Evangelio del Día

Armas invisibles contra un enemigo invisible
Por
Roberto de Mattei
-
30/03/2020


Todos lo repiten: nos enfrentamos a un enemigo invisible, el coronavirus. Y es cierto. Pero, ¿en qué sentido? Invisible no significa inmaterial. El virus -todo virus- es un microorganismo que pertenece al mundo de la materia, no al espiritual. Ahora bien, es invisible porque el ojo humano no lo percibe sino a través del microscopio. Es invisible porque es misterioso. Se desconoce la naturaleza y la forma de propagación: es enigmático e inasible.
Estas características hacen que resulte difícil combatir elvirus, en Italia y en todo el mundo.
Pero si es difícil combatir un enemigo invisible con armas visibles, sí es posible hacerlo con armas igualmente invisibles, verdaderamente invisibles, como son las armas espirituales. Creemos firmemente, porque nos lo dicen la fe y la razón, que junto al mundo visible, material, corpóreo, existe un mundo invisible, inmaterial e incorpóreo; en resumen: el mundo espiritual.
Todo hombre tiene un arma íntimamente ligada a su cuerpo. Esa alma es invisible porque es espiritual. Las facultades primarias de nuestra alma, la inteligencia y la voluntad, son espirituales. Pero existen también criaturas espirituales, espíritus puros: los ángeles. Y también son seres espirituales los demonios, que son ángeles caídos y condenados.
Dios, ser por esencia, espíritu puro de una grandeza infinita, creó todas las cosas de este mundo para manifestar ad extra sus infinitas perfecciones, y un ángel es, por naturaleza, el espejo más diáfano y resplandeciente que refleja su espiritualidad.
Disponemos de unas armas invisibles formidables para combatir el coronavirus: las armas espirituales, mucho más fuertes y eficaces que las materiales. La primera de dichas armas es la oración. La oración todo lo puede. Recordemos las palabras de Jesús: «Todo lo que pidiereis orando, creed que lo obtuvisteis ya, y se os dará» (San Marcos 11,24).
Y también: «Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diríais a esta montaña: “Pásate de aquí, allá”, y se pasaría, y no habría para vosotros cosa imposible» (San Mateo 17,20).
Debemos dirigir también nuestras oraciones a los ángeles, que constituyen un ejército invencible de espíritus puros que no sólo podemos lanzar contra el coronavirus, sino contra todos los enemigos de nuestra alma y de la Iglesia, empezando por los demonios. Debamos amar a los ángeles y cultivar la devoción a ellos, porque son las causas segundas, los medios de los que se vale Dios –causa primera de todo lo que existe– para intervenir en la creación y encaminarlo todo a fin último, que es la gloria de Dios. Dios triunfa siempre en la historia, y puede servirse hasta de un diminuto microorganismo para confundir la soberbia de los hombres y triunfar en las almas de quien lo ama y en toda la sociedad cuando se cumplan sus planes.
(Traducido por Bruno de la Inmaculada)
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Roberto de Mattei
Roberto de Mattei

http://www.robertodemattei.it/
Roberto de Mattei enseña Historia Moderna e Historia del Cristianismo en la Universidad Europea de Roma, en la que dirige el área de Ciencias Históricas. Es Presidente de la “Fondazione Lepanto” (http://www.fondazionelepanto.org/); miembro de los Consejos Directivos del “Instituto Histórico Italiano para la Edad Moderna y Contemporánea” y de la “Sociedad Geográfica Italiana”. De 2003 a 2011 ha ocupado el cargo de vice-Presidente del “Consejo Nacional de Investigaciones” italiano, con delega para las áreas de Ciencias Humanas. Entre 2002 y 2006 fue Consejero para los asuntos internacionales del Gobierno de Italia. Y, entre 2005 y 2011, fue también miembro del “Board of Guarantees della Italian Academy” de la Columbia University de Nueva York. Dirige las revistas “Radici Cristiane” (http://www.radicicristiane.it/) y “Nova Historia”, y la Agencia de Información “Corrispondenza Romana” (http://www.corrispondenzaromana.it/). Es autor de muchas obras traducidas a varios idiomas, entre las que recordamos las últimas:La dittatura del relativismo traducido al portugués, polaco y francés), La Turchia in Europa. Beneficio o catastrofe? (traducido al inglés, alemán y polaco), Il Concilio Vaticano II. Una storia mai scritta (traducido al alemán, portugués y próximamente también al español) y Apologia della tradizione.
 
Lecturas de hoy Miércoles de la 5ª semana de Cuaresma
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Hoy, miércoles, 1 de abril de 2020

Primera lectura
Lectura de la profecIa de Daniel (3,14-20.91-92.95):

EN aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo:
«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no teméis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados inmediatamente al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?».
Sidrac, Misac y Abdénago contestaron al rey Nabucodonosor:
«A eso no tenemos por qué responderte. Si nuestro Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido, nos librará, oh rey, de tus manos. Y aunque no lo hiciera, que te conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido».
Entonces Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.
Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó, se levantó y preguntó, estupefacto, a sus consejeros:
«¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno?».
Le respondieron:
«Así es, majestad».
Preguntó:
«Entonces, ¿cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el fuego sin sufrir daño alguno? Y el cuarto parece un ser divino».
Nabucodonosor, entonces, dijo:
«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos, que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y entregaron sus cuerpos antes que venerar y adorar a otros dioses fuera del suyo».

Palabra de Dios

Salmo
Dn 3,52.53.54.55.56

R/. A ti gloria y alabanza por los siglos

V/. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito tu nombre, santo y glorioso. R/.

V/. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.

V/. Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

V/. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas
los abismos. R/.

V/. Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (8,31-42):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».
Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo:
«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron:
«Nosotros no somos hijos de prostit*ción; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó:
«Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

Palabra del Señor

Reflexión del Evangelio de hoy
 
Lecturas de hoy Jueves de la 5ª semana de Cuaresma
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Hoy, jueves, 2 de abril de 2020

Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (17,3-9):

EN aquellos días, Abrán cayó rostro en tierra y Dios le habló así:
«Por mi parte, esta es mi alianza contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos.
Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré fecundo sobremanera: sacaré pueblos de ti, y reyes nacerán de ti.
Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios».
El Señor añadió a Abrahán:
«Por tu parte, guarda mi alianza, tú y tus descendientes en sucesivas generaciones».

Palabra de Dios

Salmo
Sal 104,4-5.6-7.8-9

R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente

V/. Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. R/.

V/. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R/.

V/. Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac. R/.

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (8,51-59):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
«En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre».
Los judíos le dijeron:
«Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?».
Jesús contestó:
«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera “No lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría».
Los judíos le dijeron:
«No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?».
Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy».
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Palabra del Señor

Reflexión del Evangelio de hoy
 
GUÍA: Qué hacer cuando las iglesias están cerradas y no se puede acceder a los sacramentos
Por
RORATE CÆLI
-
02/04/2020


Ahora que la gran mayoría de los católicos del mundo se encuentran en jurisdicciones donde el pánico masivo impulsado por los medios de comunicación en relación con el virus Wuhan (Covid-19) ha llevado a los gobiernos a imponer cargas inaceptables, ilegales e ilegítimas sobre la libertad de la Iglesia, con obediencia cobarde por parte de los hombres inútiles que deberían ser nuestros pastores (en lugar de abandonarnos), la Guía del Diácono Nick Donnelly sobre cómo sobrevivir a la ausencia de sacramentos es más importante que nunca.
Por lo tanto, la estamos publicando de nuevo aquí.
*******
Guía Católica de Supervivencia ante la pandemia provocada por el coronavirus Covid19, por el diácono Nick Donnelly. (Primera parte).
El recurso a los sacramentos es esencial para la vida sobrenatural de los católicos. Esto es aún más cierto cuando enfrentamos crisis en nuestras vidas, como hacemos muchos debido a la epidemia de coronavirus COVID-19. Esta es la razón por la cual el Arzobispo Viganó tiene razón cuando describe el cierre de iglesias en el norte de Italia, y la suspensión de la Misa pública y de la confesión, como “una verdadera tragedia sin precedentes.” Desde hace semanas, muchos católicos que viven en China, Singapur, Hong Kong, Macao y el norte de Italia no han podido recibir el Santísimo Sacramento o la absolución sacramental de sus pecados. Desde la Reforma Protestante en toda Europa o la persecución comunista de la Iglesia en Rusia, México y China, no se había prohibido a tantos católicos la celebración pública de los sacramentos. Aunque esta vez las iglesias se han cerrado para proteger el bienestar físico de los católicos, el impacto drástico en la vida sacramental de los fieles no puede parecer exagerado.
Es una posibilidad aterradora enfrentarse a la posibilidad de que se nieguen los sacramentos si se ordena aislarse por la exposición al coronavirus COVID-19 o si se está en cuarentena en el hospital con complicaciones potencialmente mortales. Es muy poco probable que los profesionales médicos seglares sean capaces de valorar el estrés que sufren los católicos que no pueden recibir la atención pastoral de nuestros sacerdotes, especialmente la ansiedad causada por la posibilidad de no poder recibir la extremaunción a la hora de la muerte.
Sin embargo, podemos hacer mucho para reducir nuestra propia ansiedad y estrés si nos encontramos en tal situación si seguimos dos prácticas devocionales tradicionales: el Acto de Contrición Perfecta y la Comunión Espiritual. Como observó el obispo Schneider en su reciente ensayo en Rorate Caeli sobre el coronavirus:
“En tiempos de persecución, muchos católicos no pudieron recibir la Sagrada Comunión de manera sacramental por largos períodos de tiempo, pero hicieron una comunión espiritual con mucho beneficio espiritual.”
El cardenal Johann Baptist Franzelin (1816-1885), el reconocido teólogo dogmático y teólogo papal durante el Primer Concilio Vaticano, dijo una vez: “Si pudiera atravesar el campo predicando la palabra divina, mi sermón favorito sería sobre la contrición perfecta”.
Ahora es el momento de recuperar la sabiduría y la práctica de estas devociones tradicionales. Bajo ciertas condiciones, nos permitirán recibir el perdón de nuestros pecados y el maravilloso beneficio de las gracias eucarísticas si, por ejemplo, debido a nuestro aislamiento en el hogar o a la cuarentena en el hospital, se nos niegan los sacramentos y el cuidado pastoral de nuestro clero.
Confía en que Dios quiere salvar a todos los hombres
Dios en su providencia nos ha dado a los fieles estos medios tradicionales para recibir la absolución de nuestros pecados, bajo ciertas condiciones, y el alimento de las gracias eucarísticas debido a su voluntad salvífica universal. Como nos dice la Sagrada Escritura, Dios no desea la muerte de los pecadores sino que se conviertan y vivan (Ezequiel 18:23), y Él vino al mundo para salvar a los pecadores y quiere salvar a todos los hombres (1 Timoteo 1:15; 2: 4.)
Nuestro Señor ha dado especial significado y eficacia sobrenaturales a los siete sacramentos como signos e instrumentos únicos de su gracia salvadora que son necesarios para la salvación. Sin embargo, Santo Tomás de Aquino dejó claro que Dios no se ha limitado a estos sacramentos (ST III. 64. a2.) En el Acto de contrición perfecta, que está intrínsecamente relacionado con el sacramento de la confesión y en la comunión espiritual, que se centra con fervor en el sacramento de la Eucaristía, recibimos su gracia salvadora. La economía de la salvación es mucho más variada y multifacética de lo que muchos católicos suponen hoy en día, especialmente cuando incluimos también otros sacramentos.
El acto de Contrición Perfecta
Como lo explica el Catecismo de Baltimore, la contrición “es un dolor sincero por haber ofendido a Dios, y odio por los pecados que hemos cometido, con el firme propósito de no pecar más”, y la contrición perfecta “es lo que nos llena de dolor y odio por el pecado, porque ofende a Dios, que es infinitamente bueno en sí mismo y merecedor de todo amor.”
La teología del acto de Contrición Perfecta
Varios Padres de la Iglesia han enseñado la eficacia de la contrición para la remisión de los pecados, incluido San Juan Crisóstomo, que escribió:
“Como un fuego que ha tomado posesión de un bosque, lo limpia a fondo, así el fuego del amor, donde cae, quita y borra todo lo que pueda dañar la semilla divina, y purga la tierra para la recepción de esa semilla”. Donde está el amor, allí se eliminan todos los males”. (Citado por el Rt. Rev. Mons. Joseph Pohle Ph. D. D., “Los sacramentos: un tratado dogmático”).
Por supuesto, el amor que dispara la contrición perfecta es la virtud teológica de la caritas, y es una expresión de la obra de la gracia divina en la vida de una persona. El impulso de la caritas explica por qué la contrición perfecta a veces también se llama contrición de la caridad.
Uno de los pasajes de la Sagrada Escritura que enseña esta interpretación de la contrición perfecta es Juan 14:23, 2. “Respondió Jesús y le dijo: el que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.“ La virtud teológica de la caritas lleva a quienes buscan la perfección cristiana a la contrición de la caridad y la consecuente remisión de los pecados que le permite a Dios hacer su hogar en el alma.
Santo Tomás de Aquino explicó que la contrición perfecta podría recibir el perdón de los pecados fuera de la confesión. “Respondo que la contrición puede considerarse de dos maneras, ya sea como parte de un sacramento o como un acto de virtud, y en cualquier caso es la causa del perdón de los pecados, pero no de la misma manera.” (Suplemento ST. Q. v, a. 1.)
El Concilio de Trento fue más allá al explicar las condiciones que deben cumplirse para una contrición perfecta para la remisión de los pecados, incluidos los pecados mortales, fuera del sacramento de la confesión:
“El Sínodo enseña, además, que, aunque a veces sucede que esta contrición es perfecta a través de la caridad y reconcilia al hombre con Dios antes de que este sacramento sea realmente recibido, dicha reconciliación, sin embargo, no debe atribuirse a esa contrición, independientemente del deseo del sacramento mismo.” (Concilio de Trento. Sesión xiv, cap. 4.)
El Catecismo de la Iglesia Católica del Papa San Juan Pablo II hizo explícito este requisito de hacer necesario el deseo de realizar la confesión sacramental como un elemento de contrición perfecta para la remisión de los pecados mortales, “[la contrición perfecta] también alcanza el perdón de los pecados mortales si incluye la resolución firme de recurrir a la confesión sacramental lo antes posible.” (CCC 1452).
Cómo hacer el acto de Contrición Perfecta
Lo primero que se debe hacer es comprender la diferencia entre una contrición imperfecta y una contrición perfecta. Hay un folleto muy útil del padre J. von den Driesch sobre la contrición perfecta que explica las diferencias existentes entre ambas. En resumen:
Nuestra contrición es imperfecta si nuestro impulso para arrepentirnos de nuestros pecados se debe al temor de Dios porque creemos que nuestros pecados nos negarán el cielo o nos llevarán al castigo del Purgatorio o del Infierno. La contrición imperfecta se origina en un amor imperfecto de Dios que antepone nuestras necesidades y deseos y nuestro amor egoísta a un verdadero amor a Dios.
Nuestra contrición es perfecta cuando nos arrepentimos de nuestros pecados pensando en la grandeza de Dios, su belleza, su amor, su santidad, y somos conscientes de cuán ofensivos son nuestros pecados para Dios y cómo causaron los sufrimientos de nuestro Señor Jesucristo en la Cruz. La contrición perfecta se origina en la virtud teológica de caritas, un amor de Dios que se olvida de sí mismo, que se regocija en la santidad de Dios y en su amor redentor hacia el hombre pecador, “Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
En su folleto de 1930, “Contrición Perfecta: la llave de oro para entrar en el paraíso”, el Padre J. von den Driesch explica los pasos que considera necesarios para hacer un acto de contrición perfecta:
1. La contrición perfecta es una gracia de nuestro Dios misericordioso, por lo que le pedimos sinceramente con frecuencia durante todo el día este don divino repitiendo a menudo: “Dios mío, concédeme la contrición perfecta por todos mis pecados”. Dios voluntariamente da esta gracia a aquellos que lo desean ardientemente.
2. En realidad o en imaginación, arrodíllate al pie de un crucifijo y medita sobre las Cinco Llagas Preciosas de Jesús y Su Preciosa Sangre por unos momentos y dite a ti mismo: “¿Quién, entonces, está clavado en esta cruz? Es Jesús, mi Dios y mi Salvador. ¿Qué sufre Él? Su cuerpo destrozado cubierto de heridas muestra los horribles tormentos. Su alma está empapada de dolores e insultos. ¿Por qué sufre Él? Por los pecados de los hombres y también por los míos. En medio de su amargura, se acuerda de mí, sufre por mí, desea borrar mis pecados.”
3. Ante el Cristo crucificado recuerda tus pecados, y olvidando por un momento el cielo y el infierno, arrepiéntete de ellos, porque han llevado a Nuestro Señor a Sus sufrimientos en la Cruz. Prométele que, con su ayuda, no volverás a pecar.
4. Recita, lentamente y con fervor, un acto de contrición que haga hincapié en la bondad de Dios y tu amor por Jesús. Los siguientes son conocidos o fáciles de memorizar:
Dios mío, porque eres tan bueno, lamento mucho haber pecado contra ti y, con la ayuda de tu gracia, no volveré a pecar. Amén.
Te amo, Jesús, te amo sobre todas las cosas, y me arrepiento con todo mi corazón de haberte ofendido. Nunca me permitas separarme otra vez de ti, concédeme que pueda amarte siempre, y luego haz conmigo lo que quieras. Amén.
5. Haz una resolución firme de ir a la confesión sacramental tan pronto como te sea prácticamente posible. Si uno se somete a un aislamiento o a una cuarentena en el hospital, o las iglesias están cerradas como consecuencia del coronavirus, debe intentar ir tan pronto como se suavicen estas restricciones.
El padre J. von den Driesch explica:
“Es cierto que la contrición perfecta produce los mismos efectos que la confesión, pero no los produce independientemente del sacramento de la penitencia, ya que la contrición perfecta supone precisamente un firme propósito de confesar los mismos pecados que acaba de perdonar.”
Es importante que desarrollemos el hábito de realizar actos de contrición perfecta durante todo el día, y especialmente después de un examen de conciencia a última hora de la noche. Entonces, si enfermamos gravemente o estamos en peligro de muerte sin la ayuda de un sacerdote, podemos realizar fácilmente un acto de contrición perfecta sabiendo que hemos sido perdonados por nuestros pecados y que si morimos lo haremos en estado de gracia. Si no morimos, podemos hacer una confesión sacramental tan pronto como las circunstancias nos lo permitan.
Comunión Espiritual
Como se explica en el Catecismo de Baltimore, la comunión espiritual es un deseo sincero de recibir la Comunión en realidad, mediante el cual hacemos todos los preparativos y acciones de gracias que haríamos en caso de que realmente recibiéramos la Sagrada Eucaristía. La comunión espiritual es un acto de devoción que debe ser agradable a Dios y traernos Sus bendiciones”.
La teología de la comunión espiritual
San Agustín es reconocido como el primero de los Padres de la Iglesia en comentar el tema de la comunión espiritual en su homilía sobre Juan 6: 15-44:
“Jesús respondió y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en Aquel a quien ha enviado.” Para comer la carne, no la que perece, sino la que perdura hasta la vida eterna. ¿Con qué propósito preparas los dientes y el estómago? Cree, y ya has comido. (Tratado 25.)
San Agustín deja en claro que creer en el Santísimo Sacramento es fundamental para la comunión espiritual: “Cree, y ya has comido”. Para Agustín, la fe y el deseo están inextricablemente unidos: cuanto mayor sea nuestra fe, mayor será nuestro deseo de Dios: “Cuanto más profunda sea nuestra fe, más fuerte será nuestra esperanza, mayor será nuestro deseo, mayor será nuestra capacidad para recibir ese regalo, que es realmente grandioso.” (Carta de Agustín a Proba).
Santo Tomás de Aquino desarrolló aún más el pensamiento de San Agustín al centrarse en el ardiente deseo de la Eucaristía, que es necesario para la comunión espiritual:
“El efecto del sacramento puede ser asegurado por cada hombre si lo recibe con deseo, aunque no lo haga en realidad. En consecuencia, así como algunos son bautizados con el Bautismo del deseo, a través de su deseo de bautismo, antes de ser bautizados en el Bautismo del agua, así también algunos comen este sacramento espiritualmente antes de recibirlo sacramentalmente. Esto sucede de dos maneras. En primer lugar, por el deseo de recibir el sacramento en sí mismo, y por lo tanto se dice que son bautizados, y para comer espiritualmente, y no sacramentalmente, aquellos que desean recibir estos sacramentos desde que fueron instituidos … “(ST III. Q80. A1 )
El Concilio de Trento presentó la interpretación de Santo Tomás de Aquino de la comunión espiritual como el deseo del Santísimo Sacramento, como una de las tres formas de recibir la Sagrada Comunión:
Porque han enseñado que unos lo reciben sólo sacramentalmente, a saber, los pecadores; otros, sólo espiritualmente, los que con el deseo de comer ese pan celestial que se les presenta, animados por una fe viva que procede de la caridad, son hechos sensibles a sus frutos y a su utilidad . . . (Concilio de Trento. En cuanto al Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Capítulo VIII).
Desde Trento, varios papas han enfatizado la importancia del deseo ardiente por la Eucaristía como elemento esencial para realizar la Comunión Espiritual:
“Los cristianos, especialmente cuando no puedan recibir fácilmente la sagrada comunión, deberían hacerlo al menos por deseo, para que con una fe renovada, reverencia, humildad y completa confianza en la bondad del Divino Redentor, puedan unirse a Él en el espíritu de la caridad más ardiente.” (Venerable Papa Pío XII, Mediador Dei, 117.)
“Es bueno cultivar en nuestros corazones un deseo constante por el sacramento de la Eucaristía. Este fue el origen de la práctica de la “comunión espiritual”. (Papa San Juan Pablo II. Ecclesia de Eucharistia, 34.)
De varias maneras podemos cultivar en nuestros corazones un deseo constante y ardiente por el Santísimo Sacramento. Por ejemplo, mientras nuestras iglesias permanecen abiertas y antes de que podamos aislarnos o ponernos en cuarentena, podemos comprometernos a la recepción devota diaria de la Sagrada Comunión y la Adoración Eucarística frecuente. También podemos leer libros dogmáticos y espirituales sobre la Eucaristía, tales como: Abad Vonier, “Una clave para la doctrina de la Eucaristía”; Joseph Cardinal Ratzinger, “Dios está cerca de nosotros: la Eucaristía, el corazón de la vida”; Obispo Athanasius Schneider, “Dominus Est: ¡Es el Señor!”, y, “Corpus Christi: Santa Comunión y la Renovación de la Iglesia.”
Cómo hacer la Comunión Espiritual
Existe cierta confusión acerca de la naturaleza y los requisitos para la comunión espiritual. Esta confusión ha sido provocada por la recomendación contemporánea, hecha por algún clérigo, de que las personas en estado de pecado grave que no pueden recibir la Sagrada Comunión deberían hacer una comunión espiritual durante su participación en la Misa. Por ejemplo, el Papa Benedicto XVI escribió en 2007:
“Incluso en los casos en que no sea posible recibir la comunión sacramental, la participación en la Misa sigue siendo necesaria, importante, significativa y fructífera. En tales circunstancias, es beneficioso cultivar un deseo de unión plena con Cristo a través de la práctica de la comunión espiritual.” (Sacramentum Caritatis, 55.)
Este es un tipo diferente de “comunión espiritual” de la devoción tradicional de la comunión espiritual que requiere que “hagamos todos los preparativos y acciones de gracias que haríamos en caso de que realmente recibiéramos la Sagrada Eucaristía” (Catecismo de Baltimore). Tales preparaciones necesariamente incluirían el requisito de confesión si supiéramos que estamos en un estado de pecado mortal. El Siervo de Dios, P. Felice Capello, S.J. escribió en su Tractatus Canonico-Moralis, “El que está en pecado mortal” debe al menos “arrepentirse en su corazón si desea comunicarse espiritualmente de manera aprovechable”. La necesidad de estar en un estado de gracia también fue explicada por el p. Francis D. Costa, S.S.S.:
“La persona [que realiza un acto de comunión espiritual] debe estar en estado de gracia, ya que esta es una condición necesaria para la Sagrada Comunión, y también porque este deseo es esencialmente un acto de amor a Cristo en el Santísimo Sacramento.”
De esto se deduce que, si no podemos recurrir a la confesión sacramental debido al autoaislamiento o la cuarentena, podemos prepararnos para emprender la devoción de la Comunión Espiritual haciendo un acto de contrición perfecta.
San Leonard de Port Maurice, OFM, (1676-1751) recomendó la siguiente forma de hacer una comunión espiritual en su libro “El tesoro escondido: O la inmensa excelencia del Santo Sacrificio de la Misa.” Aunque sus recomendaciones fueron escritas para la comunión espiritual durante la Misa, oficiada por el sacerdote, pueden adaptarse a la comunión espiritual fuera de la Misa.
1. En el momento en que el sacerdote está a punto de recibir la Sagrada Comunión, “excita en tu corazón un acto de sincera contrición”, y humildemente golpea tu pecho en reconocimiento de tu indignidad para recibir una gracia tan grande.” Si estás aislado o en cuarentena, trae a tu imaginación las palabras y acciones sagradas de la Misa, como la consagración y la elevación de la Hostia y el Cáliz o la comunión del sacerdote. Ten en cuenta que al imaginar esto, en algún lugar del mundo, un sacerdote estará ofreciendo el sacrificio de la Misa. O si es posible, participa en la Misa “virtualmente”, por ejemplo, a través de Internet o la televisión.
2. Haz todos esos actos de fe, humildad, tristeza, adoración, amor y deseo que generalmente expresas a través de las oraciones antes de la Sagrada Comunión.
3. Desea ardientemente, con sincero anhelo, recibir “a tu adorable Jesús que se ha dignado velar en el Sacramento para tu bienestar espiritual y temporal.” Imagina que la Madre de Dios, o alguno de tus santos patrones, administra la adorable partícula para ti; piensa que realmente lo estás recibiendo, y después de abrazar a Jesús en tu corazón, dile una y otra vez palabras sinceras dictadas por el amor, como la siguiente oración:
Jesús mío, creo que estás presente en el Santísimo Sacramento. Te amo sobre todas las cosas y te deseo en mi alma. Como ahora no puedo recibirte sacramentalmente, entra al menos espiritualmente en mi corazón. Como si ya estuvieras allí, te abrazo y me uno completamente a ti; no permitas que nunca me separen de ti. Amén. (San Alfonso María de Ligorio.)
4. Después de pasar unos momentos de adoración silenciosa, haz todos esos actos de fe, humildad, amor, acción de gracias y ofrendas que generalmente expresas a través de las oraciones después de la Sagrada Comunión.
Uno de los maravillosos beneficios de la comunión espiritual es que puedes hacerla muchas veces durante el día y la noche. San Maximiliano Kolbe O.F.M., realizaba esta devoción al menos una vez cada cuarto de hora. San Pío de Pietrelcina (Padre Pío) recomendó recibir a nuestro Señor en comunión espiritual durante todo el día mientras llevamos a cabo nuestras diferentes ocupaciones. Para alentar esta devoción, nos enseñó:
“Vuela con tu espíritu ante el tabernáculo, cuando no puedas pararte frente a él corporalmente, y allí derrama los ardientes anhelos de tu alma y abraza al Amado de las almas, incluso más que si te hubieran permitido recibirlo sacramentalmente.” (Padre Pio citado por Vinny Flynn, 7 Secretos de la Eucaristía).
Será un gran consuelo recibir gracias eucarísticas a través de la comunión espiritual si no podemos recibir la Sagrada Comunión debido al aislamiento, la cuarentena o el cierre de iglesias durante semanas. Como aconsejaba Santa Teresa de Jesús:
“Cuando no recibas la comunión y no asistas a Misa, puedes hacer una comunión espiritual, que es una práctica muy beneficiosa; gracias a ella el amor de Dios quedará muy impresionado en ti ”. (Camino de perfección, Capítulo 35.)
Aunque estas devociones tradicionales de la contrición perfecta y la Comunión Espiritual realmente se harán realidad si se nos niegan los sacramentos debido a COVID-19, es mejor convertirlos en una práctica diaria ahora, incluso cuando nos veamos libres para asistir a nuestras iglesias parroquiales. Cultivar estos hábitos nos facilitará aprovechar sus beneficios si nos debilitamos a causa de una enfermedad. Finalmente, si encuentras útil este artículo, pásalo a otros católicos para ayudarlos a prepararse para cualquier eventualidad provocada por esta pandemia.
En la segunda parte de “Guía Católica de Supervivencia ante la pandemia provocada por el coronavirus Covid19” examinaremos dos devociones tradicionales más: Bona Mors, también conocido como el arte de morir felizmente, y la devoción a las preciosas heridas de Cristo, como medio de unir nuestros sufrimientos con los de Cristo crucificado.
(Traducción AMGH. Artículo original)
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RORATE CÆLI
RORATE CÆLI

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Últimos artículos

RORATE CÆLI
GUÍA: Qué hacer cuando las iglesias están cerradas y no se...
RORATE CÆLI - 02/04/2020
 
Lecturas del Viernes de la 5ª semana de Cuaresma
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Viernes, 3 de abril de 2020

Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (20,10-13):

OÍA la acusación de la gente:
«“Pavor-en-torno”,
delatadlo, vamos a delatarlo».
Mis amigos acechaban mi traspié:
«A ver si, engañado, lo sometemos
y podemos vengarnos de él».
Pero el Señor es mi fuerte defensor:
me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso,
con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor del universo, que examinas al honrado
y sondeas las entrañas y el corazón,
¡que yo vea tu venganza sobre ellos,
pues te he encomendado mi causa!
Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libera la vida del pobre
de las manos de gente perversa.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 17,2-3a.3bc-4.5-6.7

R/. En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó

V/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.

V/. Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos. R/.

V/. Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte. R/.

V/. En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos. R/.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,31-42):

EN aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Elles replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judíos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».
Y muchos creyeron en él allí.

Palabra del Señor

Reflexión del Evangelio
 
Lecturas del Sábado de la 5ª semana de Cuaresma
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Sábado, 4 de abril de 2020
Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (37,21-28):

ESTO dice el Señor Dios:
«Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para llevarlos a su tierra. Los hará una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos.
No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitan y en los cuales pecaron. Los purificaré; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sis padres: allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David será su príncipe para siempre.
Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre».

Palabra de Dios

Salmo
Jr 31,10.11-12ab.13

R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño

V/. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla a las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño. R/.

V/. Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte».
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R/.

V/. Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R/.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (11,45-57):

EN aquel tiempo,muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:
«¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?».
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Palabra del Señor

Reflexión del Evangelio
 
Lecturas de hoy Domingo de Pasión - Ciclo A
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Hoy, domingo, 5 de abril de 2020

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (50,4-7):

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

Palabra de Dios

Salmo
Sal 21,8-9.17-18a.19-20.23-24

R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere.» R/.

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R/.

Se reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/.

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R/.

Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,6-11):

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios

Evangelio de hoy
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Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo (26,14–27,66):

C. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
C. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. -«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
C. Él contestó:
+ «Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
C. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+ «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. «¿Soy yo acaso, Señor?»
C. Él respondió:
+ «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. «¿Soy yo acaso, Maestro?»
C. Él respondió:
+ «Tú lo has dicho.»
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
+ «Tomad, comed: esto es mi cuerpo.»
C.. Y, cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo:
+ «Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.»
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos.
C. Entonces Jesús les dijo:
+ «Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño." Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.»
C. Pedro replicó:
S. «Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.»
C. Jesús le dijo:
+ «Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.»
C . Pedro le replicó:
S. «Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. »
C. Y lo mismo decían los demás discípulos.
C. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»
C. Y, llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:
+ «Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.»
C. Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ «Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.»
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
+ «¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil.»
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ «Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.»
C. Y, viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ «Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.»
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. «Al que yo bese, ése es; detenedlo.»
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
S. «¡Salve, Maestro!»
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ «Amigo, ¿a qué vienes?»
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
+ «Envaina la espada; quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.»
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
+ «¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.»
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos, hasta el palacio del sumo sacerdote, y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos, que dijeron:
S. «Éste ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días."»
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. «¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?»
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. «Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.»
C. Jesús le respondió:
+ «Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.»
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
S. «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?»
C. Y ellos contestaron:
S. «Es reo de muerte.»
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon, diciendo:
S. «Haz de profeta, Mesías; ¿quién te ha pegado?»
C. Pedro estaba sentado fuera en el patio, y se le acercó una criada y le dijo:
S. «También tú andabas con Jesús el Galileo.»
C. Él lo negó delante de todos, diciendo:
S. «No sé qué quieres decir.»
C. Y, al salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. «Éste andaba con Jesús el Nazareno.»
C. Otra vez negó él con juramento:
S. «No conozco a ese hombre.»
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:
S. «Seguro; tú también eres de ellos, te delata tu acento.»
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:
S. «No conozco a ese hombre.»
C. Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente. Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces Judas, el traidor, al ver que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo:
S. «He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.»
C. Pero ellos dijeron:
S. «¿A nosotros qué? ¡Allá tú!»
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. «No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.»
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías, el profeta: «Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor.» Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. «¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?»
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:
S. «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?»
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. «No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.»
C. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?»
C. Ellos dijeron:
S. «A Barrabás.»
C. Pilato les preguntó:
S. «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?»
C. Contestaron todos:
S. «Que lo crucifiquen.»
C. Pilato insistió:
S. «Pues, ¿qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. «¡Que lo crucifiquen!»
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:
S. «Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»
C. Y el pueblo entero contestó:
S. «¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía; lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:
S. «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:
S. «A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?»
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban. Desde el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
+ «Elí, Elí, lamá sabaktaní.»
C. (Es decir:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)
C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:
S. «A Elías llama éste.»
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio a beber. Los demás decían:
S. «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.»
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa
C. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, el ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:
S. «Realmente éste era Hijo de Dios.»
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro. A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. «Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: "A los tres días resucitaré." Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos." La última impostura sería peor que la primera.»
C. Pilato contestó:
S. «Ahí tenéis la guardia. Id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.»
C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.

Palabra del Señor
Reflexión del Evangelio de hoy
 
Lecturas de hoy Lunes Santo
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Hoy, lunes, 6 de abril de 2020

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (42,1-7):

Así dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas.
Esto dice el Señor, Dios, que crea y despliega los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, da el respiro al pueblo que la habita y el aliento a quienes caminan por ella:
«Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te he formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».

Palabra de Dios

Salmo
Sal 26,1.2.3.13-14

R/. El Señor es mi luz y mi salvación

El Señor es la defensa de mí vida,
¿quién me hará temblar? R.

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. R.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.

Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (12,1-11):

Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Palabra del Señor
 
Lecturas del Martes Santo
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Martes, 7 de abril de 2020

Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (49,1-6):

Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo:
- «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas». En realidad el Señor defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios. Y ahora dice el Señor,el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolvise a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios era mi fuerza:
- «Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios

Salmo
Sal 70,1-2.3-4a.5-6ab.15.17

R/. Mi boca contará tu salvación, Señor

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame. R.

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.

Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R.

Mi boca contará tu justicia,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R.

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (13,21-33.36-38):

En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
- «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
- «Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
- «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
- «Lo que vas hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
- «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me busca¬réis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
"Donde yo voy, vosotros no podéis ir"»
Simón Pedro le dijo:
- «Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió:
- «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
- «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
- «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

Palabra del Señor

Reflexión del Evangelio
 

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