Biografìa-Obra: Bécquer, Benedetti, Borges, Camus, Cortázar, Faulkner, Galeano , G.Lorca, G.Márquez, Joyce, Kafka, Lessing , Mann, Orwell, Proust, etc

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Jean Paul Sartre y la absurda obligación de existir
Sartre sentó las bases del existencialismo en «La náusea», una novela filosófica sobre la falta de sentido de la vida
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Sartre en el Festival de Cannes (1947)

Sartre era un desconocido hasta 1938 cuando Gallimard decidió publicar La náusea. Había cumplido 26 años y había pasado un año y medio en Berlín, coincidiendo con la llegada de Hitler al poder. Durante esa etapa, Sartre dedicó su tiempo a leer a Husserl y a Heidegger, los dos pensadores sin los cuales no se puede entender su obra.

El filósofo francés sentía fascinación por la fenomenología de Husserl, basada en un intento de aprehender y describir los fenómenos tal y como son percibidos. A Husserl no le importaba tanto la esencia de las cosas como la forma en la que nuestra mente capta las impresiones que recibe desde el exterior. Nuestra conciencia es intencional, siempre apunta hacia algo, subrayaba el intelectual de origen moravo.


La visión fenomenológica impregna La náusea desde la primera a la última línea porque la novela de Sartre es una indagación, inspirada en su experiencia como profesor en un liceo de Le Havre, sobre la falta de sentido de la existencia y la opacidad del mundo que le rodea.





El protagonista del relato es Antoine Roquentin, un rentista de unos 30 años que ha vivido en Indochina y que se instala en Bouville, una imaginaria ciudad de provincias, para escribir una biografía sobre el marqués de Rollebon, un aristócrata del siglo XVIII. Roquentin vive en un hotel, se acuesta rutinariamente con la dueña y pasa casi todo su tiempo estudiando documentos sobre Rollebon, por el que sufre un creciente desinterés. Su única afición es el jazz y apenas se relaciona con sus semejantes salvo con el llamado Autodidacto, un ser extraño que devora los libros para adquirir conocimientos.


No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de que Roquentin es un alter ego del propio Sartre, que utilizó a su personaje para formular las bases del existencialismo a partir de la influencia de Husserl. El título de la novela hacia referencia a la mezcla de asco e incomprensión, a la náusea física que le producen los seres y las cosas que le rodean en su vida cotidiana.


«Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que la existencia no es la necesidad. Existir es estar ahí simplemente. Los existentes aparecen, se dejan encontrar, pero nunca es posible deducirlos. Ningún ser necesario puede explicar la existencia, la contingencia no es una máscara, es lo absoluto», escribe Roquentin en su diario.


La vida le parece al protagonista de la narración no sólo pura contingencia porque todo está sometido al azar y la finitud sino, sobre todo, un absurdo que gravita sobre las cosas. La única actitud posible al toparnos con lo cotidiano es el horror, el vómito que provoca esa náusea de existir.

No se puede ignorar que el libro está escrito en el período entre 1936 y 1938 tras la etapa en la que Sartre había visto con sus propios ojos la ascensión del nazismo en Alemania y la crisis moral de una sociedad francesa, ciega a las amenazas del totalitarismo y a la cercanía de una guerra que destruiría el continente.

Como un personaje de Dostoievski, Roquentin es un nihilista que no espera nada de la vida ni alberga ninguna esperanza sobre el futuro. Pero a la vez es perfectamente consciente de que es un ser libre, condenado a decidir por su falta de esencia. No hay duda de que las páginas de La náusearezuman pesimismo y desesperación, pero también son un alegato en favor de la libertad en unos tiempos en los que los fascismos ganaban adeptos y creaban las condiciones para la terrible masacre que se desencadenó después. Es el propio absurdo, la contingencia de lo real, lo que constituye el fundamento de la libertad, ya que la voluntad no está sometida a nadie. El hombre puede rebelarse contra la tiranía y elegir su propio camino, una vez aceptado el hecho irremediable de que nada tiene sentido.

Las reflexiones de Sartre en esta obra no son cínicas ni impostadas porque él siempre ejerció su libertad tanto para pensar como para vivir. Era un ser desprendido, generoso, sin propiedades ni apego a lo material, que mantenía una relación abierta con Simone de Beauvoir y defendía con vehemencia la autonomía de su pensamiento. Se equivocó en algunas cuestiones importantes, pero jamás abdicó de su independencia.

Para quien quiera entender a Sartre y acercarse al existencialismo, La náuseano es un libro contingente sino necesario porque, más allá de su calidad literaria, marca un cambio de época y una nueva forma de entender el mundo.

https://www.abc.es/cultura/cultural...-obligacion-existir-201809180208_noticia.html

 
RIMA IX

Besa el aura que gime blandamente
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente
y de púrpura y oro la matiza;
la llama en derredor del tronco ardiente
por besar a otra llama se desliza;
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
al río que le besa, vuelve un beso.
Gustavo Adolfo Becquer
 
Frases cortas de Mario Benedetti sobre el amor, la vida y la amistad
Aquí tienes las frases de Mario Benedetti:
1.

“Mi estilo de querer es ese, un poco reticente, reservando el máximo solo para grandes ocasiones.”

2.

“La muerte es una aburrida experiencia; para los demás, sobre todo para los demás.”

3.

“Esa felicidad con todas sus letras en mayúsculas no existe ¡Ah! Pero si fueran en minúsculas sería tan similar a lo que viene siendo nuestra pre-soledad.”

4.

“En mi alma hay un pozo y en mi sangre hay un náufrago.”

5.

“Y aunque no siempre he entendido mis culpas y mis fracasos, en cambio sé que en tus brazos el mundo tiene sentido.”

6.

“No me tientes que si nos tentamos no nos podremos olvidar.”

7.

“Qué bueno que tengas el valor de ser distinto y no sucumbas al poder unánime.”

8.

“Los odios vivifican y estimulan solo si es uno quien los gobierna; destruyen y desajustan cuando son ellos los que dominan.”

9.

“Yo no sé si Dios existe pero si existe, sé que no le va a molestar para nada mi duda.”

10.

“Que el dolor no me apague la rabia, que la alegría no desarme mi amor.”

11.

“La muerte se lleva todo lo que no fue, pero nosotros nos quedamos con lo que tuvimos.”

12.

“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas.”

13.

“Donde acaba tu boca, ahí empieza la mía.”

14.

“Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta tristeza.”

15.

“Contra el optimismo no hay vacunas.”

16.

“La mariposa recordará por siempre que fue un gusano.”

17.

“Nacemos tristes y morimos tristes pero en el entretiempo amamos cuerpos cuya triste belleza es un milagro.”

18.

“Sin embargo todavía dudo de esta buena suerte, porque el cielo de tenerte me parece fantasía.”

19.

“Lo cierto es que yo ignoraba que tenía en mí esas reservas de ternura.”

20.

“Aquel gol que le hizo Maradona a los ingleses con la ayuda de la mano divina, es por ahora la única prueba fiable de la existencia de Dios.”

21.

“Creo que la vida es un paréntesis entre dos nadas. Soy un ateo. Creo en un dios personal, el cual es la consciencia, y eso a lo que tenemos que rendir cuentas cada día.”

22.

“Hay diez centímetros de silencio entre tus manos y mis manos, una frontera de palabras no dichas entre tus labios y mis labios. Y algo que brilla así de triste entre tus ojos y mis ojos.”

23.

“No vayas a creer lo que te cuentan del mundo (ni siquiera esto que te estoy contando) ya te dije que el mundo es incontable.”

24.

“Los sentimientos son inocentes como las armas blancas.”

25.

“Defender la alegría como una trinchera, defenderla del escándalo y la rutina, de la miseria y los miserables, de las ausencias transitorias y las definitivas.”

26.

“Quién lo diría, los débiles de veras que nunca se rinden.”

27.

“El que hace trampa es porque no tiene el coraje para ser honesto.”

28.

“Cuando el infierno son los otros, el paraíso no es uno mismo.”

29.

“Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que sale del corazón.”

30.

“Me gustaría mirar todo de lejos pero contigo.”

31.

“Una de las cosas más agradables de la vida: ver cómo se filtra el sol entre las hojas.”

32.

“Ella no decía nada. Le gustaba que él le dijera cosas, pero ella callaba. Solo sus manos y sus ojos hablaban y eso bastaba.”

33.

“Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio.”

34.

“Si habito en tu memoria no estaré solo.”

35.

“La realidad es un manojo de problemas sobre los cuales nadie reclama derechos de autor.”

36.

“Te espero cuando miremos al cielo de noche: tú allá, yo aquí.”

37.

“No sé por qué, pero hoy me ha dado por extrañarte, por echar de menos tu presencia. Alguien me dijo que el olvido está lleno de memoria.”

38.

“Aunque nos olvidemos de olvidar seguro que el recuerdo nos olvida.”

39.

“Un río de tristeza circula por mis venas, pero me he olvidado de llorar.”

40.

“Me gusta el viento, no sé por qué, pero cuando camino contra el viento parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar.”

41.

“La infancia es a veces un paraíso perdido. Pero otras veces es un infierno de mierda.”

42.

“Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.”

43.

Melancolía: manera romántica de estar triste.”

44.

“Todos necesitamos alguna vez un cómplice, alguien que nos ayude a usar el corazón.”

45.

“Cuando los odios andan sueltos, uno ama en defensa propia.”

46.

“Un pesimista es simplemente un optimista bien informado.”

47.

“No hay que prometer nada porque las promesas son horribles ataduras, y cuando uno se siente amarrado, tiende a liberarse, eso es fatal.”

48.

“En realidad, sólo existe la dirección que tomamos, lo que puede haber sido ya no vale.”

49.

“Yo amo, tú amas, el ama, nosotros amamos, vosotros amáis, ellos aman. Ojalá no fuese conjugación sino realidad.”

50.

“Me explicaron que era una cordial invitación a que me fuera de inmediato.”

51.

“Es curioso cómo a veces se puede llegar a ser tan inocentemente cruel.”

52.

“Las políticas que ocasionan pobreza son violencia.”

53.

“Pedir perdón es humillante y no arregla nada. La solución no es pedir perdón, sino evitar los estallidos que hacen obligatorias las excusas.”

54.

“Si el corazón se aburre de querer para qué sirve.”

55.

“En la razón sólo entraran las dudas que tengan llave.”

56.

“Puedes venir a reclamarte como eras. Aunque ya no seas tú.”

57.

“Mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites.”

58.

“Te he dejado pensando en muchas cosas, pero ojalá pienses un poco en mí.”

59.

“Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo.”

60.

“Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida.”

61.

“El amor no es repetición. Cada acto de amor es un ciclo en sí mismo, una órbita cerrada en su propio ritual. Es, cómo podría explicarte, un puño de vida.”

62.

“Acá hay tres clases de gente: la que se mata trabajando, las que deberían trabajar y las que tendrían que matarse.”

63.

“El dolor lo pone a uno exageradamente receptivo.”

64.

“Me aburría de mí mismo, de mi propia paciencia.”

65.

“Cada vez que te enamores no expliques a nadie nada, deja que el amor te invada sin entrar en pormenores.”

66.

“La perfección es una pulida colección de errores.”

67.

“No sé tu nombre, sólo sé la mirada con que me lo dices.”

68.

“En este mundo tan codificado con internet y otras navegaciones, yo sigo prefiriendo el viejo beso artesanal que desde siempre comunica tanto.”

69.

“Somos tristeza, por eso la alegría es una hazaña.”

70.

“Sé que voy a quererte sin preguntas, sé que voy a quererte sin respuestas.”

https://www.exitoysuperacionpersonal.com/frases-de-mario-benedetti/
 
Rima XXV
Cuando en la noche te envuelven
las alas de tul del sueño
y tus tendidas pestañas
semejan arcos de ébano,
por escuchar los latidos
de tu corazón inquieto
y reclinar tu dormida
cabeza sobre mi pecho
diera, alma mía,
cuanto poseo:
¡la luz, el aire
y el pensamiento!

Cuando se clavan tus ojos
en un invisible objeto
y tus labios ilumina
de una sonrisa el reflejo,
por leer sobre tu frente
el callado pensamiento,
que pasa como la nube
del mar sobre el ancho espejo,
diera, alma mía,
cuanto deseo:
¡la fama, el oro,
la gloria, el genio!

Cuando enmudece tu lengua,
y se apresura tu aliento,
y tus mejillas se encienden,
y entornas tus ojos negros,
por ver entre tus pestañas
brillar con húmedo fuego
la ardiente chispa que brota
del volcán de los deseos,
diera, alma mía,
por cuanto espero:
¡la fe, el espíritu,
la tierra, el cielo!
Gustavo Adolfo Bécquer
 
El rey de Harlem

Con una cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.

Fuego de siempre dormía en los pedernales,
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.

Aquel viejo cubierto de setas
iba al sitio donde lloraban los negros
mientras crujía la cuchara del rey
y llegaban los tanques de agua podrida.

Las rosas huían por los filos
de las últimas curvas del aire,
y en los montones de azafrán
los niños machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de frenesí manchado.

Es preciso cruzar los puentes
y llegar al rubor negro
para que el perfume de pulmón
nos golpee las sienes con su vestido
de caliente piña.

Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,
para que los cocodrilos duerman en largas filas
bajo el amianto de la luna,
y para que nadie dude de la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.

Tenía la noche una hendidura y quietas salamandras de marfil.
Las muchachas americanas
llevaban niños y monedas en el vientre
y los muchachos se desmayaban en la cruz del desperezo.
Ellos son.
Ellos son los que beben el whisky de plata junto a los volcanes
y tragan pedacitos de corazón por las heladas montañas del oso.

Aquella noche el rey de Harlem con una durísima cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Los negros lloraban confundidos
entre paraguas y soles de oro,
los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco,
y el viento empañaba espejos
y quebraba las venas de los bailarines.

Negros, Negros, Negros, Negros.

La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.
No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles,
viva en la espina del puñal y en el pecho de los paisajes,
bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna de cáncer.

Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo,
cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas
rueden por las playas con los objetos abandonados.

Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,
hecha de espartos exprimidos, néctares de subterráneos.
Sangre que oxida el alisio descuidado en una huella
y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.

Es la sangre que viene, que vendrá
por los tejados y azoteas, por todas partes,
para quemar la clorofila de las mujeres rubias,
para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos
y estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo.

Hay que huir,
huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos,
porque el tuétano del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química.

*

Es por el silencio sapientísimo
cuando los camareros y los cocineros y los que limpian con la lengua
las heridas de los millonarios
buscan al rey por las calles o en los ángulos del salitre.

Un viento sur de madera, oblicuo en el negro fango,
escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros;
un viento sur que lleva
colmillos, girasoles, alfabetos
y una pila de Volta con avispas ahogadas.

El olvido estaba expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo,
el amor por un solo rostro invisible a flor de piedra.
Médulas y corolas componían sobre las nubes
un desierto de tallos sin una sola rosa.

*

A la izquierda, a la derecha, por el sur y por el norte,
se levanta el muro impasible
para el topo, la aguja del agua.
No busquéis, negros, su grieta
para hallar la máscara infinita.
Buscad el gran sol del centro
hechos una piña zumbadora.

El sol que se desliza por los bosques
seguro de no encontrar una ninfa,
el sol que destruye números y no ha cruzado nunca un sueño,
el tatuado sol que baja por el río
y muge seguido de caimanes.

Negros, Negros, Negros, Negros.

Jamás sierpe, ni cebra, ni mula
palidecieron al morir.
El leñador no sabe cuándo expiran
los clamorosos árboles que corta.
Aguardad bajo la sombra vegetal de vuestro rey
a que cicutas y cardos y ortigas turben postreras azoteas.
Entonces, negros, entonces, entonces,
podréis besar con frenesí las ruedas de las bicicletas,
poner parejas de microscopios en las cuevas de las ardillas
y danzar al fin, sin duda, mientras las flores erizadas
asesinan a nuestro Moisés casi en los juncos del cielo.

¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises
donde flotan tus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado
cuyas barbas llegan al mar.

Federico García Lorca
 
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