PUENTES

Los puentes serpentiformes de Zagoria

Las guías de viaje apenas hacen referencia a las cinco construcciones edificadas durante el periodo de dominio otomano de Grecia
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Triple puente de Kalogeriko, (tkachuk / Getty Images/iStockphoto)


El macizo montañoso de Pindo ha sido considerado desde siempre la columna vertebral pétrea de Grecia. Se trata de un terreno áspero y calizo en el extremo noroccidental del país. No contiene ciudades de importancia, sino que está moteado de aldeas que se dedican a la agricultura, el pastoreo y, en menor medida, al turismo.

Los viajeros que llegan hasta aquí son mayoritariamente senderistas y montañeros que buscan desafiar las soledades de la garganta Vikos que los griegos –en un alarde de exageración debido al amor por su país– califican como el desfiladero más profundo del mundo, olvidando a los campeones del Himalaya.


La proximidad con Albania y la soledad de estos montes fomentan las leyendas sobre audacias de contrabandistas y maldades de lobos


Ioánina es la agradable y turística ciudad que sirve de unión entre la Grecia frecuentada por extranjeros y la Zagoria de 45 aldeas que se enclavan en los montes Pindo. Una vez se gana terreno hacia el norte se va entrando en un mundo de austeridad y piedra. La proximidad con Albania y la soledad de estos montes fomentan las leyendas sobre audacias de contrabandistas y maldades de lobos. Lo cierto es que en las noches de luna se oye aullar a estos cánidos salvajes en la lejanía. Tropezar con ellos durante las excursiones diurnas será, sin embargo, difícil. Igual de esquivos se muestran quienes acarrean mercancías hacia o desde el vecino país.

El pueblito de Vitsa es alfa y omega de una de las excursiones más gratificantes y menos conocidas del Pindo, la de los puentes otomanos. Las guías de viaje no hacen referencia a ellos, y solo en los libros especializados para andarines se menciona que partiendo de esa aldea se pueden ir encontrando las cinco construcciones levantadas durante el amplio periodo de dominio otomano de Grecia. Se trata de unos puentes muy singulares, con arcos pronunciados, a menudo enlazados entre sí, de manera que quien los atraviesa tiene la sensación de estar cabalgando el lomo de un dragón. La piedra utilizada en su construcción en la propia caliza del territorio.

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Puente otomano de Kontodimou (studiodr / Getty Images/iStockphoto)
El río Voidomatis acoge a los cinco más espectaculares, que se pueden reconocer en una excursión mínimamente exigente de unos 15 kilómetros (entre cuatro y cinco horas según el estado de forma del excursionista). Hay que tomar como punto de partida Vitsa, a 955 metros sobre el nivel del mar –puede haber nieve hasta abril– y extasiarse primero con la construcción de doble arco de Missios, levantado en 1748.

El sendero es evidente e incluso tiene marcas para seguirlo. El objetivo es el pueblo de Kipi, también con un hermoso puente. Por el camino, se hallan las construcciones de Kokkoriu, Kontodimou y Kalogeriko –el más hermoso, tres arcos enlazados–. Los puentes no cuentan con barandilla y salvan cauces que buena parte del año están secos. Pero en las épocas de fuertes lluvias propias del régimen mediterráneo acarrean gran cantidad de agua, troncos y cantos rodados.

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Vitsa, uno de los pueblos más grandes de Zagoria (Grecia) (Iurii Buriak / Getty Images/iStockphoto)
Cuentan los lugareños que antiguamente cada puente tenia bajo su arco principal una campanita que sonaba cuando el viento soplaba muy fuerte, lo que indicaba a los transeúntes que podían ser tumbados, con el peligro de caer al fondo, y que esa era la señal para que los pastores se abstuvieran de cruzar con sus rebaños de cabras.

Alejada de los estereotipos hedonistas de la Grecia insular, la desconocida Zagoria es un destino sensacional para quien desea disfrutar de la gastronomía, la arquitectura cuasi balcánica y la tradicional empatía helena librándose de los peajes turísticos de la masificación y las tiendas de souvenirs.


Cuentan los lugareños que antiguamente cada puente tenia bajo su arco principal una campanita que sonaba cuando el viento soplaba muy fuerte


https://www.lavanguardia.com/ocio/viajes/20190624/463018738408/puentes-piedra-zagoria-grecia.html
 
El colapso del puente Tacoma Narrows: cuando la naturaleza nos dio una ejemplar lección de física

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Si buscas en YouTube el puente de Tacoma Narrows te vas a encontrar unas imágenes que, a priori, no parecen reales en esta era repelta de CGI y *deepfakes. Pero lo que ves son imágenes completamente reales, ese gigante de acero y hormigón que se mueve como si fuese de goma existió y las imágenes que ves son de minutos antes de derrumbarse. Ningún herido, muchas lecciones que aprender.

La historia ya sabemos cómo acaba, con el puente colapsando. Pero aún así es interesante conocer el origen del puente y por qué Tacoma Narrows se ha convertido en todo un ejemplo de cómo no hacer un puente. También por qué ha dado pie a falsos mitos sobre física. Pero antes de seguir, el vídeo del puente:



Todo se remonta a 1938 en Washington, donde se hablaba desde hace un tiempo de la posibilidad de construir un puente que uniese la ciudad de Tacoma con la península de Kitsap. La falta de fondos hizo que fuera difícil llevar a cabo el proyecto, pero finalmente Leon Moisseiff (diseñador del Golden Gate y el Puente de Manhattan) presentó una idea donde a cambio de reducir algunas de las especificaciones del puente se podría construir relativamente barato. Dos años después, el 1 de julio de 1940, se inauguró el puente.

1.600 metros de longitud y pensado para que 60.000 coches al día lo cruzaran. El puente automáticamente se convirtió en el tercer puente colgante más grande del mundo. Puente colgante, es importante recalcar esto ya que es una parte importante de que todo acabase destrozado.

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No hay nada deformado en esta fotografía, realmente generaba estos desniveles.

Una calamidad que se presenciaba a diario
Aquí comienza lo interesante, y es que desde le primer día de la inauguración las personas que lo cruzaban ya notaron algo: el puente oscilaba siempre que había un poco de viento. Los ingenieros rápidamente salieron a tranquilizar a las personas, advirtiendo de que era algo normal y no había de qué preocuparse. Y en cierto sentido lo es, a pesar de ser de acero y hormigón, una estructura tan grande no es 100% rígida y sufre ligeramente las presiones del aire. La gente empezó a acudir a Tacoma sólo para ver el puente balancearse, como si de una atracción turística se tratase.

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El puente de Tacoma Narrows aún estable.

Hasta el 7 de noviembre de 1940, el día en el que el puente dijo que era suficiente. Con una media de unos 68 km/h ese día, el puente en principio debería haber aguantado sin problemas. Estaba diseñado para soportar vientos de hasta 200 km/h según los ingenieros. Los cálculos parece ser que estaban mal hechos, el puente comenzó a ondularse más de lo normal (que ya de por sí era preocupante).

Ante tal fenómeno comenzaron a acudir personas a presenciar el puente. También periodistas, que pudieron grabar los fascinantes vídeos que nos han llegado hasta día de hoy. Si nos fijamos en las imágenes vemos cómo el puente no solo se tambalea creando una especie de olas, sino que también lo hace en su anchura, creando las hipnóticas imágenes donde da la sensación de que el vídeo es falso.



Como el puente estuvo avisando todo el día, a las 11 de la mañana cuando se derrumbó no había ninguna persona sobre él, tan sólo el coche de un periodista. El puente se derrumbó al completo y sólo quedaron en pie los pilares sobre los que se sustentaba. Unas rachas de viento acabaron con toneladas de acero y hormigón mal construidas. Naturaleza 1, humano 0.

Poca resonancia y mucha autoexcitación aerodinámica
¿A quién se le puede echar la culpa de esto? Evidentemente a los responsables de la construcción del puente, pero si queremos buscar al causante real de que no aguantase las rachas tenemos que recurrir a la física. El primer culpable que siempre sale y se creyó que realmente lo era durante muchas décadas es un fenómeno llamado resonancia. Pero el causante real (o por lo menos el que a día de hoy creemos que lo fue) es la autoexcitación aerodinámica o aeroelasticidad. Sí, suena excitante.

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No es un puente deforme, sólo autoexcitación aerodinámica.

Lo primero que tenemos que entender es qué es la resonancia. Este fenómeno se caracteriza por conseguir que la vibración de un elemento crezca sin parar hasta romperlo. ¿Te suena eso de alguien gritando hasta romper las copas de vino? Es resonancia. Para que se produzca, hay que conseguir que las oscilaciones propias del objeto coincidan con las de la fuerza externa que está excitando/impulsado el objeto.

El ejemplo más fácil para entenderlo y que siempre se utiliza es el de un columpio. Tiene su propia oscilación continua y a ello se le suma el impulso de una persona desde detrás. Ese impulso se hace en concordancia con el balanceo del columpio, para que así sea suave y cada vez más fuerte. Se dice que el columpio entra en resonancia cuando los impulsos están sincronizados.

El puente de Tacoma Narrows estaba sujeto a este fenómeno físico. Las brisas del aire entre los 30 km/h y los 40 km/h provocaban sobre el puente los llamados vórtices de Von Kármán, que se generan cuando el aire encuentra un obstáculo. Estos vórtices generaban unos remolinos que coincidían con las oscilaciones propias del puente, por lo que desde el primer día el puente ondulaba ligeramente y llamó tanto la atención.


El 7 de noviembre sin embargo no fue este fenómeno el que causó el colapso del puente. Hay dos razones obvias por las que no era un efecto de la resonancia. La primera es que los vientos eran de 68 km/h, velocidad a la que no coincidió con ninguna de las oscilaciones propias del puente. La segunda es cómo se movía el puente, ya no lo hacia en forma de olas, sino también sobre su propio eje central creando una especie de torsión.


Según los diversos estudios que se han realizado posteriormente, el colapso se lo debemos a la autoexcitación aerodinámica, un fenómeno que se produce cuando un objeto entra en contacto con una corriente de aire. Las corrientes de aire, si son lo suficientemente fuertes como para mover un objeto, provocarán que este se mueva para adaptarse a las distintas presiones que lo rodean. En consecuencia el aire genera unas condiciones distintas debido al movimiento del objeto. De nuevo esto provoca un movimiento en el objeto que de nuevo generará nuevas condiciones en el aire... hay dos resultados posibles: o se estabiliza la corriente y el objeto o siguen alterándose cada vez con más intensidad hasta reventar. Un imagen vale más que mil palabras y un vídeo mucho más, en el siguiente podemos ver una animación recreando el efecto sobre el puente:



El puente Tacmo Narrows genero la segunda de las opciones. En velocidades mas bajas cuando había resonancia los remolinos de viento que generaban los vórtices de Von Kármán entraban por encima y por debajo del puente, pero lo hacían a una velocidad suficientemente lenta como para que el puente acabase su oscilación a tiempo y ambos remolinos se anulasen el uno al otro. A 68km/h fue distinto, los remolinos de viento que se generaron por vórtices de Von Kármán eran más veloces que el periodo de torsión del puente, por lo que el remolino salía antes de tiempo por un lado que por el otro, cuando la torsión era la opuesta ocurría lo contrario.



Debido a esta inestabilidad entre remolinos y torsión del puente se generaban vórtices más grandes en cada ocasión, provocando a su vez torsiones más exageradas que retroalimentaban de nuevo a los vórtices. El resultado de algo así es evidente, en cuestión de una hora el puente no aguantó más las ondulaciones y acabó hecho pedazos.

¿Conclusión? Nos quedan muchos fenómenos físicos por descubrir (lamentablemente por prueba y error en algunas ocasiones como con el puente Tacoma Narrwos). Y por supuesto, que no hay que subestimar a la naturaleza.

Vía | Simscale y Washington State Department of Transportation

https://www.xataka.com/otros/colaps...magnet&utm_medium=network&utm_campaign=repost
 
En el norte de Galicia, el Parque Natural das Fragas do Eume es una muestra de este cromatismo pues protege uno de los bosques atlánticos mejor conservados de Europa. Robles, castaños, fresnos, acebos y madroños comparten el espacio con los musgos, líquenes y helechos que tapizan el suelo. La reserva también acoge una fauna propia de sitios húmedos: sapos, salamandras, pequeños reptiles y aves como el martín pescador y el mirlo acuático que pueblan las riberas del Eume, además de rapaces y gran número de invertebrados.
Seguir cualquiera de las rutas señalizadas que atraviesan el parque es un placer para los aficionados al senderismo. Como también lo es visitar los monasterios situados en los límites de la reserva. El camino a San Xoan de Caaveiro, fundado el año 936, es un buen ejemplo. El itinerario que conduce hasta este monasterio se inicia en el Centro de Interpretación que hay entrando en As Fragas por la carretera que llega desde Pontedeume, pueblo emplazado a 14 km; en Monfera hay otra oficina del parque.
Las aguas del Eume acompañan este paseo con su verde asombroso, casi turquesa. Avanzando un poco encontramos uno de los puentes colgantes del parque. Situados en la otra orilla, es posible seguir la ruta por enclaves más recónditos y de gran belleza: cascadas que mueren al pie del camino y alguna bajada a pequeños arenales que, a modo de diminutas playas, invitan al baño, aunque las frías aguas del Eume y sus rápidos obligan a un zapuchón prudente y breve.
Una vez superados los puentes y recorridos 9 km desde el inicio de la caminata, se llega al pie de la subida al monasterio de Caaveiro, una armoniosa construcción de muros robustos y un ábside circular, que en su origen acogió a una pequeña comunidad de monjes anacoretas. El edificio, declarado Monumento Histórico Artístico, conserva en buen estado la planta románica y un campanario posterior de estilo barroco.
Desde ese rincón una estrecha senda desciende hasta las ruinas de un viejo molino, situado junto al puente que salva el río Sesín. Nos hallamos en el corazón de As Fragas, rodeados por un bosque con aspecto de encantado y un entramado de árboles tan frondoso que casi impide penetrar los rayos del sol.
Otra posible caminata es la que conduce al monasterio de Monfero, con su original fachada elaborada en piedra y pizarra a modo de tablero de ajedrez. De allí parten otros senderos que se adentran por paisajes distintos, aunque también muy bellos. Sobresalen los itinerarios que ofrecen vistas del embalse y del río.
https://viajes.nationalgeographic.com.es/a/fragas-rio-eume-galicia-leyenda_13792/6#slide-5
 
Última edición:
vértigo para visitar en Galicia


Este es el recorrido que debes hacer si no te dan miedo las alturas y te apasionan las aventuras
11-08-2017 15:31
puentes colgantes que, a pesar de las apariencias, soportan tu paso por ellas. Están construidos sobre ríos y su llamativo reside en su simpleza. Otro de sus atractivos es el paisaje, ya que las vistas desde el centro son todo un privilegio.








Si te gusta el senderismo y la naturaleza o simplemente eres el rey del postureo, ya tienes el plan perfecto para este fin de semana. Perfectos para ir solo y desconectar o incluso disfrutar con niños, estos son ocho lugares con encanto gracias a sus puentes colgantes:

1. Oia (Pontevedra). El puente colgante de la zona de Acevedo de Oia está actualmente cerrado ya que está pendiente de gestionar su restauración. La construcción, perfectamente integrada con la naturaleza circundante, estaba formada por un suelo realizado con tablones de madera y, además, sus pasamanos eran troncos de árboles pulidos.



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Puente colgante de Oia, actualmente cerrado por reformas // FARO


2. Soutomaior (Pontevedra). Este puente colgante, rehabilitado en el mes de mayo, está construido en madera y se eleva seis metros sobre el nivel habitual del río. La estructura, emplazada en la desembocadura del río Oitavén con el río Verdugo, cruza la profunda Poza das Bestas. Tras sacarte las fotos de rigor en el centro de la construcción, puedes disfrutar de una pequeña playa fluvial situada en uno de los laterales. Aunque si lo prefieres, también puedes seguir disfrutando del paisaje con la ruta de senderismo que te llevará a varios restos de antiguos molinos.

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Puente Colgante en el río Verdugo de Soutomaior // Antonio Pinacho

3. Cotobade (Pontevedra). El puente colgante de Calvelo no es apta para todo el mundo ya que la construcción se eleva varios metros sobre el nivel del río. Sin embargo, cruzar el río Lérez nunca fue tan emocionante. Si eres de los que no sufren de vértigo, podrás disfrutar de las vistas que ofrece el centro del puente, realizado con el clásico suelo de tablas de madera. Una vez en el medio del río, tienes aseguradas las mejores fotografías.

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Puente colgante de Calvelo en Cotobade // Turismo Rías Baixas

4. Xirimbao (A Coruña). Este famoso puente colgante atraviesa el río Ulla a su paso por el coto de Xirimbao y Pontevea, zona que también se conoce con el nombre de Pasarela Mariola. Se trata de una construcción metálica que permite ver todo lo que sucede bajo los pies de quienes lo cruzan. Es un espacio perfecto para pasear, descansar e inmortalizar el paisaje que además ofrece llamativas cascadas. El puente colgante, que se realizó en el año 1964, fue ideado por José Darque para facilitar la pescar del salmón en el Ulloa ya que la zona conocida por esta actividad. De hecho, cerca de la construcción hay una estación ictiológica de cría y reproducción de esta especie.



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Puente colgante del río Ulla en Xirimbao // Bernabé / Luismy

5. Noia (A Coruña). A cuatro kilómetros del centro urbano de Noia, se puede cruzar el río Tambre por un puente colgante. Los que se atreven a cruzar la pasarela de rejilla metálica, pueden disfrutar del tranquilo paisaje visto desde el centro del río. Por otra parte, los amantes de la naturaleza y el senderismo tienen la opción de realizar la ruta de Ponte Nafonso-Tambre. Por otra parte, hay una empresa hidroeléctrica y un embalse a unos ocho kilómetros río arriba.


6. Outeiro de Rei (Lugo). El río más importante de Galicia también tiene su puente colgante en la provincia de Lugo. La construcción permite acceder a la Ínsua de Seivane, una pequeña isla formada en el centro del Miño. En la ínsula se puede disfrutar de una pequeña área de recreo y, además, bordearla gracias a un sendero.

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Puente colgante del río Miño en Outeiro de Rei (Lugo) // Rodrigo Rega

7. Leiro (Ourense). El río Avia, a su paso por el centro del municipio de Leiro, tiene un bonito puente colgante al lado de un paseo que bordea el río. Si lo tuyo es el senderismo, hay una ruta que une Pazos de Arenteiro con Ribadavia pasando por este municipio. El sendero también nos lleva por el Monasterio de San Clodio (S. XIII) y los viñedos de la zona. Aunque si solo pensar en caminar ya te cansa, puedes acomodarte en la playa fluvial cercana al puente.

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Puente colgante en Leiro (Ourense) // FARO

8. Arouca (Portugal). Si te apasionan estas construcciones y pasear rodeado de la más pura naturaleza, no te puedes perder el último puente colgante, en el río Paiva. Aunque está en Portugal, merece la pena visitar el país vecino para disfrutar de ocho kilómetros de sendero construido en madera. Las aguas cristalinas aguas del río, las playas fluviales y el puente colgante son algunos de los atractivos de los Passadiços do Paiva, situados a algo más de 150 kilómetros de la frontera con Galicia.

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Puente colgante en la ruta Passadiços do Paiva (Portugal) // Passadiços do Paiva


https://ocio.farodevigo.es/planes/n...uentes-colgantes-vertigo-visitar-galicia.html
 
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