Poeta chileno Nicanor Parra fallece a los 103 años

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Poeta chileno Nicanor Parra fallece a los 103 años

23 enero 2018

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Adiós a Nicanor Parra: A los 103 años muere el destacado antipoeta.

Siempre fiel a su estilo ermitaño, alérgico a premios y actos públicos, Nicanor Parra murió hoy en Chile a los 103 años, con esa discreta existencia de la que nunca se alejó ni siquiera con el Premio Cervantes de Literatura.

Autor de Hojas de Parra, Versos de Salón y Antipoesía nació en San Fabián de Alico el 5 de septiembre de 1914 y aunque dentro de su propia familia se le distinguía por su verbo filoso, tenía predilección por su hermana Violeta.

A la autora de Gracias a la vida, Violeta Parra, a quien el pasado año Chile le dedicó una serie de homenajes a propósito del centenario de su natalicio, Nicanor le dedicó un conocido elogio: loba con piel de cordero.

El mayor de los hermanos Parra, célebres músicos y artistas del país austral, es considerado un visionario que revolucionó la poesía hispanoamericana y entre sus versos más emblemáticos destaca El hombre imaginario.

No podían faltar las muestras de pesar de numerosas personalidades en Chile, con la actual presidenta Michelle Bachelet y el mandatario electo Sebastián Piñera, y el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz.

En Poemas y Antipoemas de 1954 hizo valer su absoluta irreverencia al declarar que el género ‘había sido el paraíso del tonto solemne, si bien se mantuvo apegado a la escritura con un propósito siempre provocador e inquietante.

Físico matemático, tenía una notable agudeza que preservó a pesar de los años, además de encantar a sus selectos y escasos visitantes a su morada recitando poemas en varios idiomas, junto con su humor mordaz al contar chistes callejeros.

‘El poeta es un hombre como todos; un albañil que construye su muro; un constructor de puertas y ventanas’, reflexionó en Manifiesto, en 1963, en el cual puntualizó que ‘Los poetas bajaron del Olimpo’.

A diferencia de Pablo Neruda (Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto) o Gabriela Mistral (Lucía Godoy), los dos Premios Nobel de Literatura chilenos, nunca se valió de seudónimos y jamás eludió la confrontación intelectual en cualquier ámbito.

Hombre culto que adoraba la obra Hamlet, de la cual hizo una versión propia, tuvo seis hijos, tres de su relación con Anita Troncoso; uno con Rosa Muñoz y sus dos últimos con Nury Tuca.

De lauros internacionales, a los que era esquivo de cuerpo y alma, logró en 1991 el Juan Rulfo de Literatura de México. Luego en 2001 el Premio Sofía de Poesía Iberoamericana y una década más tarde el Miguel de Cervantes, cuando ya tenia 97 años de edad.

(Con información de Prensa Latina)

http://www.cubadebate.cu/noticias/2018/01/23/fallecio-el-poeta-chileno-nicanor-parra/#.WmeCnainGM8
 
http://www.cubadebate.cu/noticias/2...dios-al-antipoeta-nicanor-parra/#.WmoAT6inGM8


Chile: Dedican sentido adiós al antipoeta Nicanor Parra
Por: Fausto Triana
25 enero 2018

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El poeta chileno Nicanor Parra. Foto: Archivo de la familia.

Miles de turistas extranjeros y ciudadanos chilenos ingresaban a la Catedral Metropolitana de Santiago con cierto grado de emoción, que aumentaba al escucharse la voz de Violeta Parra.

El imponente templo construido de 1748 a 1800, custodiaba bajo su altar el féretro de una de las grandes plumas de la literatura hispanoamericana de siglo XX y parte de la nueva centuria: Nicanor Parra, el creador de la antipoesía.

La antipoesía fue una argucia para hacer más notoria su irreverencia, a la vez que expresión de absoluta naturalidad que lo llevó al reconocimiento y la popularidad en Chile, donde pese a su alergia contra el jet-set, era venerado.

La mejor muestra fue el traslado de su cadáver desde el barrio La Reina, donde falleció el martes a los 103 años de edad, hasta la Catedral Metropolitana, frente a la céntrica Plaza de Armas.

No hizo falta convocatoria ni llamados a la población. Bastó conocerse que Nicanor Parra sería velado en el templo neoclásico para que hasta allí se personaran la presidenta Michelle Bachelet y el mandatario electo, Sebastián Piñera.

“Ateo, gracias a Dios”, una de sus frases más famosas, revelaba la impronta del hermano mayor de Violeta Parra, de quien se escuchaba en la iglesia con reiteración su emblemática canción Gracias a la vida.

En fila ordenada, miles de personas se acercaron al féretro cubierto por una de las típicas arpilleras de su querida Violeta, a quien Chile le dedicó el año 2017 en homenaje al centenario de su natalicio.

Varios libros de condolencias no eran suficientes para recoger frases sentidas de gente de todas las generaciones. “Es un honor haber tenido en Chile a un Nicanor Parra”, confesó una joven de apenas 20 años.

“Dime cuáles son para ti las 10 palabras más bellas de la lengua castellana y te diré quién eres”, escribió alguna vez.

Físico matemático, hombre de elevada cultura que adoraba la obra Hamlet, tuvo seis hijos, tres de su relación con Anita Troncoso; uno con Rosa Muñoz y sus dos últimos con Nury Tuca.

“Cordero de Dios que lavas los pecados del mundo, dime cuántas manzanas hay en el paraíso terrenal”, decía Parra.

De lauros internacionales, para muchos quedó a las puertas del Nobel. Logró en 1991 el Juan Rulfo de Literatura de México. Luego en 2001 el Premio Sofía de Poesía Iberoamericana y una década más tarde el Miguel de Cervantes, cuando ya tenía 97 años de edad.

Autor de Hojas de Parra, Versos de Salón y Antipoesía nació en San Fabián de Alico el 5 de septiembre de 1914. Entre sus versos más reconocidos internacionalmente aparece El hombre imaginario.

En Poemas y Antipoemas de 1954 hizo valer su absoluta irreverencia al declarar que el género “había sido el paraíso del tonto solemne, si bien se mantuvo apegado a la escritura”.

Tenía una notable agudeza que preservó a pesar de los años, además de encantar a sus selectos y escasos visitantes a su morada en Las Cruces, recitando poemas en varios idiomas, junto con su humor mordaz al contar chistes callejeros.

Precisamente en playa Las Cruces, el pueblo donde vivió en los últimos años, será sepultado en una ceremonia privada.

(Información de Prensa Latina)
 
Es olvido

Juro que no recuerdo ni su nombre,
Mas moriré llamándola María,
No por simple capricho de poeta:
Por su aspecto de plaza de provincia.
¡Tiempos aquellos!, yo un espantapájaros,
Ella una joven pálida y sombría.
Al volver una tarde del Liceo
Supe de la su muerte inmerecida,
Nueva que me causó tal desengaño
Que derramé una lágrima al oírla.
Una lágrima, sí, ¡quién lo creyera!
Y eso que soy persona de energía.
Si he de conceder crédito a lo dicho
Por la gente que trajo la noticia
Debo creer, sin vacilar un punto,
Que murió con mi nombre en las pupilas.
Hecho que me sorprende, porque nunca
Fue para mí otra cosa que una amiga.
Nunca tuve con ella más que simples
Relaciones de estricta cortesía,
Nada más que palabras y palabras
Y una que otra mención de golondrinas.
La conocí en mi pueblo (de mi pueblo
Sólo queda un puñado de cenizas),
Pero jamás vi en ella otro destino
Que el de una joven triste y pensativa
Tanto fue así que hasta llegué a tratarla
Con el celeste nombre de María,
Circunstancia que prueba claramente
La exactitud central de mi doctrina.
Puede ser que una vez la haya besado,
¡Quién es el que no besa a sus amigas!
Pero tened presente que lo hice
Sin darme cuenta bien de lo que hacía.
No negaré, eso sí, que me gustaba
Su inmaterial y vaga compañía
Que era como el espíritu sereno
Que a las flores domésticas anima.
Yo no puedo ocultar de ningún modo
La importancia que tuvo su sonrisa
Ni desvirtuar el favorable influjo
Que hasta en las mismas piedras ejercía.
Agreguemos, aún, que de la noche
Fueron sus ojos fuente fidedigna.
Mas, a pesar de todo, es necesario
Que comprendan que yo no la quería
Sino con ese vago sentimiento
Con que a un pariente enfermo se designa.
Sin embargo sucede, sin embargo,
Lo que a esta fecha aún me maravilla,
Ese inaudito y singular ejemplo
De morir con mi nombre en las pupilas,
Ella, múltiple rosa inmaculada,
Ella que era una lámpara legítima.
Tiene razón, mucha razón, la gente
Que se pasa quejando noche y día
De que el mundo traidor en que vivimos
Vale menos que rueda detenida:
Mucho más honorable es una tumba,
Vale más una hoja enmohecida.
Nada es verdad, aquí nada perdura,
Ni el color del cristal con que se mira.

Hoy es un día azul de primavera,
Creo que moriré de poesía,
De esa famosa joven melancólica
No recuerdo ni el nombre que tenía.
Sólo sé que pasó por este mundo
Como una paloma fugitiva:
La olvidé sin quererlo, lentamente,
Como todas las cosas de la vida.
 
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