Gatos

La gata vegana
Publicado por Juan Mª Vázquez Rojas
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Foto: DP.
Gloria Fuertes marcó, nos marcó la infancia a millones de personas. Y como todos saben, fue una especialista en gatos. El gato Pirracas y la gata Timotea, él de los tejados y ella de las azoteas; la gata Chundurata, que no había modo alguno de que se durmiera; o el famoso gato Garabato, ese gato astronauta que echaba de menos que no hubiera colinas en la Luna.

Del mismo modo, y aunque parezca una obviedad de esas que tanto le gustaban a la poeta de los niños, el perro ladra, la vaca muge, el burro rebuzna y el gato… maúlla.

Y esto no es todo. Podríamos continuar: el cerdo es omnívoro, la vaca es herbívora y el gato… carnívoro.

Llegados aquí y agradeciendo al lector que me haya permitido esta licencia para iniciar el texto, la condición fisiológica por la cual los animales se alimentan está directamente vinculada a su condición genética. Además de ser lo que comemos y que los alimentos sean capaces de modular la expresión génica de quienes los ingieren, e incluso dejar una huella para las siguientes generaciones, los genes también determinan qué debemos comer. Si carne, vegetales, frutas, insectos, un poco de todo… En el mundo animal casi todo está determinado. Sabemos que un león es un carnívoro estricto y que una jirafa es una herbívora estricta. Y lo condicionan sus genes, que permiten que, por ejemplo, se pueda digerir, o no, la celulosa.

Lo mismo ocurre con los animales domésticos. Un cerdo, como buen omnívoro, puede comer casi de todo; el perro es un carnívoro no estricto por lo que, además de carne, come otros tipos de alimentos. Y, frente a estos, el gato, como buen felino, es un carnívoro estricto. ¿Qué quiere decir? Pues que su dieta se basa fundamentalmente en el consumo de carne. ¿Significa esto que moriría si come eventualmente otro tipo de alimento? No. Puede consumir en alguna ocasión otro tipo de alimento, pero la base de la dieta debe estar constituida principalmente por carne. La carne le aporta los nutrientes necesarios para su vida, y otro tipo de alimentos no se lo pueden aportar: taurina, vitamina A o ácido araquidónico.

Que la necesidad dietética sea de un tipo u otro responde a la propia naturaleza fisiológica de cada especie, consecuencia de su adaptación durante miles de años. Al tipo de dientes o al movimiento mandibular; a la presencia o ausencia de determinadas enzimas digestivas; a la longitud y característica del aparato digestivo. Los gatos, por ejemplo, no han tenido la adaptación hacia la biología carnívora-omnivora que han tenido los perros tras treinta mil años de domesticación. Ni genética, ni bioquímica ni de comportamiento. Y por esto continúan siendo carnívoros estrictos.

Dicho esto, pasamos a ciertas tendencias nutricionales aparecidas en nuestro globalizado mundo fruto, en numerosas ocasiones, del estado del bienestar que nos ha traído a Occidente una oferta en cantidad y calidad de alimentos como no había ocurrido antes en la humanidad. Ahora podemos elegir. Entre ellas, la alimentación vegana. Una alimentación en la que se suprime cualquier producto de origen animal y que no solo responde a una tendencia dietética, sino que en numerosas ocasiones va unida a cuestiones de índole ética, en defensa de los animales, o incluso de índole medioambiental.

Lejos de mi intención adentrarme en el complejo debate vegano en el que algunos humanos, omnívoros, han decidido consumir solo alimentos de origen vegetal, sí me gustaría ahondar en las extensiones que este hábito alimenticio está propiciando. Porque como consecuencia de estas nuevas tendencias dietéticas algunos veganos, propietarios de mascotas, pretenden que sus mascotas se adapten al mismo modelo dietético que ellos. Y de aquí surgen los gatos veganos, olvidando la propia naturaleza fisiológica de estos felinos.

Comencemos por el principio. En estado salvaje no existen gatos veganos. No hay. En la naturaleza es imposible encontrar ejemplo alguno de gatos que se alimenten exclusivamente de vegetales. Y esto es consecuencia de la configuración fisiológica con la que los procesos evolutivos nos han ido diferenciando en la capacidad de digerir los alimentos para transformarlos en compuestos biodisponibles, asimilables. Los gatos tienen un tracto intestinal muy corto, y esto está relacionado con la capacidad y los patrones de fermentación, la digestión de los alimentos o la asimilación de nutrientes. O no disponen de determinadas enzimas necesarias para la producción de metabolitos esenciales. Por eso los gatos, como carnívoros, requieren obligatoriamente que se les aporte directamente a través de la ingesta algunos nutrientes que se encuentran en la carne, como la taurina, la vitamina A o el ácido araquidónico. El modelo dietético que necesita cada especie es el resultado de miles y miles de años de adaptación.

A pesar de que no existe evidencia científica alguna que corrobore que una dieta vegana sea suficiente para los gatos, sino todo lo contrario, cada vez son más numerosos los gatos veganos en nuestra sociedad. Gatos veganos de dueños veganos. Y si el gato caza ratones, no hay problema. Pero si no, mis colegas veterinarios están empezando a encontrar patologías de origen nutricional en estos felinos ya que los gatos necesitan comer carne; en caso contrario hay un déficit de nutrientes y enferman. Alteraciones dérmicas, oftálmicas, cardíacas, metabólicas o reproductivas no esperadas en gatos domésticos bien alimentados.

¿A alguien se le ocurriría darle de comer un entrecot a un caballo aunque su dueño sea carnívoro? ¿Darle un tataki de atún, por muy bueno que sea, a una oveja cuyo dueño solo coma pescado? No solo no tiene sentido sino que podemos abocarlos a la muerte. No hagamos veganos a los animales que no lo pueden ser, a pesar de que los suplementos dietéticos que en ocasiones se aportan puedan amortiguar la deficiencias nutricionales de una dieta.

Ahora que cada vez comprendemos más la nutrigenómica sabemos que alterar el modo de alimentación no solo condiciona a los propios animales y su salud, sino que puede condicionar a las siguientes generaciones si es que las alteraciones reproductivas provocadas por trastornos en la alimentación permiten su reproducción. Son los metabolitos derivados de la dieta, o su ausencia, los responsables de cambios epigenéticos que modulan la expresión génica y dejarán su huella para futuras generaciones. Y son numerosos los hallazgos científicos en este sentido.

Así que finalizo adaptando la famosa sonatina de Rubén Darío: «La gata vegana está triste. ¿Qué tendrá la gata vegana? Que ha perdido la risa, que ha perdido el color…».

Ante esta pregunta la respuesta es evidente. Suerte tiene si no ha enfermado. Lo vegano no está hecho para los gatos. Así que, si me permiten una recomendación, les planteo una solución sencilla: pongan un herbívoro o un omnívoro en la vida de un vegano. Será mas apropiado y, seguro, su nueva mascota se lo agradecerá.

Referencias:

Dodd, Sarah A. S.; Cave, Nick J.; Adolphe, Jennifer L (2019). Plant-based (vegan) diets for pets: A survey of pet owner attitudes and feeding practices. PLOS ONE 14(1) e0210806.

Fox, MW (2005). More on vegetarian/vegan cat foods. Javma-Journal of the American Veterinary Medical Association 226 (7): 1047-1047.

Kanakubo, K.; Fascetti, A. J.; Larsen, J. A. (2017). Determination of mammalian deoxyribonucleic acid (DNA) in commercial vegetarian and vegan diets for dogs and cats. Journal of Animal Physiology and Animal Nutrition 101 (1): 70-74

Knight, Andrew; Leitsberger, Madelaine (2016). Vegetarian versus Meat-Based Diets for Companion Animals. Animals 6 (9): 57

Rothgerber, Hank (2014). Carnivorous Cats, Vegetarian Dogs, and the Resolution of the Vegetarian’s Dilemma. Anthrozoos 27 (4): 485-498

Wolf, Petra; Ewering, Cornelia; Rade, Claudia (2018). Classical and modern feeding trends in cats and dogs – Background knowledge for veterinary dietary consulting. Kleintierpraxis 63 (9): 525-538.

https://www.jotdown.es/2019/04/la-gata-vegana/
 
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