Prendas que no pueden faltar en un vestidor sofisticado

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El rasgo que tiene en común el armario de las mujeres más elegantes
La auténtica sofisticación reside en la importancia que le damos a los pequeños detalles

 

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Se dice que la elegancia es sencillez, pero también es conocimiento. Una sabiduría que puede ser innata o adquirirse con los años y que permite identificar los pequeños rasgos que diferencian una prenda sofisticada. No se percibe solo con la vista. En la auténtica elegancia también intervienen otros sentidos, como el tacto. Una mujer sabia, por ejemplo, sabe distinguir la calidad de la tela que posee entre las manos, o si la prenda que tiene ante sus ojos realmente está cortada con un buen patrón. No estamos hablando de unas piezas más formales o más desenfadadas, sino de los pormenores que consiguen que esas creaciones brillen con luz propia.
Las personas cosmopolitas saben divertirse con la moda, pero a la hora de vestir, son muy exigentes con las demandas a su guardarropa. Son pacientes y buscan los mejores detalles.

 

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Un traje sastre en color blanco
Además del esmoquin negro, lo que no puede faltar en el armario de cara al verano es un traje sastre en dos piezas de un color claro, como el blanco. En conjunto solo necesita unas sandalias o unos zapatos impactantes para triunfar en cualquier evento posible, desde una noche de fiesta con amigas a una comida familiar. Por separado, ambas piezas tienen la capacidad de transformar los básicos a los que acompañen. Por ejemplo, el blazer con unos vaqueros y los pantalones, con un jersey fino de tu color favorito y unas bailarinas o unas zapatillas blancas.

 

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Un vestido estampado
Nunca se debe infravalorar la versatilidad de un vestido midi. Sus infinitas posibilidades pueden llegar a convertirlo en nuestro uniforme oficial de verano, sobre todo cuando se trata de un color pastel, como el verde menta, y un print de lunares claros, tan en boga desde hace un par de veranos. Puede llevarse solo o jugando con el layering, por encima de unos pantalones.

 

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Una pieza neutra con rayas
Las prendas en colores cálidos y suaves aportan a nuestro armario estival un toque de frescura y elegancia innata. Las rayas ayudan además a realzar la silueta ya que su disposición en vertical contribuye a estilizar la figura y favorecen a cuerpos de todas tallas posibles. ¿Qué tal, por ejemplo, un vestido que igual te sirva para ir a la playa que para un paseo urbano con tus sandalias predilectas?

 

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Una chaqueta tipo safari en color camel

 

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Un blazer empolvado
Los tonos pastel son una manera de teñir el vestidor con colores diferentes y muy apetecibles que favorecen tanto a las pieles claras como a las más oscuras. La silueta más larga y su estilo ajeno a las tendencias permite a esta americana convertirla en la mejor aliada de cualquier estilismo, desde unos pantalones sastre a unos vaqueros y una camiseta de algodón.

 

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Un mono oscuro
Los colores oscuros se convierten en la perfecta inversión a largo plazo: sientan bien sea cual sea nuestra edad y jamás pasan de moda. Además, combinan como pocas prendas con el resto de nuestro armario y tienen cabida en él sea cual sea nuestro estilo. Si a eso le sumamos la funcionalidad y comodidad de un mono, ¿puede haber una pieza más versátil?

 

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Un pantalón fluido en tonos terracota
La gama cromática de los tierras es de esas paletas que en plena vigencia, es tendencia y a la vez escapa todas las temporadas de ella. Una compra imprescindible que ayuda a convertir fácilmente cualquier estilismo en digno de admiración por su facilidad para combinarlo con prendas en tonos neutros, pero también con pastel, estampados e incluso los flúor.