🤘Enrique Ponce y Paloma Cuevas. 🐃 Cuernos. 🤬 Divorcio. 🐊 Relación de Enrique Ponce 👨 y 👶 Ana Soria

Me comenta una amiga que esta madrugada vio un stories que puso Ana como de una finca y ponía Jaén , pero a los 5 minutos la borro, supongo que igual Enrique dijo que la quitara , yo creo que deben estar en La Cetrina , pero no entiendo porque no quieren que se sepa que estan ahí
Pues no quiero pensar bien de Ponce, pero igual está empezando a hartarse de que la niñata sólo sepa reafirmarse insultando a su familia.

No sé qué co.ño pinta esa en una casa que es de Paloma al 50% , porque el divorcio no está firmado.

La otra opción, más probable, es que Ponce con su santo cuajo, no firme el divorcio porque le han encalomado la Cetrina que no es rentable, pero a la vez no se corta de llevar allí a la querida como si la casa fuera suya....vaya percal, estar allí folleteando en las sábanas de Paloma, y con las fotos familiares por la casa ????

Yo es que no sirvo para querida ?????
Me llevan a mí a echar un polvo a la casa de vacaciones, con las cosas de su mujer en el baño y el armario.....y se me va la libido a hacer puñetas ????
 
No sé si alguna cotilla habrá subido este artículo. Desde luego, leer esto a Ponchi le habrá sentado peor que la hernia estomacal:


EL TORO, POR LOS CUERNOS

Cuándo tomará Enrique Ponce la inteligente decisión de dejar paso en el toreo​

He aquí una interpelación supuestamente herética y osada al maestro de Chivas​

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Enrique Ponce, a hombros en Las Ventas, el 2 de junio de 2017.
Enrique Ponce, a hombros en Las Ventas, el 2 de junio de 2017. PLAZA1
ANTONIO LORCA
15 NOV 2020 - 10:04 CET
No son pocos los aficionados que en algún momento de esta atípica temporada se han hecho la siguiente pregunta:

- ¿Cuándo tomará Enrique Ponce la inteligente decisión de dejar paso en el toreo?



Pero esta no es más que el eufemismo de otra más directa:
- ¿Cuándo adoptará la inteligente decisión de anunciar su retirada de los ruedos?
Ponce es una figura histórica cuyo tiempo ha pasado
También es cierto que más de uno se llevará las manos a la cabeza ante una interpelación supuestamente herética, disparatada e insultante.
Pudiera resultar una incomprensible osadía, lanzar, así, de sopetón, una cuestión tan espinosa a un figurón del toreo, reconocido catedrático en tauromaquia, un torero que ha alcanzado todos los récords y goza del máximo prestigio logrado con su esfuerzo tarde tras tarde.
Errará quien piense que este es el ataque irreverente de un antiponcista declarado. No es así. Las páginas de este periódico son fieles testigos del justo reconocimiento a los numerosos méritos que adornan a Enrique Ponce como torero y persona.
Pero llegado es el momento de que alguien diga lo que muchos piensan y callan por educación o recato: Enrique Ponce debe dar un paso al frente y marcharse a su casa.
Enrique Ponce, el 14 de agosto de 2018, en San Sebastián.
Enrique Ponce, el 14 de agosto de 2018, en San Sebastián. JAVIER ETXEZARRETA EFE

Dicho así suena muy fuerte; sobre todo, porque se trata de un torero muy querido, con una legión de partidarios, y goza de tan buena prensa que son muchos los periodistas, incluso los no lisonjeros, que hace tiempo que no encuentran ditirambos para referirse al maestro de Chivas. Es, además, un personaje popular que se ha fraguado una imagen, sin duda, real, de hombre bueno, simpático, elegante, discreto, respetuoso, sencillo, católico…, amante del fútbol, el golf, la caza y aprendiz de cantante en sus ratos libres.
Enrique Ponce es, por encima de todo, una figura histórica del toreo que ha protagonizado gestas inolvidables en las ferias más importantes del mundo.
Pero su época ya ha terminado; finalizó hace varias temporadas, a pesar de ese extraño y misterioso afán por torear hasta en los pueblos más lejanos de América sin motivo aparente.
Tanto es así que a todos los aficionados llegaron rumores diversos sobre los motivos que llevaban a Ponce a vestirse de luces hasta en las plazas de tercera más ignotas; y no eran entonces habladurías amorosas, sino otras relacionadas con supuestas inversiones fallidas, según unos, y una demostración más de la desmedida afición del torero, en opinión de los más allegados.
Sería malévolo afirmar que el toreo soñado de Enrique Ponce ha permitido roncar a más de uno
Y lo de este año llama profundamente la atención: líder del escalafón con 16 corridas, ha estado presente en todas las sopas, y él mismo ha declarado en distintas ocasiones que lo hacía “para tirar del carro”. ¿Qué carro? ¿No había más toreros dispuestos a torear?
Esta temporada Ponce ha confirmado lo que ya se le atisbaba hace algún tiempo: que los años no pasan en balde, que el tarro de las esencias está vacío, que ya está dicho todo, que el discurso se ha acabado, que habla delante del toro y no dice nada de interés.
Dicho en castellano: ha demostrado que es un torero amortizado, que ya no aporta como antes, que torea más despegado y ventajista que nunca, y que el toro con el que de verdad luce hoy es el moribundo, el que le permite administrarle la extremaunción en medio de la algarabía de un público festivo y jaranero.
¿Acaso no tiene Ponce libertad para torear hasta que lo desee? Claro que sí, faltaría más, pero si es inteligente, que debe serlo en grado sumo, sabrá mejor que nadie que su tiempo es pasado, y que no debe frenar las oportunidades de otros. Tirar del carro es promocionar nuevos valores, facilitar el camino a los toreros que valen y no encuentran cita en los despachos, poner su prestigio al servicio de la renovación de la tauromaquia, y aprovechar su tirón mediático para defender la fiesta con argumentos consistentes.

Al final, nadie sabe de verdad por qué ese empeño personal de Ponce de seguir en los ruedos contra viento y marea. Y, quizá, la razón sea lo de menos; lo más importante es que su empecinamiento no le está aportando nuevos méritos a una carrera intachable.
Es verdad, además, que su tauromaquia se ha devaluado; de la épica ha pasado a la búsqueda de la estética, y de esta a una suerte de baile gazmoño que dice muy poco de la imagen de una auténtica figura del toreo.
Hace años que dice soñar el toreo, y nadie más que el torero conoce el misterio de sus palabras. Ojalá no se haga realidad en él la famosa frase de Jardiel Poncela: “En la vida, pocos sueños se cumplen; la mayoría se roncan”. Sería injusto y malévolo afirmar que el toreo soñado de Enrique Ponce ha permitido roncar a más de uno.
Llegar a la cima no debe ser fácil; permanecer en ella, una gesta casi imposible, y saber bajar antes de que los vientos te empujen al vacío, una muestra de suprema inteligencia.
Dicen que ahora quiere publicar un disco con la colaboración de Julio Iglesias, y parece que se siente a gusto como protagonista de las noticias de la crónica social. Cuidado, porque de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso.
Pero allá cada cual con sus decisiones.
Dicho queda: desde la profunda admiración y el respeto, aunque muchos no lo crean así, lo mejor que Ponce puede hacer es dejar paso a las nuevas generaciones, saludar al respetable, marcharse a su casa, disfrutar de lo alcanzado y aceptar todos los homenajes que con su esfuerzo se ha ganado en la plaza.
Ese es el sino de una gran figura; todo lo demás es un craso error; es luchar y perder la batalla contra el tiempo y sus circunstancias; contra molinos de viento que, al final, te expulsarán a trompicones de la cima.


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Está claro que esta nuevo rumbo de vida loca, de hacer lo que nunca había hecho, tiene mucho que ver con no querer aceptar que tiene que dar el paso de retirarse de los ruedos. Es una crisis en toda regla y a todos los niveles. Habrá que ver cuánto tiempo le dura la fase de autonegarse lo que ocurre y huir hacia adelante. Como dicen en el artículo, "de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso" y, según mi opinión, ese paso hace tiempo que lo dio.
 
Está claro que esta nuevo rumbo de vida loca, de hacer lo que nunca había hecho, tiene mucho que ver con no querer aceptar que tiene que dar el paso de retirarse de los ruedos. Es una crisis en toda regla y a todos los niveles. Habrá que ver cuánto tiempo le dura la fase de autonegarse lo que ocurre y huir hacia adelante. Como dicen en el artículo, "de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso" y, según mi opinión, ese paso hace tiempo que lo dio.

Él ha dado un paso a lo ridículo y se ha quedado permanentemente ahí.
 
No sé si alguna cotilla habrá subido este artículo. Desde luego, leer esto a Ponchi le habrá sentado peor que la hernia estomacal:


EL TORO, POR LOS CUERNOS

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He aquí una interpelación supuestamente herética y osada al maestro de Chivas​

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Enrique Ponce, a hombros en Las Ventas, el 2 de junio de 2017.
Enrique Ponce, a hombros en Las Ventas, el 2 de junio de 2017. PLAZA1
ANTONIO LORCA
15 NOV 2020 - 10:04 CET
No son pocos los aficionados que en algún momento de esta atípica temporada se han hecho la siguiente pregunta:

- ¿Cuándo tomará Enrique Ponce la inteligente decisión de dejar paso en el toreo?



Pero esta no es más que el eufemismo de otra más directa:
- ¿Cuándo adoptará la inteligente decisión de anunciar su retirada de los ruedos?
Ponce es una figura histórica cuyo tiempo ha pasado
También es cierto que más de uno se llevará las manos a la cabeza ante una interpelación supuestamente herética, disparatada e insultante.
Pudiera resultar una incomprensible osadía, lanzar, así, de sopetón, una cuestión tan espinosa a un figurón del toreo, reconocido catedrático en tauromaquia, un torero que ha alcanzado todos los récords y goza del máximo prestigio logrado con su esfuerzo tarde tras tarde.
Errará quien piense que este es el ataque irreverente de un antiponcista declarado. No es así. Las páginas de este periódico son fieles testigos del justo reconocimiento a los numerosos méritos que adornan a Enrique Ponce como torero y persona.
Pero llegado es el momento de que alguien diga lo que muchos piensan y callan por educación o recato: Enrique Ponce debe dar un paso al frente y marcharse a su casa.
Enrique Ponce, el 14 de agosto de 2018, en San Sebastián.
Enrique Ponce, el 14 de agosto de 2018, en San Sebastián. JAVIER ETXEZARRETA EFE

Dicho así suena muy fuerte; sobre todo, porque se trata de un torero muy querido, con una legión de partidarios, y goza de tan buena prensa que son muchos los periodistas, incluso los no lisonjeros, que hace tiempo que no encuentran ditirambos para referirse al maestro de Chivas. Es, además, un personaje popular que se ha fraguado una imagen, sin duda, real, de hombre bueno, simpático, elegante, discreto, respetuoso, sencillo, católico…, amante del fútbol, el golf, la caza y aprendiz de cantante en sus ratos libres.
Enrique Ponce es, por encima de todo, una figura histórica del toreo que ha protagonizado gestas inolvidables en las ferias más importantes del mundo.
Pero su época ya ha terminado; finalizó hace varias temporadas, a pesar de ese extraño y misterioso afán por torear hasta en los pueblos más lejanos de América sin motivo aparente.
Tanto es así que a todos los aficionados llegaron rumores diversos sobre los motivos que llevaban a Ponce a vestirse de luces hasta en las plazas de tercera más ignotas; y no eran entonces habladurías amorosas, sino otras relacionadas con supuestas inversiones fallidas, según unos, y una demostración más de la desmedida afición del torero, en opinión de los más allegados.
Sería malévolo afirmar que el toreo soñado de Enrique Ponce ha permitido roncar a más de uno
Y lo de este año llama profundamente la atención: líder del escalafón con 16 corridas, ha estado presente en todas las sopas, y él mismo ha declarado en distintas ocasiones que lo hacía “para tirar del carro”. ¿Qué carro? ¿No había más toreros dispuestos a torear?
Esta temporada Ponce ha confirmado lo que ya se le atisbaba hace algún tiempo: que los años no pasan en balde, que el tarro de las esencias está vacío, que ya está dicho todo, que el discurso se ha acabado, que habla delante del toro y no dice nada de interés.
Dicho en castellano: ha demostrado que es un torero amortizado, que ya no aporta como antes, que torea más despegado y ventajista que nunca, y que el toro con el que de verdad luce hoy es el moribundo, el que le permite administrarle la extremaunción en medio de la algarabía de un público festivo y jaranero.
¿Acaso no tiene Ponce libertad para torear hasta que lo desee? Claro que sí, faltaría más, pero si es inteligente, que debe serlo en grado sumo, sabrá mejor que nadie que su tiempo es pasado, y que no debe frenar las oportunidades de otros. Tirar del carro es promocionar nuevos valores, facilitar el camino a los toreros que valen y no encuentran cita en los despachos, poner su prestigio al servicio de la renovación de la tauromaquia, y aprovechar su tirón mediático para defender la fiesta con argumentos consistentes.

Al final, nadie sabe de verdad por qué ese empeño personal de Ponce de seguir en los ruedos contra viento y marea. Y, quizá, la razón sea lo de menos; lo más importante es que su empecinamiento no le está aportando nuevos méritos a una carrera intachable.
Es verdad, además, que su tauromaquia se ha devaluado; de la épica ha pasado a la búsqueda de la estética, y de esta a una suerte de baile gazmoño que dice muy poco de la imagen de una auténtica figura del toreo.
Hace años que dice soñar el toreo, y nadie más que el torero conoce el misterio de sus palabras. Ojalá no se haga realidad en él la famosa frase de Jardiel Poncela: “En la vida, pocos sueños se cumplen; la mayoría se roncan”. Sería injusto y malévolo afirmar que el toreo soñado de Enrique Ponce ha permitido roncar a más de uno.
Llegar a la cima no debe ser fácil; permanecer en ella, una gesta casi imposible, y saber bajar antes de que los vientos te empujen al vacío, una muestra de suprema inteligencia.
Dicen que ahora quiere publicar un disco con la colaboración de Julio Iglesias, y parece que se siente a gusto como protagonista de las noticias de la crónica social. Cuidado, porque de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso.
Pero allá cada cual con sus decisiones.
Dicho queda: desde la profunda admiración y el respeto, aunque muchos no lo crean así, lo mejor que Ponce puede hacer es dejar paso a las nuevas generaciones, saludar al respetable, marcharse a su casa, disfrutar de lo alcanzado y aceptar todos los homenajes que con su esfuerzo se ha ganado en la plaza.
Ese es el sino de una gran figura; todo lo demás es un craso error; es luchar y perder la batalla contra el tiempo y sus circunstancias; contra molinos de viento que, al final, te expulsarán a trompicones de la cima.


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Buenisimo, no lo habia leído.

“su discurso ha acabado. Habla al toro y no dice nada de interés” Brutal!

No se quiere retirar porque necesita ser protagonista, porque todo lo que tiene se lo ha conseguido el ser torero. No le hace falta medir dos metros y estar cachas, el toro le compensa lo que no tiene. No se retiró para estar con su familia, menos lo hará ahora porque es un Peter Pan y se niega a crecer.
 
Buenisimo, no lo habia leído.

“su discurso ha acabado. Habla al toro y no dice nada de interés” Brutal!

No se quiere retirar porque necesita ser protagonista, porque todo lo que tiene se lo ha conseguido el ser torero. No le hace falta medir dos metros y estar cachas, el toro le compensa lo que no tiene. No se retiró para estar con su familia, menos lo hará ahora porque es un Peter Pan y se niega a crecer.
Pues cortito se lo fías, prima!!!!
Todo lo que tiene lo consiguió por ser torero: ligarse a Paloma, fama, prestigio, familia, reputación, dinero .....

Con el sunietazo ha perdido todo menos LA MITAD de la pasta, o sea, que si se retira le da un parraque. ????.

Igual es mejor que haga macramé en vez de gorgoritos, eso sí, por los vecinos lo digo, y eso.....
 
Bueno el adelanto del disco es ... incalificable, y como diría mi padre ¡QUÉ SE LO CREE!

Noooooo
Nooooooooo
Me he tenido que tragar todo el anuncio de Suchard para escuchas esos gemidos!!!
Voz de pito!
Este hombre no solo es un silbido fisicamente hablando, tambien cantando.
Eso si, marcando las zapas del Copon.
 
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