Paquirri: sus mujeres y una herencia en el olvido (resaca del hilo de la boda de Kiko Rivera)

Pilar Lezcano«A mi marido, Antonio Ordóñez, le dolía lo que decían de su hija»



(Las hermanitas Carmina y Belén , le endilgaban los niños en mayo y los recogían en octubre.Un poco exagerado me parece,porque los de Carmina tenían a su padre )

La que fuera segunda esposa del padre de Carmina Ordoñez habla en exclusiva para ABC
Día 21/04/2012


Los Ordóñez vuelven a estar en boca de todos. En esta ocasión, por la miniserie «Carmina», de Telecinco, para recordar la vida de una mujer que murió antes de los 50 años y que fue protagonista indiscutible de la crónica rosa. Francisco Rivera Ordóñez, el mayor de sus hijos, acaba de dar su opinión al respecto a través de Twitter: «Ni participo en ella, ni tienen mi consentimiento ni el de ninguno de mis hermanos». En vida, Carmen fue muy dura con la segunda esposa de su padre, Pilar Lezcano, quien siempre ha guardado silencio, pero que está cansada de que se desdibuje la imagen de su esposo. Hoy habla en exclusiva para ABC con el único fin de defender el nombre de Antonio Ordóñez.

—¿Qué le ha parecido el primer capítulo de «Carmina»?

—No me ha gustado. Siento decir que los intérpretes no se ajustan a la realidad de los personajes. No quiero ofender, pero pienso que dan una imagen de personas burdas y maleducadas, nada que ver con mi marido ni con Carmen. Tenían una educación exquisita. Tampoco Antonio tenía el acento andaluz que le ponen, ni los gestos… Te diré que al principio hasta me reí porque me resultaba cómico. Pero no me gustó. Creo que ofenden su memoria. No entiendo por qué no se deja a los muertos en paz. No entro a valorar el estilo de vida de Carmen, ya que no lo hice en vida de ella, cuando se podía defender, y no lo voy a hacer ahora, pero creo que no deberían permitirse ciertas cosas. En cuanto a mi marido…

—Debe saber que la serie se ha basado en los libros que han escrito Julián Contreras o Belén Ordóñez, además de los miles de artículos en prensa y testimonios de primera mano de sus protagonistas. ¿Ha leído esos libros?

—No. Sé que están ahí e incluso que el de Belén tuvo que rehacerlo para que se vendiera, de ahí que le añadiera más morbo. Pero creo que se han olvidado de la figura que fue Antonio Ordóñez, un hombre que tenía distinciones como la Medalla de Oro de las Bellas Artes, al Mérito de la Beneficencia, del Mérito al Trabajo, era Caballero de Honor de la Legión de Francia, Hijo Predilecto de Málaga… Era un ídolo y todo eso se olvida. Nunca fue zafio y ahí están todos sus amigos para atestiguarlo.

—¿Cómo fue su matrimonio con Carmina Dominguín, su primera esposa? ¿Son ciertas las juergas que dicen se corría con otras mujeres?

—Eso de que iba con putas es mentira. Hay personas que vivieron aquello y saben perfectamente que no salía con ese tipo de gente, sino con personas de sociedad e intelectuales. Es verdad que algunas mujeres se le ofrecían en bandeja, yo lo pude ver, pero eran señoras de alta categoría. Incluso así, pondría la mano en el fuego por él, pues conmigo fue un hombre fiel. Además, siempre quiso mucho a su primera mujer y la respetó.

—Carmina y Belén siempre se han referido a usted como la «mala» de la familia, la mujer que les separó de su padre. ¿Por qué no se ha defendido?

—Porque a Antonio no le gustaba salir en la prensa del corazón y yo he respetado siempre ese deseo. Creo que las personas tienen conciencia y en su fuero interno saben lo que hay de verdad y de mentira en las cosas que dicen.

—¿Mantuvo relaciones con Ordóñez antes de enviudar?

—No. Yo tenía una relación con una persona que aún vive. Trabajaba como directora de Euroforum Escorial. Nos conocimos en un avión. Creo que él iba con Lola Flores y coincidimos en la fila. Le acababan de operar y cuando llegamos a Barajas me estaban esperando de mi trabajo y le acercamos a su casa. Al día siguiente me envió unas flores de agradecimiento y nunca más. Cuando murió su mujer, me lo comentaron en la oficina y le envié un telegrama. En noviembre me llamó para comer con unos amigos. Eran Blanca y Jaime Martínez de Irujo. Quedamos a comer más veces, siempre con amigos. Realmente empezamos a salir un año y medio después de enviudar, en la Goyesca del septiembre de 1983, que es cuando me pidió la mano.

—¿Por qué la rechazaron las hijas?

—Eso no es verdad. La primera vez que fui a Sevilla invitada por Antonio me alojé en casa de Carmen, en plena Feria. Había buena relación. Las cosas cambiaron cuando vieron que la relación iba en serio. Pero hasta cierto punto, porque cuando llegaba el mes de mayo y me dejaban las dos a sus hijos hasta septiembre u octubre. Creo que en el fondo eran celos.

—¿Cómo fue la relación de Ordóñez con sus hijas?

—Antonio siempre quiso mucho a su familia. Tuvo debilidad por Carmen y, luego, por su hijo Francisco. También por Belén y Cayetano.

—¿Por qué se distanció de Carmina?

—Cuando tu hija tiene un comportamiento que no te gusta ¿cómo actúas?

—¿Se sentía avergonzado?

—En su mundo del toro no era agradable escuchar las cosas que se comentaban de su hija, como tampoco lo fue oír lo que decían de ella en la plaza cuando toreaba Francisco. Le dolía mucho.

—Ordóñez quiso mucho a Paquirri y por eso siempre se ha dicho que sufrió con el final de ese matrimonio.

—Es verdad.

—¿Qué sentía por Julián Contreras?

—Julián trató con mucho cariño a los niños y los cuidó muy bien, y en ese sentido estaba contento. Pero la verdad es que nunca trató mucho a los yernos.

—El enorme cariño que Ordóñez tuvo por su hija Carmina luego lo depositó en su nieto Francisco...

—Le gustaba cómo toreaba y si hubiera visto torear a Cayetano lo habría disfrutado muchísimo, porque se parece mucho a él.

—¿Qué le queda tras haber vivido con un hombre como Ordóñez?

—Mucha riqueza espiritual puesto que era un hombre profundamente religioso. Era un hombre de palabra que no necesitaba firmar un contrato. Su mano bastaba. Tras su pérdida me he enterado de la cantidad de obra de beneficencia que hizo sin que nadie se enterara. No sabes la cantidad de cartas que recibí dándome las gracias, por eso me molesta la fama de tacaño que algunos le pusieron. No tiraba el dinero porque le costó mucho ganarlo, pero ayudó a muchas personas.

—¿Guarda relación con los nietos?

—Alguna vez nos llamamos y si nos vemos hay cariño.

—Hay tanto para preguntarle…

—Y tanto que no quiero contar. Lo único que pido es que les dejen en paz. Hay una familia que sufre cada vez que ve estas cosas.

—Carmina fue un escaparate de su intimidad.

—Sí, pero ya está muerta.

—¿Ha sufrido mucho?

—Al principio sí. Hoy tengo una gran paz espiritual. Soy católica, creyente y practicante. Mi trabajo me da muchas satisfacciones emocionales.

—¿Qué le hacía feliz a Ordóñez?

—Estar rodeado de su familia.

—¿Y qué le hacía llorar?

—El problema es que siempre se tragó las lágrimas.
 
http://www.lavozdealmeria.es/Noticias/88468/3/La-abuela-almeriense-de-Miguel-Bosé-que-fue-pelotari
Todo comenzó en Tíjola, donde, coincidiendo con el nacimiento del siglo XX, vino al mundo una niña, Gracia Lucas Lorente, en un barrio humilde donde los vecinos aún habitaban en cuevas.

Al lado de su casa, al final de la calle Ancha detrás del Santuario de la Patrona, estaba el viejo frontón tijoleño, entre patios y corralones, donde los hombres y unas pocas mujeres jugaban a pelota. Allí zurraban en esa época la badana el Zurdo Pocha, el Bubilla y Juan el Rulo a otros equipos rivales de la jurisdicción como Somontín, Bacares y Suflí, en las tardes de domingo, a falta de otra distracción. Y allí también empezó a golpear la pelota de balines contra la pared la pequeña Gracia, antes de que le salieran los dientes.

Sus padres, que trabajaban en la recogida de esparto para el terrateniente Aynat, comprobaban como la hija se iba haciendo grande, con un cuerpo imponente de mujer y con unos músculos fortalecidos de tanto jugar a pelota los domingos junto a otras compañeras. Su niñez transcurrió así entre las clase en el colegio de Doña Rosario, las idas y venidas a la fuente a lavar con su madre y hermanas, las correrías por el mercado buscando al tío del Chambi, las Misas de Gozo en Navidad y, sobre todo, los interminables partidos de pelota en los que casi siempre terminaba campeona. Pero el Alto Almanzora almeriense era en esos primeros años del novecientos una tierra áspera y miserable, donde la mayoría de los hombres tenían que hacer el hato y emigrar a América o a Cataluña, mientras sus familias les aguardaban día a día durante media vida. La Primera Guerra mundial supuso una crisis para los pedidos del esparto en rama que se criaba en los atochales de Tíjola y la familia Lucas Lorente decidió salir de su tierra querida en 1915 y probar suerte en Barcelona primero y unos años después en Madrid.

Los tijoleños prosperaron en la Villa y Corte merced a un trabajo en una fábrica incipiente y Gracia, junto con su hermana Lola, no quiso olvidar la primitiva afición del juego de pelota y siguió practicando en el antiguo frontón Beti Jai, en el barrio de Chamberí.

Tanto es así que Gracia llega a ejercer algún tiempo como profesional de este noble juego muy popular en Madrid y se hubiera convertido en una gran figura si no se hubiera cruzado un torero pinturero en su camino: fue en 1920 volviendo de unos San Fermines, en la estación navarra de Alsasua, donde se conocieron. Domingo González Dominguín (en la foto central junto a Gracia) era entonces un prometedor lidiador que volvía de torear en Pamplona y Gracia, un bellezón de la época, regresaba con su madre de conocer las famosas fiestas.

El flechazo desembocó en un breve noviazgo y en boda. Se establecieron en la calle Echegaray, en el barrio de Huertas, y pronto tuvieron a su primogénito, Domingo, y después a José, Gracia, Luis Miguel y Carmina. Gracia abandonó el frontón y se dedicó a criar a los hijos, mientras su marido iba ascendiendo peldaños en el escalafón de los matadores de toros. Él había salido muy joven, más pobre que las ratas, de Quismondo (Toledo) para hacerse novillero y la suerte le había sonreído, a la sombra de Joselito y Belmonte, las grandes figuras del momento. Gracia, mujer de carácter, presionaba a Domingo para que se cortara la coleta, por el miedo a que sus hijos se quedaran huérfanos. Pudieron más las lágrimas de su esposa que su afición a los ruedos.

En 1926 dejó el toreo y se metió a empresario taurino, al tiempo que compraba La Companza, una enorme finca toledana donde trabajó de niño, que se convirtió en el cuartel general durante décadas del clan de los Dominguín.

Domingo se hizo apoderado de Cagancho y se quedó con el contrato de la Plaza de Toros de Tetuán de las Victorias, en Madrid, y también con las de Toledo y La Coruña. Gracia es la que llevaba las cuentas y le ayudaba en el negocio con una gran habilidad para el regateo. Cuando estalla la Guerra Civil, unos milicianos se llevan a Domingo Dominguín a una checa de Madrid, acusado de falangista. Gracia se va con él, ocultando en el bolso un revólver del nueve corto que afortunadamente no tuvo que usar porque a los pocos días dejaron a su marido libre.

Después de la Guerra, los Dominguín hicieron las Américas, donde los tres hijos iniciaron su carrera como novilleros y el padre siguió de representante de toreros como Domingo Ortega y con la concesión de plazas como la de El Toreo, en México. Los primeros trajes de luces de sus hijos, en la dura postguerra, los confeccionó Gracia con maestría con unas calzonas prestadas por un banderillero refugiado y las chaquetillas blancas las sacó de la tela gruesa de unas sábanas de hilo. De los tres hijos quien más triunfó fue Luis Miguel.

Tardes de toros, en las que la tijoleña se las pasaba al lado del teléfono de baquelita de la finca La Companza, rezando el rosario al lado de sus hijas.

Espíritu indómito
Volvió de vez en cuando a su pueblo natal y a tomar baños termales en Sierra Alhamilla. Enviudó en 1959 y siempre conservó su espíritu indómito e independiente, de joven pelotari que no llegó a más por las circunstancias de la época: “en vez de ovarios tenía coj*nes”, recuerda Domingo González, uno de sus nietos. Mientras vivió fue el ancla de una gran familia de toreros, artistas y personajes de farándula. Murió en 1990, con 90 años tras romperse la cadera.

En La Companza siguió practicando el juego de pelota hasta una edad avanzada y hasta allí acudían a visitarla frecuentemente sus cinco hijos y 16 nietos, entre ellos Miguel Bosé y la malograda Carmina Ordóñez. Aseguran que nunca perdió el recio acento del Almanzora.


Era muy guapa:

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Ya sabemos a quién salió Carmen madre y Carmina. Ahí está con toda la prole, me parece una mujer muy bella.
 
Era muy guapa: Ya sabemos a quién salió Carmen madre y Carmina. Ahí está con toda la prole, me parece una mujer muy bella.
No estoy tan seguro. La madre de Antonio Ordóñez también era muy guapa. Las adicciones de Carmiña le hicieron estar delgada con facilidad.

Edito. No he encontrado una foto de uno de los tres films. 1922, "la reina mora". 1925, "la cabrita tira al monte". En 1924, participó en otro film, "Don Quintín, el amargao".
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Última edición:
No estoy tan seguro. La madre de Antonio Ordóñez también era muy guapa. Las adicciones de Carmiña le hicieron estar delgada con facilidad.

Edito. No he encontrado una foto de uno de los tres films. 1922, la reina mora. 1925, "la cabrita tira al monte". En 1924, participó en otro film, "Don Quintín, el amargado".
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Mirando a las dos abuelas, Carmina se me hace mucho más parecida a la abuela materna.

La madre de Carmina, la auténtica Carmina pues la divina fue Carmuca en su círculo, fue guapísima también:

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Esa foto en la que sale fumando me llamó siempre la atención, aunque con esa familia que tenía de hombres machistas, ahí fumando parecía tener como un toque moderno. No sé, esa señora podría ser de la edad de mi abuela ahora mismo y no me imagino a mi abuela fumando cuando mi madre era joven, pero ni de coña, mi madre y Carmina nacieron con poca diferencia.

Qué guapa era Carmina, bueno, es que sus padres fueron muy guapos. A mi el padre se me hacía muy atractivo, más que Paquirri:

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Tengo que consultar a mi madre que vivió todo esto, porque siempre me pregunté qué relación tendría Paquirri con la familia política. Tengo entendido que el suegro le quería mucho, y la suegra también.

Yo es que a los Ordóñez, que aunque salieron pobretones de Toledo, los he visto siempre con un toque de distinción y pijerío, muy en contraposición a la humildad de Paquirri, y eso que los dos toreros salieron de la pobreza extrema.

Tengo que encontrar una entrevista a Antonio, que sale rodeado de la familia con las hijas siendo niñas, y le entrevistaban en francés y Carmina siendo una mocosa le traducía al padre las frases que le decía el periodista.
Se le caía la baba con la niña.Parecieron como muy bien educadas, muy señoritas.
En ese reportaje, que fue más uno de Carmina donde recogen las imágenes antiguas de la entrevista al padre siendo niña, aparece una Carmina niña total viendo como el padre torea con algunos colegas en su finca, y uno de ellos era el joven Paquirri, así que le conocía de prácticamente toda la vida.

No sé yo si fue el programa Las Hormigas o no sé si Hormigas Blancas de T5 donde salieron esas imágenes.
Y si no me equivoco, en él dijeron que con 14 años es cuando Carmina muestra interés en Paquirri y empiezan a salir.
 
Última edición:
Carmuca hija fue más guapa, pero la clase la tenía Carmen madre.

Un amigo íntimo de la familia dijo que la madre, en 1982, esa familia se iba a la ruina. Murió en el año 82. La madre debía de ser el timón. La madre estaba preocupada por sus dos hijas, a las que mimó, a quienes no pudo o no supo educar.

En cuanto a los parecidos, no me mojo, no he encontrado ninguna foto medio decente de la abuela paterna.
Mirando a las dos abuelas, Carmina se me hace mucho más parecida a la abuela materna.
La madre de Carmina, la auténtica Carmina pues la divina fue Carmuca en su círculo, fue guapísima también:
Esa foto fumando me llamó la atención, aunque con esa familia que tenía de hombres machistas, ahí fumando parecía tener como un toque moderno. No sé, esa señora podría ser de la edad de mi abuela ahora mismo y no me imagino a mi abuela fumando cuando mi madre era joven, pero ni de coña, mi madre y Carmina nacieron con poca diferencia.
 
Mirando a las dos abuelas, Carmina se me hace mucho más parecida a la abuela materna.

Tengo que consultar a mi madre que vivió todo esto, porque siempre me pregunté qué relación tendría Paquirri con la familia política. Tengo entendido que el suegro le quería mucho, y la suegra también.

He escuchado de varias fuentes que a Paquirri los Ordóñez le querían muchísimo y era recíproco, incluso recuerdo a Carmen decir una vez que Paquirri le decía "mami" a su madre.
 
Carmuca hija fue más guapa, pero la clase la tenía Carmen madre.

Un amigo íntimo de la familia dijo que la madre, en 1982, esa familia se iba a la ruina. Murió en el año 82. La madre debía de ser el timón. La madre estaba preocupada por sus dos hijas, a las que mimó, a quienes no pudo o no supo educar.

En cuanto a los parecidos, no me mojo, no he encontrado ninguna foto medio decente de la abuela paterna.


Si la de la portada de Semana es Consuelo Reyes (me está costando pillar una foto suya), os lo juro que diría se parecía más a Carmina madre sin ser familia de sangre. Esa mujer de la portada es guapísima.

Y sí, de Carmina Senior se decía tenía mucha clase y llevaba muy bien a la familia, vamos, que ella cortaba mucho el bacalao y no era ninguna señora de pata quebrada.
 
He escuchado de varias fuentes que a Paquirri los Ordóñez le querían muchísimo y era recíproco, incluso recuerdo a Carmen decir una vez que Paquirri le decía "mami" a su madre.

A Paquirri creo que le quería todo el mundo. Decían que era muy buena persona, y se le veía, no me extraña que se montara la que se montó en toda España.
 
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