LGBT+

Exacto. Y eso es asi, porque la extensa mayoria de los trans son hombres que quieren cambiar a mujer. Naturalmente lo que es un hombre no se cuestiona. Hay mujeres, lesbianas que quieren cambiar a hombre, pero muchas echan para atrás cuando se dan cuenta de la barbaridad , de que las van a vaciar enteras, y que con seguridad les vendra la menopausia a una edad temprana.
Rezo por ti... padre nuestro que estas en los cielos..... madre la de sandeces que escribes!!
 
Uff la que hay liada en este hilo, no sé ni qué decir porque es muy complejo pero siempre he pensado lo angustioso que debe ser sentirte mujer u hombre atrapado en el cuerpo del s*x* que no te corresponde.Una auténtica pesadilla.
 
Repito: no te sientes, eres.
Repito: no estamos atrapades en el cuerpo de nada, es nuestro cuerpo
Repito: no nos transformamos como mariposas, simplemente nos vamos sintiendo más a gusto conforme nos vamos conociendo
Repito: estan les no binaries y existen.
Repito: bueno, seguiría, pero como sigue todo en bucle, paso...quien no quiere aprender y respetar, nunca lo hará y yo no quiero venir aquí a maldecir todo como siempre. Así que nada, solo era un apunte sin más.
 
Embarazadas a la fuerza como remedio contra la homosexualidad
La autora Trifonia Melibea Obono compendia, en ‘Yo no quería ser madre’, los testimonios de mujeres lesbianas, trans y bisexuales de Guinea Ecuatorial obligadas a parir contra su deseo




La escritora Trifonia Melibea Obono.


La escritora Trifonia Melibea Obono. JOAN TUSELL


ANALÍA IGLESIAS
Madrid
19 FEB 2020


Las historias de vida de treinta mujeres lesbianas, trans y bisexuales de Guinea Ecuatorial se reúnen en Yo no quería ser madre (Editorial Egales), el último título de la prolífica autora Trifonia Melibea Obono (Afaetom, Guinea Ecuatorial, 1982). Son asuntos que preocupan desde hace años a esta investigadora en temas de género y politóloga guineoecuatoriana. Ahora les da la hondura del testimonio en primera persona en un libro con el que, según ella, “ha roto las estructuras aprendidas en los trabajos de campo de la universidad”.

Con su afable sonrisa pero el implacable discurso contra la discriminación que sufren las mujeres LGTBi de su país, Melibea presentó, la semana pasada, en una librería especializada de Chueca, en Madrid, su séptimo libro, cuyo subtítulo es Vidas forzadas de mujeres fuera de la norma. La obra contiene, además, un informe actualizado sobre la situación de los derechos de este colectivo. “Las palizas no funcionan con las mujeres”, “Dos mujeres juntas es cosa de blancas”, “El embarazo me trajo la desgracia” o “Tendría que haber nacido hombre para ser feliz” son algunos de los jirones verbales de Yo no quería ser madre, expresiones que desgarran cualquier aproximación académica.

“El único elemento en común entre ellas es el haber sido madres a la fuerza”, resume la autora de la novela La bastarda (Flores Raras, 2016). O no querían ser madres de esta manera: “La mayoría lo han sido de manera violenta y en la adolescencia. Se trata de mujeres que aman a otras mujeres, que no quieren estar con hombres, y de todos los grupos étnicos. Para ellas, el medicamento para curar su orientación sexual es el embarazo, y hay que repetir la dosis hasta la sanación. Sus hijos y sus hijas heredan el estigma, en tanto daños colaterales de un tratamiento que no funcionó. Todas ellas hacen referencia a los modos en que se las fuerza desde su propio grupo de pertenencia. La familia amenaza, se embarazan, se deprimen, se encierran, se avergüenzan porque tienen otra identidad de género y terminan trabajando en el único mercado que las acepta, que es el de la prostit*ción. Yo tenía que dejarlas hablar sobre lo que ellas quisieran, no podía preguntar directamente por la manera en que llegan al embarazo, porque lo han vivido con mucha dureza”.

Melibea sostiene que ellas le han enseñado lo que es ser fémina en su propia sociedad y, gracias a un acercamiento sincero pudo conectar con mujeres de grupos étnicos que no conocía, porque en la escuela no les enseñan a hablar otros idiomas que los occidentales. “Son las personas a quienes se les niega sistemáticamente la palabra las que aquí relatan sus padecimientos y sus emociones; las reflexiones surgen, pues, en una charla que solo es posible con empatía verdadera”, explica. Porque a la persecución y la violencia social e institucional, se suman muchos otros problemas, como “la falta de información y de referentes, la pérdida del arraigo, el odio interiorizado, el consumo de drogas y alcohol para soportar la marginación y la violación intrafamiliar”, agrega Melibea con gesto desconsolado.

Se trata de un libro que denuncia la segregación que sufre cualquier persona que ose expresar su identidad de género o su sexualidad de un modo no normativo, “en el continente africano y en la cultura fang (de origen bantú), en particular”, especifica. De hecho Melibea que, hasta 2016, no participaba de lleno en el mundo del activismo, entendió que la invisibilidad de lo que el país no quiere mostrar es superlativa en el caso de las personas excluidas por su diversidad sexual. Y, en algunos casos, más que desprecio hay violencia explícita. Así, en el transcurso de una caminata con una transexual por las calles de Malabo, experimentó que “no había manera de circular en el espacio público sin recibir comentarios despectivos”. En aquel paseo, entre burlas, una frase fue quizá la que marcó el comienzo de este proyecto: “La gente como tú no es de este país”. De nada valió que la chica respondiera: “Sí, soy de Baney”.

Trifonia Melibea había constatado, tras la primera celebración de la semana cultural de expresión LGTB, también en 2016, que “para la sociedad guineana, aquello era algo medio festivo, una cosa de blancos en un centro cultural de ellos y terminaría allí, pero con el segundo orgullo empezó a crecer la tensión social e institucional”. Entonces ya les arrancaron las fotografías que habían expuesto y todo el mundo entendió que eso no era “cosa de blancos”.

Vagos y maleantes de Malabo
En un Estado autoritario, con apenas medio siglo de historia como país independiente, tras haber vivido décadas como colonia de la España franquista, aún existen normativas “contra vagos y maleantes”, como las de hace cuarenta años en España, para reprimir “los vicios”, en palabras de las propias autoridades. Así, el Gobierno argumenta que tiene la “buena voluntad” de escuchar lo que le pide el pueblo, y que es la sociedad ecuatoguineana la que quiere “erradicar dichas prácticas nocivas”. Melibea relata que, después del orgullo del año pasado, el Gobierno emitió un comunicado “expresando su preocupación” por un “colosal aumento de la publicidad y el exhibicionismo tanto de los heterosexuales como de los homosexuales, la prostit*ción y la promiscuidad sexual”.

En el diálogo de presentación del libro, junto a Gerjo Pérez Meliá, de LesgaiCineMad, se argumentó que si hasta ahora no ha habido una ley que prohíba la homosexualidad, el hecho de que tantas personas estén atreviéndose a salir del armario ha llevado al gobierno de Guinea Ecuatorial a considerar “un paquete de medidas para perseguir y limitar estos comportamientos, ya sea de nativos o expatriados”. Estas medidas podrían incluir, según se lee textualmente en despachos oficiales, “sanciones a fin de reducir estas actividades, para protección de la familia ecuatoguineana como base de la sociedad, así como la imagen pública del país”.

En este contexto se refuerza el deber moral, y también demográfico, de tener hijos, y la coacción de las mujeres, con especial énfasis en las que consideran que deben ser madres para curarles su homosexualidad. Aunque no todo es imputable a las leyes coloniales, según deja bien claro la investigadora, que ha indagado en la ideología, las prácticas discriminatorias y hasta en la las etimología de palabras con las que en cada etnia se designan a los gays y las lesbianas, y ha concluido en que “todas las etnias son patriarcales, y si bien, en algunas se puede encontrar algún rasgo de matrilinealidad, esto significa que, por esa línea de parentesco, mandan los hombres de la familia de la madre”.

La autora subraya, además, cuánta intersección hay en la manera en que se ejerce la discriminación, ya que no es lo mismo ser soltera y LGTB que ser de un grupo minoritario y homosexual o serlo y pertenecer o no a la Iglesia católica. En cualquier caso, la precariedad y la enfermedad han marcado a fuego demasiadas adolescencias y vidas jóvenes, en Guinea Ecuatorial; incluso más allá de lo que lo han hecho con otros colectivos de su propio continente: “Nuestro día a día es mucho más arriesgado que organizar un World Pride. Con las altísimas cifras de VIH y sida y lo deficitaria que es la atención primaria en Guinea, estamos de velorio en velorio”. Su escritura de madre guineoecuatoriana seguirá intentando redimir esas vidas.




Yo no quería ser madre
 
El triunfo de la niña trans que quería nadar como las demás
La Federación Catalana de Natación habilitará la licencia femenina de Ona, la menor de ocho años que no podía competir por barreras burocráticas


Ona, la niña trans, en su casa.


Ona, la niña trans, en su casa.CRISTOBAL CASTRO


BERNAT COLL
Barcelona -
05 MAR 2020


Ona, nombre ficticio, ya puede sonreír. La Federación Catalana de Natación habilitará una ficha federativa para que esta niña trans de ocho años compita con las chicas de su edad. La familia de la pequeña reclamaba una licencia desde el pasado septiembre, pero la entidad federativa entendía que debía basarse en los datos del registro civil, donde no aún no consta su tránsito. Tras meses de reivindicaciones y denuncias, Ona podrá saltar al agua y competir como todas las demás niñas.


La junta directiva de la federación aprobó el miércoles por la noche la expedición de una ficha federativa para la menor. Para ello tomará los datos de la tarjeta sanitaria de la niña, que contempla el cambio de nombre, y no se basará en su DNI para su inscripción, a propuesta de la Secretaría de Igualdad de la Generalitat. Desde la exposición pública del caso de Ona, hace dos semanas, la administración, la federación y las entidades de apoyo al colectivo LGTBI han mantenido conversaciones para resolver la situación. “Todos queríamos lo mismo”, coinciden todas las fuentes.

El Departamento de Asuntos Sociales llamó ayer por la mañana a la madre de la menor y le comunicó la solución. “¡Estoy tan contenta! Me he pasado un buen rato paseando con el teléfono pegado a la oreja” explicó la madre a EL PAÍS. “He hablado con la entrenadora del club y también está muy contenta. Es un gran día para todos, por fin. Esperamos que en un mes, más o menos, podamos hacer efectiva la licencia y mi hija pueda empezar a competir”. Ona había reclamado hace semanas a su familia dejar la natación si no podía participar en competiciones con las otras compañeras del club. “No entiendo por qué yo no puedo ir con ellas”, le decía a su madre.

La tardanza en encontrar una solución para la menor es el gran conflicto de la historia. Las federaciones se rigen por normativas propias, y la administración no cuenta con protección suficiente para facilitar el tránsito a los menores trans. La federación consideraba que no podía asignar a la menor una licencia femenina porque su documentación no registraba su tránsito; y la familia prefirió evitar el cambio en el registro civil para proteger a la menor de un proceso que incluye exámenes psiquiátricos y la aprobación de un juez. “Lamentamos que se haya tardado tanto, pero ahora estamos felices. Hoy se han respetado los derechos de la niña”, asegura Ana Valenzuela, vicepresidenta de la asociación Chrysallis, de familias con menores trans, que lideró las reivindicaciones para solucionar el caso de Ona. “Esperamos que se inicie inmediatamente un reglamento que vele por la integración de los menores trans en las competiciones deportivas”, reclama.

La Generalitat se presenta ahora como un acompañante de las federaciones y el Consejo Catalán del Deporte para encontrar un marco jurídico que proteja a los órganos deportivos y facilite la participación de menores trans. “Este caso es un punto de inflexión para todas aquellas personas que están en esta situación, y para las que vendrán”, analiza Mireia Mata, directora general de la Secretaría de Igualdad de Cataluña. “La pena es que el proceso ha sido doloroso para la niña y la familia, pero ha sido pionero porque marca un precedente. Ahora debemos encontrar una solución general, y no solo para casos puntuales”, añade.

Cuando Ona salió ayer de la escuela, su madre le contó que por la mañana había recibido una llamada: “Ya podrás nadar con el club”. Como las demás niñas.

 
Renace el alegato contra la homofobia de La Chary, la protagonista de un corto interpretada por Loles León
El vídeo que se ha compartido en redes es un fragmento del corto 'El mundo entero', de Julián Quintanilla



Loles León en una de las escenas del corto 'El mundo entero'


Loles León en una de las escenas del corto 'El mundo entero'



El pasado lunes, 13 de abril, el usuario @JoselititoBS publicó en Twitter un vídeo que ha superado las 225.000 reproducciones en menos de cinco días. Ese mismo día, el usuario Jezú Sus lo compartió en Facebook, donde suma casi 700.000 reproducciones. El director extremeño Julián Quintanilla, autor del vídeo, calcula que unas tres millones de personas ya lo han visto sumando las diferentes cuentas que lo han compartido en redes sociales.


En él, aparece Loles León gritando en medio de la calle: “Y una cosa más te voy a decir y que se entere el mundo entero. En esta put* vida y para dos días que vamos a vivir, que cada uno se coma lo que quiera mientras no moleste a nadie, ¿estamos?”. En esa escena, León interpreta a La Chary en el cortometraje El mundo entero (2016). Desde que @JoselititoBS lo publicó, las reproducciones del cortometraje entero –que puedes ver en la parte inferior del artículo– se han disparado tanto en el canal de Vimeo de Quintanilla como en Youtube.







El mundo entero cuenta la historia de Chary Quintanilla (la madre de Julián en la vida real) que murió joven de un cáncer y a la que su hijo visita cada año el día de su cumpleaños en el cementerio. Inspirado en Buñuel y Almodóvar, Quintanilla (44 años y originario de Badajoz) saca a su madre de la tumba y conversan sentados en un banco. Cada año, La Chary le pide a su hijo que haga algo por ella. “Este corto es un homenaje a mi madre, y a todas esas madres solteras que sacaron a sus hijos adelante solas y que se enfrentaban a diario a los prejuicios de la gente. En su caso, se tenía que enfrentar también a las críticas e insultos por mi sexualidad”, explica a Verne en conversación telefónica Quintanilla, director de cine, guionista y dramaturgo, sobre esta
autoficción (autoproducida) en la que él se interpreta a sí mismo de adulto.

Para Loles León, “La Chary era una luchadora, una feminista de los años setenta y ochenta, de esas que no se callaban nada y que siempre andaban reivindicando derechos e igualdades; si estuviera viva hoy estaría dando muchísima caña”, cuenta a Verne por teléfono. La actriz ya había trabajado anteriormente con Quintanilla en otro de sus cortos, Implicación (2004), y el director y guionista escribió el papel de La Chary pensando en ella. “Cuando Julián me propuso este papel me pareció muy interesante, por el personaje en sí y porque en muchos aspectos de mi vida me siento muy identificada con ella”, afirma la actriz.

El 18 de marzo, en los primeros días del confinamiento por el coronavirus, el propio Quintanilla habilitó El mundo entero en su canal de Vimeo para su visualización gratuita. Entonces, "me lo piratearon y lo colgaron en Youtube. Cuando lo pones en abierto corres ese riesgo. Y también el de que te saquen un extracto, como ha pasado. Pero bueno, si sirve para traer a La Chary de vuelta, bienvenido sea”, se ríe el director al otro lado del teléfono desde su casa a las afueras de París.

A pesar de haber conseguido multitud de galardones tanto en España como en el extranjero, como el premio del jurado del Festival Internacional de Cine de Cleveland (Estados Unidos), Quintanilla lamenta que su película “haya tenido siempre tantas trabas debido a su temática” y se haya visto "sin apoyo de ningún tipo y ninguneado por el Ministerio de Cultura de entonces” pese a los reconocimientos internacionales. “Por eso, me alegra tanto que La Chary se haya viralizado ahora. La homofobia sigue existiendo, aunque muchos crean que eso es cosa del pasado, y por eso necesitamos un mensaje tan contundente como el de ella”, añade. En España, consiguió mover el cortometraje por varias salas de cine en comunidades como Extremadura y Madrid, y llegó a estar entre las 15 preseleccionadas para competir por un Goya en su categoría en 2018.

El resurgir de La Chary ha llegado en un momento muy especial para su hijo. Quintanilla acaba de terminar La vida entera, una novela que nace de la imposibilidad de llevar a la gran pantalla el guion de un largometraje homónimo. “Cuando acabé con la promo del corto, me encerré un año para escribir La vida entera, la continuación de El mundo entero, pero no conseguí que nadie me la produjera. No podía dejar que La Chary se quedase ahí, así que con toda la humildad del mundo, porque yo no soy escritor, me propuse convertirla en novela y autopublicarla”, cuenta Quintanilla, que anuncia que se podrá adquirir en plataformas digitales a partir del 15 de mayo.

En esta nueva entrega de La Chary, que sucede un año después de aquel encuentro materno-filial de El mundo entero, la protagonista le encarga una nueva tarea a su hijo: encontrar a su padre. “En el desarrollo de la historia se desgrana con más detalle la vida de La Chary”, explica el autor, que mantiene la esperanza de que algún día alguien produzca la película y ver de nuevo a Loles León encarnando a la protagonista. “Ojalá, a mí me encantaría”, dice la actriz, “pero, de momento, debido a las circunstancias, nos tocará esperar a ver qué pasa”.

 
Exacto. Y eso es asi, porque la extensa mayoria de los trans son hombres que quieren cambiar a mujer. Naturalmente lo que es un hombre no se cuestiona. Hay mujeres, lesbianas que quieren cambiar a hombre, pero muchas echan para atrás cuando se dan cuenta de la barbaridad , de que las van a vaciar enteras, y que con seguridad les vendra la menopausia a una edad temprana.
A mí me preocupa muchísimo la verdad porque se quieren impulsar leyes para que con el solo testimonio de un hombre identificándose como "mujer" pueda ser llevado a una cárcel de mujer, sin ningún tipo de prueba e informe, aunque el hombre haya sido un violador o feminicida. Al final parece que quieren desproteger a las mujeres solo por no parecer "intolerantes" con las personas trans. No apoyo la teoría queer. No creo que el machismo se sufra porque te "identifiques" como mujer. Se sufre en base a tu s*x* por nacer como mujer. Un hombre trans no creo que pidiese ir a una cárcel de hombres. Porque aunque hubiese cambiado parcialmente su aspecto tendría muchísimas probabilidades de ser violado en la cárcel debido a haber nacido de s*x* femenino.
 
Yo solo me paso por aquí para decir que una mujer trans no es un hombre que se “cambia” a mujer. Una mujer trans no es una lesbiana que quiere un cambio de s*x*. Un cambio de s*x* no es una barbaridad que te vacía por dentro. Gracias.
¿Los chicos trans que se hace la histerectomía no se vacían por dentro? ¿No se les quita ovarios, útero? Obviamente no todos pasan por ese proceso pero es lógico que se señale claramente y se hable de lo perjudicial que puede llegar a ser. Las mujeres trans también se someten a operaciones para eliminarles partes de su cuerpo.
 
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