Juicio al 'procés' - Referéndum en Cataluña — El conflicto catalán
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Te echamos de menos un abrazo
D
Deleted member 27834
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Parece que Tabarnia te escuece, me encanta ver como los catalanes de raza rabiáis cuando es dan en los morros con vuestros propios argumentos.
Cambias raza catalana por raza aria y te queda un mensaje de lo mas hitleriano
O
Ondina
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No me refiero a que mueran otros
P
paulino
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De momento ha ganado las elecciones en Cataluña, creo que va bien informada. 
QUOTE="Catalana Garcia, post: 4950320, member: 24651"]Hace bien en pedir informes.
A ver si se informa de algo de una vez[/QUOTE]
QUOTE="Catalana Garcia, post: 4950320, member: 24651"]Hace bien en pedir informes.
A ver si se informa de algo de una vez[/QUOTE]
P
paulino
Guest
Torrent llamó cinco veces a Puigdemont para decirle que aplazaría el pleno de investidura
eldiario.es
El presidente del Parlament, Roger Torrent, ha llamado esta mañana hasta cinco veces al expresident de la Generalitat y candidato a la investidura, Carles Puigdemont, para comunicarle su decisión de aplazar el pleno de investidura.
Puigdemont no ha contestado a ninguna de las cinco llamadas de Torrent, según han confirmado a eldiario.es fuentes de presidencia del Parlament.
Desde Junts per Catalunya aseguran que el expresident no responde al teléfono si no reconoce el número y que no ha contestado al presidente del Parlament porque Torrent no ha seguido los canales que tiene establecidos para comunicarse con Puigdemont.
El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, y el presidente del Parlament, Roger Torrent, en su reunión en Bruselas la semana pasada / EFE
D
Deleted member 27834
Guest
Uff me da cosa meterme en un armario para ir al país de Narnia del Nunca Jamás, no vaya a ser que el armario la lié y termine en Howards o en Mordor.
De los que pasearon antes nada verdad
4 ENERO, 2017SINNOMBRE
El alcalde de Lérida que fue fusilado por Companys por celebrar una Cabalgata de Reyes
Lluís Companys elaboró una ley que prohibía todo festejo relacionado con la Navidad, simplemente por sus raíces religiosas, como la Misa del Gallo, la Cabalgata de los Reyes o “Cagar el Tió”. En Lleida, en enero del 36, era paer en cap(alcalde) Joan Rovira Roure del partido La Lliga Catalana, de orientación catalanista y católica. Ingenuamente, el alcalde pensó que un hecho tan inocente y relacionado con la infancia como la Cabalgata no podía hacer daño a nadie. Lleida sería la única ciudad de Cataluña que en el año 1936 celebró la Cabalgada de los Reyes. Quin pecat!
En julio se produce el Alzamiento, y en agosto del 1936, siendo presidente de Cataluña Lluís Companys, Joan Rovira Roure fue juzgado y fusilado por organizar una Cabalgata de Reyes. Uno de los enterradores del cementerio, que declaró en la Causa General, aseguró que el alcalde murió perdonando a quienes le habían torturado en la “checa” y le fusilaban en ese momento, a la vez que “invocaba a Jesucristo”. En la actualidad se encuentra abierta la causa de su canonización.
Por cierto visto lo anterior no me extraña eso
El escritor inglés James Cleugh, en su obra Furia española: 1936-1939, describe el recibimiento del pueblo de Barcelona a las tropas nacionales: «Los soldados eran obstaculizados en su avance, no por la resistencia del enemigo sino por las densas multitudes de demacrados hombres, mujeres y niños que afluían desde el centro de la ciudad a darles la bienvenida, vitoreándolos en un estado que bordeaba la histeria».
O un soldado republicano que decidió permanecer en Barcelona, Joan Font Peydró, relata su vivencia: «Cuando llegamos a la Diagonal, la bandera que vimos pasar desde el balcón, apenas ha podido recorrer unos metros. Los primeros soldados desaparecen entre una muchedumbre que los abraza, que los vitorea, que besa la bandera.
Esto no se puede describir. Hay que vivirlo para tener una idea de tales momentos. Van llegando más tropas. Y es un río de gente el que los asalta… Un enorme trimotor vuela bajísimo a lo largo de la Diagonal. Miles de manos le saludan. Unos tanques van caminando airosos; pero casi no se les ve.
El gentío se ha encaramado en ellos y tremolando banderas y vitoreando a España y a Franco, los hace desaparecer entre olas de alegría. Ya ha llegado la noticia a todas partes. Barcelona se ha lanzado a la calle. Y se desborda el entusiasmo. Llegamos a la plaza de Cataluña. Brillan algunas luces. Empiezan a rasgarse las tinieblas. Todo parece un sueño. En todas partes, el mismo entusiasmo. Y banderas españolas. ¡Muchas banderas!».
En las crónicas se relata que la primera bandera nacional que se colgó en Barcelona, fue a instancias de una enfermera que la alzó en la Iglesia de Pompeya (en la Diagonal de Barcelona), que había sido reconvertida en Policlínica. Aunque posiblemente la primera bandera española fue colgada por otra mujer, la señora Suriá, que era esposa del señor Vives, padre de una famosa saga de carlistas catalanes.
El matrimonio vivía en un edificio municipal de la Plaza Lesseps, y en él ondeaba la bandera republicana. La señora Suriá, mientras todavía corrían tanquetas republicanas por las calles, se subió al asta de la bandera, ayudada por un hijo pequeño, Lluís, y con un cuchillo rajó la bandera republicana sustituyéndola por la bandera nacional. Esta mujer, catalana de pura cepa, había guardado celosamente una bandera bicolor durante toda la guerra. Hoy esta bandera todavía se conserva familiarmente como una reliquia. Pero no fue el único caso. El día 26, los balcones de Barcelona se engalanaron con banderas que muchas familias habían conseguido guardar a pesar de los innumerables registros. Y los que no tenían banderas españolas, colgaban en las ventanas y balcones prendas de vestir amarillas y rojas componiendo así la bandera.
La famosa Misa de acción de gracias en la Plaza Cataluña, dos días después, que muchos aún no han digerido, contó con una asistencia masiva. Los manteles del altar se confeccionaron con el traje de novia de una catalana que había perdido su novio luchando en el ejército nacional. Muchas son las historias que podrían relatarse, y que harían tambalear la actual historia oficial de los contecimientos. De la noche a la mañana, el espíritu republicano desapareció de Barcelona junto a la clase política republicana, que la había abandonado.
El escritor inglés James Cleugh, en su obra Furia española: 1936-1939, describe el recibimiento del pueblo de Barcelona a las tropas nacionales: «Los soldados eran obstaculizados en su avance, no por la resistencia del enemigo sino por las densas multitudes de demacrados hombres, mujeres y niños que afluían desde el centro de la ciudad a darles la bienvenida, vitoreándolos en un estado que bordeaba la histeria».
O un soldado republicano que decidió permanecer en Barcelona, Joan Font Peydró, relata su vivencia: «Cuando llegamos a la Diagonal, la bandera que vimos pasar desde el balcón, apenas ha podido recorrer unos metros. Los primeros soldados desaparecen entre una muchedumbre que los abraza, que los vitorea, que besa la bandera.
Esto no se puede describir. Hay que vivirlo para tener una idea de tales momentos. Van llegando más tropas. Y es un río de gente el que los asalta… Un enorme trimotor vuela bajísimo a lo largo de la Diagonal. Miles de manos le saludan. Unos tanques van caminando airosos; pero casi no se les ve.
El gentío se ha encaramado en ellos y tremolando banderas y vitoreando a España y a Franco, los hace desaparecer entre olas de alegría. Ya ha llegado la noticia a todas partes. Barcelona se ha lanzado a la calle. Y se desborda el entusiasmo. Llegamos a la plaza de Cataluña. Brillan algunas luces. Empiezan a rasgarse las tinieblas. Todo parece un sueño. En todas partes, el mismo entusiasmo. Y banderas españolas. ¡Muchas banderas!».
En las crónicas se relata que la primera bandera nacional que se colgó en Barcelona, fue a instancias de una enfermera que la alzó en la Iglesia de Pompeya (en la Diagonal de Barcelona), que había sido reconvertida en Policlínica. Aunque posiblemente la primera bandera española fue colgada por otra mujer, la señora Suriá, que era esposa del señor Vives, padre de una famosa saga de carlistas catalanes.
El matrimonio vivía en un edificio municipal de la Plaza Lesseps, y en él ondeaba la bandera republicana. La señora Suriá, mientras todavía corrían tanquetas republicanas por las calles, se subió al asta de la bandera, ayudada por un hijo pequeño, Lluís, y con un cuchillo rajó la bandera republicana sustituyéndola por la bandera nacional. Esta mujer, catalana de pura cepa, había guardado celosamente una bandera bicolor durante toda la guerra. Hoy esta bandera todavía se conserva familiarmente como una reliquia. Pero no fue el único caso. El día 26, los balcones de Barcelona se engalanaron con banderas que muchas familias habían conseguido guardar a pesar de los innumerables registros. Y los que no tenían banderas españolas, colgaban en las ventanas y balcones prendas de vestir amarillas y rojas componiendo así la bandera.
La famosa Misa de acción de gracias en la Plaza Cataluña, dos días después, que muchos aún no han digerido, contó con una asistencia masiva. Los manteles del altar se confeccionaron con el traje de novia de una catalana que había perdido su novio luchando en el ejército nacional. Muchas son las historias que podrían relatarse, y que harían tambalear la actual historia oficial de los contecimientos. De la noche a la mañana, el espíritu republicano desapareció de Barcelona junto a la clase política republicana, que la había abandonado.
P
paulino
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Canales para hablar con Puigdemont
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