Muere el periodista Jesús Quintero

esús Quintero… y el loco bajó de la colina

Siento la ridícula extrañeza de estar escribiendo sobre un hombre que fue mi pareja hace más de veinticinco años, el padre de mi hija Lola. Pero el pasado acaba encontrando un lugar pacífico donde alojarse, como estos campos de fresas.

Por Joana Bonet
7 de agosto de 2021



El coche deja atrás la gasolinera Platero, y avistamos un bosque de eucaliptos y palmeras que escupe la humedad. Las siluetas de los pescadores se borran en el atardecer. Estamos cerca de la frontera con Portugal -tres mil horas de sol al año, 120 kilómetros de playa- en dirección a un pinar donde vive Jesús Quintero. Escribo su nombre en la hoja que mandaré a la redacción y por un instante emigro al otro lado del texto. Siento la ridícula extrañeza de estar escribiendo sobre un hombre que fue mi pareja hace más de 25 años, el padre de mi hija Lola. Pero el pasado acaba encontrando un lugar pacífico donde alojarse, como estos campos de fresas.

El loco de la Colina no concede entrevistas. Alguna por escrito. Me la entrega nada más verme, unos folios encabezados por una frase de Oriana Fallaci: “Cada vez que uno es entrevistado, vende su alma”. Su solemnidad forma parte del mito. Igual que los silencios. El humo del cigarro que no fuma desde hace 20 años. Los rizos ondulados. La sombra de Freud y la del Beni de Cádiz. Los gitanos le atribuyen un cuarterón y los argentinos le pidieron que pasara de extranjis, por si acaso, la cinta de los juicios de Videla que hoy conserva en sus archivos.

Lleva un foulard de colores de Etro –tiene centenares, según él significan protección- y deportivas. Mirada torva, mirada risueña, paso despacioso –hay que moverse poco cuando hace calor– y una melancolía heredada de Al-Mutamid, el último rey mozárabe que escribía versos en su cautiverio. Le recuerdo que he ido a visitarlo para hacerle un reportaje para Vanity Fair. Demasiado tiempo apareciendo como un fantasma en los programas del corazón o en El País, que publicaba el pasado verano una nota titulada “Éxito y caída de Jesús Quintero” donde no aparecía ni una sola declaración suya.

Deudas. Ruina. Enfermedad. Abandono. El corazón herido. Incluso alguien dijo que lo vieron rebuscando en la basura. Tras una larguísima carrera como creador de un mundo y un estilo propios en la comunicación, hace cinco años abandonó los platós, coincidiendo con la quiebra de su último proyecto empresarial, el Teatro Quintero. Ha traído percheros con chalecos y camisas variadas para posar frente a la cámara de Sofía Moro. No ha perdido la intensidad al observar, forzando la retina, como una manera de penetrar la mirada del otro.


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Quintero, aunque sea por tus hijas ¿por qué no has desmentido tanta decadencia?

Porque no soy vengativo, además lo que escriben sobre mí, lo olvido. ¿Tantas cosas se ha dicho?. A mí me gusta el misterio. Siempre estaré cerca de los poetas abuhardillados, no me importa lo que digan. Ahora medito sobre un verso de Juan Ramón: “La luz con el tiempo dentro”. (“Me dijo Raúl del Pozo que hay uno que está estudiando eso.) Voy muy a menudo a ver el atardecer a Moguer, porque Juan Ramón decía que la torre se ponía color malva. Hasta que un día lo vi. Ese es el punto. Cuando era joven, pregunté en casa si podíamos ser familia del poeta. “En todo caso, tú has salido más a Platero” me dijo mi madre.


Quintero regresó hace cuatro años a su pueblo, San Juan del Puerto, y empezó a crear su Centro Cultural. Allí han ido a parar todos sus archivos: 40 años de preguntas y respuestas con los líderes de la política, la cultura, los perros verdes, los ratones “coloraos”. El pasado mes de agosto se casó con María, colaboradora durante diez años. Coincidía con su 80 cumpleaños, aunque él considera una grosería hablar de la edad. Incluso a mí me hizo creer que tuvieron problemas en el registro cuando nació. “Pero ¿cómo te ha sentado cumplir 80?, insisto. “Bah, di que me echo años.”

En la puerta del salón de la casa con patio, jardín salvaje, gatos y un perro, Gala ( a menudo le llama Calma, su amado Golden, el perro verde) cuelga una fotocopia con una imagen suya y un aviso que le dejó María cuando se fue de viaje: “Quintero, apaga la estufa”. Es despistado, se ausenta en sus cábalas, escurridizo. Lo disimula con su manera de reír con todo el cuerpo. Tiene buena memoria. Esquivó un grave infarto, gracias a Valentín Fuster que le puso un stent en 1996 en el Mount Sinai Hospital. La gata acaba de parir en una casita de cartón entre percheros de ropa de marca –y ahora también de Zara. En las mesas del salón se desparraman carpetas de colores con preguntas por temas y letras mayúsculas. Y todos los libros editados sobre la entrevista. Quintero escucha la radio. La Ser. A Angels Barceló. Le gustan Iñaki Gabilondo, Javier del Pino, y las entrevistas de Valdano. “Gente sólida que conecta con los monstruos del mundo”, dice.


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Quintero junto a Rafael Alberti y Paco Rabal en 1989 tras el rodaje de 'Qué sabe nadie'
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En 2007, junto a Luis Eduardo Aute en 'El vagamundo'



-¿A dónde te llevó la vida?

La vida me ha llevado a saber que sin comida para todos no es posible la paz. Durante 50 años me ha llevado de San Juan del Puerto, Huelva, Sevilla, Madrid, Barcelona, a Buenos Aires, Nueva York, Miami y Los Ángeles para hacer un Loco en América para toda la comunidad latinoamericana, a través de Direct TV. La vida me ha llevado a la colina, a recorrer España en una roulotte llena de libros de viaje y sartenes. Y me ha llevado a Reyes, Presidentes, a estrellas del deporte, a manicomios, conventos, prostíbulos y a 40 cárceles a entrevistar a 80 presos de España y América . La vida me llevó a hacer la mili, en la aviación, en Sevilla, una ciudad a la medida del hombre, capital de una tierra que siempre ha convertido en conquistados a todos sus conquistadores, y ha ganado con el amor todas las guerras perdidas con armas. Sevilla, entre otras muchas cosas, es la única ciudad del mundo que se perfuma para salir, que huele a naranjos y limoneros. A primavera.

-¿Por qué nunca has dejado de ser El Loco de la Colina?

Porque no tengo un sentido práctico de la vida. Porque sé bien quién es el enemigo y cuál es la guerra. Porque creo que la distancia más corta entre dos puntos no es la coma sino la cama. Porque creo que el fondo de los mares es para el coral y no para los submarinos nucleares. Me cansé de ser un locutor loro y ahí nació El Loco de la Colina. Soy un desastre para la venganza, no es que perdone, es que olvido las ofensas.

-¿Qué loco te impresionó más?

En el manicomio de Sevilla, primer manicomio de España, y que le llamaban Hospital de Inocentes, un loco me dijo: quiero sentarme en esa silla y no salir de aquí hasta que no me entere quién soy. El loco pierde todo menos la razón.


Todo empezó con el flamenco, cuya marca internacional nace en Granada, con el Festival de cante jondo organizado en 1922 por Lorca y Manuel de Falla. El joven Quintero, idealista y trovador, empezó a comentar música en Radio Popular de Huelva, y luego en radio Nacional de Sevilla. Entrevistaba a los grandes, desde Borges: “siéntate muchacho”, le dijo en el hotel Alfonso XIII, hasta Antonio de Mairena. “Hacía tres discos en un día, uno detrás de otro, era puro, era verdad, de dentro para fuera”.


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Se empapó del Romancero gitano: “es de las grandes obras que se han escrito en la historia de la literatura. Lorca es Virgilio”. Y colaboró con los locutores norteamericanos de Radio Washington en las bases americanas de San Pablopresentando las listas de Billboard. Hasta que un día Paco de Lucía le confesó: “todo el mundo dice que soy muy bueno, pero yo estoy tieso, a ver cómo arreglamos esto”. Y Quintero se convierte en su manager. “Entre dos aguas” --una rumba densa que hiela y quema por su belleza-- había surgido de una improvisación del guitarrista, que minutos antes de grabar alargó el tema con los acordes de Felipe Campuzano, con el que habían arrasado Las Grecas: “Te estoy amando locamente”. Un trasteo, una casual jam sesión. Pero el disco, Fuente y caudal (1973) apenas había vendido 300 copias. Quintero, entonces trabajaba para la agencia Euroconciertos y subcontrataba el teatro Monumental y el Alcalá para llevar el flamenco a Madrid: Camarón, la Paquera de Jerez, Fernanda y Bernarda de Utrera, Lole y Manuel…….Y convenció a Mariano de Zúñiga, director de la discrográfica Philips, de que Paco era mejor que Jimmy Hendrix . El disco se reeditó y Paco culminó su gira en febrero de 1975 en el Teatro Real de Madrid, sin que Entre dos aguas fuera descatalogada. “Tiene el record con Von Karajan del mayor aplauso del Teatro Real.”

El loco de la Colina pronuncia “Von Karajan “en alemán hiperbólico. Su dicción es impecable. Lo curtieron en el castellano con los diarios hablados de RNE, una vez ganadas las oposiciones. Recuerda parte del examen: “Cite usted a veinte músicos clásicos, a diez poetas, improvise: todavía me sé muchos monólogos de Shakespeare, de Hamlet, del Mercader de Venecia…. “Leía en voz alta en el corral de mi pueblo”.


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En 1988, entrevistando a Lola Flores en 'El perro verde'.


-¿Por qué te fuiste de San Juan del Puerto?

Porque el hombre blanco instaló una fábrica de celulosa en mi pueblo, con su olor y humo insoportable. El hombre blanco tiene mucha guasa.


En los años 70 se cansó de hacer de locutor durante la dictadura, se compró una rulotte y viajaba para grabar un programa piloto. Hoy su español fluye en andaluz, “un día me di cuenta que querían robarme el acento. “Me motivaba crear un mundo. Como Fellini, Almodóvar, Valdano…”. El director de RNE dijo que aquel programa conducía al su***dio. Él decía: “para quien hablo, a quien me escucha, siento que mi cabeza funciona como un fórmula 1 por un acantilado…” Se cuenta que el general Manuel Gutiérrez Mellado llamó al director de la emisora y le preguntó: ¿quién es ese muchacho que habla por la noche? ¿Por qué lo has quitado? A partir de entonces todo fueron puertas abiertas. Un día sonaba The fool of de hill. Y decidió que aquel era el nombre del programa: “yo soy un loco de la colina”, dijo, y así quedó el título, en lugar del que pedía la emisora y Quintero detestaba: “Para mayores sin reparos.”

-¿Y entonces tuviste libertad para hacer lo que quisieras?

Abderramán dijo que, en toda su vida, solo tuvo diez días felices. Yo creo que hacer el Loco de la Colina me dio al menos veinte de plenitud. En esos días hizo el amor en el estudio, les hablaba a los suicidas con cantos a la vida…: “monté uno sin guion, era un clamor sobre el vacío. Decía: “Y te pido a ti, a los poetas abuhardillados, a los músicos, que vengáis…”·Y hasta fue mi madre. Ahí sentí que era el Loco de verdad.”


El personaje crece. Llega a televisión. Se rodea de un equipo de colaboradores estrella: Hugo Stuven, Jesús Bola, Raúl de Pozo. Empieza a ganar premios: Ondas, Premio de Periodismo Rey de España, más de 80. Todos sus programas, desde el título, enfatizan su condición de bicho raro. Salta el charco. Tiene amores latinos: Soledad Bravo, Aidé Benítez. Se manifiesta con las madres de mayo y entrevista a montoneros y ex guerrilleras. Emiten sus programas en Canal 7 , Telemundo Internacional y en Televisión de Uruguay.

Pero la fama salta tras el caso de Rafi Escobedo(marido de Miriam Urquijo y condenado a 53 años de cárcel por el asesinato de sus suegros) Le dice: “quiero hablar en tu programa, comunicar que si en el plazo de cinco días después de la emisión no me conceden lo que me corresponde, voy a suicidarme. Paso horas mirando la reja de mi celda y repitiéndome: cuélgate, termina de una vez con todo esto. Días después, el 27 de julio de 1988, aparecía ahorcado en su celda del Penal del Dueso. “Me quité de en medio”, recuerda Quintero. “Siempre he pensado que un periodista no tiene que verse envuelto en un escándalo. Me fui a casa de mi compadre, Paco Cervantes, y estando en la playa, uno me dijo: estarás contento que se ha matado Rafi. Ahí empezó la telebasura”

En 1987 recibe la Medalla de Andalucía –junto a su amiga Rocío Jurado: “cuando estaba con la depre vino a verme y me dijo: aquí me quedo, hasta que te pongas bueno. O no es eso la amistad?” Y a los diez días le cierran la emisora, Radio América. No le importan los nombres, quiénes, ni por qué. Curtido en el diván, cuenta que lloró en el entierro de su psicoanalista Castrillón más que en el de su padre. Encadenó varias depresiones.


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En 2006, junto con Felipe González, a quien entrevistó en tres ocasiones.


“Tuve que tomar litio para entrevistar a Alfonso Guerra en la Moncloa, estaba en el suelo, con una gran depresión, y no quería anular la entrevista. Él no lo supo. En la vida hay que ser un gran simulador, los parlamentarios lo son”. A mitad de los 90 puso en marcha otro sueño, el Montpensier –restaurante con paraguas y sala de conciertos en el parque de María Luisa-. En 1992 tuvo a su primera hija, Andrea, fruto de su relación con Ángeles Urrutia –una joven catalana que fue a estudiar a Sevilla, y trabajó en su productora- Volvió a arruinarse. Idealista y moroso, vivía rodeado de jaulas antiguas y vacías en su azotea de Placentines, a tocar mano de la Giralda. Ya había triunfado en televisión con aquel “El perro verde” a “Que sabe nadie”, “13 noches” –con Antonio Gala- “La boca del lobo”. Mezclaba con un ritmo casi hipnótico entrevistas que intentaban tocar el alma, con música en directo, y le interesaba Felipe González o Aznar, Bardem y Tom Jones, el Comadante Marcos, Vargas Losa y el cura Diamantino –que ayudaba a los agricultores frente a los patronos- Cuerda de Presos, en 1996, lo marcó. Hubo presos que se le plantaron, que sangraron al golpearse el puño de la mano contra la mesa.

Quintero recuerda al preso que mató a su esposa porque le llamó cabrón. “Al terminar la entrevista fui a su celda y me dijo: 'Ninguno de mis cuatros hijos viene a verme y yo daría mi vida por rozar un pelo de alguno de ellos. Pero también matizó: ella no solo me decía cabrón, también me decía a ver si vas a pasar a otra habitación con los cuernos...”


-En 2006, un infarto casi te mata. ¿Qué recuerdo tienes de Valentín Fuster?

Al doctor Fuster le estaba contando que venía de pasar una temporada en el duro mundo de la cárcel, dónde había entrevistado a más de 100 presos en 40 centros penitenciarios, cuando de pronto me miró como si hubiese descubierto la causa de mi dolencia. Me visitaba antes de que amaneciera, venía de hacer yoga. Es un sabio.

-¿Has conocido algún político honesto?

Julio Anguita
, y algunos más. A Julio le miré hasta las cuentas del banco y no tenía ni un duro.

-¿Como tú?

El dinero siempre me ha quemado las manos. El gran error de mi vida es que invertí mucho en Radio América, Montpensier y Teatro Quintero, y que después de gastarme trescientos o cuatrocientos millones de antiguas pesetas, ha pasado a otros.

-¿Y por qué te metías en esos sueños faraónicos?

Por emprender y crear, por mi tierra. Perder dinero no ha sido una tragedia, voy pagando las deudas poco a poco. Los bancos se han portado bien.



Superó el infarto. Un 23 de agosto de 1998 nació Lola, en Barcelona. Él se encontraba en Buenos Aires, llegó al día siguiente. Cinco años después de conocernos, nos separamos: empaqueté cuatro abrigos largos y se los mandé por Seur a Sevilla.


-¿Cuántos amores has tenido?

Ya ni me acuerdo. Pero claro que ha habido amores importantes. Me acuerdo de ti. (risas) Porque vivimos juntos, viajamos por todo el mundo. Yo grababa Cuerda de Presos, y en dos días pasaba de la cárcel a las pasarelas de París, que me fascinó. ¡Y John Galliano! Era de una belleza extraordinaria todo aquello, incluso me presentaste a Schiffer. Nos unía la profesión. Nos gustaba lo bueno, y los catalanes sois muy cosmopolitas. Vivimos episodios muy divertidos como cuenta el propio Pedro J. en su libro, un fin de año en Byblos donde coincidimos con Agatha y con él, y con Juan Luís Cebrián y su mujer. Y, fierísimos adversarios, se vieron obligados a brindar tras las 12 campanadas!



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-¿Cuáles son tus pasiones?

Mis tres grandes pasiones son la radio, la noche y mis hijas Lola y Andrea. Andrea es periodista, además escribe con mucho arte, y Lola estudió Políticas y Sociología en Inglaterra, y es culta e inteligente. Pero fui un padre imperfecto. En la colina estuve a punto de volverme loco de verdad. Sí, las dos charnegas: andaluzas y catalanas de sangre. Siempre me ha gustado Catalunya.

-No negarás que has sido muy machista.

Lo bueno es darse cuenta de eso, una vez tomas conciencia ya no puedes ser machista. Además, mis dos hijas son feministas. Las mujeres han representado mucho para mí, habría que hacerles un trono que llegara al cielo. Yo no podría vivir sin una compañera.



En 2007, una emisión del programa Las noches de Quintero fue censurada. “Televisión Española ha decidido no emitir la mayor parte de la entrevista realizada por Jesús Quintero al periodista José María García que se iba a incluir hoy en el espacio La Noche de Quintero”, anunció. Pero, curiosamente, a las 24 horas se emitía en abierto en el canal El Mundo TV. “García se metía duramente con Florentino. Le pregunté sobre la alta traición, y dijo algo tremendo. Al día siguiente, vi al director general de TVE Luis Fernández al lado de Florentino en un partido, en el palco del Bernabeu. Y me llama Raúl del Pozo para decirme [Pone voz de cómico]: 'Estás liquidado'. Fue el primer fundido en negro de la democracia”.

“Yo le preguntaba a García si alguien había pagado dinero para quitarlo de en medio y me decía que sí. La cadena justificó la censura por los insultos. Se rompió el contrato. Había grabado cincuenta millones de pesetas y me los tuve que comer. Hay momentos que hay que dar la cara, ser independiente de verdad”.


-¿Un periodista ejerce de psicoanalista, confesor, detective…?

Rosa Montero
, escritora y la mejor entrevistadora que conozco, dijo en su libro El arte de la entrevista que en su entrevista con Fraga fue inevitable el enfrentamiento, pero que no todas tienen que ser así... Algunos periodistas se sienten más seguros en la esgrima y otros en la complicidad. Yo he cultivado ambas vías, pero prefiero la segunda. Después de 20 años de psicoanálisis he llegado a la conclusión de que la entrevista es conducir al otro gentilmente a lo que es. El estilo Quintero es una manera de preguntar y de sugerir para que el otro me complete mentalmente. Lo que más temo es a los tontos simpáticos.

-¿Por qué no has sido más agresivo o mordaz?

No me gusta convertir el micrófono en una picana y no me gusta la tensión del interrogatorio policial. Quiero hacer un retrato verdadero del personaje. La entrevista es un espectáculo para pensar. Hay mucha gente sobrevalorada, superficial, y de eso te das cuenta cuando has entrevistado a Borges, Tierno Galván, Saramago, Aramburu… Con la luz de la cámara y el micrófono detectas fácilmente a quienes no sienten lo que expresan.

-Y el mito del silencio, ¿acabó siendo pose?

Una vez le pregunté por la derrota al General Líster, y después de un largo silencio, me dijo: “Señor Quintero hay victorias pírricas y derrotas grandes”. Nuestro silencio es heredero de los árabes que estuvieron aquí casi 800 años. La traición es un grito, la entrega un silencio. Yo paso muchas horas ‘callao’.



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Jesús Quintero junto a Julio Iglesias en 1988, en El perro verde.


Como el Rey Sol, lo describía su compañero fiel durante años, Javier Salvago . “No era el mejor jefe, pero era un genio”, han dicho algunos antiguos colaboradores. Nunca hizo publicidad: “Umberto Eco decía que la televisión es lo que ocurre entre publicidad y publicidad”. En sus últimos programas sacó de la calle a la pillería ingeniosa, los Risitas y los Cuñaos. Algunos le acusaron de aprovecharse de ellos. “Yo me rio con el entrevistado. El que crea que yo me río de ellos no se queda con la copla, no sabe que aquí el aje y la gracia están muy unidos, el Risitas tenía una fuerza tremenda, y aplastaba a todos con su risa, era como un niño. No me considero superior a nadie que entreviste… Hasta Tom Cruise y el rey dijeron: 'cuñaooo'.”

Algunos de sus monólogos sobre la desinformación, se han hecho virales, igual que sus entrevistas. Desde su Centro Cultural, quiere digitalizar sus programas y validar sus derechos. En 2017 se encontró su voz en unas escuchas del caso Ausbanc. Hablaba de embargos y ruina. “Nos alquilaba el teatro para hacer un espectáculo, yo hablaba con él para reclamar un pago, hacia unas conferencias en Madrid donde todo el mundo fumaba puros… Fueron a por mí.”

Quintero asegura que la televisión se ha convertido en un grifo abierto, “en una corriente de sangre, muerte, destrucción, goles, rumores, graciosos sin gracia, consignas y bufones millonarios. Me duele ver la televisión en manos de gente sin escrúpulos”. Y no tiene reparos en decir que nunca se alcanzaron niveles más bajos de calidad, originalidad, sentido crítico, profesionalidad, rigor, talento. “Hay que cambiar desde ambos lados de la pantalla, luchando desde dentro por hacer una televisión de calidad y desde fuera rechazando lo malo. Los medios de comunicación y en especial la televisión pueden cambiar un país y su sociedad, y la prueba es que lo han cambiado, pero a peor”. También dice que ha reflexionado mucho en volver a los medios, pero prefiere escribir y organizar su legado. “No me considero periodistaa, si no un actor que se interpreta a sí mismo. Un comunicador sí, la comunicación es mi vida, mi compromiso.


-¿Qué te escandaliza?

Los predicadores del rencor que se disfrazan de patriotas, las miradas invasivas, la mala leche, las etiquetas, los despertadores, el poder, el dinero, los visionarios que venden esperanza.

-¿La fama aburre?

Una vez me dijo Antonio Banderas que la fama es un rumor a 10 metros.

-Los sueños, si algún día se alcanzan, ¿decepcionan?

Mi amor está donde está ella.

-¿Cuándo se va la juventud?

El día que comenzamos a comprender y a disculpar el sistema. El día que nos levantamos dispuestos a vendernos al mejor postor y al mejor impostor. Perdemos la juventud el día que admitimos que todo y todos tenemos un precio, y aceptamos que esto es así y que no se puede hacer nada para cambiarlo.

-¿Has encontrado el amor en la madurez?

Sí, en la reflexión. Hoy, me gustaría primero pedir perdón a las mujeres de mi vida y luego entrevistarlas.

-¿Te ha costado mucho casarte?

Me dije: esto va por aquí, y a la edad que tengo no me la puedo jugar. María es una compañera de verdad, muy dulce, es pedagoga, una persona inteligente, se da cuenta de todo, es sincera, crítica.



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Jesús Quintero posando con Julio Anguita en el año 2000


-Me hablas de tu legado, ¿piensas en la muerte?

Totalmente. No le tengo miedo. Creo que la muerte está bien pensada, porque si viviéramos sine die, lo dejaríamos todo para el siglo que viene. El paso del tiempo nos sitúa.

-Una despedida al estilo del Loco

Paciencia hermano, hermana, todo esto pasará. Los Estados Unidos pasarán como pasaron otros imperios, caerán como cayeron Persia, Roma o Cartago. Pasarán los ejércitos, las guerras y las fronteras. Pasarán las crisis, todas las crisis. No hay tragedia que dure eternamente, ni fiesta que no acabe. Hermano, todo esto pasará… Aunque ni tú, ni nadie pueda tal vez contarlo.



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Curioso que un periodista con una trayectoria tan larga y abultada como la suya, pase a la historia para muchos por los gags de "el risitas"
 
Para quien no lo sepa, este señor fue él que hizo "comercial" la música de Paco de Lucia, se le puede acreditar que ayudo un poquito al flamenco moderno hacer lo que es hoy en día, se empeñó en qué "entre 2 aguas" si era algo que podía sonar en la radio y que Paco ( el cual se negaba) podía ser famoso como julio Iglesias y así lo hizo...
 
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