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pilou12
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En la ruta de la cocaína
En Panamá, en 2008 en el archipiélago de San Blas, los Kuna Yala que alquilaban sus vacíos islotes paradisiacos a los turistas tenían un problema nuevo: "Tenemos el asunto de la adicción a la cocaína de los más jóvenes", me dicen. Por allí pasaban las lanchas rápidas cargadas con fardos de cocaína de Colombia.
En ocasiones, cuando les perseguían las fuerzas de seguridad, los narcos arrojaban al mar la carga y las olas las llevaban hasta las paradisiacas islas. Los jóvenes empezaron a consumirla y los más viejos dieron la alerta. Es metafórico que un pueblo indígena acabe teniendo problemas con las drogas por estar en medio de la ruta que lleva la cocaína a EEUU.
El futuro de los pueblos indígenas es una incógnita en este siglo XXI donde los masáis conducen motocicletas, los himbas van a un internet café y los nubios de Sudán van a Axum a comprar aire acondicionado y placas solares para sus casas. El indigenismo sufre de problemas de clasismos y racismos como el resto de sociedades.
En Etiopía, en la zona de los konso, una tribu pagana singular, llegó un grupo de la tribu mesolítica de los samai. Los samai tienen un aspecto neolítico impactante y alrededor de ellos empezaron a congregarse los konso, algo más desarrollados, que les miraban con curiosidad y se burlaban de ellos. "Ellos son muy extraños", me susurra en inglés un konso. El "ellos" de aquel konso sobre los samai lo dice todo.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, mandó hace unas semanas una carta al Rey de España y al Papa exigiendo que pidieran perdón a los pueblos originarios. Los estudios científicos cifran hasta en un 95% la población indígena muerta en todo el continente americano tras la llegada de los europeos. La mayoría de investigadores actuales apuntan a la introducción de enfermedades como principal causa de ese impactante deceso demográfico. Otros estudios anteriores denunciaban un genocidio programado.
Lo fuera o no, no es algo sólo achacable a los españoles que conquistaron a los incas o los ya estadounidenses que peleaban con los pieles rojas, es algo que ha ocurrido en los siglos XIX y XX, y sigue ocurriendo en la actualidad, con gobiernos ya independientes que usaban el mundo prehispánico como bandera. "Nos quisieron exterminar hace pocos años", denuncia Martín, un maya de Chichicastenango, Guatemala, paseando por su tradicional mercado. Habla del intento de genocidio de los mayas guatemaltecos perpetrado por el Gobierno del presidente Ríos Montt en la década de los 80. "Nos mataron a cien mil hermanos", asegura.
Las cifras oficiales de la masacre no son exactas y el baile de muertos y desaparecidos va desde los 20.000 hasta los 200.000. Los yaquis en México, los selk'nam o mapuches en Chile, los qom y mocoví en Argentina, los indígenas del Amazonas en Brasil o los awá en Colombia son sólo algunos ejemplos de pueblos originarios que podrían exigir disculpas no al Rey de España o al Papa, sino a sus conciudadanos independientes que los han intentado exterminar en el último siglo.
El problema sería delimitar quiénes son los pueblos originarios. Los kalinago no eran originarios del Caribe sino de las actuales Colombia y Venezuela. Fueron poco a poco conquistando islas y masacrando a los tainos, el verdadero pueblo originario y pacífico del Caribe que no conocía las armas. Sin embargo, su jefe reclamaba aquellas islas como suyas y comparaba la conquista europea con el exterminio nazi.
Los aztecas o mexicas tampoco eran del Valle de México, sino una tribu guerrera que viene de las tierras del actual sur de Estados Unidos y que creó Tenochtitlán en torno al año 1325 (los españoles llegaron a la ciudad en 1519). Sometieron por la fuerza a todas las tribus del entorno, algo que aprovechó el español Hernán Cortés para liderar un ejército de mayoría indígena, toltecas y tlaxcaltecas principalmente, e imponer una nueva conquista también por la fuerza. ¿Se tiene más derecho de conquista si se llegaba a pie que en barcos?
Los pueblos indígenas se sienten relegados, antes y ahora. Ellos no forman parte en muchos casos de países que se han creado a sus espaldas, en sus tierras, con ellos dentro, pero sin formar parte del proceso. "Yo soy tonga", se identificaban a ambos lados del río Zambeze en la zona del sur de Zambia y el norte de Zimbabue. Nunca escuché a ninguno decirme que era zambiano o zimbabuense.
"Los españoles son los dueños de la tienda de pan. Los españoles tienen tumbas normales. Mira, esto es de una familia española", son todas frases del profesor universitario Lázaro Hilario Tuz paseando por el pueblo de Pomuch, en Campeche, durante la visita a un cementerio maya en el que los cráneos y huesos están en cajas al aire libre. Una tradición de entierro maya que ya sólo se practica en esta localidad porque el Gobierno mexicano las ha ido prohibiendo.
Se salvó Pomuch porque justo antes de decretar su cierre comenzaron a llegar cientos de turistas a ver el extraño cementerio y alguien entendió que el panteón era rentable. Lazaro, y algunos otros pobladores mayas de la zona, llaman españoles a todos los hoy mexicanos que no son indígenas.
Mujeres colgadas de los árboles
"Los jóvenes hoy no están interesados en su cultura ni sus tradiciones, sólo piensan en tener un buen celular y ropa linda", dice Armando, un wixarika o huichol en idioma español. La conversación se produce a 3.800 metros de altura, en el Cerro del Quemado o Wirikuta, la montaña sagrada de los huicholes, mientras dos jóvenes occidentales disfrazados de indígenas rezan bajo el efecto del peyote en la capilla sagrada esparciendo chocolate sobre al altar de forma compulsiva. Los chicos han pagado al guarda de la capilla un dinero para dejarles ocupar el espacio. Detrás hay cuatro huicholes verdaderos que les miran atónitos y que esperan a que dos blancos acaben de imitar los ritos de su pueblo.
Esa es muchas veces la frontera entre el mundo indígena, con otras reglas y pensamientos, y el mundo occidental u oriental más avanzado. Un mexicano o namibio urbano y escolarizado tiene más en común con un finlandés o un canadiense que con la mayoría de sus compatriotas indígenas.
"Dios hizo a los rarámuris y el diablo a los chabochis (blancos)", dice un mito rarámuri, un pueblo con un altísimo grado de suicidios. El mismo problema tienen comunidades indígenas de Colombia, Brasil o Argentina, por mencionar otros casos famosos. "Las mujeres se cuelgan de los árboles o se tiran por un barranco cuando hay una mala cosecha y no tienen para dar de comer a sus hijos", explica la gobernadora rarámuri de Guachochi, Margarita González, ante la epidemia de suicidios de su pueblo por abandono familiar y soledad.
"Los jóvenes bajan a la ciudad y regresan cambiados. Luego no se adaptan a esta vida", señala Alejandro Hernández, jefe rarámuri de la comunidad de Papajichi. ¿Qué pueden hacer para que haya menos suicidios? "No podemos hacer nada. Debemos respetar a los chabochis y que ellos nos respeten. Haciendo yúmari (danzas) alargamos nuestras vidas porque hacemos que Dios esté contento con nosotros".
https://blogs.elconfidencial.com/mu...s-indigenas-500-millones-de-victimas_2166043/
En Panamá, en 2008 en el archipiélago de San Blas, los Kuna Yala que alquilaban sus vacíos islotes paradisiacos a los turistas tenían un problema nuevo: "Tenemos el asunto de la adicción a la cocaína de los más jóvenes", me dicen. Por allí pasaban las lanchas rápidas cargadas con fardos de cocaína de Colombia.
En ocasiones, cuando les perseguían las fuerzas de seguridad, los narcos arrojaban al mar la carga y las olas las llevaban hasta las paradisiacas islas. Los jóvenes empezaron a consumirla y los más viejos dieron la alerta. Es metafórico que un pueblo indígena acabe teniendo problemas con las drogas por estar en medio de la ruta que lleva la cocaína a EEUU.
El futuro de los pueblos indígenas es una incógnita en este siglo XXI donde los masáis conducen motocicletas, los himbas van a un internet café y los nubios de Sudán van a Axum a comprar aire acondicionado y placas solares para sus casas. El indigenismo sufre de problemas de clasismos y racismos como el resto de sociedades.
En Etiopía, en la zona de los konso, una tribu pagana singular, llegó un grupo de la tribu mesolítica de los samai. Los samai tienen un aspecto neolítico impactante y alrededor de ellos empezaron a congregarse los konso, algo más desarrollados, que les miraban con curiosidad y se burlaban de ellos. "Ellos son muy extraños", me susurra en inglés un konso. El "ellos" de aquel konso sobre los samai lo dice todo.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, mandó hace unas semanas una carta al Rey de España y al Papa exigiendo que pidieran perdón a los pueblos originarios. Los estudios científicos cifran hasta en un 95% la población indígena muerta en todo el continente americano tras la llegada de los europeos. La mayoría de investigadores actuales apuntan a la introducción de enfermedades como principal causa de ese impactante deceso demográfico. Otros estudios anteriores denunciaban un genocidio programado.
Lo fuera o no, no es algo sólo achacable a los españoles que conquistaron a los incas o los ya estadounidenses que peleaban con los pieles rojas, es algo que ha ocurrido en los siglos XIX y XX, y sigue ocurriendo en la actualidad, con gobiernos ya independientes que usaban el mundo prehispánico como bandera. "Nos quisieron exterminar hace pocos años", denuncia Martín, un maya de Chichicastenango, Guatemala, paseando por su tradicional mercado. Habla del intento de genocidio de los mayas guatemaltecos perpetrado por el Gobierno del presidente Ríos Montt en la década de los 80. "Nos mataron a cien mil hermanos", asegura.
Las cifras oficiales de la masacre no son exactas y el baile de muertos y desaparecidos va desde los 20.000 hasta los 200.000. Los yaquis en México, los selk'nam o mapuches en Chile, los qom y mocoví en Argentina, los indígenas del Amazonas en Brasil o los awá en Colombia son sólo algunos ejemplos de pueblos originarios que podrían exigir disculpas no al Rey de España o al Papa, sino a sus conciudadanos independientes que los han intentado exterminar en el último siglo.
El problema sería delimitar quiénes son los pueblos originarios. Los kalinago no eran originarios del Caribe sino de las actuales Colombia y Venezuela. Fueron poco a poco conquistando islas y masacrando a los tainos, el verdadero pueblo originario y pacífico del Caribe que no conocía las armas. Sin embargo, su jefe reclamaba aquellas islas como suyas y comparaba la conquista europea con el exterminio nazi.
Los aztecas o mexicas tampoco eran del Valle de México, sino una tribu guerrera que viene de las tierras del actual sur de Estados Unidos y que creó Tenochtitlán en torno al año 1325 (los españoles llegaron a la ciudad en 1519). Sometieron por la fuerza a todas las tribus del entorno, algo que aprovechó el español Hernán Cortés para liderar un ejército de mayoría indígena, toltecas y tlaxcaltecas principalmente, e imponer una nueva conquista también por la fuerza. ¿Se tiene más derecho de conquista si se llegaba a pie que en barcos?
Los pueblos indígenas se sienten relegados, antes y ahora. Ellos no forman parte en muchos casos de países que se han creado a sus espaldas, en sus tierras, con ellos dentro, pero sin formar parte del proceso. "Yo soy tonga", se identificaban a ambos lados del río Zambeze en la zona del sur de Zambia y el norte de Zimbabue. Nunca escuché a ninguno decirme que era zambiano o zimbabuense.
"Los españoles son los dueños de la tienda de pan. Los españoles tienen tumbas normales. Mira, esto es de una familia española", son todas frases del profesor universitario Lázaro Hilario Tuz paseando por el pueblo de Pomuch, en Campeche, durante la visita a un cementerio maya en el que los cráneos y huesos están en cajas al aire libre. Una tradición de entierro maya que ya sólo se practica en esta localidad porque el Gobierno mexicano las ha ido prohibiendo.
Se salvó Pomuch porque justo antes de decretar su cierre comenzaron a llegar cientos de turistas a ver el extraño cementerio y alguien entendió que el panteón era rentable. Lazaro, y algunos otros pobladores mayas de la zona, llaman españoles a todos los hoy mexicanos que no son indígenas.
Mujeres colgadas de los árboles
"Los jóvenes hoy no están interesados en su cultura ni sus tradiciones, sólo piensan en tener un buen celular y ropa linda", dice Armando, un wixarika o huichol en idioma español. La conversación se produce a 3.800 metros de altura, en el Cerro del Quemado o Wirikuta, la montaña sagrada de los huicholes, mientras dos jóvenes occidentales disfrazados de indígenas rezan bajo el efecto del peyote en la capilla sagrada esparciendo chocolate sobre al altar de forma compulsiva. Los chicos han pagado al guarda de la capilla un dinero para dejarles ocupar el espacio. Detrás hay cuatro huicholes verdaderos que les miran atónitos y que esperan a que dos blancos acaben de imitar los ritos de su pueblo.
Esa es muchas veces la frontera entre el mundo indígena, con otras reglas y pensamientos, y el mundo occidental u oriental más avanzado. Un mexicano o namibio urbano y escolarizado tiene más en común con un finlandés o un canadiense que con la mayoría de sus compatriotas indígenas.
"Dios hizo a los rarámuris y el diablo a los chabochis (blancos)", dice un mito rarámuri, un pueblo con un altísimo grado de suicidios. El mismo problema tienen comunidades indígenas de Colombia, Brasil o Argentina, por mencionar otros casos famosos. "Las mujeres se cuelgan de los árboles o se tiran por un barranco cuando hay una mala cosecha y no tienen para dar de comer a sus hijos", explica la gobernadora rarámuri de Guachochi, Margarita González, ante la epidemia de suicidios de su pueblo por abandono familiar y soledad.
"Los jóvenes bajan a la ciudad y regresan cambiados. Luego no se adaptan a esta vida", señala Alejandro Hernández, jefe rarámuri de la comunidad de Papajichi. ¿Qué pueden hacer para que haya menos suicidios? "No podemos hacer nada. Debemos respetar a los chabochis y que ellos nos respeten. Haciendo yúmari (danzas) alargamos nuestras vidas porque hacemos que Dios esté contento con nosotros".
https://blogs.elconfidencial.com/mu...s-indigenas-500-millones-de-victimas_2166043/