Los Romanov

Bueno seguimos con Rasputin, aquí se aclara quien les presentó a los zares.

Una cicatriz cruza su frente, su nariz es grande y sus ojos realmente son profundos y penetrantes, muy pocos escapan a su mirada hipnótica.


En sus viajes ha obtenido renombre y recomendaciones que le serán muy útiles, como por ejemplo, la recomendación del obispo de Kazán que le abre las puertas de la academia de Teología, allí todos quedan maravillados con la fe ferviente del campesino. Ven a Rasputín como alguien capaz de transmitir la fe y hacerla llegar al pueblo de San Petersburgo. El campesino habla de forma iletrada y tosca, lo que le hace aún más creíble, dicen que por su boca habla el alma de Rusia.

El inspector de la academia teológica, llamado Teofán está encantado y decide presentarle al padre Iván Krondsadr, una eminencia con fama de santo, éste ofrece a Rasputín ir a vivir con él, un alojamiento acomodado, comida y le aconseja que se haga sacerdote ya que le abrirán todas las puertas. Grígori acepta todo menos lo último, él sabe perfectamente que no es capaz de memorizar y explicar los evangelios, otro asunto que quiere evitar es el de la castidad, está demasiado bien en su situación actual, con todo a su alcance.

De esa forma, Rasputín es llevado por su anfitrión, Teofán, y acompañado por otros dos sacerdotes llamados Hermógenes e Iliodor, a casa de un primo del Zar. Todos le reciben con una mezcla de asombro y entusiasmo.

Los asistentes se sientan rodeando a Grígori, este llega a abrumarse por tanta atención de gente de tan alta cuna, sabe que tiene que destacar entre otros religiosos, su vestimenta de por sí, marca diferencia, pero son sus actos lo que realmente le separan del resto. No lanza sermones como los demás, emite frases entrecortadas o sin sentido, invoca a Dios, hace que los oyentes le presten gran atención, cambia de tema sin vacilar, guarda silencio, da la espalda a los asistentes y reza al pie de la ventana, todos se quedan maravillados.

Al "evento" ha asistido Militza, princesa de Montenegro, practicante de brujería y fan del más allá. Grígori capta su atención, le fascina, escribe a la Zarina relatando su encuentro y asegurando que ha encontrado a la persona que podrá ayudarla. El problema de la Zarina no es otro que, después de cuatro partos, con cuatro niñas muy hermosas y sanas, el ansiado heredero no llega y la presión cada vez es mayor, ya que no faltan aspirantes al trono de Rusia.


Los zares, que ya habían acudido antes a charlatanes y supuestos curanderos no hacen más que llevarse desilusiones y ver como el heredero sigue sin llegar. Para fortuna de Grígori, casualmente Teofán es el confesor de la Zarina, habla maravillas de Rasputín, es un creyente honesto y además trae del monasterio de Verjoturie, un icono de San Simeón, la santidad de este es venerada en toda Rusia, con un regalo así, los zares no le ven como un hombre peligroso y convencidos por Militza y Teofán, acceden en recibir al famoso monje campesino.


Una tarde de noviembre en 1905, Rasputín entra al hogar de la princesa Militza, allí será presentado a sus majestades imperiales.

La gran duquesa Militza esta casada con un tío de Nicolás II, El gran Duque Pedro Nicolaevich
 
Gracias, arhani :a14:, muy interesante el dato de como llegó hasta los zares.

Qué empeño con lo de los hijos varones, qué obsesión tan inútil. Muchos de los mejores soberanos han sido mujeres, empezando por la misma Catalina la Grande. Y eso, a pesar de que las mujeres no llegaban al trono más que en contadísimas ocasiones.
 
Todavía no entiendo Eton porque tenía que ser el heredero varón , tal vez por la visión de que la mujer era inferior al hombre por que somos más emocionales, en el curso de la historia por el hombre se partieron los reinos como el de Enrique VIII ... la búsqueda del hombre cuando llegaban puras mujeres quién tenía la culpa era la madre.

Ahora le toca turno al gran Zar y autocrata por excelencia de todas las Rusias.
Pedro I el Grande.

Pedro I, el Grande, es la figura más sobresaliente de toda la dinastía de los zares rusos Románov, desde el primer representante de la Casa, Miguel I (Mijaíl Fiódorovich) —1613— hasta Nicolás II, asesinado por los bolcheviques en 1918.

Pedro I reinó desde 1682 hasta su muerte en 1725. En 1721 accedió al Imperio y se declaró a sí mismo Emperador y Autócrata de Toda la Rusia, como se llamaba a este estado de territorios enormes en los lejanos tiempos. Gracias a Pedro el Grande la antigua y atrasada “Rus” se convirtió en una poderosa fuerza mundial y su población pasó de las antiguas costumbres a las modernas maneras de Europa.

Pedro I cambió muchísimo el país durante su reinado al iniciar, encabezar y realizar el proceso político, económico y cultural de “occidentalización” de Rusia. El primer Emperador ruso llevó a su nación hacia una extraordinaria transformación del estado, reorganización del ejército y la flota naval y la ampliación de las posibilidades de la economía.

Este eminente personaje de la historia de los siglos XVII y XVIII fue el vencedor en múltiples guerras contra Turquía, Suecia y Persia, lo que convirtió al país en un imperio poderoso y cambió el papel de Rusia en la escena europea y mundial.

Con todo eso, durante un largo tiempo, en Rusia, muchos historiadores, políticos, economistas, hombres de ciencia y cultura y personalidades de iglesia ortodoxa han discutido el papel que jugó Pedro I en el desarrollo del país, si fue este papel positivo o no y, en general, si hubo un Pedro I el “Grande”’ con comillas o sin ellas.

Pedro (en ruso: Piotr Alekséyevich) nació el 9 de junio de 1672 en Moscú. Fue el hijo menor de zar ruso Alejo (Alexéi Mijáilovich), llamado el Silencioso, que gobernó Rusia desde 1645 a 1676, y su segunda mujer Natalia Narýshkina.

En 1682, tras la muerte del hermanastro de Pedro, el zar Teodoro III (Fiódr Alexéyevich), que reinaba en Rusia después de la muerte de Alejo en 1676, la familia Narishkin proclamó sucesor a Pedro. La Duma (Consejo) de los boyares (los nobles antiguos rusos) eligió a Pedro, para convertirse en zar y con la regencia de su madre.

Sin embargo, la familia Miloslavski, de la primera esposa del zar Alexéi Mijáilovich y sus aliados, provocaron la sangrienta revuelta de los streltsí, un cuerpo militar de élite en antigua Rusia, y obligaron a que Pedro compartiera la corona con su hermanastro Iván V.

El joven príncipe ruso fue testigo de la revuelta durante la cual fueron asesinados muchos de sus parientes y amigos. Desde aquél momento Pedro contrajo un ‘tic’ nervioso y posteriormente en situaciones críticas su cara se desencajaba.

Pedro, de diez años de edad y el menor de la familia, y su hermanastro Iván, de dieciséis años -enfermo, ?iego y débil mental- fueron proclamados conjuntamente zares y ascendieron al trono bajo la regencia de la hermana mayor de Iván, la princesa Sofía, protegida de la familia Miloslavski. (El doble trono hecho para ambos zares se puede ver hoy en la Armería de Kremlin, uno de los museos moscovitas.)

Pedro sobresalía los coetáneos no sólo por su aspecto (era de estatura muy alta, delgado, de cara redonda y ojos muy vivaces), sino también por su memoria fiel, mente curiosa, agudo ingenio, capacidades para las artesanías, técnica, ciencias e idiomas.

Recibió educación hogareña, al principio con ayuda de Nikita Zótov, su querido maestro de la niñez, quien le enseñaba el alfabeto y la geografía e historia con ejemplo de dibujos. Con otros maestros estudió carpintería, armería, maestría de forja, entre otras.

Siguieron unos años en que la educación de Pedro I estuvo abandonada, y el joven zar ruso pasaba el tiempo en los pueblos Preobrazhenskoe y Izmáylovo, en los alrededores de Moscú. En Preobrazhenskoe (este poblado dio nombre a la primera de las subdivisiones militares de Pedro, que lo hicieron poderoso en el futuro) Pedro inició sus juegos bélicos agrupando en regimientos a los adolescentes campesinos de las aldeas cercanas, a los que llamaba el “Ejercito Jocoso”. En este mismo poblado fue construida una fortaleza donde el joven zar simulaba algunas batallas.

A veces sus soldados marchaban por las calles de Moscú inspirando temor a las personas que observaban su paso durante esos desfiles. El mismo Pedro encabezaba esas columnas tocando el tambor.

A Pedro le interesaba mucho la maestría bélica y la marina militar. En Izmáilovo Pedro y sus compañeros reconstruyeron un viejo barco inglés; este fue el punto de arranque para la época de la marina de guerra del país. Desde aquél momento comenzó la construcción de astilleros y la creación de la Armada Rusa.

En 1689, Pedro I aplastó los intentos de la regente Sofía de tomar el poder y quien preparaba un golpe palaciego con ayuda de los streltsí. Con ayuda de sus regimientos, Preobrazhenskiy y Semiónovskiy, Pedro I conjuró el peligro de la nueva sublevación. Sofia fue deportada al monasterio Novodívichiy, donde pasó 15 años y falleció en 1704.

En 1696, después de la muerte de Iván V, Pedro I se proclamó Zar de Rusia y se convirtió en el único y autocrático dirigente del estado.

La personalidad de Pedro se formó bajo la influencia de los habitantes de la llamada “colonia alemana” de Moscú. Pedro, llevado por la curiosidad, frecuentó este barrio de extranjeros, observando sus tradiciones y costumbres europeas y comparando la vida tradicionalista de su ambiente con los progresos occidentales. Así entró en contacto con comerciantes europeos.

Los extranjeros que residían en esa colonia eran superiores a los rusos en lo que se refería a la educación, cultura y, especialmente, la tecnología. Gracias a sus contactos con alemanes de esta colonia, se despertó en Pedro el interés por la cultura y la tecnología europea. Así, se se formó militar y políticamente.

Para mejorar la posición de Rusia en el Mar Negro, en 1695 lanzó un ataque contra Asov —el puerto cerca del río Don, en el mar de Azov— que conecta con el Mar Negro y pertenecía al Imperio otomano. Pedro I organizó la primera campaña de Azov, pero sus intentos para tomar las fortalezas otomanas y expulsar a los turcos de esas áreas fracasaron en aquel año.

Volvió a Moscú donde ordenó la construcción de la gran armada. En el verano de 1696 envió 30 barcos contra los otomanos y capturó Azov.

Tras la conquista de Azov, en la que probó la flota que había creado, durante los años 1697 y 1698 Pedro viajó por Europa con la Gran Embajada, la delegación rusa formada por hasta 250 personas en total, estableciendo contactos diplomáticos en Prusia, Austria, Inglaterra, Polonia, el Sacro Imperio Romano y buscando aliados en la lucha contra Imperio Otomano.

El joven Zar ruso viajaba como anónimo, con el nombre falso de Piótr Mijáilov, aprendiendo en Prusia la técnica de la artillería; trabajando en los Países Bajos como simple carpintero de los astilleros y estudiando construcción naval; en Inglaterra examinando el trabajo del Parlamento, visitando fábricas, hospitales, jardines botánicos, etc.

Gracias a sus viajes por países europeos, Pedro I pudo estudiar con detenimiento cómo se desarrollaba la vida económica y política de las potencias de la época, adquiriendo ideas que pronto usaría en su propia nación. Además, para trabajar en Rusia a más de 900 especialistas extranjeros.

En el Verano de 1698, estalló una nueva sublevación de streltsí en contra de la política reformista que Pedro I estaba emprendiendo, buscando vías para modernizar la nación.

Fue obligado a regresar del extranjero a Moscú donde aplastó la revuelta con gran crueldad: en la Plaza Roja, cerca del Kremlin moscovita fueron ahorcados centenares de rebeldes insurgentes (unas miles de personas en total. Las ejecuciones continuaron casi un año, hasta la primavera de 1699).

El famoso poeta ruso, Alexandr Pushkin, escribió en el poema “El jinete de bronce” (literalmente: “El jinete de cobre”, por el nombre de una estatua de Pedro I en una plaza céntrica de San Petersburgo) que el primer emperador ruso había abierto “la ventana a Europa”. Además, Pedro I abrió para Rusia, un país terrestre, un acceso hacia el mar.

Hasta aquél momento el único puerto marítimo de Rusia fue Arjángelsk en el Mar Blanco, el cual era navegable sólo una parte del verano, porque el resto del año estaba cubierto por el hielo.

Pedro I reformó las tropas rusas en el Ejército permanente, creó la Armada para apoyar la política exterior orientada a ampliar las fronteras rusas en todas las direcciones. Le obsesionaba la idea de abrir para Rusia un camino al mar, y en especial hacia el mar Negro y el Báltico.

Mientras tanto, si en el mar Negro dominaban los turcos, en el Báltico en aquel tiempo dominaba Suecia, que era una gran potencia europea. De tal forma, abrir un acceso al mar Báltico significaba la guerra contra los suecos.

Tras firmar la paz con el Imperio Otomano, Pedro I se enfrentó con Suecia y sus aliados, Dinamarca, Sajonia, Noruega y Polonia-Lituania.

Al principio de la guerra, en 1700, las tropas rusas fueron derrotadas en la batalla del puerto Narva. Sin embargo, en 1708 en la batalla de Lesnaya Carlos XII sufrió su primera derrota cuando Pedro aplastó a un grupo de refuerzos suecos que marchaban desde Riga. Posteriormente, conquistó los territorios suecos de Ingria y Livonia, penetrando en Suecia, consiguiendo la importante victoria de la batalla de Poltava y logrando asentarse en el báltico oriental, al conquistar Riga, Revel y Vyborg.

Tras esta guerra victoriosa para Pedro I y que costó casi 25 años de sangrienta lucha contra Suecia, denominada la Guerra del Norte, el Emperador consolidó la presencia de Rusia en el Báltico y recibió el apodo de “el Grande”.

Por desgracia, en 1710 Rusia fue derrotada en el río Prut por los turcos y perdió Azov, la salida al Mar Negro. Esta pérdida fue compensada por la conquista de la ribera occidental del mar Caspio en una guerra contra Persia (1722-1723).

Pedro el Grande realizó esta política de extensión que transformó la Rusia antigua en un Imperio poderoso e intentaba también modernizar el estado en la forma que lo hicieron las naciones europeas occidentales. Al mismo tiempo, los partidarios de la línea patriarcal y ortodoxa de Rusia habían culpado al emperador ruso por cambiar el camino histórico y tradicionalista del país.

En asuntos interiores, al terminar la lucha contra streltsí, el zar reformador comenzó combatir contra una sociedad feudal dominada por los boyares, también opuestos a la política de occidentalización.

Pedro I inició la línea por cambiar en Rusia la estructura socio-económica que era la de los boyares, las grandes familias terratenientes en Rusia antigua, y convertirse a Rusia en un estado poderoso y orientado al Occidente, encabezando una extraordinaria transformación que la acercaría a las naciones europeas occidentales.

Inició los cambios en cuestiones estéticas de las personas, como la prohibición de las barbas y la imposición del vestido occidental, a excepción del clero y los campesinos, pero siguieron otras reformas más profundas.

En 1711 Pedro I abolió la Duma de boyares y creó el Senado y nueve Colegios (o consejos ministeriales) que se convirtieron en los órganos supremos de gobierno. Estableció una nueva estructura administrativa: el país quedó dividido en gobiernos, provincias, distritos y cantones. La nobleza tuvo que incorporarse a la administración, al ejército o a la corte. Así, toda la sociedad quedó estructurada.

Pedro I reformó el sistema fiscal con nuevos impuestos y con la ampliación del número de contribuyentes , estableciendo la recaudación de impuestos a cada uno de los varones de una familia, en vez de que los impuestos fueran recaudados por familia.

El emperador ruso desarrolló la tecnología y las ciencias y creó los primeros institutos superiores, como la Escuela Politécnica y la Academia de Ciencias de San Petersburgo.

Para asegurar la sumisión de la Iglesia ortodoxa y evitar su intervención en política, en 1721 el patriarcado fue sustituido por un Sínodo presidido por el Zar.

También Pedro I abolió el calendario tradicional ruso, en donde el año empezaba el 1 de septiembre, en favor del calendario juliano, que comienza el 1 de enero.

Fundó San Petersburgo, llamada la “capital norteña” rusa, que desde 1703 hasta 1918 era la capital rusa.

Fundó esta ciudad en las orillas del Golfo de Finlandia del Mar Báltico, en la cuenca del río Nevá, que provocó muchas críticas por esa localización tan insegura y también por múltiples pérdidas humanas durante la construcción de la “Venecia rusa”, como también llaman a San Petersburgo, que está erigida en el agua. Según una expresión figurada de los contemporáneos, esta ciudad está construida no sólo sobre el agua, sino también “sobre los huesos de los campesinos rusos”.

En cualquier caso, San Petersburgo se convirtió en la urbe espectacular, famosa en todo el mundo por sus numerosas muestras de arquitectura, monumentos, parques y puentes y que llaman “Palmira del Norte”.

Pedro I, uno de los personajes reformistas más importantes de Rusia, aunque de carácter muy duro y déspota, realizó sus ideas de transformación del estado con fuerza y a menudo con crueldad, pero fue también un hombre brillante, poderoso y capaz.

El conde Henri de Saint-Simon en 1717, durante la visita de Pedro I en París, escribió:

“Él era muy alto, de complexión proporcinada, bastante delgado, con la cara un poco redonda, la frente grande, cejas hermosas s; tiene la nariz bastante corta, pero no demasiado, y en punto un poco carnoso; una boca bien formada, aunque los labios bastante gruesos; de tez morena y rosada; tiene ojos negros y bonitos: grandes, vivos y perspicaces, de buena forma; la mirada majestuosa y acogedora cuando se controla y se mantiene; en caso contrario es severo. A menudo la cara se desencaja por convulsiones, causando temor a los presentes, las que duraban habitualmente solo un instante. Todo su aspecto mostraba una inteligencia, pensamiento y grandeza y no está ausente de atracción”.

Pedro el Grande se casó dos veces. Por primera con Evdoquía Lopujiná, boda arreglada por su madre Natalia Narýshkina. Tuvo dos hijos, Alexéi (1690-1718) y Alexánder (1691-1692).

La página negra del reinado de Pedro I fue la muerte de su primer hijo, el príncipe Alexéi, que falleció en 1718, de 28 años, condenado a muerte por un complot contra su padre. Según algunos historiadores, Alexéi fue estrangulado por compatriotas cortesanos del zar ruso en la fortaleza Petropávlovskaia, en San Petersburgo.

El emperador ruso murió el 8 de febrero de 1725, a los de 52 años de edad, en San Petersburgo, la nueva capital de su imperio, a consecuencias de neumonía.

Falleció sin dejar un heredero digno y potente. Tras su muerte en el Imperio fundado por él comenzó una seguidilla de reinados débiles, hasta la coronación de emperatriz Catalina II la Grande.
 
Algunas Pinturas.
 

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El hijo de Catalina la grande, Pablo I fue quien puso la ley semisálica en Rusia (en donde se daba precedencia a los varones sobre las mujeres), éste odiaba profundamente a su madre, de hecho nunca se llevó bien con ella y ante los rumores de que no era hijo de Pedro III, se empeñó en parecerse a su padre oficial. Asimismo, Pablo I estableció que ante la muerte de un zar, la viuda de éste tendría precedencia sobre la esposa del nuevo zar (adoraba a su esposa). Esto a la larga causaría conflictos entre Alexandra y la madre de Nicolás.
 
Muchas gracias Bennet es un placer leerte y agradecerte por tu conocimiento.

Encontré esto sobre la ley de sucesión al trono de Rusia.

La ley de sucesión

La ley de sucesión imperial de la Casa de Romanov fue establecida por el Zar Pablo I en 1797 y se basa en la Ley Sálica. Fue ratificada, respectivamente, en 1886 por el Zar Alejandro III y en 1906 y en 1911 por el Zar Nicolás II. De conformidad con esta ley la sucesión a la jefatura de la Casa Imperial es por primogenitura masculina, pasando a la línea femenina sólo ante la extinción de la línea masculina.
Los títulos de la familia imperial se rigen por la misma ley y fueron revisados por última vez en 1886, según la cual los hijos y nietos de la línea masculina de un Zar reciben el título de Gran Duque o Gran Duquesa de Rusia y el tratamiento de Alteza Imperial. Todos los demás descendientes reciben el título de Príncipe o Princesa de Rusia y el tratamiento de Alteza Serenísima.
 
Al contrario Arhani, para mi es un placer entrar a este hilo tan bonito, lejos de zapatronchos y demás cosas que se leen en otros hilos.

Sobre lo que comentas en relación al título de grandes duques sólo hasta los nietos del zar por vía masculina, Alexander III (padre de Nicolás) no se imaginó que afectaría a sus propios nietos con este decreto. Su hija Xenia se casó con el GD Sandro (hijo del gran duque Miguel Nikolaievich de Rusia y de la princesa Cecilia de Baden), por tanto como era nieto del zar Nicolás I, sus hijos ya no serían grandes duques sino príncipes. Así que los hijos de esta pareja siendo nietos de zar por vía materna y bisnietos de zar por vía paterna (siendo Romanov por ambos costados), sólo recibieron el título de príncipes, entre éstos se encuentra la princesa Irina, quien se casaría con Felix Yousupov, presunto asesino de Rasputin.
 
Sabes cierto especial predilección por los Mijaílovich todos muy buenos mozos que una gran mayoría murieron en 1918 con la cacería de brujas en contra de los Romanov. Su padre fue el único de los hermanos que no tuvo "otras " al parecer siempre le fue fiel a su esposa.

Encontré esto con relación al primer hijo de Xenia y Alejandro y de como su abuela quiso que se le dieran los 21 cañonazos.

El príncipe Andrés Aleksándrovich nació en el Palacio de Invierno de San Petersburgo. Fue el segundo hijo y primer varón de los grandes duques Alejandro Mijaïlovich y Ksenia Aleksandrovna de Rusia. También nieto de Alejandro III a través de su madre, él no tenía derecho al título de Gran Duque de Rusia porque él sólo era bisnieto del emperador Nicolás I por la línea patrilineal. A pesar de sólo ser un príncipe de Rusia, él recibió una salutación de 21 tiros de salva (el cual solo estaba reservado para los grandes duques de Rusia, mientras que los príncipes de Rusia recibían 15) a instancias de su abuela la emperatriz-viuda María Fiodorovna.

Y un artículo de el título de Gran Duque. A mi también me gusta mucho entrar aquí para relajarme y aprender más :a26:

Noble y Real: Gran Duque de Rusia
 
A mi también me gustan los Mijaílovich. Especialmente, por la historia de amor tan bonita entre el GD Miguel y Cecilia de Baden. Al parecer como comentas no hubo infidelidades en este matrimonio. Además de que aunque ella era una princesa, según las habladurías de la época, no era hija de su padre oficial el gran duque de Baden, sino de un judío, lo cual no le importó al GD Miguel y se casó con ella.

Tuvieron su cuota de sufrimiento durante la revolución, tres de los seis hijos varones que tuvieron murieron fusilados. Uno había muerto antes de la revolución por tuberculosis. Sólo sobrevivieron el marido de Xenia, el GD MIguel casado con la condesa Sofía de Merenberg. Este matrimonio morganático al parecer le provocó la muerte a su madre Cecilia, quien ya estaba muy enferma. Este GD se exilió en Inglaterra con lo que salvó de los desastres de la revolución.

Un capítulo aparte es la única hija de la pareja, la escándalosa GD Anastasia, por cierto, bisabuela de la reina Margarita de Dinamarca. Igual luego comentamos sobre su agitada vida.
 
BENNET, ARhani de que Anastacia hablan ?

Pongan luz en mi oscuridad please!
:a14:
 

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