NOVIAS DE CINE



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Fifi Danon...Eras una chica de origen francés que había tenido que "darse a la vida".

Pero tu sueño se ha hecho realidad. El guapisimo Buck Wyatt, rudo, machista e inexperto en mujeres guia de la caravana de idems, ha caido en tus brazos...

Llegastes a creer que eso iba a ser un imposible. Porque él, desde que te conoció en aquella sala en San Louis, donde su jefe escogia candidatas a esposas para un montón de rústicos hombres que vivían sin mujeres en su valle de California. y vió que tu amiga Laurie y tu erais unas chicas de saloon que buscabais cambiar de vida, se dejó llevar por sus prejuicios - y eso que el tuyo era el único tipo de chicas que conocía, en concreto la casa de Sally donde de vez en cuando además se bañaba - decidió que las chicas como tú no teníais derecho a desear casaros con un buen hombre que os quisiera. Pero el viejo que le había contratado por un pastizal para llevar esa caravana de mujeres a California, no tenía tantos perjuicios y te creyó cuando ante su pregunta de por qué queriais a California, tu respondistes :"Para cambiar" a lo que Buck replicó despectivamente: "¿De qué?" y tu le contestastes molesta y friamente: "¡De ambiente!"


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Pero cuando todas os lanzasteis al panel de fotos de los futuros maridos, Laurie te pescó mirando hacia Buck (¡Claro, era Robert Taylor, por muy desaliñado que fuese!) y, con paciencia, te recordó: "¡Ay, Cherie, tienes que elegir entre las fotos!"

Tu no llegastes a escoger una foto, tu elegido estaba allí de carne y hueso, él no te podía ni ver - precisamente porque no sabía autorreconocerse la atracción inconsciente que sentía hacia tí - pero tú decidistes ir en esa caravana para pescarle a él.

En las paradas que haciais, en las que las relaciones entre las mujeres y los hombres que le ayudaban a guiar la caravana estaban prohibidas, tú intentastes acercarte a él, pero él te puso distancia, diciendote que las normas también os incluian a ambos, Danon, a lo que le contestastes que por qué no te llamaba señorita Danon como a las demás, porque si llegaba a California siendo simplemente Danon, California sería para tí igual que San Louis.

Y le haces rabiar, preguntándole si no se afeita nunca, porque está horrible, lo que le desconcierta llevándose la mano a la cara sin saber que decir...jajajaja...

Durante el largo y duro viaje, a la única que trataba mal y de malas formas era a tí. Para él, el mundo femenino era un misterio - de ahí su extrañeza a por qué las mujeres insistiais en poneros tan "arregladas" bañándoos en cualquier charca que encontraseis estando en medio de la nada-. Era duro con sus hombres, de hecho, para mantenerlos a raya frente a las mujeres no dudaba en matarlos, y al que violó a Laurie lo mató, tras lo cual se largaron todos menos un muchacho enamorado de la pobre chica huida de casa para darle un padre a su hijo bastardo, pero frente a las mujeres, Buck se encontraba como ante extraterrestres y al verse sin hombres, creyó que la caravana estaba perdida, que el viaje era ya imposible, y entonces descubrió que vosotras no pensabais ceder y admirado, decidió que si para llevar esa caravana tenía que convertiros en hombres, lo haría.


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Y vosotras le dejasteis boquiabierto al ver de lo que erais capaces de hacer por continuar, vuestra voluntad, vuestra fuerza salida de tan en teoria frágiles cuerpos femeninos, le dejaron anonadado, y tu eras de las que más trabajaban, pero él no te lo reconocia, te chillaba y empujaba con una mala educación que te hería, hasta que un dia se te ocurre cazar un conejo y, no solo fallas, sino ¡que se espantan las mulas asustadas por el disparo!

Tras haber conseguido dominar las mulas, Buck va a por tí a gritarte que eres una inutil, que todo ha sido por tu culpa, que el jefe no debería haberos dejado ir a tí y tu amiga, y tu le chillas en francés que es un bruto, a lo que él responde que no le hables en esa jerga dándote un latigazo, entonces es cuando coges un caballo dispuesta a irte lejos al infierno, odiándole con toda tu alma, sin poder soportar su desprecio.

Y entonces... ¡El va a buscarte! Y el hecho de que esté tan furioso de que te de dos guantazos, uno por reventar un caballo y el otro... ¡se te rendirá con el beso más apasionado que has recibido nunca, pues nunca se había reprimido él tanto un deseo durante tanto tiempo!

Y serás tu quien a la vuelta, tengas que cortejarle, decirle lo guapo que es, lo mucho que le quieres, cosa que a él le suena a ángeles cantando, teniendo tu cabeza reclinada en su hombro...Es la primera vez que se ha enamorado.

Y ahora es cuando lo tienes en tus brazos, en la foto.. pero aún tendreis que afrontar un ataque de indios, el parto de la chica en pleno desierto... hasta que llegueis a California y Buck diga a todo el montón de futuros maridos que pobre de aquel que no se porte bien con vosotras, porque, como dice con gran admiración, sois buenas mujeres ¡grandes mujeres! Vosotras le habeis enseñado lo que vale una mujer y tu , en concreto, le has enseñado lo que es el amor.

¡Que orgulloso os ve hacer vuestra entrada en el pueblo!

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Pero llega el momento del baile final y tu esperas que Buck se te acerque y nada, ahí está guapísimo, afeitado, pero le ves marchar impotente, a lo que Ito, el ayudante japonés, te dice: "¿Ha cruzado 5000 Km. y no cruzar 5 metros?"

Sí, Danon, corres y le preguntas que adonde va. El te responde que estaba esperando a que le detuvieses, haciendote notar que se ha afeitado, a lo que le respondes que es guapísimo y le quieres y que por qué no os poneis en la cola de las bodas, y Buck no se hace rogar y, del brazo, consigues casarte con ese hombre que ha cambiado por completo gracias a tí.

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Todas estarán contentas con sus maridos, pero que te van a tener una envidia tremenda, eso también, Danon...


 
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Dado el éxito de la historia de la puritana señora Lefkas, vamos a por otra de esta ralea. Esta vez el galán no es griego, eso sí, es millonario ¡y principe en plan monegasco, solo que en vez de una roca, el príncipe tiene una isla de su exclusiva propiedad con castillo en la cumbre de la única montaña...!

Y en esa isla va a verse prisionera por fisgona una niña mimada inglesa llamada Joanna.

¡Y me acuerdo de cómo se llamaba esta novela, era "Cárcel de amor"! :ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO:

Esperad, que es buena, preparad las mandíbulas para reiros a gusto...

Joanna se ha ido de vacaciones con unos amigos en un yate por el Mediterráneo. Ella no necesita trabajar porque es hija de un Sir del gobierno británico, y tiene un novio brittish un poco soso llamado Tony que la acompaña.

Y ellos y otra pareja de amigos están de crucero por el Mediterráneo.

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Su plan era desembarcar en una isla llamada Sarcina, que debe estar cerca de Córcega - premio al que la encuentre en el Google Maps - pero les dicen en el puerto anterior que eso es imposible porque el príncipe, que es el amo y señor, ha prohibido entrar en la isla hasta nueva orden. Naturalmente, Joanna, a tí eso te da igual, tu quieres ver Sarcina, y como parece que tu novio y tus amigos se arrugan ante la idea porque al parecer disparan desde la isla a toda embarcación que se acerque sin autorización, pues por tu cuenta pagas a un marino lugareño que te lleva a la isla para que os capturen en la playa. No se sabe que es del marino, pero tu terminas en una habitación digna de harén otomano en una torre del castillo. Hasta hay un retrato de un caballero condottiero del siglo XV de cabello y ojos leonados que no parecía andarse con rodeos, de hecho, había conquistado la isla para la familia.

Naturalmente, como subdita británica, exiges inmediatamente que te liberen, al menos ver al consul - no hay - pero el mayordomo, llamado Joseph, muy educado y ceremonioso, dice que él no puede dejarla salir de la habitación y jamás se larga sin echar la llave por fuera. La ventana tiene rejas y da a un acantilado, asi que la huida por ahí está chunga, Joanna. El mayordomo, mientras, te trae ropa femenina para que te pongas encima del bikini y el pareo que llevabas cuando te capturaron y te pide con una reverencia que le honres vistiendo los vestidos, tanto de fiesta como de paseo, porque el "Signore" te honrará con ir a cenar a esa misma estancia esa misma noche contigo.

Tu no sabes quien es el Signore, pero respecto a sus intenciones te temes lo peor, claro.:confused: Y más cuando el mayordomo te cuenta la historia del antepasado del retrato, que al parecer no decía que no a las damiselas de la isla que le expresaban su amor dejandole una corona de flores como señal de que estaban disponibles. ¡Nunca hay una criada a tu servicio, no hay rastros de mujeres por ahí!

Esa noche aparece ¡el doble del condottiero! Era igualito, solo que sin barba, y vistiendo un elegante conjunto de millonario, ya sabeis, pantalones blancos, americana lujosa... El mayordomo, previamente, ya ha puesto mesa con velas junto a la cama, ya decíamos que es muy servicial.

El Signore recibe con calma la lluvia de improperios que le echas diciéndole que como no te libere tu papá movilizará a toda la flota de Gibraltar para liberarte, que no tiene derecho a retenerte y él, tranquilamente, te responde que sí, porque has infringido sus órdenes de no pisar Sarcina y además su padre está informado y se hace cargo de que te tiene que retener unos cuantos dias hasta que se resuelva el asunto por el cual no se puede entrar en la isla.

¡Te quedas a cuadros! ¡Que tu padre lo sabe! Y el Signore de ojos leonados guapérrimo -no se si hace falta decirlo - te dice que sí, que tu padre y el suyo fueron buenos amigos en la guerra, porque resulta, Joanna, que tienes delante al Principe Vorghese, dueño de la isla, aunque a él eso de los títulos le parece desfasado y te pide que le llames simplemente Leo Vargas. Lo de Leo por lo de los ojos de león, que realmente parecen comerte, aunque no se propasa un pelo.

El era más o menos así, solo que con los ojos leonados...

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¡Tienes que someterte al suplicio de tener que cenar con semejante bellezón de hombre, temiendo que, como es un príncipe, con la cama al lado, espere que tu seas el postre! El no ayuda en nada a tranquilizarte al reirse al preguntarle si se cree que va a hacer contigo lo mismo que hacia su antepasado con las otras, te dice que no sufras, que lo hagas o no, que por su parte no hay problema, eso no va a contribuir a salir antes de la isla. Entonces se retira con una reverencia. Y te toca pasar varios dias encerrada allí, llega otra noche a cenar contigo y le preguntas cuando te va a dejar al menos salir a ver el castillo y alrededores y entonces él te dice que si le prometes no intentar escapar se pensará lo de hacer de buen anfitrión en su castillo... ¡Y eso sin tocarte, aunque tu, aunque no te lo quieras confesar a tí misma, empieces a sentirte algo desilusionada y hasta despechada por que él deje todo en sensual filtreo que te deja a cien in albis! ¡Lo que te ha costado pararle los pies ante un amago que él mismo dejó en agua de borrajas, sin duda con intención de que te metas tu solita en la cama, claro!

Un dia consigues escaparte de noche pero un perro peligroso casi te come, menos mal que te salva el principe al abrir la puerta dejando al chucho ladrando fuera, y te pregunta furioso por qué le has desobedecido, y la bronca se calienta tanto que la cosa empieza a derivar en algo más serio en su cama pero ¡él se detiene y te ordena que vuelvas a tu habitación! ¡Y tu como un horno de caliente! Es que no acabas de entender a este seductor...! (n)

Hasta que por fin eres invitada a salir a cenar en el comedor del castillo. ¡Y el castillo tiene de todo! ¡Piscina, mil habitaciones del principe y la principessa -ahora vacante porque el principe Leo es soltero y huérfano de madre, aunque muy solicitado, claro -. Pero, para tu desilusión, te encuentras a otro elegante joven, no tan guapo como Leo pero casi, que se presenta como Nick Vargas y te dice que es el primo pobre de Leo, quien le ha pedido que te entretenga, a tí y al resto de invitados, porque él está muy ocupado. ¡Y por fín hay criadas y mujeres! Las habían mandado de la isla porque los muy machistas están convencidos de que las mujeres son demasiado chismosas para guardar un secreto...

Y conoces a un grupo de gente de gran mundo - entre ellos una italiana llamada Marisa con pinta de devorahombres que se nota que se muere por ser principessa y tiene toda la pinta de ser amante del principe - que te hace pensar que el embargo sobre Sarcina se ha terminado y Nick así lo confirma, pero te pide que no te vayas aún porque Leo quiere ahora resarcirte por las molestias y ser un anfitrion de verdad en cuando pueda. Mientras, quien empieza a intentar hacerte el amor es Nick mientras te pasea por la isla y te cuenta una leyenda menos romántica sobre la leyenda del antepasado y las campesinas de las coronas de flores, diciéndote que en realidad, el antepasado al dia siguiente las tiraba por un acantilado y que, en materia de mujeres, Leo es igual a él que en los ojos leonados... Te dice que él nunca se casará con amor, de hecho piensa casarse con esa italiana, en plan matrimonio abierto, para que le de un heredero, pero que no sueñes tu, Joanna, con pescar a Leo en plan romántico porque él no es de esos... Y cuando aparece Leo la tal Marisa siempre se le tira encima impidiéndole agasajarte como a tí te gustaría, pues tú, en cambio, no puedes quitarte a Nick de encima, que se te ha declarado.

Asi llega la noche tormentosa en que él se presenta en tu habitación como esa primera noche. Tu estás en guardia por lo que te ha dicho Nick. Y Leo te explica el por qué del embargo y ahora esto se convierte en un culebrón en plan 007: resulta que el tio del mayordomo es un científico ruso que ha desertado de la URSS y hasta que los americanos, britanicos y demás no le hubiesen interrogado estaba escondido en Sarcina y Leo había ordenado el aislamiento de la isla para que los espias rusos no se colasen para matarlo, pero ya veis que seguridad tenían las medidas que se había colado una niña mimada inglesa con un marinero en una txalupa...Y tu padre, que pertenece al MI6, conocia la situación, por eso había aceptado que tú, por discola, quedases castigada en el castillo de Leo hasta que todo pasase...

Ahora por fín el tio del mayordomo estaba a salvo en los USA, Joanna por fín era libre para marchar, pero Leo ha oido que tú, dadas las referencias que de él te ha dado Nick, pretendes marcharte al dia siguiente sin despedirte de él.

Entonces tú le dices que sí, porque lo sabes todo de él, que es un libertino, que seduce a las mujeres usandolas como el antepasado, de usar y tirar, casi como el antepasado, que las tiraba al acantilado. Leo comprende que Nick te ha contado la parte fea de la leyenda y que, en general, en su propio beneficio, te ha contado lo que ha querido de él porque te desea y quiere casarse contigo, -por eso no se aprovechaba de tí, porque se había enamorado de tí y no quería que te hicieses una idea falsa de sus intenciones - porque se ha dado cuenta de que sí, él, Leo, no solo te desea, sino que se ha enamorado de tí y ¡por eso había hecho ir a todos esos invitados, incluida la tal Marisa, a Sarcina, para que no pudiese declararse a tí!

¡Porque eso quiere hacer en ese instante, Joanna, quiere que te cases con él y seas su principessa!

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¡Ahhhhhhhhh, a tí te da un perrenque de emoción :dead::dead::dead::dead::dead::dead:! En ese instante quieres irte al catre con él ipso facto...

Pero Leo te dice que no, que quiere que pienses lo que eso supondrá, porque el tiene que viajar mucho y llegará el dia, cuando tengais hijos - ¡ahhhh, hasta en los niños ha pensado!-, que tendrá que dejarte sola, y... quiere que lo pienses esa noche y le contestes al dia siguiente! Que incluso ha hablado por teléfono con tu padre y tiene su consentimiento, figurate!

¡Y se va y tu no puedes dormir, como si tuvieses algo que pensar! Asi que a medianoche no puedes más y sales de habitación ya sin llave para darle la respuesta en persona y en especie en su alcoba de principe... ¡y oyes una risa femenina, miras desde un rincón del pasillo y allí está en la puerta de su alcoba Marisa, en negligé, diciéndole a Leo, que está en bata, que claro, que lo entiende, mientras mira una pulsera de brillantes! ¡Debe ser el regalo de despedida de Leo con Marisa, tras la despedida en la cama!

¡Joanna! Tu no esperas ni al alba. Haces la maleta - es decir, lo que llevastes, el bikini y el pareo - y antes del amanecer, le pides a Nick que te lleve a tierra en el helicoptero, y de allí a Londres, dándo órdenes a tu padre de que impida por todos los medios que ese principe donjuanesco se acerque a tí jamás!

El que no parece tan contento es Nick, porque la desilusión no te ha impulsado a quedarte con él, sino a reconciliarte con tu novio inglés, quien tiene sus dudas de que no haya pasado nada entre el principe italiano ese y tu porque nota que ya no te apetece estar con él, pero tu lo niegas. Y te pones enferma porque encima tu padre te dice que estás juzgando equivocadamente al principe, que fuistes muy maleducada yendote así de Sarcina ¡lo que tienes que aguantar! Lo hace por el prestigio de verte de principessa, seguro, ni de tu padre te puedes fiar.

Un dia, varios meses después, en que tu no has contestado a ninguna llamada de Leo, tu padre te llama a su despacho en el MI6 para invitarte a comer y al llegar al despacho descubres que detrás del escritorio no está tu papá ¡sino Leo Vargas! ¡El traidor de tu padre te ha preparado una trampa con él!

Tu ya estas cogiendo la puerta cuando él te impide salir por las malas, diciéndote que no saldrás de allí hasta que le escuches, que si no hubiese tenido que ocuparse de tantas cosas referentes al ruso desertor te habría seguido al dia siguiente y que por fín estaba allí para que le explicases por qué te marchastes, porque a él le había parecido que ibas a darle el sí!

Y entonces le contestas rabiosa que es cierto, que lo ibas a hacer hasta que le vistes en la puerta de su habitación con la otra!

Leo lo niega todo, diciéndote que fué Marisa quien habia ido a su habitación a decirle que si no se decidia ella tenía otro candidato que le había regalado aquella pulsera, pero él le había contestado que te había pedido en matrimonio y lo que ella había visto era la despedida de viejos amigos, es más, le ofendia que le creyeses capaz de regalar a una mujer semejante horterada de pulsera. Es mas ¿Por qué estaba Marisa allí? Ya que él no la había invitado. Habia sido el primo Nick, para alejaros pues te quería para él y, por norma, sabía que Leo se lo llevaba todo.

En semejante disyuntiva, hay que ser tonta para no querer creerse coartada tan mala, mejor pensar que es verdad, claro...

Y ahora te tocaba responder a tí, Joanna ¿que hacias tu en ese pasillo a esas horas cerca de su habitación?

Aqui te tocó sacar los colores :sick::sick::sick::sick:

"Fui a darte mi respuesta"

¡"No solo con palabras, dime la verdad!

:X3::X3::X3::X3::X3::X3:

"No, Leo, no solo con palabras..."

"Mi amor, mi esposa" ¡y te besó!

Y colorín colorado, en principessa has terminado... Vamos, dejas a Rainiero y los Grimaldi a la altura del betún...

 
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Catalina Bernal...

Ahí estás, de pié, viendo morir a tu marido, Artemio Cruz, al que odiastes porque te tomó y porque llegastes a amarle, y para castigarle por haberse impuesto como tu amo, le castigastes negándole tu amor y pudriéndote en la amargura de un matrimonio infernal...

Tu eras una señorita de buena familia, tu hermano Gonzalo se marchó a luchar por la Revolución en vuestro México, siendo de la élite era un joven idealista y a tí y a tu padre os llegó la noticia de que había sido fusilado. Tu cuñada se fué con su hijo a los brazos de otro hombre y tu que quedastes a solas con tu aristocrático padre, Don Gamaliel.

Hasta que llegó este hombre sin orígenes claros, Artemio Cruz, excepto que era puro vulgo, un aventurero que luchaba en la Revolución para medrar dentro del nuevo poder y que decía que había visto morir a tu hermano. Tu padre y tu lo visteis desde el principio, pero tu padre, como un principe Salina del Gatopardo, te dijo que debías casarte con él para conservar el patrimonio familiar, pero que en venganza por haber osado humillaros así a vosotros, los Bernal, le negases siempre tu amor.

El lo acordó con tu padre, echó de tu lado a tu amado, se casó contigo y se convirtió en un nuevo cacique, como aquellos que había "destronado", incluido tu padre. El se quedó con la herencia de tu hermano y con tu vida. Por eso le odiabas. Pero por las noches, para tu vergüenza, sentías brotar el deseo entre sus brazos, él lo notaba, te pidió que lo amases de verdad, sin ambages, y tu se lo negastes, se había quedado con todo, pero no lograría también el triunfo de tener tu amor.

Tu luchastes contigo misma, le preguntabas a Dios cual era tu deber, si mantener la promesa de lealtad y orgullo a tu padre, hermano o linaje o rendirte y amarle, pues era y sería tu marido para siempre, el padre de tus hijos. Elegistes lo primero.

El quiso amarte de verdad, él había amado de verdad en sus tiempos revolucionarios, a su Regina, su muchacha ahorcada en una toma de esa ciudad, él quiso darte el amor le le había dado a ella, tan generosa que inventó una historia de amor junto al mar para olvidar como la había tomado la primera vez pues de la violencia había surgido el amor más pasional. Ella si que había sido una novia de cine, siguiendole de ciudad en ciudad, amándole sin condiciones, sacando del joven Artemio herido por una dura infancia todo lo bueno que había en él. Y la había perdido. Artemio pensaba que si Regina había sabido amarle tan apasionada y generosamente pese a eso, tu también podrías. Los primeros años luchó por conquistarte, hasta que en una discusión legendaria le expusistes tu realidad, y cuando te preguntó por qué si le odiabas te entregabas a él con tal pasión, preferistes rebajarte y decirle que sería igual con cualquier otro hombre. Eso le dolió tanto, y que le acusases de haberse quedado con la herencia de tu hermano, que llegó a decirte con rencor que no me metieses la idea de recordarte a tu hermano cada vez que te abrieses de piernas, porque eras su mujer y eso no podrías cambiarlo jamás.

Asi que lo vistes medrar y hacerse poderoso en el poder, enriquecerse con la corrupción, volar con el mundo con amantes, primero indias de la hacienda, luego señoras y jovenes de la alta sociedad. Fué tiránico, corrupto, todo un cacique subido al dolar del soborno yanqui, lleno de amargura por dentro. Tu no, tu te mantuvistes fiel para que él no tuviese nada que reprocharte, para hacerle sentir tu desprecio con toda tu fuerza moral aunque te murieses de pena por dentro.

Ahora, tras cuarenta años de desprecio, tras la muerte de vuestro hijo, con tu hija que también le odia, le veis morir en la cama familiar, no en la de la querida de su vejez. Y ahora, al verle agonizar, tu coraza se está rescabrajando y te permites decirle palabras dulces que crees que ya no entiende...

¡Que tremendo, obligarte a ti misma a odiar a quien amas muy a tu pesar!

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Doña Emilia Pardo Bazán

Mucho hablan de las literatas "libres" como George Sand, pero tú supistes ser una mujer libre y culta, mirar a los hombres como iguales sin importarte lo que diria la gente. Fuistes la gran dama de la literatura del siglo XIX. Pudistes quedarte en señora aristócrata gallega, criada en el Pazo de Meirás como una señorita, pero tu padre el conde te dió una educación privilegiada que hizo de ti novelista, ensayista, periodista, critica, dramaturga y catedrática, que viajastes por Francia y trajistes el Naturalismo a España.

Te casastes porque lo deseaban tus padres, tuvistes dos hijos, pero pronto mostrastes a tu marido que a tí no te mandaba nadie, sobre todo cuando tras su fracasada carrera política te quiso obligar a retractarte de unos artículos publicados en prensa y elegir la literatura o el matrimonio. ¡Para escándalo de la timorata España de la Restauración, elegistes la literatura y te separastes de tu marido en 1884!

Por entonces ya conocias a un colega de profesión con quien te unia una gran amistad de mutua admiración: uno de los escritores que habían seguido la senda del Naturalismo, Benito Perez Galdós, canario periodista y escritor extraordinario, soltero empedernido...

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Vuestra amistad se estrechó y de los "Ilustre maestro y amigo" y «Querido y respetado maestro» de tus primeras cartas pasastes a los «Amigo querido e inolvidable» y «Amigo querido y no digo más». En este periodo escribisteis, tu "Los pazos de Ulloa" y él "Fortunata y Jacinta". Casi nada...

Y lo vuestro se convirtió en pasión amorosa en 1888 y 1889. Tus cartas están llenas de tu amor y pasión: «Te muerdo un carrillito y te doy muchos besos por ahí, en la frente, en el pelo y en la boca»«ratonciño querido»,«miquiño mío del alma» . No te andabas con remilgos:

«Miquiño, mi bien: me están volviendo tarumba tus cartitas. Creo que jamás escribiste con tanta sencillez, con una gracia más bonita y más tierna. No sé las veces que he leído esta última epístola, ni el bien que me hizo, ni cuánto se me humedecieron los ojos... Un beso del fondo del alma»

«Pánfilo de mi corazón: rabio también por echarte encima la vista y los brazos y el cuerpote todo. Te aplastaré. Después hablaremos dulcemente de literatura y de la Academia y de tonterías. ¡Pero antes morderé tu carrillito!»

Y no podias evitar preocuparte por su salud.

«No fumes mucho, no».

(Continua)

 
Tras un viaje juntos por Alemania, él regresa a España, tu te quedas unos dias en París y le escribes:

«Triste, muy triste... como diría un orador de la mayoría, me quedé al separarme de ti, amado compañero, dulce vidiña. Soy de tal condición que me adhiero y me incrusto en el alma de los que me manifiestan cariño, y el trato va apretando de tal manera los nuditos del querer, que cuando menos lo pienso me encuentro con que estoy atada y no me puedo soltar».

Y no tenias ningún rubor en recordarle vuestros momentos de pasión en el tálamo:

«Mi bien, mono, compañerito, que te acuerdes mucho, mucho, de mí, y con las mismas saudades que yo de ti; que sueñes en renovar horas tan venturosas, y que vayas tramando el modo de realizarlo en compañía de tu Peinetita, que te besa un millón de veces el pelo, los ojos, la boca y el pescuezo».

«No hemos hecho más que arrimar la manzana a los dientes, esta es la verdad, no hemos agotado, ni siquiera bebido a boca llena el dulce licorcito que nos podemos escanciar el uno al otro».

Porque eras muy apasionada sexualmente, Emilia, tanto que llegastes a engañarle fugazmente con otro, pero te hicistes perdonar por él con cartas así:

«Ven a tomar posesión de estos aposentos escultóricos. Aquí está una buitra esperando por su pájaro bobo, por su mochuelo [...] Hay en mí una vida tal afectiva y física, que puedo sin mentir decir que soy tuya toda: toda, me has reconquistado de muchas maneras y más que nada porque nunca me habías perdido; porque te quise ayer y te querré mañana».

Pero todo dejó huella, él también tenia otras conquistas, se hizo cierta distancia entre vosotros y el hecho de que a él le naciese una hija ilegítima no te sentó muy bien. Pero supisteis conservar la amistad toda la vida aunque las cartas poco a poco regresarían al «mi ilustre amigo».

En el fondo, a tí la diferencia de edad te preocupaba más de lo que querias creer y llegastes a tener ciertos remordimientos religiosos.

Ambos tendriais otros amores, pero todo el mundo supo siempre que lo vuestro había sido el gran amor de vuestras vidas, por eso transcendió vuestra historia en vuestras biografias amorosas por encima de cualquier otra. Siempre conservasteis el recuerdo de vuestra pasión con gran celo en vuestros corazones y nunca dejasteis de ser preocuparos el uno por el otro.

El, soltero empedernido, nunca se casó. Llegastes a escribir una novela titulada "Memorias de un solterón", donde pareces justificarte por el romance con Galdós. Mal hecho, Doña Emilia, mal hecho, fuistes feliz con él.





 
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Hola, @Afrodita . Tu post es precioso. Tienes mucha imaginación y mucha cultura. Felicidades.:):love:

A mi madre, siempre le ha gustado la vida de Rosalía de Castro, qué gran señora. Duerme con sus libros de poemas, en la mesita de noche. Folhas novas.

Otro que está de actualidad es la vida de Oscar Wilde, qué mente más ágil y que lengua prodigiosa. Venía de unops padres prodigiosos en sus campos. QUé mal se portó con su esposa. Un hijo sobrevivió a la gran guerra. Su nieto es idéntico a él. Tiene un bisnieto que se gana la vida en el mundo de la computación y las nuevas tecnologías.

Saludos.
 
Hola, @Afrodita . Tu post es precioso. Tienes mucha imaginación y mucha cultura. Felicidades.:):love:

A mi madre, siempre le ha gustado la vida de Rosalía de Castro, qué gran señora. Duerme con sus libros de poemas, en la mesita de noche. Folhas novas.

Otro que está de actualidad es la vida de Oscar Wilde, qué mente más ágil y que lengua prodigiosa. Venía de unops padres prodigiosos en sus campos. QUé mal se portó con su esposa. Un hijo sobrevivió a la gran guerra. Su nieto es idéntico a él. Tiene un bisnieto que se gana la vida en el mundo de la computación y las nuevas tecnologías.

Saludos.

Bueno, el problema de Oscar Wilde es que no supo reconocer su sexualidad a tiempo. Había estado prometido antes a Hortense, quien finalmente se casó con Bram Stoker, el autor de Drácula.

Después, con la fama llegó a creerse intocable, por encima de las injustas leyes de su país. Se enamoró de ese muchacho engreido, Lord Alfred Douglas, que le utilizó para atacar a su propio padre y éste, para defenderse de la acusación de libelo, demostró que decia la verdad ¡y condenaron a Wilde a 2 años de trabajos forzados por sodomia!

Al principio, Constance intentó apoyarle, pero la vergüenza y el escándalo pudieron con ella, hasta cambiandose el apellido para que no la relacionasen, ni a ella ni a sus hijos, con Oscar. Le había prometido que podría ver a los niños, pero al salir de prisión, acabado, en Paris, no pudo volver a verlos...

La sociedad victoriana era hipócrita a más no poder... en el fondo, les irritaba como se burlaba Oscar de sus convencionalismos, por eso fueron a por él a saco. Desde luego Constance no mereció el matrimonio de cuernos homosexuales, pero tras su caida contribuyó a la más completa desgracia de Oscar, no la voy a condenar, que hay que estar en su pellejo, pero es la realidad.
 
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Isabel de Lobiano...

En pleno siglo XVI, en la Gipuzkoa del Renacimiento, protagonizastes una historia de amor que dejó atónitos a tus contemporáneos... Los Romeo y Julieta vascos ¡con final feliz!

Tu, nacida en Ermua, que eras una adolescente de 14 años, y el guapo Pedro de Idiaquez, pertenecíais a las dos mejores familias de la Gipuzkoa de aquel tiempo, pero vuestras familias eran rivales y tu familia había concertado un matrimonio de conveniencia para tí. Mientras tanto, vivias en un convento de Deba desde los ocho años, y Pedro de Idiaquez, joven heredero de Azkoitia, quiso hacer de tí su mujer, en principio por ser una heredera muy apetecible, pero una vez que consiguió sobornar a algunas monjas para conocerte, tu, tan joven, supistes que era el amor de tu vida y aceptastes fugarte con él y tu coraje, tu determinación, tu falta de temor, tu amor tan sincero, le enamoró. El te dió palabra de matrimonio y tú confiastes en dicha palabra sin dudarlo.

Con la colaboración de las monjas, él te "raptó" y por los caminos inseguros te guió hasta Azkoitia, su casa familiar.

El rapto convulsionó a tu familia y la sociedad guipuzcoana. Tu familia apeló a las autoridades pero nada pudieron hacer ¡porque os habiais unido en matrimonio ante testigos! Tu familia tuvo que aceptar tu matrimonio, aunque no quisieron saber nunca nada de tí. Eso sí, por ley tu dote tuvieron que entregarte.

Tu, siendo tan joven, elegistes tu destino, no dudastes en creer en la palabra de matrimonio de Pedro y ¡conseguistes casarte con el amor de tu vida!

El hecho de que fuese un impulso amoroso lo que te llevó a romper con los designios familiares, que un sentimiento entonces tan indecoroso como la pasión amorosa te llevase a aceptar el rapto es lo que más impresionó.

Fuisteis muy felices juntos por poco tiempo, pues Pedro murió dejándote viuda con tan solo 20 años. Pero con hijos que se sintieron siempre muy orgullosos de tí. Gracias a tu dote, que tu familia tuvo que darte, y el patrimonio de los Idiaquez, pudistes pasar el resto de tu vida sin tener que volver a casarte, fiel al recuerdo de tu amor los siguientes sesenta años de tu vida, al final de los cuales, junto a tu hijo Pedro, en 1661, erigisteis un convento en honor a Dios y a las monjas que te habían dado la felicidad. Hoy, en el Mutriku de tu casa familiar original, una calle recuerda tu nombre, Isabel de Lobiano...


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¿A nadie se le ocurre hacer una peli con tan bella historia?

http://www.ostolaza.org/cas/article.php?id=101

 
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Eres una mujer de mediana edad, casada con Robert, el hombre que amas, un profesor, y madre de dos niñas.

Tu crees que tu matrimonio es feliz y, efectivamente, lo es. El es un buen esposo y padre y eres feliz junto a él.

Nunca te ha dado motivos para dudar de su amor por tí y menos por vuestras hijas.

Sin embargo, un dia él recibe un mensaje de unos amigos franceses: una hermosa mujer ha muerto y le pide que él se haga cargo de su hijo, el hijo de ambos, el hijo de tu marido.

Tu esposo, Robert, no conocía su existencia. Hacia diez años había tenido que ir por trabajo a Francia y había tenido un ligero accidente. Le atendió una hermosa doctora francesa con la que tuvo un fugaz romance, con largos paseos por la playa y dulces noches, ella se declaró enamorada, tanto que, como quien no dice nada, dijo que si un dia tenía un hijo sería de un hombre que amase, aunque el no pudiese ser suyo... Ella no le pidió nada a cambio, desde el principio asumió que lo suyo era fugaz porque él estaba casado.

Y tu esposo se despidió de ella para siempre, volviendo a tu lado.

Asi que ¡cual será su sorpresa cuando descubra que esa hermosa mujer tuvo un hijo suyo, al que llamó Jean-Claude! Y nunca se lo lo hubiese dicho si la muerte no se hubiese cruzado en su vida y no hubiese tenido que pensar en el futuro de su hijo... ¡Y decide aceptar la responsabilidad del niño!

Asi que a tí te caé la bomba entera de golpe: él tiene un hijo, nacido de otra mujer con la que te engañó hacia ya muchos años y cuya aventura no te había contado jamás. Y te pide que acojais al niño porque él es toda su familia y el niño es huérfano.

Al principio, tu mundo se desmorona, pero tras la crisis conyugal, crees que tienes que ser una mujer fuerte, adulta, madura... Aquello había pasado hace mucho tiempo, él te jura que fué algo esporádico, que siempre te ha sido fiel, y que el niño necesita un hogar, ¿que mejor que vosotros?

Asi que lo aceptas porque crees que es lo que debes hacer para demostrarte a tí misma que eres una mujer madura capaz de perdonar, y Jean-Claude llega desde Francia, un precioso niño rubio que vuestras hijas aceptan con gran ilusión al saber que es su hermano, y además tan especial, tan dulce, que habla francés... para ellas es toda una novedad fabulosa.

Pero tú... tú intentas ser justa y buena con el niño, pero pronto ves como se despierta el orgullo de tu marido hacia su hijo, el varón que tu no le has dado y que en el fondo todos los hombres desean.

El estrecha lazos con ese hijo que no conocía y se siente feliz a su lado, viendo que es un niño maravilloso, se siente orgulloso de él, gozando de mil cosas que hacen padre e hijo, como animarle jugando al fútbol, que el niño hace muy bien... El se enamora de su hijo y llegas a sentir celos por eso, sintiendo, equivocadamente, que minusvalora a vuestras hijas frente a ese niño.



Tu lo intentas, quieres amarle, tampoco puedes odiar al niño en si mismo, porque reconoces que es precioso, pero su presencia te recuerda constantemente aquel engaño tan lejano, el hecho de que sea varón, que temas que llegue a quererle de otra forma a como quiere a vuestras hijas...

Al final tienes que reconocerte a ti misma que no puedes soportar la situación, que tu matrimonio no es viable con ese niño en vuestro hogar, y tu marido te demostrará cuanto te ama, cuanto ama a vuestras hijas, que por no echar a perder vuestro hogar, tiene que renunciar a gozar de la presencia constante del niño a su lado, y lo confia a unos amigos franceses. El se hará cargo de sus gastos, ireis a verle de vacaciones, él irá por vacaciones escolares, porque tus hijas tienen derecho a tener ese hermano, pero Jean-Claude no puede formar parte permanente de vuestro hogar porque eres incapaz de convivir cada dia con el hijo de "la otra".




Pero ¿realmente será ya todo igual entre tu esposo y tu a partir de entonces?

 
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Te llamas Kewedinok y te enamorastes de este rostro palido, llamado Will Chisholm.

El viajaba con su familia al oeste con su familia, sus padres, dos hermanos y tres hermanas. Pero en el camino había perdido a su esposa, habiendo partido hacia el Oeste estando recien casados...


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Tuvistes un gran valor, Kewedinok, al aceptar seguir a ese rostro pálido. No solo tu propia familia y pueblo renegó de tí ¡sino que te tocó convivir con toda su familia, que adoraba a la difunta y que consideraron una traición a la memoria de su esposa que la "sustituyese" tan pronto ¡y encima con una india!

Y no solo en la cama ¡es que él insistió en que quería casarse contigo y asi lo hicisteis, al rito indio porque ningún blanco os queria casar!

Asi que tus primeros tiempos fueron muy duros, apoyada solo por el amor de tu marido, que frenaba a su familia en todas las afrentas que te hacían, hasta que se plantó ante su padre y familia diciéndo que si no te aceptaban tendríais que marcharos. La madre puso el grito en el cielo ante la idea, asi que, poco a poco, con mucha paciencia, empezastes a hacerte querer por las mujeres, pues eras laboriosa, sabías muchas cosas sobre como sobrevivir en los hostiles parajes del Oeste... y encima que la hermanita pequeña muriese a manos de los indios...

Pero poco a poco conseguistes integrarte entre ellos porque les quedó claro que tu querías de verdad a Will y él a tí y acabaron comprendiendo que tenían que aceptarte porque sino él tendría que marcharse del lado de ellos contigo... Y como eran una familia muy unida, pues se hicieron a tí como a tantas otras cosas que les deparaban los nuevos territorios por los que viajaban.

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Asi que, uniendote a ellos en sus penalidades, acabaron aceptándote, pero ¡lo que te costó solo lo sabe Will, que nunca te abandonó y te dió su amor incondicional a cambio de que tu hubieses abandonado a los tuyos por él!​
 
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Tras tantas páginas ¡nos habíamos olvidado de tí, Ginebra!

Reina infiel que enemistastes a tu esposo, el rey Arturo, con su caballero más amado, Lancelot...

Pero nunca quisisteis hacerle daño, los dos amabais a vuestro rey, esposo y amigo, simplemente, sobre el corazón no se manda, y pese a la lucha interna de ambos, terminasteis el uno en brazos del otro...

Hasta que el rey os descubrió. Pudo daros muerte, como le demandaban, se conformó con desterrar a Lancelot y con meterte a tí en un convento.

Pero Arturo ya no volvió a ser el mismo, descuidó Camelot, cayó en los brazos de su hermanastra bruja...

Sin embargo, pese al papel de esa bruja en todo ello, quien ha tenido que cargar durante siglos el papel de ser la causante del final de Camelot tras la muerte de Arturo fuistes tú, la mujer que, como tal, había tentado a Lancelot y roto tu fidelidad de esposa.

Consuelate, Ginebra, siempre nos ha tocado pechar a las mujeres con esas cosas, si es que eso es un consuelo, así de machistas han sido siempre los hombres que hacían las leyendas...




 
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