La verdad es mucho mas turbia y terrible de lo que imaginais. Pero mucho mas.Tan evidente que asusta

Recuerdo haber leído un comentario de un forero, hace años, en otro foro, que decía que había trabajado en TVE y que, en la época en que trabajó Letizia, allí todo el mundo se preguntaba ¿por qué había ascendido tan rápidamente, desde el inicio que entró a trabajar? Porque, según decía, allí no es fácil ascender tan rápido. Era un caso raro, que todo el mundo se preguntaba el por qué, y nadie sabía entonces de su relación con el príncipe.
 
que fuerte leer esto, que triste destino el de Erika y Vigo, que triste todo...

LA VERDAD SOBRE LA MUERTE DE ERIKA ORTIZ


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CAPÍTULO 13. LOS DESPROTEGIDOS


En el último capítulo del libro recuerda que esta es la historia del choque de una humilde caravana gitana (los Ortiz-Rocasolano) con un tren expreso que se los llevó por delante (los Borbones), sin que estos tuvieran “la decencia o la humanidad de volver la cabeza tras arrollarnos”.

Él es uno de los damnificados, excluido de su familia como un apestado, roto todo el contacto con ella, con “acusaciones de corrupción infundadas” y metido en peleas judiciales con varios medios de comunicación. “Gano ante los tribunales, pero he perdido cosas que nunca voy a recuperar”.

La gran damnificada fue Erika, la hermana de L.O. que se suicidó en febrero de 2007. Rocasolano recuerda cómo se enteró de la muerte de su prima. Y rememora cómo fue su triste vida. Antonio Vigo, su compañero, y ella se habían conocido en la Escuela de Bellas Artes y la suya era una historia de penuria económica y sufrimiento, de fracaso permanente. Como suele ocurrir en aquellos que tienen un temperamento artístico, “eran dos personas con demasiada sensibilidad como para encontrar en sí mismos un mínimo sentido práctico. Todo les salía mal. Sistemáticamente”. Malvivían con trabajos precarios a la vez que intentaban, sin éxito, abrirse camino en el mundo del arte. No tenían ni para pagarse un alquiler decente, a veces ni para comer. Su despensa vacía movía a compasión hasta a la tacaña Letizia (“una agnóstica que sólo profesaba adoración a la Virgen del Puño”). “Recuerdo la cara que se le quedaba a Antonio Vigo mientras descargábamos las bolsas de la compra. Su expresión humillada de hombre incapaz de mantener a su mujer y su hija”.
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La presión mediática sobre esta pareja, puesta ya a dura prueba por años de fracaso y precariedad económica, acabó llevándolos a la separación. El detonante fue una beca que le habían concedido a Vigo en Uruguay. Erica por fin tenía un trabajo decente y no quería dejarlo todo para seguirlo al otro lado del océano.

En el momento de su muerte, su estado de ánimo no era bueno. Estaba crispada e irascible por sentirse foco de la presión mediática. Tenía un buen trabajo ahora, pero se sentía insegura y frágil en el desempeño. La relación entre las tres hermanas se había deteriorado mucho y estaba triste. Un día confesó a su primo que se sentía sola, que sus hermanas la habían dejado sola. “Ya antes de convertirse en lo que ahora es, Letizia había llevado la voz cantante en aquella familia. Pero la vida en palacio la había transformado en una persona más controladora y más cruel”.

Rocasolano habla de todo lo que rodeó al funeral. Letizia vetó a su hermana Abigail y le impidió asistir a las honras fúnebres. Cuando él le dijo que Abigail estaba en Madrid y quería asistir, L.O. replicó, cortante, que “nadie le ha dicho a tu hermana que venga”. Iba a ser un funeral “en la estricta intimidad. No quiero Rocasolanos”. David dice que ya estaban acostumbrados a “las fascistadas de Letizia”, pero aquella ruindad era demasiado. Su hermana se quedó desolada:“Pero, no puede ser. Erika es mi prima. Ella no es nadie para impedirme ir”. Pero lo impidió.

Luego, en el funeral, había treinta Borbones, muchos de los cuales apenas había cambiado con la difunta una palabra. Pero esos eran los “íntimos”. Rocasolano dice que L.O. se comportó en todo momento “como un cubo de hielo”. Los llevaron a Palacio y allí ella iba y venía, dando órdenes. No mostraba ninguna conmoción. En privado no la vio verter ni una lágrima. Sólo lloró, con “lágrimas de princesa”, cuando se acercó a la prensa. Aquel momento en el que el Príncipe soltó el famoso“sentimos el remojón que estáis sufriendo”…
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El momento más estremecedor del funeral lo protagonizó el humilde Antonio Vigo, cuando se acercó al ataúd para despedirse. Rompió a llorar con “un llanto desgarrador, un llanto macho que resonaba en las bóvedas de la pequeña iglesia. El silencio en que se quedó el templo acrecentaba aún más la ferocidad de aquellos gemidos, casi gritos”. Fue entonces cuando se volvió hacía el Rey y gritó: “¡Vosotros! ¡Vosotros tenéis la culpa! ¡Tú tienes la culpa, hijo de put*! ¡Vosotros la habéis matado!”. Rápidamente se lo llevaron de allí. Rocasolano dice que en aquel momento se sintió orgulloso de ser su amigo. Había tenido el valor de decir lo que él también pensaba.

Letizia se arrodilló ante el Rey a la vista de todos para pedir disculpas por la escena. Dice Rocasolano que “fue un gesto claro que demostraba a quién pertenecía ya mi prima”. No se había arrodillado ante los padres de la difunta, ante sus propios padres. Se había arrodillado ante SM el Rey. “Sentí asco”, dice Rocasolano.
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No mucho después L.O. intentó arrebatarle a Antonio Vigo la custodia de su hija Carla y dejarlo, simplemente, con un régimen regulado de visitas. Vigo acudió a David Rocasolano. “No te lo vas a creer, David… Me quieren quitar a la niña. Quieren la custodia para ellas…” Ellas eran L.O y su madre. Rocasolano le dijo a Vigo que no le podían quitar a su hija “por muy princesa de Asturias que sea Letizia”. Le aconsejó amenazarlas con una batalla legal, “sin cortarte un pelo”. “Ni siquiera te sientes a negociar”. Fue la última vez que hablaron. Antonio Vigo siguió sus recomendaciones. Y Letizia “se agarró un buen cabreo” al no conseguir separar a la niña de su padre.

El libro concluye con un recordatorio a Carla, que ya tiene 12 años. Y a su madre muerta. Y al gesto de valor de Antonio Vigo ante los poderosos Borbones. Y a una familia humilde, que tenía sus luces y sus sombras, pero que ya no existe, porque ha quedado destruida. Y dos adioses:“Adiós, Erika. Adiós, Princesa”.
 
que fuerte leer esto, que triste destino el de Erika y Vigo, que triste todo...

LA VERDAD SOBRE LA MUERTE DE ERIKA ORTIZ


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CAPÍTULO 13. LOS DESPROTEGIDOS


En el último capítulo del libro recuerda que esta es la historia del choque de una humilde caravana gitana (los Ortiz-Rocasolano) con un tren expreso que se los llevó por delante (los Borbones), sin que estos tuvieran “la decencia o la humanidad de volver la cabeza tras arrollarnos”.

Él es uno de los damnificados, excluido de su familia como un apestado, roto todo el contacto con ella, con “acusaciones de corrupción infundadas” y metido en peleas judiciales con varios medios de comunicación. “Gano ante los tribunales, pero he perdido cosas que nunca voy a recuperar”.

La gran damnificada fue Erika, la hermana de L.O. que se suicidó en febrero de 2007. Rocasolano recuerda cómo se enteró de la muerte de su prima. Y rememora cómo fue su triste vida. Antonio Vigo, su compañero, y ella se habían conocido en la Escuela de Bellas Artes y la suya era una historia de penuria económica y sufrimiento, de fracaso permanente. Como suele ocurrir en aquellos que tienen un temperamento artístico, “eran dos personas con demasiada sensibilidad como para encontrar en sí mismos un mínimo sentido práctico. Todo les salía mal. Sistemáticamente”. Malvivían con trabajos precarios a la vez que intentaban, sin éxito, abrirse camino en el mundo del arte. No tenían ni para pagarse un alquiler decente, a veces ni para comer. Su despensa vacía movía a compasión hasta a la tacaña Letizia (“una agnóstica que sólo profesaba adoración a la Virgen del Puño”). “Recuerdo la cara que se le quedaba a Antonio Vigo mientras descargábamos las bolsas de la compra. Su expresión humillada de hombre incapaz de mantener a su mujer y su hija”.
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La presión mediática sobre esta pareja, puesta ya a dura prueba por años de fracaso y precariedad económica, acabó llevándolos a la separación. El detonante fue una beca que le habían concedido a Vigo en Uruguay. Erica por fin tenía un trabajo decente y no quería dejarlo todo para seguirlo al otro lado del océano.

En el momento de su muerte, su estado de ánimo no era bueno. Estaba crispada e irascible por sentirse foco de la presión mediática. Tenía un buen trabajo ahora, pero se sentía insegura y frágil en el desempeño. La relación entre las tres hermanas se había deteriorado mucho y estaba triste. Un día confesó a su primo que se sentía sola, que sus hermanas la habían dejado sola. “Ya antes de convertirse en lo que ahora es, Letizia había llevado la voz cantante en aquella familia. Pero la vida en palacio la había transformado en una persona más controladora y más cruel”.

Rocasolano habla de todo lo que rodeó al funeral. Letizia vetó a su hermana Abigail y le impidió asistir a las honras fúnebres. Cuando él le dijo que Abigail estaba en Madrid y quería asistir, L.O. replicó, cortante, que “nadie le ha dicho a tu hermana que venga”. Iba a ser un funeral “en la estricta intimidad. No quiero Rocasolanos”. David dice que ya estaban acostumbrados a “las fascistadas de Letizia”, pero aquella ruindad era demasiado. Su hermana se quedó desolada:“Pero, no puede ser. Erika es mi prima. Ella no es nadie para impedirme ir”. Pero lo impidió.

Luego, en el funeral, había treinta Borbones, muchos de los cuales apenas había cambiado con la difunta una palabra. Pero esos eran los “íntimos”. Rocasolano dice que L.O. se comportó en todo momento “como un cubo de hielo”. Los llevaron a Palacio y allí ella iba y venía, dando órdenes. No mostraba ninguna conmoción. En privado no la vio verter ni una lágrima. Sólo lloró, con “lágrimas de princesa”, cuando se acercó a la prensa. Aquel momento en el que el Príncipe soltó el famoso“sentimos el remojón que estáis sufriendo”…
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El momento más estremecedor del funeral lo protagonizó el humilde Antonio Vigo, cuando se acercó al ataúd para despedirse. Rompió a llorar con “un llanto desgarrador, un llanto macho que resonaba en las bóvedas de la pequeña iglesia. El silencio en que se quedó el templo acrecentaba aún más la ferocidad de aquellos gemidos, casi gritos”. Fue entonces cuando se volvió hacía el Rey y gritó: “¡Vosotros! ¡Vosotros tenéis la culpa! ¡Tú tienes la culpa, hijo de put*! ¡Vosotros la habéis matado!”. Rápidamente se lo llevaron de allí. Rocasolano dice que en aquel momento se sintió orgulloso de ser su amigo. Había tenido el valor de decir lo que él también pensaba.

Letizia se arrodilló ante el Rey a la vista de todos para pedir disculpas por la escena. Dice Rocasolano que “fue un gesto claro que demostraba a quién pertenecía ya mi prima”. No se había arrodillado ante los padres de la difunta, ante sus propios padres. Se había arrodillado ante SM el Rey. “Sentí asco”, dice Rocasolano.
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No mucho después L.O. intentó arrebatarle a Antonio Vigo la custodia de su hija Carla y dejarlo, simplemente, con un régimen regulado de visitas. Vigo acudió a David Rocasolano. “No te lo vas a creer, David… Me quieren quitar a la niña. Quieren la custodia para ellas…” Ellas eran L.O y su madre. Rocasolano le dijo a Vigo que no le podían quitar a su hija “por muy princesa de Asturias que sea Letizia”. Le aconsejó amenazarlas con una batalla legal, “sin cortarte un pelo”. “Ni siquiera te sientes a negociar”. Fue la última vez que hablaron. Antonio Vigo siguió sus recomendaciones. Y Letizia “se agarró un buen cabreo” al no conseguir separar a la niña de su padre.

El libro concluye con un recordatorio a Carla, que ya tiene 12 años. Y a su madre muerta. Y al gesto de valor de Antonio Vigo ante los poderosos Borbones. Y a una familia humilde, que tenía sus luces y sus sombras, pero que ya no existe, porque ha quedado destruida. Y dos adioses:“Adiós, Erika. Adiós, Princesa”.
Entiendo el dolor de la ex pareja de Erika Ortiz, pero esos insultos a don Juan Carlos, para mí, no tienen mucho sentido. En tal caso que se lo hubiese dicho a Letizia que fue la que les metió en todo ese lío.
 
Quizá nunca conozcamos los detalles, pero es que no es ni necesario. Esta historia destila malísima onda desde el minuto 0 Y lo sigue haciendo. Y eso a pesar de tener todos los medios materiales y humanos edulcorando y maquillando 24 horas/365 días al año.
 
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que fuerte leer esto, que triste destino el de Erika y Vigo, que triste todo...
LA VERDAD SOBRE LA MUERTE DE ERIKA ORTIZ
El libro concluye con un recordatorio a Carla, que ya tiene 12 años. Y a su madre muerta. Y al gesto de valor de Antonio Vigo ante los poderosos Borbones. Y a una familia humilde, que tenía sus luces y sus sombras, pero que ya no existe, porque ha quedado destruida. Y dos adioses:“Adiós, Erika. Adiós, Princesa”.
Gracias a todas por compartir capítulos y trozos del libro. Me ha emocionado y removido por dentro. Sin palabras.
 
La griega siempre fue muy lista. Vino a España con lo puesto pero enseguida se aficionó a las firmas de alta costura, al menos presentaba a su familia con estética royal y no como cierto fistro.

Sirva como ejemplo del despilfarro del dinero público, que se vanagloriaba de que sus perros se los cuidaban expertos. Que podía elegir palacio donde residir pero que ante La Granja o el Palacio de Oriente, prefiere La Zarzuela. Ahora ya no habla pero fue tremenda su ligereza sobre lo cara que ha costado siempre ella y su troupe de gorrones.

Las casas comerciales antes incluían en sus promociones los lujos asiáticos que venden a la griega. Que si camilla de superelax en tiempos que eso no existía excepto en mansiones, zapatería a medida prioritaria para ella con prisas por sus caprichos, y encima copiando infinidad de modelos a los modistos, una abusona, vaya.
Pues te puedo asegurar que lo que tu afirmas son las primeras noticias que tengo como tales.

Es más, en una de tus aseveraciones afirmas que se aficionó a las firmas de alta costura, no se si se aficionó a mirar las revistas, pero su modista de cabecera ha sido y sigue siendo Margarita Nuez, que será buena o mala pero no se puede calificar como de alta costura.
 
Última edición por un moderador:
Pues te puedo asegurar que lo que tu afirmas son las primeras noticias que tengo como tales.

Es más, en una de tus aseveraciones afirmas que se aficionó a las firmas de alta costura, no se si se aficionó a mirar las revistas, pero su modista de cabecera ha sido y sigue siendo Margarita Nuez, que será buena o mala pero no se puede calificar como de alta costura.

:alien: Vaya.

El vestuario de dña Sofía en su tierra era pobretón. En España comenzó a hacerse trajes de los grandes Maestros como Berhayer, Pertegaz, y otros los mandaba copiar a las modistas madrileñas Hermanas Molinero pues de un Valentino, originales que también alguno guarda en sus roperos. Quien por cierto, y me baila el nombre porque igual se trataba de YSL, la criticó por su costumbre de copiar creaciones de alta costura.

Margarita Nuez la conoció en los comienzos de los 80 ó 90 a partir de la admiración que le inspiraban los trajes de la esposa de un ministro de Defensa catalán, Narcís Serra, después vicepresidente; esto ultimo en el 91. Es decir que bien pudo ser en los 80o en los primeros 90, apostaría por los 80 cuando tuvo su primera cartera el ministro Narcís Serra. Le preguntó por la firma de sus vestidos y ahí nacieron las visitas a la barcelonesa. Y sí, es Costura, quizá no tan rodeada del glamour de los franceses e italianos, pero claro que lo es.
 
Última edición por un moderador:
Es obvio que una mujer que ha sido reina por más de treinta años tendrá sus trajes de diseñador que reciclara cada equis años y sus trajes «normales» La Reina Sofía nunca dio que hablar por su vestimenta, si acaso muy conservadora, lo que es mil veces preferible que una reina que se cree sexy.
 
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