Familia Coquetes/Coquetelandia

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Pris, ayer quería decir recomendaciones para las que tengáis Netflix. Qué me jugó una mala pasada el corrector.
A ver es normal que tenga bajones, como todos cuando los planes se han ido al traste. Con el trozaco de mundo en obras y paralizado. Las empresas auxiliares encargadas de cocina, baños, etc... cerradas... ya ve que para verano no se mudan.
El último libro de Javivi lanzado en el peor momento, y sin la notoriedad que les gustaría dadas las circunstancias...
Colaboraciones y eventos cancelados....
Amos, y que decir, de que lleva semanas sin recibir un retoque estilístico... Dramón, dramón... ?????
Las colaboraciones van a bajar en picado seguro, aunque no van a desaparecer. El marketing digital es demasiado potente. Está claro que las empresas ya no estarán tan espléndidas y dispuestas a satisfacer a los niñatos y niñatas Influs, y mirarán con lupa con quién y con quién no colaboran.
 
Después de hacer casi una hora de cardio y sudar como un pollo.. NO SE LAVA EL PELO.
Por la tarde hace más deporte y SIGUE SIN LAVARSE EL PELO.
Vigorexica y sucia, nuestra Vel.
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Ese el miedo, no mantener el ritmo de vida que lleva rascándose el ombligo. Mirar la respuesta que da a una coquete que dice que está preocupada porque le vencía el contrato el mes que viene.

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Claaaaro que si. Lo mismo es la preocupación de esta chica con la de Vel..

Pero se puede comparar? En serio Jorge? Le fallarán un par de colaboraciones pero ese dinero no va a ser vital para ellos.

Ahora mismo hay un 90% de los ERTES realizados que no han sido nisiquiera supervisados por lo cual nadie sabe cuando ese dinero se va a cobrar.
Ellos parece que no se enteran del agujero que todo esto va a suponer para la inmensa mayoría de la población pero claro, siempre hay que llorar un poquito.

Ojo, tiene todo el derecho a tener sus días malos pero que no quiera compararse con gente que de verdad esto le va a suponer un problema porque no se puede ser mas hipócrita.
 
Después de hacer casi una hora de cardio y sudar como un pollo.. NO SE LAVA EL PELO.
Por la tarde hace más deporte y SIGUE SIN LAVARSE EL PELO.
Vigorexica y sucia, nuestra Vel.
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Sí... me fijé ayer en que tenía los pelos grasosos. No sé, a mí me picaría ya el cuero cabelludo; entre el sudor y la suciedad.
Si se sienta en la terraza de villa Pepino al sol y se pone un huevo en la cabeza, lo fríe en un pis-pas. O unas cRoquetas. ??
 
Ese el miedo, no mantener el ritmo de vida que lleva rascándose el ombligo. Mirar la respuesta que da a una coquete que dice que está preocupada porque le vencía el contrato el mes que viene.

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Pobrecita, ella, embajadora de ToyoTAtoTAtoTAyAyo.... y los jjoo quedan para el verano del año que viene.
El otro sin su gira mUnDiaL perdiendo ventas de sus novelones.
Ahora sí: la obra de su troZito de MIndo parada.
DrameiChoN. Sus ingresos de miles y miles de euros mensuales van a menguar.
Como guinda del pastel, los cRoquesobris todo el día queriendo jugar. Ufffff... too much.

Entiendo que esas son sus mayores preocupaciones.
Hambre no va a pasar. Siempre va a tener un techo bajo el que vivir. No le va a faltar de nada ni a sus hijos, ni a ella.
¿No se ha parado a pensar en el resto de la humanidad? No hay empatía ninguna por su parte.
 
Hay una cosa que tenemos que conceder a Vero y es su sentido del humor. Mira que hacer un vídeo para enseñarnos delinear los ojos y que la queden desiguales... Dice que no se hace estirando el párpado y no para de estirarlo...
 
Primas, ahí va, lo prometido es deuda ? El segundo capítulo del betseller del año.
Con todo mi cariño, que os guste ?

¡Por cierto! Voy a tener que empezar a tomarme licencias poéticas sobre su historia, porque desconozco bastante sus comienzos ??? pongo a Paco como el mayor, y ni siquiera sé si Javivi es el pequeño.
 
50 Sombras más Oscuras de Sky.


Mi hermano entra en la habitación, sin anunciar ni nada. ¡Joder! Me podría haber pillado en un momento incómodo, pero afortunadamente no es así. Me encuentro tumbado en la cama, distrayéndome leyendo un rato.

Aún así, tendré que hablar con mis padres acerca de su falta de modales. ¿Dónde los ha adquirido? ¿En una cochiquera?

Le dedico una furiosa mirada de reproche, cuando se planta a mi lado.

  • Venga, levanta y vístete- me pide.
  • ¿Por qué?- pregunto confuso.
Trato de hacer memoria, recordando cualquier plan que tuviéramos y del que me haya olvidado. Pero estoy seguro de que no teníamos ninguno.

Se cruza de brazos, impaciente.

  • No pienso permitir que te quedes en casa con el día que hace, desperdiciándolo.
Se aproxima a mi armario, abriéndolo, emitiendo instantáneamente un sonido de disgusto.

- Illo, está claro que además de la belleza, me quedé con el estilo. ¿Puedes ser más aburrido? Tengo que llevarte de compras- proclama, mientras pasa varias prendas de un lado a otro, rechazándolas.
Rebusca entre las prendas, lanzándome una camiseta y pantalones cortos.

  • Vístete. Te doy quince minutos. Cuando pasen vendré a por ti y te arrastraré estés o no vestido. Tú sabrás si quieres pasar vergüenza.
Me niego. Pataleo negándome a ello, pero Paco me ignora, saliendo de la habitación.

Suspiro, comenzando a vestirme. No hay nada que hacer cuando se le mete algo en mente.





Nos detenemos junto a mi pizzería favorita, algo que me anima un poco. Tal vez al final tal vez la salida no resulte estar tan mal.

Entramos y un grupo de gente nos saluda. Me tenso al instante. Pensaba que estaríamos solos. Hago un barrido visual entre los ocupantes de una mesa en concreto, y trago saliva ante uno de ellos. Ella está aquí. La Diosa Morena de la fiesta en la piscina.

Los ojos de Velcro Trumpete brillan luminosos, y su maravillosa sonrisa hace que mi corazón lata desbocado, cuando me mira y nuestras miradas se cruzan. A pesar de la distancia que mantenemos, puedo sentir la maravillosa electricidad subyacente entre nosotros.

Está preciosa. Su cabello castaño, luce rizado. El vestido negro que viste, se adapta a su magnífico cuerpo, y resalta el tono dorado de su piel. Se ha maquillado demasiado para mi gusto, pero no me importa. Luce bellísimo igualmente.

Oh señor, la cabeza me da vueltas.

Mi hermano me propina un codazo, devolviéndome a la realidad. Mierda; me he quedado paralizado como un idiota observándola.

Tomamos asiento y dejo de existir para Paco, que solo tiene ojos para Elena. Ojos, mimos y cuchicheos. ¡Hay que joderse la suerte que tienen algunos!

Me uno a la conversación general y no tardo en animarme. Hablo de mí. Del grado universitario me planteo hacer; de mis deportes favoritos; de mi afición por escribir...

Me percato de que Velcro no me quita la mirada, prestando atención a todo lo que digo. Me callo de golpe, temiendo haber estado hablando más de la cuenta, monopolizando la conversación. La ignoro, aborchonado ante la posibilidad de haber hecho el mayor de los ridículos frente a ella.

  • ¿Pedimos ya?- pregunto un instante después, incapaz de permanecer ni un segundo más bajo su intenso escrutinio sin hacer nada.
Necesito alejarme y relajarme, o comenzaré a bullir como una tetera.

Aliviado, hay un murmullo de aprobación general a mi proposición de pedir la comida. Me ofrezco a hacer el pedido. Así qué tras apuntar lo que vamos a comer y recibir el dinero para pagar, me encamino a la zona de pedidos y preparación, dónde espero pacientemente mi turno.

Tal vez por primera vez en mi vida, ruego por dentro que tarden el máximo tiempo posible en atenderme, para alargar el momento de tener que regresar.

Está a punto de ser mi turno, cuando la siento llegar, antes de que llegue. ¿Qué narices? Mi cuerpo cobra vida y un delicioso escalofrío me recorre de la cabeza a los pies. Cierro los ojos, cuando su perfume me envuelve, clavándose en mi memoria.

  • Javivi, ¿verdad?- me pregunta al llegar a mi lado.
Asiento al cabo de unos segundos observándola.
Por todos los Dioses. Quedo subyugado y atrapado bajo sus grandes ojos oscuros. Me cuesta un mundo no alargar la mano y posarla sobre la suave piel de su mejilla, ahí dónde unos lunares dibujan una constelación.

Me obligo a espabilar, o tomará la torpeza social que me provoca su presencia, por estupidez.

  • ¿El tuyo era...?
  • Velcro. Velcro Trumpete.
Asiento conforme.

  • Hola, ¿qué van a pedir?- pregunta sonriente la persona que atiende los pedidos.
Giro el rostro en su dirección, fulminándola con la mirada, por atreverse a interrumpir nuestro precioso momento.

  • Venia a decirte que hemos decidido cambiar el jamón de la segunda pizza, por champiñones.
  • De acuerdo.
Me dedica una sonrisa que me derrite, cuando se dispone a marcharse. Tiro de ella, agarrando su brazo, evitando que choque con otro comensal que pasa en ese momento con la bandeja con su pizza. Nuestros cuerpos chocan, y las respiraciones se agitan. Puedo apreciar el sonido de nuestros corazones desbocados, a través de las prendas que vestimos y el sonido ambiente. Velcro centra su mirada allí donde mi mano une nuestras pieles, entreabriendo los labios sorprendida como yo por la corriente de electricidad que ha recorrido nuestros cuerpos cuando hemos unido nuestras pieles. Me observa, parpadeando confusa y yo solo puedo pensar en poner fin a la distancia que hay entre nuestros rostro, uniendo nuestros labios como llevo deseando hacer desde hace días.

  • Gracias- susurra Velcro.
  • No se me merecen- digo a mi vez.
  • Eh, ¿pensáis pedir o qué?- inquiere la persona que se encuentra detrás, en la fila.
Quiero darle una lección al caraculo por molestar, pero me contengo por Velcro. Quiero que tenga la mejor impresión de mí.

Cuando se marcha finalmente de vuelta a la mesa, paso una mano por el rostro, deseando que el tiempo pase lo más rápido posible, poniendo fin a esta tortura.





  • Podríamos dar una vuelta por el centro comercial- proponen.
  • Síiiii- chilla emocionada Velcro, dando una serie de saltitos en el asiento-. Pero antes tengo que pasar por casa un momento.
Le pido las llaves del coche a Paco. Tenemos un pequeño rifirrafe a susurros, que acabo ganando. Sé que le preocupa que sólo hace unas semanas que tenga el carnet de conducir, pero nada me arruinará el momento.

  • Yo no voy a ir, lo siento. Pero puedo acercarte a casa, Velcro- indico.
Comienzo a sudar nervioso, esperando su respuesta, apretando esperanzado las llaves contra mi palma.

  • ¡Ah, claro! ¡Me encantaría!- acepta, haciéndome sentir desfallecer.
Su acompañante, el chico que ha permanecido sentado durante la merienda a su lado, le susurra algo no pareciendo muy contento. Pero Velcro le ignora, cogiendo su minúsculo bolso de donde lo ha colgado.

  • ¿Vamos?- me pregunta.
Asiento, saliendo juntos al exterior, tras abrirle la puerta caballerosamente.

Por primera vez, me arrepiento de mi propuesta, cuando nos acercamos al coche. Velcro es una persona rica y con clase, que estoy seguro que no está acostumbrada a montarse en viejas tartanas como la nuestra.

Pongo música y me concentro en conducir, tratando de ignorar la tensión que no tarda en preñar el ambiente. Pero por más que lo intento, no puedo dejar de sentir cómo la mirada de Velcro se posa en mí, acariciando mis terminaciones nerviosas.





  • Hemos llegado- anuncia Velcro.
Quedo impresionado ante la magnificencia del chalet ante el que nos hemos detenido.

Un nivel de riqueza así, escapa a mi compresión y posibilidades. Desolado, comprendo con crudeza, que Velcro está fuera de mi alcance. Jamás podré estar a su altura. Nunca seré suficiente para ella.

  • ¿Quieres que te espere y te acerque al Centro Comercial?- le pregunto.
Estoy tenso. Agarro con fuerza el volante y me niego a mirarla.

  • Oh, no te preocupes. Me acercará mami. Me dijo que quería ir a dar una vuelta.
  • Muy bien. Entonces... adiós, supongo- me despido.
  • ¿Ocurre algo, Javivi?- inquiere ante mi actitud.
Tras unos segundos, reúno la fortaleza para mirarla al fin. Su expresión es de cautela y tensión.

  • Me gustaría seguir conociéndote Velcro, pero no va a poder ser- logro articular, a pesar del nudo que siento en la garganta.
  • A mí también me gustaría seguir conociéndote, ¿por qué dices eso?
Me contempla, incitándome con su expresión y la energía que desprende a besarla, pero no lo hago, aunque me muera por hacerlo.

A lo que no me niego, es a alargar la mano, dándome el placer de acariciar su rostro, ya que es la última vez que nos veremos. Velcro cierra los ojos, apoyando la cara contra mi palma.

  • No soy un hombre para ti. Jamás podré hacerte feliz. Créeme, es lo mejor.
Sus ojos se abren desmesuradamente.

  • ¡Porqué dices eso! ¡Qué sabrás, si no lo intentas!- me reprocha.
  • Adiós, Velcro.
Quiero poner fin a la situación, para poder marcharme a casa a lamerme las heridas.

Niega con la cabeza, con los ojos brillantes a causa de las lágrimas contenidas.

  • Adiós, Javivi.
Abre la puerta, saliendo del coche dando un portazo, apresurándose en entrar en casa.

Apoyo la frente contra el volante, maldiciendo mi suerte, antes de poner el coche en marcha emprendiendo el camino de regreso a casa.
 
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