Miguel Poveda

Miguel Poveda y su intervenciòn en el cine

Miguel Poveda: "Da rabia que digan que para ser buen cantaor debes ser del Sur, golfo o gitano"
El joven cantante de Badalona debuta en el cine en el último filme de Bigas Luna



Josep Palou
Barcelona 17 ABR 1994

Sorprende ver al cantaor Miguel Poveda vestirse de casteller y subir por la espalda de un compañero para construir una torre humana. Como sorprende escucharlo, con esa cara de buen chico y de muy joven, ele vando conclusiones contundentes. Poveda se alzó hace apenas ocho meses con un triunfo rotundo en el Concurso Nacional de Cante de las Minas, que le ha valido actuar en Madrid y -actividad que le ocupa estas últimas semanas- rodar la película de Bigas Luna La teta y la luna, pero también someterse a las primeras críticas: demasiado joven y limpio.

Poveda responde:"Parece que para ser un buen cantaor o tienes que ser del Sur, o golfo, o gitano. Son esas cosas las que te dan rabia".

Y Poveda es catalán, nacido de padres payos andaluces en Badalona, un martes 13 de febrero de 1973. Y es guapo, con cara sana, de no haberse emborrachado nunca: "Si salgo puedo beber un poco, champaña o algo, pero no he llegado nunca borracho a casa". En estos meses Poveda, por ejemplo, ha subido al escenario con gente que admira: Fosfórito, Carmen Linares, Enrique de Melchor, y ha sentido "al principio miedo", pero luego le gustó, "como lo de subir a la torre humana", y ha descubierto lo que menos le gusta del mundo del flamenco: "Hay mucha droga".Menciona la droga y empieza a hablar de esa forma que uno usa cuando hace tiempo que tiene ganas de decir algo: "Eso es lo que da rabia. A otros cantaores les hace falta para cantar, y yo podría criticar eso, como algunos critican que yo no viva de una forma determinada. Yo puedo decir muy alto que no necesito tomar droga para subirme a un escenario". A Poveda le cuesta entender que alguien se drogue hoy: "En estos momentos está ya muy claro, se ve en televisión, lo que la droga hace".


"Sé que soy joven"
"Yo sé que soy joven y que tengo mucho que aprender, y también que he tenido días malos, y acepto las críticas que se me hacen esos días", dice. Las que no acepta son "las de críticos que no saben de flamenco", y poco después pregunta, preocupado: "Con todo esto que estoy diciendo quedaré como un estúpido, ¿verdad?"."¿Sabes quién es mi dolo de la copla?, Isabel Pantoja", ataca el cantaor. La entrevista se hace entre repetición y repetición de secuencias, y a Poveda no le queda rastro de amargura por las quejas. De hecho, sus protestas tampoco fueron formuladas con amargura: "Es que ahora tenía ganas de decirlo", y se justifica: "Soy un poco rebeldillo".
Lo de la Pantoja -"mi ídolo es la Niña de los Peines y me atrevería a decir que la mejor cantaora que hay hoy es Maite Martín", agrega- se explica por la afición a la copla de su madre. Su padre prefería Pink Floyd, "pero ahora sólo escucha flamenco, y sobre todo a Camarón". Camarón. ¿Detesta Poveda que se diga que es el nuevo Camarón? El joven es expresivo, asiente, mueve la cabeza de arriba abajo mientras sonríe: "Camarón sólo había uno. Yo no puedo ser Camarón, yo quiero ser Miguel Poveda".
Pero Camarón le gusta. ¿Nunca sintió la tentación de pensar, antes de triunfar, que si quería llegar a algún sitio debía vivir como sus ídolos, experimentar el mundo de las drogas? Ni una duda. Poveda contesta: "Me da igual. Ante todo está mi vida y mi salud. Y si para llegar a algo debo ser un golfo, prefiero dejarlo". Se le pregunta qué haría entonces: "No sé, administrativo".
Es esta última una declaración para poner en cuarentena. Porque, la verdad, da la sensación de que a Poveda lo único que le interesa es el flamenco. No sabe quién fue Kurt Cobain, el líder de Nirvana, que conmovió con su su***dio a los jóvenes de la edad de Poveda, y sus referencias de música moderna no son, precisamente, de rabiosa actualidad: Alan Parsons, Mike Oldfleld. "¿Grupos más modernos? Es que hay algunos que tienen tela". Tampoco el cine le mata: "Esto ha sido un paréntesis".
De hecho, una, de las razones por las que aceptó participar en La teta y la luna, donde hace de adolescente muerto de amor por la bella actriz francesa Mathilda May, es porque canta. "Es una forma de difundir el flamenco", asegura. El chico canta en el filme una dolorosa canción de amanecer enamorado -"pero no es flamenco"-, es casteller en las torres humanas y sobre todo -y eso es lo que le gusta- canta un martinete. ¿Qué es un martinete? "Es un cante que se canta a palo seco, sin guitarra ni nada, y que cantaban los fragüeros", contesta, disculpando la ignorancia: "Mejor, así se difunde el flarnenco".

Lo que más le gusta, el flamenco. Aunque, después de mucho preguntar, recuerda algo: "Sí que hay algo que me gusta mucho. Y es el verano, me encanta ir a la playa y ponerme muy moreno.".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de abril de 1994



 
Miguel Poveda: crecer en la diversidad

Crecer en el barrio es crecer en la convivencia y el respeto a la diversidad, por eso el Proyecto ICI de la Obra Social ”la Caixa” apuesta por una infancia y una juventud que tome su diversidad como una bandera




Yo he crecido en la diversidad absoluta. De niño recuerdo las voces de las mujeres saliendo de las ventanas y los balcones de las casas, esas mujeres que cantaban. Era maravilloso, porque esa Badalona era también una pequeña Andalucía dentro de un barrio de gente humilde y trabajadora, donde había escasez, pero donde también se respiraba musicalidad y alegría.


Para empezar, mi padre, un hombre murciano, me ponía discos de Pink Floyd, The Beatles o de Alan Parsons, y mi madre, que es manchega, de Bambino, María Jiménez o Manolo Caracol. Mis vecinos eran extremeños, gallegos, andaluces… Y cuando empecé a vivir en Barcelona mis amigos eran de todas partes del mundo. Ya con el tiempo, con los viajes y los músicos con los que he trabajado y convivido, he tomado conciencia de que la diversidad me enriquece, de que me hace crecer, aprender y formarme como ser humano. Estoy impregnado de tantas cosas distintas, de tanta mezcolanza, que siento que eso ha sido la base fundamental para formarme como la persona que hoy día soy.

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(Jesús Cordero y Rubén Martín)


La diversidad te enriquece y te hace crecer, aprender y formarte como ser humano
Miguel Poveda

Empecé a cantar con 15 años. El flamenco me permitía despertar y escucharme en voz alta; me permitía expresar las cosas que, por timidez o por la edad, no era capaz de decir en una conversación. A esa edad experimentaba sentimientos muy fuertes que gracias a la música podía sacar fuera y escucharme por dentro, a través de los cantaores y del cante. ¡Cómo no va a ser importante la música en la formación de los niños! Si es que a mi niño, que ahora tiene dos años y medio, que empieza a balbucear y a cantar, la música le genera un estado de felicidad y una emoción como de euforia que es maravillosa.


Si me pongo a pensar, tanto a los niños como a los grandes la música también les hace entender el sentido de la palabra compartir . Este sentimiento, junto a otros valores básicos para la convivencia, es precisamente el que se pretende infundir a los jóvenes del barrio sevillano del Polígono Sur en los talleres de flamenco de la Fundación Atenea, impulsados por la Obra Social ”la Caixa” junto con el Ayuntamiento de Sevilla y el Comisionado del Polígono Sur. Dentro del Proyecto ICI, el objetivo de los talleres es fomentar la cohesión social y el diálogo intercultural. Y la labor de las entidades es vital para que los jóvenes puedan enriquecerse de la diversidad de su entorno. Cuando yo estoy con mis músicos, por ejemplo, me da igual de dónde sean, me da igual su ideología. Lo que importa es cuando nos miramos en el escenario, cuando sonreímos a la vez en ese momento en que ha surgido algo mágico, algo bello. La música nos ayuda a dialogar. La diferencia hace al mundo atractivo. Pero es fundamental el respeto mutuo para hacer posible la convivencia y el desarrollo de este planeta.

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(Jesús Cordero y Rubén Martín)


La música nos ayuda a dialogar
Miguel Poveda

En el caso de los niños que tienen situaciones complicadas en casa, la música les hace soñar, y quizá alivia también a los padres, que pueden ver cómo su hija o su hijo está feliz fuera de los problemas familiares. La música siempre es curativa, en todos los aspectos, es terapéutica. Así lo he sentido yo toda la vida. La música ha sido mi mejor psicólogo. Poder cantar, poder sacar fuera tus sentimientos a través del cante y respirar belleza alrededor es algo que cura, que sana y que enriquece tu parte espiritual.


En el fondo, la música-fusión es un diálogo de muchas culturas, y yo he intentado dialogar con las culturas que he tenido cerca: ya sea la argentina (el tango) o la catalana, y también a través de los poetas de mi tierra, con la música clásica, con el jazz, etc. Los artistas a veces nos olvidamos de nuestra capacidad de traspasar fronteras. La música puede cambiar el mundo. Y cada vez hay más artistas comprometidos socialmente. Un artista con millones de seguidores no solo tiene el poder en su voz, sino también en su palabra. Y, si lucha por la justicia y los derechos humanos, puede tener mucho.

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(Jesús Cordero y Rubén Martín)

Conoce todas las historias de Alma, la red social social, en este enlace. Alma es una nueva manera de hablar de lo social. Con actitud y optimismo. Desde la diversidad. Y a partir de las iniciativas de la Obra Social ”la Caixa”. ALMA quiere ser un punto de encuentro de las infinitas realidades sociales de nuestro mundo.

 
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