Las 15 claves de la "chapuza" policial del caso del joven vasco al que robaron el corazón

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BAJO LA SOMBRA DE STIEG LARSSON
Las 15 claves de la "chapuza" policial del caso del joven vasco al que robaron el corazón

La oficina del forense de Westminster, donde se realizó la segunda autopsia del joven, envió una carta a la familia del difunto dándoles a entender que la exhumación que solicitan podría acelerarse si la pagasen de su bolsillo

Si hay algo incuestionable, a juicio de la familia de la víctima, es que una autopsia realizada por las autoridades inglesas apunta a que al vasco Miguel Ángel Martínez Santamaría le quitaron el corazón y la mitad del hígado durante un viaje a Suecia. Claro que en torno a ese suceso truculento del que Público se hacía eco recientemente, han surgido en parejo decenas de dudas paralelas que nadie, hasta la fecha, ha logrado resolver. Nunca, antes, en los anales de la Justicia europea, se ha registrado una chapuza policial de envergadura semejante. Es de factura sueca, aunque con ramificaciones en España y en el Reino Unido.

Por situar los hechos, Martínez (Erandio, 1960) dejó Euskadi a finales de abril de 2005 con el propósito de conocer Escandinavia. Su familia ya no volvió a tener noticias suyas hasta el 29 de septiembre de ese mismo año, fecha en la que un funcionario español de la comisaría de Bilbao comunicó a su madre que había aparecido muerto en los aledaños de Estocolmo. La Policía sueca atribuyó la muerte de Santamaría a un su***dio y, amparándose en las conjeturas de la forense Petra Rästen Almqvist, terminó cerrando el caso sobre las siguientes conclusiones: Miguel Ángel se quitó deliberadamente la vida lanzándose desde un ferry. El examen forense realizado por Rästen atribuía su muerte a un ahogamiento.

Nadie hubiera puesto en entredicho esta versión sueca oficial si Miguel Ángel no hubiera consignado entre sus voluntades últimas el deseo de ser enterrado en la capital británica. En cumplimiento de su deseo, su cadáver fue trasladado el 4 de noviembre de 2005 al aeropuerto de Heathrow, en Londres. Claro que los ingleses no sólo decidieron no enterrar de inmediato al vasco, sino que le practicaron una segunda autopsia que contradecía a la primera y apuntaba de manera inequívoca a que el cadáver enviado por los suecos carecía de corazón y de la mitad del hígado.

Más de doce años ha dedicado desde entonces la hermana de la víctima, Blanca Martínez Santamaría, a reunir información sobre todas las zonas oscuras que rodean este caso. A pesar de que las pruebas de irregularidades reunidas por la familia son abrumadoras, los tribunales suecos de Justicia a los que han acudido en demanda de amparo no aprecian nada en el proceso que aconseje reabrir el caso. Stieg Larsson no lo hubiera hecho mejor. He aquí un listado de las contradicciones que, según Blanca Martínez, demuestran el "chapucero" proceder de la Policía y de todas las instancias oficiales implicadas. Todas y cada una de las afirmaciones aquí realizadas se hallan respaldadas por pruebas documentales. "Cuanto más tratan de encubrir sus negligencias, en más contradicciones incurren", dice la hermana de Miguel Ángel.


1. Datos falseados en comisaría. La última vez que Martínez fue visto con vida fue en compañía de la Policía sueca, quien lo trasladó a comisaría para su identificación después de que este protagonizara un pequeño incidente sin transcendencia en una sucursal del Nordea Bank de la ciudad de Karlstad, el 1 de agosto de 2005. Con arreglo a la versión oficial de los escandinavos transmitida por la oficina de Europol (Sirene), los agentes suecos se lo llevaron en custodia desde las 10.25 AM hasta las 4.20 PM. En vista de que, supuestamente, Miguel Ángel carecía de DNI o de pasaporte, los policías se pusieron en contacto con las autoridades españolas para que éstas les ayudaran a identificarlo. De acuerdo al registro de salida, la Policía española envió la requerida copia de su DNI a las 7.12 de la tarde de ese mismo día. Es decir, casi tres horas después de que, según los suecos, abandonara sin cargos la comisaría.

2. No hurgaron en sus bolsillos. Semanas después del mencionado arresto, tras el supuesto hallazgo de su cadáver sobre las aguas de un fiordo de una barriada de Estocolmo, el 22 de septiembre de 2005, el cuerpo de Miguel Ángel fue enviado a La Morgue como un "muerto sin identificar". Fue la enfermera de origen español Isabela Franco Cereceda -hermana de un destacado médico del departamento de cirugía cardiovascular del hospital Karolinska de Estocolmo- la que halló esa misma fotocopia remitida desde España. Franco se encontraba esa noche de guardia en el depósito de cadáveres y según indicó en Estocolmo a este equipo de reporteros, encontró "el papel en uno de sus bolsillos".

3. Contradicciones policiales. En efecto, Miguel Ángel fue finalmente identificado debido a una serie de disparatadas circunstancias fortuitas por una enfermera que se hallaba de guardia en el depósito de cadáveres. Tras dar con ella en Estocolmo, la hispano-sueca nos explicó que sintió curiosidad al descubrir la sábana que cubría su rostro porque le pareció apreciar que tenía inequívoco aspecto de español. Fue después de ver sus facciones cuando decidió registrar entre sus ropas. Isabela Franco Cereceda identificó al muerto gracias a esa misma fotocopia del DNI remitida por Sirene a la comisaría de Karlstad, algunos meses antes. ¿Cómo es posible que la fotocopia se hallara en los bolsillos de Miguel Ángel si este, supuestamente, había abandonado la comisaría de Karlstad tres horas antes de que la remitiera la Policía española?


4. Sin noticias de "Sara Adams". Con arreglo a esa primera versión de la Policía escandinava, el cadáver del vasco fue hallado flotando en avanzado estado de putrefacción junto a la orilla del puente que conecta Estocolmo con Lidingö, un barrio residencial de clase alta situado en la periferia de la capital sueca (el lugar puede verse en la fotografía tomada por los periodistas, y que Público reproduce en este reportaje). La Policía sueca atribuyó el hallazgo a una ciudadana británica a la que identificó como Sara Adams, equivalente británico de, digamos, "Pepa Pérez". Ni hizo constar en el sumario su dirección, ni cualquier otra seña que permitiera dar con ella posteriormente (ver documento adjunto en el reportaje). Jamás se supo de ella. ¿Es ese, en verdad, el protocolo estándar con el que los suecos toman nota de los autores de hallazgos de muertes violentas?



Ficha de la Policía sueca donde se debían recoger los datos de Sara Adams.

5. Pereza policial. Dos días después de que las autoridades españolas comunicaran la muerte del vasco a la familia, la Policía sueca informó de que las circunstancias de su fallecimiento apuntaban a que Miguel Ángel se había suicidado. Un año y medio más tarde, Blanca Martínez recibió la versión definitiva sueca de los hechos, a través de la autopsia que firma Petra Rästen Almqvist. La forense atribuía la muerte a un "ahogamiento" y, literalmente, especulaba con la posibilidad de que el español se hubiera suicidado lanzándose desde uno de los ferris que realizan el trayecto entre Helsinki y Estocolmo, semanas antes del día (22 de septiembre de 2005) en que Sara Adams halló su cuerpo. Se da la circunstancia de que todos los pasajeros de esos barcos deben ser identificados al adquirir un billete desde que, en 1999, se produjo un hundimiento de un buque con fatales consecuencias. Asimismo, entre sus pertenencias nunca se halló un billete ni ninguna otra prueba de que hubiera viajado en ferry. Los investigadores suecos, sin embargo, no llegaron nunca a comprobar si Miguel Ángel figuraba entre los pasajeros de uno de esos buques.

6. Semanas en el agua, y completamente secos. De acuerdo a la versión policial de los hechos, el vasco llevaba varias semanas flotando en el agua cuando su cadáver fue hallado. No obstante, ni los billetes suecos que la Policía encontró entre sus pertenencias, ni la copia del DNI que no halló porque nadie hurgó en los bolsillos de sus pantalones, estaban completamente secos y no mostraban signo alguno de haber permanecido dentro del agua.

7. Ceguera de la forense. En su informe, la forense Petra Rästen Almqvist señalaba que el cuerpo del vasco presentaba hematomas en la zona costal y en la cápsula suprarrenal derecha, que, en su opinión, podían deberse a un golpe violento causado por el impacto contra el agua al caer de cierta altura desde uno de los ferris. De acuerdo a los forenses y peritos independientes consultados por este diario, no es descartable en ningún caso que su muerte estuviera relacionada con los golpes contundentes que dejaron mella en su espalda. A juzgar por su apariencia fueron producidos por un objeto metálico y hubieran bastado, por sí solos, para ser mortales de necesidad. Ni la Policía sueca, ni la médico consideraron jamás esta posibilidad. Pero aún hay algo más, la autopsia de la forense Petra Rästen omitió un dato que sí hicieron constar los policías que se personaron en Lidingö: Miguel Ángel presentaba una herida en la ceja derecha.

8. Para ahorrarles un disgusto. A dos familiares del vasco que viajaron a la capital sueca para interesarse por lo sucedido se les impidió ver el cadáver de su primo "debido a su avanzado estado de putrefacción". ¿Forma también parte del protocolo sueco de investigación de un crimen impedir la identificación de la víctima a sus familiares y no identificar al muerto mediante fotografía, prueba dactilar o test de ADN, para ahorrarles "un mal trago"?

9. Encharcamiento sin agua. La autopsia de Petra Rästen Almqvist -experta también en cirugía cardiovascular, además de médico forense- apunta a que Miguel Ángel Martínez murió por ahogamiento, amparándose en el hecho de que su cadáver presentaba signos de "encharcamiento pulmonar". En otras palabras, cuando uno muere ahogado se hallan rastros de agua en el interior de los pulmones. El segundo examen post-mortem hecho a iniciativa de la Policía británica apunta, literalmente, en sentido contrario y precisa que los pulmones no presentaban otros cambios diferentes a los propios del proceso de descomposición. Y si, en efecto, esos órganos no presentaban signos de ahogamiento, la familia se pregunta las razones por las que la Policía escandinava no llegó siguiera a considerar la posibilidad de que el cuerpo de Miguel Ángel, si es que en verdad es él quien yace en Londres, fuera arrojado muerto al agua.

10. No ven irregularidades. Santamaría consignó entre sus últimas voluntades que deseaba ser sepultado en la capital británica. Allí trabajó dos años, en el hospital de Brompton, y allí yace también la que fue su novia. Cinco días permaneció su cuerpo inerte en una cámara frigorífica del aeropuerto de Heathrow tras ser trasladado en avión desde Estocolmo, antes de que las autoridades inglesas resolvieran que no iban a darle sepultura. Según los funcionarios británicos, los suecos no habían remitido ni el salvoconducto mortuorio ni todos los preceptivos documentos legales. En vista de ello, el entonces responsable de la oficina forense de Westminster, Terry Lovegrove, ordenó llevar a cabo una segunda autopsia, el 17 de noviembre de ese mismo año de 2005. El documento que rubrica el médico forense Peter Witkins echa por los suelos el examen médico post-mortem de la sueca Rästen Almqvist y señala, literalmente: "Ambos pulmones han sido diseccionados y no presentan cambios patológicos específicos diferentes a los de la descomposición (...). Fueron identificados 600 gramos de un hígado parcialmente seccionado. (...) El corazón no fue identificado. En el momento del examen no fue posible conocer la causa de la muerte debido a la ausencia del corazón..." De prestarse crédito a esa segunda autopsia efectuada por los ingleses, del cuerpo de Miguel Ángel desaparecieron, en algún momento, el corazón y tres quintas partes del hígado, cuyo peso acostumbra a alcanzar los 1.500 gramos entre los adultos. Hay que aclarar, a este respecto, que en los casos de trasplante se utiliza a menudo una parte de ese órgano, y no necesariamente su totalidad.

11. El corazón se pudrió de camino a Inglaterra. Confrontada con esta segunda autopsia y consultada acerca de las razones por las que, a su juicio, podrían haber desaparecido el corazón y parte del hígado, Petra Rästen Almqvist insistió en que el cuerpo partió entero de Estocolmo hacia Inglaterra, "pesaba 261 gramos y tenía la forma y los tamaños habituales". Para justificar lo sucedido, la forense sueca insinuó en una carta dirigida a la familia que el corazón podría haberse reducido, hasta resultar prácticamente indetectable, debido al proceso de putrefacción. Se sabe, sin embargo, que el corazón es justamente uno de los órganos que más tiempo tardan en corromperse. Forenses españoles consultados por este diario aseguran, en relación a ello, que su descomposición natural no podía finalmente conducir a su "total evaporación". ¿Cabe la posibilidad de que la médico sueca retirara esos órganos para realizar la autopsia y olvidara incorporarlos nuevamente al cadáver del vasco? Lo habitual, en los procedimientos forenses, es que se sirvan de un pedazo de tejido, y no de la totalidad del órgano. El protocolo obliga, asimismo, a dejar constancia de todas y cada una de las acciones llevadas a cabo. De hecho, la propia Rästen precisó que únicamente tomó un pedazo de 2 x 2 cm para realizar las pruebas pertinentes, y al concluir su trabajo, devolvió el tejido al cuerpo. La forense sostiene igualmente que fue la descomposición del cuerpo lo que impidió que ella apreciara la herida sobre la ceja que los policías que levantaron el cadáver describieron. Un ayudante sueco de Rästen Almqvist consultado en Estocolmo por este equipo de periodistas durante una visita al centro de Medicina Forense realizada en ausencia de su jefa, aseguró literalmente, tras conocer los detalles de este caso, que se sentía "perplejo". La familia, en este caso, se pregunta por qué se desvaneció selectivamente un corazón y más de la mitad de un hígado, retirado del cadáver mediante un limpio corte quirúrgico, que son justamente dos de los órganos más requeridos para los trasplantes.

12. Un molde de sus huellas dactilares. Hace ahora una semana, el Ministerio de Asuntos Exteriores español informó de que no certificaría la muerte de un miliciano orensano, Samuel Prada, fallecido mientras combatía contra los turcos en la defensa de la ciudad siria de Afrin si las autoridades kurdas en cuyas filas prestaba servicio el gallego no remitían la correspondiente documentación identificatoria. Casi de forma inmediata, la hermana del vasco, Blanca Martínez, replicaba que hubiera deseado que los funcionarios de la legación diplomática española en Estocolmo hubieran puesto el mismo celo en exigir a los suecos pruebas de que, en efecto, la persona identificada por una fotocopia de un DNI era, en verdad, su hermano. Para respaldar sus tesis, Martínez recordó que el examen post mortem sueco se realizó cinco días más tarde de que se encontrara el cadáver, "lo cual comprometió sus conclusiones inevitablemente". Entre los documentos remitidos por los suecos no había, incomprensiblemente, fotos de la autopsia, donde tampoco se especifican los cambios cadavéricos -fundamentales para establecer la fecha de la muerte- ni mención alguna a los hongos, las algas o las lesiones secundarias causadas habitualmente por organismos acuáticos. Ahora, los suecos aseguran que han sometido a una segunda identificación al cadáver recurriendo a un molde de su dedo índice que tomaron en su día, hace trece años. Blanca Martínez, sin embargo, se resiste a creer que las autoridades escandinavas "tomaran un molde de su dedo, cuando ni siquiera se molestaron en hurgar en sus bolsillos".

13. "El pito del sereno". Blanca Martínez tiene claro que a su hermano lo mataron para quitarle sus órganos porque pensaron que era un indigente de quien nadie iba a ocuparse. "Los suecos asumieron que era un inmigrante sin recursos y lo trataron como tal, como a basura. Con lo que no contaban era conmigo, de manera que todo lo que después ha sucedido es una cadena de chapuzas aún mayores llamadas a ocultar todas esas irregularidades. Que se nieguen siquiera a investigar lo ocurrido ante tal apabullante cantidad de pruebas da una idea de lo que digo", cuenta. Entre tanto, la Justicia española ha enviado a la británica cuatro comisiones rogatorias en las que se solicita que se exhume el cuerpo de su hermano para una nueva identificación. Las peticiones fueron emitidas por el fiscal superior del País Vasco y por la Audiencia Nacional desde 2014 a 2017. Lo que Blanca desea es que se someta al cuerpo de Miguel Ángel a una segunda autopsia y a unas pruebas de identificación mediante técnicas de ADN para que sus resultados sean luego cotejados con los de las pruebas practicadas a sus padres.

14. Pagar la investigación de su bolsillo. Quienes sí han respondido a la familia de la víctima son los empleados de la oficina del forense de Westminster donde se realizó la segunda autopsia. La carta les llegó el pasado día 28, miércoles, tan sólo horas después de que Público se hiciera eco en una información de la negativa del Ministerio de Interior británico a responder a la petición de exhumación del cadáver cursada desde la Audiencia Nacional. Literalmente, se afirmaba: "El forense [cuyo auxilio usted solicitó] es ahora lo que se conoce como functus officio y ya no puede ayudar porque carece de competencias. Sin embargo, me ha pedido que le informe de que puede […] usted dirigirse a los responsables de los crematorios funerarios y preguntarles sobre la exhumación [de su hermano]. Ellos le asesorarán sobre el proceso. Entiendo que el entierro tuvo lugar fuera de la jurisdicción de este tribunal. En cuanto al costo, no podría decirlo. Para recabar esa información, puede usted dirigirse a los directores de las funerarias". En otras palabras, la carta del forense inglés no sustituye a la que, en verdad, deberían haber remitido las autoridades británicas en respuesta a las comisiones rogatorias de la Audiencia Nacional, pero viene a sugerirle a la familia del difunto que paguen de su bolsillo la exhumación, para acelerar ese proceso.

15. Suecia es un buen mercado para los traficantes de órganos. Una de las razones que más comúnmente se aducen a la hora de descartar, casi a priori, la posibilidad de que un suceso de esas características sea digno de ser investigado en Suecia, se basa esencialmente en un prejuicio positivo de nula validez jurídica -como cualquier otro prejuicio-, que puede resumirse de este modo: "Algo así no puede suceder en Suecia". ¿Es posible que haya suecos dispuestos a pagar por adquirir un órgano ilegalmente incluso a costa de la muerte de un extranjero o un sin techo?, se pregunta la familia. La respuesta es que sí. Un estudio hecho público en 2011, firmado por la profesora sueca Susanne Lundin, del hospital Karolinska de Estocolmo, demostraba con datos que no menos de treinta suecos han llegado a pagar hasta 80.000 dólares durante los últimos años para adquirir un órgano en el extranjero, con o sin el beneplácito del donante. Mucho más recientemente, a finales del pasado año, se mencionaba a Suecia como el país de origen de parte de la clientela que recurría a una mafia egipcia para adquirir riñones de inmigrantes. Los desesperados refugiados que renunciaban a un riñón percibían a menudo unos pocos cientos de dólares por el órgano. Blanca ignora qué le pasó a su hermano, pero tiene muy claro que quien quiera que le robó su corazón y lo arrojó a las aguas de un fiordo como un cubo de basura, jamás contó con ella.

http://www.publico.es/sociedad/somb...olicial-caso-joven-vasco-robaron-corazon.html

Me pasaron la noticia ayer via telegram y me quede alucinando, es tan surrealista todo
 
MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ SANTAMARÍALa forense que examinó al vasco sin corazón dice que retornó el órgano al cadáver


Dagens Nyheter omite las irregularidades policiales en la primera información escandinava sobre el caso.





Miguel Ángel Martínez Santamaría. Foto cedida por la familia

MÁS INFORMACIÓN

MADRID
20/01/2019 12:45 Actualizado: 20/01/2019 13:40
FERRÁN BARBER

@ferranbarber
Tomó "unos terroncitos" de tejido del corazón para practicarle unos análisis y los devolvió al cadáver. Eso es lo que dice, a grandes rasgos, la forense sueca Petra Rästen-Almqvist en una entrevista concedida al diario sueco Dagens Nyheterescrita por la periodista Evelyn Jones.

El dato es relevante, dado que, aunque improbable, una de las hipótesis barajadas por los investigadores es que hubiera tirado el corazón y la mitad del hígado al cubo de la basura. ¿Claro que para qué?


Hasta ahora, lo que Almqvist había sugerido a la familia de la víctima es que ese órgano podría haberse evaporado de camino hacia Inglaterra, afirmación que despertó la perplejidad y a menudo el resquemor de sus colegas españoles, habida cuenta de que los órganos no se disuelven como entes incorpóreos dentro de los cadáveres. Y menos todavía, de forma selectiva y sin dejar rastro. A todos los efectos, afirmar algo así fue interpretado como una burla por los versados en ciencias forenses.

Pero vayamos por partes. Para quienes desconozcan los detalles de esta truculenta historia ampliamente investigada y divulgada por el diario Público, Miguel Ángel Martínez Santamaría (Erandio, 1960) dejó Euskadi a finales de abril de 2005 con el propósito de conocer Escandinavia. Su familia ya no volvió a tener noticias suyas hasta el 29 de septiembre de ese mismo año, fecha en la que un funcionario de la comisaría de Bilbao comunicó a su madre que había aparecido flotando muerto sobre las aguas de un fiordo, en un barrio opulento de los aledaños de Estocolmo.

Emulando a Stieg Larsson
La Policía sueca atribuyó la muerte de Santamaría a un su***dio y, amparándose en las conjeturas de la forense Petra Rästen-Almqvist, terminó cerrando el casosobre las siguientes conclusiones: Miguel Ángel se quitó deliberadamente la vida lanzándose desde un ferry. El examen post mortem realizado por Almqvist atribuía su fallecimiento a un ahogamiento.




Petra Rästen Almqvist

Eran meras especulaciones. Y lo que es todavía peor, sólo una enorme coincidencia impidió que se le incinerara como un muerto anónimo, dado que la policía lo mandó a la Morgue como una víctima sin identificar, pese a que, en teoría, había una fotocopia de su DNI en un bolsillo de su pantalón.Nadie hubiera puesto en entredicho la versión sueca si Miguel Ángel no hubiera consignado entre sus últimas voluntades ser enterrado en Gran Bretaña. En cumplimiento de su deseo, su cadáver fue trasladado el 4 de noviembre de 2005 al aeropuerto de Heathrow, en Londres. Claro que los ingleses no sólo decidieron no enterrar de inmediato al vasco, sino que, siguiendo su estricto protocolo, le practicaron una segunda autopsia que contradecía a la primera y apuntaba de manera inequívoca a que el cadáver enviado por los suecos carecía de corazón y de la mitad del hígado.

El médico británico que examinó el cadáver -hoy jubilado e ilocalizable- no halló agua en sus pulmones, ni otros signos que permitieran concluir que Miguel Ángel se había ahogado. Ese mismo protocolo permitió a los británicos descubrir el pasado año que otros tres cadáveres de ingleses habían sido repatriados parcialmente vaciados. En contra de lo que durante años sostuvo la Organización Nacional de Trasplantes, el tráfico de órganos no es el mito del sacamantecas. Blanca está convencida de que si se aplicara el mismo protócolo aquí aparecerían también cadáveres sin órganos. Ciertas informaciones no investigadas por la Administración española de las que tuvo conocimiento apuntan a que al País Vasco se expatrió al menos otro muerto sin órganos.

Buena parte de cuanto sabemos acerca de la suerte de Miguel Ángel se basa en conjeturas. Claro que existen ciertas cuestiones, sostenidas sobre documentos, acerca de las que la familia del fallecido no alberga duda alguna. Una de ellas es que la policía sueca ha faltado a la verdad deliberada y reiteradamente y ha interpuesto mil equívocos como cortinas de humo para ocultar su propia mala fe e incompetencia. En opinión de la hermana de Miguel Ángel, Blanca Martínez Santamaría, este caso hasta ahora silenciado por la prensa escandinava es una de las chapuzas más notorias y sombrías de la historia policial europea. Ahora, la familia aguarda a arreglar resolver ciertos escollos burocráticos para exhumar en breve los restos de la víctima, practicarle una tercera autopsia y cotejar los resultados de una prueba de ADN con los que se obtuvieron tras analizar el de sus padres. A decir verdad, ni siquiera nadie está seguro de que quien yace entre las brumas londinenses de Gunnesbury sea el vasco.

La historia es ya bien conocida tanto en España como el Reino Unido y otros países europeos. Pero por sorprendente que resulte, ningún diario escandinavo había juzgado oportuno hasta el domingo pasado dedicar un reportaje amplio al primer caso documentado europeo de tráfico de órganos, a pesar, o probablemente a causa, de que el crimen no se cometió en Egipto o en Moldavia, sino en algún lugar situado entre la ciudad de Karlstad y Estocolmo.
De hecho, no fueron las investigaciones realizadas por los periodistas españoles las que indujeron a los suecos a hacerse eco de lo ocurrido, sino el hecho de que el diario británico The Sunday Times se hiciera eco hace unos meses de una noticia de Público en la que se daba a conocer que las autoridades del Reino Unido habían autorizado la exhumación del cadáver para practicarle una tercera autopsia. El secreto estuvo a salvo hasta que la historia se divulgó en inglés, dentro de la edición española del diario The Local. En su favor tenían los “scandies” el modo idealizado en que se acostumbra a percibir sus sociedades y las simpatías que despiertan entre los anglosajones.

Mucho mejor cuando pasa en Palestina
Catorce años se cumplirán el próximo septiembre de la muerte de Miguel Ángel Martínez Santamaría y la mayoría de los suecos todavía ignoran que el cadáver de un vasco hallado en el fiordo de Lidingö y previamente examinado por la forense Petra Rästen-Almqvist llegó a Heathrow sin corazón y sin parte de su hígado.

En más de seis ocasiones hemos intentado contactar por correo, siempre infructuosamente (la última, anteayer); tres años atrás, nos trasladamos incluso al Instituto Forense de Estocolmo, sin lograr ser atendidos.

Exactamente lo mismo ha sucedido con la experta sueca en tráfico de órganos Susanne Lundin, autora de varios voluminosos estudios sobre la demanda escandinava de riñones en el Tercer Mundo, pero al parecer poco interesada en este asunto más cercano.

A falta de la forense sueca, conseguimos charlar con un colega de Almqvist, quien aseguró perplejo que el proceder de la directora del Instituto Forense era absolutamente inaceptable, si en verdad había actuado del modo en que le sugeríamos, tal y como, en efecto, sucedió.

Se hace la sueca
Más afortunados que nosotros, nuestos colegas del diario sueco Dagens Nyheterhan conseguido que hable la forense, bien es verdad que, en lugar de aclarar a qué se debe lo ocurrido, se ha limitado a enhebrar cuatro evasivas que aún proyectan más sombras sobre el caso. Resulta casi inevitable mencionar a Stieg Larsson, cuya imaginación no alcanzó jamás a fabular una cadena de episodios semejantes que implicara a la policía de su país. "Petra está mintiendo", nos confesó la autora de la entrevista que recogía el reportaje, Evelyn Jones, cuando hace varios meses le preguntamos por sus impresiones sobre la entrevista.

"¿Hay manera de saber qué le pasó a Miguel Ángel Martínez? ¿Cómo es posible que el forense británico no hallara el corazón en su cuerpo?", le preguntó Jones a Almqvist, obviando, en todo el reportaje, que el médico británico que le practicó la segunda autopsia detectó que también habían sido retirados del cadáver mediante un limpio corte quirúrgico seiscientos gramos de su hígado. A partir de ese momento, la médico sueca comienza a encadenar diferentes subterfugios con la esperanza de persuadir a los lectores de lo compleja que es su profesión en ausencia de muertos exquisitos. Se diría que Almqvist vive en un mar de dudas cada vez que se enfrenta a su trabajo.

"Es muy difícil saber cómo ha muerto alguien cuando su cadáver se halla en muy mal estado. Para determinar la causa de un fallecimiento uno combina los datos obtenidos por la policía con los conseguidos gracias a la autopsia", responde Almqvist a la periodista sueca, para añadir, a renglón seguido, que no es sencillo saber por qué en la autopsia británica no se encontró ese corazón. Dice igualmente la forense que ella se limitó a cortar cinco pequeños pedacitos, "como terroncitos de azúcar", para analizarlos en el microscopio. "Definitivamente, el corazón no desapareció. Tras ser cortados, todos los trocitos de órganos fueron devueltos al cuerpo", respondió a la periodista. O dicho de otro modo, según Almqvist, el corazón seguía en el cuerpo de Miguel Ángel cuando ella concluyó la autopsia.





Fragmento de la autopsia británica donde se dio a conocer que su cadáver carecía de corazón y parte del hígado

-¿Hay alguna posibilidad de que olvidara volver a poner los pedazos de corazón que extrajo? -insiste la reportera en su información.
-No, en ningún caso. Todo lo que se extrajo durante la autopsia se devolvió al cuerpo. Pero es extremadamente difícil hacer un nuevo diagnóstico (análisis post mortem), especialmente en un cuerpo tan transformado. Entonces, las posibilidades de hacer ciertos diagnósticos se deterioran -precisa la forense.

No es sencillo entender a qué se refiere Almqvist con tantos eufemismos, pero se diría que está tratando de poner en tela de juicio las conclusiones alcanzadas por el forense inglés, habida cuenta de que el cuerpo que llegó hasta Londres se encontraba extremadamente descompuesto (transformado).
-Se trata de un caso que ha atraído mucho la atención pública y que ha dado lugar a especulaciones sobre tráfico de órganos -pregunta Jones en el Dagens Nyheter.
-Sólo pienso que es realmente extraño y horrible que pienses que le han ocurrido cosas a tu cuerpo.
-¿Cuánta certeza tiene de que murió ahogado?
-Si un cuerpo ha permanecido mucho tiempo en el agua [y está muy deteriorado, se colige], una nunca puede estar segura al cien por cien de que alguien murió por ahogamiento.
-¿Y podría alguien certificar que murió por alguna otra causa?
-Esa es una afirmación que está fuertemente relacionada con la investigación policial -concluye la forense en el reportaje de Dagens Nyheter, profusamente ilustrado y acompañado de un vídeo.

La información de cinco páginas, publicada en la edición dominical del pasado día 13 de enero fue esperada durante meses por la hermana de la víctima con la esperanza de que la divulgación en Suecia de los hechos ayudará a esclarecer lo sucedido. Eso no ha ocurrido de momento. De hecho, Blanca Martínez Santamaría considera muy decepcionante que ese periódico haya omitido todos los datos y documentos que, objetivamente, acreditan que la policía sueca ha mentido. Lo que sí hay son insinuaciones, mensajes entre líneas dejados al albur de la imaginación de sus lectores suecos, culturalmente adiestrados para leer espacios blancos e interpretar silencios con el braille de la corrección política. Ellos lo llaman en sus chascarrillos "jamtelagen".

En la información ni siquiera se menciona que las últimas personas en ver con vida a la víctima fueron los agentes de la policía de Karlstad. La lista de elementos que, a juicio de Blanca Martínez Santamaría, demuestran que varios agentes han cometido negligencias y deliberadas irregularidades es notoria. Y todos esos datos aparecen solapados en una información que, ciertamente, en opinión de la familia, ha dado a conocer lo sucedido, pero de una forma parcial, descontextualizada e imprecisa. Y lo peor, en su opinión, es que blanquea la actuación de la policía y exime a los agentes implicados de responsabilidades, como si lo sucedido fuera el resultado de un tsunami o una tormenta de verano.

Jamtelagen style
No es un asunto baladí. Blanca confiaba en que ese reportaje alentara por fin a la Justicia sueca a reabrir el caso e investigar qué hizo quién y por qué. En el peor de los supuestos, esperaba que tal vez alguien, en algún lugar, supiera algo de lo ocurrido. Ciertamente, el tiempo transcurrido juega en su contra, pero el reportaje es tan incompleto que la familia intuye que ha sido redactado bajo una férrea censura, la que por regla común se autoimponen los medios suecos cuando se trata de poner en jaque a las instituciones o de proyectar alguna sombra sobre la propia imagen del país (para los estándares de España, serían considerados boletines parroquiales). En el transcurso de sus pesquisas, Blanca ha pedido incluso que se investiguen los vínculos de algunos implicados con algunos conocidos miembros del prestigioso Instituto Karolinska de Solna. A la hermana la resulta, cuando menos, una relevante coincidencia el parentesco de uno de ellos con cirujanos cardiovasculares.

"No han mencionado, por ejemplo, que los agentes suecos que recibieron a mis primos trataron de persuadirles de que no vieran el cadáver pese a que la ley de ese país obliga a identificar al muerto para certificar la defunción"
Sus reproches no se basan en juicios de valor ni en circunstanciales coincidencias porque los documentos y los datos que la avalan son verdaderamente abrumadores. "No han mencionado, por ejemplo, que los agentes suecos que recibieron a mis primos trataron de persuadirles de que no vieran el cadáver pese a que la ley de ese país obliga a identificar al muerto para certificar la defunción", asegura Blanca. "¿Desde cuándo se desalienta a un familiar a que identifique un muerto para ahorrarle el mal trago de ver un cuerpo en mal estado? Tommy Pettersson, el policía encargado del caso, negó tener conocimiento de que mi hermano había sido detenido en Karlstad, pese a que me consta que esa documentación obraba en su poder, en la comisaría de Estocolmo.

Preguntas sin respuesta
¿Por qué mintió y qué ocurrió durante su arresto? ¿Por que los agentes de policía, los últimos en ver a mi hermano con vida, mintieron también sobre la hora en que Miguel Ángel abandonó la comisaría? ¿Por qué si el cuerpo se hallaba tan deteriorado y permaneció tanto tiempo en el agua apareció una fotocopia del DNI de mi hermano casi intacta en su bolsillo? ¿Por qué Miguel Ángel fue identificado por una enfermera de La Morgue, a donde había sido enviado como un muerto anónimo, si en verdad había una fotocopia del DNI en su bolsillo? ¿No registró su cuerpo acaso la policía? ¿Cómo es posible que la fotocopia se hallara en sus bolsillos si este, supuestamente, había abandonado la comisaría de Karlstad tres horas antes de que la remitiera la Policía española? ¿Por qué no tomaron nota de los datos de la persona, Sara Adams, que supuestamente halló su cadáver? ¿Por qué no investigaron la posibilidad de que hubiera sido asesinado a pesar de que su cuerpo presentaba señales de golpes?

¿Por qué determinaron que mi hermano se suicidó lanzándose de un ferry sin comprobar tan siquiera si figuraba en el pasaje de los barcos que cubrían el trayecto? ¿Por qué se vulneraron todos los protocolos de actuación forense hasta el punto de que ni siquiera se tomaron fotografías de la víctima? ¿Por qué la forense decidió que mi hermano se había ahogado si en sus pulmones no había evidencias de encharcamiento pulmonar? ¿Por qué no evaluaron otros elementos como la presencia de hongos para determinar el tiempo que había permanecido en el agua? ¿Por qué Pettersson dio por cerrado el caso en octubre de 2005 si el dictamen de la autopsia está datado en febrero de 2006? ¿No necesitaba ni siquiera conocer los resultados del examen médico forense? ¿No resulta cuando menos singular que tanto el nombre de Pettersson como el de un segundo policía aparezcan a menudo junto a los registros de otros muertos sin identificar? ¿Por qué toda esta apabullante cantidad de irregularidades y muchas más no han servido para que se reabra la investigación? ¿Por qué la Prensa sueca presta tanta atención a las historias de tráfico de órganos que acontecen en Egipto, Palestina o la India y ha ignorado este, pese a que se trata del primer caso documentado en Europa?

Denuncia a un funcionario español
"Cuando sucede en la India es tráfico de órganos. Cuando pasa en Escandinavia, es un cuento de Navidad", concluye Blanca Martínez. A lo dicho habría que añadir los malos tratos dispensados a la vasca, de quienes han tratado de zafarse durante años tanto la policía como las instituciones suecas, mediante mentiras documentadas y desplantes.

"Cuando sucede en la India es tráfico de órganos. Cuando pasa en Escandinavia, es un cuento de Navidad"
Blanca Martínez se dispone ahora también a presentar una denuncia contra el funcionario español que estaba en 2005 al frente de la embajada de Estocolmo, quien, a su juicio, expidió un certificado de defunción incumpliendo de manera flagrante tanto la ley sueca como la española.Catorce años lleva esta vasca trazando círculos por el Negev de la burocracia sueca, una apisonadora desalentadora a la que Julian Assange comparó con los estados más totalitarios. "China del norte" la llamó el fundador de Wikileaks, persuadido, según dijo, de que las postales idealizadas de la Suecia humanitaria y humanista se halla a muchos años luz de la verdadera esencia de un país parcialmente penetrado por el racismo estructural (uno de los partidos con más ascendiente en su Parlamento, Demócratas de Suecia, es de inspiración nazi). Blanca siempre ha insistido en que a su hermano le trataron como a un cubo de basura porque asumieron erroneamente que era un inmigrante sin recursos por quien nadie iba a preocuparse. No vio los documentos.

En un cruce de mensajes con el diario sueco que publicó el primer reportaje amplio sobre el caso, y preguntado acerca de los motivos por los que su influyente periódico omitió los detalles documentados que apuntan a la policía, el editor del Nagens Nyheter, Caspar Opitz, aseguró a Público que habían tratado la historia como suelen hacerlo habitualmente. Es decir, "intentando reunir toda la información posible, valorándola y publicándola. Nada ha sido censurado, ocultado o abordado de un modo diferente a la forma en la que tratamos esta clase de historias. [En su pregunta hace referencia a datos] que no son familiares para nosotros, y obviamente, tiene información de la que carecemos o que no hemos sido capaces de confirmar", indicó el editor. Según la hermana de la víctima, la periodista sueca Evelyn Jones poseía toda la documentación precisa para apuntalar todas las afirmaciones anteriores. "Se le envió más papeles que a ningún otro reportero, y se le explicaron con detalle todas las acusaciones antes enumeradas, apuntalándolas sobre documentos".

https://www.publico.es/sociedad/for...SQCIva92OP_B1PdygtAD19mqgWWYr3-F7PpJvaWbzkxwQ
 
Perdon por reflotar este post tan antiguo pero estoy escuchando en Spotify el podcast llamado el hombre sin corazon que han hecho la hermana y la prima de Miguel Ángel y estoy alucinando de todo lo que está contando.
Lo que ha debido de pasar esta pobre familia, como no se han rendido después de llamar a todas las puertas trescientas mil veces y que aún sean capaces de tomárselo con humor.
Entiendo que se ha exhumado el cadáver pero aún no se los resultados porque no he acabado el podcast y creo que estaban esperando que se emitiese el documental.

Alguien más lo ha escuchado?
 

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