Los 3 hijos ilegitimos de Felipe, Duque de Edimburgo

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Aquí teneis la evidencia que Felipe no era tan perfecto como aquí le poneis. Era un mujeriego, tuvo 3 hijos ilejitimos y la reina se lo permitió. Cuando murió hacian vidas separadas y vivia en diferente zona acompañado de su última amiga . Tuvo poder en la sombra y dijeron que el fue quien ordenó que eliminaran a Lady Di.

Se habla de tres hijos naturales: uno argentino, otro mexicano y el tercero inglés
Una parte del año el duque la pasaba viajando con la excusa del deporte, en Argentina donde tenía una amante, una señora viuda de la alta sociedad.
En México, donde lo acogían los brazos amorosos de la actriz multimillonaria Merle Oberon.

Quizá sabía que a su marido se le atribuían también romances con Marilyn Monroe e incluso con Brigitte Bardot. Romances que no salían en la prensa de su país.

Se le atribuyen tendencias homosexuales, tanto en el colegio como en la Armada y también con su secretario, gay reconocido.



Pilar Eyre

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Reina Isabel II y Felipe de Edimburgo 01 Getty Images
Casa Real Británica · Felipe de Edimburgo

Amantes, hijos ilegítimos e históricas meteduras de pata del duque de Edimburgo​

Pilar Eyre
Actualizado a 14 de abril de 2021, 07:00

Habían pasado dos meses de la boda de Felipe e Isabel, ¡una locura, según todos los asistentes! Fue el despliegue de joyas más impresionante del siglo, las cajas fuertes de los bancos se abrieron por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial. Las mujeres no iban con diademas, sino con casquetes enteros de brillantes. Una duquesa lucía un turbante de perlas grandes como cerezas que se balanceaban tanto que alguna cayó y se perdió entre los bancos de la abadía de Westminster. Otra llevaba un yelmo guerrero cubierto de esmeraldas. Como no sabían de qué manera exhibir tantas piedras preciosas, portaban gruesos cinturones de zafiros, tobilleras de turquesas, tiras de esmeraldas que caían por los hombros como capas... ¡Las indias deslumbraban con petos de rubíes y diamantes y los brazos envueltos en zafiros desde los hombros hasta las muñecas!

Sus primeras indiscreciones​

Pero dos meses después de la ceremonia, un solitario Felipe de Edimburgo, exhausto y agotado, se había refugiado con unos amigos en Mónaco. Tenía grandes ojeras, arrugas prematuras para sus 26 años y, mientras bebía una copa de ginebra en la terraza del apartamento de su primo, el duque de Milford Haven, confesaba con desaliento: “David, no puedo más”. El primo señalaba con delicadeza: “Claro, las responsabilidades...”, a lo que Felipe cortó bruscamente: “No, el problema es el desmesurado apetito sexual de Isabel. Vive Dios que no soy ningún mojigato y que ella era virgen, pero le ha cogido gusto a la cosa ¡y no puedo sacarla de mi cama!, ¡no aguanto más!”. Fue el propio primo quien delató a Felipe en Buckingham: “Hay que cortar esos comentarios de raíz, no puede explicar a todo el mundo que la futura reina de Inglaterra es una princesita cachonda obsesionada con el s*x*”.

Las impertinencias del duque​

Esa escapada a la Costa Azul no fue la única. De hecho, una parte del año el duque la pasaba viajando con la excusa del deporte, bien a Argentina –donde al parecer tenía una amante, una señora viuda de la alta sociedad–, bien a México, donde lo acogían los brazos amorosos de la actriz multimillonaria Merle Oberon. Se habla de tres hijos naturales: uno argentino, otro mexicano y el tercero inglés. Y, como suele pasar casi siempre con los hombres públicos, se le atribuyen tendencias homosexuales, tanto en el colegio como en la Armada y también con su secretario, gay reconocido.

Le atraía el mundo de Hollywood a diferencia de su mujer, que lo despreciaba y se negó a acudir a la boda de Grace Kelly con Rainiero de Mónaco porque habría “demasiadas actrices”.

Quizá sabía que a su marido se le atribuían también romances con Marilyn Monroe e incluso con Brigitte Bardot. Romances que no salían en la prensa de su país, que sí se hacía eco con benevolencia de las meteduras de pata del duque. “Las inglesas no saben cocinar”, dijo delante de un grupo de amas de casa británicas, y en un viaje a Ámsterdam comentó que las holandesas tenían “cara de culo”.

En Canadá confesó: “Como comprenderán, no venimos a este país por gusto, sino por obligación”.

En Perú le entregó un libro sobre los incas que le acababan de regalar a su ayudante: “No hace falta que me lo devuelvas porque no lo voy a leer jamás”.

En Escocia le preguntó a un profesor de autoescuela cómo se las arreglaba para que sus alumnos no estuvieran borrachos en el momento del examen

También despreciaba a miembros de su propia familia: a los duques de Kent, que vendían réplicas de objetos de la casa de Windsor, los llamaba “Ali Babá y los cuarenta ladrones”. La reina lo perdonaba porque lo amaba con locura... hasta cierto punto. En una ocasión en que posaban para un retrato oficial, el fotógrafo indicó su lugar a “la reina, el duque y los perros”. El duque protestó: “Pero solo UN maldito corgi, Isabel”. La reina no dijo nada, pero el resultado fue que apareció en la foto con sus 14 corgis... pero sin el duque.
 
Un listado largo pero permitido por la reina.

La prensa inglesa, quien asegura que Louis y Max son hijos fuera del matrimonio de Felipe con Hèléne Cordet, la empresaria francésa, que provenía de una familia noble de Francia.

Las 6 infidelidades que la reina Isabel II perdonó en 73 años de matrimonio​

En 20 de noviembre pasado, la reina Isabel II y su esposo, el fallecido Felipe de Edimburgo, cumplieron 73 años de casados.
viernes 09 abril 2021

Reina Isabel II y el duque de Edimburgo
Reina Isabel II y el duque de Edimburgo cumplen 73 años de casados este 20 de noviembre. (Alex Lentati/Evening Standard/Shutterstock/Alex Lentati/Evening Standard/Shutterstock). Erika Roa

Sabemos que con la reina Isabel II el deber es antes que el placer y como jefa de la iglesia anglicana por supuesto el divorcio nunca fue una opción para ella.

La posibilidad de generar un escándalo mayúsculo con una separación nunca la contempló, en cambio prefirió soportar con gran estoicismo las infidelidades de su marido antes que generar una crisis mayúscula en el Reino Unido y su iglesia.
Según se dice, la reina Isabel II ha ignorado las aventuras amorosas del padre de sus cinco hijos: Carlos, Ana, Andrés y Eduardo. Además, al final el duque de Edimburgo siempre volvía a Palacio.

Daphne du Maurier, la escritora​

Estaba casada con el lugarteniente Frederik Arthur Motague Browning, quien trabajaba en el oficiaba del duque de Edimburgo. Fue ahí donde surgió el flechazo, estando ambos casados.

Daphne Du Maurier with dog

Daphne du Maurier, la escritora (ullstein bild Dtl./ullstein bild via Getty Images)

Ella era una conocida escritora cuyas obras inspiraron películas como Jamaica Inn y Los Pájaros de Alfred Hitchcock. Su carácter abierto e inteligencia aguda fueron dos de los atractivos que le atrajeron al esposo de la reina. Daphne era 14 años mayor que Felipe, lo cual era todavía más atractivo para él que siempre le gustó rodearse de mujeres mayores.

Pat Kirkwood, la actriz​

Su romance con el el esposo Isabel II llegó a la prensa de aquella época lo que enfureció al rey George VI, su suegro.

Pat era una actriz muy recurrente en los cabarets donde interpretaba papeles algo atrevidos. Fue durante una de sus presentaciones en el London Hippodrome cuando un amigo de Felipe los presentó en su camerino. Según la crónica social de aquella época, Pat y Felipe cenaron y desayunaron juntos. Lo cual fue todo un escándalo sin embargo ellos siempre lo negaron.
Pat Kirk
Patricia Kirkwood (Hulton Archive/Getty Images)

Hèléne Cordet, la empresaria​

De origen francés, Hèléne también provenía de una familia noble de Francia. La relación con esta francesa siempre fue muy diferente al de sus otras amantes.
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Felipe se desvivió por ella, siempre la apoyó en su carrera como actriz e incluso la ayudó abrir un cabaret. Pero lo más sospechoso de esta relación es que la convivencia era tan cercana que el día de su boda fue Felipe quien la llevó al altar y también ejerció de padrino de los dos hijos de la actriz, Louis y Max, quienes estudiaron en el mismo colegio que los hijos barones del duque de Edimburgo: Carlos, Andrés y Eduardo.

La prensa inglesa mucho ha comentado estas coincidencias e incluso no falta quien asegura que Louis y Max son hijos fuera del matrimonio del esposo de la Reina.

Alexandra de Kent, la prima política​

Felipe de Edimburgo siempre llegó muy lejos en cuanto sus infidelidades, sin importarle absolutamente nada más que su deseo de divertirse.
La princesa Alexandra de Kent es nada más y nada menos que la prima hermana de Isabel II, 11 años menor que la soberana y dama de honor de la reina en su boda con el duque de Edimburgo.

Alexandra de Kent
Alexandra de Kent (Getty Images)

Patricia Kluge, la bailarina de origen dudoso​

Ella dominaba el arte de la danza del vientre y trabajó en algunos de los centros nocturnos más conocidos de Liverpool. También probó suerte en películas por** donde dejó claro que tenía cierto talento que atraía a importantes hombres de negocios como su esposo, el multimillonario estadounidense John Kluge.

Su posición privilegiada como señora de Kluge, la colocó en los principales círculos sociales de toda Europa. Se sabía que John por complacer a su esposa hacía todo lo inimaginable como pagas 50 mil libras esterlinas para que Patricia pudiera hacer uso de las caballerizas de Sandringham, residencia de invierno de la Reina.

Fue ahí donde coincidió un día con Felipe con el que vivió un gran amorío a escondidas de su esposo. John sin saber nada de lo anterior invitaba a Felipe a su residencia de Escocia y a su rancho de Virginia. Cuando supo, inmediatamente pidió el divorcio, mismo que se concretó en 1990.
Patricia kugle

Patricia Kugle (Getty Images)

Lady Penny Brabourne, su gran amor​

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El diario británico Daily Mail aseguró que el buen semblante y la salud de hierro de Felipe de Edimburgo se le debe a Lady Penny. Felipe de 55 años conoció a la joven de 22 en un partido de polo en el que participaba el esposo de la reina.

Poco tiempo después Lady Penny se casó con Lord Brabournem, ahijado del esposo de Felipe, pero como Lord también era gran aficionado a las faldas, el matrimonio no prosperó. Fue cuando la relación entre Felipe y Lady Penny fue afianzándose al punto de convertirse en amantes.

A la presa del país inglés sorprendió que Isabel II no sólo sabe de la existencia de la amante de su marido sino que no tiene problema en convivir con ella.
Según personas cercanas citadas por el Daily Mail la reina está consciente de que los hombres tienen ciertas necesidades y eso no significan que quieran menos a sus esposas por lo que acepta la existencia de esta amante que al día de hoy, sigue pasando largas temporadas con Felipe.

 
Era un vividor, se iba el solo 6 meses en barco con la excusa del deporte y se lo montaba con fiestas y amantes. Sus hermanas se casaron con nazis. Este era una perla.

Muy pronto empezaron a circular intensos rumores sobre infidelidades. En 1956, Felipe se embarcó en solitario en un crucero por la Commonwealth. La excusa era la inauguración de los Juegos Olímpicos de Melbourne. Lo cierto es que no volvió hasta pasados seis meses. Algunos biógrafos sitúan durante este viaje la concepción de uno de los muchos hijos ilegítimos que se le atribuyen.

Amante de las fiestas​

A Felipe le gustaba la vida festiva. Durante los primeros años de matrimonio, sus compañeros de correrías fueron el actor Richard Todd (Pánico en la escena) y el fotógrafo de la casa real Baron Nahu. La pandilla solía reunirse en el piso londinense del actor, lugar de encuentro con numerosas jóvenes deseosas de triunfar en el mundo del cine.

En la larga lista de amantes que se le atribuyen al duque de Edimburgo, figuran la escritora Daphne de Maruier (autora de Rebeca), casada con un funcionario de la Casa Real; Hélène Cordet, amiga desde niña y en aquel tiempo dueña de un cabaret; Pat Kirkwood, una estrella del music hall; la actriz y sex simbol Zsa Zsa Gabor; Susan Ferguson, madre de Sarah, que se convertiría en su nuera al casarse con el príncipe Andrés; Romy Adlington, ex novia de su hijo Eduardo, cuando ésta tenía sólo 16 años y Felipe, 66.

Su fama de mujeriego perduró hasta bien avanzada su vejez. Penélope Romsey, buena amiga de la familia Windsor y 30 años más joven que él, fue su compañera, incluso en actos públicos, durante las últimas décadas.

Felipe de Edimburgo, esposo infiel y leal vasallo​

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Ser el marido de Isabel de Inglaterra le supuso llevar una vida de renuncias, agazapado tras la férrea coraza de la que hablan sus más íntimos.​


Juan Carlos Laviana 9 abril, 2021 15:09

A Felipe de Edimburgo el destino le deparó vivir a la sombra de su esposa. Es lo que tiene estar casado con la reina más poderosa del mundo. Siempre un paso por detrás, en un segundo plano, aparentemente sumiso y discreto. Ser el marido de Isabel de Inglaterra le supuso llevar una vida de renuncias, agazapado tras la férrea coraza de la que hablan sus más íntimos. Solo en su biografía no oficial se encuentra la otra cara del hombre, su fuerte carácter y, sobre todo, las muchas infidelidades que llenaron su vida.

Felipe de Grecia y de Dinamarca nació en Corfú (Grecia) en 1921. Fue el único hijo varón del príncipe Andrés de Grecia, del que heredó el título, y de la princesa Alicia de Battenberg, hermana de quien llegaría a ser Lord Mountbatten –último virrey de la India-, personaje esencial en la vida de Felipe.

Vivió una infancia traumática. Su madre era esquizofrénica y fue internada en una institución religiosa. Su padre se refugió en los brazos de su amante y en los casinos de Montecarlo y murió cuando Felipe aún era un niño. Ahí empezó a construir su coraza. Con solo 8 años, comenzó un peregrinaje por internados y colegios de Francia, Alemania y Gran Bretaña. Terminados sus estudios, en 1939 se enroló en la Royal Navy, donde desarrolló una brillante carrera militar. Entre otros hitos de la Segunda Guerra Mundial, participó en el desembarco aliado en Sicilia y fue testigo de la rendición de Japón en 1945.

Un pretendiente dudoso​

Había conocido a Isabel en el verano de 1939. Ella tenía 13 años y él, 19. Fue durante una cena a la que los reyes habían invitado a su tío –el casamentero Lord Mountbatten-, quien dejó escrito en su diario que Felipe había causado sensación “entre las niñas”. Ya entonces demostraba su atractivo para las mujeres aquel joven cadete de rostro impenetrable, hierático, de respetable altura (1,83), cabello rubio y complexión atlética.

Durante su estancia en la Armada, Felipe se carteaba con la joven Isabel, que le esperó hasta acabada la guerra, pese a que no le faltaron pretendientes. Resistió firme a las presiones de los padres de ella –muy desconfiados tras el escándalo de la abdicación de Eduardo, enamorado de la divorciada Wallis Simpson –, que recelaban de la relación. Además, consideraban que el pretendiente pertenecía a un linaje marginal y arruinado de la aristocracia. Y, por si esto fuera poco, se le atribuían simpatías hacia la Alemania nazi a través de los maridos alemanas de sus hermanas.

En 1947, cuando Jorge VI consintió finalmente la boda de su hija, comenzaron los sacrificios para el novio. El príncipe Felipe tuvo que adquirir la nacionalidad británica y renunciar a todos sus derechos a la corona griega, así como a su apellido paterno para asumir el materno, Mountbatten. A cambio, el entonces rey de Inglaterra le otorgó entre otros títulos el de duque de Edimburgo.

Los cuñados nazis​

El 20 de noviembre de ese mismo año, se celebró la boda en la abadía de Westminster. Era un momento muy duro para el país, aun no repuesto de la guerra y en medio de una gran crisis económica. Pese a que fue invitada toda la nobleza europea, Felipe tuvo que aceptar resignado que no estuviera presente ninguna de sus tres hermanas, ya que el hecho de estar casadas con alemanes las convertía en una presencia incómoda.

La vida de recién casado fue aparentemente feliz. Todo empezó a torcerse años más tarde cuando, tras la muerte de Jorge VI y la subsiguiente coronación de Isabel el 2 de junio de 1953. Felipe se convirtió en un mero “príncipe consorte”, frecuentemente alejado de su mujer, concentrada en sus múltiples obligaciones. Lo que más le dolió a Felipe fue no poder dar su apellido a sus hijos, ya que la reina había rechazado el de su esposo, Moutbatten.

Muy pronto empezaron a circular intensos rumores sobre infidelidades del cónyuge. En 1956, Felipe se embarcó en solitario en un crucero por la Commonwealth. La excusa era la inauguración de los Juegos Olímpicos de Melbourne. Lo cierto es que no volvió hasta pasados seis meses. Algunos biógrafos sitúan durante este viaje la concepción de uno de los muchos hijos ilegítimos que se le atribuyen.

Amante de las fiestas​

De lo que no hay duda es de a que a Felipe le gustaba la vida festiva. Durante los primeros años de matrimonio, sus compañeros de correrías fueron el actor Richard Todd (Pánico en la escena) y el fotógrafo de la casa real Baron Nahu. La pandilla solía reunirse en el piso londinense del actor, lugar de encuentro con numerosas jóvenes deseosas de triunfar en el mundo del cine.

En la larga lista de amantes que se le atribuyen al duque de Edimburgo, figuran la escritora Daphne de Maruier (autora de Rebeca), casada con un funcionario de la Casa Real; Hélène Cordet, amiga desde niña y en aquel tiempo dueña de un cabaret; Pat Kirkwood, una estrella del music hall; la actriz y sex simbol Zsa Zsa Gabor; Susan Ferguson, madre de Sarah, que se convertiría en su nuera al casarse con el príncipe Andrés; Romy Adlington, ex novia de su hijo Eduardo, cuando ésta tenía sólo 16 años y Felipe, 66.

Su fama de mujeriego perduró hasta bien avanzada su vejez. Penélope Romsey, buena amiga de la familia Windsor y 30 años más joven que él, fue su compañera, incluso en actos públicos, durante las últimas décadas.

Los hijos "bien educados"​

A lo largo de su vida, hay dos momentos especialmente difíciles. Uno fue el asesinato en 1979 de su tío Lord Moutbatten. Cuando el antiguo virrey de la India navegaba en su yate, una bomba del IRA acabó con su vida y la de otras tres personas, entre ellas su nieto. Fue un ataque directo al corazón de la familia real británica.

El otro momento amargo fue el año 1992, bautizado por su esposa como "annus horribilis" por los escándalos que culminarían con los divorcios de tres de sus hijos, incluido Carlos, el heredero de la corona. Fue entonces cuando la reina le soltó con tono de reproche a su marido: "Con lo bien que creíamos que les habíamos educado".

No faltaron medios que culparon de la crisis de la monarquía a la hipocresía de la familia e incluso al propio Felipe. A punto estuvo de romperse la entente cordiale que siempre mantuvo la pareja, lo que se ha considerado un matrimonio de buenos profesionales. Felipe prometió a su esposa que sería un fiel vasallo y lo cierto es que, aunque a su manera, lo fue. Ambos coincidían cuando las obligaciones oficiales se imponían y cuando no, cada uno llevaba su propia vida. De puertas adentro, Felipe ejerció con dureza de cabeza de la familia –cuyos propios miembros denominan La Empresa-, lo que le llevó a una mala relación con sus hijos.

La “neurótica” Lady Di​

Carlos siempre reprochó a su padre la insistencia en que se casara con Diana Spencer. Felipe consideraba a Lady Di una “joven presumida, poco inteligente y neurótica”, pero para él lo más importante era guardar las apariencias y entonces trataba a toda costa de apartar al príncipe de Gales de Camila Parker, ya casada. “Es que Carlos es un romántico. Yo soy mucho más pragmático. Vemos las cosas de manera muy diferente porque yo soy un insensible”, dijo en una entrevista concedida con motivo de su 95 cumpleaños.

La animadversión de Felipe hacia Lady Di era tan pública, que cuando la princesa murió en 1997, el pueblo británico arremetió contra la hipocresía del marido de la reina, el peor considerado de la familia en todas las encuestas.

En una biografía no autorizada del años 2000, se le atribuía al duque de Edimburgo la convicción de que Carlos estaba incapacitado para gobernar: "Es artificial y extravagante, y le falta dedicación y disciplina para ser un buen rey". Felipe nunca perdonó a su hijo –al que consideraba un flojo- que, con su relación con Camila Parker, pusiera en peligro la monarquía, una institución sagrada para él.

Aparte de intentar sin ningún éxito mantener el orden en su familia, Felipe dedicó gran parte de su vida a los deportes, su gran pasión. Muy especialmente el polo, la navegación y la caza. El protocolo le aburría, y lo disimulaba muy mal, por lo que ganó la antipatía de los miembros más estrictos de la aristocracia, que consideraban su espontaneidad una grosería.

El metepatas de la casa real​

El duque aseguró en una ocasión que el secreto de su largo matrimonio con Isabel era que él la hacía reír. Debió de ser en la intimidad, porque, en público, la monarca pocas veces dejó ver sus dientes. Felipe sí que hizo reír al mundo entero con sus meteduras de pata. Desde que los muñecos del programa satírico Spittin Image consolidaran su imagen de patoso, los chistes sobre sus inconveniencias fueron un clásico. "¿Descienden todos ustedes de los piratas?", preguntó en un viaje a las Islas Caimán. En otra ocasión, visitando un hospital en el Caribe se le escapó su mala opinión de los periodistas: "Ustedes tienen mosquitos. Yo tengo a la prensa". Su chiste favorito sobre los automóviles no pasaría hoy la censura de la corrección política: "Si ves a un hombre abriéndole la puerta de un coche a una mujer, solo puede significar dos cosas: o que es una nueva mujer o que es un nuevo coche".

Poco antes de anunciar en mayo de 2017 su retirada de la vida pública, aún tuvo tiempo de desatar una agria polémica en los medios británicos. El país se dividió en dos bandos, los que alababan su fortaleza y los que criticaban su temeridad, cuando se le vio conducir con 95 años el coche el que viajaban los Obama durante su visita a Londres. Hasta disponía de un característico taxi inglés, el suyo de color verde, que conducía en ocasiones en actos oficiales, pero sobre todo en sus correrías nocturnas.

Se le puede reprochar haber sido un marido infiel, pero hay que reconocerle que sirvió a la reina como un buen vasallo. Aunque a menudo metiera la pata.
 
Viendo esto, el perfil de la Realeza siempre es el mismo, hacen de todo y no tienen limite.

-Infieles y libertinaje es lo común. Hay que tener una amante o varias.
-Hijos ilegitimos es requisito indispensable, sino no pareces un tipico royal :D
-Fiestas y alcohol por doquier.
-Poder en la sombra.
-Viajes, lujos caros y coches.

Así si nos escandalizaban las cosas que han hecho Carlos o Andrés, su padre las hizo pirmero, pero antes la prensa no sacaba estas cosas y la gente se cree que Felipe de Edimburgo era casi un santo cuando no ha sido así, con 3 hijos ilegitimos que se sepan.
 
Es que Felipe al igual que Carlos se casaron con mujeres que no querian.
Entonces es de hipócrita que Felipe le reclamará a Carlos que se separará de Camilla cuando Felipe hacia lo mismo. Pero Felipe era más cuidadoso con sus aventuras.
Aun no entiendo la frase de la reina " los hombres tienen necesidades". Será porque la reina lo veia como algo normal?. A mi me daria cosa el de dejar pasar infidelidades.
También siempre me pareció tonto que ka iglesia Anglicana creada para que Enrique VIII se divorciara y luego la reina vea al matrimonio como algo sagrado. Para mi que la Iglesia deberia celebrar los divorcios
 
Un listado largo pero permitido por la reina.

La prensa inglesa, quien asegura que Louis y Max son hijos fuera del matrimonio de Felipe con Hèléne Cordet, la empresaria francésa, que provenía de una familia noble de Francia.

Las 6 infidelidades que la reina Isabel II perdonó en 73 años de matrimonio​

En 20 de noviembre pasado, la reina Isabel II y su esposo, el fallecido Felipe de Edimburgo, cumplieron 73 años de casados.
viernes 09 abril 2021

Reina Isabel II y el duque de Edimburgo
Reina Isabel II y el duque de Edimburgo cumplen 73 años de casados este 20 de noviembre. (Alex Lentati/Evening Standard/Shutterstock/Alex Lentati/Evening Standard/Shutterstock). Erika Roa

Sabemos que con la reina Isabel II el deber es antes que el placer y como jefa de la iglesia anglicana por supuesto el divorcio nunca fue una opción para ella.

La posibilidad de generar un escándalo mayúsculo con una separación nunca la contempló, en cambio prefirió soportar con gran estoicismo las infidelidades de su marido antes que generar una crisis mayúscula en el Reino Unido y su iglesia.
Según se dice, la reina Isabel II ha ignorado las aventuras amorosas del padre de sus cinco hijos: Carlos, Ana, Andrés y Eduardo. Además, al final el duque de Edimburgo siempre volvía a Palacio.

Daphne du Maurier, la escritora​

Estaba casada con el lugarteniente Frederik Arthur Motague Browning, quien trabajaba en el oficiaba del duque de Edimburgo. Fue ahí donde surgió el flechazo, estando ambos casados.

Daphne Du Maurier with dog

Daphne du Maurier, la escritora (ullstein bild Dtl./ullstein bild via Getty Images)

Ella era una conocida escritora cuyas obras inspiraron películas como Jamaica Inn y Los Pájaros de Alfred Hitchcock. Su carácter abierto e inteligencia aguda fueron dos de los atractivos que le atrajeron al esposo de la reina. Daphne era 14 años mayor que Felipe, lo cual era todavía más atractivo para él que siempre le gustó rodearse de mujeres mayores.

Pat Kirkwood, la actriz​

Su romance con el el esposo Isabel II llegó a la prensa de aquella época lo que enfureció al rey George VI, su suegro.

Pat era una actriz muy recurrente en los cabarets donde interpretaba papeles algo atrevidos. Fue durante una de sus presentaciones en el London Hippodrome cuando un amigo de Felipe los presentó en su camerino. Según la crónica social de aquella época, Pat y Felipe cenaron y desayunaron juntos. Lo cual fue todo un escándalo sin embargo ellos siempre lo negaron.
Pat Kirk
Patricia Kirkwood (Hulton Archive/Getty Images)

Hèléne Cordet, la empresaria​

De origen francés, Hèléne también provenía de una familia noble de Francia. La relación con esta francesa siempre fue muy diferente al de sus otras amantes.
Ver el archivo adjunto 2167047

Felipe se desvivió por ella, siempre la apoyó en su carrera como actriz e incluso la ayudó abrir un cabaret. Pero lo más sospechoso de esta relación es que la convivencia era tan cercana que el día de su boda fue Felipe quien la llevó al altar y también ejerció de padrino de los dos hijos de la actriz, Louis y Max, quienes estudiaron en el mismo colegio que los hijos barones del duque de Edimburgo: Carlos, Andrés y Eduardo.

La prensa inglesa mucho ha comentado estas coincidencias e incluso no falta quien asegura que Louis y Max son hijos fuera del matrimonio del esposo de la Reina.

Alexandra de Kent, la prima política​

Felipe de Edimburgo siempre llegó muy lejos en cuanto sus infidelidades, sin importarle absolutamente nada más que su deseo de divertirse.
La princesa Alexandra de Kent es nada más y nada menos que la prima hermana de Isabel II, 11 años menor que la soberana y dama de honor de la reina en su boda con el duque de Edimburgo.

Alexandra de Kent
Alexandra de Kent (Getty Images)

Patricia Kluge, la bailarina de origen dudoso​

Ella dominaba el arte de la danza del vientre y trabajó en algunos de los centros nocturnos más conocidos de Liverpool. También probó suerte en películas por** donde dejó claro que tenía cierto talento que atraía a importantes hombres de negocios como su esposo, el multimillonario estadounidense John Kluge.

Su posición privilegiada como señora de Kluge, la colocó en los principales círculos sociales de toda Europa. Se sabía que John por complacer a su esposa hacía todo lo inimaginable como pagas 50 mil libras esterlinas para que Patricia pudiera hacer uso de las caballerizas de Sandringham, residencia de invierno de la Reina.

Fue ahí donde coincidió un día con Felipe con el que vivió un gran amorío a escondidas de su esposo. John sin saber nada de lo anterior invitaba a Felipe a su residencia de Escocia y a su rancho de Virginia. Cuando supo, inmediatamente pidió el divorcio, mismo que se concretó en 1990.
Patricia kugle

Patricia Kugle (Getty Images)

Lady Penny Brabourne, su gran amor​

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El diario británico Daily Mail aseguró que el buen semblante y la salud de hierro de Felipe de Edimburgo se le debe a Lady Penny. Felipe de 55 años conoció a la joven de 22 en un partido de polo en el que participaba el esposo de la reina.

Poco tiempo después Lady Penny se casó con Lord Brabournem, ahijado del esposo de Felipe, pero como Lord también era gran aficionado a las faldas, el matrimonio no prosperó. Fue cuando la relación entre Felipe y Lady Penny fue afianzándose al punto de convertirse en amantes.

A la presa del país inglés sorprendió que Isabel II no sólo sabe de la existencia de la amante de su marido sino que no tiene problema en convivir con ella.
Según personas cercanas citadas por el Daily Mail la reina está consciente de que los hombres tienen ciertas necesidades y eso no significan que quieran menos a sus esposas por lo que acepta la existencia de esta amante que al día de hoy, sigue pasando largas temporadas con Felipe.

Y que estaba destrozada en su entierro............
 
Es que Felipe al igual que Carlos se casaron con mujeres que no querian.
Entonces es de hipócrita que Felipe le reclamará a Carlos que se separará de Camilla cuando Felipe hacia lo mismo. Pero Felipe era más cuidadoso con sus aventuras.
Aun no entiendo la frase de la reina " los hombres tienen necesidades". Será porque la reina lo veia como algo normal?. A mi me daria cosa el de dejar pasar infidelidades.
También siempre me pareció tonto que ka iglesia Anglicana creada para que Enrique VIII se divorciara y luego la reina vea al matrimonio como algo sagrado. Para mi que la Iglesia deberia celebrar los divorcios
Esque antes no lo sacaban en la prensa esa es la suerte que tuvo Felipe, por eso ahora sigue teniendo buena imagen con la gente porque no lo saben.
Era la mentalidad de la época lo de casarse por deber, no por amor y luego tener muchas amantes eso era normal.

La reina se lo permitió porque no le quedó otra.

Claro pero Carlos estaba con el foco de la prensa con Camilla, por eso se lo dijo.
 
Pero en todo esto hay muchas inexactitudes. Tantas que... Por ejemplo, la madre de Felipe no era esquizofrénica. Se convirtió a la fe ortodoxa y llevó la mística al extremo (decía oir mensajes divinos), de lo que se valieron para diagnosticarle ese trastorno (en base a una descripción por carta, dicho sea de paso). Pero ni antes ni después, hasta el final de su vida, mostró ningún síntoma. Los dos años que estuvo internada, contra su voluntad y con tratamientos bestiales, tampoco...
A su esposo le convenía tenerla recluida para vivir libremente con su amante.

Las hermanas de Felipe no "se casaron con nazis". Sólo uno de ellos era nazi convencido, los demás eran nobles terratenientes y dos de ellos oficiales del ejército desde antes de la aparición de Hitler, y evidentemente, si como militar en ejercicio no acompañabas al Führer, perdías la libertad y las propiedades. Pero uno de ellos incluso participó en un atentado para eliminar a Hitler, así que su "nazismo" no era muy firme, parece.

Felipe y la Queen no se conocieron en una cena que ofrecieron los reyes a lord Mountbatten, sino en una visita a la base naval de Dartmouth, donde el estudiante cadete Felipe de Grecia hizo las funciones de guía para las princesas.

Que Felipe tuvo sus amoríos, no queda ninguna duda. Que la Queen conocía y perdonaba las infidelidades (aunque no le agradara el asunto), también es sabido. Que pueda haber hijos ilegítimos por ahí, es posible. Que tuviera tendencias homosexuales... pues sería bi, en todo caso, visto lo visto (y en esta sociedad que se precia de tolerancia, no tendría que darse ninguna importancia a ese hecho, si fuera cierto...). En fin, lo menos que puede pedirse a los "periodistas" es que brinden datos ciertos.
 
Lo que me parece demasiado es que se diga que también fueron sus amantes Alejandra de Kent y la madre de Sara Ferguson.
Aunque los británicos lleven de otra manera las infidelidades y les den poca importancia.
 
Viendo esto, el perfil de la Realeza siempre es el mismo, hacen de todo y no tienen limite.

-Infieles y libertinaje es lo común. Hay que tener una amante o varias.
-Hijos ilegitimos es requisito indispensable, sino no pareces un tipico royal :D
-Fiestas y alcohol por doquier.
-Poder en la sombra.
-Viajes, lujos caros y coches.

Así si nos escandalizaban las cosas que han hecho Carlos o Andrés, su padre las hizo pirmero, pero antes la prensa no sacaba estas cosas y la gente se cree que Felipe de Edimburgo era casi un santo cuando no ha sido así, con 3 hijos ilegitimos que se sepan.
Nunca ni nadie consideró santo al Duque de Edimburgo.

Aunque que, en más de 70 años de matrimonio, sólo tuviera seis affaires, sí que fue casi un milagro.Un hombre guapísimo sobre quien se abalanzaban las mujeres. Y las que no se le abalanzaban, soñaban con hacerlo...

Miterrand era mucho más feo y, además de tener y mantener dos familias, tuvo bastantes más novias mientras tenía hijos con dos mujeres diferentes.
Y todos fueron a su entierro, la familia conocida y la familia no tan conocida pero nunca desconocida.
 
Era un vividor, se iba el solo 6 meses en barco con la excusa del deporte y se lo montaba con fiestas y amantes. Sus hermanas se casaron con nazis. Este era una perla.

Muy pronto empezaron a circular intensos rumores sobre infidelidades. En 1956, Felipe se embarcó en solitario en un crucero por la Commonwealth. La excusa era la inauguración de los Juegos Olímpicos de Melbourne. Lo cierto es que no volvió hasta pasados seis meses. Algunos biógrafos sitúan durante este viaje la concepción de uno de los muchos hijos ilegítimos que se le atribuyen.

Amante de las fiestas​

A Felipe le gustaba la vida festiva. Durante los primeros años de matrimonio, sus compañeros de correrías fueron el actor Richard Todd (Pánico en la escena) y el fotógrafo de la casa real Baron Nahu. La pandilla solía reunirse en el piso londinense del actor, lugar de encuentro con numerosas jóvenes deseosas de triunfar en el mundo del cine.

En la larga lista de amantes que se le atribuyen al duque de Edimburgo, figuran la escritora Daphne de Maruier (autora de Rebeca), casada con un funcionario de la Casa Real; Hélène Cordet, amiga desde niña y en aquel tiempo dueña de un cabaret; Pat Kirkwood, una estrella del music hall; la actriz y sex simbol Zsa Zsa Gabor; Susan Ferguson, madre de Sarah, que se convertiría en su nuera al casarse con el príncipe Andrés; Romy Adlington, ex novia de su hijo Eduardo, cuando ésta tenía sólo 16 años y Felipe, 66.

Su fama de mujeriego perduró hasta bien avanzada su vejez. Penélope Romsey, buena amiga de la familia Windsor y 30 años más joven que él, fue su compañera, incluso en actos públicos, durante las últimas décadas.

Felipe de Edimburgo, esposo infiel y leal vasallo​

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Ser el marido de Isabel de Inglaterra le supuso llevar una vida de renuncias, agazapado tras la férrea coraza de la que hablan sus más íntimos.​


Juan Carlos Laviana 9 abril, 2021 15:09

A Felipe de Edimburgo el destino le deparó vivir a la sombra de su esposa. Es lo que tiene estar casado con la reina más poderosa del mundo. Siempre un paso por detrás, en un segundo plano, aparentemente sumiso y discreto. Ser el marido de Isabel de Inglaterra le supuso llevar una vida de renuncias, agazapado tras la férrea coraza de la que hablan sus más íntimos. Solo en su biografía no oficial se encuentra la otra cara del hombre, su fuerte carácter y, sobre todo, las muchas infidelidades que llenaron su vida.

Felipe de Grecia y de Dinamarca nació en Corfú (Grecia) en 1921. Fue el único hijo varón del príncipe Andrés de Grecia, del que heredó el título, y de la princesa Alicia de Battenberg, hermana de quien llegaría a ser Lord Mountbatten –último virrey de la India-, personaje esencial en la vida de Felipe.

Vivió una infancia traumática. Su madre era esquizofrénica y fue internada en una institución religiosa. Su padre se refugió en los brazos de su amante y en los casinos de Montecarlo y murió cuando Felipe aún era un niño. Ahí empezó a construir su coraza. Con solo 8 años, comenzó un peregrinaje por internados y colegios de Francia, Alemania y Gran Bretaña. Terminados sus estudios, en 1939 se enroló en la Royal Navy, donde desarrolló una brillante carrera militar. Entre otros hitos de la Segunda Guerra Mundial, participó en el desembarco aliado en Sicilia y fue testigo de la rendición de Japón en 1945.

Un pretendiente dudoso​

Había conocido a Isabel en el verano de 1939. Ella tenía 13 años y él, 19. Fue durante una cena a la que los reyes habían invitado a su tío –el casamentero Lord Mountbatten-, quien dejó escrito en su diario que Felipe había causado sensación “entre las niñas”. Ya entonces demostraba su atractivo para las mujeres aquel joven cadete de rostro impenetrable, hierático, de respetable altura (1,83), cabello rubio y complexión atlética.

Durante su estancia en la Armada, Felipe se carteaba con la joven Isabel, que le esperó hasta acabada la guerra, pese a que no le faltaron pretendientes. Resistió firme a las presiones de los padres de ella –muy desconfiados tras el escándalo de la abdicación de Eduardo, enamorado de la divorciada Wallis Simpson –, que recelaban de la relación. Además, consideraban que el pretendiente pertenecía a un linaje marginal y arruinado de la aristocracia. Y, por si esto fuera poco, se le atribuían simpatías hacia la Alemania nazi a través de los maridos alemanas de sus hermanas.

En 1947, cuando Jorge VI consintió finalmente la boda de su hija, comenzaron los sacrificios para el novio. El príncipe Felipe tuvo que adquirir la nacionalidad británica y renunciar a todos sus derechos a la corona griega, así como a su apellido paterno para asumir el materno, Mountbatten. A cambio, el entonces rey de Inglaterra le otorgó entre otros títulos el de duque de Edimburgo.

Los cuñados nazis​

El 20 de noviembre de ese mismo año, se celebró la boda en la abadía de Westminster. Era un momento muy duro para el país, aun no repuesto de la guerra y en medio de una gran crisis económica. Pese a que fue invitada toda la nobleza europea, Felipe tuvo que aceptar resignado que no estuviera presente ninguna de sus tres hermanas, ya que el hecho de estar casadas con alemanes las convertía en una presencia incómoda.

La vida de recién casado fue aparentemente feliz. Todo empezó a torcerse años más tarde cuando, tras la muerte de Jorge VI y la subsiguiente coronación de Isabel el 2 de junio de 1953. Felipe se convirtió en un mero “príncipe consorte”, frecuentemente alejado de su mujer, concentrada en sus múltiples obligaciones. Lo que más le dolió a Felipe fue no poder dar su apellido a sus hijos, ya que la reina había rechazado el de su esposo, Moutbatten.

Muy pronto empezaron a circular intensos rumores sobre infidelidades del cónyuge. En 1956, Felipe se embarcó en solitario en un crucero por la Commonwealth. La excusa era la inauguración de los Juegos Olímpicos de Melbourne. Lo cierto es que no volvió hasta pasados seis meses. Algunos biógrafos sitúan durante este viaje la concepción de uno de los muchos hijos ilegítimos que se le atribuyen.

Amante de las fiestas​

De lo que no hay duda es de a que a Felipe le gustaba la vida festiva. Durante los primeros años de matrimonio, sus compañeros de correrías fueron el actor Richard Todd (Pánico en la escena) y el fotógrafo de la casa real Baron Nahu. La pandilla solía reunirse en el piso londinense del actor, lugar de encuentro con numerosas jóvenes deseosas de triunfar en el mundo del cine.

En la larga lista de amantes que se le atribuyen al duque de Edimburgo, figuran la escritora Daphne de Maruier (autora de Rebeca), casada con un funcionario de la Casa Real; Hélène Cordet, amiga desde niña y en aquel tiempo dueña de un cabaret; Pat Kirkwood, una estrella del music hall; la actriz y sex simbol Zsa Zsa Gabor; Susan Ferguson, madre de Sarah, que se convertiría en su nuera al casarse con el príncipe Andrés; Romy Adlington, ex novia de su hijo Eduardo, cuando ésta tenía sólo 16 años y Felipe, 66.

Su fama de mujeriego perduró hasta bien avanzada su vejez. Penélope Romsey, buena amiga de la familia Windsor y 30 años más joven que él, fue su compañera, incluso en actos públicos, durante las últimas décadas.

Los hijos "bien educados"​

A lo largo de su vida, hay dos momentos especialmente difíciles. Uno fue el asesinato en 1979 de su tío Lord Moutbatten. Cuando el antiguo virrey de la India navegaba en su yate, una bomba del IRA acabó con su vida y la de otras tres personas, entre ellas su nieto. Fue un ataque directo al corazón de la familia real británica.

El otro momento amargo fue el año 1992, bautizado por su esposa como "annus horribilis" por los escándalos que culminarían con los divorcios de tres de sus hijos, incluido Carlos, el heredero de la corona. Fue entonces cuando la reina le soltó con tono de reproche a su marido: "Con lo bien que creíamos que les habíamos educado".

No faltaron medios que culparon de la crisis de la monarquía a la hipocresía de la familia e incluso al propio Felipe. A punto estuvo de romperse la entente cordiale que siempre mantuvo la pareja, lo que se ha considerado un matrimonio de buenos profesionales. Felipe prometió a su esposa que sería un fiel vasallo y lo cierto es que, aunque a su manera, lo fue. Ambos coincidían cuando las obligaciones oficiales se imponían y cuando no, cada uno llevaba su propia vida. De puertas adentro, Felipe ejerció con dureza de cabeza de la familia –cuyos propios miembros denominan La Empresa-, lo que le llevó a una mala relación con sus hijos.

La “neurótica” Lady Di​

Carlos siempre reprochó a su padre la insistencia en que se casara con Diana Spencer. Felipe consideraba a Lady Di una “joven presumida, poco inteligente y neurótica”, pero para él lo más importante era guardar las apariencias y entonces trataba a toda costa de apartar al príncipe de Gales de Camila Parker, ya casada. “Es que Carlos es un romántico. Yo soy mucho más pragmático. Vemos las cosas de manera muy diferente porque yo soy un insensible”, dijo en una entrevista concedida con motivo de su 95 cumpleaños.

La animadversión de Felipe hacia Lady Di era tan pública, que cuando la princesa murió en 1997, el pueblo británico arremetió contra la hipocresía del marido de la reina, el peor considerado de la familia en todas las encuestas.

En una biografía no autorizada del años 2000, se le atribuía al duque de Edimburgo la convicción de que Carlos estaba incapacitado para gobernar: "Es artificial y extravagante, y le falta dedicación y disciplina para ser un buen rey". Felipe nunca perdonó a su hijo –al que consideraba un flojo- que, con su relación con Camila Parker, pusiera en peligro la monarquía, una institución sagrada para él.

Aparte de intentar sin ningún éxito mantener el orden en su familia, Felipe dedicó gran parte de su vida a los deportes, su gran pasión. Muy especialmente el polo, la navegación y la caza. El protocolo le aburría, y lo disimulaba muy mal, por lo que ganó la antipatía de los miembros más estrictos de la aristocracia, que consideraban su espontaneidad una grosería.

El metepatas de la casa real​

El duque aseguró en una ocasión que el secreto de su largo matrimonio con Isabel era que él la hacía reír. Debió de ser en la intimidad, porque, en público, la monarca pocas veces dejó ver sus dientes. Felipe sí que hizo reír al mundo entero con sus meteduras de pata. Desde que los muñecos del programa satírico Spittin Image consolidaran su imagen de patoso, los chistes sobre sus inconveniencias fueron un clásico. "¿Descienden todos ustedes de los piratas?", preguntó en un viaje a las Islas Caimán. En otra ocasión, visitando un hospital en el Caribe se le escapó su mala opinión de los periodistas: "Ustedes tienen mosquitos. Yo tengo a la prensa". Su chiste favorito sobre los automóviles no pasaría hoy la censura de la corrección política: "Si ves a un hombre abriéndole la puerta de un coche a una mujer, solo puede significar dos cosas: o que es una nueva mujer o que es un nuevo coche".

Poco antes de anunciar en mayo de 2017 su retirada de la vida pública, aún tuvo tiempo de desatar una agria polémica en los medios británicos. El país se dividió en dos bandos, los que alababan su fortaleza y los que criticaban su temeridad, cuando se le vio conducir con 95 años el coche el que viajaban los Obama durante su visita a Londres. Hasta disponía de un característico taxi inglés, el suyo de color verde, que conducía en ocasiones en actos oficiales, pero sobre todo en sus correrías nocturnas.

Se le puede reprochar haber sido un marido infiel, pero hay que reconocerle que sirvió a la reina como un buen vasallo. Aunque a menudo metiera la pata.
Menudo corta y pega por encargo se ha marcado el periodista!
No debe saber gran cosa de los británicos y tampoco le ha puesto mucho interés.
 
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