Relojes

Los relojes más monumentales del mundo: del Big Ben a la Torre Zimmer

Aliados del tiempo, sobreviven a su paso como privilegiados testigos de la historia. Los relojes de estas ciudades no solo marcan la duración de los días, sino que se han convertido en templos culturales para el turismo y los propios ciudadanos.

Deleitarse con el movimiento de las agujas del Big Ben lleva desde 1859 siendo una de las atracciones más atractivas de Londres, al igual que ocurre en Venecia y su Torre del Orologgio, con seis siglos de historia.

Las ciudades apuestan por hacer de las estaciones de trenes un lugar más allá del simple transporte, donde se pueden encontrar reliquias como el reloj de la Estación Central de Nueva York. También, ayuntamientos y palacios se suman desde hace siglos a hacer de los relojes su principal monumento histórico.

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BIG BEN, LONDRES
Puntualidad británica. Que un reloj sea la imágen más icónica de Londres dice
mucho de esta metrópoli. Pero el Big Ben, nombre que designa a la Torre Elizabeth y al
reloj, pero que en realidad procede de la campana de 14 toneladas de su interiorn no
siempre estuvo allí. En 1834 un fuego arrasó el Parlamento, y la reconstrucción
incluyó la famosa torre. El 31 de mayo de 1959 comenzó a funcionar el reloj, diseñado
por Edward John Dent. Cada una de sus cuatro esferas mide 7.5 metros de diámetro.
Desde que empezó a operar, sólo se ha parado en cuatro ocasiones, aunque en 2017
comenzará una rehabilitación que durará tres años.

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TORRE DEL OROLOGGIO, VENECIA
Navegantes con rumbo. Al norte de la Plaza San Marcos, la Torre dell'Orologio de
Venecia fue levantada entre 1496 y 1506. Su mayor reclamo es el reloj astronómico
esmaltado de azul y dorado, una joya de la ingeniería con varias esferas concéntricas.
La exterior marca la hora con números romanos del 1 al 24; la segunda representa el
zodíaco, y las más internas indican las fases de la luna y el sol. El reloj ha sufrido varios
procesos de restauración, el último, en el que partició la firma Piaget, muy reciente.


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ZYTGLOGGE, BERNA
La genialidad del tiempo. Dice la tradición que el científico Albert Einstein, residente
en la ciudad suiza de Berna entre 1902 y 1909, se inspiró en el reloj astronómico de la
torre medieval de la céntrica Bahnohfplatz para formular su célebre teoría de la
relatividad. Sea como fuere, es difícil no quedar hipnotizado por delante de esta magnífica
obra maestra del siglo XV -aunque la torre es del XIII- con forma de astrolabio, que
consta de varios círculos superpuestos que señalan, además de la hora, la posición del
sol, la fase lunar en la que nos encontramos o el signo del zodíaco correspondiente a la
fecha en la que estemos. El reloj astronómico de Berna no está diseñado para
contemplar los años bisiestos, por lo que es necesario ajustarlo a mano cada 29
de febrero.
 
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AYUNTAMIENTO DE PRAGA.
Seis siglos de admiración. Cuatro estatuillas que representan la vanidad, la avaricia, la
muerte y la lujuria flanquean al reloj medieval más famoso del mundo, construido por
Nicolás de Kedán en 1410. La obra, reparada y modificada en varias ocasiones, se
compone de dos mostradores en la pared sur del Ayuntamiento. El reloj astronómico es
el superior, con dos esferas. Observan la posición del sol, la luna y los signos del
zodíaco., y muestran cuetro tipos de horas: babilónica, checa antingua, alemana y astral.
El conjunto se completa con el Paseo de los Apóstoles, cuyas figuritas desfilan cada vez
que el reloj da las horas.


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TORRE ZIMMER, LIER
Orgullo belga. El relojero belga Louis Zimmer (1888-1970) construyó tres
relojes magistrales para Lier, su ciudad natal. De ellos, el más famoso es el llamado
Reloj del Jubileo, presentado en 1930 con motivo del centenario de la indepencia de
Bélgica e instalado en la Torre Cornelius, un resto de las fortificaciones medievales que
pasó a llamarse Torre Zimmer. El reloj se compone de 11 esferas y dos globos -fases
lunares y hemisferio iluminado por el sol- en un gran círculo de ladrillo. En el centro, la
mayor da la hora. A su alrededor, el ciclo metónico, la ecuación del tiempo, el ciclo
solar, la letra dominical, la edad de la luna o las mareas, entre otras mediciones.
 
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PALACIO ZWINGER, DRESDE
Percusión celestial. Situado en el magnífico palacio barroco de Zwinger, construido
entre 1710 y 1728 como residencia real y hoy sede varios museos, el Uhr mit
Glockenspiel (reloj con carrillón) se ha convertido en uno de los grandes reclamos del
mismo, pese a que no se instaló en este lugar hasta 1933. Su principal atractivo es un
carrillón formado por 40 campanas de porcelana de Maissen -inicialmente eran 24-
que emite diferentes melodías cada mediodía. El reloj no se salvó de la devastación de
los bombardeos que sufrió la ciudad de Dresden en 1945, y estuvo siendo restaurado
durante casi dos décadas, hasta 1964. Hoy sus campanas pueden escucharse cuatro
veces por hora.


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ESTACION CENTRAL, NUEVA YORK
La hora de Manhattan. Pese a que tiene un digno competidor muy cerca -el de cuatro
caras que domina el imponente hall-, el reloj a la fachada a la calle 42 de la Grand
Central Terminal de Nueva York es uno de los grandes emblemas de la Gran Manzana.
Se trata de un regalo de la prestigiosa joyería Tifanny a la ciudad cuando se inauguró
este edificio, en 1913, y es el más grande que se haya construido con cristales de esta
marca, con 4 metros de diámetro. Rodeado por las estatuas de dioses clásicos
(Mercurio, Minerva y Hércules) es el único de toda la estación que da la hora correcta.
Todos los demás están adelantados un minuto para evitar que los pasajeros lleguen
tarde a sus trenes.
 
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TORRE BERENGUELA, SANTIAGO DE COMPOSTELA.
Al final del camino. Admirada por compostelanos y faro de peregrinos, la Torre
Berenguela fue ordenada construir en el siglo XIV por el arzobispo Diego de Padrón
para defender a la Catedral. Con una altura de 75 metros, puede verse desde
prácticamente toda la ciudad, razón por la que se instaló en ella en 1831, por encargo
del arzobispo Rafael Vélez, el reloj de cuatro esferas que lucen en cada cara de la torre.
Entre sus particularidades destaca que cada esfera solamente tiene la aguja que marca
las horas y las dos campanas que completan el mecanismo. De ellas, la más grande -la
que marca las horas- se conoce también popularmente como la Berenguela, y pesa
alrededor de 6,5 toneladas.


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TORRE RAJABAI, MUMBAI
Un Big Ben en la India. La torre más famosa de la megalópolis india no tiene tanto
que envidiar en belleza a la que se encuentra en la orilla del Támesis. Aunque
construida en el último cuarto del siglo XIX por el arquitecto inglés sir Gilbert Scott, la
Torre Rajabai, en la Universidad de Mumbai, con 85 metros de altura, luce un vistoso
estilo entre gótico y veneciano. En ella no podía faltar un elegante reloj cuyo carrillón,
en sus primeros días, solía tocar hasta 16 melodías diferentes, muchas de ellas
laudatorias de la corona británica dominadora, como Rule Britania, God Save the King
o Home! Sweet Home! Actualmente solo suena la misma canción en los cuartos.
 
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CATEDRAL DE WELLS
Dos prodigios en uno. Hablar del célebre reloj medieval de la Catedral de Wells, por lo
general, es referirse al reloj astronómico que se encuentra en el interior del templo,
considerado como el segundo mecanismo de estas características más antiguo de
Inglaterra (1390). Sin embargo, pocos saben que el reloj exterior, construido solo 70
años después, está impulsado por el mismo mecanismo. Sobre la esfera blanca y gris
con números y manecillas doradas, dos caballeros y sus correspondientes armaduras
entran en acción cuando tocan los cuartos. Un lema les une: Ne quid pereat (No dejes
que se pierda nada).


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ÓPERA SEMPER, DRESDE
El primer reloj digital. ¿Un reloj digital en 1842? Ferdinand Adolf Lange, fundador
de la firma sajona de alta relojería Lange & Söhne, diseñó junto con el maestro
Christian Friedrich Gutkaes una insólita pieza destinada a lucir sobre el escenario de la
Ópera Semper. El llamado Reloj de los Cinco Minutos fue construido a petición del rey
Federico Augusto II de Sajonia para que todo el mundo pudiese mirar la hora sin
molestar a los demás espectadores durante las representaciones. Los relojeros crearon
una estructura sin precedentes que incluía dos contadores rotatorios que mostraban la
hora (en números romanos) y los minutos, estos últimos expresados en intervalos de
cinco minutos. El reloj fue todo un éxito y dio alas a Ferdinand A. Lange para fundar,
pocos años después su propia relojera.

https://www.gentleman.elconfidencia...6/horas-relojes-del-mundo-big-ben_1308046/#10
 
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Ver el archivo adjunto 1009464
TORRE BERENGUELA, SANTIAGO DE COMPOSTELA.
Al final del camino. Admirada por compostelanos y faro de peregrinos, la Torre
Berenguela fue ordenada construir en el siglo XIV por el arzobispo Diego de Padrón
para defender a la Catedral. Con una altura de 75 metros, puede verse desde
prácticamente toda la ciudad, razón por la que se instaló en ella en 1831, por encargo
del arzobispo Rafael Vélez, el reloj de cuatro esferas que lucen en cada cara de la torre.
Entre sus particularidades destaca que cada esfera solamente tiene la aguja que marca
las horas y las dos campanas que completan el mecanismo. De ellas, la más grande -la
que marca las horas- se conoce también popularmente como la Berenguela, y pesa
alrededor de 6,5 toneladas.


Ver el archivo adjunto 1009481
TORRE RAJABAI, MUMBAI
Un Big Ben en la India. La torre más famosa de la megalópolis india no tiene tanto
que envidiar en belleza a la que se encuentra en la orilla del Támesis. Aunque
construida en el último cuarto del siglo XIX por el arquitecto inglés sir Gilbert Scott, la
Torre Rajabai, en la Universidad de Mumbai, con 85 metros de altura, luce un vistoso
estilo entre gótico y veneciano. En ella no podía faltar un elegante reloj cuyo carrillón,
en sus primeros días, solía tocar hasta 16 melodías diferentes, muchas de ellas
laudatorias de la corona británica dominadora, como Rule Britania, God Save the King
o Home! Sweet Home! Actualmente solo suena la misma canción en los cuartos.
La Iglesia , al igual que los Americanos del Norte, siempre ha tenido la desgraciada costumbre de "meter las narices" donde no les importa, y tal es el caso de la Reina Berenguela que esta enterrada en el Monasterio de Las Huelgas, en Burgos, y fue una Mujer sufrida donde las haya debido a las traiciones amorosas de sus Maridos, que parece que aqui por estos pagos es cosa común.- Ya hablaremos de esto, pues la cosa que ha acaecido con Berenguela no fue broma.-
Un cordial saludo @Coti7495.-
 
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Se levanta en la Marienplatz de Múnich uno de los edificios más increíbles de Alemania. El Neues Rathaus o Ayuntamiento Nuevo. Establecido entre el año 1867 y el 1909 por el arquitecto Georg von Hauberrisser, su estilo neogótico representa una de las mejores muestras en este estilo dentro del territorio alemán.

Información sobre el nuevo Ayuntamiento de Múnich
Como toda gran construcción neogótica que se precie sus dimensiones desbordan lo mundano. El Nuevo Ayuntamiento cuenta con más de 9000 m² de superficie, de los cuales hay unos 7000 construidos, su fachada principal alcanza los 100 metros de longitud y la altura de su torre central llega a los 85 metros. Por supuesto, entre estos números colosales resulta fácil imaginar las impresionantes medidas del conjunto arquitectónico.

Por lo que respecta a su ornamentación, luce la fachada principal dominada por la figura del príncipe regente Leopoldo de Baviera, del príncipe de los Güelfos Enrique el León y de algunos motivos propios la Casa Real de Wittelsbach. También es posible descubrir, entre la ricamente adornada superficie, gárgolas típicamente neogóticas, figurillas de niños, máscaras, dibujos alegóricos, temas propios de la vida de los santos y motivos populares.

Arriba, muy arriba en la torre principal, compartiendo protagonismo con el Münchner Kindl – figura oficial del escudo de Múnich -, se observa el quinto carillón más grande de Europa. Una maravilla popularmente conocida por representar un espectáculo sin igual, no sólo porque sus 43 campanas pueden llegar a tocar hasta cuatro melodías diferentes, sino también porque sus 32 figuras autómatas representan complejos movimientos dignos de los mejores relojeros alemanes.

Gran expresión de la historia y la leyenda de Múnich, el carrillón del Ayuntamiento Nuevo contiene sus personajes más representativos. En la parte superior del mirador los autómatas protagonizan un torneo, que tiene lugar con motivo del desposamiento del duque Guillermo V de Wittelsbach con Renata de Lorena, mientras en la parte inferior, se puede apreciar un baile típico de Múnich, cuya gestación se produjo durante la epidemia de peste que asoló Alemania a principios del siglo XIV.

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Añadido a este gran espectáculo, también se puede disfrutar de una variante de dos minutos a las 21 horas. En este momento, surge un guarda nocturno por la izquierda del mirador. Aparece cargado con su alabarda y su candil, seguido de su perro y da comienzo su ronda nocturna.

Después de una pequeña pausa, la melodía “Wiegenlied” de Johannes Brahms resuena en la Marienplatz. La canción de cuna da la bienvenida a los sueños nocturnos, mientras por la derecha aparecen el Münchner Kindl y el ángel de la paz. Una vez ambas figuras quedan recogidas, Múnich puede dormir en paz.
https://sobrealemania.com/2009/04/16/ayuntamiento-nuevo-de-munich-arte-neogotico/
 
Hoy, me voy a pasear por una bonita ciudad, en los paseos que di, siempre me acordaba de dos mujeres maravillosas que he conocido en este foro @Lore C y @Coti7495 .
Este recorrido esta dedicado para ellas.










Cuando los porteños miran para arriba: leyendas de los relojes monumentales de la Ciudad de Buenos Aires
En los edificios porteños hay cerca de 70 relojes: algunos funcionan, otros no, pero todos custodian parte de la historia de la ciudad. El del Cabildo y el de la Casa Rosada, el más grande, al que se le voló una aguja: secretos de los relojes públicos más emblemáticos.
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La perspectiva del reloj más grande de la ciudad desde el mirador del sexto piso de la Torre Monumental, en el barrio de Retiro


El tiempo pasó. A comienzos del siglo pasado había sido la entrada a Buenos Aires. Su localización era estratégica: se erige a la vista de la terminal de ferrocarriles de la Estación Retiro, el Puerto de la Ciudad y el Hotel de los Inmigrantes. Era una referencia, un avistaje obligado. El visitante alzaba la vista, dirigía la mirada hacia el sexto piso de la torre y decidía cómo seguir su paso: lento o acelerado.

El tiempo pasó. La torre es hoy un monumento histórico reservado al patrimonio nacional y el Hotel de los Inmigrantes, un museo. Pocos leen o cotejan la información que allí se manifiesta. Su función, su esencia, quedó relegada a un fenómeno anacrónico. Lo que late en lo alto de la torre no es más que un síntoma del devenir del tiempo, un testimonio del progreso, un decorado vintage del desarrollo urbano.


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Sobre la plaza Fuerza Aérea Argentina, el reloj de la torre era una referencia a los visitantes que bajaban de los trenes y los barcos
La Torre Monumental mira la costa este de la ciudad desde el corazón de la plaza Fuerza Aérea Argentina. A 45 metros de altura, da la hora el reloj más grande de Buenos Aires. Las agujas miden dos metros y los cuadrantes son cuatro de 4,40 metros de diámetro realizados en opalina original. "Los maneja una misma máquina: todo desemboca en una transmisión satelital como si fuese un auto, desde ahí divide la fuerza hacia los cuatro lados y mueve las agujas del minutero y la hora", atestigüó Javier Terenti, el artesano y guardián de los relojes porteños, jefe de Mantenimiento de Relojería de la Ciudad.


El tiempo pasó pero hay cosas que no cambiaron. El reloj dio con precisión todos los minutos desde el 24 de mayo en 1916, cuando se inauguró la torre, sin importar la devaluación de su utilidad. Lo que no se perdió fue su prestancia visual: hoy es centro de convención de selfies de turistas y curiosos atraídos por la inmensidad y el equilibrio, y hace ocho décadas era el paisaje que los marineros, vestigios de la próspera actividad portuaria, elegían para retratarse por los viejos fotógrafos de plaza.

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Javier Terenti es el centinela del reloj público más grande de la ciudad. Su sueño, como el del relojero Guillermo del Valle, es recuperar el reloj de la Usina del Arte, hoy detenido y sin presupuesto disponible para poner en funcionamiento
A espaldas, siempre, la construcción de 60 metros revestida por 55 mil ladrillos rojos y piedra labrada. Su piedra fundamental se colocó en mayo de 1910, seis años antes de su inauguración. La Primera Guerra Mundial paralizó la edificación, a cargo de la empresa Hopkins y Gardom Ltd, y ejecutada por el arquitecto Ambrose Poynter, hijo del presidente de la Real Academia de Londres. El material, los técnicos y los obreros llegaron del Reino Unido. Argentina aportó solo el agua y la arena.


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Todas las piezas son originales y se mantienen activas desde 1916. Sus principales adversarios: las palomas y los grandes vientos
En su ingreso, una placa confiesa: "Los residentes británicos al gran pueblo argentino salud. 25 de mayo de 1910". Significó la donación de los ingleses que vivían en el país en conmemoración al centenario de la Revolución de Mayo. Costó 90 mil libras esterlinas, exhibe frisos ornamentados con soles y emblemas del imperio británico (la flor del cardo escocesa, la rosa de la Casa Tudor, el dragón rojo galés y el trébol de Irlanda) y fue conocida como la Torre de los Ingleses hasta 1984. Finalizada la Guerra de Malvinas, manifestantes y vándalos obligaron el cambio de denominación. El edificio fue reinaugurado años después: una bomba destruyó mobiliarios, incendió el interior del vestíbulo y afectó el ascensor que había sido regalado por el Príncipe de Gales en 1926. Como los planos se conservaban en Inglaterra y las relaciones diplomáticas estaban suspendidas por el conflicto bélico, se debió restaurar a base de fotografías. Tenía ya su nombre definitivo: Torre Monumental.

En su coronación, el reloj y sus campanas. La máquina de precisión, construida por la prestigiosa relojería Gillette & Johnston en Croydon, Inglaterra, en 1914, se vale de un péndulo de cuatro metros de altura y cien kilos de peso. "Tenemos una maquinaria que comanda otras dos máquinas: una es el carrillón que está en el séptimo piso, son cuatro campanas de tres toneladas y funciona cada quince minutos, y otra que a la hora activa el mecanismo de la campana mayor que tiene unas siete toneladas y es golpeada por un martillo de hierro macizo de 50 kilos", contó Javier Terenti, que se encarga de distintos trabajos de mantenimiento en el espacio público y en edificios públicos del Gobierno de la Ciudad.

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Lo fabricó la misma compañía que creó el Big Beng. La placa lo confirma: Gillet & Johnston Groydon Englan 1914

https://www.infobae.com/sociedad/20...es-monumentales-de-la-ciudad-de-buenos-aires/
 
Es la réplica más pequeña del Big Ben: un cuarto más chico del reloj ubicado en la sede del parlamento británico. Funciona los 365 días del año gracias a la mecánica y la física, salvo inclemencias del tiempo y la intromisión de palomas. Terenti la visita una o dos veces por semana pero no necesita darle cuerda al mecanismo. Cada vez que llega, sube por ascensor hasta el sexto nivel y desde allí accede en escalera al piso del reloj. Reveló que a veces suenan las campanas o se accionan mecanismos de manera extraña: "Generalmente cuando hay personas no escuchás ningún ruido. Pero cuando no hay nadie escuchás ruidos por todos lados.El que diga que no es porque nunca estuvo solo durante horas trabajando. Muchas veces el reloj no tiene nada y no funciona hasta que pedís por favor que alguien te ayude y de repente arranca. Acá ha pasado varias veces".


El reloj público ya cumplió su función. Nacieron en las iglesias de la Edad Media para coordinar los horarios de culto. Hoy tiene valor ornamental, patrimonial, histórico. La gente los sigue queriendo”, dijo Guillermo del Valle, el creador de los relojes del Cabildo y la Casa Rosada




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Sobre la plaza Fuerza Aérea Argentina, el reloj de la torre era una referencia a los visitantes que bajaban de los trenes y los barcos
La Torre Monumental mira la costa este de la ciudad desde el corazón de la plaza Fuerza Aérea Argentina. A 45 metros de altura, da la hora el reloj más grande de Buenos Aires. Las agujas miden dos metros y los cuadrantes son cuatro de 4,40 metros de diámetro realizados en opalina original. "Los maneja una misma máquina: todo desemboca en una transmisión satelital como si fuese un auto, desde ahí divide la fuerza hacia los cuatro lados y mueve las agujas del minutero y la hora", atestigüó Javier Terenti, el artesano y guardián de los relojes porteños, jefe de Mantenimiento de Relojería de la Ciudad.

El tiempo pasó pero hay cosas que no cambiaron. El reloj dio con precisión todos los minutos desde el 24 de mayo en 1916, cuando se inauguró la torre, sin importar la devaluación de su utilidad. Lo que no se perdió fue su prestancia visual: hoy es centro de convención de selfies de turistas y curiosos atraídos por la inmensidad y el equilibrio, y hace ocho décadas era el paisaje que los marineros, vestigios de la próspera actividad portuaria, elegían para retratarse por los viejos fotógrafos de plaza.

Javier Terenti es el centinela del reloj público más grande de la ciudad. Su sueño, como el del relojero Guillermo del Valle, es recuperar el reloj de la Usina del Arte, hoy detenido y sin presupuesto disponible para poner en funcionamiento
A espaldas, siempre, la construcción de 60 metros revestida por 55 mil ladrillos rojos y piedra labrada. Su piedra fundamental se colocó en mayo de 1910, seis años antes de su inauguración. La Primera Guerra Mundial paralizó la edificación, a cargo de la empresa Hopkins y Gardom Ltd, y ejecutada por el arquitecto Ambrose Poynter, hijo del presidente de la Real Academia de Londres. El material, los técnicos y los obreros llegaron del Reino Unido. Argentina aportó solo el agua y la arena.

Reloj-Torre-Monumental-de-los-ingleses-11.jpg

Todas las piezas son originales y se mantienen activas desde 1916. Sus principales adversarios: las palomas y los grandes vientos
En su ingreso, una placa confiesa: "Los residentes británicos al gran pueblo argentino salud. 25 de mayo de 1910". Significó la donación de los ingleses que vivían en el país en conmemoración al centenario de la Revolución de Mayo. Costó 90 mil libras esterlinas, exhibe frisos ornamentados con soles y emblemas del imperio británico (la flor del cardo escocesa, la rosa de la Casa Tudor, el dragón rojo galés y el trébol de Irlanda) y fue conocida como la Torre de los Ingleses hasta 1984. Finalizada la Guerra de Malvinas, manifestantes y vándalos obligaron el cambio de denominación. El edificio fue reinaugurado años después: una bomba destruyó mobiliarios, incendió el interior del vestíbulo y afectó el ascensor que había sido regalado por el Príncipe de Gales en 1926. Como los planos se conservaban en Inglaterra y las relaciones diplomáticas estaban suspendidas por el conflicto bélico, se debió restaurar a base de fotografías. Tenía ya su nombre definitivo: Torre Monumental.

En su coronación, el reloj y sus campanas. La máquina de precisión, construida por la prestigiosa relojería Gillette & Johnston en Croydon, Inglaterra, en 1914, se vale de un péndulo de cuatro metros de altura y cien kilos de peso. "Tenemos una maquinaria que comanda otras dos máquinas: una es el carrillón que está en el séptimo piso, son cuatro campanas de tres toneladas y funciona cada quince minutos, y otra que a la hora activa el mecanismo de la campana mayor que tiene unas siete toneladas y es golpeada por un martillo de hierro macizo de 50 kilos", contó Javier Terenti, que se encarga de distintos trabajos de mantenimiento en el espacio público y en edificios públicos del Gobierno de la Ciudad.

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Lo fabricó la misma compañía que creó el Big Beng. La placa lo confirma: Gillet & Johnston Groydon England 1914
Es la réplica más pequeña del Big Ben: un cuarto más chico del reloj ubicado en la sede del parlamento británico. Funciona los 365 días del año gracias a la mecánica y la física, salvo inclemencias del tiempo y la intromisión de palomas. Terenti la visita una o dos veces por semana pero no necesita darle cuerda al mecanismo. Cada vez que llega, sube por ascensor hasta el sexto nivel y desde allí accede en escalera al piso del reloj. Reveló que a veces suenan las campanas o se accionan mecanismos de manera extraña: "Generalmente cuando hay personas no escuchás ningún ruido. Pero cuando no hay nadie escuchás ruidos por todos lados.El que diga que no es porque nunca estuvo solo durante horas trabajando. Muchas veces el reloj no tiene nada y no funciona hasta que pedís por favor que alguien te ayude y de repente arranca. Acá ha pasado varias veces".

“El reloj público ya cumplió su función. Nacieron en las iglesias de la Edad Media para coordinar los horarios de culto. Hoy tiene valor ornamental, patrimonial, histórico. La gente los sigue queriendo”, dijo Guillermo del Valle, el creador de los relojes del Cabildo y la Casa Rosada
Las campanas reproducen la misma melodía del Big Ben: a los quince minutos suenan cuatro notas, a la media hora ocho, un cuarto de horas después se escuchan doce notas y a la hora exacta entonan 16. Son el preludio a la gran campanada, que suena la misma cantidad de veces que la hora que se celebra. Las campanas siempre suenan, salvo casos excepcionales. El maestro relojero Alberto Selvaggi alguna vez contó que las silenciaron para que no entorpecieran el sueño del entonces presidente Roberto Ortiz a comienzos de 1940. Javier Terenti confió, además, que el mecanismo de las campanas fue suspendido durante el G20 e invadido por fuerzas de seguridad. La razón: la generosa perspectiva desde el mirador de la torre del Hotel Sheraton de Retiro, donde se hospedó Xi Jinping, el máximo mandatario de China.

https://www.infobae.com/sociedad/20...es-monumentales-de-la-ciudad-de-buenos-aires/
 
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