Relojes

La asombrosa historia del espléndido reloj de María Antonieta
BBCDel documental "The incredible story of Marie Antoinette's watch with Nicholas Parsons"
  • 11 junio 2017
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Image captionUna obra de arte y mecánica con una historia llena de emociones.
Muchos lo consideran como el reloj más estupendo creado jamás. Fue creado para una reina a la que le llegó su hora antes de verlo por el estimado como el mejor relojero de la historia.

Se trata del medidor de tiempo más precioso de todos los tiempos: el legendario Marie Antoinette.

Su historia le hace justicia a su nombre y todavía guarda uno que otro misterio.

Empezó a fabricarse en la década de 1780, fue vendido en la de 1880 y desapareció en la de 1980.

Las leyes del Universo
Durante siglos, Alemania brillaba en mecánica e Inglaterra estuvo a la vanguardia en relojería.

En la década de 1760, por ejemplo, John Harrison inventó una serie de relojes y cronómetros que resolvieron el acertijo de la longitud, una cuestión de vida o muerte en la navegación.

Entre tanto, una publicación francesa lamentaba el hecho de que nadie usaba relojes que no fueran hechos en Inglaterra.

En esa época, París estaba bajo la seducción de la Ilustración. Los dirigentes anticipaban que esa nueva era de invención empoderaría a Francia, y los científicos e ingenieros se atrevían a pensar que la razón podía triunfar frente a la religión.

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Image captionDibujo de la Encyclopédie (1772) que según Denis Diderot buscaba "cambiar la manera de pensar de la gente". Representaba el pensamiento de la Ilustración. Aquí la figura central representa la Verdad y tiene a la Razón y la Filosofía a su lado. Las ilumina una luz brillante, símbolo del movimiento.
La maestría en la relojería era atractiva para todos: ¿para qué necesitas la religión y la magia cuando combinando una intricada ingeniería con una construcción inteligente puedes darle vida a lo inanimado?

Al llevar un reloj contigo, cargabas las leyes del Universo.

Los franceses ansiaban encontrar un maestro en las artes mecánicas que pudieran reclamar como propio.

Conjurador de la relojería
En 1775, un hombre de 28 años llegó a Quai de l'Horloge, en ese entonces el corazón de la relojería en París.

Se llamaba Abraham-Louis Breguet y su genio transformó esa parte de la ciudad en la capital de la relojería del mundo.

Refinó todo lo que se había hecho hasta entonces y antes de cumplir los 45 años ya era considerado como el mejor relojero vivo, un título que muchos mantienen ligado a su nombre después de su muerte.

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Image captionEl relojero nacido en Suiza fue todo un pionero. Mejoró la apariencia, funcionalidad, durabilidad y precisión de los relojes, e introdujo importantes innovaciones. (1747-1823)
Como muchos de los grandes relojeros, Breguet era suizo. Su padre murió cuando tenía 11 años y su madre se casó con un relojero.

Su padrastro lo sacó del colegio y lo hizo su aprendiz.

Así empezó a aprender los principios básicos de la ciencia de medir el tiempo.

Complicaciones
Tras apenas un año de aprendiz en Ginebra, ya era experto en los movimientos, engranajes, mecanismos de escape y había aprendido sobre relojes, cronómetros y cómo hacer que a un tic le siguiera un tac.

Lo despacharon a París para que trabajara con relojeros más sofisticados.

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Image captionLancheros entre los puentes de Notre-Dame y au Change, París, en 1756, por Nicolas-Jean-Baptiste Raguenet (1715-1793).
Llegó con ganas de aprender ingeniosas maneras de crear piezas más pequeñas y precisas, y de entender lo que en ese mundo se conoce como "complicaciones".

Una complicaciones es cualquier función que no sea la básica de decir la hora y minutos, y requieren conocimientos más sólidos de relojería así como una comprensión más profunda del tiempo.

En el College des Quatre-Nations, Breguet aprendió sobre los ciclos solares, los calendarios lunares y cómo coreografiar cronología.

Además se enamoró, se casó y eventualmente estableció su propio taller en Quai de l'Horloge, o muelle del reloj.

Perpetuo
La tienda de Breguet se convirtió en el centro de innovaciones en relojería.

El primer invento que emergió de su pequeño taller fue el reloj perpetuo que, como su nombre indica, no necesitaba que se le diera cuerda pues aprovechaba la energía producida por el movimiento de quien lo usaba. Se convirtió en el aparato de moda en los 1780.

Fue el principio de una revolución general en términos de mecanismos, técnicas y estética: creó nuevas funciones, nuevos productos, manteniendo siempre su estilo simple y elegante.

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Image captionEl nombre de Breguet sigue vivo en algunos de los más exclusivos lugares en el mundo: Rodeo Drive, Bond Street y en éste: la Place Vendome de París. El dueño de la marca ahora es el grupo Swatch y en esta sede guardan una colección de las creaciones originales de fabuloso relojero.
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Image captionRelojes tan hermosos como joyas, que poseen esa rara cualidad: elegancia.
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Image captionOtros aún más minimalistas, como éste de 1798. Era un "reloj de suscripción", pues el comprador hacía un pago inicial y luego completaba lo que debía a cuotas.

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Objetos de lujo
Desde el principio, los relojes de Breguet eran lujos que requerían de clientes acaudalados.

Por fortuna, a sólo 25 kilómetros de su tienda había una concentración de riqueza, vanidad y ostentación como ninguna otra en el mundo: el palacio de Versalles.

2.000 acres de extravagancia con el rey Luis XVI en el trono y María Antonieta, su decadente reina al lado.

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Image captionEl estilo de vida de la realeza y aristócratas en esa época es legendario.
Versalles estaba repleto de aristócratas tratando de ser mejores que los demás.

Tener un Breguet se convirtió en un sello de buen gusto.

Era el iPhone 7 del siglo XVIII. Sacar un reloj Breguet moderno, delgado, que mostraba el ciclo de la Luna o el calendario le permitía a los cortesanos exhibir su riqueza, sofisticación y modernidad.

El relojero era tan admirado en las altas esferas de la sociedad que recibió la comisión más importante de su vida: crear una pieza para la reina de Francia, María Antonieta.

La comisión #160
En el registro del trabajo del taller de Breguet, que Emmanuel Breguet, el tatara-tatara-tatara-tataranieto de Abraham-Louis le mostró a la BBC, la comisión #160 es considerablemente más larga que las demás: "hacer un reloj digno de la reina".

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Image captionUn fabuloso reloj para una fabulosa reina. "María Antonieta con una rosa" por Marie Louise Elizabeth Vigee-Lebrun.
Entre las varias estipulaciones decía que debía tañer cada hora y cada cuarto de hora; tener un termómetro; mostrar el día, mes, año y años bisiestos; dar la hora solar y ser delicado pero robusto. Todas las partes internas sin excepción serían de zafiro.

Tenía que ser tan bello como ingenioso, con el máximo de complicaciones posibles y los materiales más preciosos.

Y no había límite ni de tiempo para terminarlo ni de dinero para fabricarlo.

Lo que no decía era quién lo había comisionado.

Es un misterio y a lo largo de los años ha sido tema de especulación.

¿Liaison dangereuse?
La leyenda dice que la historia del reloj más fabuloso hecho jamás empezó con un personaje alto, guapo y sueco.

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Image captionEl conde sueco causó sensación en la corte de Versalles.
En su tour de Europa, el conde Hans Axel von Fersen, un noble de Suecia, fue Versalles, donde aparentemente causó sensación.

Fersen conoció a María Antonieta en un baile de máscaras y se volvieron amigos cercanos. Muy cercanos. Se sospechó que eran amantes.

Precisamente en ese momento alguien ordenó un reloj muy especial para la reina.

Realidades distintas
De cualquier manera, el reto inspiró a Breguet... pero pasarían 44 años antes de que el reloj estuviera listo.

Uno de los problemas fue que al principio de los 1780, Francia estaba al borde de un cambio sísmico.

Versalles y París vivían dos realidades distintas. En la primera la del espectáculo y la opulencia mientras que en la capital francesa todo era enfermedad y pobreza.

En julio de 1789, con los precios de pan más altos que nunca, una multitud hambrienta y furiosa se tomó la fortaleza de la Bastilla y desfiló con la cabeza del gobernador en una pica por las calles de París.

La Revolución Francesa había empezado.

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Derechos de autor de la imagenRETRATO SIN TERMINAR POR ALEXANDRE KUCHARSKI
Image captionLa reina perdió su esplendor.
A nivel personal, los eventos fueron calamitosos para Breguet.

El relojero apoyaba la Revolución, pero a medida que se tornó más sangrienta, cualquier persona sospechosa de sentir alguna simpatía por los odiados reyes estaba en peligro. Y Breguet tenía vínculos con la corte pues le vendía sus creaciones.

Respecto a su negocio, sus clientes fueron perdiendo la cabeza o huyendo del país.

A otra corte
En 1793 Breguet se regresó a su nativa suiza y se llevó el Marie Antoinette, aún sin terminar.

El reloj estaba a salvo, pero la reina no tuvo la misma suerte.

El 16 de octubre de ese año, fue llevada a la Plaza de la Revolución. Tenía un sencillo reloj Breguet abrochado a su vestido, que contaba sus minutos finales.

A las 12:15, la cuchilla de la guillotina le cortó la cabeza.

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Image captionSansón el verdugo muestra la cabeza de la reina a los testigos de la decapitación.
Pasarían dos años antes de que Breguet retornara a París en 1795, cargado de ideas que fue realizando en rápida sucesión, como el resorte regulador espira Breguet, un nuevo mecanismo de escape que no requería lubricación y el tourbillon, un mecanismo especial para evitar los efectos de la gravedad.

Versalles había desaparecido pero había una nueva corte, la de Napoleón Bonaparte, a la que Breguet le hacia relojes.

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Image captionEl reloj de Josefina, esposa de Napoleón, era "de tacto", es decir que podías saber qué hora era sin tener que mirarlo. Lo compró en 1800 con diamantes pequeños y cuando se convirtió en emperatriz, ordenó que los cambiaran por más grandes.
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Image captionA Caroline Murat, la reina de Nápoles, le hizo un delgado reloj y lo montó en un brazalete de pelo y oro para que lo usara en su brazo. Fue el primer reloj pulsera de la historia.
Breguet era el relojero más famoso del mundo y lo recompensaron con el máximo galardón de Francia: la Legion d'Honneur.

La aclamación no lo distrajo de su obsesión. Todo lo que ganaba era canalizado hacia la que sería su obra maestra.

Pero el tiempo, que tan bellamente contaba, también pasaba para él y en septiembre de 1823 se le acabó.

El maestro estaba muerto pero su trabajo aún estaba incompleto.

El reloj que Breguet había estado perfeccionando por cuatro décadas fue finalmente terminado por su hijo, el último día de 1827.

Vida póstuma
Era el más complicado, sofisticado y bello reloj del mundo.

Su primer dueño registrado fue el marqués de la Groye, quien había sido paje de María Antonieta.

Cuando el marqués falleció, el reloj estaba en el taller de los Breguet así que la familia volvió a custodiarlo.

A finales del siglo XIX volvió al mercado y fue comerciado discretamente por varios coleccionistas.

En 1917 el industrialista británico y coleccionista apasionado Sir David Salomons lo compró. Asombrado por el trabajo de Breguet, Solomons proclamó:



Llevar un reloj de Breguet es sentir que cargas el cerebro de un genio en tu bolsillo"


Solomons adquirió más de 100 relojes hechos Breguet. Legó la colección a su hija quien la donó al Museo de Arte Islámico en Israel, un improbable destino final para el Marie Antoinette. Pero allá protagonizó otro extraordinario evento.
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El gran hurto
El Marie Antoinette estuvo en su caja de cristal, en silencio y lejos del mundo de los aficionados a los relojes hasta 1983, cuando el más fabuloso reloj del mundo fue robado en el más grande atraco de relojes de la historia.

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Image captionLa reina de los relojes desapareció por más de 20 años.
A eso de la media noche del 15 de abril de ese año, un hombre delgado vestido de negro entró al museo por una estrecha ventana.

Cortó círculos en los vidrios de los gabinetes y cuidadosamente sacó más de 100 relojes antiguos, algunas pinturas y un par de libros.

Tuvo tiempo de fumarse unos cigarrillos y se fue con una carga valuada en millones y millones de dólares.

La policía buscó por todas partes pero no encontró ningún rastro del Marie Antoinette, la pieza más valiosa del tesoro robado.

El acto final
En 2005 se agotaron las esperanzas y el dueño de la marca Breguet, Nicolas Hayek, anunció el ambicioso plan de crear una replica del desvanecido reloj.

Con la ayuda de unas pocas fotografías y detalles encontrados en los archivos Breguet, un equipo de ingenieros dedicó dos años ha producir a mano 823 componentes y armar la asombrosa pieza.

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Image captionNicolas Hayek con la réplica del famoso reloj.
Cuando estaban a punto de presentar la réplica, un comerciante de antigüedades llamado Zion Jakobov se comunicó con la curadora Rachel Hasson y le dijo que un abogado tenía la invaluable colección de Breguets del museo.

Hasson dudó hasta que se encontró cara a cara con el Marie Antoinette.

96 de los 106 relojes fueron recuperados.

Habían sido robados por un hombre llamado Na'aman Diller quien era un gran ladrón pero terrible vendedor.

Temiendo que lo descubrieran, dejó lo que robó en cajas de seguridad durante 23 años. Murió de cáncer en 2004 pero poco antes le confesó a su esposa lo que había hecho.

Fue ella quien contrató al abogado que empezó a hacer llamadas para organizar la devolución.

El Marie Antoinette volvió a ser la pieza principal de la colección del museo. Sólo que ahora está en una caja y una habitación considerablemente más seguros.

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Image captionEn su caja, en el museo.
Este artículo es una adaptación del documental de la BBC "The incredible story of Marie Antoinette's watch with Nicholas Parsons".

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Por qué no hay una hora correcta pero sí una hora exacta
Tim HarfordBBC, Serie: "50 cosas que hicieron la economía moderna"
  • 12 marzo 2017


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Image captionEl reloj es una de las cosas que ayudaron a moldear la Economía moderna.
En 1845, le añadieron un detalle curioso al reloj de la iglesia de St John en Exeter, Inglaterra occidental: otra manecilla que se movía con 14 minutos de atraso con relación a la original.

La razón, como explicó el semanario local, era "una cuestión de gran conveniencia pública", pues le permitía al reloj mostrar "el horario de los trenes así como la hora correcta en Exeter".

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Image captionEl reloj de la Tierra, la Luna y el Sol de la Catedral de Exeter data del siglo XV.
El sentido humano del tiempo siempre ha sido definido por el movimiento planetario.

Empezamos a hablar de "días" y "años" desde mucho antes de que supiéramos que la Tierra rota sobre su eje y que orbita el Sol; de la Luna creciente y menguante concebimos la idea del mes. El tránsito del Sol por el cielo nos dio palabras como "mediodía".

Sin embargo, el momento exacto en el que nuestra estrella alcanza su cenit depende, por supuesto, del lugar desde el que lo estemos mirando. Si estás en Exeter, lo verás unos 14 minutos después que alguien que esté en Londres.

Cuando los relojes se volvieron comunes, la gente, naturalmente, los ajustó de acuerdo a sus observaciones celestiales locales.

Eso no era problema si necesitabas coordinar citas con tus vecinos: si estás en Exeter y acuerdas reunirte con alguien que está ahí a las 7 p. m., no importa si en Londres -a 300 kilómetros de distancia- piensan que son las 7:14 p. m.

Pero apenas un tren conectó a Exeter con Londres -deteniéndose en otras múltiples ciudades, todas con su propia idea de qué hora era-, se toparon con una pesadilla logística.

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Image captionLos relojes en las estaciones mostraban la "hora correcta" en el lugar en el que se encontraban.
Las primeras tablas con los horarios de los trenes valientemente le informaban a los viajeros que "la hora de Londres es unos 4 minutos más temprano que en Reading, 7 y medio minutos anterior a la de Cirencester...". Y claro, muchos quedaban completamente confundidos.

Lo peor, no eran sólo los pasajeros sino también los conductores y encargados de la señalización los que no entendían, aumentando el riesgo de accidentes.

Es por eso que los ferrocarriles adoptaron el "horario del tren": lo basaron en el Greenwich Mean Time -GMT-, dictado por el famoso observatorio en el barrio londinense de Greenwich.

Algunas autoridades municipales rápidamente notaron cuán útil era estandarizar el tiempo en todo el país, y ajustaron sus relojes.

Otras resintieron esa imposición de la metrópolis, y se aferraron a la idea de que su tiempo era -como decía el semanario de Exeter, no sin cierto encanto- "el tiempo correcto".

Por varios años, el deán de Exeter rehusó cambiar la hora del reloj de la catedral de la ciudad.

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Image captionIlustración de la catedral de Exeter que llevaba un tren del siglo XIX, cuando aún la hora del tren y la de la catedral no era la misma.
La hora precisa
De hecho, no existe "la hora correcta".

Como el valor del dinero, se trata de una convención cuya utilidad se deriva de la aceptación generalizada de los otros.

Lo que sí existe es la hora precisa o exacta.

Esa data de 1656, y se lo debemos a un holandés llamado Christiaan Huygens.

Había relojes antes de Huygens, por supuesto. Los antiguos egipcios y los persas del Medioevo tenían relojes de agua; otros marcaban el paso del tiempo con marcas en velas.

No obstante, hasta los artilugios más precisos se desfasaban hasta en 15 minutos al día.

Eso no importa mucho si eres un monje que quiere saber cuándo empezar a rezar. Pero la incapacidad de medir el tiempo con precisión tenía una importancia económica enorme cuando se trataba de la navegación.

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Image captionSaber dónde estabas era cuestión de vida o muerte, y para los que habían invertido en tu viaje, de pérdidas y ganancias.
Observando el ángulo del Sol, los marinos podían calcular su latitud: el lugar en el que estaban entre el norte y el sur.

Pero la longitud -entre este y oriente- era algo que tenían que adivinar. Y cuando adivinaban mal, atracaban en lugares a cientos de kilómetros de donde debían estar, en el mejor de los casos. En el peor, chocaban y naufragaban.

¿Cómo ayudaba saber la hora precisa?
¿Te acuerdas por qué la hora de los relojes de Exeter difería 14 minutos de la de Londres, a 300 kilómetros?

Si sabes que son las 12:00 GMT, puedes observar el Sol en donde estés, calcular la diferencia del tiempo y deducir la distancia.

El reloj de péndulo de Huygens era 60 veces más preciso que cualquiera de los anteriores.

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Derechos de autor de la imagenMUSEUM OF SCIENCE AND INDUSTRY,
Image captionUn gran avance, pero con sus problemas.
Aunque no lo suficiente. Además, los péndulos no se balancean muy bien en la cubierta de un barco.

Los reyes de las naciones marítimas estaban muy conscientes del problema con la longitud y ofrecían premios por resolverlo, algo que finalmente logró un inglés llamado John Harrison, con un aparato que perdía sólo dos segundos al día.

Para qué tanta exactitud
Desde la época de la intransigencia del deán de Exeter, el mundo entero acordó adoptar una "hora correcta", el tiempo universal coordinado, o UTC, mediado por varios husos horarios.

Usualmente, las zonas correspondientes a los husos mantienen la convención de que el mediodía es vagamente cercano al cenit del Sol.

Pero no siempre: desde que Mao Zedong declaró que toda China tendría la misma hora que Pekín, los residentes del occidental Tíbet y Sinkiang han escuchado las campanadas de sus relojes anunciando que son las 12:00 poco después del amanecer.

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Image captionNos fueron quitando la excusa de que "mi reloj está atrasado".
Entretanto, desde Huygens y Harrison, los relojes se han vuelto mucho más precisos. El UTC lo dan relojes atómicos, que miden oscilaciones de los niveles de energía de electrones. Su desfase es de menos de un segundo cada cien millones de años.

¿Para qué se necesita tanta exactitud? No planeamos nuestros días en milisegundos. La verdad es que los relojes de pulsera muy exactos siempre han sido artículos que denotan prestigio no practicidad.

Pero hoy en día hay lugares en los que los milisegundos importan.

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El tiempo es dinero
Uno de ellos es el mercado bursátil: se pueden ganar fortunas explotando una oportunidad de arbitraje un instante antes que los competidores.

Es tan importante para los que juegan a la bolsa que unos financieros calcularon recientemente que valía la pena gastar US$300 millones perforando montañas entre Chicago y Nueva York para colocar cables de fibra óptica en una línea ligeramente más recta. Eso aceleró la comunicación para los intercambios entre las dos ciudades en tres milisegundos.

Ante eso, es razonable cuestionar si esa es la infraestructura más socialmente útil que tal cantidad de dinero podría haber comprado, pero la obra ya está hecha.

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Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionVámonos con nuestro tiempo a otra parte.
El mantenimiento preciso del tiempo universalmente aceptado también es importante para las redes de computación y comunicaciones.

Pero quizás el impacto más significativo del reloj atómico -como lo fue primero con los barcos y luego con los trenes- ha sido en los viajes.

Para ir por el camino correcto
Hoy en día, nadie necesita navegar guiado por el ángulo del Sol: tenemos GPS.

El más básico de los teléfonos inteligentes puede localizarte recogiendo señales de una red de satélites: debido a que sabemos donde debe estar cada uno de esos satélites en el cielo en un momento dado, triangulando sus señales te dice dónde estás en la Tierra.

Es una tecnología que ha revolucionado todo, desde la navegación hasta la aviación, la topografía y el senderismo. Pero sólo funciona si la hora en todos esos satélites es la misma.

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Image caption¿Un sombrero para mostrarle a los satélites qué hora es?
Los satélites GPS suelen llevar cuatro relojes atómicos, hechos de cesio o rubidio.

Huygens y Harrison no podrían haber ni imaginado algo tan preciso y sin embargo aún no es suficiente: pueden identificar mal tu posición por un par de metros.

Es por eso que los automóviles de conducción automática necesitan sensores, además de GPS: en la carretera, un par de metros es la diferencia entre mantenerse en el carril y una colisión frontal.

Mientras tanto, los relojes continúan avanzando: los científicos han desarrollado recientemente uno basado en un elemento llamado iterbio, que no habrá perdido más de un centésimo de segundo cuando el Sol muera y se trague la Tierra, en unos 5.000 millones de años.

¿Cómo podría esta precisión extra transformar la economía de ahora en adelante?

Sólo el tiempo lo dirá.
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BREGUET
El padre de la relojería
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La historia de la relojería ha avanzado hasta nuestros días a fuerza de grandes invenciones, nacidas de la inspiración y el talento de auténticos genios adelantados a su tiempo. Entre los grandes nombres que han marcado su curso a lo largo de los siglos destaca, sin duda, el de Abraham-Louis Breguet, padre de muchos de los sistemas aún vigentes en la relojería mecánica y, sin duda, uno de los relojeros más grandes de todos los tiempos.

Nacido en Neuchâtel en 1747, Breguet se trasladó a París a los quince años para formarse en el arte de la relojería en el taller que regentaba su padrastro, Joseph Tattet. Paralelamente, Abraham-Louis adquirió grandes conocimientos matemáticos e incluso colaboró con Claude Chappé en el perfeccionamiento de su sistema de telegrafía.

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Retrato de Abraham-Louis Breguet

A diferencia de otros relojeros más precoces, Breguet no abrió su propio taller hasta 1775, cuando ya había sumado suficiente experiencia práctica a sus grandes conocimientos teóricos. Para ello también fue importante su matrimonio, ese mismo año, con Cécile Marie-Louise L'Huillier, hija de una familia de la burguesía parisina, y más concretamente el dote que ésta aportó, y con el cual Breguet financió la apertura de su empresa en el Quai de l'Horloge, situado en el Île de la Cité parisino.


La obra de un genio

Pronto Abraham-Louis Breguet pudo empezar a desarrollar sus propios diseños, para lo cual -a diferencia de lo que era tradicional- no empleaba su propio equipo de aprendices, sino que buscaba la colaboración de los mejores especialistas de la ciudad. Además de su taller parisino, Breguet fundó otro en Londres –otro de los grandes centros relojeros del momento-, que estuvo activo entre 1775 y 1787.

Este fue, sin duda, el periodo más fructífero de la carrera de Breguet y, en consecuencia, uno de los cuales la relojería realizó un salto técnico más importante: el relojero de Neuchâtel creó los primeros modelos de carga automática (a los que denominó “perpétuelle”), introdujo el gong en los relojes de repetición e introdujo el primer sistema anti-choque para los pivotes del eje de volante, incrementando significativamente la resistencia de las piezas.

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Patente del tourbillon de Breguet

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Diseño de tourbillon ideado por Breguet

En el ámbito estético, Breguet diseñó un nuevo tipo de agujas que con el tiempo acabarían llevando su nombre.
Además, Breguet fue probablemente el primer relojero en tener que competir contra las falsificaciones, lo que le llevó a recurrir al prestigioso grabador Jean Pierre Droz para crear una “firma confidencial” que sólo podía ser leída en la esfera utilizando una lupa y con luz directa, y que obviamente no estaba al alcance de ningún falsificador. Asimismo, todos los relojes salidos de la manufactura Breguet tenían un número de serie y estaban registrados en los libros de la empresa, que aún se conservan. Su prestigio era tal, que contaba con Luis XVI y su reina, María Antonieta, como algunos de sus más grandes admiradores.

Todos los relojes salidos de sus manos incorporaban los últimos adelantos técnicos, y sus originales movimientos estaban dotados en la mayoría de los casos de un escape de palanca o de cilindro de rubí que él había perfeccionado.
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Reloj de bolsillo Breguet N. 5, fabricado a partir de 1787 y después, entre 1792 y 1794.
http://www.inforeloj.com/spa/item/historia_breguet.html
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Reedición de 2008 del reloj Breguet N. 160, que perteneció a María Antonieta.

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Reloj de bolsillo Breguet N. 1188, dotado de tourbillon.

Descendientes de Breguet
El 17 de septiembre de 1823 moría Abraham-Louis Breguet a la edad de 77 años, dejando huérfana a la relojería de su mayor creador, un genio inigualable que con sus creaciones había cambiado su curso para siempre. Su influencia se expandió rápidamente en Europa hasta el punto de convertirse en el máximo referente para los grandes maestros, e incluso ha llegado hasta nuestros días, puesto que muchas de las soluciones técnicas que ideó siguen no sólo siguen siendo hoy válidas, sino que son consideradas las más elegantes y efectivas por relojeros de todas las marcas.


Pero fue sobre todo en la propia casa Breguet donde se perpetuó la labor de Abraham-Louis y su espíritu innovador: su hijo Louis-Antoine, por ejemplo, fue el inventor del primer movimiento cuya carga no requería llave, en 1930; Louis Clément Breguet (hijo de Louis-Antoine), por su parte, desarrolló un cronómetro marino para la Marina Mercante francesa y mejoró en 1833 el diseño del péndulo simpático de su abuelo, mientras que en 1856 fabricó relojes de pared eléctricos para uso urbano, principalmente para la ciudad de Londres.

Sin embargo, en 1870 Louis-Clément Breguet abandonó la relojería, atraído por su otra gran pasión (que lo había sido también de su abuelo): las aplicaciones eléctricas y, más concretamente, la telegrafía. Fue entonces cuando se hizo cargo de la empresa Edward Brown, hasta entonces director del taller. Antoine, hijo de Louis Clément, en cambio, ya dedicó todos sus esfuerzos a consolidar los primeros pasos de la entonces incipiente electrotécnica, campo en el que destacó como lo habían hecho su abuelo y su bisabuelo en la relojería.

Durante un siglo entero, Breguet funcionó como una boutique en París, desde la cual mantenía vivo su prestigio y continuaba ofreciendo relojes de alta calidad, confeccionados mayoritariamente en los prestigiosos ateliers de la Val de Joux. Con ellos se ganó la confianza de grandes personalidades de todos los ámbitos, desde Sir Winston Churchill hasta Arthur Rubinstein. Su producción, sin embargo, se limitaba a unos pocos centenares de ejemplares por año.

Etapa moderna
Fue justo un siglo después de que Louis-Clément abandonara la creación de relojes –y cinco antes de cumplir su 200º aniversario-, cuando la familia Brown vendió la boutique Breguet a los hermanos Chaumet, los cuales realizaron un gran esfuerzo para recuperar la imagen original y los elementos estéticos característicos de la marca. Entre las piezas más destacadas de ese periodo, cabe destacar la colección creada en 1975 para conmemorar el cuarto de milenio de la compañía.

En 1976, como parte del plan de expansión de la firma, se inauguró una nueva manufactura en Le Brassus, lo que permitió aumentar la producción. Sin embargo, la situación económica de Chaumet hizo que en 1987 Breguet cayera a manos de la compañía internacional de inversores Investcorp.

La incorporación de la firma de ebauchés Nouvelle Lemania al Groupe Horlogere Breguet en 1991 hizo que la firma aumentara significativamente la cantidad de calibres de dicha marca a sus colecciones. Paralelamente, el traslado del atelier en L’Abbaye, en 1994, permitió a la empresa incremento notablemente la producción. Sin embargo, el verdadero salto para la histórica marca se produjo en 1999, cuando pasó a formar parte del Grupo Swatch, que buscaba con ello complementar con ella su oferta de marcas de Alta Relojería (por aquel entonces ya contaba con la firma Blancpain).
http://www.inforeloj.com/spa/item/historia_breguet.html
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