RAY LORIGA

Por eso, en una entrevista reciente, David confesó que no podía competir con Viggo, como actor, como persona y como amigo. Que lo admiraba tanto, que pese a que su mujer lo dejó por él, no podía criticarlo, que era imposible no enamorarse de él. Clase.
No sé que le vió Ariadna Gil a David Trueba.
Me parece un pan sin sal con esa vocecita ,lo veo incapaz de gritar, pelear o insultar .... normal que Ariadna se quedara fascinada por Viggo.
 
Debo ser de las pocas que no me gusta Viggo

Es que viggo ha cambiado mucho. De esto:

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A esto:

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Hay mucha diferencia. Y no sólo es la edad. Yo creo que es que no se cuida mucho, que le importa un pito el físico.
 
Nacho Vegas ahora tiene otra novia

La relación sentimental innegable entre Andrea Levy y Nacho Vegas
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A la izquierda, Andrea Levy en una entrevista con este periódico.A la derecha, el cantante Nacho Vegas. ALBERTO DILOLLI/ JAVIER CUESTA
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La diputada del Partido Populary el cantante 'indie' se conocieron el octubre pasado, pero este verano han intensificado sus encuentros

Andrea Levy desmiente su relación con Nacho Vegas: "Estoy soltera"

Aunque llevan varios meses quedando, ha sido este verano cuando su amistad "ha ido a más", revela su entorno a LOC. La popular ha tratado de desmentir el romance en los medios para que no afectara a su carrera, pero ha pasado el verano con el cantautor indie.

Ella, diputada en el Parlamento de Cataluña y vicesecretaria de Estudios y Programas del PP. Él, cantautor indie que apoya a las víctimas de los desahucios desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y aprovecha sus entrevistas para atacar el sistema, además de haber formado parte de la lista de Miguel Urbán con la que se presentó a principios de año en las primarias de Podemos para plantar cara a Iglesias y Errejón. Pero, ojo, a Andrea Levy (33) y Nacho Vegas (42) les une otra cosa: la música.

A finales de diciembre, LOC ya fue testigo de su buena química en Madrid después de un recital del grupo León Benavente, en cuyo camerino la popular y el asturiano se dejaron ver "muy acaramelados". Dos meses después, volvieron a mostrarse cariñosos en la capital, mientras disfrutaban de los conciertos de Pimp Flaco y Kinder Malo en la discoteca Ochoymedio.

Precisamente, ahí el idilio comenzó a sonar con fuerza, una información que Levy quiso desmentir a este suplemento sin titubeos. "Somos buenos amigos y allí estábamos con más gente. Y ya está. Nos llevamos muy bien. De verdad, estoy soltera", aseguró en febrero. No mentía entonces Andrea, como explica ahora el entorno de la pareja a LOC: "Empezaron a quedar en octubre, después de contactar por las redes, pero ha sido este verano cuando la cosa se ha repetido". Otro testimonio apunta que la catalana viajó a Aranda de Duero para asistir al concierto que Nacho Vegas realizó el 10 de agosto en el festival Sonorama Ribera. "Los dos se estuvieron besando en el backstage. Claramente, tienen algo", sostiene este testigo presencial.

Veinticuatro horas antes, el cantante ya tuvo otro gesto de amor en público: dio la cara por Levy en Twitter contra aquellos que criticaron a la política por unas declaraciones concedidas a la web literaria Zenda. "Los partidos de derechas también pueden ser revolucionarios", dijo la popular, que también hizo esta referencia a García Lorca: "Quizá La casa de Bernarda Alba sea el libro que me ha hecho reivindicativa y revolucionaria". Entre aquellos que arremetieron contra Andrea figura el escritor Máximo Pradera: "Me la imagino comprándose un vestido en una boutique pija de Génova y luego yendo a la Antonio Machado a por un libro que combine". Nacho no dudó en entrar en escena: "Holocausto progre-machirulo con su dosis de superioridad moral. Nada nuevo bajo el sol de la izquierda". Unas palabras que sorprendieron a sus fans, quienes recordaron su duro ataque a Russian Red en 2011 por declararse de derechas en una entrevista.

El hecho de que pertenezcan a mundos tan opuestos empuja a que ambos opten por la discreción. "Ella no quiere que su vida personal interfiera en su carrera. Pero, para los dos, eso no es ningún problema. Aunque tengan ideologías distintas, hablan mucho de política", desliza su círculo a LOC. Parece que los desplazamientos van a ser una constante en la pareja de continuar con el romance, ya que el cantante reside en Gijón. Aun así, Nacho ha visitado la capital con asiduidad para encontrarse con Andrea.

Antes que Vegas, Levy tuvo un affaire con el periodista Manuel Jabois. Fue en 2015, después de que rompiera con el escritor catalanista Enric Vila. Cierto es que los medios la vincularon hace justo un año con el guitarrista de La Habitación Roja, Pau Roca, aunque el grupo levantino llegó a emitir un comunicado para desmentir tales informaciones. Por su parte, Vegas compartió algo más de dos años con la cantante Christina Rosenvinge. Fruto de este sonado romance indie, publicaron un disco conjunto en 2007, aunque las adicciones de Vegas terminaron dinamitando la relación.

Yo creo que estos dos no llegaron siquiera a ser novios, fueron follamigos durante 15 días e ya.
 
Viggo es que es incomparable, con ella le veo mucho mejor con la pan sin sal de Adriana, no le pega nada.
Hola, te he puesto que no estoy de acuerdo, porque Ariadna me parece más mona que la lánguida de Rosenvinge, que si que me parece un pan sin sal. En cualquier caso, en lo que si estoy de acuerdo es que Viggo es incomparable.
 
Hola, te he puesto que no estoy de acuerdo, porque Ariadna me parece más mona que la lánguida de Rosenvinge, que si que me parece un pan sin sal. En cualquier caso, en lo que si estoy de acuerdo es que Viggo es incomparable.
Tienes razón :ROFLMAO::ROFLMAO: que se quede con una de nosotras, las cotis somos mas saladas, Christina es que me gustaba mucho, pero Adriana me parece horrible, hasta su voz me desagrada.
 
Es que viggo ha cambiado mucho. De esto:

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A esto:

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Hay mucha diferencia. Y no sólo es la edad. Yo creo que es que no se cuida mucho, que le importa un pito el físico.
Pues yo creo que precisamente es de los hombres que están mejor sin cuidar, lo que cambia de una foto a otra es que en la primera lleva el pelo a lo salvaje y va sin afeitar y en la ultima ese corte de sacerdote y tan afeitado no pone nada.
 
Ray Loriga (Madrid, 1967) no es un escritor hiperrealista al estilo de Coetzee o de Houellebecq, que conciben la escritura como un quirófano donde a la realidad se la abre en canal sin recurrir a la anestesia. Loriga ha sido en todos estos años más un estilista que un cirujano. Más un trenzador de imágenes que un sociólogo con tino para las metáforas. Determinadas novelas suyas –Tokio ya no nos quiere, su mejor obra– funcionan como acertadas exploraciones de un tipo de frivolidad moderna porque están pobladas de esa estética urbana que conforma nuestra mitología contemporánea, a medio camino entre el pop y la angustia consumista. En sus ficciones, el imaginario neoyorkino, las drogas o el rock han predominado siempre sobre esa descripción al desnudo de la condición humana que todo gran escritor termina ensayando tarde o temprano. En este campo, Loriga se ha movido siempre como pez en el agua, muñendo artefactos solventes, hermosos, pertinentes, novedosos por estos lares y sumamente logrados en su musicalidad. Sin embargo, en algunas ocasiones a los que le profesamos estima literaria nos han quedado ganas de exigirle más. De demandarle que, de acuerdo, siguiera sirviéndose de este imaginario que a veces condiciona el tono de su escritura hasta extremos cuestionables, que lo siguiera rentabilizando, pero que, cercana ya su madurez, lo hiciera explosionar con un buen descenso a los infiernos de este planeta posmoderno.

De hecho, parecía que la cita de Pavese que abre Ya sólo habla de amor –“El sentimentalismo no se corrige volviéndose cínico sino volviéndose serio”– prometía algo en esta dirección. Daba la impresión de que Loriga se había propuesto un salto cualitativo con el que cuestionar sus escenarios cinematográficos –esos que a los lectores de este lado del Atlántico les suscita más ensoñación que dramatismo–, y nos iba a servir un auténtico desgarrón emocional. Algo con unos gramos de carne cruda y la dosis necesaria de gravedad. Pero no. Ya sólo habla de amor se deshace de parte de su mitomanía a cambio de olvidar ciertos principios no escritos del oficio de componer ficciones. ¿Qué es lo que ha hecho el escritor madrileño? Pues poner en funcionamiento a un personaje apocado y anodino, ni frívolo ni atormentado por una pasión que verdaderamente merezca la pena compartir. Ha creado un figurante cuyo regodeo en la autocompasión, por más páginas que emplee en hacernos creer digno de lástima, suscita indiferencia. Además, Loriga –y aquí radica su principal olvido– ha compuesto tal personaje de una manera torpe: empleando muchas páginas de prosa explícita diciéndonos qué sentimientos ahogan su yo más íntimo en vez de hacer lo que se suele en estos casos: inventar movimientos o contextos que los representen. Se trata probablemente de un error de concepción. Y salvo que nos hallemos ante una vía experimental aquí abierta, su principal consecuencia es que la novela hace aguas desde el principio.

Dos son las manifestaciones de esta torpeza: la ausencia de una acción solvente y un lenguaje que parece gastado y trivial. Despojado de su clásico deje norteamericano a lo Carver, parece que Ray Loriga no ha hallado algo valioso con que sustituirlo, dejándonos a cambio restos de tiempos pasados –esa recurrencia en emplear la lluvia como metáfora de la melancolía, por ejemplo– así como un tono plano, redundante, incapaz de aludir significaciones profundas. Por este cauce desfilan varios lugares comunes del lenguaje –las reiteradas alusiones a la guerra cuando se habla de amor–, se evidencia la desgana con que la prosa trata en ocasiones de corregir sus propias contradicciones y hasta aparece un ritmo de castellano clásico –¿renacentista?– que tan raro le sienta a la acción. Respecto a ésta, digamos que resulta insuficiente. Se centra en la parálisis del protagonista en mitad de una fiesta, donde una bella mujer le espera para bailar. Aislado del contexto literario, este argumento no parece bastar para sostener toda una novela de pérdidas y deudas, de replanteamientos vitales y de derrotas. Pero es que, además, a su desarrollo le falta fuerza para dibujar la angustia que debiera serle traspasada al lector.

Los escritores desaprenden. Ocurre porque la necesidad de reinventarse nunca configura un camino señalizado, o porque el talento, sencillamente, se agota. Aunque no parece que el depósito de Loriga se haya vaciado, se entiende mal que un autor con su oficio haya concebido una novela de tan escasa eficacia narrativa. Tal y como ha sido planificado, este texto responde a una estrategia poco acertada si lo que se buscaba era servir de revulsivo a una prosa, la suya, a la que acababa de llegarle la hora de la reinvención. Quizás no sea una buena idea preguntarse por qué ha desaprendido Ray Loriga. A pesar de los equívocos que su figura suscita, estamos ante un escritor de talento. Sutil, poseedor de buen oído para el lenguaje y con un universo valioso. Deseamos que este desliz conforme un paréntesis necesario en su crecimiento. Ahora que Alfaguara se ha lanzado a reeditar la casi totalidad de su obra –con ediciones de Tokio y Lo peor de todo–, quizás el accidente tenga menos importancia de lo que parece, y pronto reanude la tarea de seguir creando una obra coherente y a la altura de sus capacidades.
 
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