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Hoy, me voy a pasear por una bonita ciudad, en los paseos que di, siempre me acordaba de dos mujeres maravillosas que he conocido en este foro @Lore C y @Coti7495 .
Este recorrido esta dedicado para ellas.
Cuando los porteños miran para arriba: leyendas de los relojes monumentales de la Ciudad de Buenos Aires
En los edificios porteños hay cerca de 70 relojes: algunos funcionan, otros no, pero todos custodian parte de la historia de la ciudad. El del Cabildo y el de la Casa Rosada, el más grande, al que se le voló una aguja: secretos de los relojes públicos más emblemáticos.
La perspectiva del reloj más grande de la ciudad desde el mirador del sexto piso de la Torre Monumental, en el barrio de Retiro
El tiempo pasó. A comienzos del siglo pasado había sido la entrada a Buenos Aires. Su localización era estratégica: se erige a la vista de la terminal de ferrocarriles de la Estación Retiro, el Puerto de la Ciudad y el Hotel de los Inmigrantes. Era una referencia, un avistaje obligado. El visitante alzaba la vista, dirigía la mirada hacia el sexto piso de la torre y decidía cómo seguir su paso: lento o acelerado.
El tiempo pasó. La torre es hoy un monumento histórico reservado al patrimonio nacional y el Hotel de los Inmigrantes, un museo. Pocos leen o cotejan la información que allí se manifiesta. Su función, su esencia, quedó relegada a un fenómeno anacrónico. Lo que late en lo alto de la torre no es más que un síntoma del devenir del tiempo, un testimonio del progreso, un decorado vintage del desarrollo urbano.
Sobre la plaza Fuerza Aérea Argentina, el reloj de la torre era una referencia a los visitantes que bajaban de los trenes y los barcos
La Torre Monumental mira la costa este de la ciudad desde el corazón de la plaza Fuerza Aérea Argentina. A 45 metros de altura, da la hora el reloj más grande de Buenos Aires. Las agujas miden dos metros y los cuadrantes son cuatro de 4,40 metros de diámetro realizados en opalina original. "Los maneja una misma máquina: todo desemboca en una transmisión satelital como si fuese un auto, desde ahí divide la fuerza hacia los cuatro lados y mueve las agujas del minutero y la hora", atestigüó Javier Terenti, el artesano y guardián de los relojes porteños, jefe de Mantenimiento de Relojería de la Ciudad.
El tiempo pasó pero hay cosas que no cambiaron. El reloj dio con precisión todos los minutos desde el 24 de mayo en 1916, cuando se inauguró la torre, sin importar la devaluación de su utilidad. Lo que no se perdió fue su prestancia visual: hoy es centro de convención de selfies de turistas y curiosos atraídos por la inmensidad y el equilibrio, y hace ocho décadas era el paisaje que los marineros, vestigios de la próspera actividad portuaria, elegían para retratarse por los viejos fotógrafos de plaza.
Javier Terenti es el centinela del reloj público más grande de la ciudad. Su sueño, como el del relojero Guillermo del Valle, es recuperar el reloj de la Usina del Arte, hoy detenido y sin presupuesto disponible para poner en funcionamiento
A espaldas, siempre, la construcción de 60 metros revestida por 55 mil ladrillos rojos y piedra labrada. Su piedra fundamental se colocó en mayo de 1910, seis años antes de su inauguración. La Primera Guerra Mundial paralizó la edificación, a cargo de la empresa Hopkins y Gardom Ltd, y ejecutada por el arquitecto Ambrose Poynter, hijo del presidente de la Real Academia de Londres. El material, los técnicos y los obreros llegaron del Reino Unido. Argentina aportó solo el agua y la arena.
Todas las piezas son originales y se mantienen activas desde 1916. Sus principales adversarios: las palomas y los grandes vientos
En su ingreso, una placa confiesa: "Los residentes británicos al gran pueblo argentino salud. 25 de mayo de 1910". Significó la donación de los ingleses que vivían en el país en conmemoración al centenario de la Revolución de Mayo. Costó 90 mil libras esterlinas, exhibe frisos ornamentados con soles y emblemas del imperio británico (la flor del cardo escocesa, la rosa de la Casa Tudor, el dragón rojo galés y el trébol de Irlanda) y fue conocida como la Torre de los Ingleses hasta 1984. Finalizada la Guerra de Malvinas, manifestantes y vándalos obligaron el cambio de denominación. El edificio fue reinaugurado años después: una bomba destruyó mobiliarios, incendió el interior del vestíbulo y afectó el ascensor que había sido regalado por el Príncipe de Gales en 1926. Como los planos se conservaban en Inglaterra y las relaciones diplomáticas estaban suspendidas por el conflicto bélico, se debió restaurar a base de fotografías. Tenía ya su nombre definitivo: Torre Monumental.
En su coronación, el reloj y sus campanas. La máquina de precisión, construida por la prestigiosa relojería Gillette & Johnston en Croydon, Inglaterra, en 1914, se vale de un péndulo de cuatro metros de altura y cien kilos de peso. "Tenemos una maquinaria que comanda otras dos máquinas: una es el carrillón que está en el séptimo piso, son cuatro campanas de tres toneladas y funciona cada quince minutos, y otra que a la hora activa el mecanismo de la campana mayor que tiene unas siete toneladas y es golpeada por un martillo de hierro macizo de 50 kilos", contó Javier Terenti, que se encarga de distintos trabajos de mantenimiento en el espacio público y en edificios públicos del Gobierno de la Ciudad.
Lo fabricó la misma compañía que creó el Big Beng. La placa lo confirma: Gillet & Johnston Groydon Englan 1914
https://www.infobae.com/sociedad/20...es-monumentales-de-la-ciudad-de-buenos-aires/
Graciasss Saku!!!
Muy interesante