CRIMINOLOGIA - CRIMINALISTICA - ESPIONAJE

Criminales a los que la Policía caza por su voz
Sábado, 20 abril 2019 - 02:06
Así resolvió la Unidad de Acústica Forense el homicidio de un anciano en Santander

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La responsable del Grupo de Identificación de Voz de la Policía Nacional analiza el sonograma de la voz de un sospechoso. OLMO CALVO
La llamada se realizó a las 09.02 horas del 4 de febrero de 2017 desde la cabina telefónica de la calle Paula Montal de Vitoria, ubicada frente al colegio Sansomendi, justo al lado de la pescadería F. León. Un comunicante anónimo marcaba el número de la Cruz Roja para dar un extraño aviso: «Hola, buenos días. Oye, ¿tienes un papel y un bolígrafo ahí a mano, que tengo que dar una información? / Es que es eso, que sé... me he enterado que hay una persona que está en su casa y entonces quiero dar las señas a que vayan a sacarla. / Por eso es que yo no quiero llamar a la Policía, que quiero que llame usted».

Son algunos fragmentos de la conversación en la que el interlocutor detallaba la localización exacta de una vivienda, en Santander, donde, aseguraba, había una persona mayor que necesitaba ayuda. «...Enfrente, en el número 1, es en un local, con una, con un... que tiene una persiana amarilla, ponga eso, por favor. / En la misma dirección no, ¡¡¡por diossss!!! Y te explico esto; mira, escúchame bien, es en la calle... es una cuesta arriba, ¿no? y entonces, donde acaba la cuesta hay una pared y una casa...».

La alerta llegaba tarde. Hacía unas horas que la autoridad judicial había levantado el cadáver de Ángel Prieto, de 81 años, hallado maniatado en su garaje de la calle Beato de Liébana, en Santander. Su esposa, Teresa, también asaltada en la vivienda cercana donde ambos residían, había logrado liberarse de las ataduras y pedir socorro. Los ancianos habían sufrido un intento de robo.

Era obvio que el hombre que llamó a la Cruz Roja y conocía tantos detalles del suceso debía de estar involucrado de uno u otro modo. Pero, ¿quién era?, ¿qué podrían los agentes averiguar sólo son su voz?

La grabación de la llamada -unos seis minutos de conversación con la operadora- le llegó a María Ángeles Martín, física de formación y jefa del Grupo de Identificación de Voz de la Unidad de Acústica Forense de la Policía Nacional, y a su compañera Rosario Lafuente, filóloga y técnica del mismo departamento, dos días después, el 6 de febrero de 2017.

Esta Unidad de Acústica Forense es la única que tiene la Policía en toda España. Fue creada en 1987, la forman dos físicos, tres lingüistas o fonetistas y un técnico de sonido, y la dirige Carlos Delgado. Su intervención ha sido clave en la resolución de secuestros históricos, como el de Anabel Segurao la farmacéutica de Olot. Ha contribuido a las condenas en casos de violencia de género en los que el acusado negaba que la voz de ese mensaje telefónico amenazante fuera suya. Son capaces de situar el bar desde el que se ha hecho una llamada por el acento de la clientela, señalar que en él trabaja una camarera llamada Leticia y que tiene billar. Han llegado a concretar si la voz es de un fumador o de alguien que toma drogas.

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Si reconoces esta voz, llama a la PolicíaPOLICÍA NACIONAL
PASAPORTE VOCAL
Su participación en el caso del crimen de Ángel Prieto es ilustrativa de cómo trabajan. Lo primero que hicieron los de Acústica Forense fue comprobar que la grabación tenía calidad suficiente como para analizarla. «Cada año nos llegan entre 200 y 300 requerimientos y nunca se nos ha constatado un error», presume de la fiabilidad de la unidad su director, Carlos Delgado. «Rechazamos en torno al 50% de los casos porque la grabación es corta, está distorsionada, mal grabada...».

La llamada de la cabina de Vitoria se aceptó y las dos expertas se pusieron a trabajar en ella para realizar lo que se denomina un pasaporte vocal. «Se trata de decirles [a los agentes que investigan el caso] todo lo que podamos de esa voz. No vamos a darles una identidad, pero sí características de esa persona que les permita a ellos adjudicársela a alguien», explica Rosario Lafuente.

Establecieron, por ejemplo, que pertenecía a un varón de entre 50 y 60 años. Apuntaron a esta franja de edad no sólo porque el timbre y el tono les sugiriera la vida de sus cuerdas vocales, sino porque la forma de expresarse pertenecía a una persona de cierta edad. Decía «quiero dar las señas» en lugar de la «dirección». «Y se dirigía a la operadora, una chica joven, con tono de autoridad, de persona mayor. Le decía lo que tenía que hacer: 'Mira', 'escúchame bien', 'apunta'», dice María Ángeles Martín. Por la riqueza de su vocabulario era de un nivel socio-cultural medio/bajo.

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Carlos Delgado, director de Acústica Forense, con su equipo_OLMO CALVO
Marcaron también sobre un mapa la zona de la que podía ser originaria la voz tras estudiar sus rasgos a «nivel prosódico», es decir, su deje o acento. La palabra «ahí» la pronunciaba como ái. Usaba «a la mañana» en lugar de «por la mañana». Empleó los términos «quisquete» y «lonja» para referirse a un pestillo y un garaje. «Un hablante del País Vasco pero con acento castellanizado», concluye María Ángeles Martín, lo que les llevó a dibujar un óvalo que abarcaba la zona común entre las fronteras de Cantabria, Burgos, Vizcaya, Álava y La Rioja.

En los meses siguientes los investigadores del caso les enviaron las voces de siete sospechosos para que las cotejaran. Descartaron a todos. Hasta que el 26 de septiembre de 2018 se decidió difundir un fragmento de la grabación y pedir la colaboración ciudadana para identificarlo. Dos días después, las expertas tenían la conversación que los agentes habían tenido con un hombre al que varias llamadas señalaban.

Era él. Lo concluyeron comparando la voz de la cabina y la del sospechoso mediante un sonograma, que podría definirse como una radiografía del habla. Su representación gráfica es la que se ve en la pantalla del ordenador de la fotografía: un conjunto de manchas de distintos colores e intensidad que desvelan, por ejemplo, a cuántos hercios se pronuncian las eses, si a las tes se imprime mayor tensión o si se tiende a hacer las enes muy largas. El detenido era un vecino de Getxo (Vizcaya), de 66 años y con los rasgos que Acústica Forense había apuntado. El caso está pendiente de juicio.

EL CASO DE ANABEL SEGURA
Voz del secuestrador. El secuestro, en abril de 1993, de la joven madrileña fue uno de los primeros casos en los que fue clave el papel de la Unidad de Acústica Forense. Por la voz del secuestrador determinaron que vivía en la provincia de Toledo, tenía hijos y no era un profesional.

La cara según la voz. De la voz de una persona se pueden incluso deducir rasgos faciales. «Muchos individuos que pronuncian la 's' como Rajoy», dice Carlos Delgado, director de esta unidad de la Policía Nacional, «tienen la mandíbula prominente». Igualmente, de la voz se puede concluir la forma de los incisivos o si al locutor le falta alguna pieza dental.

Original en:
https://www.elmundo.es/espana/2019/04/20/5cb9fdeafc6c83411f8b45bb.html
 
Un equipo forense analizará 24 sacos de huesos en busca de los restos de la joven italiana desaparecida
El hallazgo de un osario cerca de las tumbas donde se creía que estaba enterrada Emanuela Orlandi aviva las esperanzas entre sus familiares, pero no entre la curia vaticana
Los restos podrían contener también los huesos de las dos princesas alemanas cuyos sepulcros estaban vacíos
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SeguirÁngel Gómez Fuentes
Corresponsal en RomaActualizado:23/07/2019 02:19h
Misterio en el cementerio del Vaticano: se abren dos tumbas para buscar los restos de una joven desaparecida, pero estaban vacías

Se teme que continuará aún por mucho tiempo uno de los grandes misterios italianos: la desaparición hace 36 años de la joven Emanuela Orlandi, cuando tenía 15 años. Han sido necesarios 24 sacos para contener todos los restos de dos osarios que serán analizados en busca de dos princesas que no fueron halladas en sus tumbas cuando el pasado 11 de julio fueron abiertas con la esperanza de encontrar allí a la joven Emanuela Orlandi, desaparecida misteriosamente en junio 1983.

Los dos osarios, con una montaña de huesos, están cerca de las tumbas en que se creía que estaban sepultadas la princesa Sophie von Hohenloe, muerta en 1836, y la sepultura contigua en la que debía estar enterrada la princesa Carlotta Federica de Mecklemburgo, fallecida en 1840.Pero ambas estaban vacías. Las autoridades de la santa Sede explicaron que no era anómalo que los restos de las dos princesasno se encontraran en esas tumbas, porque se realizaron obras en los años 60 del siglo pasado y probablemente sus restos mortales fueron trasladados a otro lugar. El Cementerio Teutónico, donde están enterrados miembros de habla alemana de diversas instituciones religiosas en Roma, se encuentra en un área adyacente a la Basílica de San Pedro.

La abogada de la familia Orlandi, Laura Sgró, recibió el pasado verano una carta con una foto de las dos tumbas del citado camposanto, con un mensaje anónimo: «Buscad donde está el ángel» (se trata de la «Tumba del Ángel», llamada así porque está la estatua de un ángel que tiene un libro con un escrito en latín: «Requiescat in pace», «descansa en paz»). Según algunas reconstrucciones, desde hace años diversas personas depositan flores en esa tumba, en señal de piedad hacia Emanuela Orlandi, porque se decía que ahí estaba sepultada la joven desaparecida.

La angustiosa espera de 36 años de la familia para encontrar los restos de Emanuela se desvanecieron una vez más el pasado 11 de julio. Entonces, su hermano Pietro comentó: «Nosotros habíamos recibido indicaciones precisas, no solamente las contenidas en una carta anónima: incluso fuentes del Vaticano nos señalaban que ese era el lugar de la sepultura de Emanuela. Esto no puede acabar así. ¿Por qué todas estas personas nos han dirigido hacia ese lugar? ¿Los familiares de las princesas sabían que no estaban sus cuerpos? ¿Dónde están?». Por su parte, la abogada Sgró, siempre al lado de Pietro, el hermano mayor de Emanuela que no ha dejado ni un solo día de luchar por aclarar el misterio de su desaparición, declaró también indignada: «Es vergonzoso. La familia Orlandi tiene el derecho a recibir respuestas concretas. Es vergonzoso que después de 36 años Emanuela no tenga todavía justicia. Se debe encontrar. La respuesta se le debe dar a la familia, pero también al Estado italiano.»

Operación complicada
Será larga la operación de analizar restos encontrados en los dos osarios, una misión encargada al profesor forense Giovanni Arcudi y su equipo, con la presencia de un perito de confianza de la familia Orlandi. Son miles los huesos y, en consecuencia, la hipótesis de los expertos es que se corresponden con decenas de personas. Como a menudo ocurre con la reestructuración de los cementerios, los huesos de las viejas sepulturas terminan en los osarios comunes. Conmocionada ante esa montaña de huesos, Federica Orlandi, hermana de Emanuela, comentó: «Esperemos para ver qué sucede. Son experiencias muy fuertes, porque aquí se podrían encontrar los huesos de mi hermana. Pero no lo pensamos hasta que no veamos los resultados. Continuaremos buscando la verdad». En la curia vaticana hay convencimiento de que entre esos huesos antiguos recogidos en el cementerio alemán no están los de Emanuela Orlandi.

La verdad es que la desilusión de la familia se repite una y otra vez durante 36 años. La última vez fue en noviembre 2018: en la sede de la Nunciatura apostólica en Italia, en via Po en Roma, se encontraron algunos huesos. En un primer momento se lanzó la hipótesis, sin ninguna prueba científica, de que podía existir una relación entre ese descubrimiento de huesos y la desaparición de Emanuela Orlandi y Mirella Gregori, también esta última desparecida misteriosamente en 1983 a la edad de 15 años. Pero los análisis científicos aclararon que aquellos huesos pertenecían a un periodo que se remonta entre los años 90 y 230 después de Cristo.

La joven Emanuela desapareció en la tarde del 22 de junio 1983, tras salir de una clase de flauta, en una escuela próxima a la céntrica plaza Navona. Dos amigas se despidieron de ella cuando esperaba un autobús para dirigirse a su casa. Desde entonces, nunca más se han tenido noticias ciertas de la joven. La familia nunca perdió la esperanza de que se aclare el misterio, a pesar de las noticias falsas o leyendas que han circulado sobre la desaparición de Emanuela, lo que en una ocasión llevó a su madre María a exclamar: «¡Maldito quien sabe la historia y no la dice!».
https://www.abc.es/internacional/ab...aliana-desaparecida-201907230219_noticia.html
 
Cómo un puñado de rayitas cambió para siempre las investigaciones criminales

Han pasado 30 años desde que el ADN se usara por primera vez en un caso penal en España: fue en una agresión sexual. Los pioneros cuentan la historia de una prueba que reescribió las reglas en la escena forense

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En foto, detención de Miguel Ricart, condenado por el asesinato de las niñas de Alcàsser en 1992

Patricia Peiró

Madrid - 02 AGO 2020 - 00:30 CEST


El forense Antonio Alonso escuchaba en la tele a Mercedes Milá aquella noche de 1995. La presentadora hablaba de una importante prueba genética definitiva para identificar los huesos de los jóvenes vascos, presuntos miembros de ETA, José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala. Alonso tenía delante parte de esos restos. Del trabajo de su equipo dependía zanjar un asunto que mantenía en vilo a la sociedad española. “Era fin de semana, recuerdo que había bastante presión mediática, y el domingo por la mañana teníamos el informe”, rememora el especialista, hoy director del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses.

Los medios empezaban a fijarse en el ADN, una prueba que se había usado en España por primera vez en un caso penal solo seis años antes y en el mundo, en 1987. El británico Colin Pitchfork se convirtió ese año en el primer condenado gracias a esa nueva técnica forense descubierta por Alec Jeffreys. La policía buscaba a un individuo que había violado y asesinado a dos adolescentes. Para ello, puso en marcha una recogida masiva de muestras en la zona en la que ocurrieron las muertes para compararlas con el perfil de las muestras obtenido en los cadáveres. “Como en las mejores películas, una mujer apareció en la comisaría para contar que había escuchado a un hombre en un pub presumir de que se había presentado a las pruebas con la identificación de otra persona”, explica Alonso. Aquel puñado de rayitas, que es como se visualiza un perfil, confirmó la culpabilidad. El 99,9% del ADN de un ser humano es idéntico al del resto, es el 0,1% restante el que sirve a los forenses.

En 1989 el equipo de Ángel Carracedo, uno de los mayores expertos en genética a nivel global, usó por primera vez esa técnica en un caso penal en España. Fue en una agresión sexual en Galicia. “En el mundo penal estábamos muy limitados porque normalmente obteníamos cantidades minúsculas (de sangre, s*men, saliva...) y las muestras fallaban; en ese momento solo se podía analizar muestras muy grandes y relativamente frescas”, rememora el especialista. Las PCR, que hoy toda la sociedad conoce gracias a la pandemia de coronavirus, permitieron con el paso de los años amplificar el material genético que se podía estudiar a partir de cantidades mínimas. Del Instituto de Medicina Legal de la Universidad de Santiago, que Carracedo dirigió hasta 2012, han salido marcadores y tecnologías que se emplean en todos los laboratorios forenses del mundo.

En 1991, el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses lo empleó por primera vez para exculpar a un acusado de violación. “Esta tecnología hizo que pasáramos de la nada al todo. En aquella primera ocasión, lo repetimos varias veces, el miedo de haberte equivocado estaba ahí”, recuerda Alonso. Hoy existen en España 19 laboratorios que pueden hacer este tipo de procedimientos. 14 son públicos, pertenecientes a seis instituciones y el resto son privados, pero están acreditados para participar en determinadas investigaciones. Solo el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses recibió en 2019 más de 8.000 peticiones de análisis de los órganos judiciales (que incluyen no solo casos penales, sino también, por ejemplo, pruebas de paternidad). Esto supuso más de 36.000 pruebas forenses, según los datos aportados por el organismo.

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Antonio Alonso, y Cristina Albarrán, del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses


Cuatro profesionales del equipo de Alonso se desplazaron en 1990 hasta Cambridge para aprender esta nueva técnica y traerla a España. “Entonces era todo muy artesanal, se usaban geles que se teñían con nitrato de plata para ver las bandas de ADN. Después llegaron los perfiles digitalizados y con ellos otro gran salto: tener una base de datos”, señala. “En la actualidad existen 130 millones de perfiles en el mundo de uso forense para la investigación criminal e identificación de desaparecidos”, apunta el experto.

En esas bases de datos está el perfil de Antonio Anglés, uno de los acusados del crimen de las niñas de Alcàsser. “Ese caso marcó un antes y un después. Entonces [1992], la mayoría de los laboratorios ya trabajaban con ADN, pero no teníamos un desarrollo de la escena del delito. De alguna manera entramos en la era CSI [Crime Scene Investigation, serie de televisión]“, apunta Alonso. En ese triple asesinato, los forenses se enfrentaron también a la cara más dura de los medios, con el nacimiento de la telebasura. “En general, los casos mediáticos me producen mucha desazón”, se lamenta Carracedo.

La ficción, a veces, ha dado una idea equivocada de esta tarea. “Yo creo que las series han dado lugar a muchísimos tópicos. Sobre todo lo de que si lo dice el ADN es infalible, que es un test inmediato, que es la respuesta a todo, pero la realidad es que no siempre es así de fácil”, puntualiza Cristina Albarrán, facultativa del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses desde hace más de tres décadas. Un ejemplo de que el ADN no es la respuesta a todos los interrogantes es el crimen de Almonte, en el que fueron hallados asesinados un padre y su hija con 150 puñaladas. “Determinamos que había restos del compañero sentimental de la madre de la niña en unas toallas, pero, ¿se limpió las manos después de matarles o ya estaba ahí porque las había tocado en días anteriores? Nosotros no podemos saberlo, solo decir que está presente”, añade Alonso. El principal sospechoso acabó siendo declarado inocente.

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Ahmed Chelh, detenido en 2015 por el asesinato de Eva Blanco en 1997


La que era jefa de servicio de Alonso le preguntó hace décadas que cuándo iban a dejar de investigarse nuevas técnicas. Él le respondió que creía que nunca. Ahora, se pueden conocer con un alto grado de fiabilidad determinados rasgos de la persona con una simple muestra biológica. Por ejemplo, el color de ojos o el origen ancestral. Así es como se identificó al asesino de Eva Blanco, al borde de que prescribiera el crimen. Alonso lo recuerda así: “Se determinó que era un individuo magrebí, se hizo el test a los que respondieran a este perfil en el pueblo y así es como apareció la coincidencia con un familiar del que acabó siendo detenido y que después se suicidó en la cárcel”.

El ADN familiar es probablemente la próxima gran revolución. El FBI detuvo el año pasado a un asesino en serie que llevaba escabulléndose 42 años. Joseph James DeAngelo mató al menos a una docena de mujeres y violó a 50. Sin pistas que seguir, el FBI comparó los restos biológicos del criminal con los de una base de datos privada de perfiles de ADN. ¡Bingo! Encontraron coincidencia con un primo que había introducido su material hacía años para saber más de su árbol genealógico. “Hay cuatro o cinco compañías en el mundo que tienen 15 millones de muestras. Esto parece una anécdota, pero hoy hay más de 100 casos que se están investigando con este método”, reconoce Alonso. En España todavía no, pero se usará, asegura el experto. “Es una herramienta muy potente”.

 
Así trabaja un detective privado en España: infidelidades, desaparecidos, covid y más
Hablamos con Rafael Guerrero, detective privado, para descubrir qué hay tras este oficio que tanto nos llama la atención

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María Palmero
PUBLICADO 02/08/2020 20:05


Rafael Guerrero tiene 51 años y vive solo en Madrid. "Me es difícil tener pareja o familia", nos cuenta a Vozpópuli. ¿La razón? Su oficio: es detective privado. Un trabajo que compagina desde 2010 con su faceta de escritor de novelas. Ya ha publicado cuatro libros. El último, Yo detective (ed. Eolas).

MÁS INFO
Para escribir sus historias se basa en su propio trabajo como investigador, del que le hemos preguntado para saber en qué consiste.

Un detective privado debe sacarse una carrera

Antes de nada, Guerrero nos aclara que no todo el mundo puede ser detective privado porque tenga una cámara, recursos o tiempo. "Se debe tener el título propio de Investigación Privada, que son unos estudios vinculados a Criminología".

"Una vez que acabas la carrera, de tres años, debes ir a la Seguridad de la Policía para que te de la licencia de detective privado. Ahora creo que ya no lo hacen, pero cuando yo me la saqué nos hacían una entrevista en la comisaría. Nos preguntaban que por qué queríamos ser detectives, que qué nos motivaba, etc. Era una especie de criba, supongo", nos confiesa.

PREGUNTA. ¿Y cómo te da por hacerte detective privado?

RESPUESTA. Pues tenía 23 años y siempre había admirado a James Bond (risas). Me gustaba esa forma de vida, y no quería ser policía ni agente secreto. Así que lo más cercano que tenía era la investigación privada. Me saqué la carrera y ahora tengo mi agencia.

P. ¿Y cómo eran tus compañeros de clase? ¿Raritos o normales?

R. Recuerdo que éramos casi todo hombres. Había apenas una o dos mujeres. Y la gente era mayor que yo. Muchos estaban vinculados al mundo de la seguridad, a los Cuerpos de Seguridad del Estado. Había algún friki, no te lo voy a negar, pero casi me acuerdo.

Sobre hechos privados, los detectives somos los únicos que podemos investigar
P. ¿Lo que recabáis los investigadores privados puede servir como prueba en un juicio?

R. Claro. La ley que nos regula es la 5.2014 de Seguridad Privada, que es la que regula la investigación y las averiguaciones de información de las personas en muy diversos ámbitos. Y cabe destacar que sobre hechos privados, los detectives somos los únicos que podemos investigar.

P. ¿Y podéis investigar todo lo que se os pida o hay un límite?

R. Podemos investigar siempre que haya un interés legitimo detrás, no se puede investigar todo. Si no premia el interés legítimo, es decir, algo que alguien tenga derecho a saber, no se lleva a cabo.

Muchas veces tenemos que decir que no porque nos piden conversaciones de WhatsApp, contraseñas de correo electrónico... Y eso es ilegal. Los detectives nunca violamos la ley, obtenemos información de manera legal y legítima.

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Rafael Guerrero

Descubrir una infidelidad, una de las cosas que más piden a los detectives privados

A Rafael Guerrero, y a la mayoría de investigadores privados, se les contacta a través del boca a boca o, más raramente, a través de webs, redes, eventos, blogs...

P. ¿Qué es lo que más os piden?

Nosotros estamos especializados en búsquedas internacionales de desaparecidos y en seguridad de eventos. También hacemos mucho localización de personas y de herederos, personas que han heredado algo pero que no se puede dar con ellos porque el testamento se hizo hace muchísimos años.

Los clientes que vienen con infidelidades llegan a nosotros con mucha angustia e infidelidad. De hecho, la mayoría sabe lo que hace su pareja.

P. ¿Y qué hay de las infidelidades? ¿No os piden mucho que descubráis a alguien?

R. Sí, también es bastante habitual, y es un derecho que tiene una persona que tiene de saber que no le han engañado. Una pareja es como un contrato.

Los clientes que vienen con infidelidades, no obstante, llegan a nosotros con mucha angustia e infidelidad. De hecho, la mayoría sabe lo que hace su pareja y no quiere las pruebas para ellos mismos, sino para familiares o hijos, para tener una prueba de lo que pasó y que éstos no se vuelvan en su contra. Yo he visto a clientes que sufren mucho con las infidelidades.

P. ¿Y cómo son vuestras tarifas? Es para un amigo... (risas)

R. (Ríe). Pues unos 60-120 euros por hora. Si haces una investigación de dos días, suelen ser unos 2.000 euros. Pero hay de todo, hay personas que pueden cobrar la mitad. También depende de lo que sea y del número de detectives que se necesiten. Una normal suelen ser unos 3.000 euros.

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Búsquedas de familiares en plena pandemia por coronavirus

Rafael Guerrero nos cuenta que en el confinamiento a causa del coronavirus que hemos vivido en los últimos meses les han pedido cosas diferentes.

"Ha habido mucha gente que ha querido buscar a personas del pasado. Ha habido mucho tema de localización, sobre todo de clientes extranjeros que querían buscar a sus familiares en residencias u hospitales, porque desde su país no tenían ninguna información sobre ellos. También, personas que alegaban baja laboral por covid-19 y verificar si estaban cumpliendo el aislamiento y no salían a la calle", asegura Guerrero.

P. ¿Y qué es lo más raro que te hayan pedido y hayas hecho?

R. Localizar a una persona en Bangladesh. Una localización en la que el cliente se vino conmigo para resolver un problema familiar. En este caso, se quería entrevistar con la que sería su suegra. Quería hablar con ella para pedirle si se podía casar o no con su prometida. Tuvimos que contratar a un traductor, para que pudieran hablar.

También recuerdo con cariño a una mujer que nos llamó porque había enviudado y quería buscar al novio que tuvo antes de la mili. Le encontramos y a los dos años nos invitaron a la boda.

P. Y, por ejemplo, ¿qué pasa si hay alguien que no quiere ser encontrado?

R. Hay personas que desaparecen porque dejan quiebras o deudas, o gente que no quiere ser encontrada, pero si el derecho legítimo del cliente a saber dónde está esa persona existe, nuestro deber es encontrarla.

 
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