Cine. Estrenos en España.

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Narra la tragedia del submarino nuclear ruso 2000 K-141 Kursk ocurrida en agosto del año 2000, y la negligencia gubernamental que le siguió. Mientras los marineros luchan por sobrevivir, sus familias luchan desesperadamente contra los obstáculos políticos y las ínfimas probabilidades de salvarles.
 
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Cleo (Yalitza Aparicio) es una joven sirvienta de una familia que vive en la Colonia Roma, barrio de clase media de Ciudad de México. En esta carta de amor a las mujeres que lo criaron, Cuarón se inspira en su propia infancia para pintar un retrato realista y emotivo de los conflictos domésticos y las jerarquías sociales durante la agitación política de la década de 1970
 
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Susie Bannion (Dakota Johnson) es una joven estadounidense que viaja a Berlín para cursar sus estudios de danza en una de las escuelas más prestigiosas del mundo, dirigida por Madame Blanc (Tilda Swinton). El mismo día en el que ingresa en la escuela, una de las alumnas recientemente expulsada es asesinada. No se trata de un hecho aislado, lo que hace sospechar a la brillante estudiante sobre la implicación de la escuela en los homicidios. Su desconfianza aumenta cuando una compañera le cuenta que antes de que Pat muriera, ésta le confesó que conocía un terrorífico secreto. Remake del clásico giallo dirigido por Dario Argento en 1977, 'Suspiria'.
 
Realmente grandiosa, una película maravillosa.

La vi anoche y me gustó bastante en la faceta musical y con las interpretaciones de los actores, la parte final en el concierto de Wembley me pareció muy emocionante. Entiendo que es lo más importante, pero también es una biografía de Freddie Mercury como persona y del resto de los componentes de Queen, en esto le doy solo un aprobado porque pasa muy de puntillas por cuestiones como las drogas, el alcohol, su homosexualidad, su bajada a los infiernos de los ambientes más sórdidos y el SIDA, que también formaron parte del genio. Sobre todo en esto último, hubiera sido un gran aprendizaje ver como vivieron aquellas primeras personas famosas que se contagiaron dicha enfermedad. Me resultó muy edulcorado el final. Supongo que Brian May quería que no tuviera problemas de censura, pero Freddie Mercury fue como fue y también gracias a ello hoy es una leyenda.
 
La vi anoche y me gustó bastante en la faceta musical y con las interpretaciones de los actores, la parte final en el concierto de Wembley me pareció muy emocionante. Entiendo que es lo más importante, pero también es una biografía de Freddie Mercury como persona y del resto de los componentes de Queen, en esto le doy solo un aprobado porque pasa muy de puntillas por cuestiones como las drogas, el alcohol, su homosexualidad, su bajada a los infiernos de los ambientes más sórdidos y el SIDA, que también formaron parte del genio. Sobre todo en esto último, hubiera sido un gran aprendizaje ver como vivieron aquellas primeras personas famosas que se contagiaron dicha enfermedad. Me resultó muy edulcorado el final. Supongo que Brian May quería que no tuviera problemas de censura, pero Freddie Mercury fue como fue y también gracias a ello hoy es una leyenda.
Yo creo que la película es en cierta medida el reflejo de lo que fue Freddie Mercury, nunca fue un activista, ni hizo bandera de su condición de inmigrante, ni de homosexual, ni de enfermo de SIDA, era reservado para su vida. Se centra más en lo musical, que es su faceta más interesante.
 
Yo creo que la película es en cierta medida el reflejo de lo que fue Freddie Mercury, nunca fue un activista, ni hizo bandera de su condición de inmigrante, ni de homosexual, ni de enfermo de SIDA, era reservado para su vida. Se centra más en lo musical, que es su faceta más interesante.
Cierto que nunca fue un activista, pero como "cotilla" me hubiera gustado saber un poco mas de la persona.
 
Cierto que nunca fue un activista, pero como "cotilla" me hubiera gustado saber un poco mas de la persona.
Yo es que precisamente es lo que más admiro de Freddie Mercury, que no fuera un activista y buscara admiración por su música y su puesta en escena, no por sus circunstancias personales o sociales, me alegro de que la película se haya hecho de esa forma porque no resulta sórdida y termina con un buen sabor de boca con el concierto del Live Aid
 
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Eren Yeager y el resto del 104º Cuerpo de Entrenamiento ya pertenecen al Survey Corps. Están listos para enfrentarse a los Titanes otra vez, pero su preparación se ve interrumpida por la invasión del Wall Rose. El Survey Corps irá a salvar el muro y descubrirá más sobre los Titanes y sobre sus propios miembros. Tercera película de la saga, que recapitula los episodios del 26-37 contando el arco "Enfrentamiento de Titanes".

 
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La historia arranca con un descubrimiento: tras una pared falsa, se hallan tres cadáveres momificados alrededor de una mesa, y junto a un asiento libre. El detective Carl Mørck y su asistente Assad seguirán las pistas hasta una institución donde tenían lugar experimentos médicos. Allí, intentarán descubrir quién debía ocupar el cuarto asiento, en este nuevo caso del Departamento Q.

 
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Una ama de casa y madre asfixiada por las responsabilidades toma una extraordinaria decisión que cambiará su vida para siempre.

 
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La tranquila localidad de Little Haven se ve invadida por una horda de muertos vivientes que amenazan con chafarles las fiestas navideñas. Anna y sus amigos harán frente a la amenaza con toda su energía, sobreviviendo a muñecos de nieve zombificados, salvajes despedidas de soltero y adolescentes desenfrenados. ¡Y aún les sobrarán fuerzas para marcarse unos números musicales! (FILMAFFINITY)

 
Las mejores películas de 2018: 'Roma' de Alfonso Cuarón y 'Entre dos aguas' de Isaki Lacuesta

La Esfera de Papel
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  • 16 DIC. 2018 09:14
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Alfonso Cuarón y la actriz Yalitza Aparicio, durante el rodaje de su película 'Roma'. NETFLIX

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Los mejores libros de 2018

Las mejores películas internacionales

  1. Roma, de Alfonso Cuarón.
  2. El hilo invisible, de Paul Thomas Anderson
  3. Burning, de Lee Chang-dong
  4. Lazzaro feliz, de Alice Rohrwacher
  5. Cold war, de Pawel Pawlikowski
  6. Mandy, de Panos Cosmatos
  7. Dogman, de Matteo Garrone
  8. Isla de perros, de Wes Anderson
  9. Western, de Valeska Grisebach
  10. Un lugar tranquilo, John Krasinski
Las mejores películas españolas

    • Entre dos aguas, de Isaki Lacuesta
    • La enfermedad del domingo, de Ramón Salazar
    • Petra, de Jaime Rosales
    • Viaje al cuarto de una madre, de Celia Rico
    • Apuntes para una película de atracos, de Elías León Simininiani
    • Con el viento, de Meritxell Colell
    • Carmen y Lola, de Arancha Echevarría
    • Quién te cantará, de Carlos Vermut
    • Trote, de Xacio Baño
    • Tiempo después, de José Luis Cuerda
Los auténticos habitantes de Roma son sus turistas, se escucha en La gran belleza, la película de Sorrentino. Nada tiene que ver aquella ciudad mortecina e inútil, exuberante y ridícula, santa y put* con el enigma que da título a la película que, a su manera, define el año que acaba. La Roma de Alfonso Cuarón no aparece siquiera citada. Sabemos que se trata de un barrio de la infancia del director, pero nadie lo dice. Apenas es una sombra de un recuerdo. Y es desde ahí, desde ese extraño espacio sin identificar, apenas un no-lugar carente incluso de nombre, desde donde se hace fuerte. Toda la cinta navega ingrávida por la mirada del espectador como si se tratara de un recuerdo compartido. De todos y de nadie a la vez. Los habitantes de esta Roma son los espectadores sean de donde sean; da lo mismo el idioma, las fronteras o la herida del color de la piel. Sus pobladores somos cualquiera de nosotros convertidos no tanto en turistas romanos como en habitantes de la memoria. La de todos.

Digamos que es su vocación y devoción por el límite la que la define. Y por ello, la que nos define. Al fin y al cabo, qué mejor definición para este tiempo que pisamos que el umbral, el confín, el borde de su más íntimo precipicio. Desde otro punto de vista, además, el debate de los formatos (se trata de una película que no se entiende fuera de una sala de cine y que ha sido producida por una televisión) hace de ella una de las más crueles contradicciones de la historia del cine. De la misma manera que una de sus últimas escenas se coloca justo al lado de la muerte, la película entera vive en el aliento postrero de un arte que se cuestiona a sí mismo ahora más que nunca. También como industria. Por todo ello, la producción de Cuarón es además de película, síntoma. Y quizá, tomando este punto de partida, se podría trazar la genealogía de lo mejor del año. Las producciones que lo definen.

Desde España, Entre dos aguas, de Isaki Lacuesta, vive toda ella en un terreno híbrido, y por ello fronterizo, donde la realidad y la ficción se confunden; donde el lenguaje del documental adquiere la rugosidad impostada del melodrama. O al revés. Y así, como en el caso anterior, hasta ofrecerse en un terreno completamente nuevo que ya no es ni fabulación ni objetividad, ya es otra cosa, es sólo vida. La de todos. Si a esto se le añade el esfuerzo por desmarcarse de la permanente celebración de lo idéntico en la que, en palabras de Byung-Chul Han, vive el universo digital, tal vez se pueda sumar una característica más: la de la resistencia. La película de Lacuesta quiere dar voz e imagen a aquellos que no la tienen de la misma manera que Cuarón otorga la virtud de lo necesario a Cleo, la criada indígena que, a su manera, hace que el mundo, todo él, se mueva. Y hasta pese.

Burning, de Lee Chang-Dong, como Lazzaro feliz, de Alice Rohrwacher, o Dogman, de Matteo Garrone, se moverían todas ellas en un registro y preocupación similar. Hasta Zama, de Lucrecia Martel, Western, de Valeska Grisebach, Petra, de Jaime Rosales, y La enfermedad del domingo, de Ramón Salazar, se podrían sumar a esta lista de cintas que profundizan en los mecanismos de la humillación. La idea siempre es recrear de la forma más fidedigna posible el espacio irreductible desde el que contestar y hasta levantarse contra la maquinaria uniformadora que todo lo iguala. Cada uno de los protagonistas de cada una de las películas citadas acaban por rebelarse contra una herida, antes que sólo pecado, original. Y lo hacen no como una forma de autoafirmación narcisista del yo sino como una entregada reivindicación del otro, de lo distinto, de todo aquello que niega la realidad y hasta nos niega. El reverendo, de Paul Schrader, completaría esta celebración callada del dolor, del resentimiento, de la ira, de la liberación tal vez. No son selfies, son retratos en su más genuina extrañeza y misterio.

Cold war, de Pawel Pawlikowski, también comparte esa misma vocación de rareza. Su estrategia consiste en volver a contar la historia más veces contada: la única historia posible. Es amor, claro, pero también es el detallado recuento de todas y cada una de sus imposibilidades. Es triste, claro, pero también es un esperanzado grito contra todo aquello que se empeña en sepultarlo. Mandy, de Panos Cosmatos, bien podría colocarse no tanto al lado como en el extremo opuesto. Hasta llegar a ser lo mismo. El director griego-canadiense (aunque nacido en Italia) confecciona una de los más excitantes pastiches del año donde el terror, la sangre y la venganza se alían para discutir los márgenes de la pantalla. El riguroso blanco y negro de Pawlikowski contra el encendido color de Cosmatos acaban por ser, de nuevo, una búsqueda desesperada de lo diferente en tiempos que todo lo igualan. Clímax, del siempre alborotado Gaspar Noé, o Lo que esconde Silver Lake, de David Robert Mitchell, bien pueden figurar en el mismo párrafo. También ellas juegan a dar la vuelta a géneros, a volver del revés lo idéntico, a exigir la urgencia de lo otro.

En otro registro, quizá más lúdico, el año que acaba también ha dado la oportunidad para recuperar viejas fórmulas para expresar la misma deriva. Cuando no el mismo miedo simplemente. Hereditary, de Ari Aster, o Un lugar tranquilo, de John Krasinski, son nuevos temores en los formatos de siempre. Del mismo modo que Isla de perros, de Wes Anderson, es, desde cualquier punto de vista, la más brillante, ingenua y profunda, todo a la vez, reivindicación del cine como, otra vez, resistencia. A ladridos.

Dice Cuarón que Roma es un «montón de espejos rotos». Nada más. Y sí, somos eso y somos tiempo; tiempo compartido como habitantes de la misma memoria.
https://www.elmundo.es/cultura/laesferadepapel/2018/12/16/5c13ec59fc6c83436b8b4575.html
 
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