Las hermanas de Isabel
Publicado por Ángel Antonio Herrera el may 15, 2016
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Se diría, por abreviar, que Isabel Presyler tiene muchos días de la madre, durante el año, porque enseguida sale alguna de sus hijas de escaparate, Ana Boyer, Chabeli, o Tamara Falcó, y nos acordamos de Isabel, que es como la hermana mayor de todas, sólo que con túnica de elegancia y mejor biografía. Se diría que estamos hablando de Isabel y sus hermanas, más que sus hijas, un renuevo primaveral de chicas noticia, en la cosa de la cosa. Chabeli lleva rato en el empleo, y las otras van en auge. Ana es novísima. Parece novia de tenista, y lo es. De Tamara lo importante es que habla. A Tamara, un día, la adornaron con un premio porque la muchacha es muy glamurosa. Como su madre, Isabel Preysler, sólo que un poco menos, si atendemos a las razones de Tamara, que no suele derrochar razones, sino risitas. La insólita noticia, la única noticia incluso, aquel día, no fue el galardón, sino que la chica rompió a hablar, insisto. Tamara parece medio extranjera. O extranjera entera. Cuesta saber si pronuncia tan raramente porque se empeña en enseñar los dientes de anuncio o porque, en el fondo, no tiene nada que decir. A Chabeli la entendemos más, pero también lo suele poner todo perdido de risitas. De Chabeli no se conoce empleo, pero ella se ocupa de vez en cuando como portada, que es el oficio de los que no tienen oficio. Ha logrado el virtuosismo de parecer casi mayor que su madre, esa imbatible. Ha logrado el raro virtuosismo de hablar español sin que nos enteremos de nada. Podríamos arriesgar que Ana, y Tamara, son ya el relevo de Isabel Preysler, pero si nos ponemos serios, relevo, lo que se dice relevo, no hay, porque a la Preysler no hay quien la retire del podio. Eso, y que tiene por hábito el posado con hijas, que la cosa tiene así un oro de caché, para una, y para las otras. No se relevan, sino que se agolpan, para el encuadre. De modo que tardará aún un rato el relevo definitivo, pero de momento hay ya una alternativa cumplida, alternativa que Ana y Tamara explotan a su manera, la primera en plan silencioso, y la segunda hablando tanto que nunca sabemos si es inglesa de Hawai. Tamara mola más si la dejas improvisar, con lo que se equivoca mucho, y ahí está su hallazgo. He coincidido con ella en la tele. Está siempre contenta, porque sí, y se hace mucho lío al hablar, con lo que no sabemos si necesita un logopeda, un traductor simultáneo o bien un programa de muchas más horas. Mientras ella funcionó de teledebutante, con programa propio, como Paris Hilton, Chabeli cumplía cuarenta y muchos tacos de señora de su casa en Miami. Tuvo bordería, pero se ha hecho mayor. Entre Tamara y ella, queda Ana, Ana Boyer, que ha estudiado, y ha hecho unas prácticas en un despacho de abogados. Pero sin abandonar su máster en posados. Tiene lámina. Tajo.
Publicado por Ángel Antonio Herrera el may 15, 2016
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Se diría, por abreviar, que Isabel Presyler tiene muchos días de la madre, durante el año, porque enseguida sale alguna de sus hijas de escaparate, Ana Boyer, Chabeli, o Tamara Falcó, y nos acordamos de Isabel, que es como la hermana mayor de todas, sólo que con túnica de elegancia y mejor biografía. Se diría que estamos hablando de Isabel y sus hermanas, más que sus hijas, un renuevo primaveral de chicas noticia, en la cosa de la cosa. Chabeli lleva rato en el empleo, y las otras van en auge. Ana es novísima. Parece novia de tenista, y lo es. De Tamara lo importante es que habla. A Tamara, un día, la adornaron con un premio porque la muchacha es muy glamurosa. Como su madre, Isabel Preysler, sólo que un poco menos, si atendemos a las razones de Tamara, que no suele derrochar razones, sino risitas. La insólita noticia, la única noticia incluso, aquel día, no fue el galardón, sino que la chica rompió a hablar, insisto. Tamara parece medio extranjera. O extranjera entera. Cuesta saber si pronuncia tan raramente porque se empeña en enseñar los dientes de anuncio o porque, en el fondo, no tiene nada que decir. A Chabeli la entendemos más, pero también lo suele poner todo perdido de risitas. De Chabeli no se conoce empleo, pero ella se ocupa de vez en cuando como portada, que es el oficio de los que no tienen oficio. Ha logrado el virtuosismo de parecer casi mayor que su madre, esa imbatible. Ha logrado el raro virtuosismo de hablar español sin que nos enteremos de nada. Podríamos arriesgar que Ana, y Tamara, son ya el relevo de Isabel Preysler, pero si nos ponemos serios, relevo, lo que se dice relevo, no hay, porque a la Preysler no hay quien la retire del podio. Eso, y que tiene por hábito el posado con hijas, que la cosa tiene así un oro de caché, para una, y para las otras. No se relevan, sino que se agolpan, para el encuadre. De modo que tardará aún un rato el relevo definitivo, pero de momento hay ya una alternativa cumplida, alternativa que Ana y Tamara explotan a su manera, la primera en plan silencioso, y la segunda hablando tanto que nunca sabemos si es inglesa de Hawai. Tamara mola más si la dejas improvisar, con lo que se equivoca mucho, y ahí está su hallazgo. He coincidido con ella en la tele. Está siempre contenta, porque sí, y se hace mucho lío al hablar, con lo que no sabemos si necesita un logopeda, un traductor simultáneo o bien un programa de muchas más horas. Mientras ella funcionó de teledebutante, con programa propio, como Paris Hilton, Chabeli cumplía cuarenta y muchos tacos de señora de su casa en Miami. Tuvo bordería, pero se ha hecho mayor. Entre Tamara y ella, queda Ana, Ana Boyer, que ha estudiado, y ha hecho unas prácticas en un despacho de abogados. Pero sin abandonar su máster en posados. Tiene lámina. Tajo.