ANTROPOLOGIA

Quiénes son los Ainu, el grupo étnico que Japón ha reconocido oficialmente como «pueblo indígena»
120 años después de una integración forzosa, Japón quiere «crear una sociedad que respete el orgullo de los Ainu»
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0 Dos tesoros naturales de Japón que quizá no conoces

El Gobierno de Japón ha aprobado un proyecto de ley que busca promover la cultura de los aborígenes Ainu, y en el que, por primera vez, y tras más de un siglo de discriminación, se reconoce oficialmente a este grupo étnico como un «pueblo indígena» del país.

La ley requerirá, tanto al gobierno central como a los locales, incluir en sus «deberes» una concienciación sobre la cultura ainu, una comunidad del norte del país de fisionomía similar a la esquimal y con una cultura e idioma propios.

El Gobierno también planea abrir un museo y parque nacional Ainu en la ciudad de Shiraoi en abril de 2020. «Hay que resolver urgentemente cuestiones como la promoción regional, de la industria y el turismo para crear una sociedad que respete el orgullo de los Ainu», reza la introducción del proyecto, elaborado por el Ministerio de Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo.





«Ser humano»


Los Ainu han vivido durante miles de años en la isla de Hokkaido, en el norte del país. También habitan otras áreas de la zona, como los archipiélagos de las Kuriles y la isla de Sakhalin.

La política de asimilación promovida en 1899 por el Gobierno de Tokio tras la « Restauración Meiji» forzó a los Ainu, tradicionalmente discriminados dentro de la homogénea sociedad nipona, a integrarse con los japoneses en ciertas zonas y a abandonar sus costumbres.

Cuando en 1997 se promulgó una ley para preservar la cultura Ainu y garantizar sus derechos humanos, se reconoció la existencia de una minoría étnica en Japón, pero nunca llegó a denominarse «indígena», hasta ahora, 120 años después de aquella integración forzosa.

Respecto a su vida cotidiana, cazan con arco y flechas envenenadas. Su alimentación consiste básicamente en carne de venado, oso, zorro, lobo, tejón, buey y caballo, así como pescado, mijo, frutas, verduras, hierbas y raíces. Habitan en chozas techadas con cañas, alcanzando las más grandes casi los 7 metros. No tienen habitaciones y en el centro del «hogar» disponen de un lugar para el fuego.

La población Ainu, que en su idioma significa «ser humano», era de 13.118 personas en la isla de Hokkaido a 1 de noviembre de 2017, cuando el gobierno regional hizo su último censo.

https://www.abc.es/sociedad/abci-qu...omo-pueblo-indigena-201904221119_noticia.html
 
Guía de errores de un reportero en África
Publicado por Xavier Aldekoa
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Una madre himba con sus hijos en el norte de Namibia. Fotografía de Xavier Aldekoa.
Adán servía cafés por la mañana y por la tarde era pirata somalí. También era un sinvergüenza del tamaño de un camión. Un caradura útil. Adán empezó su negocio hace unos siete años, cuando explotó uno de los asuntos más sexy de la información africana de la última década: frente a las costas de Somalia, grupos de piratas habían iniciado una ola de secuestros sin precedentes de pesqueros internacionales. Informativamente, lo tenía todo. De un país en ruinas, golpeado por la guerra y el hambre desde 1991, surgían unos tipos desharrapados —¿eran pescadores agraviados?, ¿jóvenes con soplos de Robin Hood?, ¿una mafia organizada?—, que secuestraban cargueros o atuneros y ganaban millones de dólares en rescates. Llegaron reporteros de todo el mundo a cubrir la alarma, pero había un problema: toda Somalia estaba bajo control del grupo yihadista Al Shabab. En aquella época un blanco únicamente podía moverse por Mogadiscio, bien con la ONU, bien previo pago de mil quinientos dólares diarios a un señor de la guerra para que te llevara por cuatro calles de la capital en pick-up y rodeado de adolescentes armados hasta los dientes. No había forma de reportear en la costa.

Aquel desgobierno fue una bendición para el camarero Adán. Como nadie podía trabajar en suelo somalí, algunos periodistas entrevistaron a piratas en la seguridad del país vecino, Kenia. En un parpadeo, corsarios modernos con semblante serio y mirada desafiante aparecieron en reportajes y documentales de los medios más prestigiosos del mundo. Había otro problema: era mentira. Ante el interés de los reporteros occidentales, varios kenianos que ni siquiera habían estado jamás en Somalia se hicieron pasar por piratas. Y coló. Algunos fixers, una suerte de ayudante local que cocina el reportaje al periodista que puede pagárselo —cobran entre trescientos y quinientos dólares diarios—, presentaron a amigos como si fueran piratas. Al acabar su turno en el café, Adán se convertía en un temible lobo de mar por doscientos euros el engaño. Entre ambos le echaban bastante pimienta y prorrogaban varias veces el encuentro para hacer creer al periodista occidental que todavía era demasiado arriesgado acercarse al desconfiado rufián de mar. Además de darle emoción y credibilidad al sainete, les servía para engordar la factura diaria. El pastel lo descubrió el periodista somalí Jamal Osman con solo poner la oreja. Al oír hablar a aquellos falsos piratas —un documental danés sobre la piratería en el cuerno de África se distribuyó en hasta dieciocho países—, Osman supo enseguida que el acento era de una provincia del noreste de Kenia, donde hay dos millones de kenianos de etnia somalí. Para Osman, detectar el engaño fue tan fácil como para un gallego lo sería descubrir que un tipo de Cádiz se hace pasar por un narco de la Ría de Arousa.

Ser reportero en África es el reto de dudar y escuchar lo suficiente a tipos como Osman. Cuando se trabaja en un mundo ajeno, con miles de lenguas, matices, claves culturales y códigos distintos, saberse insignificante es el único antídoto para no fracasar estrepitosamente. Sentir vértigo por no estar enterándote de nada no solo es un ejercicio de humildad saludable, porque te mantiene atento y cauto, es sobre todo una invitación a escuchar a los demás. Esa es la única forma de entender y, con suerte, estar preparado para contarlo. En las facultades de periodismo dedican varias asignaturas a cómo escribir, locutar por radio o comunicar delante de una cámara. Ninguna a aprender a escuchar. Y la mejor de las técnicas no te salva si el tipo al que estás entrevistando de forma brillante resulta ser un pirata de cartón piedra que lo único que ha secuestrado en su vida es un paquete de pancakes.

Ser reportero en África, no nos atasquemos en arenas filosóficas, también es acabar el día lleno de polvo, la espalda crujida por botes en la carretera, esperar un pollo con patatas durante horas en restaurantes baratos y sudar un porrón. Sudar con violencia. En una ocasión se pinchó la rueda del coche con el que atravesábamos el norte de Mali, me lancé, solidario, a echarle una mano al conductor y al terminar había una familia de patos viviendo en mi camiseta.

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Un pastor a las afueras de Baga Sola, en el lago Chad. Fotografía de Xavier Aldekoa.
Ser periodista en África es lidiar con que la guerra de República Centroafricana o cincuenta muertos en Congo no interesen, pero te pidan dos páginas si Madonna construye una escuela en Malawi. Y rebelarse para cambiarlo. Es obligarse a no repetir el reportaje facilón de coltán en el Congo, no explicar la irrupción china desde el mismo prisma ni salpicar tópicos con la excusa de los albinos de Tanzania. Es exigirse no llamar «calma tensa» al ambiente previo a unas elecciones africanas disputadas si no lo harías antes de las catalanas. Es huir de buenismos y hablar de la guerra y el hambre, pues claro, pero también de ciberactivistas senegaleses, de lucha social en Etiopía o de sudafricanos tocando el trombón. Es aceptar que los periodistas llevamos la mochila cargada de prejuicios y saber que precisamente lo más peligroso es pensar que ya no la llevas. Porque no hay nada más arriesgado para un periodista en África que encontrar el reportaje que ha ido a buscar. Cuando la peor sequía en treinta años golpeó hace unos años la frontera entre Namibia y Angola, fui dispuesto a cubrir el drama de cómo las tribus himbas se morían de sed. Durante tres días, tomé imágenes de pozos secos y recogí experiencias de mujeres caminando largas distancias para recoger agua. Al verme despistado, una mujer himba de la aldea donde dormía se apiadó de mi torpeza y me corrigió. Los himbas lo estaban pasando mal, sí, pero no se morían de sed ni había nada de excepcional en sus largas caminatas hacia el pozo. De hecho, este pueblo milenario habita desde hace siglos esa región seca y están tan habituados a las constantes temporadas de sequía que han aprendido a encontrar agua a decenas de metros de profundidad y excavar pozos con diferentes pisos para descender hasta el fondo. Si el sol aprieta mucho, incluso siguen a los elefantes para encontrar los remanentes ocultos de agua potable. El problema, me explicó la mujer, es que la sequía esos años había sido tan prolongada que la hierba no había crecido y sus animales no tenían nada para comer. La columna vertebral de su economía se resquebrajaba. Como consecuencia, decenas de niños himba habían sido enviados a guiar al ganado familiar a pastos lejanos y el absentismo escolar se había disparado. Además, cientos de himbas sin nada que comer se habían trasladado a las afueras de la ciudad más cercana para vivir como indigentes en tiendas de campaña o al raso. En pocos sitios como Namibia he sentido más profundamente que conformarse en describir únicamente lo que capta la mirada es una derrota anticipada.

Trabajar en el continente africano es, por tanto, aprender a equivocarse. El error, si se asume, es algo maravilloso porque de la rectificación y la paciencia surgen las mejores historias. En una ocasión viajé al Lago Chad para hacer un reportaje sobre el impacto en la población de la llegada de la banda yihadista Boko Haram, que había encontrado un escondite perfecto en el laberinto de islas y canales del lago. La irrupción de los fundamentalistas había causado estragos entre los pueblos locales, que habían huido en desbandada. Antes de viajar, gestioné durante semanas los permisos para poder acceder a las islas. Y al aterrizar todo cambió. Nada más llegar a Baga Sola, en la orilla del lago, los extremistas mandaron a dos niñas a explotarse en la aldea vecina —el grupo ha enviado a más de cuatrocientas cincuenta personas con cinturones bomba a cometer atentados— y el Gobierno decretó el estado de emergencia. Las islas fueron declaradas zona de guerra y se prohibió el acceso. A los veinte minutos de pisar la zona, me había quedado sin reportaje. Como no tenía mucho que hacer, fui a dar una una vuelta por el centro del pueblo y vi que unos hombres habían colocado una cuerda de lado a lado de la calle en todos los accesos al mercado. Civiles voluntarios cacheaban a hombres y mujeres para cerciorarse de que no llevaban explosivos bajo las ropas. Justo antes de la cuerda, había una hilera de mujeres sentadas en el suelo a las que no habían dejado pasar. Todas llevaban el rostro surcado de las escarificaciones de la etnia buduma, originaria de las islas. Y ahí había una historia. Para los locales era evidente que los buduma habían ayudado a Boko Haram, porque eran los únicos que conocían el lago como la palma de su mano, así que les prohibían el acceso a lugares concurridos, por miedo a que dieran información para atentados o llevaran cinturones con explosivos. Sin el error de cálculo o la mala fortuna, jamás habría conocido el doble drama del pueblo buduma, expulsado de sus hogares por los yihadistas y estigmatizado al llegar a la orilla.

Ser periodista en África también es aguantar. Soportar mil e-mails sin respuesta, facturas sin pagar y que un mal tuit de Trump se coma el espacio que te habían reservado en tu sección. Es asumir desde el principio que ningún director de diario volverá a extender un cheque en blanco como el que recibió el periodista David Stanley para que encontrara al Dr. Livingstone en mitad de África y enviara sus reportajes meses después. Y que todo eso es lo menos importante de la ecuación. Porque, a cambio, la gente te da la posibilidad de entrar en su vida y contarlo. Y porque ir más allá de la herida, del trauma que sufren algunas personas, es una forma de dignificarlas y ayudar a generar empatía desde el otro lado. Ser reportero en África es pasión y la constatación de que el periodismo, como los verdaderos oficios, exige tesón, ética y compromiso. Porque no basta con tener ganas y talento. Tienes que ponerle alma, madrugar, trabajar, escuchar y estar dispuesto a aprender cada día. Y tener la humildad necesaria para saber que sí; que hoy también es necesario.

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Las cataratas Victoria, Zimbabue. Fotografía de Xavier Aldekoa.

https://www.jotdown.es/2019/04/guia-de-errores-de-un-reportero-en-africa/
 
Aparecen en Etiopía las herramientas de piedra más antiguas hechas por humanos
Los descubrimientos de Ledi-Geraru avanzan el inicio de la elaboración de la tecnología hasta los 2,6 millones de años
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Las herramientas de piedra más antiguas descubiertas han aparecido en Etiopía y datan de hace 2,6 millones de años (Max Planck Institute)

DAVID RUIZ MARULL
04/06/2019 13:19 Actualizado a 04/06/2019 13:21

El geólogo Christopher Campisano, de la Universidad Estatal de Arizona, hizo saltar la liebre cuando vio que unas herramientas de piedra extremadamente afiladas sobresalían de los sedimentos situados en una pendiente escarpada. El sitio de excavación, conocido como Bokol Dora 1 (o BD 1), está cerca de donde, en 2013, se descubrió el fósil más antiguo atribuido al género Homo.

Los restos hallados en el sitio de Ledi-Geraru, situado en la región de Afar, en el noreste de Etiopía, son los fragmentos del hueso de una mandíbula que data de hace alrededor de 2,78 millones de años. Es decir, unos 250.000 años antes que las herramientas más antiguas conocidas en aquel momento.

El sitio de excavación está cerca de donde, en 2013, se descubrió el fósil más antiguo atribuido al género Homo

Campisano formaba parte de un equipo internacional que los últimos cinco años ha estado estudiando la zona de Ledi-Geraru para descubrir si existe una conexión entre los orígenes de nuestro género y los de la fabricación sistemática de utensilios de piedra. La conclusión es que los instrumentos de piedra hallados en el sitio son los más antiguos que se conocen, según el estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science .

“Los seres humanos se distinguen de todos los demás primates por su dependencia del uso de herramientas.”, señalan los investigadores. De hecho, los utensilios más antiguos que se conocen datan de hace 3,3 millones de años y los habrían construido grupos de simios en Lomekwi (Kenya). El siguiente paso que se conocía era la tecnología encontrada en la garganta de Olduvai (Tanzania) y que fue realizada hace 2,5 millones de años.

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Costó años de excavaciones llegar a una capa arqueológica en la que había cientos de herramientas (Max Planck Institute)
Los descubrimientos de Ledi-Geraru, sin embargo, avanzan el inicio de la elaboración de herramientas de piedra hasta los 2,6 millones de años. “Al principio encontramos varios artefactos en la superficie, pero no sabíamos de qué sedimentos provenían”, recuerda Campisano en un comunicado. “Cuando miré por el acantilado, vi rocas que sobresalían. Me acerqué y encontré dos bonitas herramientas de piedra”, señala.

Llevó varios años excavar a través de metros y metros de sedimentos antes de encontrar una capa arqueológica en la que había huesos de animales y cientos de pequeños trozos de piedra desconchada que representan la evidencia más temprana de cuchillos de piedra fabricados por nuestros antepasados directos.

Llevó años excavar a través de metros y metros de sedimentos antes de encontrar una capa arqueológica con huesos de animales y cientos de herramientas

Los artefactos, señalan los investigadores, se han preservado gracias a que originalmente se enterraron cerca de una fuente de agua y luego fueron enterrados rápidamente. “El sitio permaneció así durante millones de años“, indican.

Los análisis de los utensilios han señalado un descubrimiento sorprendente. Los humanos que hicieron estas herramientas vivían en un hábitat totalmente diferente al que tenía Lucy, el Australopithecus afarensis más antiguo que se conoce y que fue vivió en el sitio de Hadar, situado a apenas 45 kilómetros al suroeste de Bokol Dora 1, hace alrededor de 3,2 millones de años.

Lucy se movió por un entorno con bosques ribereños, mientras que los Homo de Ledi-Geraru lo hicieron en una sabana con pocos árboles y muchos pastizales. “Incluso las jirafas antiguas comían hierba”, afirman los expertos. Junto a las herramientas han aparecido 330 huesos fosilizados de antílopes, hienas, elefantes, cocodrilos y otros animales que dan una clara muestra del hábitat.

Los geólogos del equipo -entre los que se encontraba Campisano- fecharon una ceniza volcánica ubicada varios metros por debajo del sitio, además de analizar la firma magnética de los sedimentos del sitio. A lo largo de la historia de la Tierra, la polaridad magnética se ha invertido a intervalos que pueden identificarse.

Los geólogos del equipo fecharon una ceniza volcánica ubicada varios metros por debajo del sitio

Algunos sitios arqueológicos de una época cercana a la edad de BD 1 están en sedimentos de polaridad “invertidos”. Bokol Dora, en cambio, tiene polaridad “normal”. La reversión de “normal” a “invertido” ocurrió hace aproximadamente 2,58 millones de años, lo que ha permitido a los especialistas datar con relativa precisión el sitio.

Los arqueólogos, por su parte, creen que las herramientas halladas no solo son los artefactos más antiguos que se atribuyen a la tecnología lítica de la garganta de Olduvai, sino que también entienden que son distintas de los instrumentos creadas por chimpancés, monos o incluso antepasados humanos anteriores.

Chimpancés y monos generalmente usan utensilios para martillar y golpear alimentos como nueces y mariscos

“Esperábamos ver algún indicio de evolución desde el Lomekwian hasta estas primeras herramientas de Olduvai. Sin embargo, cuando observamos de cerca los patrones estadísticos en los artefactos de piedra, había muy poca conexión con lo que se ha descrito en los sitios arqueológicos más antiguos o respecto a las herramientas de los primates modernos“, apunta Will Archer, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig.

Las principales diferencias parecen ser la capacidad de nuestros antepasados para cortar sistemáticamente herramientas más afiladas de grandes nódulos de piedra. Los chimpancés y los monos generalmente usan utensilios para martillar y golpear alimentos como nueces y mariscos, que es lo que parece que sucedió en Lomekwian hace 3,3 millones de años.

Hace 2,6 millones de años nuestros antepasados se volvieron más precisos al pulir el borde de las piedras

Hace 2,6 millones de años algo cambio, y nuestros antepasados se volvieron más precisos y hábiles a la hora de pulir el borde de las piedras para hacer herramientas. Los artefactos BD 1 capturan este cambio en la fabricación y parece que coincide con el momento que los dientes de nuestros antepasados comenzaron a cambiar.

Esto, indican los antropólogos, es lo que se puede ver en la mandíbula Homo de Ledi-Geraru. Cuando nuestros antepasados comenzaron a procesar los alimentos con herramientas de piedra antes de comerlos, el tamaño de sus dientes comenzó a reducirse, mostrando que la tecnología y la biología estan íntimamente entrelazadas.

La falta de conexiones claras con la tecnología anterior sugiere que el uso de herramientas se inventó varias veces en el pasado. “Dado que los primates de todo el mundo utilizan habitualmente martillos de piedra para obtener nuevos recursos, parece muy posible que en África muchos ancestros humanos diferentes hayan encontrado formas de usar artefactos de piedra para extraer alimentos de su entorno, concluye David Braun, autor principal del artículo.
https://www.lavanguardia.com/cultur...pia-herramientas-piedra-antiguas-humanos.html
 
Dos estudios arrojan luz sobre el misterioso origen de los canarios

En algunas de las islas el porcentaje de habitantes con genes indígenas supera el 50%, mientras que en otras ha desaparecido




VICENTE G. OLAYA
Madrid 3 JUN 2019

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Ídolo femenino localizado en Gáldar (Gran Canaria). EL MUSEO CANARIO





La historia de las islas Canarias antes de su conquista en el siglo XV, admiten los expertos, representa uno de los grandes misterios de la arqueología española. Con una comunidad científica muy dividida —ni siquiera se ponen de acuerdo en cuándo se produjo la primera oleada de pobladores indígenas—, arqueólogos, historiadores y genetistas han dado el primer gran paso para desentrañar el origen de los actuales isleños. Los estudios de la profesora Rosa Fregel, del departamento de Bioquímica, Microbiología, Biología Celular y Genética de la Universidad de La Laguna, desvelan que, dependiendo de la isla, gran parte de la población actual porta ADN mitocondrial aborigen. A esto se une que José Farrujia de la Rosa, arqueólogo y profesor de Didáctica de las Ciencias Sociales de la misma universidad, en su reciente libro Identidad canaria (Ediciones Tamaimos), descifra los principales secretos de esta civilización cuya presencia material prácticamente ha desaparecido, pero no su impronta. Entre ellos, Farrujia de la Rosa recuerda los dos sistemas de escritura que poseían, su llegada en dos oleadas desde el norte de África o su carencia de caballos o bueyes, ya que las embarcaciones que los transportaron hasta el archipiélago resultaban demasiado pequeñas.



Todo comenzó por un liquen (orchilla) que servía para elaborar el color púrpura, una tonalidad muy deseada para teñir los ropajes de aquella época. Así que el noble normando Jean de Béthencourt consiguió del rey castellano Enrique III, a principios del siglo XV, el apoyo necesario para conquistar aquellas lejanas islas de las que se tenía constancia, al menos, desde el historiador romano Tito Livio, que las denominó Afortunadas. El choque cultural y militar entre los pobladores insulares (los indígenas canarios) y los castellanos fue brutal: se necesitaron casi 100 años de lucha para tomar las siete islas.




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Indígenas de La Gomera, según ilustración de Leonardo Torriani (1592).




La cultura indígena se adentró así en las tinieblas de la historia. Entre los siglos XVI y XX, se desarrollaron diversas teorías sobre aquel pueblo: desde una supuesta procedencia celta hasta un origen indoeuropeo. Ahora, las pruebas arqueológicas y de ADNhan dejado claro que los indígenas canarios no son otra cosa que bereberes (imazighen, en su lengua), un pueblo que se extendió por el norte de África hace más de 3.000 años y que ocupaba desde Libia hasta el Sáhara. En un artículo publicado en la web de la Universidad de La Laguna, Fregel explica que se "puede determinar que la población canaria global tiene una ascendencia aborigen por línea maternal del 55,9%, mientras que los componentes europeos y africano subsahariano son de un 39,8% y un 4,3%, respectivamente".

Cuando el cálculo se realiza para cada isla por separado, los resultados son bastante variables. Los valores más altos de ascendencia indígena se observan en la población de La Gomera (55,5%) y en La Palma (41,0%), mientras que los valores más bajos se encuentran en Tenerife (22,0%) y El Hierro (0,0%). Los resultados de El Hierro, con una supervivencia nula de la población indígena, se pueden explicar por la propia evolución histórica de esta isla (es la más occidental) o por la escasez de las muestras analizadas.

Fregel añade que "gracias a los análisis de ADN antiguo se ha podido desterrar la creencia de que los guanches eran casi vikingos: altos, rubios y de ojos azules. Todo apunta a que proceden del norte de África y que su fisonomía se asemeja bastante a la de los bereberes, de piel blanca, más bien cetrina, y ojos marrones o claros, en algunos casos. Tópicos o leyendas de la época, lo cierto es que los antiguos pobladores de Canarias no eran tan diferentes a los canarios de hoy en día".




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Cerámica pintada de Gran Canaria. MUSEO CANARIO




¿Pero cómo y por qué llegaron a Canarias? Farrujia de la Rosa sostiene que lo hicieron en dos grandes oleadas. Una primera hace unos 2.500 años (las pruebas de carbono 14 no son concluyentes) y una segunda, en torno al siglo I, coincidiendo con la presencia romana en el norte del continente.

Cruzaron el mar en pequeñas embarcaciones —no se han encontrado restos de ninguna— y desembarcaron en las islas más orientales: Lanzarote (la isla que ha proporcionado las fechas más antiguas por carbono 14, mil años antes de nuestra era) y Fuerteventura. Se ignora cuántos individuos lo lograron, aunque los cálculos científicos demuestran que 14 parejas pudieron ser suficientes para que el poblamiento insular fuera exitoso en un 81%. Pero solo es una teoría, pudieron alcanzar la costa muchísimos más.

De la segunda oleada se sabe que se produjo en época romana, momento en el que se introdujo en Lanzarote y Fuerteventura, entre otros elementos culturales, la escritura latino-canaria. Con anterioridad, en la primera arribada, ya habían extendido la escritura líbico-bereber en el archipiélago. Ambas están ahora en proceso de estudio: se han realizado diversas propuestas de transcripción que recogen la presencia escrita de teóforos, teónimos o nombres personales.

Sea como sea, lo más evidente es que en Canarias no existe ningún tipo de mina férrica o metalífera, por lo que los pobladores tuvieron que adaptar sus conocimientos (eran poseedores de la metalurgia) al nuevo hábitat. Surge así el empleo de obsidiana y basalto para los útiles líticos o una cerámica decorada con colores ocres, como es el caso de la de Gran Canaria, con claros paralelismos con la conocida en otras partes del ámbito amazigh del continente.

“Adoraban al sol y la luna, pero también a las montañas, a los roques y a las cuevas, al igual que los imazighen", explica Farrujia de la Rosa. Se extendieron por las siete islas y "lo importante”, señala el profesor, “es que la investigación ha fructificado, tras décadas con las más controvertidas teorías. Falta mucho, pero nos vamos acercando a encontrar una respuesta a de dónde venimos”, incide.

https://elpais.com/cultura/2019/05/31/actualidad/1559304132_653858.html


 
Historiadores contra genetistas
La ausencia de huella genética musulmana en los andaluces actuales reedita la tirantez entre la historia y la ciencia



JAVIER SAMPEDRO
Madrid 8 JUN 2019





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Tumba de una mujer local y un hombre con ascendencia de las estepas en Castillejo del Bonete (Ciudad Real) L. BENÍTEZ DE LUGO Y J. L. FUENTES / OPPIDA





Materia presenta esta semana un estudio genético de resultados chocantes. Tras ocho siglos de dominación musulmana que empezaron y acabaron por el sur de la península Ibérica, cabría esperar que los genes de origen árabe y norteafricano hubieran dejado su huella en los actuales habitantes del sur mucho más que en los del norte. Y la investigación de la Universidad de Granada no ha encontrado la menor evidencia de ello. Los andaluces actuales son tan parecidos al resto de los españoles, y de hecho al resto de los europeos, que un genetista marciano que no supiera nada de historia habría pasado por alto la ocupación árabe de la península. El estrecho de Gibraltar, según estos resultados, sería tanto una frontera genética como lo es geográfica, una línea roja que ha impedido el mestizaje entre su norte y su sur durante cerca de un milenio. Algunos historiadores ya han expresado quejas contra esta investigación. Y no es la primera vez que esto ocurre. Ni será la última.

Un centenar de científicos internacionales publicaron hace tres meses en Science las (aplastantes) evidencias genómicas, obtenidas de 400 muestras de ADN antiguo, de que una población llegada de las estepas rusas hace 4.500 años reemplazó al 40% de la población ibérica anterior, incluidos casi todos los hombres de la península. Se llamaban los yamnaya, y seguramente inventaron la rueda de radios, y con ella los carros tirados por caballos que les permitieron conquistar media Europa. Una tumba verdaderamente ilustrativa de hace 3.800 años, hallada en Castillejo del Bonete, Ciudad Real, exhibe a una pareja de la época, obviamente de gama alta, donde la mujer tiene el genoma local, y el hombre el de un yamnaya. Lo típico de la época.

Todo esto es ciencia de primera división, coordinada por uno de los genetistas más brillantes de nuestro tiempo, David Reich, de Harvard y el Instituto Médico Howard Hughes. Pero su publicación estuvo precedida por una tormenta fragorosa que, con la perspectiva del tiempo (unos meses), parece girar en torno al concepto de migración, de invasión, en torno al efecto de la influencia externa en los mitos nacionales de permanencia y arraigo en el territorio. Mientras los genetistas acumulan petabytes de datos que demuestran esos movimientos de población en todo el Viejo Mundo, los arqueólogos, prehistoriadores e historiadores parecen resistirse a esa cascada incesante de realidad armados con unas preconcepciones que resultan no solo débiles, sino también difíciles de introducir en el debate científico.

Uno de los genetistas que ha conocido más de cerca esas renuencias de los prehistoriadores es el propio Reich y, como buen científico, ha examinado a fondo el problema y ha encontrado la clave que lo explica (la expone en su libro recién editado en español Quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí, Antoni Bosch editor). Haciendo brutalmente corta una larga historia, la idea es la siguiente: como las ideas de una migración desde Europa central hasta India que habría propagado la raza aria y la disciplina germánica fueron utilizadas por Hitler para justificar sus propias migraciones por Polonia o Francia, las ciencias humanas de la segunda mitad del siglo XX decidieron tirar el niño con el agua del baño. Hay un problema entre genetistas e historiadores. ¿Dónde pondrías tu dinero?

https://elpais.com/elpais/2019/06/08/ciencia/1559952581_889529.html


 
RESTOS DE CRÁNEO PUEDEN EXPLICAR SU OCASO
Una nueva teoría de por qué colapsó la civilización maya: por una guerra civil
Una de las mayores civilizaciones que han habitado nuestro planeta sigue generando ríos de tinta, especialmente por el gran misterio que la envuelve: ¿por qué desaparecieron?



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Un cráneo maya que fue utilizado como trofeo bélico por guerreros enemigos. (EFE)




AUTOR

RUBÉN RODRÍGUEZ
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13/06/2019



Los mayas son una de las civilizaciones más misteriosas de todos los tiempos. Dominaron buena parte de mesoamérica durante más de dieciocho siglos, pero nadie ha conseguido ofrecer una explicación plausible de por qué una cultura tan poderosa en lo económico y en lo militar colapsó de manera tan fulgurante y contundente. Ahora, una nueva teoría apunta a que el fin de los mayas pudo deberse a un conflicto bélico: una guerra civil en toda regla.

Muchas de las explicaciones que los expertos han tratado de ofrecer sobre qué es lo que pudo llevar a que una cultura como la maya desapareciera del mapa de la noche a la mañana han tenido que ver con elementos relacionados con la naturaleza. Unos, defienden que la principal responsable del colapso fueuna gran sequía; otros, que fue la sobreexplotación de recursos naturales; y, los más, una concatenación de situaciones. Y, ahí, entra la teoría de los conflictos bélicos.


El arqueólogo Gabriel D. Wrobelen ha sido el último en confirmar que se han encontrado restos de cráneos mayas por diferentes países latinoamericanos, todos ellos utilizados como trofeos. O, dicho de otra manera, las excavaciones llevadas a cabo en países como México, Belice, Guatemala, Honduras o El Salvador, entre otros, han confirmado que guerreros de diferentes puntos vencieron a los poderosos soldados mayas, según explica en 'The Conversation'.

Durante los últimos años, las excavaciones llevadas a cabo en diferentes puntos han revelado información importante que puede servir para explicar por qué los mayas desaparecieron de la faz de la Tierra. Y es muy posible que, cuando más debilitados se encontraban, muchos clanes rivales de diferentes regiones decidieran levantarse en armas contra ellos, representantes del poder. ¿El resultado? El fin de los clanes más poderosos a manos de guerreros rivales.







Y es que se han encontrado en diferentes enterramientos collares con trozos de cráneo de la civilización maya, 'joyas' que los grandes guerreros llevaban colgadas de su cuello para representar su poder y para 'asumir' el potencial bélico de sus rivales derrotados. Una teoría plausible que encaja a la perfección con el arte maya de sus últimos años, donde son habituales las decapitaciones y ejecuciones de rivales, prácticas que también pudieron llevar a cabo sus enemigos con ellos.

Trofeos de guerra
De buena parte de estos tesoros descubiertos, los expertos indican que hay muchos puntos en común: una vez derrotado el guerrero maya, se troceaba su cráneo y se aplastaba con piedras hasta dejarlo plano. Una vez hecho, en muchas ocasiones se agujereaba para poderlo atravesar con cordajes de cuero y convertirlo en collares. Incluso se han encontrado casos en los que se ha llegado a pintar el hueso. Un trofeo para demostrar su poderío bélico.



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No en vano, los análisis realizados a través de 'Lidar' en diferentes ciudades mayas han confirmado que en el último periodo de los mayas se levantaron muchas construcciones defensivas, fortificaciones con el objetivo de protegerse de posibles ataques rivales. Un posible debilitamiento por falta de recursos pudo dar lugar a que sus enemigos decidieran levantarse en armas contra ellos y liquidar una de las culturas más misteriosas de todos los tiempos.

https://www.elconfidencial.com/cult...izacion-colapso-razones-guerra-civil_2070013/
 
¿De dónde proviene la celebración de la hogueras de San Juan?
El fuego es el gran protagonista de esta noche
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Las hogueras son típicas de San Juan (VBaleha / Getty Images/iStockphoto)
REDACCIÓN, BARCELONA
22/06/2019 07:00

La noche de San Juan supone la cristianización de la fiesta de la celebración del solsticio de verano en el hemisferio norte e invierno en el hemisferio sur. Su origen proviene de las fiestas paganas de hace miles de años, cuando se realizaban cultos al sol, puesto que estaba considerado uno de sus dioses y por ser el astro rey.

Sin embargo, con la llegada del cristianismo, esta celebración fue cambiando aunque sigue manteniendo su esencia. Muchas de las fechas utilizadas en las celebraciones paganas durante los inicios del cristianismo se han ido conservando hasta la actualidad, una de ellas es el caso de la noche de San Juan.

Su origen proviene de las fiestas paganas de hace miles de años

En la Biblia, esta fecha aparece como el día en el que nació San Juan Bautista y que su padre Zacarías mandó encender una hoguera para anunciar el nacimiento de su hijo Juan. El cristianismo asimiló esta tradición y la adaptó a su calendario, motivo por el cual se relaciona la costumbre de prender las hogueras con el nacimiento de Bautista.

La adaptación que realizó el cristianismo es la que explica por qué la celebración de la noche de San Juan no coincide con el solsticio de verano. La tradición pagana señalaba que encendían las hogueras para dar más fuerza al sol que en esa fecha va perdiendo fuerza y los días se hacen más cortos. De esta manera, se conseguía prolongar la luz.

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Saltar las hogueras, durante la noche de San Juan, tiene un efecto purificador (Getty)
La noche de San Juan siempre se ha asociado al fuego aunque hoy en día esta noche se ha popularizado y se relaciona con el inicio del verano, el final del curso académico o el comienzo de las vacaciones. No obstante, en su versión pagana, la noche de las hogueras suponía un día mágico, el momento perfecto para espantar a los malos espíritus o romper con las cosas malas que hayan sucedido.

Uno de los rituales más conocidos de esta noche especial es saltar siete veces la hoguera con el fin de atraer a la buena suerte. Otro de los más conocidos es meterse en el mar a media noche y saltar nueve olas para tener suerte.Tampoco puede faltar escribir en un papel los deseos que quieres que se cumplan de cara al próximo año y luego echarlos al fuego.

La noche de San Juan siempre se ha asociado al fuego aunque hoy en día esta noche se ha popularizado

En España cada localidad tiene sus típicas tradiciones. En el sur, suelen prender muñecos de trapo u otro material en las hogueras mientras que en Menorca, al coincidir con las fiestas patronales, tienen un ambiente muy medieval, mezclando las hogueras con los característicos caballos y sus jinetes.

Pese a que esta fiesta es muy conocida en España y Portugal, también se lleva a cabo en otros lugares del mundo como Reino Unido, Noruega o América del Sur, entre otros. No obstante, todas tienen un elemento en común: las hogueras, ya sea para atraer la buena suerte o para alejar los malos espíritus.

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VERBENA DE SANT JOAN EN LA PLAZA DEL SOL DEL BARRIO DE GRACIA DE BARCELONA 2015/06/23 (Àlex Garcia)
Cabe destacar que a lo largo del día 21 de junio, en el hemisferio norte, vivimos el día más largo y la noche más corta mientras que en el hemisferio sur, se vive el día más corto y la noche más larga. De todos modos, a pesar que el 21 damos la bienvenida a la llegada del verano, no es hasta la noche del 23 o el 24 de junio cuando se festeja la llegada del solsticio de verano.
https://www.lavanguardia.com/vida/20190622/462950397377/celebracion-hogueras-san-juan.html
 
¿LA TEORÍA FINAL?
El motivo real por el que desaparecieron los mayas: un nuevo descubrimiento
El misterio que envuelve a esta civilización sigue sin resolverse, aunque de vez en cuando equipos de científicos revelan algún descubrimiento. Te contamos qué creen ahora



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Foto: iStock.




AUTOR

A. LÓPEZ
Contacta al autor
@Adri_L_P
06/07/2019




La desaparición repentina de la civilización maya es uno de los enigmas arqueológicos más estudiados de la historia. Se extendía por México, Guatemala y el norte de Belice y destacaba por su capacidad para adaptar y aprovechar los recursos de su entorno.

Dominaron buena parte de Mesoamérica durante más de dieciocho siglos, pero nadie ha conseguido ofrecer una explicación plausible de por qué una cultura tan poderosa en lo económico y en lo militar colapsó de manera tan fulgurante y contundente.

Joyas arquitectónicas como la ciudad de Chichén Itzá, redescubierta a finales del siglo XIX o Palenque siguen generando gran expectación y plantean preguntas sobre esta civilización entre las que se destaca una en particular: ¿por qué desaparecieron misteriosamente? Ahora, una nueva teoría apunta a que su fin pudo deberse a su obesesión por un alimento en el que se basaba su dieta: el maíz.




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¿Qué sucedió realmente?
Muchas de las explicaciones que los expertos han tratado de ofrecer sobre qué es lo que pudo llevar a que una cultura como la maya desapareciera del mapa de la noche a la mañana han tenido que ver con elementos relacionados con la naturaleza. Unos defienden que la principal responsable del colapso fue una gran sequía; otros, que fue la sobreexplotación de recursos naturales; y, los más, una concatenación de situaciones. Y, ahí, entra la teoría de los cultivos.

El equipo asegura que las prácticas agrícolas se modificaron para satisfacer las demandas de las élites de la ciudad

Científicos de la Universidad Estatal de Arizona y Pensilvania analizaron los isótopos de carbono y nitrógeno encontrados en el colágeno óseo para determinar las características de las dietas individuales y cómo cambiaron a través del tiempo. Los resultados revelaron que tanto las élites como los campesinos tenían una dieta diversa que, además del maíz, incluía plantas silvestres y animales adquiridos mediante la caza. Esta variedad les proporcionó un "amortiguador" cuando una sequía de varios siglos impactó las tierras durante el 300-100 a. C.

Sin embargo, la investigación descubrió que la civilización era poco capaz de adaptar su agricultura a los periodos de sequía. A medida que los mayas se extendían y la estratificación social se intensificaba, se desarrolló una división en los hábitos alimenticios durante un período conocido como el Clásico Terminal. "El crecimiento de las jerarquías sociales y el de la población condujo a la intensificación de la producción agrícola y al aumento de la dependencia del maíz", detalla el estudio publicado en 'Current Anthropology'.




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Los restos de personas que vivían más lejos del centro de la ciudad tenían niveles más bajos de carbono derivado del maíz en sus huesos. Los investigadores encontraron que los que habitaban la ciudad comían más de este cereal. "Esto corresponde a una alimentación hiperespecializada basada solo en este alimento y que persistió hasta el abandono final del lugar", asegura Claire Ebert, paleontóloga y geoquímica de la universidad.

Vulnerabilidad al cambio climático
Ebert, junto con Julie Hoggarth, Jaime Awe, Brendan Culleton y Douglas Kennett, analizaron los restos de 50 integrantes de la antigua comunidad maya de Cahal Pech, en Belice, que pertenecieron a los periodos de sequía entre el Preclásico Medio (735-400 a.C.) y el Clásico Terminal (800-850 d.C.). El equipo asegura que las prácticas agrícolas se modificaron para satisfacer las demandas de las élites de la ciudad.

El crecimiento de las jerarquías sociales y de la población condujo a la intensificación de la producción agrícola y la dependencia del maíz

"Fue un factor que contribuyó al fracaso del sistema sociopolítico de Cahal Pech frente a otra sequía severa al final de la Período Clásico Terminal. El estudio habla de la importancia de la dieta en la resistencia y el declive de las sociedades antiguas y contribuye a nuestra comprensión de la vulnerabilidad al cambio climático entre las comunidades agrícolas tradicionales modernas y las naciones industrializadas", asegura Ebert.

https://www.elconfidencial.com/alma...otivo-desaparicion-maya-cultivo-maiz_2107963/

 
El pueblo que es genéticamente único: los inuit de Nunavik
Los mismos genes que permiten a esta sociedad del Ártico canadiense asimilar de manera más eficaz las grasas pueden provocarles predisposición a sufrir aneurismas cerebrales
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@abc_ciencia
Madrid Actualizado:23/07/2019 01:49h

Los inuit de la región de Nunavik, en el norte de Canadá, son un pueblo peculiar: viajan en trineo, no beben alcohol, tienen una lengua con solo tres vocales y sin adjetivos. Su dieta es tan pesada y rica en grasas que a la mayoría de los seres humanos les conduciría inexorablemente hacia problemas cardiovasculares severos. Pero los inuit no enferman, porque tienen un ADN único.

Ahora, un nuevo estudio ha encontrado que esta población es genéticamente distinta de cualquier grupo conocido. Sin embargo, estos cambios están relacionados con una mayor predisposición a sufrir más aneurismas cerebrales que la población media si se les cambia de entorno -igual que aumenta el número de enfermedades cardiovasculares en esta región cuanto más «occidentalizan» sus costumbres-.

Han llegado a esta conclusión investigadores de The Neuro (Montreal Neurological Institute and Hospital), de la Universidad McGill, quienes analizaron las características genéticas de 170 voluntarios inuit de Nunavik, una región del norte de Quebec. Usando la secuenciación del exoma y la genotipificación de todo el genoma, encontraron varios rasgos interesantes entre los inuit de Nunavik. Son una población genética distinta, cuyos parientes más cercanos son los paleoesquimales, un pueblo que habitó el Ártico antes que los inuit hace más de 5.000 años.

Como ya se sabía, los inuit de Nunavik tienen distintas firmas genéticas en vías que involucran el metabolismo de los lípidos y la adhesión celular. Se cree que estos cambios les sirvieron para adaptarse a la dieta alta en grasa y al frío extremo del norte canadiense. El nuevo estudio señala que una de estas variantes genéticas únicas se correlaciona con un mayor riesgo de aneurisma cerebral, también conocido como aneurisma intracraneal, un debilitamiento en la pared de una arteria cerebral que causa el inflado. En casos graves, la pared arterial puede romperse, una condición potencialmente mortal conocida como hemorragia cerebral.

Este estudio, publicado en la revista « Proceedings of the National Academy of Sciences», es «la primera investigación genética que destaca la arquitectura genómica de los inuit de Nunavik con énfasis en la selección natural en las regiones de codificación de genes, de las cuales puede surgir el riesgo genético responsable de su predisposición a enfermedades como el aneurisma intracraneal», destacan los autores.

Poblaciones no representadas en los estudios
«Las poblaciones no europeas, particularmente aquellas aisladas en áreas remotas del mundo, están insuficientemente representadas, o no están presentes en absoluto, en los estudios de genética», señalan los investigadores. Comprender la composición genética de los pueblos no europeos, especialmente las poblaciones aisladas con antecedentes genéticos únicos, como los inuit de Nunavik, mejorará nuestra capacidad para ofrecer terapias médicas adaptadas a ellos.

«En el caso de los inuit de Nunavik, nuestros resultados enfatizan la necesidad de proporcionar servicios neurológicos efectivos», afirmaGuy Rouleau, autor principal del estudio. «Las investigaciones futuras se basarán en los hallazgos para determinar si estos rasgos genéticos únicos aumentan el riesgo de aneurisma y, de ser así, qué intervenciones pueden diseñarse para reducir este riesgo».

https://www.abc.es/ciencia/abci-pueblo-geneticamente-unico-inuit-nunavik-201907230149_noticia.html
 
Graban a una de las últimas tribus aisladas del Amazonas, la «más amenazada del planeta»
Se trata de un vídeo que intenta concienciar sobre la amenaza que representa el avance del hombre moderno, sobre todo los madereros, que asesinan a los awá de Brasil
@abc_ciencia
Madrid
ctualizado:26/07/2019 07:35h

Es la Amazonia brasileña. Un hombre con cuerdas en los brazos y las muñecas, el torso desnudo y un collar de cuentas olfatea un largo machete. Un momento después, tras darse cuenta de que hay alguien entre el follaje, empieza a esconderse, hasta que acaba desapareciendo entre la maleza de la selva. Se trata de un nuevo vídeo publicado de latribu Awá de Brasil, una de las últimas poblaciones indígenas no contactadas por el hombre moderno que viven al margen de la tecnología y de lo que el resto llamamos progreso.

Aunque algunos Awa han visto otros humanos después de que la campaña global y sin ánimo de lucro «Survival International» llamara la atención sobre los problemas que la tala ilegal supone para este pueblo (los madereros furtivos daban caza y asesinaban a esta tribu cuando les molestaba), muchos de ellos no han tenido ningún contacto con el exterior y viven totalmente aislados. De hecho, este nuevo vídeo vuelve a recoger las mismas demandas de lo que llaman «el pueblo más amenazado del planeta».

Publicado en el diario «The Guardian», el documento fue grabado por un miembro de la tribu cercana llamada Guajajara. Los Guajajara son parte de un grupo más grande de personas indígenas que reciben el nombre de « Guardianes de la Amazonía», y que están tratando de defender sus hogares frente a la deforestación del noreste de Brasil.

La situación es tan desesperada que según la documentalista Sonia Bridi, la tribu vive con tanto miedo que les enseña a los niños a no llorar, para que nadie pueda saber dónde están. «Qué triste, tener que vivir con miedo constante», escribió en Twitter.

«Esperamos que este vídeo provoque algo positivo», afirma a «The Guardian» Flay Guajajara, miembro de la tribu que filmó el vídeo y que lanzó a través de una organización cinematográfica indígena llamada Mídia Índia. «Esperamos que tenga un impacto en todo el mundo para ayudar a proteger a nuestra gente y nuestro bosque».

Los awá dependen de los árboles, y los utilizan como alimento -recogiendo nueces y bayas-, y para medicamentos y suministros -como la resina del árbol maçaranduba, que se utiliza para hacer antorchas-. Según las fotografías satelitales, su zona de habitabilidad lleva reduciéndose de forma palpable durante décadas, igual que su población, que es asesinada por los madereros ilegales.

Además, desde que Jair Bolsonaro asumió el cargo de presidente de Brasil en enero, se le ha acusado de ideologías antiambientales que dañan a la Amazonía y a su gente, al tiempo que beneficia a los madereros, mineros y agricultores que lo ayudaron a ser elegido.

Original con vídeo de inicio:
https://www.abc.es/ciencia/abci-gra...s-amenazada-planeta-201907251446_noticia.html
 
Crónicas de tinta y barro
JAVIER BRANDOLI



Pueblos indígenas: ¿500 millones de víctimas?
Crónica de diez años de convivencias con indígenas de todo el mundo. Hablan los propios pueblos originarios de racismo, alcoholismo, desempleo, violencia, consumismo, genocidio, s*x*, derechos


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Masái mirando la sabana. (J. B.)




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JAVIER BRANDOLI
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09/08/2019





Crónica de diez años de convivencias con indígenas de todo el mundo. Hablan los propios pueblos originarios de racismo, alcoholismo, desempleo, violencia, consumismo, genocidio, s*x*, derechos históricos, el hombre blanco... El autor ha vivido nueve años entre Sudáfrica, Mozambique y México. Realizado un viaje en coche desde Madrid hasta el punto más al sur del continente africano y viajado por más de 70 países. Este texto recoge parte de lo allí vivido y escuchado. No hay verdades absolutas, hay preguntas y voces indígenas en este texto.




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"Erradicaron la cultura de millones de personas. Es peor que lo que hizo Hitler.Cuando España abrió la nueva ruta con Colón, entonces llegaron los británicos, franceses, portugueses y holandeses que vinieron también a por un trozo de tarta. Trajeron los esclavos, y cuando la esclavitud fue abolida no se los llevaron a África, India o China. Los dejaron acá con el poder. Intentaban sacar a los indígenas de la faz de la tierra. Somos los supervivientes de la colonización".





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La frase, de junio de 2017 en la Isla Dominica, es de Charles Williams, jefe del pueblo kalinago, el segundo pueblo "originario" que encontró Cristóbal Colón en su "Conquista". Según la Unesco, "hay entre 370 y 500 millones de indígenas en el mundo que ocupan un 22% de la superficie del planeta". El Banco Mundial especifica que aunque "constituyen el 5% de la población mundial, los pueblos indígenas representan el 15% de las personas que viven en pobreza extrema".

Los kalinago viven en una reserva, Kalinago Territory, que ocupa el 2% del total del territorio de la pobre isla de Dominica. Son la capa más baja de una sociedad muy pobre gobernada ahora por la mayoría social que conforman los descendientes de esclavos africanos. "Nos tratan con racismo pese a que en los tiempos de la esclavitud nosotros les ayudamos", dice Williams.

Louis Patrick es un kalinago que ha regresado a su tierra tras años viviendo en Alemania y EEUU donde se enroló como marine del ejército estadounidense. Con mucho esfuerzo ha levantado un hotel, Aywasi, en el Kalinago Territory, que esta mañana debe atender él porque no han venido a trabajar ninguno de sus empleados.

"Pasa mucho, cobran un mes y ya no vuelven. Yo quiero que mi pueblo deje de vivir en chozas y que baje el 50% de desempleo. Para mejorar hay que trabajar, lo que es imposible sin aceptar algunos aspectos de la cultura occidental, aunque estoy en contra de la obsesión de acumular riqueza de los occidentales", dice un hombre que tres meses después de estas palabras vio como el huracán María arrancaba de cuajo su 'lodge' y buena parte de las infraviviendas del Kalinago Territory.


Aceptar la globalización o perecer
Louis Patrick da en todo caso una primera clave, aceptar la economía occidental que rige la aldea global o perecer. Ese es uno de los principales retos de los pueblos indígenas. "Para nosotros trabajar es complicado. Somos libres, nos gusta vivir en la naturaleza", señala Matías Valenzuela, un preso rarámuri en la única cárcel exclusivamente para indígenas que parece que existe en el mundo.




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Está en Guachochi, sierra de Chihuahua, y su simple existencia es la muestra de un drama: tuvieron que crear una prisión para ellos porque en las cárceles "normales" mexicanas los esclavizaban y humillaban por ser indígenas. "Sentarse en el retrete es difícil, no los conocemos. Allá fuera nos ponemos detrás de un matorral y hacemos nuestras cosas. Aquí esperaba a que fuera de noche y los otros presos estuvieran durmiendo para ir al baño", recuerda Matías.

"El narco tiene un problema en el Triángulo Dorado (zona de sierra controlada por el narcotráfico entre Durango, Sinaloa y Chihuahua) porque los rarámuris no terminan de trabajar para ellos en los sembrados y les falta mano de obra. Los rarámuris cobran un a semana y dejan el trabajo porque según su cosmovisión de la vida deben bailar para mantener el equilibrio del mundo", explica Octavio Ledesma, fiscal de la zona Sur de Chihuahua.




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Hay por tanto un choque social entre pueblos que se ven obligados a aceptar un consumismo del que no escapa nadie. "Yo estaba allí, en el año 1971, cuando el presidente Luis Echeverría promulgó el reparto de tierras y posterior colonización de la Selva Lacandona (sur de México). Entonces se abrían caminos a machete para poder comunicar a las nuevas poblaciones y cuando se conseguía la proeza, el primer camión que entraba era el de la Coca-Colaque entregaba botellas gratis a todos los vecinos", narra Pancho Álvarez, escritor maya, en un reportaje sobre la adoración al refresco en algunos ritos sincréticos de poblaciones en Chiapas.




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Muchos pueblos indígenas practican el trueque y la economía cooperativa. La villa de Mkuni, en Zambia, donde habitan los toka leya, era un ejemplo de eso salvo en cinco casos. "Aquí todo está abierto y se coopera", explica Mwina. Sin embargo, la villa tiene cinco chozas con puertas candadas: ¿Por qué esas casas sí están candadas? "Porque son las cinco casas que tiene televisores", responde ella.

"A algunos masáis nos gusta también tener un teléfono móvil o andar en moto, pero por eso no dejamos de ser masáis y mantener nuestro modo de vivir y tradiciones. Enseñamos nuestros poblados a los turistas para ganar un dinero", explicaba Leonard, un masái de Tanzania.



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Ese es un tema curioso, la rentabilidad del turismo ha conseguido en muchos casos mantener costumbres indígenas que estaban desapareciendo. "Ya muy pocos vivimos aquí, quedan algunas islas de verdad habitadas más al fondo del lago. La gente prefiere irse a vivir a Puno o a tierra firme. Muchas de estas islas ya sólo existen para los turistas", reconocía el habitante de una de las islas flotantes de los uros, en el Lago Titicaca, Perú.



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Cientos de turistas van cada día a ver como vive este pueblo que construyó con las raíces de la planta totora pequeños poblados portátiles que flotan. ¿Quedarían islas de uros sin turismo? Puede que hoy sin turistas hubieran desaparecido las islas de los uros como desapareció su idioma, el puquina, a manos de los más comerciales aimara y español.

Porque los idiomas son otra de las víctimas del colonialismo o mercantilismo, elijan ustedes, ya que como pasa en la naturaleza con las especies sobreviven sólo los más fuertes. En 2013, escribí sobre la muerte de Aenki Kassie, de 71 años, en la norteña ciudad sudafricana de Uppington.

En realidad, la fallecida era la antepenúltima persona que hablaba una de las lenguas más viejas del mundo, el Nlu, y los otros dos únicos supervivientes, según la Unesco que luchaba por mantener una lengua que ya se dio por extinta en 1973, vivían muy alejados. Aenki era una bosquimana, que vivía en el Kalahari y hablaba una lengua que los jóvenes no habían querido aprender porque preferían hablar Nama, una lengua más genérica que se usa en Botsuana, Namibia y Sudáfrica. La Unesco asegura que cada 14 días muere un idioma en el mundo y la perspectiva, si siguiera la tendencia actual, es que la mayor parte de las cerca de 7000 lenguas y dialectos que hay en globo podrían desaparecer en este siglo.



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"Mi abuela hablaba el otomí y mi mamá también, aunque ya sin acento, pero mi padre no quiso enseñármelo porque él sufrió discriminación por usarlo. Yo desde que crecí ya no se hablaba”, cuenta Olivia Vázquez, una otomí de 49 años, que vive en Michoacán, México. "El problema es que ahora lo enseñan maestros jóvenes que no conocen bien el idioma ni las tradiciones. Todo se pierde, ahora las novias visten de blanco y no usan el vestido tradicional", concluye preocupada Olivia.

"Son violaciones consentidas de menores"
Ahí radica otro gran problema del 'tsunami' cultural en las comunidades indígenas, mantener las tradiciones. ¿Debe permitirse la ablación, ritos de iniciación sexual, s*x* con menores, incesto...? Muchas de estas prácticas son aceptadas en comunidades indígenas y extirpadas a la fuerza por los gobiernos de diversos países. "Son violaciones consentidas de menores, es algo horrible", me denuncia Marie-Consolée Mukangendo, especialista de Comunicación para El Desarrollo de Unicef Mozambique.

Hablaba del rito de paso a la pubertad de algunas niñas en zonas rurales donde se les encierra en casas y se les "enseña" a ser mujeres, incluso con actos sexuales que les obligan a practicar algunos parientes. "Es una simplificación del problema por una visión occidental. Ese rito conlleva sabiduría para la mujer y es una tradición de nuestras madres y abuelas", se quejó una mozambiqueña cuando vio publicada la historia.


Un ejemplo más claro de esta dicotomía es el Reed Dance o Umhlanga de Suazilandia. El llamado baile de las vírgenes, en el que todas las adolescentes del país van a bailar frente al rey y él tiene la potestad de elegir entre ellas a una esposa, es un escándalo señalado por muchos como estigma de la mujer y banalización del s*x* en un país con casi un 30% de personas infectadas con HIV.

En 2011, publiqué un primer reportaje desde Ciudad del Cabo sin acudir al evento denunciando el "mercado de carne" del que alertaban algunas ONG. En 2013, por una serie de casualidades, acabé en el Palacio del Rey asistiendo al baile. Cuando le pregunté si aquello era denigrante a una madre suazi, que llevaba a su hija de 13 años y que bailaba mostrando su pecho desnudo -como las casi otras 30.000 adolescentes y jóvenes que había allí-, ella puso primero cara de no entender nada y luego con gesto contrariado me dijo: "¿Usted cree que yo traería a mi hija a una fiesta que la denigrara? Es un honor para todas las chicas venir a bailar aquí, es una fiesta tradicional de nuestro pueblo. Yo lo hice y mi madre lo hizo.".

Otras madres me dieron una respuesta parecida. Ellas veían una costumbre cultural y yo veía decenas de miles de niñas desnudas bailando frente a un rey depravado que aquel día eligió a su esposa número 14.

Tranquilidad a base de hachazos
¿Debe prohibirse el Reed Dance? ¿La ablación? ¿El s*x* con menores? La mayoría de rarámuris que estaban en la cárcel de Guachochi por delitos sexuales era por tener relaciones sexuales con menores, algunas de corta edad. Eso es un delito occidental que ellos no entienden porque en muchas de sus comunidades el s*x* con menores está permitido. "Estoy preso por la ley mexicana, no por la mía", dice el rarámuri Ángel Hernández. Sus asesinatos, muy violentos, los cometen bajo la ingesta del tesgüino, un licor de maíz que mezclan con alcoholes adulterados que compraban a mestizos en Durango.

La cárcel, pese a tener un altísimo porcentaje de presos por asesinato, era un lugar seguro por el que moverse entre las celdas sin necesidad de guardas. "Los rarámuris son muy tranquilos, hasta usamos la celda de castigo como almacén porque nunca nadie ha sido enviado allí. Sino están bebidos, no hacen nada y se entregan ellos mismo cuando cometen los crímenes y se les pasa la borrachera", comenta el director del penal. Algunos de esos tipos tranquilos habían matado a hachazos a otra persona y arrojado sus cadáveres al fuego.




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El alcohol es otro de los dramas de los pueblos indígenas. En muchos 'kraal', poblados del norte de Nambia donde viven los himbas, la tribu africana cuyas pieles desnudas parecen cubiertas de arcilla, se ven montañas de cervezas arrojadas en medio del desierto. "El alcohol se ha convertido desde hace 10 años en un gran problema para los himbas. La llegada del turismo trajo el alcohol a sus vidas", comenta un herere que hace de traductor.

Este es un reto muy genérico para muchos de los pueblos indígenas, devorados por el abuso del alcohol o drogas en su exceso de tiempo libre. El caso de los aborígenes australianos, según la revista Nature la civilización más antigua de La Tierra, es desolador. Tras la llegada de los occidentales quedan sólo 670.000 aborígenes, 3% de la población de Australia, con un rezago general en cualquier baremo social que se estudie.

Por mencionar uno significativo, su esperanza de vida es 20 años menor que la de sus compatriotas no indígenas según el ATSIC (Comisión Aborigen). Hasta 1962 no tenían derecho al voto y hasta 1967 no se les reconoció como ciudadanos. Todo esto desemboca en una realidad que se ve en las calles, con imágenes constantes de aborígenes, especialmente en las zonas nortes del país, completamente bebidos. Una estampa en la ciudad de Cairns fue especialmente dura de contemplar: una aborigen embarazada completamente ebria. "¿Podría ayudarme con algunas monedas para comer?", es lo único que acierta a decir. Un estudio cifra que una de cada tres aborígenes es alcohólica durante el embarazo.


SIGUE...
 
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