y pensar mal , pues quien piensa mal: acierta . Yo tenia 13 años .
Yo siempre he creido que hubo un escape de alguna sustancia química . ¿ Por qué no hubieron casos en Catalunya ?
 
Sobre este caso , me gustaría hacer el siguiente comentario :
Creo recordar que el primer caso ocurrio en Torrejón de Ardoz o cerca de esta población . ¿ que hay en Torrejón de Ardoz ?
Una base americana . No digo nada más . Además era el mismo año del 23F y había pasado hacía dos meses , más o menos .
Ya podeís especular y pensar mal , pues quien piensa mal: acierta . Yo tenia 13 años .
Yo siempre he creido que hubo un escape de alguna sustancia química . ¿ Por qué no hubieron casos en Catalunya ?
mi tía vivía en cornella y comía el mismo tipo de aceite comprado a granel en mercadillos o en venta ambulante...
ll
 
gracias a las que habéis contribuido, especial a @Marta que ha subido tantísimos artículos, me conecto por móvil y es difícil subir nada.
Yo también he leído sobre el tema y el doctor Muro y otros como Frontela (el de la segunda autopsia de Alcasser), que decían que no, que jamás aceite y por lo que investigaron una partida de tomates y efectivamente el primer caso se dió cerca de Torrejón. Lo cierto es que se trató del mayor caso de envenenamiento de población hasta la fecha, entre 30 mil y 60 mil personas (vamos que ni ETA) y que está muy pero que muy tapado. Sabíais que una de las abogadas que más representados llevó fue Paca Sauquillo?? en el pdf que circula por ahí de la cia en españa citaban este caso directamente como de la casa.........

pensaba que igual conocías a gente que aún sufra de las secuelas, que por lo visto son muchos y no todos tienen acceso a pensión por incapacidad, sobre todo a los que cogió jóvenes y no habían trabajado nunca. Me parece un drama tremendo al que por lo que sea no se le da ninguna visibilidad.
 
La gran farsa de la colza
«The Ecologist» en castellano, octubre del 2000

La gran farsa de la colza.
La intoxicación del Síndrome Tóxico no fue causada por el aceite de colza. Esto es lo que sostienen desde hace años un grupo de médicos, periodistas y abogados, que han investigado este drama que, hace 19 años, afectó, según la Administración, alrededor de 30.000 personas, de las cuales murieron más de 1.000. De acuerdo con estos investigadores independientes, no hay ningún tipo de dato, ni epidemiológico ni toxicológico, que demuestre que fue el aceite. Por contra, este reducido grupo de disidentes apunta que la causa de la intoxicación fue debida a la mala utilización de productos organofosforados, que se utilizaron en una plantación de tomates en Almería. La mayoría de estos disidentes sospechan que no sólo habría habido una negligencia en el uso de pesticidas por parte de un agricultor, sino que la intoxicación podría haber sido el resultado de un experimento militar dirigido. Sea como sea, lo que sí acuerdan estos investigadores es que las Administraciones i instituciones nacionales e internacionales que han participado en los diferentes estudios que habían de aclarar la causa de la intoxicación han mostrado un gran interés en que no se sepa la verdad.

El Dr. Luís Frontela Carreras, forense, que es uno de los principales críticos de la hipótesis oficial, ha asegurado a The Ecologist que «la intoxicación no fue causada por el aceite de colza y esto lo sostengo ante quien haga falta», y añade que la causa tiene que ver con compuestos organofosforados. Otro de los discrepantes que ha investigado las causas de la intoxicación es la periodista de Reuters, Spiegel y Stern, Gudrun Greunke. Para esta periodista, que es coautora junto con Jörg Heimbrecht del libro «El montaje del Síndrome Tóxico», «no hay ningún grupo de investigación que administrando el aceite de colza a los animales de laboratorio haya reproducido la enfermedad. Es más», añade Greunke, «tampoco hay ningún grupo de investigación que haya encontrado en el aceite ningún tóxico que explique los síntomas que tenían y tienen los enfermos».

La investigación desarrollada por algunos médicos puso en evidencia que los síntomas que sufrían los afectados se podían atribuir a una intoxicación por organofosforados. Entre estos investigadores destaca el Dr. Muro, quien era director del Hospital del Rey de Madrid cuando empezó la epidemia, oficialmente el 1 de mayo de 1981. Muro fue el primero en señalar la pista de los organofosforados y el primero en atender casos atribuidos al aceite de colza. En esta primera quincena de mayo, Muro descartó que se tratase de una legionela o bien una neumonía causada por bacterias o algún virus, como en un primer momento defendió la Administración. El Dr. Muro llegó rápidamente a la conclusión que todos los afectados habian comprado, mayoritariamente, en mercados ambulantes. Es más, se dió cuenta que los afectados tenian preferencia por las ensaladas, y comenzó a buscar entre los ingredientes de este plato el agente causante de la epidemia. Los trabajos de su grupo de investigación le llevaron a descartar la hipótesis del aceite, antes de que fuera anunciada por la Administración, el 10 de junio, como causante de la intoxicación. Después vendría su denuncia que desde la Administración se dijera a los afectados que no cobrarían las indemnizaciones si no reconocian haber consumido el aceite.

En un informe realizado el mes de julio de 1981, el Dr. Muro expuso, entre otras, las siguientes contradicciones de la hipótesis del aceite de colza: ¿si es consumido por todos los miembros de una familia, por qué unos enferman y otros no?; ¿si las garrafas de aceite se han llenado el mismo día del mismo tanque, por qué unos se intoxican y otros no?; ¿cómo es posible que haya familias con afectados que no han consumido nunca estos aceites?; ¿cómo puede ser que se intoxiquen unos miembros de una familia, mientras que los demás miembros contiuan tomando el aceite y no sufran ninguna intoxicación?...

Este médico hizo toda su investigación sin ningún tipo de ayuda por parte de la Administración, la cual le notificacó su cese como director del Hospital del Rey el 15 de mayo de 1981. Hasta el momento de su muerte, en al primavera de 1985, Muro no dejó de repetir que el alimento que causó la intoxicación estaba contaminado por una mezcla de pesticidas, entre los cuales había muy probablemente el Nemacur y el Oftanol, productos de la casa Bayer. Esta idea fue apuntada en el reportaje de portada de la revista Cambio 16, que era dirigida por José Oneto, el 17 de diciembre de 1984. Para coordinar las investigaciones sobre la intoxicación, el Gobierno español creó el Plan Nacional del Síndrome Tóxico (PNST), que pasó a dirigir Carmen Salanueva. Una de las primeras funciones de este organismo fue reunir epidemiólogos para conseguir datos que diesen carta de presentación científica a la teoría del aceite. Entre estos había el matrimonio de médicos María Jesús Clavera y Javier Martínez, quienes lejos de encontrar argumentos a favor del aceite, descubrieron contradicciones en los datos que hasta ese momento utilizaba la Administración para argumentar que la causa de la intoxicación era el aceite.

La primera evidencia que mantenía la Administración para defender la hipótesis del aceite era que el número de intoxicados comenzó a disminuir después que se anunciase por televisión, el 10 de junio, que la causa podria ser un aceite de colza. «Lo primero que descubrimos era que la epidemia había comenzado a disminuir de forma espontánea unas dos semanas antes de este anuncio», asegura María Jesús Clavera. Si a esto se añade que la Administración sostenía que el periodo de latencia desde que se consumía el aceite hasta que se desarrollaba la enfermedad era de una semana, esto implicaba que el descenso habría de haber comenzado no el 10 de junio sino una semana después debido a que la gente habría estado consumiendo el aceite hasta el día del anuncio de que la causa podría ser esta. «Esto todavía hacía más contradictorio el argumento de que era el aceite», reconoce la Dra. Clavera, y recuerda que la exposición de los datos descubiertos a Carmen Salanueva la horrorizaron. «Nos dijo, 'qué me decís, esto es terrible..., pero ¿estáis seguros?'. Todo su parlamento nos parecía sincero, pero pocos días después Salanueva salió en rueda de prensa y volvió a repetir que había sido el aceite».

El segundo aspecto que el matrimonio Martínez-Clavera investigó fue el circuito de comercialización del aceite. «Si una epidemia es única, si hay un síndrome que aparece de golpe en el cual todos tienen más o menos los mismos síntomas, es que se habían de haber intoxicado con un producto común», explica Clavera. Estos epidemiólogos comenzaron su investigación buscando algún punto en común en los circuitos de comercialización del aceite. «Una vez completamos el plano, con los circuitos, la identificación de las empresas implicadas, vimos que no sólo no había ninguna procedencia en común sino que el origen era muy disperso», y añade que «no había ningún tipo de coherencia ni territorial ni espacial». El dato más flagrante que el matrimonio Martínez-Clavera puso sobre la mesa era que sólo un 3 por 1.000 de los consumidores del aceite sospechoso estaba afectado, y que había víctimas que no habían consumido el aceite sospechoso.

En junio de 1984 exposieron sus discrepancias respecto a la teoría del aceite de colza en una reunión de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que Clavera recuerda muy tensa. «Después de la exposición, el presidente no sabía que decir y optó por interrumpir la reunión. Los jefes se retiraron a un despacho a deliberar, y cuando salieron informaron que la investigación no se podía rehacer si el Gobierno español no daba su visto bueno. Después de decirnos que presentásemos investigaciones más detalladas al cabo de seis meses, continuaron hablando del aceite como si nada hubiera pasado».

Después de este tenso encuentro, en septiembre de 1984, el PNST y el Center for Disease Control (CDC) de los Estados Unidos firmaron un contrato para prestar un epidemiólogo al Estado español. Fue seleccionado el Dr. Edwin M. Kilbourne, quien cuando se produjo la intoxicación estaba vinculado al Epidemic Intelligence Service (EIS) del CDC. Kilbourne ya habia sido enviado por el CDC para integrarse a un equipo de investigadores que habían de elaborar seis estudios en la población Navas del Marqués para averiguar el origen de la intoxicación. La principal conclusión de los estudios era que los enfermos habían comido lo mismo que los sanos. Los científicos pretendían explicar este dato a partir de diferencias genéticas o del sistema inmunitario entre intoxicados y no intoxicados. Con este argumento se habría podido explicar, por ejemplo, por qué en Cataluña, en donde también se distribuía el aceite de colza, no hubo ningún afectado.

Según el documento firmado entre el PNST y el CDC, la actividad principal de Kilbourne era la de «colaborar en un estudio epidemiológico-toxicológico con el fin de encontrar en el aceite la sustancia química o las substancias más estrechamente asociadas con la enfermedad». Es decir: el Dr. Kilbourne no tenía que investigar ningún alimento que no fuera el aceite de colza. El mismo documento especifica más adelante que «todos los datos que serán transmitidos al CDC con base a este contrato pertenecen al gobierno español y tienen carácter confidencial», y añade que «no pueden ser usados para fines científicos u otros que no se mencionen en este contrato, si el PNST no da antes su consentimiento».

A nivel judicial, el caso del Síndrome Tóxico también generó acontecimientos más propios de una película de espionaje que de un estricto problema de salud pública. El letrado Juan Franciso Franco entró en este espinoso asunto como abogado de los importadores de aceite. «Poco después recibí una información que me decía que investigáse el tema por qué el aceite no tenía nada que ver, que esta hipótesis no encajaba en absoluto, y al cabo de un tiempo conocí los trabajos del Dr. Muro». Su participación en el caso le llevó el 27 de octubre de 1986 a hacer una intervención ante el Parlamento Europeo. «En esta època yo estaba recibiendo llamadas amenazadoras contra mi familia a les tres de la mañana. Se lo comenté al entonces eurodiputado Juan María Bandrés y me dijo que había de hacer público lo que sabia y que habíamos de intentar que yo hablase en el Parlamento Europeo». En su intervención, Franco expuso las contradicciones existentes en la hipótesis del aceite: «Mi propósito es dejar constancia de unos hechos, que por sí mismos, pondrán en evidencia, las manipulaciones y falsedades de que fué objeto la investigación científica, esencialmente epidemiológica, para dar apoyo a la hipótesis oficial e impedir la apertura de líneas alternativas», y añadió que «pretendo por tanto, denunciar públicamente estos hechos que han permitido ocultar la verdadera causa de la intoxicación y perpetuar la caótica situación existente a España en relación con la prevención sanitaria y el medio ambiente». En su discurso ante el Parlamento Europeo este letrado también sostuvo que «la Administración impidió el desarrollo de hipótesis alternativas valiéndose de todo tipo de medios, incluidos la ocultación y la falsificación de todos aquellos datos que exigían la apertura de nuevas líneas de investigación».

¿Por qué toda esta confabulación para enterrar el caso del Síndrome Tóxico?. Greunke sospecha que detrás de la intoxicación alimentaria hay algo más que un fraude alimentario. «Se ha argumentado que se tapó porque en ese momento España negociaba la entrada en la Comunidad Económica Europea y estas informaciones podrían tener graves repercusiones sobre el sector hortofrutícola del país». Greunke añade que «hacer un montaje de este tipo, en el que se falsificaron datos, en el que se metieron diversos gobiernos para taparlo... Cuesta un poco de creer que fuera una simple intoxicación alimentaria. Allá detrás debía de haber intereses más poderosos que los estrictamente económicos». Inexplicablemente, su libro «El montaje del Síndrome Tóxico» fue retirado de las librerías una semana después de publicarse; los doctores María Jesús Clavera y Javier Martínez fueron despedidos de forma fulminante de la Comisión Epidemiológica del Síndrome Tóxico poco después de presentar sus datos a la reunión de la OMS y nunca más han podido trabajar como epidemiólogos; Juan Francisco Franco dejó de recibir llamadas amenazadoras después de su discurso ante el Parlamento Europeo; el Dr. Muro murió en 1985 víctima de un cáncer que muchos sospechan que fue inducido; pocas semanas después de la publicación en Cambio 16 del reportaje «Un producto Bayer enveneno Espana», José Oneto hubo de dejar la dirección de la revista; por su lado, Carmen Salanueva, después de ser la directora del Plan Nacional del Síndrome Tóxico fue nombrada Directora del Boletín Oficial del Estado y fue acusada y condenada por haber comprado cuadros a una galería de arte en nombre de la Reina y Carmen Romero, esposa del entonces presidente del Gobierno. Además fue acusada de fraude que la Intervención General del Estado cifró en más de mil millones de pesetas. Murió el pasado mes de enero. El Dr. Edwin M. Kilbourne es quien ha salido mejor, hasta ahora de este asunto: hoy en dia es el director de la Oficina de Gestión de Datos del Center for Disease Control de los Estados Unidos.

Aceite sin aceitunas:
Los disparates para llegar a un cabeza de turco.

«Es un bichito tan pequeño que si se cae se mata». Esta frase del entonces ministro de Sanidad, Jesús Sancho Rof, atribuyendo en un primer momento la causa de la intoxicación a un microorganismo, es para algunos un pequeño botón de muestra de lo que ha sido, y es, la historia del Síndrome Tóxico. El inicio oficial de la intoxicación es el 1 de mayo de 1981, cuando falleció el niño Jaime Vaquero, de 8 años, en una ambulancia que tenia que llevarle a un hospital.

A partir de este momento los ingresos se fueron multiplicando, así como también los disparates que se fueron divulgando desde el Gobierno. El mismo ministro Sancho Rof llegó a decir en rueda de prensa el 22 de mayo de 1981 que «en todas las autopsias realizadas se detecta el mycoplasma y ningún otro agente. En los cultivos, el germen crece como un mycoplasma. Se conoce su nombre y su primer apellido, pero falta su segundo apellido. Se extiende sin ningún agente físico particular que lo propague».

El 10 de junio, TVE difunde la noticia que podría ser un aceite adulterado vendido de forma ambulante, sin etiqueta y, por lo tanto, sin control sanitario. Una semana más tarde, Sancho Rof anuncia que es el aceite. De esta forma se ponía punto final a la teoría llamada hasta ese momento como «neumonía atípica».

Para los disidentes, la única cosa que se descubrió en el aceite era un fraude alimentario al que, en ningún caso, se le podía atribuir el origen de la intoxicación y que, de hecho, se estaba practicando desde hacia años.

El aceite de colza se importaba desde Francia, con licencia para su uso industrial, por lo que era mucho más barato que el aceite de oliva para el consumo humano. Este aceite de colza tenia que venir desnaturalizado, lo que implica que se debería de haber teñido con un 2% de anilinas para que su aspecto no invitase a su ingestión. En algunos casos, este proceso se llevaba a cabo y en otros no. A los industriales que se sentaban en el banquillo de los acusados de la Casa de Campo se los acusaba de estar involucrados en un negocio que se dedicaba a renaturalitzar este aceite de colza: le sacaban el tinte -es decir, las anilinas-, para desviarlo hacia el consumo humano. En este proceso de renaturalitzación se generaban anilidas. Según el Gobierno, las anilinas y anilidas que contenía el aceite serian las substancias tóxicas a las que cabria atribuir el envenenamiento masivo. Esta definición volvió a cambiar más tarde, y se optó por la sibilina expresión «que el aceite de colza era el vehículo del agente tóxico desconocido».

El fraude del aceite tiene una larga tradición en España. En los años ochenta, la producción anual de aceite de oliva se situaba en aproximadamente 450.000 toneladas. De éstas, se exportaban 100.000. Si se tiene en cuenta que, según reconocía el Ministerio de Agricultura, en todo el estado se consumian unas 800.000 toneladas de aceite de oliva, se puede suponer que una gran cantidad de este aceite no provenia, precisamente, de aceitunas.

Ensayo militar:
Pesticidas: mismos productos, diferentes usos.

Los investigadores independientes sospechan que alrededor de la intoxicación podria haber un caso de ensayo con armas químicas. En el prólogo del libro «El montaje del Síndrome Tóxico», el periodista Rafael Cid reconoce que el mismo CESID investigó directamente el caso. El trabajo de dos oficiales de este centro concluía que la tesis del aceite no se sostenía. El informe, elevado al entonces director del CESID, Emilio Alonso Manglano, apuntaba hacia un ensayo de guerra química como detonante de la epidemia.

Los productos de la familia de los pesticidas tuvieron su origen en las armas químicas. En su uso militar, agrario o doméstico, pertenecen al grupo de los compuestos organofosforados, con una composición química muy similar. Son productos neurotóxicos porqué bloquean la acción de la colinesterasa, una enzima sin la que se forman cantidades tóxicas de acetilcolina, una substancia que destruye el funcionamiento del sistema nervioso. De ahí que estos productos, con unas pequeñas modificaciones, se puedan usar para finalidades civiles o militares. De hecho, los primeros compuestos organofosforados, como el Tabún, el Sarín y el Somán, fueron desarrollados por el Dr. Gerhard Schrader y su equipo, que trabajaban como químicos en la Compañía Bayer.

Este estrecho parentesco ha comportado que en algunos casos haya concordancias entre la fórmula de una patente para uso civil y para uso militar de un mismo producto. Es el caso de la arma binaria VX norteamericana. En un documento del gobierno de este país para la Conferencia Permanente de Desarme de Ginebra, se publicó en 1972 por primera vez la fórmula de la estructura de esta VX, que concuerda con la fórmula de la patente de Bayer número 3014943.

Guillermo Caba Serra.

(publicado en la revista «The Ecologist» en castellano, octubre del 2000).
 
El Síndrome Tóxico de la Colza (version oficial vs version real).
19 MAYO, 2016 / FPMADLAX

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Hipótesis oficial vs. Hipótesis encubierta
NOVIEMBRE 30, 2014 SANDRA BORTOLOTTI DEJA UN COMENTARIO


Los malos de este terrible episodio de la historia de España, a los que se acusa de la tragedia del síndrome tóxico español, son 13 de los 38 empresarios procesados en el juicio, que tradicionalmente se dedicaban a la producción, venta o distribución de aceite.

Concretamente, se condena a cada uno de ellos como autores de delito contra la salud pública, delito de estafa, delito de imprudencia temeraria profesional o cooperación necesaria de un delito de estafa.

Pese a que la sentencia reconoce ignorar el agente tóxico concreto presente en el aceite, se refiere en numerosas ocasiones y gracias al testimonio de Sir Richard Doll[1] a la toxicidad de las anilinas y anilidas. Pero estudios y especialistas afirman que la dosis letal (DL50[2]) de las anilinas se sitúa en 250 mg/kg y la de las anilidas en 1959 mg/kg.[3]. Tradicionalmente, en la toxicología se ha venido aceptando que una sustancia es relativamente inocua -no tóxica- cuando su DL50 se sitúa en más de 2500 mg/Kg.[4]. Aún así, la presencia encontrada en los aceites supuestamente culpables tanto de anilinas como de anilidas no supera nunca las concentraciones a partir de las cuales se consideran dosis letales. Por este motivo, toxicólogos franceses, americanos y alemanes -de Lyón, Atlanta y Berlín- opinan que los aceites no pueden ser los causantes de la intoxicación.

De hecho, las anilinas y anilidas del aceite de colza al cual se ha culpado de la intoxicación desde 1981, en realidad tienen una toxicidad menor que la nicotina (DL50: 50 mg/Kg.), la cafeína (DL50: 192 mg/Kg.) o la aspirina (DL50: 200 mg/Kg.)[5].

Pero antes de acusar a las anilinas y anilidas, ¿qué son realmente estas sustancias?
En primer lugar, su efecto en la salud y el estudio de su toxicidad no eran especialmente conocidos en la España de 1981. De hecho, como se lee en la carta que escribe el doctor Tabuenca al Secretario de Estado para la Sanidad, Luís Sánchez-Harguindey: “Me acaban de comunicar del laboratorio que encuentran en todas las muestras del aceite, acetil anilida, substancia cuya toxicidad y mecanismos tengo que estudiar y comprobar”. Pero tampoco a nivel mundial eran muy conocidas las anilinas (y mucho menos las anilidas) en el ámbito científico, pues se trata básicamente de una sustancia empleada como tinte en juguetes, envases, mobiliario, tabaco, ropa y productos de todo tipo, que raramente causa intoxicaciones.

Según el mismo CDC (Center for Desease Control) de Atlanta (EE.UU) las exposiciones agudas de anilidas tan sólo ocurren si se trabaja con la anilida:

EL HOMBRE DE Paj* (2ª parte)

El gobierno y sus instituciones, es decir, la policía, los tribunales, el recaudador de impuestos tienen autoridad sobre tí, en virtud de que sin saberlo, les das tu consentimiento. Pero, mientras que los estatutos (leyes del Parlamento) se aplican sólo a la ficción legal – la ley común, son aplicables a ti – al hombre o mujer de carne y hueso. Hay que ser muy cuidadosos para entender la diferencia.

Derecho común es lo que el oficial de policía como agente del orden protege, nuestros derechos naturales. El derecho común es la regla que rige la forma en que nos comportamos con nuestros semejantes a fin de que todos podamos vivir en paz y armonía con los demás sin amenaza de daño o pérdida.

Por lo tanto exceso de velocidad, estacionamiento, impuestos municipales, IVA, etc todos se aplican a la “ficción legal”, la cual tienes derecho absoluto a rechazar si así lo deseas, pero si crees que defender tus derechos es demasiado problema, entonces puedes escoger seguir siendo dócil y obediente. La elección es tuya.

No tengo ninguna objeción de pagar mi parte justa al funcionamiento de un sistema del cual todos somos los beneficiarios, pero no a una dictadura. Si rechazo pagar mis impuestos municipales, las multas por exceso de velocidad o estacionamiento, es el camino para lograr un cambio que nos beneficiará a todos, entonces eso es exactamente lo que voy a hacer. Espero que mucha más gente comience a pensar y actuar como hombres y mujeres libres, cuanto más rápido lo hagamos, antes se acaba la tiranía y nuestra vida empezará a mejorar.

PERO… siempre hay un pero, la “ficción legal” tiene beneficios, así como obligaciones. El NHS (Servicio Nacional de Salud), la educación, los beneficios por los hijos y propiedad de la vivienda, cuentas bancarias, etc, todos son por cortesía de la “ficción legal”. Si decides eliminar las obligaciones/responsabilidades, potencialmente eliminarías los beneficios. Así que debes de tener una clara comprensión de en lo qué te estás metiendo antes de empezar a jugar con el sistema.

Querido lector, nuestros controladores no son tontos … ya que han estado trabajando su plan durante mucho tiempo. Han ideado un sistema que da y quita, y que ha encontrado un equilibrio cuidadoso entre ambos que les ha permitido mantener su control. Así que si hay beneficios, así como obligaciones/responsabilidades y no queremos tirar todo por la borda, así que…

¿a dónde iremos partiendo desde este punto?

La respuesta a ese dilema es simple. El sistema se puede utilizar para nuestro beneficio en general. Los malos han tomado el control de él y han estado utilizando deliberadamente el sistema para su propio beneficio a costa nuestra. Lo están usando para multarnos en exceso con el fin de alimentar su avaricia, que nos cobra y persigue y nos mantiene serviéndoles y haciendo nuestra vida miserable en dicho proceso. Tenemos derecho a obtener los beneficios y rechazar las responsabilidades, cuando el equilibrio se ha distorsionado en nuestro perjuicio- lo que claramente ha ocurrido.

El que escribe ha estado en los tribunales (en numerosas ocasiones) negando las responsabilidades de la ficción legal – hasta la fecha con un 100% de éxito. Ha habido algunos momentos de festejo, ha sido una experiencia interesante en donde servidores públicos han visto con asombro (e ignorancia) como nosotros (amigos y activistas) hemos aparecido en la corte declarando que NO … no aceptamos su autoridad. El choque con la autoridad es palpable, ellos responden con gritos, dando órdenes para que obedezcamos, utilizan amenazas, intimidación y de vez en cuando llaman a sus guardias de seguridad y la policía para tratar de forzarnos a la sumisión, pero en vano. Nos hemos mantenido en nuestra posición siendo testigos del debilitamiento de su resolución y, en su lugar, hemos visto cómo han comenzado a someterse a nuestra autoridad. En la corte ahora, nosotros hacemos las preguntas y ellos responden a ellas. ellos son más sumisos cuando les recordamos que los tribunales pertenecen a la gente y no a ellos.

El hombre de carne y hueso es mucho más poderoso que sus controles de ficción legal, es sólo una cuestión de descubrir cómo podemos demostrar nuestra autoridad sobre ellos. Ha sido y seguirá siendo un camino lleno de baches, se hizo más suave con el apoyo de todos aquellos que asisten a los tribunales como testigos. El grupo de la Constitución británica está haciendo retroceder poco a poco la marea de la tiranía, lo hacemos con el conocimiento de que tenemos razón y ellos están equivocados, como se demuestra tras sumisión gradual a nuestras demandas. Pero todavía nos queda un largo camino por recorrer. Cuantos más sean los que se unen a la lucha, más rápido vamos a recuperar el control. No necesitamos elecciones o referendos o cualquier otro mecanismo controlado para liberarnos del gobierno corrupto ya sea en el Reino Unido o en Bruselas, sólo tenemos nuestro espíritu, determinación y coraje para levantarse y decir NO.

Nosotros, el pueblo británico tenemos el derecho a gobernarnos a nosotros mismos, tenemos un instinto natural de querer preservar nuestra soberanía y nuestra independencia … pero hemos sido inducidos a pensar que necesitamos el permiso de una élite poderosa para asegurarlo … no lo aceptemos.

Han confundido nuestra identidad y nuestra nacionalidad, el entendimiento y el propósito de nuestra constitución y las reglas de la ley. Algunos de nosotros hemos sido engañados en pensar en nosotros como europeos, una descripción universal con tantos significados como llamarnos terrícolas. Somos británicos – Ingleses, escoceses, galeses e irlandeses del Norte. Tenemos entre nosotros a personas de todos los países de la tierra, de estas islas y del pueblo británico somos, una nación de la tolerancia, compasión, fortaleza y la justicia. Hemos llevado estos valores por el mundo – y parece que ha llegado el momento de volver a hacerlo.

Nuestro futuro no será determinado por un partido político, no será determinado por títeres como Clegg, Cameron y Brown (¿se acuerdan de él?) … Nuestro futuro será forjado por aquellos que de entre nosotros encuentren el coraje para defender nuestros derechos y los declare ante el mundo.

La tiranía que ha sido construida a nuestro alrededor se derrumbará cuando nos pongamos de pie a defendernos. Es un juego de números … cuando seamos más que ellos… el objetivo se habrá conseguido.

Fuente: Astillas de realidad

" data-medium-file="" data-large-file="" class="size-large wp-image-40" src="https://sindrometoxico.files.wordpress.com/2014/11/anilina.jpg?w=711&h=260" alt="Anilina" originalw="474" width="474" height="173" originalh="173" src-orig="https://sindrometoxico.files.wordpress.com/2014/11/anilina.jpg?w=474&h=173" scale="1.5" style="-x-ignore: 1">
Ilustración 10: Información de la reseña toxicológica de la ANILINA de la Agencia para Substancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR por sus siglas en inglés) del Centro para el Control de Enfermedades (CDC), en Atlanta .
Además, la hoja informativa del CDC también responde a la pregunta: ¿Cómo podría estar expuesto a la anilina? Primeramente, afirma la ATSDR, “la población general puede exponerse a la anilina al comer alimentos o tomar agua que contienen anilina, aunque estas cantidades generalmente son muy pequeñas[7]”. La reseña sigue informando: “si usted trabaja en un lugar que fabrica productos como pinturas, barnices, herbicidas y explosivos, puede estar expuesto a la anilina. También se ha detectado anilina en el tabaco, de manera que la gente que fuma o que inhala humo pasivamente también puede estar expuesta a la anilina. La gente que vive cerca de un sitio de desechos peligrosos no controlado puede estar expuesta a niveles de anilina más altos de lo normal”.

Los estudios epidemiológicos existentes demostraban que el aceite tóxico había sido desnaturalizado con anilina. Pero la explicación es muy simple. En la España de 1981 -de dieta esencialmente mediterránea- y según el Ministerio de Agricultura de la época, se consumían unas 800.000 toneladas de aceite de oliva. Sin embargo, la producción española de este aceite se situaba en las 450.000 toneladas, de las que 100.000 toneladas eran destinadas a la exportación. Por otra parte, se producían 270.000 toneladas de aceite a partir de otros vegetales[8].

Así pues, existía claramente una mayor demanda respecto a la oferta de aceite de oliva en España. Por lo que, algunos empresarios vendían aceite importado con la finalidad de lucrarse cubriendo una indispensable necesidad de la población española. Sin embargo, España todavía no formaba parte ni de la la Unión Europea ni de la OTAN y seguían vigentes los aranceles destinados a proteger la producción interna del país. Por este motivo y debido a la diferencia de precio entre el aceite de colza español y el importado, éste último era permitido bajo una licencia que obligaba a desnaturalizar los aceites y destinarlos exclusivamente a usos industriales (ver Ilustración 11).

Estas palabras y conceptos son utiles para entender un poco como se mueve el mundo en la actualidad, y que no es como la gente cree que se mueve, lamentablemente todavia muchisima gente, incluso con estudios, se mueve a traves de creencias no demostradas, pero creo que esto ayudara un poco a relacionar un poco las causas y sus efectos como son en realidad.

Black Hand*

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Black Eagle Trust*
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British East India Company
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Bull of Borgia*
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*Palabras/Terminos revisados.

**Estas palabras y conceptos estan en la web jordanmaxwell.com, que aunque no lo parezca dicha web ha sido robada por un antiguo Colaborador de Jordan Maxwell, asi que quien este interesado en cooperar con el, especialmente de forma economica, que se olvide por su bien.

" data-medium-file="" data-large-file="" class="size-full wp-image-41" src="https://sindrometoxico.files.wordpress.com/2014/11/abc.jpg?w=474" alt="ABC" originalw="474" width="376" height="376" scale="1.5" style="-x-ignore: 1">
Ilustración 11: Breve de ABC, edición del 16 de julio de 1981.
Asimismo, la misma sentencia 48/1989 recogía: “En 1980 y desde hacía varios años, las autoridades administrativas españolas venían autorizando importaciones de aceite de colza, pero para proteger la producción nacional de aceites y grasas comestibles, se exigía que el de colza importado no fuera destinado a la alimentación humana, sino a otras actividades industriales, que resultaban ser, casi exclusivamente las siderúrgicas. Con el fin de garantizar el no desvío al destino humano se ordenó administrativamente que la mercancía, cuando ingresara en territorio español, tuviera desnaturalizados sus caracteres organolépticos, para lo que fueron autorizados, en 1970, el aceite de ricino, y en 1974 el aceite náftico, el Azul de Ceres y la anilina, ésta al 2 por ciento”[9].

La Dirección General de Aduanas era el organismo responsable del control de las importaciones de los aceites. A este respecto, uno de los empresarios acusados en el proceso judicial declaró: “hacer contrabando no exige grandes misterios, ni sobornar a ningún funcionario de Aduanas. Es mucho más fácil. El funcionario de Aduanas tiene que tomar unas muestras para comprobar si corresponden con lo que se supone que importas. Basta con que se las des tú. La propia Administración ha fomentado ese relajamiento. Es la Administración quien ha propiciado la política de grasas que obliga al contrabando. Sin ese contrabando no era posible hacer una política de grasas que permitiera vender barato el aceite de oliva. (…) El negocio estaba en coger aceite de oliva y mezclarlo con otro aceite, español o importado, cuanto más barato, mejor, siempre y cuando fuese aceite comestible. A nadie se le había ocurrido aquí mezclar, como los marroquíes, un aceite de motor o cualquier otra barbaridad de ese tipo. Lo que se hacía era mezclar aceite de oliva con orujo, que era el siguiente en precio; pero el margen era poco rentable. Así es que se terminó por mezclar otros más baratos: de soja, de pepita de uva, de algodón, etcétera”[10].

Lo cierto es que la mezcla de aceite de oliva con otros productos sigue llevándose a cabo en la actualidad. Según un reciente reportaje de investigación, siete de cada diez aceites de oliva embotellados, contienen trazas de otros productos.[11]

Pues bien, desde las altas esferas se decidió que el cabeza de turco fuera el aceite de colza importado desde Francia y desnaturalizado con un 2% de anilina (tinte), que posteriormente re-naturalizaron (quitar la anilina para adaptarlo al consumo humano) los empresarios españoles sobre quienes cayó la sentencia. Durante más de 10 años, este proceso se había repetido una y otra vez sin causar envenenamiento alguno, vendiendo el aceite (en garrafas de cinco litros) a la población de clase media y baja.

Además de la escasez de la producción española de aceite de oliva, hay que tener en cuenta que el aceite de marca ofertado en la época era escandalosamente caro (por el más barato se pagaban 120 pesetas el litro, equivalentes a 0,72 € el litro[12]) en una sociedad en la que, uno de cada tres españoles, no llegaba a fin de mes.

Pese a este dato, aunque la mayoría de afectados tenían un nivel adquisitivo bajo, no todos compraban este tipo de aceite (que mayoritariamente era distribuido por vendedores ambulantes en mercadillos). Muchos afectados manifestaron no haber consumido jamás este tipo de aceite sino el de marcas reconocidas y etiquetadas[13], mientras que muchos otros afirman haberlo consumido en litros, pese a no presentar ningún síntoma de la rara enfermedad.

También es extraño el hecho de que tan sólo uno o dos miembros de cada unidad familiar resultaran afectados, pues el aceite es un ingrediente que no falta en ninguno de los platos de las familias españolas. Aún así, la media de afectados por familia era de 1,98 en diciembre de 1981.

Cabe tener muy presente igualmente el “Estudio sobre el síndrome tóxico publicado el 15 de enero de 1982 por el Centro Municipal de Salud del Ayuntamiento de Getafe. Puesto que en él se destaca que quince afectados del síndrome tóxico en aquel municipio mantienen e insisten en que no tomaron aceite tóxico, ni de marca ni de granel.”[14]

Tampoco coinciden los síntomas, como veremos en el apartado siguiente, pues el principal síntoma de intoxicación por anilinas, es la metahemoglobina[15], reacción ausente entre la larguísima lista de síntomas de los afectados.

Pese a las numerosas evidencias y documentos que demuestran lo contrario, los organismos que gestionan la sanidad mundial, el gobierno español y la opinión pública siguen apostillando que en la intoxicación de 1981, el culpable fue el aceite de colza desnaturalizado con anilinas. De hecho, desde entonces, no han cesado los estudios y nuevas investigaciones orientadas a encontrar el tóxico concreto que causó la enfermedad. Las últimas aproximaciones sobre el tipo de compuestos relacionados con la enfermedad revelan, en función de nuevos métodos de química analítica, la implicación de una familia de compuestos, los ácidos grasos diéster de fenilaminopropanodiol, y, uno de estos compuestos particularmente, el 1,2-di-oleil ester de 3-(N-fenilamino)-1,2 propanediol (DPAP). Parece ser que están más fuertemente asociados con la enfermedad que las anilidas de los ácidos grasos[16]. Pero tampoco pueden explicar la larga lista de síntomas de la enfermedad.

Por otro lado, una vez descartada la hipótesis del aceite por el doctor Muro el 20 de junio de 1981, al recibir los análisis del experimento animal con los aceites del Centro Nacional de Alimentación y Nutrición de Majadahonda[17], sigue investigando la causa del envenenamiento en los mercadillos ambulantes que muchos de sus pacientes visitan a menudo. Un elemento común que tienen la gran mayoría de los afectados es el consumo frecuente de ensaladas. Pero Muro descarta científicamente la lechuga, la cebolla, el aceite, la sal y el vinagre.

“Solamente quedaba el tomate, pero como el tomate tiene una piel cérea, está buen protegido y, por tanto, habría que descartarlo. Pero si el tóxico está en el tomate, tiene que ser una substancia química, un veneno que actúa sistemáticamente, es decir que se extiende en el sistema total de la planta. También la enfermedad tiene que ser sistémica, dado que afecta al organismo entero, casi no existe un órgano del cuerpo que no esté afectado”[18].

Por los síntomas, el doctor Muro está prácticamente convencido de que el veneno que buscan tiene que ser un pesticida. Por este motivo, visita algunos campos y zonas agrícolas en busca de productos insecticidas y plaguicidas. Confecciona un listado con 3.000 productos para la protección de las plantas y estudia sus efectos en animales.

El 11 de julio de 1981, encuentra un saco de Nemacur (pesticida creado y fabricado por la multinacional Bayer) en la cabaña de un agricultor de Almería, que le explica que ese es el primer año que lo utiliza. El incansable doctor Muro compra el mismo producto y se lo lleva para analizar junto a seis tóxicos más. El análisis toxicológico es llevado a cabo por nada más y nada menos que el ya mencionado doctor Guillermo Tena, director del Instituto Nacional de Toxicología, aunque Muro no le menciona lo que está buscando y las muestras están etiquetadas con simples letras.

Los resultados muestran que los animales que ingieren pimientos tratados con el Nemacur mueren al cabo de dos días, mientras que los que toman el producto en estado puro mueren a los seis días. Además, los órganos de los animales muertos presentan características muy similares a los de personas fallecidas por el síndrome tóxico[19].

Según la literatura científica, las sustancias que se forman en la planta a partir de pesticidas organofosforados como el Nemacur, los metabolitos, son varias veces más tóxicos que el producto original.

El pesticida Nemacur se convierte dentro del fruto en un Fito-metabolito (es un derivado metabólico, producto de la interacción del pesticida con el genoma del tomate) y es extraordinariamente agresivo, pues su toxicidad se potencia unas 700 veces respecto al nematicida (pesticida contra nematodos o gusanos de suelo) inicial, y cuya composición exacta parece ser alto “secreto militar”. Al ingresar al cuerpo este fitometabolito actúa como un inhibidor enzimático irreversible de la acetilcolinesterasa (enzima básica para el buen funcionamiento del sistema nervioso).

Por este motivo, este tipo de pesticidas (los organofosforados) tienen unos largos plazos de seguridad que deben garantizar la degradación biológica total de las substancias altamente tóxicas que se forman en la planta. Durante las investigaciones del doctor Muro, había hecho unas 5.000 encuestas en las que descubrió que todos sus pacientes habían comido tomates comprados en mercadillos o venta ambulante. El doctor y el equipo que lo rodea se convencen entonces de que algún agricultor ha utilizado el Nemacur sin tener en cuenta los plazos de seguridad[20].

Pero, ¿qué son los llamados plaguicidas organofosforados?
La verdad es que constituyen un grupo muy amplio de compuestos altamente tóxicos, que tienen su precedente en los gases de guerra “a menudo conocidos bajo el apelativo de ‘gases nerviosos’, entre los que se encuentran el sarín, el tabún o el somán, y que se desarrollaron de manera especial a partir de la Segunda Guerra Mundial”[21]. El Nemacur se encuadra dentro de este tipo de pesticidas y su ingrediente activo, el fenamiphos, está considerado como de alta toxicidad[22], así como el Oftanol, otro producto pesticida relacionado con la epidemia.

Está documentada la implicación de Bayer en las primeras producciones de organofosforados y especialmente en la creación del Nemacur, hecho del que se hablará ampliamente en el apartado “La implicación de Bayer y el gobierno de EE.UU”.

Antonio Muro informa de todo lo que va descubriendo a los distintos responsables del gobierno español. El 24 de noviembre de 1981 el doctor Muro explica el resultado de sus largas investigaciones en una reunión secreta en el Ministerio de Sanidad, pero es desoído y las autoridades no cambian el rumbo de sus actuaciones.

El doctor Muro –que recordemos, fue número uno de su promoción y director del Hospital Rey de Madrid– fue descalificado en los medios, despedido de la Administración y vapuleado todavía hoy por algunos de sus colegas de otros hospitales. Al preguntar por ello al toxicólogo Raimon Guitart, contesta: “el problema es que Muro salió en los periódicos cada semana acusando una cosa o la otra y eso alarmó a la población. Además, no está reconocido porque ninguno de sus estudios ha sido publicado en una revista científica“[23].

Busquemos entonces a un personaje con buena reputación. Uno de los médicos más prestigiosos del país, Luís Frontela[24], ha estado trabajando en infinidad de casos, entre ellos, el que aborda este trabajo.

José Merino es abogado y viudo de María Concepción Navarro, enferma desde 1980 del síndrome tóxico. Esta mujer, también abogada, negó haber consumido otro aceite además del de las mejores marcas de aceite de oliva español hasta el día de su muerte, el 24 de agosto de 1982. Por este motivo, el Estado le denegó una indemnización por su muerte a su marido, a raíz del informe de la autopsia, que afirmaba que la señora Navarro falleció de muerte natural. Aún así, la afectada bien había sido incluida en el censo de afectados con el número 28/81.473. 8.[25]

En este momento es cuando su marido, el señor Merino, se pone en contacto con el doctor Frontela, que compara el informe de la autopsia con el de otros fallecidos y comprueba que la señora Navarro ha muerto debido al síndrome tóxico[26].

EL HOMBRE DE Paj* (2ª parte)

El gobierno y sus instituciones, es decir, la policía, los tribunales, el recaudador de impuestos tienen autoridad sobre tí, en virtud de que sin saberlo, les das tu consentimiento. Pero, mientras que los estatutos (leyes del Parlamento) se aplican sólo a la ficción legal – la ley común, son aplicables a ti – al hombre o mujer de carne y hueso. Hay que ser muy cuidadosos para entender la diferencia.

Derecho común es lo que el oficial de policía como agente del orden protege, nuestros derechos naturales. El derecho común es la regla que rige la forma en que nos comportamos con nuestros semejantes a fin de que todos podamos vivir en paz y armonía con los demás sin amenaza de daño o pérdida.

Por lo tanto exceso de velocidad, estacionamiento, impuestos municipales, IVA, etc todos se aplican a la “ficción legal”, la cual tienes derecho absoluto a rechazar si así lo deseas, pero si crees que defender tus derechos es demasiado problema, entonces puedes escoger seguir siendo dócil y obediente. La elección es tuya.

No tengo ninguna objeción de pagar mi parte justa al funcionamiento de un sistema del cual todos somos los beneficiarios, pero no a una dictadura. Si rechazo pagar mis impuestos municipales, las multas por exceso de velocidad o estacionamiento, es el camino para lograr un cambio que nos beneficiará a todos, entonces eso es exactamente lo que voy a hacer. Espero que mucha más gente comience a pensar y actuar como hombres y mujeres libres, cuanto más rápido lo hagamos, antes se acaba la tiranía y nuestra vida empezará a mejorar.

PERO… siempre hay un pero, la “ficción legal” tiene beneficios, así como obligaciones. El NHS (Servicio Nacional de Salud), la educación, los beneficios por los hijos y propiedad de la vivienda, cuentas bancarias, etc, todos son por cortesía de la “ficción legal”. Si decides eliminar las obligaciones/responsabilidades, potencialmente eliminarías los beneficios. Así que debes de tener una clara comprensión de en lo qué te estás metiendo antes de empezar a jugar con el sistema.

Querido lector, nuestros controladores no son tontos … ya que han estado trabajando su plan durante mucho tiempo. Han ideado un sistema que da y quita, y que ha encontrado un equilibrio cuidadoso entre ambos que les ha permitido mantener su control. Así que si hay beneficios, así como obligaciones/responsabilidades y no queremos tirar todo por la borda, así que…

¿a dónde iremos partiendo desde este punto?

La respuesta a ese dilema es simple. El sistema se puede utilizar para nuestro beneficio en general. Los malos han tomado el control de él y han estado utilizando deliberadamente el sistema para su propio beneficio a costa nuestra. Lo están usando para multarnos en exceso con el fin de alimentar su avaricia, que nos cobra y persigue y nos mantiene serviéndoles y haciendo nuestra vida miserable en dicho proceso. Tenemos derecho a obtener los beneficios y rechazar las responsabilidades, cuando el equilibrio se ha distorsionado en nuestro perjuicio- lo que claramente ha ocurrido.

El que escribe ha estado en los tribunales (en numerosas ocasiones) negando las responsabilidades de la ficción legal – hasta la fecha con un 100% de éxito. Ha habido algunos momentos de festejo, ha sido una experiencia interesante en donde servidores públicos han visto con asombro (e ignorancia) como nosotros (amigos y activistas) hemos aparecido en la corte declarando que NO … no aceptamos su autoridad. El choque con la autoridad es palpable, ellos responden con gritos, dando órdenes para que obedezcamos, utilizan amenazas, intimidación y de vez en cuando llaman a sus guardias de seguridad y la policía para tratar de forzarnos a la sumisión, pero en vano. Nos hemos mantenido en nuestra posición siendo testigos del debilitamiento de su resolución y, en su lugar, hemos visto cómo han comenzado a someterse a nuestra autoridad. En la corte ahora, nosotros hacemos las preguntas y ellos responden a ellas. ellos son más sumisos cuando les recordamos que los tribunales pertenecen a la gente y no a ellos.

El hombre de carne y hueso es mucho más poderoso que sus controles de ficción legal, es sólo una cuestión de descubrir cómo podemos demostrar nuestra autoridad sobre ellos. Ha sido y seguirá siendo un camino lleno de baches, se hizo más suave con el apoyo de todos aquellos que asisten a los tribunales como testigos. El grupo de la Constitución británica está haciendo retroceder poco a poco la marea de la tiranía, lo hacemos con el conocimiento de que tenemos razón y ellos están equivocados, como se demuestra tras sumisión gradual a nuestras demandas. Pero todavía nos queda un largo camino por recorrer. Cuantos más sean los que se unen a la lucha, más rápido vamos a recuperar el control. No necesitamos elecciones o referendos o cualquier otro mecanismo controlado para liberarnos del gobierno corrupto ya sea en el Reino Unido o en Bruselas, sólo tenemos nuestro espíritu, determinación y coraje para levantarse y decir NO.

Nosotros, el pueblo británico tenemos el derecho a gobernarnos a nosotros mismos, tenemos un instinto natural de querer preservar nuestra soberanía y nuestra independencia … pero hemos sido inducidos a pensar que necesitamos el permiso de una élite poderosa para asegurarlo … no lo aceptemos.

Han confundido nuestra identidad y nuestra nacionalidad, el entendimiento y el propósito de nuestra constitución y las reglas de la ley. Algunos de nosotros hemos sido engañados en pensar en nosotros como europeos, una descripción universal con tantos significados como llamarnos terrícolas. Somos británicos – Ingleses, escoceses, galeses e irlandeses del Norte. Tenemos entre nosotros a personas de todos los países de la tierra, de estas islas y del pueblo británico somos, una nación de la tolerancia, compasión, fortaleza y la justicia. Hemos llevado estos valores por el mundo – y parece que ha llegado el momento de volver a hacerlo.

Nuestro futuro no será determinado por un partido político, no será determinado por títeres como Clegg, Cameron y Brown (¿se acuerdan de él?) … Nuestro futuro será forjado por aquellos que de entre nosotros encuentren el coraje para defender nuestros derechos y los declare ante el mundo.

La tiranía que ha sido construida a nuestro alrededor se derrumbará cuando nos pongamos de pie a defendernos. Es un juego de números … cuando seamos más que ellos… el objetivo se habrá conseguido.

Fuente: Astillas de realidad

" data-medium-file="" data-large-file="" class="size-full wp-image-42" src="https://sindrometoxico.files.wordpress.com/2014/11/cambio16.jpg?w=474" alt="Cambio16" originalw="474" width="204" height="287" scale="1.5" style="-x-ignore: 1">
Ilustración 12: Portada de CAMBIO 16, edición del 17-24 de diciembre de 1984, nº 681.
El interés que suscita en el doctor Frontela este acontecimiento que el Estado parece estar manipulando, le lleva a investigarlo con todo su equipo de científicos interdisciplinarios (un total de quince) de la Universidad de Sevilla, durante los dos años siguientes. Como resultado, en 1984 presenta un informe en el que ratifica las investigaciones del doctor Muro[27].

El número de diciembre de la revista Cambio 16 recoge este informe y sale con una portada que escandaliza por su titular: “Escándalo Colza: Según nuevas investigaciones, un producto Bayer envenenó a España”. En un reportaje de ocho páginas, Cambio 16 repasa todo el informe del doctor Frontela y el del doctor Muro, y habla de la opinión de Carmen Salanueva[28] (coordinadora del Plan Nacional para el Síndrome Tóxico), Maria Jesús Clavera, Francisco J. Martínez y J. Costa (jefe de la división fitosanitaria de Bayer en España).

Sin embargo, dos meses más tarde, el director de Cambio 16, José Oneto, es cesado sin motivo “aparente” y en abril la multinacional Bayer demanda a la revista[29].

En el reportaje de Cambio 16 se puede leer: “’Las series de ratas intoxicadas directamente con Nemacur y con pimientos tratados con Nemacur dos semanas antes de la recolección -afirma concluyentemente el forense sevillano (Luís Frontela) en su informe- presentan similares lesiones microscópicas que las que se observan en los fallecidos por el síndrome o neumonía tóxica’ (…) ‘Tras muchos meses de trabajo en el Plan Nacional del Síndrome Tóxico ―dice Francisco Javier Martínez a CAMBIO16― hemos podido comprobar que el tóxico no fue el aceite, ya que sólo tres de cada mil personas que consumieron la colza supuestamente envenenada han resultado afectados.’ (…) ‘Después de haber estudiado detenidamente la sintomatología de los enfermos ―señaló un alto cargo del organismo a CAMBIO16―, estamos convencidos de que entre las sustancias que provocaron las “neumonías atípicas” tenía que haber obligatoriamente compuestos fosforados’”.

En la España de 1981 y en la de 33 años después, tanto autoridades como medios de comunicación y médicos siguen postulando por la hipótesis de que el aceite de colza fue el causante de la intoxicación[30]. ¿Cómo van a dudar de la opinión de científicos respaldados por la Organización Mundial de la Salud?

Sin embargo, paralelamente también hay un gran número de médicos, periodistas e investigadores que postulan que un pesticida organofosforado o un combinado de ellos es la causa más probable del síndrome tóxico. De hecho, estas opiniones se han hecho más numerosas con el paso de los años y los diferentes estudios que las han respaldado.

Además de los informes ya mencionados de los doctores Muro, Clavera y Martínez, y Frontela, el prestigioso toxicólogo alemán, Claus Köppel[31], publicó un artículo sobre el síndrome tóxico en el que se hablaba de una partida de tomates tratados con un pesticida organofosforado altamente tóxico[32].

El doctor Ángel Peralta, que fue el primero en apuntar que la enfermedad podía deberse a una intoxicación por organofosforados, declaró en el juicio de la colza como perito y aseguró que esta hipótesis era la única verosímil[33]. Asimismo, el doctor Peralta fue designado perito judicial (así como los doctores Clavera y Martínez) y entregó un estudio en el que en las conclusiones afirmaba “en plena era espacial el hombre explora el universo, sin embargo, un cuadro clínico recortadísimo patognomónico de intoxicación por organofosforados, no se identifica. (…) El hecho de haber transcurrido el periodo inicial bajo la etiqueta de neumonía atípica, fue una pérdida de tiempo irreparable, era la época clave para evitar muertes y complicaciones”[34].

Durante las declaraciones en el juicio, el doctor Peralta contestó afirmativamente a la pregunta de la defensa “¿ha tenido usted alguna reunión privada (…) en la que coincidió con los ministros Sancho Rof y Núñez? ¿No es cierto que le dijeron: ‘es cierto, tenias tu razón, era un organofosforado, pero no lo podíamos reconocer’?[35].

El doctor Fernando Montoro Jiménez, fue Subdirector General de Establecimientos y Asistencia Farmacéutica cuando el PSOE entró a gobernar en 1982. El doctor Montoro afirmó que tanto si se trataba de una intoxicación por anilinas (ésta explicación le parecía impresentable) como por organofosforados, el tratamiento a seguir estaba muy claro[36]. En junio de 1982, en una carta a Ciriaco de Vicente (miembro del PSOE, fue vicepresidente segundo de la Comisión de Investigación Conjunta del Congreso y el Senado sobre el síndrome tóxico) el doctor Montoro declaraba que “puede afirmarse que, a nivel científico, hoy se duda de que el aceite sea la causa del síndrome. Los estudios epidemiológicos han sido un desastre. (…) Lo que sí hay claro es que ha sido una intoxicación alimentaria. Y, yo me pregunto, cuando hubo intoxicación en niños de pecho, se analizó la leche materna (la madre se inventó que echaba aceite en la papilla para cobrar[37]) buscando oleanilidas y no se encontraron. Se encontraron residuos de insecticidas. Se descartó esta idea porque no se habían encontrado en el aceite. ¿Y si no fuera el aceite? ¿Y si fuera un nematicida que al añadirlo a los vegetales, los metaboliza produciendo otros compuestos más tóxicos que el propio insecticida y que son los que verdaderamente se ingieren? ¿Y si el nematicida fuera de una multinacional que se ha gastado miles de millones en retirarlo de los consumidores y comprarles las cosechas de tomates en pueblos de Toledo? (…) Muro falló en la manera de decir las cosas: cebollas, pepinos, pimientos, tomates, etc. Pero su estudio epidemiológico fue el mejor.”[38]

También el doctor Enrique De la Morena llegaba en sus investigaciones a las mismas conclusiones: “Cuál fue mi sorpresa cuando las ratas que yo alimentaba con ese aceite, que en unos casos les daba crudo, en otros frito, engordaron. Y lo que me temía es que tuviéramos una reunión los distintos investigadores que habíamos hecho esta experiencia y me encontrara yo con que mis ratas habían engordado y las ratas de los otros investigadores hubieran enfermado. Pues bien, la sorpresa fue que a todos, todos, les habían engordado las ratas con el aceite”. En enero de 1983, De la Morena solicitó ayuda financiera al Plan Nacional del Síndrome Tóxico, dirigido por Carmen Salanueva, para un proyecto de investigación en el que pretendía averiguar por qué tantos enfermos del síndrome tóxico contraen cáncer. No sólo se le deniega esa ayuda sino que le denuncian al Tribunal de Deontología del Colegio de Médicos que sin embargo no le retira la licencia para ejercer.

Coincidiendo con Muro y Frontela, el Dr. De la Morena declara: “Todos los resultados de nuestras investigaciones encajaban muy bien con una intoxicación por organofosforados”[39].

En 1985, el máximo responsable de pesticidas de la OMS, Gastón Vettorazzi, declaró en la revista Cambio 16 que “la epidemia estuvo provocada por un agente neurotóxico” y que de ninguna manera las anilinas o las anilidas podrían causar una enfermedad como la del síndrome tóxico[40]. La entrevista fue grabada en cinta magnetofónica bajo previo aviso del periodista, que también informó de que ésta sería publicada. Aún así, en el próximo número Cambio 16 tuvo que incluir una nota enviada por el propio Vettorazzi, en el que se desdecía de todo lo dicho durante la entrevista.

Un año antes, los doctores Clavera y Martínez ya habían hablado con Vettorazzi. A este respecto, el doctor Martínez explica: “Cuando en 1984 y por iniciativa personal fuimos a Ginebra para hablar con Gastón Vettorazzi (máximo responsable del departamento de pesticidas de la OMS) nos dimos cuenta de que allí sabían que el Síndrome Tóxico español de 1981 no lo había vehiculado ningún tipo de aceite y de que probablemente era una intoxicación por algún organofosforado; pero la OMS depende de la financiación de los gobiernos de los diversos países integrantes y debe atenerse a sus ‘vetos’ políticos[41].

Más tarde, se han realizado numerosos estudios sobre los efectos de los insecticidas organofosforados, debido a las intoxicaciones sufridas por los agricultores y trabajadores del campo de todo el mundo. Según estos trabajos, “la importancia de los efectos causados por la intoxicación de insecticidas organofosforados y carbamatos puede ser comprendida cuando se estima que aproximadamente tres millones de personas se exponen anualmente a dichos agentes con una mortalidad aproximada de 300.000 personas, y provocan un número importante de discapacidades”[42].

En todos los estudios sobre intoxicaciones por organofosforados se describen los mismos síntomas que los provocados por el síndrome tóxico, aunque más leves. A decir verdad, en el caso del síndrome tóxico se daban una serie de factores difíciles de repetir. La mayoría de envenenamientos por insecticidas organofosforados se dan por absorción por vía cutánea, digestiva o respiratoria del pesticida en cuestión. Mientras que en caso del síndrome tóxico, se trata de un envenenamiento a partir de unos frutos que han metabolizado el organofosforado (especialmente potente), convirtiéndolo en un componente aún más letal.

En 1989, una enfermedad desconocida, la Eosinofilia-Mialgia, mató a más de 100 personas y dejó discapacitadas permanentemente a otras 1.500, en Nuevo México (EE.UU.). Miles de estudios han relacionado esta enfermedad, también nueva y desconocida hasta el momento, con el síndrome tóxico español, pues los síntomas sufridos por las víctimas coinciden sobremanera y el agente causante jamás ha sido identificado[43][44]. Como en el síndrome tóxico, se buscó el culpable en un producto concreto y se acuso al L-Triptófano, un suplemento nutritivo, pese a que como no se pudo encontrar el veneno concreto, al contrario que con el aceite de colza, el triptófano fue absuelto en el proceso judicial.

La verdad es que las intoxicaciones por pesticidas organofosforados son mucho más frecuentes de los que nos pensamos. Sin ir más lejos, muchos científicos tienen el convencimiento de que el llamado “mal de las vacas locas” también fue causado por pesticidas organofosforados y lo cierto es que sólo hay que ver los síntomas[45]. La periodista Gudrun Greunke también se muestra convencida de ello: “La verdad es que esa enfermedad, que mató cientos de miles de vacas y causó más de 200 víctimas humanas, fue causada también por un producto organofosforado”[46].

En la actualidad, son muy pocos los médicos que tienen conocimientos sobre cómo tratar una intoxicación por organofosforados. Aquellos que están más habituados a ver estos casos, suelen tratar a enfermos de fatiga crónica, fibromialgia, sensibilidad química múltiple (SQM) o hipersensibilidad electromagnética (EHS), todas ellas enfermedades que pueden estar causadas, entre otros, por pesticidas organofosforados absorbidos en grandes cantidades ―por accidente o de manera intencionada[47]― o en pequeñas cantidades por acumulación, durante varios años[48]. Con frecuencia, también son enfermedades en superposición y por este motivo, se sospecha que una persona puede estar afectada de SQM cuando le ha sido diagnosticada fibromialgia o fatiga crónica, por ejemplo.

A este respecto, el doctor Joaquim Fernández-Solà así como la Sociedad Española de Neurología afirman que aproximadamente el 3% de los españoles están afectados por fibromialgia, pero a las tres cuartas partes de los enfermos ni tan sólo se les ha diagnosticado.

Todavía hay mucho desconocimiento sobre la fibromialgia, la sensibilidad química múltiple o la hipersensibilidad electromagnética y de hecho, no se conocen sus patologías exactas[49]. Según el doctor José Rodríguez Moyano, “no hay interés en que se resuelva y muchos se lucran de este vacío”. Por otra parte, el doctor Fernández-Solà asegura que “es un tema políticamente incorrecto porque estamos hablando de factores esencialmente ambientales que dependen de poderes económicos muy importantes. Por ejemplo, cuanto a radiación electromagnética se refiere, sabemos perfectamente que estamos expuestos a niveles impresionantes en nuestro país, pero las antenas que la provocan pertenecen a las empresas de telefonía, que son las principales empresas del Ibex-35. Lo mismo ocurre con las multinacionales farmacéuticas y los pesticidas, así que ¿cómo se va a investigar si tan siquiera se habla de ello?”[50].

Respecto al síndrome tóxico, ambos doctores son de la opinión de que un pesticida organofosforado tuvo que ser el causante. De hecho, Rodríguez Moyano opina que “no interesaba decir la verdad sobre el síndrome tóxico y se apostó por culpar al aceite de colza” y a la pregunta de si podría calificarse el síndrome tóxico como una fibromialgia muy aguda declara: “totalmente”. En esta línea, el doctor Fernández-Solà asegura que en este tipo de enfermedades (fibromialgia, SQM y EHS) “los pesticidas organofosforados se llevan la palma” a la hora de provocarlas y evidentemente “además de otros factores (morbilidad diferencial, exposición a químicos ambientales, etc.) la exposición a un organofosforado fue posiblemente una causa en la epidemia de 1981, que no fue suficientemente investigada.

El ya mencionado Sir Richard Doll fue el testimonio en el que se sustenta la hipótesis oficial del síndrome del aceite tóxico. A este respecto, el doctor Martínez Ruiz afirma: “Richard Doll fue la única persona que, en la historia del Síndrome Tóxico, se atrevió a emitir un ‘pronunciamiento’ de causalidad involucrando los ‘aceites sospechosos’, afirmándolo contundentemente después ante tres jueces y ante los numerosos Mass-media que estaban presentes en la Vista Oral de la Casa de Campo”.

Richard Doll y Edwin M. Kilbourne son los dos únicos científicos en los que, según el doctor Martínez, “y en base a sus a-científicos ‘pronunciamientos’ se entronizó la ‘Hipótesis Oficial’, se atendieron erróneamente a los afectados, se encarcelaron (y arruinaron) a los Industriales aceiteros…Y se arruinó la salud informativa de la joven democracia española”[51].

En 2001, el periodista de investigación, Bob Woffinden, publicó un artículo titulado “Cover-up”, que puede traducirse al castellano como “Encubrimiento”, en el que explicaba que el síndrome tóxico tiene importancia histórica no sólo por su escala y el número de víctimas, sino también porque “fue el fraude científico contemporáneo prototipo”. Woffinden también afirmaba que, en el caso del síndrome tóxico, fue “la primera vez que los intereses multinacionales ingeniaron con éxito un gran encubrimiento en la ciencia internacional”[52].

Ya en el prólogo de El Montaje del Síndrome Tóxico[53], el periodista Rafael Cid explicaba que el general Andrés Casinello (máximo responsable de los servicios de información de la Guardia Civil) prohibió expresamente realizar pesquisas sobre el síndrome tóxico. Cid afirmaba también que funcionarios del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) habían pedido su colaboración para elaborar un informe de siete páginas que finalmente fue elevado al máximo responsable del organismo, el general Emilio Alonso Manglano, en el que se declaraba que el aceite de colza no tenía nada que ver con el síndrome tóxico y que existían datos que apuntaban a un ensayo de guerra química como detonante de la epidemia. Dicho informe no se hizo público jamás, ni siquiera en el juicio.

La agencia de prensa Novosti relata más casos de la enfermedad sufrida en una base militar española con unos detalles extraordinarios: “’En el verano de 1983 comenzó una epidemia de neumonía atípica durante las maniobras militares en la base de San Gregorio cerca de Zaragoza. De esta enfermedad murieron el General José Cruz Requejo y el coronel Ramón Rodríguez, además de varios oficiales más cuyos nombres no se difundieron. Numerosos militares tuvieron que ser hospitalizados. La epidemia se extendió a la población civil. Por parte oficial se comunicó que en todos los casos se trataba de la enfermedad de la legionela. Como se sabe, en la región de San Gregorio, cerca de Zaragoza, se encuentra otra base de la Fuérza Aérea de los EEUU. Los síntomas de la enfermedad que empezó en mayo de 1981 en una ciudad cercana a Madrid y los síntomas de los militares españoles en la región de Zaragoza y que más tarde se extendió a la población civil eran muy similares’”[54].

En el 2006, el periodista Alfredo Grimaldos afirmaba: “Todo indica que no se desconoce el origen de la enfermedad, sino que se trata de ocultar por todos los medios. (…) La versión oficial no tiene ningún sentido. (…) Todo parece indicar que el síndrome tóxico se desarrolla en dos ondas epidémicas diferenciadas. La primera de ellas se produce a principios o mediados de enero de 1981. Coincide con una enfermedad no determinada que se desarrolla en pleno invierno en la zona norteamericana de la base de Torrejón y que afecta también a algunos militares españoles. Es probable que esta primera onda epidémica sea consecuencia de algún escape provocado accidentalmente con armamento bacteriológico, cuya presencia en la base es contraria a la legalidad internacional y contraviene el tratado bilateral que permitió su creación. Un serio inconveniente en tiempos del ‘OTAN, de entrada, no’”[55].

Los doctores Clavera y Martínez, integrantes del PNST y designados peritos del caso, declaran en la actualidad que están totalmente convencidos (certeza total) de que “el vehículo del tóxico fue una partida de tomates que contenía el o los organofosforados involucrados en la intoxicación masiva de 1981, partida que se entremezcló con otras en la distribución y comercialización ocurrida en España. Según el doctor Martínez, “era imposible que fuera cualquier tipo de aceite (fuera del tipo que fuera y contuviera lo que contuviera dicho aceite…incluso aunque contuviera organofosforados, o incluso aunque contuviera el ‘Nemacur’)”.

“Estoy convencido de que ‘Los gobiernos de la época’, a nivel de Consejo de Ministros (asi como los ‘Servicios de Inteligencia’, que yo llamaré a veces ‘Cloacas del Estado’) fueron muy conscientes de la mentira científica y la ‘callaron / ocultaron /confundieron’ activamente y sin parar en medios, por lo que son corresponsables de los daños que se derivaron en la salud de los afectados, la injusticia sobre los encarcelados, la transparencia científico-periodística y la grave merma democrática que sufrimos los españoles”, declara el doctor Martínez. Y añade: “También la Corona y estamentos Judiciales participaron en ello, en diversos grados. Las cúpulas de los principales Partidos (desde la extrema izquierda a la extrema derecha) se unieron también a este ‘Pacto de Silencio’, por usar la atinada expresión del título del libro de Andreas Faber Kaiser. El grupo periodístico PRISA participó notoria y mediáticamente en el ‘aplastamiento / confusión’ de la verdad. Y no sólo ‘Los gobiernos de la época’…sino también todos los gobiernos que desde entonces y hasta el presente les han continuado. Cada jefe de gobierno ‘siguiente’ hereda ‘secretos’ y compromisos contraídos que afectan a temas ‘Sensibles’ y ‘Razones de Estado’ provenientes de gobiernos ‘predecesores’: de facto se comprometen a no violar dichos secretos” [56].

[1] Epidemiólogo inglés condecorado por la Reina de Inglaterra con el título de “Sir”. Su carrera estuvo marcada por numerosas controversias. Acceso web: http://www.preventcancer.com/losing/other/doll.htm

[2] Se denomina DL50 (abreviatura de Dosis Letal, 50%) a la dosis de una sustancia que resulta mortal para la mitad de un conjunto de animales de laboratorio.

[3] IPCS-INCHEM, International Programme on Chemical Safety. Acceso web: http://www.inchem.org/.

[4] REPETTO, Manuel, 1997, Toxicología Fundamental, Madrid: Díaz de Santos.

[5] IPCS-INCHEM & University of Oxford Department of Chemistry MSDS. Acceso web: http://www.chem.ox.ac.uk).

[6] Reseña toxicológica de la ANILINA de la Agencia para Substancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR por sus siglas en inglés) del Centro para el Control de Enfermedades (CDC), en Atlanta. Consultar via web: http://www.atsdr.cdc.gov/es/toxfaqs/es_tfacts171.html

[7] Subrayado por la autora.

[8] GREUNKE, Gudrun & HEIMBRECHT, Jörg, 1988, El montaje del síndrome tóxico, Barcelona, Ediciones Obelisco. Y DIARIO 16, edición del 25 de junio de 1981.

[9] Sentencia del Tribunal Supremo 48/1989 (Sala de lo Penal, sección 2), de 20 de mayo de 1989, (recurso 208/1981). Acceso web: http://www.poderjudicial.es/search/...links=&optimize=20110825&publicinterface=true

[10] EL PAÍS, edición del 25 de agosto de 1982. (Consutar via web: http://elpais.com/diario/1982/08/25/sociedad/399074401_850215.html)

[11] EQUPO DE INVESTIGACIÓN, 2013, El Precio del aceite, Madrid: La Sexta. Acceso web: http://www.atresplayer.com/televisi.../capitulo-73-precio-aceite_2013112900378.html

[12] DIARIO 16, edición del 26 de mayo de 1981.

[13] Es el caso de la abogada Maria Concepción Navarro, que trataremos en las siguientes páginas.

[14] FABER-KAISER, Andreas, 1988, Pacto de Silencio, Barcelona: Royland.

[15] Reseña toxicológica de la ANILINA de la Agencia para Substancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR por sus siglas en inglés) del Centro para el Control de Enfermedades (CDC), en Atlanta. Consultar via web: http://www.atsdr.cdc.gov/es/toxfaqs/es_tfacts171.html

[16] Varios autores, Epidemiologic evidence for a new class of compounds associated with toxic oil syndrome. 1999, Epidemiology.

[17] Los análisis muestran que los ratones tan sólo engordan y presentan un pelaje más lustroso al ingerir el aceite de colza desnaturalizado y re-naturalizado.

[18] GREUNKE, Gudrun & HEIMBRECHT, Jörg, 1988, El montaje del síndrome tóxico, Barcelona, Ediciones Obelisco. Y DIARIO 16, edición del 25 de junio de 1981.

[19] Ver informe del análisis del Instituto Nacional de Toxicología consultando el listado de anexos de la página 101.

[20] Comunicación personal con Antonio Muro Aceña. Consultar listado de anexos de la página 103.

[21] OBIOLS, J., Informe toxicológico sobre los Plaguicidas Organofosforados (Parte I), del Centro Nacional de Formación y Documentación, 2002.

[22] Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA). Informe sobre insecticidas organofosforados de acceso web: http://www.epa.gov/oppfead1/safety/spanish/healthcare/handbook/Spch4.pdf

[23] Comunicación personal con el doctor Guitart. Consultar listado de anexos de la página 100.

[24] Luis Frontela Carreras, catedrático de Medicina Legal, especialista en Medicina Legal y Forense, especialista en Cirugía General, especialista en Traumatología y Ortopedia, director del Instituto Universitario de Medicina Legal y Ciencias Forenses de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla. Con estudios en EE.UU. e Italia, también estudió un posgrado Scotland Yard y el FBI. Es famoso por haber intervenido en el caso Alcàsser o la detención del psicópata Manuel Villegas, entre otros.

[25] Sentencia 12659/1986 del caso. Consultar listado de anexos de la página 101.

[26] Frontela, Luis, Informe pericial que sobre el fallecimiento de Doña Maria Concepción Navarro emite el Profestor Dr. Luis Frontela, 1984.

[27] Frontela, Luis, Informe del profesor Frontela sobre la bioexperimentación con monos, Conclusiones, 1988. Consultar listado de anexos de la página 101.

[28] Salanueva fue procesada por fraude en 1997, ver edición de EL PAÍS: http://elpais.com/diario/1997/03/01/espana/857170821_850215.html

[29] EL PAÍS, edición del 24 de abril de 1985.

[30] Ver las siguientes noticias en Radio Televisión Española (http://www.rtve.es/alacarta/videos/informe-semanal/informe-semanal-30-anos-envenenados/1094189 y http://www.rtve.es/alacarta/audios/...colza-defensa-del-consumidor-01-03-14/2425709), Antena 3 (http://www.antena3.com/especiales/n...a-aceite-colza-cumple-anos_2011050300165.html), o La Sexta (http://www.lasexta.com/programas/ma...dalos-previos-carne-equina_2013022600274.html).

[31] Cuenta con más de 60 trabajos publicados en prestigiosas revistas científicas. Acceso web: http://www.biomedexperts.com/Profile.bme/1726762/Claus_Köppel

[32] ALTENKIRCHA, H. & STOLTENBURG-DIDINGERB, G. & KOEPPEL, C., 1988, The neurotoxicological aspects of the toxic oil syndrome (TOS) in Spain, Toxicology: volumen 49, número 1, páginas 25–34.

[33] EL PAÍS, edición del 15 de marzo de 1988. Acceso web: http://elpais.com/diario/1988/03/15/sociedad/574383609_850215.html

[34] PERALTA, A., Sindrome Tóxico. Informe previo del Dr. Ángel Peralta Serrano. Designado perito. Consultar listado de anexos de la página 101.

[35] GREUNKE, Gudrun & HEIMBRECHT, Jörg, 1988, El montaje del síndrome tóxico, Barcelona, Ediciones Obelisco. Y DIARIO 16, edición del 25 de junio de 1981.

[36] FABER-KAISER, Andreas, 1988, Pacto de Silencio, Barcelona: Royland.

[37] Se refiere a la madre y su hija, gracias a las cuales el doctor Tabuenca obtuvo pruebas para considerar al aceite como culpable de la intoxicación. El 19 de junio, salía esta noticia en todos los periódicos de la capital (ver DIARIO 16, edición del 19 de junio de 1981).

[38] Carta de Fernando Montoro a Ciriaco de Vicente. Consultar en el anexo de las páginas 96 y 97.

[39] GREUNKE, Gudrun & HEIMBRECHT, Jörg, 1988, El montaje del síndrome tóxico, Barcelona, Ediciones Obelisco. Y DIARIO 16, edición del 25 de junio de 1981.

[40] CAMBIO 16, edición del 11 de febrero de 1985, nº 689. Ver en anexo de las páginas 98 y 99.

[41] Comunicación personal con el doctor Martínez Ruiz. Consultar listado de anexos de la página 101.

[42] MARRUECOS-SANT, L. & MARTÍN-RUBÍ, JC., 2007, Uso de oximas en la intoxicación por organofosforados, Medicina Intensiva: volumen 31, número 5. Acceso web: http://scielo.isciii.es/scielo.php?...ci_arttext&pid=S0210-56912007000500007&lng=en

[43] Red Nacional del síndrome de la Eosinofilia-Mialgia: http://www.nemsn.org/cause.htm

[44] Varios autores, Eosinophilia-Myalgia Syndrome, 2014, Medscape. Acceso web: http://emedicine.medscape.com/article/329614-overview

[45] Revista DSalud, edición de febrero de 2001. Acceso web: http://www.dsalud.com/index.php?pagina=articulo&c=1063

[46] DOGMACERO, edición de noviembre y diciembre de 2013.

[47] Un 30% de los suicidios a nivel mundial se llevan a cabo con pesticidas y los organofosforados son los más utilizados, según EDDLESTON, M., 2013, Preventing deaths from self-poisoning in the developing world. Acceso web: http://www.hsph.harvard.edu/hicrc/files/2013/01/Eddleston_Talk_9.19.08.pdf

[48] Varios autores, 2011, Documento de consenso de Sensibilidad Química Múltiple, Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Acceso web: http://www.semfyc.es/biblioteca/virtual/detalle/Consenso_Sensibilidad_Quimica_Multiple/

[49] Ibídem.

[50] Comunicación personal con los doctores Fernández-Solà y Rodríguez Moyano. Consultar listado de anexos de la página 101.

[51] Comunicación personal con el doctor Martínez Ruiz. Consultar en el listado de anexos de la página 101.

[52] WOOFFINDEN, B., 25 de agosto de 2001, Cover-up, Londres: The Guardian. Recurso electrónico: http://www.theguardian.com/education/2001/aug/25/research.highereducation

[53] GREUNKE, Gudrun & HEIMBRECHT, Jörg, 1988, El montaje del síndrome tóxico, Barcelona, Ediciones Obelisco.

[54] GREUNKE, Gudrun & HEIMBRECHT, Jörg, 1988, El montaje del síndrome tóxico, Barcelona, Ediciones Obelisco.

[55] GRIMALDOS, Alfredo, 2006, La CIA en España. Madrid: Debate.

[56] Comunicación personal con el doctor Martínez Ruiz. Consultar en el listado de anexos de la página 101.

Fuente: https://sindrometoxico.wordpress.com/2014/11/30/hipotesis-oficial-vs-hipotesis-encubierta/
 
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