La verdadera vida de Froilán

Leí en otro artículo que el major de Cristina, juan, está de exámenes, ¿Y froilan? ¿No hacen examenes en su universidad? Porque no se ha vuelto ver que vaya a la uni
 
Leí en otro artículo que el major de Cristina, juan, está de exámenes, ¿Y froilan? ¿No hacen examenes en su universidad? Porque no se ha vuelto ver que vaya a la uni
Es una universidad de chichi nabo.
Es americana creo.
Deben darles las preguntas el día antes con las respuestas y ni aún así lo debe sacar.
Dijeron que eran grupos muy reducidos y que se hacían muchos trabajos.
Me gustaría saber que tanto por ciento no acaba los estudios o repite algún curso;)
Aquí también estudia Alba la hija de cordobés y la Vicky.
Si te fijas tiene un tema por aquí donde se publican fotos de su Instagram,y de estudiar poco.
Se pasa el tiempo de viajes y saraos.
Al mismo centro irá su hermana Victoria Marichalar.
 
Maria Cristina de Habsburgo, mujer celosa y vengativa por no haber conseguido el amor de su marido, llegó a paralizar las obras de la construcción de la catedral de la Almudena porque las había impulsado la amada primera esposa, Maria de las Mercedes, donde ésta había querido ser enterrada y donde reposa hoy.[/QUOTE] yo discrepo con esa visión de maría Cristina, apodada doña virtudes por quien no podía encontrar defecto alguno en esta señora excepto ser rigurosa, cumplidora, estricta. Leal y muy germánica. Aguantando estoica los reales cuernos que Le ponía su propio. Era como la doña Sofía en versión secimononica. Su regencia firme lego el trono intacto a su hijo. Y puso de nombre maría de las Mercedes a su Primer hija, como que no es de ser muy rencorosa..
Y yo que pensaba que estabais chismeando de Pippe... Y me encuentro estos apasionantes posts. Gracias mil querida coti.
 
Pues continuemos chafardeando de los Bobones.
Froilan, que en realidad se llama Felipe, en honor del Prepa y del primer Borbon en España. Este Borbon, Felipe V, estaba como un cencerro desde el minuto cero. Entre las muchas cosas que se cuentan, es que cuando murio, no le pudieron despegar la camisa del cuerpo para lavarlo, la tenia literalmente pegada a la piel.
 
Te daría la razón si no fuese porque Alfonso XIII era un Borbón en todo lo peor. No veo a la reina abandonando una hija para criar al hijo de otra como rey, y con una pasión de madre ciega, así lo malcrió como lo hizo, que desde pequeñito obligó a todos a que le rindiesen pleitesía de rey, llamándole "Majestad" o "Señor" y con reverencia, no se le podía contradecir en nada, en fin, un horror de educación, así salió como rey y como hombre, siempre actuando a su capricho hasta en lo más serio.

Como ejemplo de la educación de niño está una anécdota de la infanta Eulalia (por cierto, malcasada con el hijo de Luisa Fernanda y Montpesier, del que se separó -con escándalo de la puritana Corte de la Regente - tras tener dos hijos):

Estaba la infanta Eulalia sentada a la mesa con su cuñada, la Reina Regente, su hermana mayor, Isabel la Chata, viuda sin hijos entregada a su sobrino como si fuese el Mesias, las pequeñas infantas, Maria Mercedes, princesa de Asturias, y Maria Teresa y, en lugar presidencial, el Rey, un mocoso de unos seis o siete años.

Eulalia rechazó unas alcachofas cuando se las ofreció el sirviente y entonces le suelta el Reyecito: ¡Tía, tienes que comerte las alcachofas!. Eulalia se quedó atónita, negándose e intenta dejar claro al mocoso que tiene que tener respeto por los mayores, pero la infanta Isabel le replica enfadada: "¡Eulalia, tienes que respetar los deseos del Rey!", Eulalia se niega, y se monta una discusión sobre la falta de respeto y educación del niño, pues éso es lo que era sobre todo hasta que fuese mayor de edad. Hasta a la Reina, culpable en el fondo de todo, sintió que a Eulalia no le faltaba razón y le dijo que tenía derecho a comer y pedir lo que quisiese, éso sin,, sin amonestar al reyecito. Increible pero cierto.

La reina Victoria Eugenia, que acabó conociendo muy bien a la familia de su marido y los antecedentes familiares, siempre explicó la conducta egoísta de su marido tanto en su educación como en su sangre Borbón. Cuando Sofía se quejó ante la anciana por la conducta frívola de su marido - aun no le había pillado in fraganti -, Victoria Eugenia solo le dijo: "Querida, te has casado con un Borbón, son así, incorregibles."

Te amplío un poquito la historia de Eulalia....que para mí era muy guapa.



Eulalia de Borbón, la primera infanta en separarse y poner los cuernos
Eulalia pagó con la misma moneda al infiel de su marido, Antonio de Orleans.
Manuel Román
2018-06-10
5
Eulalia pagó con la misma moneda al infiel de su marido, Antonio de Orleans. Eulalia de Borbón | Archivo
Más de un cronista suele incurrir, al referirse a la Infanta doña Elena, primogénita de don Juan Carlos y doña Sofía, que ha sido hasta la fecha la primera y la única de la dinastía borbónica en separarse de su esposo, Jaime de Marichalar, tras un desdichado matrimonio como todos los españoles conocen. Pero, no, no fue quien entre los Borbones inició esa senda, sino una tía tatarabuela suya que, aunque ahora no sea recordada, salvo por los historiadores, llegado el caso, fue una mujer extraordinaria, que marcó una línea de comportamiento inusual en un personaje de regio linaje. Nos estamos refiriendo a la Infanta doña Eulalia de Borbón, hija menor de la Reina Isabel II y hermana por tanto de Alfonso XII.


Nació doña Eulalia en el Palacio de Oriente el 12 de febrero de 1864. Supuesta y oficialmente como una descendiente más del Rey Francisco de Asís, más conocido como "Paquita": pueden suponerse las razones. Era manifiestamente homosexual, convivía sin decoro alguno ni importarle el escándalo con su "marido", en tanto su esposa, la Reina tenía amores con varios generales, ministros y algunos otros personajes de la Corte que atraían su atención, llevada, por un irrefrenable deseo sexual, lo que se conoce como "furor uterino". De aquellas relaciones extra matrimoniales, habida cuenta de que como titulan algunos espectáculos frívolos su esposo "no funcionaba" ni cumplía sus débitos maritales, la Reina tuvo varios hijos de distintos progenitores. En ciertos casos podía colegirse, dadas las fechas de los partos, la identidad del padre de la criatura; no en todos. Sobre quién era el de doña Eulalia hay razonables dudas, manejando investigadores como José María Zavala que pudo ser, quizás, un secretario de la Soberana, llamado Miguel Tenorio.

Con veintidós años doña Eulalia de Borbón se casó a la fuerza con un primo suyo, Antonio de Orleans y Borbón, hijo de los Duques de Montpensier. La razón por la que contrajo tal matrimonio sin ella sentir nada especial al desposarse con aquel pariente no fue otra que una promesa que le hizo a su hermano, el Rey Alfonso XII, cuando éste se encontraba en vísperas de su muerte. Cumplió la palabra, de lo que se arrepentiría toda su vida. Porque el primo en cuestión, pareció no ser tal "primo", al dilapidar toda la fortuna de su mujer. Aun despreciándolo, doña Eulalia tuvo con él tres hijos, dos varones y una hembra, que nació muerta.
reina-hijas-eulalia.jpgLa reina y sus hijas con Eulalia a la derecha, de Antonio Fernández Soriano | Archivo

Como aquel Antonio de Orleans, duque de Galliera, la engañara un día sí… y otro, también, llegado el momento en el que la Infanta comprendió que su vida iba a ser un calvario, con el impulso con el que se manifestaba, la vitalidad de su carácter y la creencia de que la mujer no tenía por qué aguantar comportamiento infiel de su marido, le pagó con la misma moneda, buscándose cuantos amantes fueron de su agrado.

Al fin y al cabo era consciente de quién descendía, de los amoríos de su madre, y no iba a quedarse en su palacete todo el día esperando que llegara el duque oliendo a perfume femenino cuando no a alcohol y con halitosis. De esos amantes, el más constante fue un conde italiano, el aviador Gustavo Brunetta, y un vividor, el también conde, Jorge Jametel, francés, que venía a ser un caradura como Antonio de Orleans. Pero la Infanta se lo pasaba bien, carecía de escrúpulos morales dadas sus circunstancias y no parecía importarle el escándalo que su presencia causaba en la Corte. La calle estaba al corriente de su infortunio como esposa y de sus correrías fuera del hogar. Entre los nidos de amor que se le conocían estaba un palacete sito en la población abulense de Navas del Marqués, provincia que frecuentaba sobre todo en vacaciones, huyendo de la solanera de los Madriles.

Era doña Eulalia una dama de extraordinaria cultura, que hablaba varias lenguas europeas y viajaba constantemente más por su ánimo de conocer paisajes y gentes distintas y aprender de ello, que de disfrutar simplemente. Trataba con los monarcas entonces reinantes, finales del siglo XIX, con la aristocracia más conocida, desde Napoleón III a Eugenia de Montijo, sintiéndose muy complacida al conversar con intelectuales de la talla de Anatole France y D´Annunzio, escritores de los que era devota lectora. Con esos mimbres ya podía ser comparada con otras descendientes de Reyes, que no la alcanzaban en saberes. Escribió su primer libro, "Au fil de la vie", considerado inmoral y escandaloso en España, por lo que su sobrino, Alfonso XIII prohibió su distribución en nuestro país. ¿Y qué era lo que escandalizaba presuntamente aquel volumen de la Infanta? Significada como feminista, lo que en aquella época resultaba, por lo menos entre nosotros, un peligro, escribía sobre las costumbres que imperaban en otros países, en tanto objetaba el retraso cultural, de pensamiento, que presidía la vida española. Hacía hincapié en los derechos de la mujer y en concreto que no tenía por qué estar sujeta a los designios del marido, infravalorada, humillada y sin ocasión de valerse por sí misma, trabajando. Si a estas alturas del tiempo, las feministas vienen reclamando buena parte todavía de sus derechos, figúrense lo que suponía aquel libro de doña Eulalia de Borbón. Que continuó publicando otros, uno de ellos, el de sus memorias.


Tuvo en alguna época doña Eulalia dificultades para vivir en España: desde la prohibición que por un tiempo dictó el Rey contra ella, amén de otras de carácter económico. Apenas si tenía dinero suficiente para vivir con modestia en su apartamento parisino. En Madrid, cuando pudo volver, aunque entre los monárquicos se la tildara de "oveja negra de la familia" y de "Infanta republicana", pudo recobrar dignamente su nombre y hasta el general Franco, Jefe del Estado, la visitó en su residencia, ayudándola al menos al proporcionarle un automóvil con chófer "de por vida". Y eso que en sus escritos o correspondencia epistolar nunca mostró simpatías por el autollamado Generalísimo, en la creencia de que su sobrino-nieto, don Juan, Conde de Barcelona, era el destinado a ocupar el Trono de España. Las visitas que de vez en cuando le hacía don Juanito, hijo del anterior y luego proclamado como don Juan Carlos I, le producían gran satisfacción, el reencuentro con sus raíces dinásticas.


Luchadora siempre por la independencia femenina, sencilla en el fondo de su complicada personalidad, a pesar de su controvertida existencia amorosa, vivió la última etapa de su vida pendiente de sus hijos, aunque uno de ellos, Luis Fernando (no así el otro, Alfonso) le proporcionó serios disgustos por sus depravados pasos, injustificables en quien descendía de una familia regia. Buscó un lugar para reposar de su activo pasado, ya sin ganas de viajar tanto, hallándolo en San Sebastián, donde encontró una villa en el Monte Igueldo, desde donde se contemplan unas maravillosas vistas de la Bella Easo, que quien esto escribe echa de menos de los tiempos en los que informaba del festival cinematográfico donostiarra. Luego, doña Eulalia marchó a la cercana ciudad de Irún, donde también disfrutó de otra tranquila vivienda. Allí le llegó la muerte el 8 de marzo de 1958.


 
Te amplío un poquito la historia de Eulalia....que para mí era muy guapa.



Eulalia de Borbón, la primera infanta en separarse y poner los cuernos
Eulalia pagó con la misma moneda al infiel de su marido, Antonio de Orleans.
Manuel Román
2018-06-10
5
Eulalia pagó con la misma moneda al infiel de su marido, Antonio de Orleans. Eulalia de Borbón | Archivo
Más de un cronista suele incurrir, al referirse a la Infanta doña Elena, primogénita de don Juan Carlos y doña Sofía, que ha sido hasta la fecha la primera y la única de la dinastía borbónica en separarse de su esposo, Jaime de Marichalar, tras un desdichado matrimonio como todos los españoles conocen. Pero, no, no fue quien entre los Borbones inició esa senda, sino una tía tatarabuela suya que, aunque ahora no sea recordada, salvo por los historiadores, llegado el caso, fue una mujer extraordinaria, que marcó una línea de comportamiento inusual en un personaje de regio linaje. Nos estamos refiriendo a la Infanta doña Eulalia de Borbón, hija menor de la Reina Isabel II y hermana por tanto de Alfonso XII.


Nació doña Eulalia en el Palacio de Oriente el 12 de febrero de 1864. Supuesta y oficialmente como una descendiente más del Rey Francisco de Asís, más conocido como "Paquita": pueden suponerse las razones. Era manifiestamente homosexual, convivía sin decoro alguno ni importarle el escándalo con su "marido", en tanto su esposa, la Reina tenía amores con varios generales, ministros y algunos otros personajes de la Corte que atraían su atención, llevada, por un irrefrenable deseo sexual, lo que se conoce como "furor uterino". De aquellas relaciones extra matrimoniales, habida cuenta de que como titulan algunos espectáculos frívolos su esposo "no funcionaba" ni cumplía sus débitos maritales, la Reina tuvo varios hijos de distintos progenitores. En ciertos casos podía colegirse, dadas las fechas de los partos, la identidad del padre de la criatura; no en todos. Sobre quién era el de doña Eulalia hay razonables dudas, manejando investigadores como José María Zavala que pudo ser, quizás, un secretario de la Soberana, llamado Miguel Tenorio.

Con veintidós años doña Eulalia de Borbón se casó a la fuerza con un primo suyo, Antonio de Orleans y Borbón, hijo de los Duques de Montpensier. La razón por la que contrajo tal matrimonio sin ella sentir nada especial al desposarse con aquel pariente no fue otra que una promesa que le hizo a su hermano, el Rey Alfonso XII, cuando éste se encontraba en vísperas de su muerte. Cumplió la palabra, de lo que se arrepentiría toda su vida. Porque el primo en cuestión, pareció no ser tal "primo", al dilapidar toda la fortuna de su mujer. Aun despreciándolo, doña Eulalia tuvo con él tres hijos, dos varones y una hembra, que nació muerta.
reina-hijas-eulalia.jpgLa reina y sus hijas con Eulalia a la derecha, de Antonio Fernández Soriano | Archivo

Como aquel Antonio de Orleans, duque de Galliera, la engañara un día sí… y otro, también, llegado el momento en el que la Infanta comprendió que su vida iba a ser un calvario, con el impulso con el que se manifestaba, la vitalidad de su carácter y la creencia de que la mujer no tenía por qué aguantar comportamiento infiel de su marido, le pagó con la misma moneda, buscándose cuantos amantes fueron de su agrado.

Al fin y al cabo era consciente de quién descendía, de los amoríos de su madre, y no iba a quedarse en su palacete todo el día esperando que llegara el duque oliendo a perfume femenino cuando no a alcohol y con halitosis. De esos amantes, el más constante fue un conde italiano, el aviador Gustavo Brunetta, y un vividor, el también conde, Jorge Jametel, francés, que venía a ser un caradura como Antonio de Orleans. Pero la Infanta se lo pasaba bien, carecía de escrúpulos morales dadas sus circunstancias y no parecía importarle el escándalo que su presencia causaba en la Corte. La calle estaba al corriente de su infortunio como esposa y de sus correrías fuera del hogar. Entre los nidos de amor que se le conocían estaba un palacete sito en la población abulense de Navas del Marqués, provincia que frecuentaba sobre todo en vacaciones, huyendo de la solanera de los Madriles.

Era doña Eulalia una dama de extraordinaria cultura, que hablaba varias lenguas europeas y viajaba constantemente más por su ánimo de conocer paisajes y gentes distintas y aprender de ello, que de disfrutar simplemente. Trataba con los monarcas entonces reinantes, finales del siglo XIX, con la aristocracia más conocida, desde Napoleón III a Eugenia de Montijo, sintiéndose muy complacida al conversar con intelectuales de la talla de Anatole France y D´Annunzio, escritores de los que era devota lectora. Con esos mimbres ya podía ser comparada con otras descendientes de Reyes, que no la alcanzaban en saberes. Escribió su primer libro, "Au fil de la vie", considerado inmoral y escandaloso en España, por lo que su sobrino, Alfonso XIII prohibió su distribución en nuestro país. ¿Y qué era lo que escandalizaba presuntamente aquel volumen de la Infanta? Significada como feminista, lo que en aquella época resultaba, por lo menos entre nosotros, un peligro, escribía sobre las costumbres que imperaban en otros países, en tanto objetaba el retraso cultural, de pensamiento, que presidía la vida española. Hacía hincapié en los derechos de la mujer y en concreto que no tenía por qué estar sujeta a los designios del marido, infravalorada, humillada y sin ocasión de valerse por sí misma, trabajando. Si a estas alturas del tiempo, las feministas vienen reclamando buena parte todavía de sus derechos, figúrense lo que suponía aquel libro de doña Eulalia de Borbón. Que continuó publicando otros, uno de ellos, el de sus memorias.


Tuvo en alguna época doña Eulalia dificultades para vivir en España: desde la prohibición que por un tiempo dictó el Rey contra ella, amén de otras de carácter económico. Apenas si tenía dinero suficiente para vivir con modestia en su apartamento parisino. En Madrid, cuando pudo volver, aunque entre los monárquicos se la tildara de "oveja negra de la familia" y de "Infanta republicana", pudo recobrar dignamente su nombre y hasta el general Franco, Jefe del Estado, la visitó en su residencia, ayudándola al menos al proporcionarle un automóvil con chófer "de por vida". Y eso que en sus escritos o correspondencia epistolar nunca mostró simpatías por el autollamado Generalísimo, en la creencia de que su sobrino-nieto, don Juan, Conde de Barcelona, era el destinado a ocupar el Trono de España. Las visitas que de vez en cuando le hacía don Juanito, hijo del anterior y luego proclamado como don Juan Carlos I, le producían gran satisfacción, el reencuentro con sus raíces dinásticas.


Luchadora siempre por la independencia femenina, sencilla en el fondo de su complicada personalidad, a pesar de su controvertida existencia amorosa, vivió la última etapa de su vida pendiente de sus hijos, aunque uno de ellos, Luis Fernando (no así el otro, Alfonso) le proporcionó serios disgustos por sus depravados pasos, injustificables en quien descendía de una familia regia. Buscó un lugar para reposar de su activo pasado, ya sin ganas de viajar tanto, hallándolo en San Sebastián, donde encontró una villa en el Monte Igueldo, desde donde se contemplan unas maravillosas vistas de la Bella Easo, que quien esto escribe echa de menos de los tiempos en los que informaba del festival cinematográfico donostiarra. Luego, doña Eulalia marchó a la cercana ciudad de Irún, donde también disfrutó de otra tranquila vivienda. Allí le llegó la muerte el 8 de marzo de 1958.



Es la única Borbón que me inspira respeto y hasta admiración. Era tal su compromiso en favor de los derechos de la mujer, de las libertades democráticas y la modernización de España, que el gobierno republicano la exceptuo del decreto de prohibición de estancia de los Borbones en España, aunque ella optó por marcharse por solidaridad con una familia que no la entendía.

Tampoco es que fuese una revolucionaria sino una modernizadora. Consideraba que para salvar la Corona, su sobrino Rey tendría que haber reformado la Constitución o promulgar una nueva al estilo ingles, con el rey como cabeza honorífica del Estado, sin poder político sino moderador e instituciones democraticas... Y pedía voto y educación para la mujer, algo básico para cualquier persona con visión de futuro.

Es cierto que la vida extramarital de Eulalia era muy comprendida y apoyada por gran parte del pueblo, sabedor de que la habían obligado a casarse con ese primo - hermano de la difunta Reina Mercedes- libertino y adúltero. No se toleraba el adulterio de la mujer en general, y menos en las que fingían honra y virtud, pero las ideas prorepublicanas y democráticas de Eulalia inspiraban una profunda simpatía hacia la oveja negra de su ultraconservadora familia.

El hijo menor sí que fue moralmente escandaloso, viviendo de mujeres y malgastando sus fortunas.

Sin embargo, Eulalia siempre sintió amor hacia su familia y era feliz teniendo relación con los más jovenes, como Juanito y Alfonso cuando vivían cerca de Irún, en San Sebastián. Escogió Irún para vivir sus últimos años para estar pisando suelo español pero tener Francia y sus aires de libertad a un paso.
 
Lo que nunca se dice del "depravado" Luis Fernando es que, durante la Segunda Guerra Mundial, salvó a muchos judíos de las garras nazis, incluso llevaba una estrella amarilla en la ropa para solidarizarse con ellos, y fue miembro de la Resistencia francesa.

De eso nadie se acuerda...

Saludos!
 
Me "llevan los demonios" cuando leo eso del "furor uterino" de Isabel II.
Comprendo que en su época, todo deseo sexual de una mujer estuviera mal visto y se considerara histérica, ninfómana (otro apelativo muy mal usado), etc. a toda mujer que tuviera más de una pareja. Pero que en artículos de hoy en día siga apareciendo igual... Anda que no hay cosas que achacarle a la Isabelona, pero todos se quedan en su "furor uterino"... En fin.
 
Muy interesante la vida del hijo de Eulalia de Borbón, Luis Fernando , gay, el cual, no se cortaba ni con tijeras, en aquella época,

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