¿Un trapo de zara de 30 € del 2011 es ir vestida para la entrega de los premios nacionales de la moda?
Será que es el dibujo de ella misma, como dijo en el discurso.
Será que es el dibujo de ella misma, como dijo en el discurso.
El Mundo Orbyt.
Letizia eligió de forma inteligente su vestimenta para la entrega de los Premios Nacionales de la Moda. No se decantó por ninguno de los modistos españoles del momento, ni siquiera por su habitual Felipe Varela. Se fue por la tangente al sacar de su fondo de armario un Zara de hace años, floreado y perfectamente prescindible. Y quedó bien con todo el mundo. ¿O no? Y es que en su discurso, la Reina dijo lo siguiente: “La moda es lenguaje instantáneo, es cambio radical, es el dibujo de uno mismo, es el atractivo del límite, es la expresión de un estado de ánimo... Pero también es industria y creación de puestos de trabajo”. Los asistentes a estos galardones de carácter institucional, ya que los concede el Ministerio de Industria, no encontraron ninguno de esos rasgos en Roberto Torretta, distinguido por toda su carrera. El diseñador argentino afincado hace años en España, hace una moda correcta y sin alardes, pero nunca ha aportado ningún cambio radical, ni se ha acercado jamás al límite de la creatividad, ni se ha atrevido a nada, quedándose siempre en lo convencional y más previsible. Tampoco ha creado muchos puestos de trabajo porque hace tiempo que ha cerrado sus tiendas y ni siquiera vende por Internet, una vía de escape frente a la crisis por la que han optado otros diseñadores. Su esposa Carmen Echevarría, cerebro social del tándem, consiguió que les encargaran el traje de novia de Ana Aznar para la ceremonia de El Escorial y ahora que podría ser la consuegra de Amancio Ortega, no cabe en sí de gozo. ¿Ha habido alguna relación entre el premio y el poderoso influjo del imperio Inditex? Algunos así lo creen, aunque quizá sin fundamento. Pero ahora que se hace tanta limpieza institucional, a ver si alguien saca el Don Limpio de una vez por todas para adecentar los sótanos de la Asociación de Creadores y las telarañas de la Pasarela Cibeles. También hay diseñadores que en vez de subvenciones inexplicables, lo que hacen es espabilarse. Es el caso de Amaya Arzuaga, que ha abierto su primer negocio hostelero en Quintanilla de Onésimo, cerca de la bodega familiar. Un precioso hotel boutique, asequible para peregrinos, gente moderna y marchosa como ella .Y lo ha decorado con su habitual sello de diseño minimalista y buen gusto. Amaya sí que arriesga. Y empieza la guerra veraniega entre Marbella, con su Starlite, Mallorca con las regatas y la Flower Power de Ibiza. El dueño promete.
