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Espacios para respirar: los jardines del palacio de Fredensborg en Dinamarca
Una zona de caza, un huerto o una rosaleda componen los versallescos jardines de la residencia de verano de la familiar real danesa, donde celebraron su boda Mary y Federico, y se encierra la trágica historia de un escultor arruinado.
POR Ana Arjona
13 DE ABRIL DE 2020
Dinamarca es famosa por sus impresionantes palacios, repartidos por todo el país. Junto a ellos, y no menos importantes, también deslumbran sus jardines. Vergeles históricos cargados de anécdotas de las familias reales que los habitaron. Entre ellos el más antiguo y extenso del territorio danés es el del Palacio de Fredensborg, construidos por el rey Federico V de Dinamarca en el siglo XVIII.
El palacio de Fredensborg es un bonito edificio de estilo barroco pensado para el disfrute y recreo de la familia real de Dinamarca, ubicado junto al lago Esrum. El rey Federico IV lo utilizaba como alojamiento durante la temporada de caza a principios del siglo XVIII. Se dice que generaciones posteriores, incluso realizaban esta práctica desde las ventas del palacio, pues habían desarrollado los bosques colindantes para aumentar el tránsito de animales por los alrededores. Posteriormente, el rey Christian V, creó una red de caminos para acceder a los puntos calientes de caza directamente desde palacio. Una calculada estrategia que a día de hoy ha reconido la UNESCO como paisaje de caza.
Fredensborg se puede traducir como “castillo de la paz”, no sólo por ser un lugar de recreo y disfrute de la realeza, sino también por ser el lugar donde se firmó el acuerdo de paz de la Gran Guerra del Norte. El castillo estuvo prácticamente abandonado durante casi un siglo hasta que lo recuperó el rey Christian IX y la reina Luisa. Estos monarcas adoraban hacer fiestas estivales y celebraciones de cumpleaños para sus hijos, entre ellos, el príncipe Jorge I de Grecia, bisabuelo de nuestra reina hemérita Sofía.Actualmente, el espacio es propiedad de la reina Margarita II.
La princesa Margarita II paseando por los jardines de Palacio en 1967.
Los jardines principales, nombrados como “Jardines barrocos” (en su original The Baroque Gardes), ocupan 122 hectáreas del terreno. Se construyeron cuando su primer propietario, el rey Federico V, quedó prendado por los jardines de Versalles. Federico V también quería tener unos jardines pomposos donde celebrar fiestas, pasear con su familia y disfrutar del sol. Para ello, contrató a un paisajista francés muy popular, N.H. Jardin, que había estado en contacto con la construcción francesa, para replicar y adaptar a los gustos del danés al terreno.
En su construcción inicial se talaron todos los árboles, para así ofrecer mejores vistas al lago Esrum y a los dominios daneses. Este arduo trabajo lo hicieron los propios soldados del rey, con sus espadas. Según el monarca, “debían enfrentarse a las ramas como si fueran sus peores enemigos, y eliminarlas hasta que les doliesen los brazos”. Cuando acabaron esta tarea, los jardineros y obreros crearon grandes avenidas acompañadas de setos boj a cada lado. Se suprimieron las plantaciones de flores, según el rey, para que los colores de las mismas no entraran en conflicto con los trajes coloridos que utilizase la nobleza y las damas que por allí desfilasen.
El rey se negaba a que un tallo estuviera fuera de su sitio. Durante su reinado, contrató a un equipo de 60 mujeres para que, sentadas en cuclillas en el césped, se asegurasen de que los dientes de león y las malas hierbas no echaran raíces en su querido césped.
El palacio también cuenta con un jardín privado del que actualmente disfruta la familia real danesa y que sólo se puede visitar durante 5 semanas al año, coincidiendo que la reina Margarita no está en la residencia. A diferencia del otro jardín, más equilibrado, éste está plagado de flores y árboles de cítricos, higueras y laureles. A lo largo de la historia, los diferentes miembros de la familia real que por allí pasaron fueron dejando su impronta. La favorita en nuestra época viene dada por la difunta reina Ingrid. La ‘royal’ mandó a crear una cama perenne de estilo británico a mediados del 1930. Hoy, los hijos más pequeños de la familia real danesa disfrutan entre sus flores.
Este espacio también cuenta con un gran huerto que abastece la mesa real con verduras y hortalizas frescas. Gran parte de las flores que se distribuyen por todos los palacios vienen del invernadero ubicado en este jardín privado. El remanso de paz de la realeza también cuenta con un estanque y un bonito puente de madera que dirige el camino hacia el Rose Garden (o jardín de las rosas).
Uno de los elementos más celebrados de este paraíso verde son las estatuas. Todas y cada una de ellas fueron restauradas en el año 2013 para que el paisaje en general luciese como había hecho en el 1800, cuando la nobleza y los cortesanos se entretenían con frívolos juegos de fiesta, obras de teatro, orgías de champán y cópulas clandestinas. La mayor parte de estas piezas de mármol se encuentran en el espacio de Los Monumentos Nacionales y en El Valle de los Nórdicos. En el primero, el rey Federico V quiso demostrarle al mundo su vigorosidad y poder, mandando construir dos estatuas de dos mujeres (representando a Dinamarca y a Noruega) de 20 metros de alto. En el segundo, se exhiben 70 figuras de granjeros y pescadores escandinavos, toda una novedad ya que no se solía rendir culto a los plebeyos en los jardines reales; sólo había espacio para deidades antiguas y esculturas femeninas.
A estas tantas figuras se les suman 67 más, distribuidas por todo el espacio, de animales mitológicos, dioses y diosas antiguos, columnas y obeliscos. El responsable de esta gloriosa muestra fue el escultor Johannes Wiedewel, un genio de su época. Aunque durante su vida gozó de un gran reconocimiento, tuvo un triste final. Según los archivos reales, un barco que el escultor había comprado cargado de mármol para realizar diferentes esculturas para la realeza se hundió en el océano. Se declaró en banca rota y su cuerpo se halló flotando días después en un lago de Copenhague.
BODA DEL PRÍNCIPE HEREDERO FEDERICO Y LA PRINCESA MARY EN FREDENSBORG, EN MAYO DE 2004.
Hoy en día, la reina Margarita II hace uso de él como residencia de verano. También hace pequeñas escapadas durante los meses de primavera y otoño. Además de los retiros de descanso, la reina recibe en este palacio las visitas de estado y, según la tradición, pide a los visitantes que rasquen su nombre con un diamante en una cristalera del palacio.
Como lugar de entretenimiento y disfrute, la reina Margarita II ha dispuesto el edificio y los jardines en múltiples ocasiones para celebrar bodas, aniversarios de boda y cumpleaños –sobre todo el suyo, el próximo día 16 de abril. Dos de las bodas más famosas allí celebradas fueron la del príncipe Ricardo de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, y recientemente, la del príncipe heredero Federico de Dinamarca y la princesa Mary.
Una zona de caza, un huerto o una rosaleda componen los versallescos jardines de la residencia de verano de la familiar real danesa, donde celebraron su boda Mary y Federico, y se encierra la trágica historia de un escultor arruinado.
POR Ana Arjona
13 DE ABRIL DE 2020
Dinamarca es famosa por sus impresionantes palacios, repartidos por todo el país. Junto a ellos, y no menos importantes, también deslumbran sus jardines. Vergeles históricos cargados de anécdotas de las familias reales que los habitaron. Entre ellos el más antiguo y extenso del territorio danés es el del Palacio de Fredensborg, construidos por el rey Federico V de Dinamarca en el siglo XVIII.
El palacio de Fredensborg es un bonito edificio de estilo barroco pensado para el disfrute y recreo de la familia real de Dinamarca, ubicado junto al lago Esrum. El rey Federico IV lo utilizaba como alojamiento durante la temporada de caza a principios del siglo XVIII. Se dice que generaciones posteriores, incluso realizaban esta práctica desde las ventas del palacio, pues habían desarrollado los bosques colindantes para aumentar el tránsito de animales por los alrededores. Posteriormente, el rey Christian V, creó una red de caminos para acceder a los puntos calientes de caza directamente desde palacio. Una calculada estrategia que a día de hoy ha reconido la UNESCO como paisaje de caza.
Fredensborg se puede traducir como “castillo de la paz”, no sólo por ser un lugar de recreo y disfrute de la realeza, sino también por ser el lugar donde se firmó el acuerdo de paz de la Gran Guerra del Norte. El castillo estuvo prácticamente abandonado durante casi un siglo hasta que lo recuperó el rey Christian IX y la reina Luisa. Estos monarcas adoraban hacer fiestas estivales y celebraciones de cumpleaños para sus hijos, entre ellos, el príncipe Jorge I de Grecia, bisabuelo de nuestra reina hemérita Sofía.Actualmente, el espacio es propiedad de la reina Margarita II.
La princesa Margarita II paseando por los jardines de Palacio en 1967.
Los jardines principales, nombrados como “Jardines barrocos” (en su original The Baroque Gardes), ocupan 122 hectáreas del terreno. Se construyeron cuando su primer propietario, el rey Federico V, quedó prendado por los jardines de Versalles. Federico V también quería tener unos jardines pomposos donde celebrar fiestas, pasear con su familia y disfrutar del sol. Para ello, contrató a un paisajista francés muy popular, N.H. Jardin, que había estado en contacto con la construcción francesa, para replicar y adaptar a los gustos del danés al terreno.
En su construcción inicial se talaron todos los árboles, para así ofrecer mejores vistas al lago Esrum y a los dominios daneses. Este arduo trabajo lo hicieron los propios soldados del rey, con sus espadas. Según el monarca, “debían enfrentarse a las ramas como si fueran sus peores enemigos, y eliminarlas hasta que les doliesen los brazos”. Cuando acabaron esta tarea, los jardineros y obreros crearon grandes avenidas acompañadas de setos boj a cada lado. Se suprimieron las plantaciones de flores, según el rey, para que los colores de las mismas no entraran en conflicto con los trajes coloridos que utilizase la nobleza y las damas que por allí desfilasen.
El rey se negaba a que un tallo estuviera fuera de su sitio. Durante su reinado, contrató a un equipo de 60 mujeres para que, sentadas en cuclillas en el césped, se asegurasen de que los dientes de león y las malas hierbas no echaran raíces en su querido césped.
El palacio también cuenta con un jardín privado del que actualmente disfruta la familia real danesa y que sólo se puede visitar durante 5 semanas al año, coincidiendo que la reina Margarita no está en la residencia. A diferencia del otro jardín, más equilibrado, éste está plagado de flores y árboles de cítricos, higueras y laureles. A lo largo de la historia, los diferentes miembros de la familia real que por allí pasaron fueron dejando su impronta. La favorita en nuestra época viene dada por la difunta reina Ingrid. La ‘royal’ mandó a crear una cama perenne de estilo británico a mediados del 1930. Hoy, los hijos más pequeños de la familia real danesa disfrutan entre sus flores.
Este espacio también cuenta con un gran huerto que abastece la mesa real con verduras y hortalizas frescas. Gran parte de las flores que se distribuyen por todos los palacios vienen del invernadero ubicado en este jardín privado. El remanso de paz de la realeza también cuenta con un estanque y un bonito puente de madera que dirige el camino hacia el Rose Garden (o jardín de las rosas).
Uno de los elementos más celebrados de este paraíso verde son las estatuas. Todas y cada una de ellas fueron restauradas en el año 2013 para que el paisaje en general luciese como había hecho en el 1800, cuando la nobleza y los cortesanos se entretenían con frívolos juegos de fiesta, obras de teatro, orgías de champán y cópulas clandestinas. La mayor parte de estas piezas de mármol se encuentran en el espacio de Los Monumentos Nacionales y en El Valle de los Nórdicos. En el primero, el rey Federico V quiso demostrarle al mundo su vigorosidad y poder, mandando construir dos estatuas de dos mujeres (representando a Dinamarca y a Noruega) de 20 metros de alto. En el segundo, se exhiben 70 figuras de granjeros y pescadores escandinavos, toda una novedad ya que no se solía rendir culto a los plebeyos en los jardines reales; sólo había espacio para deidades antiguas y esculturas femeninas.
A estas tantas figuras se les suman 67 más, distribuidas por todo el espacio, de animales mitológicos, dioses y diosas antiguos, columnas y obeliscos. El responsable de esta gloriosa muestra fue el escultor Johannes Wiedewel, un genio de su época. Aunque durante su vida gozó de un gran reconocimiento, tuvo un triste final. Según los archivos reales, un barco que el escultor había comprado cargado de mármol para realizar diferentes esculturas para la realeza se hundió en el océano. Se declaró en banca rota y su cuerpo se halló flotando días después en un lago de Copenhague.
BODA DEL PRÍNCIPE HEREDERO FEDERICO Y LA PRINCESA MARY EN FREDENSBORG, EN MAYO DE 2004.
Hoy en día, la reina Margarita II hace uso de él como residencia de verano. También hace pequeñas escapadas durante los meses de primavera y otoño. Además de los retiros de descanso, la reina recibe en este palacio las visitas de estado y, según la tradición, pide a los visitantes que rasquen su nombre con un diamante en una cristalera del palacio.
Como lugar de entretenimiento y disfrute, la reina Margarita II ha dispuesto el edificio y los jardines en múltiples ocasiones para celebrar bodas, aniversarios de boda y cumpleaños –sobre todo el suyo, el próximo día 16 de abril. Dos de las bodas más famosas allí celebradas fueron la del príncipe Ricardo de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, y recientemente, la del príncipe heredero Federico de Dinamarca y la princesa Mary.
Espacios para respirar: los jardines del palacio de Fredensborg en Dinamarca
Una zona de caza, un huerto o una rosaleda componen los versallescos jardines de la residencia de verano de la familiar real danesa, donde celebraron su boda Mary y Federico, y se encierra la trágica historia de un escultor arruinado.
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