¡Ay, Señor, Señor! ¿Por qué permites que especies sub-desarrolladas se vistan y puedan mezclarse entre gente normal sin que se les vea el plumero a no ser que abran la bocota o el tintero? Este…este…es que ni los periodístas con lo bajo que han caído se merecen que los insulte incorporando a este nariz marrón a sus filas…Hacía tiempo que no leía tanta ESTUPIDEZ y GILIPOLLEZ y LAMECULISMO y MENTIRAS, lo peor de todo, MENTIRAS, en un artículo sobre la choni ¿Qué porcentaje del “presupuesto para prensa e internet” se habrá ido en este artículo?Menú
Vanity Fair
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Todo lo que quiso decir Doña Letizia diciendo la palabra Millennial
Porque a un monarca no se le conoce por sus entrevistas exclusivas, sino por el estudiado subtexto de sus palabras.
Por CLAUDIO M. DE PRADO
21 de abril de 2016 / 16:09
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Letizia Ortiz
Casa Real
© Gtresonline
Doña Letizia, en la entrega del premio de Literatura infantil y juvenil 'Barco de vapor'.
No ha sido nunca muy amiga de hablar más de la cuenta. Por eso de haber sido periodista antes que reina, Doña Letizia sabe cómo nos las podemos llegar a gastar los plumillas cuando el verso se nos suelta. Pero que no diga lo que queremos escuchar no significa que no nos cuente nada nuevo en cada una de sus apariciones públicax. Solo hay que estar atentos a los gestos y guiños que pueblan sus discursos. Porque a un monarca no se le conoce por sus entrevistas exclusivas, sino por el estudiado subtexto que esconden cada una de sus palabras.
“León Kamikaze es un libro, como ha dicho Joaquín Reyes, escrito en forma muy 'millennial', si es que me permitís usar esa palabra que no está en el diccionario”.
Nunca se crea cuando alguien le diga que un miembro de una Casa Real ha hecho algo de manera totalmente espontánea. Ese concepto, en una institución que se mueve bajo estrictas leyes protocolaria, simplemente no tiene cabida. Y mucho menos cuando la cabeza de la casa es alguien como Letizia, que antes de convertirse en Doña ya manejaba a la perfección los truquillos de las relaciones públicas.
¿Acaso piensa que fue casualidad que su regalo de compromiso al Príncipe Felipe fuese una edición antigua de El doncel de don Enrique el doliente, novela caballeresca firmada por José Manuel de Larra? Su intención estaba clara: ella iba a ser una reina culta. ¿Y por qué mandó callar a su futuro marido mientras anunciaban su compromiso aquel soleado noviembre de 2003? Porque podía. La mejor manera de callar a los críticos que dudaban de la legitimidad del matrimonio del heredero de la Corona con alguien como ella.
Desde entonces muchos han sido los mensajes velados que Doña Letizia ha lanzado al pueblo para ganarse el cariño y frenar el desplome de la institución en las encuestas de popularidad. La mayoría, de hecho, fuera de los grandes actos en los que sabe de antemano que se van a estudiar a fondo sus palabras. Por eso a la verdadera Letizia no hay que buscarla en la entrega del Cervantes. Tampoco en Oviedo durante la entrega de los premios Princesa de Asturias.
A Letizia, sin Doña, se la encuentra en los actos íntimos donde se siente realmente cómoda. Actos como el anuncio de los premios SM de Literatura infantil y juvenil 'El barco de vapor'. Una ceremonia a la que acudió el pasado martes en Madrid en la que la reina, como puede ver en el vídeo a continuación, hizo algo mucho más trascendente que animar a la lectura y presentar a los ganadores del galardón en un discurso de poco más de tres minutos: certificó la legitimidad de los millennials.
"¿Y qué?", pensará usted harto de ver 'Millenial' escritor en las noticias varias veces al día. Con razón. Pero una cosa es que los medios nos hayamos empeñado en poner ese adjetivo a todo lo que huela a gente menor de 30 años; y otra que una reina lo pronuncie en voz alta haciéndolo verdad desde ese momento exacto. Ese es el poder de las palabras, que convierten lo abstracto en concreto.
Eso sí, Letizia dijo "Millennial" no sin antes pedir perdón por usar un término “que no está en el diccionario”, no se le fueran a enfadar los ya de por sí siempre enfurruñados miembros de la Real Academia de la Lengua, que últimamente andan un poco díscolos. ¿Qué buscaba entonces la reina nombrando a estos chicos y chicas en público cuando nunca ha hecho referencia a otros grupos más afines a ella como los hipster? Muy sencillo: asegurarse el favor de la masa plebeya venidera.
Total, esos modernos adictos a las barbas y a los tatuajes –más burgueses y clasistas de lo que se creen y más cuarentones de lo que su síndrome de Peter Pan les permite reconocer– ya los tiene metidos en el bolsillo. Algunos aseguran que preferirían otro modelo de estado, vale, aunque dejarse caer por festivales indies y pasear por Malasaña ha sido suficiente para seducir al grueso de una generación que creció en un país donde la adoración a la Corona ni se cuestionaba.
Pero para ganarse el cariño de los millennial, más pendientes de su móvil que de las aventuras de la realeza, requiere nuevas estrategias. El orgullo de la experiencia con ellos no funciona y a ego nadie les gana.
Por eso Letizia en su discurso no se conformó con pronunciar la palabra maldita, sino que mostró respeto y humildad a esa generación tan preparada como egoista soltando de manera muy velada que ella, una mujer mayor “ya camino de los 44 años, casi 50”, conoce su existencia. Que ella es la reina de los que “en esa etapa de EGB nos creímos agentes secretos de alguna organización con alguna misión peligrosísima e imposible que cumplir”, pero también quiere serlo de los que, por edad, jugaban a ser hackers “en Primaria”.
En resumen, invitarles a aceptar, como aceptó ella, que todo tiene que cambiar para que todo permanezca.
Ah, veo que es del Vanity Fair…interesante porque es revista que me mandan sin haber estado jamás subscrita y que tiro a la basura sin siquiera sacar de la bolsita, y ¡ahora veo que es la mejor decisión!