Nina Flohr nos abre las puertas de su santuario sostenible en Mozambique

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Nina Flohr nos abre las puertas de su santuario sostenible en Mozambique: “Pocas veces he visto un país tan humilde y arraigado en la tradición pero tan innovador y abierto"​

No es fácil llegar, pero quienes han viajado hasta allí aseguran que merece la pena. En un archipiélago de Mozambique se levanta el sueño de Nina Flohr: un hotel de lujo sostenible. Palabras que pocas veces han alcanzado tanto sentido como en el Santuario Kisawa.

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La primera vez que puso un pie en Mozambique lo hizo para quedarse. Entonces, tal y como publicaban varios medios económicos, la mayor parte del país se estaba desarrollando para explotar sus reservas de petróleo y gas. Sin embargo, otros prefirieron creer que el turismo con preocupaciones ambientales podría resultar una buena idea. Fue el caso de Nina Flohr (Saint Moritz, 1987). “Adoro África y tuve la corazonada de que debía hacer algo allí”, declaró en 2015, cuando su resort de lujo sostenible empezaba a ser una realidad.



Flohr, que ya había recorrido varias veces el continente, se percató de que en África “hay una gran cantidad de hermosos safaris, pero poca oferta de escapadas a las islas de Mozambique, donde la biodiversidad marina es tan rica y permanece intacta”, me dice. “Junto con su increíble gente y su vívida cultura, sentí que era el lugar adecuado para levantar el Santuario de Kisawa. Pocas veces he visto un país tan humilde y arraigado en la tradición pero tan innovador y abierto a nuevas ideas", añade la principal responsable de que su centro turístico sea hoy un ejemplo de excelencia y coherencia. Lo explica ella de forma clara y concisa: “Gracias a la simbiosis entre el resort y el Centro de Estudios Científicos e Bazaruto [un instituto de investigación de los océanos que también ha fundado, y cuya sede se ubica justo al lado del hotel] hemos creado un modelo de negocio en el que la hospitalidad con ánimo de lucro contribuye directamente a la investigación marina sin fines económicos”.

Vista exterior del Santuario sostenible Kisawa

Vista exterior del Santuario sostenible, KisawaELSA YOUNG

Estancia exterior del Santuario de Kisawa de la princesa de Dinamarca Nina Flohr.

Estancia exterior del Santuario de Kisawa de la princesa de Dinamarca, Nina Flohr.ELSA YOUNG
La edición estadounidense de Vogue acaba de definir el Santuario de Kisawa como un retiro “tan radical en su lejanía como en su libertad”. La enviada especial de la revista tardó casi una jornada en llegar —la isla de Benguerra en el Archipiélago de Bazaruto, a 14 kilómetros de la costa— desde Nueva York, pero reconoce que “cada hora del viaje vale la pena”. ¿Las razones? La posibilidad de acampar de noche en las dunas o de navegar por el Índico al atardecer en un dhow, una de las embarcaciones a vela típicas de la zona cuya rica gastronomía está muy bien representada gracias a una red de granjeros y pescadores locales. Pero el huésped debe estar también dispuesto para la aventura, ya sea avistar dugongos, prácticar snorkel rodeado de tortugas y rayas o acompañar a los investigadores del BCSS a inspeccionar corales o etiquetar tiburones. “Kisawa es un lugar que hay que visitar para apreciar la belleza del entorno; ya sea la extensión de las playas de arena blanca o la diversidad de su flora y fauna. En concreto, la cantidad —150— de especies de aves únicas”, subraya Flohr.

La princesa de Grecia y Dinamarca Nina Flohr

La princesa de Grecia y Dinamarca, Nina FlohrELSA YOUNG


Nacida en Suiza y educada entre el Reino Unido y Estados Unidos, Flohr está habituada a viajar por todo el mundo desde niña. Su padre, Thomas Flohr, fundó en 2004 la compañía de aviación privada VistaJet, en la que Nina se desempeña como directora creativa. A bordo de sus aviones, y en lugar del catering del aeropuerto, sirven los menús de los mejores restaurantes del mundo, como Nobu o Cecconi’s. También brindan el mejor descanso. Entre sus comodidades figuran la ropa de cama hecha a mano en Italia o la cosmética orgánica. “Tan orgánica que podrías comértela”, bromea. En Kisawa ha tenido la oportunidad de desarrollar su filosofía. El complejo ha sido proyectado por su estudio de interiorismo, NJF Design, que se inspiró en las olas del Índico y las dunas que rodean la propiedad, de 300 hectáreas, para su construcción, la cual encargó a artesanos y trabajadores locales que utilizaron materiales autóctonos. En concreto, agua del mar y arena. Para decorar las estancias, Flohr usó vasijas de barro de la tribu nupe en Nigeria, sillas talladas por los makondes en Tanzania, obras de arte de Senegal y Ghana... “Los científicos de BCSS han estado implicados tanto en las elecciones iniciales de construcción y diseño, respetuosas con el ambiente, como con el programa de actividades marinas, que deben resultar relevantes en términos ambientales, pero también memorables para los huéspedes”, explica.


Hace un año Nina Flohr copó titulares por su boda con el príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca, primo hermano de Felipe VI. Chanel le confeccionó varios vestidos de alta costura para la ocasión. Parece que ha heredado la pasión por la moda de su madre, Katharina, directora creativa de Fabergé y exdirectora de Moda de las ediciones rusa y griega de Vogue, pero en Kisawa prefiere su uniforme. “Levi’s 501 vintage, joyas africanas, sombreros panamá y Converse o botas de montar para protegerme de los mosquitos y la malaria. Y nada de blanco, las mujeres locales no lo usan”, confesó en 2015 a la revista W. La prueba definitiva de que, en Kisawa, la princesa ha encontrado su Santuario.

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