A
Afrodita
Guest
Clementine Hozier, el dia de tu boda con Winston Churchill
Tu tenías 23 años y tu esposo 34 años. Era un polémico político que no dudaba en cambiar de partido en función de sus intereses, en vez de mantenerse fiel a los torys por su status social como primo del Duque de Malborough, él se pasaba a los liberales o volvia a los tories como quien cambia de camisa, era provocador, inteligente y divertido, pero tu encontrastes en él al amor de tu vida.
Teníais en común más de lo que creíais: ambos erais hijos de unas damas de alta sociedad famosas por sus amantes de alto copete, se daba por hecho que tu, Clementine, no eras hija del esposo de tu madre.
El había tenido algún romance, pero al conocerte supo que eras la mujer de su vida. Eras completamente distinta a él: serena, sensata,, reflexiva... y le tenias totalmente enamorado.
Contra todo pronóstico, el vuestro fué un matrimonio ideal, pues tu sabías llevar el dificil caracter de Winston, quien, a la larga, no sabía vivir sin tí. Tuvisteis cinco hijos: Diana, Randolph, Sarah, Marigold (que murió muy pequeña) y Mary.
Frente a todas las tormentas, tu eras el puerto en que él se refugiaba de sus luchas políticas, nadie comprendía que durase un matrimonio con el cascarrabias de Churchill, pero tu sabías calmar al león porque él te amaba. Y le apoyabas en todo, sin ahorrarle críticas si algo no te gustaba, pero siempre a su lado frente a los demás. Le distes el calor familiar que no había tenido en su infancia.
¡Hasta aceptastes vivir en el bunker durante la guerra, porque él como Premier no quiso dejar Londres y tu no quisistes alejarte de él, para cuidarle en su salud y las tensiones de la guerra!
Al llegar la paz tambien llegaron los nietos. Los hijos, a excepción de la serena Mary, tuvieron sus problemas vitales graves, pero no puede decirse que fuese porque no hubieses sido una buena madre, sino porque era dificil superar en méritos a ese titán de padre...
Le cuidastes hasta el final y le sobrevivistes 13 años.
Tu demostrastes que el duro Churchill, capaz de reducir a cenizas Desdre o hundir la flota francesa con las tripulaciones dentro tenía un talón de Aquiles: su amor por tí. Porque solo tú podrias haber soportado un esposo tan activo y egocéntrico como él.