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Abrir tras la cuarentena: tres chefs italianos cuentan cómo será de ahora en más ir a un restaurante
Ahora si vas ir al restaurante en Italia a veces tendrás que mentir. Antes de ingresar al local te irán preguntando qué relación hay entre vos y quien te acompaña, o deberás llevar una declaración con los vínculos parentales.
Mejor estar listos con una buena respuesta, quizás no la correcta, si no la que te permita el mejor disfrute. Si vas con tu amante tienes que decir que es tu pareja, si no el mozo te hace sentar en una mesa y entre vos y tu amado pone una mampara de acrílico. Es como volver al romance de Nathaniel Hawthorne “La letra escarlata” donde la protagonista llevaba en el pecho la letra A de adúltera y se exponía a la humillación y al juicio de la gente. Nosotros los italianos amamos el melodrama y la transgresión, que en tiempo de COVID-19 puede ser ir al restaurante.
Ingresas al local con barbijo, te miden la fiebre, un dispenser automático rocía alcohol en tus guantes o manos, un mozo averigua tu relación con los acompañantes, te asigna una mesa, con o sin división. El menú se encuentra en un pizarrón o lo miras en una app en tu smartphone. Permaneces sentado sin sacarte la mascarilla hasta cuando te traen el pedido; cuando llegan los suculentos platos la bajas y una vez terminado vuelves a taparte boca y nariz. Surge después el problema de la esterilización de vajillas, vasos y cubiertos por si un cliente es positivo al virus sin síntomas. Otro tema es el aire acondicionado, no es cierto que transporte el virus de mesa en mesa si hay en el local, pero es una posibilidad.
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Ahora si vas ir al restaurante en Italia a veces tendrás que mentir. Antes de ingresar al local te irán preguntando qué relación hay entre vos y quien te acompaña, o deberás llevar una declaración con los vínculos parentales.
Mejor estar listos con una buena respuesta, quizás no la correcta, si no la que te permita el mejor disfrute. Si vas con tu amante tienes que decir que es tu pareja, si no el mozo te hace sentar en una mesa y entre vos y tu amado pone una mampara de acrílico. Es como volver al romance de Nathaniel Hawthorne “La letra escarlata” donde la protagonista llevaba en el pecho la letra A de adúltera y se exponía a la humillación y al juicio de la gente. Nosotros los italianos amamos el melodrama y la transgresión, que en tiempo de COVID-19 puede ser ir al restaurante.
Ingresas al local con barbijo, te miden la fiebre, un dispenser automático rocía alcohol en tus guantes o manos, un mozo averigua tu relación con los acompañantes, te asigna una mesa, con o sin división. El menú se encuentra en un pizarrón o lo miras en una app en tu smartphone. Permaneces sentado sin sacarte la mascarilla hasta cuando te traen el pedido; cuando llegan los suculentos platos la bajas y una vez terminado vuelves a taparte boca y nariz. Surge después el problema de la esterilización de vajillas, vasos y cubiertos por si un cliente es positivo al virus sin síntomas. Otro tema es el aire acondicionado, no es cierto que transporte el virus de mesa en mesa si hay en el local, pero es una posibilidad.
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Abrir tras la cuarentena: tres chefs italianos cuentan cómo será de ahora en más ir a un restaurante
El que fue en un momento el país más golpeado del mundo por la pandemia de coronavirus, Italia ahora se prepara para el retorno de los locales gastronómicos en el marco de un desconfinamiento general. Qué puede esperarse de la nueva experiencia
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