Berlinale 2020

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Berlin International Film Festival-Berlinale 2020 /20/02/2020 - 01/03/2020


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  • Lugar: Berlin , Alemania
  • Tipos: Animación, Documentales, Ficción
  • Actividades: Todas
  • Ámbito: Internacional
  • Clase: Categoria A
  • Web: http://www.berlinale.de
El Festival de Cine Internacional de Berlín, conocido como Berlinale, es un gran evento cultural que atrae artistas de todo el mundo y uno de los festivales más importantes de la industria cinematográfica.


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Berlinale 2020: El florecimiento del cine latinoamericano en Alemania
En el programa del festival internacional del cine de Berlín figuran numerosas producciones de Latinoamérica. ¿Qué encanto tiene el festival para los cineastas latinoamericanos? Una mirada a dos países de la región.



Filmstill | Las Mil y Una (Varsovia Films)




Este año, el cine latinoamericano estará presente con 19 estrenos mundiales en diversas secciones de la septuagésima edición de la Berlinale.Chile, Colombia, Perú, Cuba, Uruguay, México y, sobre todo, Argentina y Brasil representan a la región en el festival. El cine latinoamericano parece estar floreciendo y ofrece miradas muy diversas: temas de migración (Los Lobos, Cidade Pássaro), diferentes identidades sexuales (El nombre del hijo, Las Mil y Una, Alice Júnior), las realidades (conflictivas) de comunidades indígenas (Jiíbie, Apiyemiyekî?), o historias entre la realidad, la ficción y la ilusión (El silencio del río, El Tango del viudo, El Prófugo, Isabella).
Cine argentino: una forma de resistencia

Como en años anteriores, Argentina estará nuevamente representada en la Berlinale con numerosas producciones. Tras seis años de ausencia, además vuelve a la competencia por el Oso de Oro con la producción argentino-mexicana "El Prófugo”. La obra de la laureada directora Natalia Meta ("Muerte en Buenos Aires”, 2014) aborda fronteras de género y trata de la joven actriz Inés (Erica Rivas), quien en el transcurso de la película se pierde cada vez más entre la realidad y sus pesadillas.
La directora argentina Clarisa Navas, por su parte, estará por primera vez en la Berlinale este año. Con su película "Las Mil y Una" abre la sección Panorama, que muestra películas con temáticas jóvenes, inusuales y políticas. "Fue una gran noticia cuando nos enteramos que la película había quedado, porque prácticamente es uno de los festivales más importantes y también me parece que hay una afinidad con ciertas cuestiones de valorar expresiones más radicales. Creo que la Berlinale y Panorama asumen riesgos y se detienen en ciertas expresiones más singulares de cinematografías periféricas. En ese sentido, creo que hay mucha apertura a descubrir”, dice Navas a DW.



Escena de la película Las Mil y Una (Varsovia Films)


Amor juvenil en el microcosmos de un complejo de viviendas sociales.


"Las Mil y Una” narra la historia del amor juvenil de dos chicas (Sofía Cabrera y Ana Carolina García), que viven en un complejo de viviendas sociales en la provincia de Corrientes, el noreste de Argentina. En el transcurso de la historia se ven confrontadas con hostilidades por su identidad sexual. La decisión de retratar una historia de amor homosexual en un ambiente socioculturalmente débil fue consciente. Para Navas, el cine debe actuar como una forma de resistencia y ayudar a abrir la conciencia de la sociedad.

Afinidad cultural con Latinoamérica

No solo es inusual el tema de la película de Navas. También es la primera vez que se presentará una película argentina de la provincia de Corrientes en Berlín. "Argentina no es un país muy federalista. Cuando hablamos del cine de Argentina, mucha gente habla de las películas que llegan de Buenos Aires. Además, estamos viviendo una gran crisis y eso dificulta mucho más la posibilidad de hacer películas, sobre todo en un país como Argentina y en la región de que soy yo”, advierte Navas. Sin embargo, con el apoyo económico europeo, como el World Cinema Fond que financió "Las Mil y Una”, y co-producciones, se pueden seguir produciendo películas argentinas.

Según Navas, también es la gran escena cinematográfica de Argentina y sus vínculos con Alemania y Europa, lo que mantiene viva la industria del cine en el país: "Para mí el cine argentino y el de Europa, en especial el cine de autor y todas las expresiones que no repiten las lógicas de Hollywood, son mucho más afines, porque siempre se ha estado mirando hacia Europa y las influencias son muchas. Específicamente con Alemania, creo que también hay muchos lazos, no solo en lo productivo, por las posibilidades de ayuda de fondos, sino que, además, Argentina recibió muchísima inmigración de Alemania. En la cultura eso también se fue infiltrando y lleva a tener mayor posibilidad de entendimiento.”



Escena de la película Las Mil y Una (Varsovia Films)

Jóvenes que experimentan con otras identidades sexuales en "Las Mil y Una".



Chile, invitado al Berlinale European Film Market
Aunque este año Chile solo está presente con una película (El Tango del Viudo) dentro del programa oficial de la Berlinale, será el primer país de Sudamérica invitado al Berlinale European Film Market (EFM), una de las ferias internacionales de cine más grandes del mundo. Ahí presentará con profundidad su industria cinematográfica y a sus cineastas. "El cine chileno tiene una larga tradición en la Berlinale, que queremos mantener a toda costa", dice la nueva directora gerente del festival, Mariette Rissenbeek.
La presencia de Chile en la Berlinale comenzó en 1983, cuando el país se encontraba en medio de una dictadura militar, en la que la cultura fue silenciada. En ese momento, Cristián Sánchez era uno de los pocos cineastas chilenos que aún no había salido de Chile y que, sin embargo, logró mostrar su película "Los deseos concebidos" en la Berlinale.

"La gente que estaba haciendo cine durante ese tiempo se tuvo que ir del país, porque eran personas que estaban cuestionando el statu quo. Fueron 20 años de silencio. En el cine de hoy hay muchas reflexiones sobre lo que ocurrió durante esos años”, explica Elisa Leiva, la encargada de las relaciones internacionales en CinemaChile, la agencia para la difusión del cine chileno en el extranjero. En años recientes, dos películas del director Sebastián Lelio ganaron Osos de Plata en la Berlinale: "Gloria", a la mejor actriz en 2013, y "Una mujer fantástica", al mejor guion, en 2017. Además Lelio fue parte del jurado internacional en el 2019.
Sin embargo, aparte de grandes nombres del cine chileno, Leiva también espera que talentos emergentes se puedan fortalecer en Berlín: "En esta edición del EFM hay muchos productores emergentes en espacios como el ‘Series Market' o el ‘Producers Hub'. Tenemos modelos como el de Sebastián Lelio, pero esperamos que esto también sea posible para personajes que recién están empezando.”


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La 70ª edición de la Berlinale comenzará con la presentación de la película canadiense-irlandesa My Salinger Year. Basada en la novela de Joanna Rakoff, la obra cuenta la historia de una joven escritora (Margaret Qualley) que obtiene el trabajo de responder el correo de lo exitosa agente literaria J.D. Salinger, interpretada por Sigourney Weaver.


BERLINALE 2020: LAS NOVEDADES DEL FESTIVAL DE CINE DE BERLÍN

Película de obertura: "My Salinger Year"
La 70ª edición de la Berlinale comenzará con la presentación de la película canadiense-irlandesa "My Salinger Year". Basada en la novela de Joanna Rakoff, la obra cuenta la historia de una joven escritora (Margaret Qualley) que obtiene el trabajo de asistente de una exitosa agente literaria (Sigourney Weaver) y se ocupa de responder las cartas que llegan para el famoso escritor J.D. Salinger.

 
Última edición por un moderador:
El Festival de Cine Internacional de Berlín, conocido como Berlinale, es un gran evento cultural que atrae artistas de todo el mundo y uno de los festivales más importantes de la industria cinematográfica.


Fotograma de Las niñas


Fotograma de Las niñas Jorge Fuembuena


Pilar Palomero debuta con 'Las niñas', una emocionante ópera prima sobre un momento fundamental en nuestra historia reciente.




España, 1992. Los juegos olímpicos de Barcelona, la expo de Sevilla. Coby, Curro. El año que nos vendieron que España se hacía moderna. Las ciudades se transformaban, llegaban las primeras campañas del sida y todo parecía de otro color. Aquel año es fundamental en la historia reciente, y aunque siempre se nos ha pintado de color de rosa, muchos cineastas han intentado contar la cara B de aquella fecha. Lo hizo Alberto Rodríguez en Grupo 7, y este año han sido Luis López Carrasco en El año del descubrimiento y la debutante Pilar Palomero, que ha presentado este domingo su ópera prima Las niñas en el Festival de Berlín.

Un debut emocionante, honesto, que ratifica que las miradas más interesantes vienen de las mujeres de nuestro cine. Un filme que bebe de la estela de Carla Simón, Belén Funes o Celia Rico -todas ellas ayudaron a la directora en el proceso- y que pone sus ojos en las mujeres de aquella época. Ese año de modernidad en el que, sin embargo, se seguía mirando mal a una madre soltera y se señalaba con el dedo a su hija en el colegio de monjas. En las calles carteles de las primeras campañas del SIDA, y dentro de las aulas 'Padres Nuestros' y la negación de la sexualidad. Un momento de contradicción que Palomero agarra y convierte en un canto a la libertad femenina y en un nuevo retrato de las sombras heredadas de nuestro país.

La directora reconoce que Las niñas tiene “bastante de autobiográfica”, pero deja claro que Celia, su joven protagonista no es ella. “Lo autobiográfico tiene que ver con el contexto histórico, la Zaragoza del 92. Yo tenía la edad de Celia y ese contexto, el del colegio, esa sociedad, es la que yo viví, y lo he recreado a través de vivencias mías y de gente que conozco”, explica a EL ESPAÑOL. Una de las ideas del filme era poner en cuestión ese año “paradigmático”, y sobre todo ese “sentimiento de modernidad” y preguntarse si realmente había llegado “a la educación, a las escuelas y a la sociedad”.



Las niñas y sus jóvenes protagonistas.


Las niñas y sus jóvenes protagonistas. Jorge Fuembuena BTeam


Celia, la protagonista del filme, tiene 12 años, y llega de un pueblo a Zaragoza con su madre. Su cuerpo cambia, ella cambia, y la libertad que empieza a respirarse fuera no la encuentra en las paredes del colegio de monjas donde su madre cree que le van a dar la educación que ella no recibió. Las cuchicheos la señalan, es hija de una madre soltera, aunque durante toda su vida se le haya mentido para no ser rechazada por una sociedad hipócrita donde todavía estaba mal visto.

“He hecho un trabajo de investigación, pero es que conozco casos de compañeras mías que vivieron situaciones parecidas y había murmuros y se conjeturaba. Se vivía como un estigma ser madre soltera. Parece algo lejano pero hasta el año 87 no se cerraron las casas de acogidas para mujeres solteras embarazadas que estaban gestionados por religiosas, era para mujeres que no tenían donde ir”, explica la realizadora.

Había muchos prejuicios respecto a la sexualidad de las mujeres, así que convertirse en adolescente en ese ambiente era muy confuso


Para Pilar Palomero lo que definía aquella época era la contradicción. Por eso no ha querido juzgar a ningún personaje. Ni a esa madre soltera que miente para proteger a su hija -interpretada por Natalia de Molina- ni siquiera a las monjas que creen que esa es la mejor forma de enseñar, aunque “querer hacer lo mejor no siempre es la forma de conseguirlo”. “Yo con esa edad no era consciente de la educación, pero después de adulta he recordado esas clase de religión, porque los textos son dictados reales de mis cuadernos, y me sorprendía de que en el 92 se nos enseñaran esas cosas, pero pasaba también en la televisión, que parecía de los 50 todavía”.

Las niñas también aborda el cambio de la protagonista, que entra en la adolescencia y ve cómo cambia “física y psicológicamente” mientras “le llegan mensajes contradictorios respecto al s*x*, por un lado está esa campaña de ‘póntelo, pónselo’, que era necesaria pero que se llegó a prohibir porque decían que fomentaba el s*x* entre los jóvenes, y por otro todos los prejuicios que había respecto a la sexualidad de las mujeres, así que convertirse en adolescente en ese ambiente es muy confuso”.



La directora, Pilar Palomero.


La directora, Pilar Palomero. Emilio Mayorga BTeam


Para encontrar a la protagonista se vio a más de 1.000 niñas hasta que encontraron a Andrea Fandós, un proceso “precioso e intenso” de búsqueda y luego de trabajo, ya que casi todo se basó en improvisaciones con las jóvenes actrices, a las que les explicaban el contexto e incluso expresiones del 92 para que luego supieran reaccionar durante el rodaje

Las niñas irá también, como ya hizo Verano 1993, al Festival de Málaga, donde tendrá que demostrar si sigue la senda de Carla Simón o Elena Trapé, recientes ganadoras de la Biznaga de Oro, y parte de esa generación de la que la propia Pilar Palomero ya forma. Un “momento muy emocionante” que ahora tiene que consolidarse, para que todas ellas solidifiquen esa nueva voz del cine español que tanta falta hacía.


 
Pilar Palomero rueda su primer largometraje "Las Niñas"

La aragonesa Pilar Palomero conversa sobre su trayectoria cinematográfica y reflexiona sobre la trama de su primer largometraje "Las Niñas". El rodaje se está realizando durante este verano en Zaragoza y está movilizando a gran número de aragoneses


 
70ª BERLINALE

La Berlinale abraza tanto el cine como las series
El certamen alemán inaugura mañana su sexta edición de la sección dedicada a la ficción episódica y selecciona 28 trabajos para su mercado especializado



Cate Blanchett en un instante de 'Stateless'


Cate Blanchett en un instante de 'Stateless'



GREGORIO BELINCHÓN
Twitter
Enviado especial a Berlín 23 FEB 2020



Abrazados a las series, los festivales de cine de clase A –una quincena en todo el mundo- han decidido no darle muchas vueltas al debate sobre el audiovisual y sus fronteras. En una carrera en la que han entrado los certámenes, abriendo sus puertas a todos los creadores de contenidos (excepto Cannes, en guerra con Netflix), la Berlinale ha dado un salto adelante: en el evento germano hay sección Berlinale Series, que ya alcanza su sexta edición, a la altura de la otra sección grande no competitiva (Berlinale Special) y un mercado especializado en series y con conferencias con distintos participantes en esa industria. La proyección de las ocho series que entran en el festival comienza mañana; el mercado se celebra estos días dentro del EFM, el mercado de cine europeo de Berlín, el segundo más grande del continente después de Cannes.

Y curiosamente, esta apuesta entrelazada entre mercado y festival parece que funciona bien. En Cannes, las series tienen su propio festival, que se celebra en abril, y que el año pasado ganó la española Vida perfecta, de Leticia Dolera. Otro mercado potente, el francés Séries Mania, se desarrolla en Lille a finales de marzo. Para Julia Fidel, responsable de Berlinale Series, su acierto está en que forman parte del certamen de cine. Un día antes de que empezara el certamen de cine, aseguraba: “Cuando vienes a Berlinale Series recibes el mismo tratamiento que el resto de las estrellas de cine. Hay alfombra roja, público que quiere ver en pantalla grande tu trabajo en su estreno y prensa atenta a tus productos”. Fidel, que fue nombrada en septiembre, explicaba: “En mi selección he buscado mostrar un amplio panorama de lo que se está haciendo actualmente en televisión, que es mucho más que series policiacas o dramas de época. En televisión hay más diversidad, y por eso en esta selección de ocho series hay sexualidad femenina, repartos con intérpretes no caucásicos y todo tipo de duraciones en sus capítulos”. Tanto estas proyecciones como el mercado se desarrollan en el Zoo Palast, la antigua sede de la Berlinale, y sus alrededores, para dar prevalencia a su existencia.



Amandla Stenberg y André Holland, en 'The Eddy'.


ampliar fotoAmandla Stenberg y André Holland, en 'The Eddy'.



En esas ocho elegidas para Berlinale Series aparece Stateless, con Cate Blanchett, un trabajo de seis episodios de NBCU que indaga en el sistema de inmigración australiano. Blanchett la protagoniza encarnando a la líder de una secta, y la creó junto a su amiga del colegio Elise McCredie, que ejerce de showrunner. Otro de los títulos más llamativos es Dispatches from Elsewhere,creada, producida, dirigida y protagonizada por Jason Segel para la cadena AMC, y que sigue el devenir de cuatro personas que buscan ganarse un lugar en el mundo y su respeto. Muestra del eclecticismo de este apartado lo refleja Sex,serie danesa de seis episodios que en total solo suman 75 minutos para narrar historias de amor entrecruzadas, relaciones que también alimentan la ficción británica Trigonometry, cuyos primeros cinco episodios, dirigidos por la productora y realizadora griega Athina Rachel Tsangari, se proyectarán en la gran pantalla en la capital alemana. En Berlín por fin verá la luz The Eddy, de Netflix, cuyos dos primeros episodios ha dirigido Damien Chazelle, y que retratan la historia de un club de jazz en París, un género musical que controla perfectamente el director de La La Land. Los alemanes esperan que Freud, de Netflix y ORF, ilustre bien la juventud de Sigmund Freud, y sus primeros pasos en la creación del psicoanálisis en la Viena de 1886.


En cuanto al mercado, el comité directivo, encabezado por Katharina Böndel, responsable del mercado, y Anna-Katharina Brehm, que se encarga del programa de conferencias, ha elegido 28 trabajos de todo tipo de géneros y tamaños, de entre 140 peticiones. Está pensado para compradores internacionales, y en él se pueden ver desde series como Las luminarias, protagonizada por Eva Green para BBC y la cadena neozelandesa TVNZ, que adapta la novela homónima de Eleanor Catton, ganadora del Man Booker en 2013; hasta la checa Sleepers, de HBO Europe, y seriales japoneses, canadienses, brasileños, nigerianos u holandeses. España participa con Foodie Love, creada por Isabel Coixet para HBO, y el plato fuerte es Hillary, serie documental de cuatro episodios de Hulu sobre la vida de la ex Secretaria de Estado y candidata presidencial demócrata Hillary Rodham Clinton, que se estrenó en Sundance, y que en Berlín se verá el martes dentro de la sección Special con la presencia de su protagonista.



LAS SERIES QUE TAMBIÉN SE HAN PASEADO POR CANNES, VENECIA Y SAN SEBASTIÁN

NATALIA MARCOS


Por el eco mediático, porque las fronteras se han diluido o porque es a donde se han trasladado muchos cineastas y actores. Muchos son los motivos que han podido llevar a los festivales de cine a abrirse a las historias narradas en episodios. Desde 2014 es habitual encontrar en los certámenes de primer orden estrenos de títulos que se emitirán en los canales de televisión o las plataformas de streaming.Pero es una posibilidad que no está al alcance de cualquier título.

El Festival de Venecia fue uno de los primeros en subirse al tren. Primero lo hizo con miniseries como en 2011 Mildred Pierce. La producción protagonizada por Kate Winslet se mostró como homenaje a su director, Todd Haynes. En 2014 fue Olive Kitteridge, otra miniserie protagonizada por Frances McDormand. Se presentó dentro de la sección oficial y como complemento a un premio a su carrera para la actriz. En 2016 fue el turno de The Young Pope, con el cineasta Paolo Sorrentino tras las cámaras. Todas ellas coincidían en contar con nombres muy respetados de la gran pantalla. Además, todas venían avaladas por el prestigioso sello de la cadena estadounidense de cable HBO. En 2017 ya entró en acción Netflix con la presentación de Suburra y Wormwood. Los últimos títulos televisivos que han pasado por Venecia fueron The New Pope, de nuevo con Sorrentino a los mandos, y ZeroZeroZero, adaptación del libro homónimo de Roberto Saviano.

El festival de Cannes, antes incluso de su enfrentamiento con Netflix al dejar fuera de su sección oficial las producciones que no se estrenaran en salas, también había apostado por reivindicar el formato seriado. En 2014 estrenó la miniserie francesa El pequeño Quinquin. En 2017, allí tuvo lugar la puesta de largo del regreso de Twin Peaks, la icónica serie de David Lynch, y también acogió el estreno de los primeros capítulos de Top of the Lake, dirigida por la también cineasta Jane Campion.
En 2017, Thierry Frémaux, delegado general de Cannes, definió los límites que el festival galo impone a la participación de series: “No abriremos todas las puertas a las series. Si mostramos algunas en Cannes es porque sus creadores proceden del cine, usan su lenguaje. Y en el cine conocemos los autores, pero en la televisión, ¿quién es el autor?”.

En ese mismo año, el festival de San Sebastián por fin se rindió a la potencia de las series. Lo hizo al tiempo que Movistar + arrancó su gran apuesta por la producción propia de ficción televisiva, para la que ha contado con muchos nombres propios procedentes del cine. Los primeros títulos en pasar por San Sebastián fueron las primeras temporadas de La peste, de Alberto Rodríguez, y Vergüenza, de Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero. En años posteriores han pasado por San Sebastián títulos como Gigantes, de Enrique Urbizu, o Vida perfecta, de Leticia Dolera.

 
FESTIVAL DE BERLÍN
Garrone maravilla con un Pinocho turbio, barroco, heterodoxo y brutal
Domingo, 23 febrero 2020 - 19:56
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La adaptación de Collodi con Roberto Benigni dentro marca un día de la Berlinale en el que también destacó Christian Petzold en la sección oficial con 'Undine'
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Una imagen de 'Pinocho', de Matteo Garrone.
Lo que más llama la atención del nuevo 'Pinocho' de Matteo Garrone, y con Roberto Benigni como alma y Geppetto, es su vocación por la pesadilla. Y no es tanto un ejercicio de heterodoxia, sino todo lo contrario. Cuanto más cerca de la letra original de Carlo Collodi, más doloroso. Pinocho es, por definición, un ser confuso. Y provocador. Es humano, pero no deja de ser una marioneta de simple madera. Como el mismo Jesucristo, se hizo carne por intervención sobrenatural y su padre no era más que un modesto carpintero. Su origen se encuentra en los modales elegantes y crueles de la Comedia de arte. Y en la leyenda judía del Golem.
Cuentan que Collodi, su autor, la concibió como una historia para adultos; sin embargo, la casualidad o el destino hicieron que acabara publicada en un revista infantil. Con los cuentos de hadas clásicos comparte la crueldad, lo tremendo y la falta de escrúpulos. Sin miramientos. Su sitio es la mirada siempre sorprendida de un niño que sólo alcanza a entender la espectacularidad del horror. Pero, de la misma manera, su sitio también se encuentra en la mirada nostálgica de un adulto que aún siente, pese a todo, la necesidad del misterio.
Matteo Garrone y Roberto Benigni
son conscientes de todo lo anterior. Y de más. Su película refuta la versión Disney que acaba de cumplir 80 años y gran parte de las infinitas versiones para un cine demasiado timorato, con demasiado miedo al miedo que provoca el miedo. El propio Benigni antes fue protagonista en su propia película de 2002. Digamos que esta nueva versión estaría del lado de todas aquellas que apenas llegaron a nacer. Por miedo quizá a la claridad de la letra original que no es más que simple oscuridad. Las de Fellini, Coppola o, por qué no, Guillermo del Toro, todas viven pendientes del enigma. Todas lo intentaron y, probablemente ahogadas por la propia confusión del personaje, fracasaron. Esta vez, Pinocho duele. Siempre lo hizo.
Roberto Benigni y  director Matteo Garrone posan con la actriz Alida Balardi.
Roberto Benigni y director Matteo Garrone posan con la actriz Alida Balardi.REUTERS
Garrone retoma el viaje iniciado en 'El cuento de los cuentos' (2015). Pero al revés. Allí lo que pretendía era recuperar para el cuento de hadas su doblez, lo que se esconde. No en balde, desde que Erich Fromm desmontara el relato de Caperucita, ya nada volvió a ser igual. Cuando el psicoanalista alemán se empeñó en demostrar que la capa roja de marras era un símbolo de la menstruación y el lobo, la imagen amenazante de la primera experiencia sexual de la niña-mujer, ya no hubo ni remedio ni padre que aguantara con el libro entre las manos.
Pues bien, ahora la idea es recuperar el texto en sus términos más justos. Con la referencia tanto del ilustrador original (Enrico Mazzanti) como de la pintura modernista de los Macchiaioli. Y es ahí, en la literalidad, donde aparecen las sombras y la verdadera profundidad de un personaje, ya se ha dicho, confuso. El director no ahorra un solo detalle. Cada escena se abre al espectador como un ejercicio a la vez de revelación y ocultamiento. Se ve mucho más, pero eso, al contrario de lo que se podría imaginar, sólo ofrece más oscuridad, más negritud sobre la verdadera naturaleza tanto del personaje como de todos nosotros.
Cada transformación (en burro por vago), cada aparición de los personajes más conocidos (el grillo o la señora caracol) y cada aventura (la zambullida en el vientre de la ballena) se antoja radicalmente nueva. Al fin y al cabo, de eso se trata: de ver las cosas por primera vez y para siempre. El resultado es una película convulsa, turbia y profunda y extravagantemente bella. Lo contrario a un desmontaje o desmitificación. Se trata, bien al revés, de restablecer la confusión a lo confuso. Proverbial.
PETZOLD Y LA DESIGUAL SECCIÓN OFICIAL
Christian Petzold en la presentación de 'Undine'.
Christian Petzold en la presentación de 'Undine'.REUTERS
Por lo demás, la sección oficial prosiguió su ritmo cansado. Todavía es pronto, aún no se ha llegado siquiera a la mitad del festival, pero las muchas esperanzas levantadas por el nuevo director de todo esto, Carlo Chatrian, siguen siendo, de momento, eso: esperanzas. Y cada vez menos grandes. A competición, Christian Petzold, que hace dos años sorprendiera con la irrefutable y hasta descomunal 'En transit', propone ahora un ejercicio mucho más medido y controlado y bastante menos ambicioso. Bello, eso sí.
'Undine' quiere ser una especie de visita tardía al amor en su versión eternamente romántica. Y por ello, poética. Y acuática incluso. Se cuenta la historia de dos amantes unidos por una pecera rota. Suena extraño y lo es. Paula Beer y el siempre sorprendente Franz Rogowski se conocen en el momento en que un acuario cae sobre ellos. La predestinación del agua se llama. Bucearán juntos en los lagos de Berlín y juntos pasearán por ese mismo Berlín.
Ella, que ejerce de guía en un museo de la ciudad, explica que en realidad el progreso no existe; que, pese a revoluciones y planes urbanísticos, las ciudades se resisten a cambiar. Y como ejemplo enseña el Palacio (o Schloss) que, una vez reconstruido a fecha de hoy, hace coincidir el siglo XXI con el XV. Pese a haber sido derribado entero y vuelto a levantar. Nada cambia. Ni, por supuesto, el amor.
Petzold juega a las metáforas, pero sin exagerar. Y se las ingenia para componer su particular, sutil y, ya se ha dicho, bello paseo por el amor y la muerte.
A su lado, los brasileños Caetano Gotardo y Marco Dutra presentaron 'Todos os mortos'. Y el desconcierto. A Dutra se le conocen, y reconocen, trabajos como 'Era el cielo' (2016) o 'Los buenos modales' (2017), siempre atentos a servirse de las reglas del género, del 'thriller', para jugar al cuento social agrio y provocador. Ahora en compañía de Gotardo la propuesta es del todo diferente. A casi todo.
La idea es retratar en tono y clave de melodrama la estructura partida en dos de una sociedad entera. Sin olvidarse a nadie. Se habla de Brasil y se habla de terratenientes frente a esclavos; de catolicismo frente a santería; de tradiciones frente a la modernidad; de mujeres blancas frente a mujeres negras... Todo avanza a ritmo pausado como si se tratara de una película de Rita Azevedo Gomes, pero mucho peor compuesta. Quizá sólo descompuesta. Y errática. Tremendamente vagabunda. Digamos que 'Todos os mortos' discurre por la pantalla por indicios. Cada una de las frases apunta a la posibilidad de un misterio oculto en el siguiente enunciado que, a su vez, no es más que una señal para lo que vendrá después. Agotador. O sólo fallido.
Lo dicho, hay días, como Pinocho, sólo confusos.
 
Capullo Disney. Que mate al grillo y se suicide, como está mandao'.
 
Oleg Sentsov: “Los europeos no entienden que Putin supone un peligro inminente”
El cineasta ucranio, preso durante cinco años en Siberia y liberado el pasado septiembre, presenta la película 'Numbers' y prosigue su lucha a favor de los derechos civiles




El director ucranio Oleg Senzow, el pasado 18 de febrero en Berlín.


El director ucranio Oleg Senzow, el pasado 18 de febrero en Berlín. GETTY



GREGORIO BELINCHÓN
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Enviado especial a Berlín 23 FEB 2020



Durante un lustro, el cineasta ucranio Oleg Sentsov (Simféropol, 43 años) vivió en una prisión en Labytnangui, una ciudad del distrito autónomo ruso de Yamalia-Nenetsia, en Siberia, a 6.000 kilómetros de su casa, con nieve nueve meses al año e inviernos que llegaban a -40 grados. “Los primeros años estuve en una celda de dos por tres metros”, recordaba ayer en Berlín. Sentsov, poco dado a los aspavientos, excepto cuando deja caer su mano en la mesa y provoca que los vasos bailen, estira su inmenso cuerpo en un gesto con el que recuerda aquel zulo.

En la Berlinale presenta en la sección Special su película Numbers, rodada con las instrucciones que el artista le daba a su abogado cuando le visitaba en prisión. Por culpa de la detención y el posterior juicio, el Sentsov activista ha devorado al Sentsov cineasta, que solo había dirigido un largometraje, Gamers (2011), cuando el 11 de mayo de 2014 fue detenido, acusado de terrorismo por las autoridades rusas, e inmediatamente juzgado en una farsa judicial, como demostraba el documental The Trial: The State of Russian vs Oleg Sentsov (2017).

El artista, nacido en Crimea, pero de familia y pasaporte ruso, se convirtió en referente del movimiento AutoMaiden durante la crisis de Crimea de 2014, proporcionando alimentos y ropa a los protestantes. Era un tipo que molestaba. Ni la movilización internacional, ni la concesión del premio Sajarov, ni las campañas de los cineastas europeos le hicieron cambiar de opinión al presidente de Rusia, Vladímir Putin. Condenado a 20 años, ntsov entró en un canje de 70 prisioneros, 35 por bando, el pasado mes de septiembre entre Ucrania y Moscú, que le permitió salir en libertad tras aterrizar en Kiev a inicios del pasado septiembre. Esos días ya se sabía que su película estaba acabada y que la Berlinale preveía incluirla en sus proyecciones.

Sentsov no ha levantado el pie del acelerador. El martes presentó en un pase previo al certamen Numbers, y se fue a Georgia, para retornar a la capital alemana el viernes por la mañana. Este sábado atendía a los medios mundiales y explicaba sus intenciones vitales: “Estuve en Georgia porque hoy el activismo por los derechos civiles es parte fundamental de mi vida”, cuenta a este periodista de EL PAÍS y a otro de un diario alemán. “Todavía hay más 300 ucranios en prisiones rusas y yo no voy a parar hasta que estén libres tanto ellos como los terrenos ucranios ocupados por Rusia”. ¿Esa actividad acabará con el Sentsov artista? “El cine siempre será más importante para mi espíritu, pero no dejaré de batallar hasta que conozcamos la derrota de Putin. Y entonces sí me dedicaré solo al cine”.

En Numbers hay un estilo teatral, ya que encierra en un espacio cerrado a diez personas de todas las edades, que realizan allí su vida diaria. No se sabe mucho más, y están sometidos a unas reglas absurdas, marcadas por El Gran Cero. Todo, metáfora de lo ocurrido en los últimos años en Europa del Este, aunque la obra de teatro en la que se basa se escribió antes de la revolución en Ucrania. “En prisión escribí obras, novelas, cuentos... Busqué que tuviera ese tono teatral porque de otra forma el material no hubiera funcionado. Sirve, evidentemente, para explicar la influencia de la antigua URSS, y por eso los eslóganes están escritos en ruso”, y describe el proceso de creación de Numbers: “Me pude comunicar con algún correo electrónico, aunque sobre todo fue a través de cartas y fotografías que me mostraba mi abogado apoyándolos en el cristal que nos separaba en la sala de comunicación en el penal. Fue un proceso duro, extenso... y a la vez preciso”.

En aquel campo de prisioneros en Labytnangui, insiste, jamás se desesperó: “Nunca pensé en que no volvería a rodar, en ningún momento me planteé que no saldría de allí. Siempre supe que algún día me liberarían”. Y para ello produjo y produjo: “Tuve que cuidarme. En la cárcel era fácil perder el sentido del humor y las ganas de escribir. A no hundirme me ayudó leer mucho, escribir más. Numbers es solo una pequeña parte de lo que creé allí. Hay diarios, cuentos, novelas, guiones...”.


Cartas de apoyo
Sentsov, vaqueros y forro polar azules, mirada siempre dirigida a la traductora (aunque entiende el inglés), agradece el apoyo internacional, que le llevó a ser candidato al Nobel de la Paz. El cineasta empieza a soltarse. “En Siberia recibía algunas noticias de todo ese apoyo político y artístico. Recibí 22 kilos de cartas, y me llevé todas a Kiev. En prisión esas misivas son más importantes que la comida, porque cuando estás aislado te conectan con quien de verdad eres tú”. Y entra en terrenos políticos: “Cuanto más lejos están los países europeos de Ruia, menos sienten el miedo de las decisiones de Putin. Y se equivocan. Putin nunca parará, como demostró la ocupación de la península de Crimea. Los europeos no entienden que Putin supone un peligro inminente”.

¿En qué sentido? “Mira, Putin no solo tiene un poder ideológico, sino que controla directamente muchos asuntos. Lo hace de muchas maneras. Vivimos una guerra silenciosa entre distintos servicios secretos y ahí va ganando gracias al dominio ruso del ciberterrorismo. Ha pasado en Siria, en África y en Europa, donde apoya a cualquier grupo radical. Lo vi en Cataluña cuando estuve en noviembre y pude hablar con la gente. Ha pasado lo mismo que ocurrió en Crimea”. Este periodista pide a la traductora que puntualice bien las palabras de Sentsov, y él interrumpe para extender la respuesta: “Putin no encendió la llama del radicalismo en Cataluña, pero no te engañes, él se encargará de que no se apague”.

¿Es optimista con el futuro de Ucrania? “Realista, ni pesimista ni optimista, aunque creo en nuestra victoria final. Seremos un país unido, incluida Crimea, independiente y democrático, con la vista puesta en Occidente. Y no viviremos bajo la supremacía de Putin”. Y para ello defiende un arma: el arte. “Que la gente lea, oiga música, vea películas, vaya al teatro... La cultura y la educación mejoran a las personas”. Tiene claro sus ejemplos: "Los políticos que proceden de la cultura suelen ser buenos. Y no lo digo solo por el actual presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski [actor y productor], sino también por Ronald Reagan. Como mandatario fue decente; ahora, como actor, era realmente malo".

 
Kelly Reichardt se postula al Oso de Oro con ‘First Cow’
La directora estadounidense brilla en la Competición, sección que aún no ha proyectado película mala, y en la que también se han visto los últimos filmes de Philippe Garrel y Christian Petzold


GREGORIO BELINCHÓN
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Enviado especial a Berlín 24 FEB 2020



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John Magaro, en 'First Cow'. En vídeo, tráiler de la película.


Para desgracia del público español, la estadounidense Kelly Reichardt sigue siendo a sus 56 años y un puñado de grandes películas, una autora carne de festival. De su talento han surgido películas como River of Grass (1994), la extraordinaria Wendy y Lucy (2008), Meek's Cutoff (2010) -su primer wéstern-, Night Moves (2013) o Certain Women (2016), donde juntó a su musa Michelle Williams con Laura Dern y Kirsten Stewart. En First Cow, su primera aparición en la competición de la Berlinale, adapta una parte de una novela de su coguionista habitual, Jonathan Raymond, que se desarrolla en el Oregón de tramperos y buscadores de oro de inicios del siglo XIX, y que muestra la amistad entre un cocinero algo taciturno y un inmigrante chino con ansias de prosperar en la vida. Ambos encuentran su filón cocinando buñuelos de viento con la leche robada a la vaca del jerifalte de la zona. "Intenté que ninguna imagen fuera bonita en pantalla", contaba en Berlín la directora. Y efectivamente, su Lejano Oeste huele a estiércol, barro y miseria, a poblados de chamizos entre bosques tenebrosos, un espíritu que podría recordar, en su redefinición del wéstern, a Los hermanos Sisters, de Jacques Audiard.

A Reichardt, que trabaja seis meses al año en el neoyorquino Bard Collegue para dedicar los otros seis a preparar películas, le interesaba contar una amistad a través de pequeños detalles. "Bueno, me gusta eso. Y contar pequeñas historias, porque nunca he tenido dinero para más". Por ejemplo, Lucy, su perra, aparece en sus películas porque así no tiene que dajarla sola en casa. En First Cow, a través de esa extraña pareja, indaga en la masculinidad, en qué significaba eso hace dos siglos y ahora. "El cine es una cosa de hombres blancos, y si hay un género donde se acentúa aún más esa onda es el wéstern, donde crearon esa mitología del vaquero que mata indios", dice la cineasta, que aporta un punto de vista diferente de estas relaciones. Sus personajes parecen a medio acabar, se relacionan entre ellos como si chocaran, en movimientos errantes y a veces carentes de sentido en la actualidad. Reichardt rehúye los lugares comunes, mezcla alegría y tristeza, abandona la posible línea picaresca para centrarse en los pequeños detalles que a cambio elevan First Cow por encima de otros títulos que prefieren las épicas y las epifanías.



La directora estadounidense Kelly Reichardt.


ampliar fotoLa directora estadounidense Kelly Reichardt. MICHAEL KAPPELER AP



En un concurso que no baja su buen nivel, el veterano Philippe Garrel presentó La sal de las lágrimas, que podría recordar mucho a sus películas previas en blanco y negro. O no. Coescrita con el maestro del guion Jean-Claude Carrière, que ese guionista se corresponsabilice del libreto, y el avance de una trama repleta de traiciones amorosas hace que en realidad esté conectada con Un hombre fiel(2018), que protagonizó y dirigió Louis Garrel, el hijo de Philippe. Solo cuando las cartas se ponen bocarriba al final de la trama queda clara la intención de Garrel de hablar de una masculinidad tóxica, que no ha conocido ni el dolor ni la pérdida. Cuando estos aparecen, el protagonista, un chaval ligón y desenvuelto que vive con su padre anciano y que se traslada a París a estudiar ebanistería, recibe la bofetada de la vida.

Finalmente, el ídolo local Christian Petzold vuelve a Berlín con Undine, con la pareja de su anterior película, En tránsito: Franz Rogowski y Paula Beer. Como en En tránsito, Petzold busca nuevos campos más allá de los narrativos clásicos, y aquí describe el inicio, el esplendor y el final de una historia de amor con algunos elementos mágicos relacionados con el agua y con mitología germana. Donde el guion flojea, Petzold, Rogowski y Beer empujan con su talento y enganchan al espectador.

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La Berlinale se enreda en su pasado
El festival arranca rodeado de controversia por la estrecha vinculación de su fundador con el nazismo. Los nuevos directores orientan el evento hacia un cine más de autor


GREGORIO BELINCHÓN
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Enviado especial a Berlín 22 FEB 2020



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Sigourney Weaver posa antes de la rueda de prensa de 'Mi año con Salinger'. En vídeo, sus declaraciones y secuencias de la película. MARKUS SCHREIBER AP



La nueva Berlinale quiere dejar atrás a la vieja. Y para ello reniega de casi todo lo construido previamente. Ya no hay un director, sino dos: el italiano Carlo Chatrian es el nuevo director artístico y la holandesa Mariette Rissenbeek se responsabiliza de la parte financiera. Pero funcionan en la realidad como tándem. Chatrian viene de dirigir el festival de Locarno, y ha convertido la nueva Berlinale en el Locarno de 2014, lo que no está ni bien ni mal. Habrá que ver cómo son las películas, aunque está claro que estrellas mediáticas habrá pocas: Sigourney Weaver en la apertura, Johnny Depp y una película de Pixar para el fin de semana y Hillary Clinton, Javier Bardem y Cate Blanchett a mediados de la semana siguiente.

En esas dudas ya ha desaparecido la sección Culinary Cinema, dedicada a los documentales sobre cocineros, y abre otra, Encuentros, dedicado a filmes más arriesgados, lo cual pone en duda el criterio de la competición, de la sección Berlinale Special y de apartados como Panorama y Forum. Aún hay más: en Generation entran jóvenes directores. Fronteras muy difusas para clasificar películas han convertido la Berlinale en un cajón de sastre que, probablemente, se clarificará en próximas ediciones. Por ahora estarán presentes las películas de Abel Ferrara, Matteo Garrone, Tsai Ming Liang, Christian Petzold, Cristi Puiu, Agnieszka Holland, Vadim Perelman, Sally Potter, Rithy Panh, Hong Sangsoo, Philipe Garrel o Kelly Reichardt, probablemente la cineasta más presente en festivales que menos se conoce en España.

Porque para esta edición, la del aniversario redondo, la de los setenta años dedicados a las películas, han decidido reflexionar sobre qué es el cine. Con charlas entre cineastas pareados: Paolo Taviani dialoga con Carlo Sironi, Margarethe von Trotta con Ina Weisse, Jia Zhang-Ke con Huo Meng, Ang Lee con Hirokazu Kore-eda, y así hasta siete. Algunos presentan película, como Jia Zhang-Ke, que inaugura Special con su documental Swimming Out Till The Sea Turns Blue, acerca de la influencia de la Revolución cultural, las reformas económicas y la modernización en la obra de tres escritores de distintas generaciones.

En este alejarse del pasado le ha tocado hasta al fundador del evento, Alfred Bauer, que dirigió la Berlinale desde su primera edición en 1951 hasta 1975. Bauer daba nombre desde 1987 a un oso de plata que se entregaba dentro del palmarés a la película que "abra nuevas perspectivas en el arte cinematográfico". Hace dos semanas el semanario Die Zeit publicó, basándose en una biografía que se va a editar próximamente, que Bauer fue pieza fundamental en la dirección general de cine del Tercer Reich, y que él en persona controlaba el uso de actores, actrices, directores y guionistas, eligiendo los aptos y los no aptos por afinidad ideológica. Bauer también decidió qué artistas estaban exentos de ir al frente, quiénes iban destinados a la fabricación de armamento para la guerra y quiénes a primera línea de combate. La Berlinale retiró inmediatamente del galardón el nombre de su fundador, y el martes encargó al Instituto de Historia Contemporánea, que se dedica al estudio académico de la dictadura nazi en Alemania, una comisión que ahonde en el pasado de Bauer. El informe final estará disponible en verano.

En esta huida, en cambio, ha reculado en el empoderamiento de las cineastas. Si la semana pasada el certamen de San Sebastián hizo público su Informe de identificación de género del cine de su edición de 2019, la Berlinale arranca mostrando la encuesta de 2019 y 2020. Y el porcentaje de directoras en la Competición decae: no a niveles venecianos -el certamen menos inclusivo de los grandes- pero sí con respecto a 2019: baja del 41% (siete de 17 en la competencia) al 33% (seis de 18). Aunque es cierto que han recibido 6.825 filmes con un 60,9% de directores hombres, y proyectan 342 con un 51,6% liderados por realizadores masculinos.

Y no ha dejado tampoco atrás sus películas de autor para todos los públicos. El certamen se ha inaugurado con Mi año con Salinger, basada en la novela autobiográfica de Joanna Rakoff. El 8 de enero de 1996 una veinteañera Rakoff entró a trabajar en Manhattan en la veterana agencia literaria Harold Ober, una empresa aún anclada en el pasado de las máquinas de escribir y los ficheros telefónicos con tarjetas, pero con una cartera repleta de autores brillantes: James M. Cain, Agatha Christie, Pearl Buck y la joya de la corona, J. D. Salinger.Para ellos, Jerry a secas. Rakoff trabajó como asistente de Phyllis Westberg, la presidenta y representante directa de Salinger. Durante un año Rakoff leyó las cartas que enviaban los fans al autor de El guardián entre el centeno. Era una medida preventiva tras el asesinato de John Lennon por Mark David Chapman, que se entregó leyendo un ejemplar de la novela. Rakoff cruzó una línea roja: empezó a responder a algunas misivas que le llamaban la atención, aunque siempre en su nombre, mientras iniciaba una relación de amistad por teléfono con el mítico y evasivo escritor. A Rakoff le da vida una estrella en ciernes, Margaret Qualley (Érase una vez en... Hollywood, Seberg: más allá del cine), y a Westberg, una dinosauria de la edición literaria, Sigourney Weaver, que eleva la película. En la insulta rueda de prensa del filme, dirigido por el canadiense Philippe Falardeau (La buena mentira, Profesor Lazhar), Weaver al menos ha insistido en que en el alma de la película corre la idea cierta de que "el arte cambia a la gente", y que como actriz tiene que creer lo que su personaje crea. La intérprete regateó la obligada pregunta sobre las futuras entregas de Avatar; y aconsejó a todo el mundo que se dejara llevar por su corazón: a su lado la auténtica Rakoff, admiradora declarada de Weaver, asentía embelesada, porque al año dejó la agencia en pos de conseguir su sueño, ser escritora.

 
Abel Ferrara lleva la locura a la Berlinale
'Siberia', la nueva reunión del cineasta estadounidense con Willem Dafoe, se sumerge en las pesadillas del ser humano en un mundo frío e inhóspito


GREGORIO BELINCHÓN
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Enviado especial a Berlín 24 FEB 2020



Abel Ferrara y Willem Dafoe posan ante los fotógrafos en la presentación de 'Siberia'.


Abel Ferrara y Willem Dafoe posan ante los fotógrafos en la presentación de 'Siberia'. RONALD WITTEKEFE



Abel Ferrara vuelve a sus infiernos. Tras décadas mostrando los miedos del ser humano a través de todo tipo de personajes, el neoyorquino afincado en Roma ha decidido que para miserias y podredumbres morales, las suyas. Y para ello vuelve a recurrir a Willem Dafoe, con el que ha trabajado en media docena de largometrajes y ha protagonizado sus tres últimos filmes de ficción. Dafoe se ha convertido en su álter ego, como antes lo fueron Christopher Walken y Harvey Keitel, pero en su etapa personal. Y podría considerarse Tommaso (2019) como la puerta de entrada a Siberia, que concursa en la Berlinale. Si en una el protagonista es un director de cine estadounidense que vive en la capital italiana con estallidos de celos, incomprensión y dolor, en Siberia la acción ya transcurre directamente en los recodos de la psique humana, en el cerebro y en el alma del personaje de Dafoe.

El título es tan solo, eso, un título. "No sé exactamente cómo apareció ni a quién se le ocurrió", recordaba Ferrara ante la prensa. "Pero sí puedo decir que para un estadounidense, Siberia significa soledad, exilio, frío... Es un lugar exótico y casi mágico". Por eso, considera, no se sabe dónde se desarrolla la película. "Esta vez no improvisamos como en Tommaso, sino que seguimos el plan de nieve, desierto, paisaje y vuelta a la nieve", recuerda de un rodaje que le llevó por Italia, México y Alemania. En pantalla no importa, efectivamente el terreno, sino si el espectador se siente atrapado por la propuesta, realzada en el montaje, de esa espiral de locura, de sentimientos y dudas existenciales. Puede que esta sea la película más loca -en el sentido estricto de la palabra- de Ferrara, ya de por sí un cineasta amantes de estos recovecos.

A Ferrara le encanta evadirse de las preguntas. Si puede, pide a Dafoe o a otro miembro del equipo que las responda por él, que luego ya lo completará en su intervención posterior... algo que nunca ocurre. Y puesto entre la espada y la pared, el neoyorquino se rebela: "Yo no divido la película en imágenes, palabras, música, sonidos... Trabajo con todo unido, son elementos que manejo a la vez". Con ellos crea un mundo en el que ni siquiera los personajes se entienden entre sí -"por eso no se subtitulan los diálogos que no son en inglés, porque el personaje de Willem tampoco saben qué dicen"- con la ulterior intención de que sí se llegue a un final: el doble que habita al lado del original, las luces y las sombras, la razón y la locura, alguien que comprende y alguien que no. "Comencé el proyecto con esa idea del doble, que me atraía mucho, el sumergirme en ese concepto de alguien como tú haciendo algo alejado de ti. Por suerte, este material que desde luego no estaba preparado para las típicas reuniones ni tenía un formato estándar fue entendido por los productores. Tanto ellos como el equipo artístico hemos trabajado como un grupo, como una familia, y así es como estos proyectos salen adelante".



Imagen de 'Siberia'.


ampliar fotoImagen de 'Siberia'.


A su lado, Dafoe, siempre sonriente, entró en más matices: "A pesar de las últimas películas que he rodado, no me atraen especialmente las cosas oscuras... pero sí me interesan el material que me supone riesgo, que sea complejo, porque solo de él puedes aprender y ser transformado. ¿Cuánto hay de mí en un personaje? Yo solo una extensión de lo que me piden. Para mí la película se hace en el rodaje, y Abel opina lo mismo".

En Siberia el personaje de Dafoe, Clint, que varias veces se desdobla en pantalla, busca en su aislamiento en el frío la paz en su alma. Y no la encuentra por más que viaje. Así que afrontará esos sentimientos que le torturan en una travesía interior. Baila con sus demonios, ahonda en su autoexploración. Cuando Ferrara no quiso explicar la posible lectura política de Siberia, el actor entró al trapo: "Todo es político. Cada cosa que se hace tiene una faceta política".

 
Javier Bardem: “Hoy hay algún Hernán Cortés en el Congreso”
El actor presenta en Berlín 'The Roads Not Taken' a pocas horas de viajar a México para rodar la serie de Amazon sobre el conquistador español producida por Spielberg


GREGORIO BELINCHÓN
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Enviado especial a Berlín
27 FEB 2020

Javier Bardem posa en el 70º Festival Internacional de Cine de Berlín.


Javier Bardem posa en el 70º Festival Internacional de Cine de Berlín. EPA/RONALD WITTEK EFE



A menos de un día de viajar desde Berlín a México a rodar durante cuatro meses la serie Cortés para Amazon, Javier Bardem presentó en la Berlinale el miércoles The Roads Not Taken, una aproximación de Sally Potter a la demencia, en la que el actor español da vida a un escritor, Leo. Mientras este es cuidado durante un día en Nueva York por su hija (Elle Fanning), vive otros momentos de posibles vidas paralelas: en México, con Salma Hayek, como un matrimonio que ha perdido a su hijo; y en Grecia, como un autor que busca el final de su libro. Todos son Leo, ¿pero en qué grado?

Bardem lleva la barba recortada para encarnar al conquistador español. A la segunda pregunta no aguantará mucho más y sacará el móvil para mostrar su completa caracterización con peinado de época: en la pantalla del teléfono aparece un Cortés con un peinado a la altura del personaje. "Me gusta la cita de Octavio Paz que dice: 'Es muy difícil amar a Hernán Cortés, es imposible no admirarle'. Cortés era un animal que destruyó un imperio, pero cómo no admirar a un hombre que provocó una guerra civil con tan solo 600 hombres, un puñado de caballos y tras hundir sus barcos. Olía el miedo, intuía por dónde venían las alianzas...". Los guiones de los cuatro episodios de la serie, producida por Steven Spielberg, están escritos por Steven Zaillian basándose en un viejo libreto de Dalton Trumbo. "Se retrata también los abusos del imperio, que masacraba a los otros pueblos, y por eso Cortés pudo encender aquella chispa. A la vez, el español impuso la nacionalidad y la religión, algo que pasa hoy bastante en Europa", explica Bardem. "Algunos beben en esas mismas aguas, y como nuevos Cortés en el Congreso se parapetan con lo de 'en el nombre de la raza', y declaran a otros enemigos solo por ser diferentes. Qué ganas de imponer. La extrema derecha reproduce el mismo comportamiento de los conquistadores". En el reparto estará también Carlos Bardem y un grupo de actores españoles que se anunciarán la semana que viene. "¿Sabes lo que me atrae? Que Hernán Cortés está tan en las antípodas de lo que soy, que me encanta interpretarlo".

El actor defiende no usar elementos privados para construir personajes: "De joven no era así, me ponía tonto con lo de sufrir y buscar el dolor en mi vida... Ahora trabajo con mi imaginación y si estás en el camino adecuado las emociones surgirán por sí solas. Fluirán. Obviamente, en la parte mexicana del filme, que habla sobre la pérdida de un hijo y que filmamos en cinco días en Almería, algunas imágenes horribles me asaltaban. Y tal cual aparecían, salían de mí. No las busco, no las agarro. Para eso iría a terapia". Al rodar todo en solo 20 días, Bardem se apoyó en sus dos compañeras: "Por suerte, ellas estaban siempre ahí, valientes, dándome confianza y libertad para arriesgarme". Y prosigue: "Estos personajes son como chuches para los actores, porque los construyes desde cero. Las emociones están sobrevaloradas en el mundo de la interpretación. Llorar, reír, el aburrimiento... son solo sentimientos. En la vida, cuando nos dan una noticia, no buscamos la emoción, sino que sencillamente surge. En el cine, tiene que ser igual. Hay que crear las circunstancias para que los sentimientos aparezcan por sí mismos". Por eso, cuando le preguntan por sacrificios, responde: "Por favor, he sido bendecido en mi profesión. Solo un 2% de los actores españoles nos ganamos la vida con este trabajo. ¿He perdido algo de privacidad? Puede. Intento llevar una vida sin extravagancias y disfrutar de actuar, mi pasión. La gente en la calle sacrifica muchas más cosas por sobrevivir. Las respeto y admiro. Soy un jodido suertudo".

Para The Roads Not Taken, Bardem agradece que su personaje no se parezca en nada a él: "Mi abuelo materno tenía alzhéimer, y le recuerdo cuando yo era muy pequeño, sentado en el sofá, con sus bellos ojos azules mirándome sin reconocerme. Pero alzhéimer no es lo mismo que demencia, y menos aún que la demencia temporal. Sally me subrayó mucho esa diferencia, y que se puede desarrollar desde que tienes 25 años. Fui a conocer una asociación en Bilbao, que me invitaron a conocer a afectados y a sus familias. Es una enfermedad completamente impredecible, y quien la padece está delante de ti y al momento desaparece. Con estallidos muy violentos". Pero el guion sí contiene una conexión con Bardem: el nombre de su personaje es el nombre de su hijo. "Casualidad, ya estaba así escrito. Pero efectivamente me atrapó aún más". Y de Salma Hayek, una de las mejores amigas de su pareja, Penélope Cruz, cuenta: "La llamo Huracán Hayek, porque es así. Con ella construimos esa pareja sin hablar de lo que había pasado. Intuíamos el horror de esa muerte, en el rodaje creamos la atmósfera para que apareciera ese dolor". ¿Por cierto, repetirá con Cruz en otra película? "Eso espero, porque durante años lo rehuimos, y ahora hemos descubierto que lo disfrutamos mucho. Y para la vida familiar es muy conveniente".


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