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Muere por coronavirus la leyenda del jazz africano Manu Dibango
El músico, de 86 años y autor del éxito ‘Soul Makossa’, ingresó la semana pasada en un hospital de París


DIEGO A. MANRIQUE
Madrid -
24 MAR 2020


Manu Dibango en París, en noviembre de 2005.


Manu Dibango en París, en noviembre de 2005.OLIVIER LABAN-MATTEI / AFP (AFP)



Hoy ha muerto en París Manu Dibango, con 86 años. El saxofonista camerunés había sido hospitalizado hace seis días, a consecuencia del Covid-19. Fue el autor de “Soul makossa”, uno de los primeros éxitos mundiales de la música africana. Mucho antes de la implantación de la world music, Dibango ejerció como difusor global de los ritmos africanos, colaborando con artistas de diferentes géneros y países.

Emmanuel Dibango nació el 12 de diciembre de 1933, en Duala, la ciudad principal de lo que entonces era la colonia francesa de Camerún. Hijo de una costurera y un funcionario, de diferentes etnias, se reveló como un chaval espabilado y fue enviado en 1949 en barco a estudiar a la metrópoli; para sus primeros gastos, en su equipaje llevaba un saquito con tres kilos de café, una anécdota que luego serviría para titular su primera autobiografía.

Para decepción de sus padres, en Francia Manu descuidaría el bachillerato al descubrir el jazz gracias a un compatriota erudito, el futuro cantautor Francis Bebey. Poco a poco, se convirtió en músico profesional, primero con el piano y luego con el saxo. En Bruselas conoció a la que sería su esposa, la modelo Coco, y simpatizó con un popular artista congoleño, Grand Kallé, que le fichó para su banda y le llevó a Léopoldville, luego rebautizada como Kinshasa. Las turbulencias que siguieron a la independencia del Congo le obligaron a trasladarse a su país natal, donde montó un club nocturno; otra guerra civil frustró sus planes.

De vuelta a Europa en 1965, no tuvo problemas para encontrar trabajo: era cordial como persona y flexible como músico. Tocó con figuras como Nino Ferrer y Dick Rivers, colaboró en cine y publicidad mientras desarrollaba discos que hibridaban sus raíces africanas con el soul y el jazz. Ya contaba con tres elepés en el mercado cuando publicó en 1972 “Soul makossa” de forma discreta, como cara B de un single. Se trataba de una pegadiza invitación a bailar que, efectivamente, se transformaría en un llenapistas internacional.

“Soul makossa” sufrió un tropiezo en Estados Unidos. Antes de que el sello Atlantic se hiciera con los derechos para su publicación, se editaron numerosas versiones, con lo que el éxito se repartió entre diferentes artistas. Eso tal vez explique que algunos decidieran creer que tenía un origen folclórico o que estaba en el dominio público: el tema fue plagiado en “Wanna be startin’ somethin’”, pieza grabada por Michael Jackson para su multimillonario
Thriller (1982) y ha sido sampleado o reciclado por numerosos artistas, incluyendo a Rihanna o Jeniffer López. A Manu no le resultó sencillo lograr el reconocimiento de su autoría (y no hablemos del pago de royaltis).

Un poco ajeno a las intrigas del show business, Dibango protagonizó una carrera poco convencional. Por ejemplo, pasó varios años en Costa de Marfil, donde dirigió la orquesta de la televisión estatal. No solía contar con una discográfica estable, aunque Island Records hizo modestos esfuerzos para establecerle internacionalmente, una labor continuada luego por sellos especializados como Stern’s. La rama discográfica de FNAC financió Wakafrika (1992), uno de esos productos de mercadotecnia donde la música cede ante el desfile de estrellas invitadas: de Peter Gabriel a Youssou N’dour, pasando por Papa Wemba y Sinéad O’Connor.



Manu Dibango-Soul Makossa (1972) HD






Como instrumentista, Manu fue ampliando su paleta sonora con el vibráfono, la marimba y el balafon. En lo personal, disfrutaba sintonizando con músicas genéticamente próximas a la suya. Amante de lo caribeño, recordaba como un momento álgido su gira con Fania All Stars y, ya en los noventa, la grabación del delicioso CubAfrica con el Cuarteto Patria de Elíades Ochoa. Pasó también por una etapa reggae, con discos como A la Jamaique (1988). No se olvidó de su querencia por el jazz, registrando incluso un homenaje a Sidney Bechet.

Llevaba con resignación el hecho de que fuera más querido en Francia que en su propio país. Regresó a principios de los años ochenta, cuando el Ministerio de Artes y Cultura le encargó elaborar una panorámica sonora del Camerún, desde las formas tribales a los sonidos urbanos. Editado como un triple LP, Fleurs musicales du Cameroun, fue una gran obra colectiva que finalmente situaba a Manu Dibango como un eslabón de aquella cadena creativa.

Dibango, nacido en 1933 en Doula (Camerún), en el seno de una familia protestante, creció rodeado de música ya que su madre dirigía el coro del templo protestante al que Dibango solían acudir.

En Francia, donde cursó sus estudios al término de los años 40, fue donde aprendió a tocar el saxofón y el piano. Fue cuando dio comienzo su carrerajazzista. Sin embargo, no fue hasta los años 50, en Bruselas, cuando su jazz se africanizó al entrar en contacto con músicos congoleses. Dibango actuó con frecuencia en España, siempre desplegando una sonrisa que era el complemento perfecto a su música alegre. Durante su amplia carrera actuó con gente como el gran Fela Kuti. Y figuras del pop con querencia hacia las músicas del mundo como Sting o Peter Gabriel le buscaron para colaborar. Este reconocimiento de los músicos masivos permitió acceder a Dibango a un público que desconocía su existencia.

Sus familiares y amigos han indicado en el comunicado que se ha hecho público en las redes del artista que el entierro se hará de forma íntima y discreta, debido a la emergencia sanitaria que asola el planeta.

 
Cuarentena con Miles Davis en una sesión mítica, por Fernando Trueba
El director de cine y productor musical viaja hasta el 11 de mayo de 1956, cuando el trompetista grabó con su quinteto 13 temas que pasaron a la historia del jazz


FERNANDO TRUEBA

27 MAR 2020


Miles Davis.


Miles Davis. DAVID REDFERN GETTY IMAGES



Hace poco os puse aquí una sesión de Hank Mobley íntegra y en el orden en que fue grabada, el disco desaparecido. Me parece muy interesante ese ejercicio de ver el trabajo que se hizo en el estudio. Es como si uno pudiera sentarse y mirar pintar a Picasso.

El 11 de mayo de 1956, Miles Davis entró con su quinteto, el conocido como su “primer quinteto”, con John Coltrane en el saxo tenor, Red Garland en el piano, Paul Chambers en el bajo y Philly Joe Jones en la batería.

Era de nuevo el estudio de Rudy Van Gelder en New Jersey, donde se grabó casi todo el catálogo de la Blue Note. Grabaron de tirón 13 temas, el último en dos versiones.

El material apareció después repartido en tres discos, ya clásicos: Workin', Relaxin' y Steamin' With the Miles Davis Quintet. Os propongo escuchar cómo ocurrió, como si hubiéramos estado allí.


Musica para estos días:
 
Muere el gran jazzista Ellis Marsalis por coronavirus
Figura esencial del jazz de Nueva Orleans, el pianista era el fundador de una gran saga familiar. Tenía 85 años


Ellis Marsalis, en el festival de jazz de San Sebastián en 2016.


Ellis Marsalis, en el festival de jazz de San Sebastián en 2016.JAVIER HERNANDEZ JUANTEGUI



Nueva York - 02 ABR 2020

El gran jazzista Ellis Marsalis ha muerto a los 85 años a consecuencia del coronavirus, según informó su hijo, el saxofonista Branford. El aclamado pianista y profesor -que participó en docenas de discos en una carrera que se prolongó a lo largo de varias décadas- era el padre también del trompetista Wynton. “Con enorme tristeza que anuncio el fallecimiento de mi padre, Ellis Marsalis Jr., a consecuencia de las complicaciones del coronavirus”, dijo Branford en un comunicado publicado en su página web, tras explicar que había sido hospitalizado el sábado. “Mi papá fue un músico y profesor gigante, y mucho mejor padre. Hizo todo lo posible para hacer de nosotros lo mejor que se podía”, añadió. Wynton publicó fotos de él con su padre en Twitter junto con un breve comentario: “Ellis Marsalis, 1934-2020. Se fue como vivió: aceptando la realidad”.

Nacido en Nueva Orleans -el epicentro del jazz mundial- en noviembre de 1934, Ellis grabó con pesos pesados como Cannonball y Nat Adderley, Marcus Roberts y Courtney Pine. Además de mentor de sus hijos Wynton y Branford, que se convirtieron en músicos de talla mundial, el fallecido pianista fue una figura emblemática del Centro de Artes Creativas de Nueva Orleans, de la Universidad de Nueva Orleans y de la Universidad Xavier de Louisiana. Desde 2018 Ellis formaba parte del Hall Musical de la Fama de Louisiana.



Ellis Marsalis (izquierda)toca con su hijo Wynton.


Ellis Marsalis (izquierda)toca con su hijo Wynton.KRASNER /TREBITZ / REDFERNS



La carrera de Marsalis en el jazz estuvo definida por dos palabras, piano y tradicional. El piano no fue su primera opción cuando empezó a tocar en los años cuarenta. “Al principio tocaba el clarinete pero lo dejé porque mis lecciones iban hacia tocar en una orquesta sinfónica, que no me interesaba. Entonces empecé con el saxo tenor, que a mediados de los 40 destacaba en el rythn and blues. Tocaba en un colegio, para bailes, y sobre todo era rythm and blues. A partir de un momento, empecé a aprender solos de gente más orientada al jazz, como Lester Young, Charlie Parker, Dizzie, y para mi era un reto más grande”, recordaba en una entrevista con EL PAÍS en 2016, antes de acudir al Festival de San Sebastián.

Las reacciones del mundo de la música han sido unánimes. El New York’s Jazz en el Lincoln Center, del que Wynton es director gerente y artístico emitió un comunicado en el que aseguraba: “Con tristeza y el corazón roto, Jazz en el Lincoln Center dice adiós a Ellis Marsalis, uno de los artistas y docentes musicales más renombrados en esta o en cualquier época”. “El profundo impacto de Ellis en el linaje de la música está personificado por varios músicos cuyas vidas formó, inspiró y educó”, señala.

 
Bill Withers, la leyenda del ‘soul’ que prefirió callar
El cantante y compositor, retirado desde 1985, muere a los 81 años


DIEGO A. MANRIQUE
Madrid -
03 ABR 2020



Bill Withers, el 26 de junio de 2006, cuando recibió un homenaje de la Rhythm & Soul Music Awards.


Bill Withers, el 26 de junio de 2006, cuando recibió un homenaje de la Rhythm & Soul Music Awards.CHRIS PIZZELLO / REUTERS



Bill Withers, cantante y compositor de soul, murió el 30 de marzo en Los Ángeles, según informó su familia. Withers, de 81 años, tuvo una extraordinaria racha de éxitos entre 1971, cuando sacó su primer elepé, y 1985, fecha en la que decidió retirarse.

William Harrison Withers tenía 33 años cuando publicó su primer disco grande. Y una biografía que superaba la imaginación de cualquier publicista fantasioso. Nacido en 1938, sufrió la crueldad de otros niños por su tartamudez. Tras la muerte de su padre, la pobreza familiar le llevó a alistarse en la Marina cuando llegó a la mayoría de edad. Consiguió allí, nunca dejó de reconocerlo, la educación que nunca le proporcionaron en su West Virginia natal. En la vida civil trabajó en la industria aeronáutica mientras editaba un par de singles sin mayor gloria.







Fichado por el sello Sussex, grabó Just As I Am, álbum producido por Booker T. Jones que tardó muchos meses en ser publicado. Ya pensaba en volver a la fábrica cuando de aquel disco saltó al aire una inmortal canción de amor anhelado, Aint’t No Sunshine. Del siguiente, Still Bill (1972), salieron tres grandes éxitos: Grandma’s Hands, Lean On Me y Use Me.

Withers era un creador único: tenía modos de cantautor pero también era capaz de facturar un funk desenchufado, como demostró en su glorioso Live At Carnegie Hall (1973). También le caracterizaba un sentido de la justicia que casaba mal con la venalidad habitual de la industria musical.

Desconfiado, nunca contó con un mánager o alguien que evitara posibles patinazos. Por ejemplo, abandonó Sussex y fichó por una multinacional, Columbia. Donde tampoco fue feliz: con la excepción del sublime Lovely Day (1977), escasearon los pelotazos; una serie de disqueros y productores quisieron meter las zarpas en la música de Withers.

El artista no llevaba bien tantas intromisiones. No era precisamente alguien que se callara: en 1974, durante el vuelo a Kinshasa, con artistas que iban a animar el combate entre Muhammad Ali y George Foreman, sacó su navaja y se enfrentó a James Brown, cuyos caprichos ponían en peligro la seguridad.

Se fue distanciando de Columbia y, para demostrar que todavía podía confeccionar hits, registró en Elektra Just The Two Of Us, una balada hecha a medias con el saxofonista Groover Washington Jr. En 1985, tras rematar sus obligaciones con Columbia, anunció que se retiraba de la música. Y lo hizo. Se lo podía permitir ya que había sido lo bastante inteligente para no perder el control de los derechos de la mayoría de sus canciones, que se revelaron como una mina de oro, gracias a las numerosas versiones y el fenómeno del sampling.

No se aburría: como mostró en el documental Still Bill, disponía de un estudio particular donde grababa música por capricho. También se dedicó al mercado inmobiliario, comprando casas que rehabilitaba sin prisas. Sobre todo, demostró que controlaba su vanidad. Le llovieron homenajes: en 2015, pudo ver en el Carnegie Hall neoyorquino a figuras actuales que recreaban su doble disco en directo. Admiradores como Questlove, de The Roots, se arrodillaron para pedirle que volviera a grabar. No hubo manera. “Soy un hombre de palabra”.

 
Bill Withers, Stevie Wonder, John Legend perform "Lean On Me" at the 2015 Induction Ceremony


 
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