Un grupo de africanos asalta un supermercado en Gerona como protesta por lo de EEUU

y os pongo el relato de un abogado en EEUU.


Soy abogado de oficio en una extensa área metropolitana sureña. Menos del 10% de los habitantes de la zona en la que trabajo son negros pero más del 90% de mis clientes lo son. El restante 10% son principalmente latinos y algunos blancos. No tengo una explicación acerca del por qué, pero la delincuencia sigue patrones raciales. Los latinos por lo general cometen dos tipos de delito: violaciones de menores y conducción bajo los efectos del alcohol. Los negros cometen muchos crímenes violentos pero muy pocos de índole sexual. Los pocos blancos que veo cometen todo tipo de crímenes. En todos mis años como abogado de oficio he representado solamente a tres asiáticos, y uno de ellos era medio negro.

Cuando era un joven abogado creía en la versión oficial de que los negros cumplen con la ley, son inteligentes y familiares, pero que al ser tan pobres se ven forzados a dedicarse a la delincuencia. El comportamiento real de los negros me resultó chocante.

Los medios siempre dulcifican el comportamiento de los negros. Incluso las noticias de los muchos crímenes con los que tuve que lidiar en los juicios estaban sesgadas. Los telediarios omiten intencionadamente los hechos poco favorecedores acerca del acusado, y a veces omiten nombres que son claramente de negros. Todo esto hizo tambalearse a mis ideas progresistas y tolerantes, pero me llevó años dejar de lado mis ilusiones y aceptar la realidad de lo que veo cada día. He representado a miles de negros y a sus familias, protegiendo sus derechos y defendiéndoles en los juicios. Lo que sigue son mis observaciones. Mi experiencia.

Aunque los negros son sólo un pequeño porcentaje de nuestra comunidad, el juzgado está lleno de ellos: los pasillos y los banquillos están repletos de acusados, familias y víctimas negras. La mayoría de blancos con asuntos legales llegan en silencio, visten apropiadamente y mantienen la cabeza baja. Entran y salen -si pueden- tan rápido como es posible. Para los negros, el juzgado es como un carnaval. Todos parecen conocerse entre sí: cientos y cientos cada día, cotilleando, hablando alto, riendo y ocupando los pasillos.

Cuando se me designa para representar a un cliente me presento y le explico que soy su abogado. Le explico el proceso penal y mi papel en el mismo y le pregunto al cliente algunas cuestiones básicas acerca de él. Llegados a este punto, puedo decir con un gran margen de acierto cómo reacciona la gente. Los latinos son extremadamente educados y respetuosos. Un latino nunca me llamará por mi nombre y responderá a mis cuestiones directamente y con un respeto apropiado hacia mi posición. Los blancos muestran un nivel de respeto similar.

Un negro nunca me llamará Sr. López, soy siempre “Paco”. No es raro que un negro de 19 años se dirija a mí como “perro”. Un negro puede mascullar quejas acerca de todo lo que digo, y mirar con desdén hacia el techo cuando educadamente le interrumpo para poder continuar con mi explicación. Además, todo lo que diga a los negros tiene que ser con un lenguaje de nivel de colegio. Si uso lenguaje de adulto, se enfadan porque piensan que estoy haciendo alarde de mi superioridad.

En las fases iniciales de un caso explico el proceso a mis clientes. A menudo no tengo aún la información de los atestados policiales. Los negros son incapaces de entender que no tengo aún respuestas a todas sus preguntas, pero que las tendré en una fecha determinada. Viven en el aquí y en el ahora y son incapaces de esperar para nada. Normalmente, en la segunda reunión con el cliente tengo la mayoría de los atestados policiales y puedo conocer su caso.

Al contrario que la gente de otras razas, los negros nunca ven a su abogado como alguien que está ahí para ayudarles. Yo soy parte del sistema contra el cual están en guerra. A menudo explotan de rabia hacia mí y con mucha facilidad me culpan de cualquier cosa que vaya mal en su caso.

Los negros a menudo tratan de zancadillear y desafiar mi conocimiento de la ley o de los hechos del caso. Aprecio preguntas sinceras acerca de los elementos del delito o de las líneas de la sentencia, pero los negros hacen preguntas para probarme. Desafortunadamente, casi siempre se equivocan en su lectura o comprensión de la ley, y esto puede causar fricciones. Yo puedo explicarles la ley repetidamente y darle copias de la ley mostrándoles, por ejemplo, por qué mi cliente debe estar en prisión 6 años si es condenado, pero él continua creyendo que una nota escrita a mano de su compañero de celda tiene valor de ley.

La Constitución permite al acusado tomar tres decisiones cruciales en su caso. Puede decidir si considerarse culpable o no. Puede decidir si tener un juicio sin jurado o un juicio con jurado. Puede decidir si declarar o a permanecer en silencio. Un cliente que insiste en testificar está casi siempre cometiendo un terrible error, pero no se le puede detener.

La mayoría de los negros son incapaces de hablar bien en inglés. No pueden conjugar verbos. Tienen un conocimiento deficiente de los tiempos verbales. Tienen un vocabulario limitado. No pueden hablar sin decir palabras obscenas. A menudo se muestran hostiles en el estrado. Muchos, cuando testifican, muestran una falta total de empatía y son incapaces de ocultar una moralidad basada en la satisfacción de las necesidades inmediatas, básicas. Esto es un desastre, especialmente en un juicio con jurado. La mayoría de los miembros del jurado son blancos, y están horrorizados por el comportamiento de los negros delincuentes y sin educación.

Los fiscales están encantados cuando un acusado negro sube al estrado. Es como pescar peces en una bañera. Sin embargo, la defensa por lo general llega a interrogar a la víctima negra, que probablemente dé una impresión en el estrado tan mala como la del acusado. Este es un regalo para la defensa, porque los miembros del jurado no pueden condenar a un acusado, incluso si piensan que es culpable, si la víctima les desagrada aún más que la parte demandada.

La mayoría de los casos de delitos no van a juicio. A menudo, las pruebas contra el acusado son abrumadoras, y las posibilidades de condena son altas. El acusado está en mejor posición llegando un acuerdo con el fiscal: declararse culpable de un cargo menor y obtener una sentencia más leve.

La decisión de la petición de un cargo menor se convierte en la fuerza de la evidencia. Cuando los negros preguntan la cuestión más esencial –“¿Vamos a ganar el juicio?” -les digo que no lo puedo saber, pero seguidamente le describo las fortalezas y debilidades de nuestro caso. Los puntos débiles suelen ser evidentes: hay cinco testigos en tu contra. O bien, hiciste una confesión tanto al detective como a tu abuela. Te pillaron en posesión de un móvil de color rosa con joyería incrustada escribiendo el nombre de la víctima del robo. Hay un video del asesino que llevaba la misma camisa que llevabas cuando te detuvieron, que tiene las palabras “In Da Houz” en la parte posterior, por no hablar de que tú tienes el mismo tatuaje de “RIP Pookie 07/04/12” en el cuello que el hombre en el video. Etcétera

Si le dices a un negro que la prueba es muy perjudicial para su caso, te culpará. “Tú no estás trabajando pa’ mí”, “Me parece que en realidad pa’ quien trabajas es pal Estao.” Cada abogado de oficio escucha esto muchas veces. Cuanto más se intenta explicar la evidencia a un negro, más se enfada. Tengo la firme creencia de que muchos negros no son capaces de analizar las pruebas contra ellos de manera racional, porque no pueden ver las cosas desde la perspectiva de los demás. Simplemente no pueden entender cómo le parecerán a un jurado los hechos del caso.

Esta incapacidad para ver las cosas desde la perspectiva de la otra persona ayuda a explicar por qué hay tantos delincuentes negros. No comprenden el dolor que infligen a los demás. Uno de mis clientes acusados por robo es un buen ejemplo. Él y otros dos acusados entraron en una pequeña tienda regentada por dos mujeres jóvenes. Los tres hombres llevaban máscaras. Sacaron las pistolas y ordenaron a las mujeres permanecer en un cuarto trasero. Un hombre golpeó a una de las chicas con la pistola. El segundo hombre se puso de pie sobre la segunda chica mientras que el tercer hombre vaciaba la caja registradora. Todo esto estaba grabado en vídeo.

Mi cliente fue el que golpeó a la chica. Cuando me preguntó, “¿Cuáles son nuestras posibilidades en el juicio?”, Le dije, “No muy buenas“. De inmediato se puso furioso, levantó la voz, y me acusó de trabajar con la acusación. Le pregunté que cómo pensaba que un jurado iba a reaccionar al video. “No les importa“, dijo. Le dije que el jurado probablemente se sentiría muy comprensivo hacia estas dos mujeres y que estaría enfadado con él por como las maltrató. Le pregunté si se sentía mal por las mujeres que había golpeado y aterrorizado. Me dijo lo que sospechaba – lo que demasiados negros dicen sobre el sufrimiento de los demás-: “¿Y a mi qué me importa? Ella no es yo. No es un pariente. Ni siquiera la conozco“.

Como abogado de oficio he aprendido muchas cosas acerca de la gente. Una de ellas es que los acusados no tienen padres. En el caso de que un negro al menos conozca el nombre de su padre, lo ve sólo como una persona sombría con la que no tiene absolutamente ningún vínculo. Cuando un cliente es sentenciado, a menudo pido misericordia sobre la base de que el acusado no tenía padre y nunca tuvo una oportunidad en la vida. He localizado a menudo al padre del hombre -en la cárcel- y lo he traído a la audiencia de sentencia para testificar que nunca conoció a su hijo y que nunca levantó un dedo para ayudarlo. A menudo, esta es la primera vez que mi cliente ha estado con su padre. Estas reuniones están totalmente carentes de emociones.

Muchos acusados negros no tienen ni siquiera madres que se preocupen por ellos. Muchos son criados por sus abuelas después de que el Estado quitase la custodia de los hijos a la inútil madre adolescente. Muchas de estas madres y abuelas son mentalmente inestables, y están completamente desconectadas de las realidades a las que que se enfrentan en los tribunales y en la vida. Una abuela de 47 años de edad negará que su nieto tenga vínculos con bandas a pesar de que su frente esté tatuada con un signo o lema de una banda. Cuando señalo esto de la forma más amable y comprensiva que puedo, me grita. Cuando las mujeres negras comienzan a gritar, invocan el nombre de Jesús y gritan malas palabras en la misma frase.

Las mujeres negras tienen una gran fe en Dios, pero tienen una comprensión distorsionada acerca de su función. No rezan por tener fuerza o el coraje. Rezan por los resultados: la satisfacción de las necesidades inmediatas. Una de mis clientas era una negra que rezaba en círculo con sus cómplices para pedir protección divina contra la policía antes de ponerse en marcha para cometer un robo.

Las madres y abuelas rezan en los pasillos de los juzgados, no por la justicia sino por la absolución. Cuando les explico que la evidencia de que su querido hijo asesinó al encargado de la tienda es abrumadora, y que él debe aceptar el muy favorable acuerdo que he negociado con el fiscal, me dirán que él va a ir a juicio y que “tendrá al Señor de su lado.” Me dicen que hablan a Dios todos los días y que les asegura que el joven será absuelto.

Las madres y abuelas no parecen ser capaces de imaginar y entender las consecuencias de ir a juicio y perder. A algunas -y esto es una realidad impactante que me costó asimilar mucho tiempo- no les importa lo que suceda con el cliente, pero quieren que parezca que sí les importa. Esto significa golpear su pecho mostrando indignación, e insistiendo en ir a juicio a pesar de las terribles pruebas en su contra. Se niegan a escuchar a la única persona -yo- que tiene el conocimiento suficiente para hacer la mejor recomendación. Estas personas pierden pronto el interés en el caso, y dejan de aparecer después de la tercera o cuarta fecha de juicio. Es entonces más fácil para mí convencer al cliente para que actúe en su propio interés y acepte un acuerdo de culpabilidad.

Parte del problema es que las negras de clase baja empiezan a tener bebés a la edad de 15 años. Siguen teniendo bebés, con diferentes hombres negros, muchas hasta cinco o seis. Estas mujeres no van a la escuela. No trabajan. No tienen vergüenza alguna de vivir del dinero público. Planifican toda su vida en base a la expectativa de que siempre van a obtener dinero gratis y sin tener que trabajar. No veo esto entre los blancos, latinos, o en cualquier otra raza o pueblo.

Los negros que tengo como clientes tampoco trabajan. Reciben pagas por incapacidad por un problema mental o de una dolencia física vaga e invisible. No pagan nada: ni para la vivienda (la abuela vive de pagas y él vive con ella), ni para la comida (la abuela y la madre del bebé lo comparten con él), ni para la manutención de los hijos. Cuando me entero de que mi acusado de 19 años de edad no trabaja ni estudia, le pregunto: “¿Qué haces en todo el día?“, Sonríe. “Ya sabes, simplemente estoy de relax.” Estos hombres viven en una cultura sin expectativas, sin exigencias y no se sienten avergonzados por ello.

Si le dices a un negro que se vista adecuadamente para el juicio sin darle instrucciones específicas, vendrá con ropa extremadamente inapropiada. Representé a una mujer que estaba siendo juzgada por un delito de drogas; llevaba una gorra de béisbol con una hoja de marihuana bordada. Representé a un hombre que llevaba una camisa en la que se leía “las leyes son para gilipollas” en su audiencia de libertad condicional. Nuestra oficina ofrece trajes, camisas, corbatas y vestidos para los clientes en los juicios con jurado. A menudo, se necesita todo un equipo de abogados para persuadir a un negro de que lleve una camisa y corbata en lugar de colores de bandas callejeraas.

De vez en cuando los medios informan de que aunque los negros son el 12% de la población, son el 40% de la población reclusa. Esto se supone que es un ultraje, un trato injusto hacia los negros del sistema penal. Lo que los medios de comunicación sólo insinúan es otra realidad asombrosa: la reincidencia. Los negros son detenidos y condenados una y otra vez. Es típico para un negro tener cinco condenas por delitos graves antes de la edad de 30 años. Este tipo de antecedentes es poco frecuente entre los blancos y los latinos, y probablemente aún más raro entre los asiáticos.

Hubo un tiempo en nuestra oficina que estaba buscando un lema que definiese nuestra filosofía. Alguien dijo bromeando que debería ser: “¿Acaso no merecemos todos una undécima oportunidad?”

Soy progresista. Creo que los que son capaces de producir abundancia tienen el deber moral de proporcionar alimentos básicos, alojamiento y atención médica para aquellos que no puedan valerse por sí mismos. Creo que tenemos este deber incluso hacia aquellos que pueden cuidar de sí mismos pero no lo hacen. Esta visión del mundo requiere compasión y la voluntad de actuar en base a ella.

Mi experiencia me ha enseñado que vivimos en una nación en la que es más probable que un jurado condene a un acusado negro que ha cometido un crimen contra un blanco. Incluso el más torpe de los negros lo sabe. Habría muchísimos más delitos de negros hacia blancos si éste no fuera el caso.

Sin embargo, mi experiencia me ha enseñado también que los negros son diferentes en casi cualquier medida a todas las demás personas. No pueden razonar bien. No pueden comunicarse igual. No pueden controlar sus impulsos de la misma forma. Son una amenaza para todos los que se cruzan en su camino, negros y no negros por igual.

No sé la solución a este problema. Lo que sé es que no es está bien engañar al público. Sean cuales sean las soluciones que buscamos, deben basarse en la verdad en lugar de lo que preferimos que fuese la verdad. En cuanto a mí, voy a seguir con mi deber de proteger los derechos de todos los que me necesitan.
y os pongo el relato de un abogado en EEUU.


Soy abogado de oficio en una extensa área metropolitana sureña. Menos del 10% de los habitantes de la zona en la que trabajo son negros pero más del 90% de mis clientes lo son. El restante 10% son principalmente latinos y algunos blancos. No tengo una explicación acerca del por qué, pero la delincuencia sigue patrones raciales. Los latinos por lo general cometen dos tipos de delito: violaciones de menores y conducción bajo los efectos del alcohol. Los negros cometen muchos crímenes violentos pero muy pocos de índole sexual. Los pocos blancos que veo cometen todo tipo de crímenes. En todos mis años como abogado de oficio he representado solamente a tres asiáticos, y uno de ellos era medio negro.

Cuando era un joven abogado creía en la versión oficial de que los negros cumplen con la ley, son inteligentes y familiares, pero que al ser tan pobres se ven forzados a dedicarse a la delincuencia. El comportamiento real de los negros me resultó chocante.

Los medios siempre dulcifican el comportamiento de los negros. Incluso las noticias de los muchos crímenes con los que tuve que lidiar en los juicios estaban sesgadas. Los telediarios omiten intencionadamente los hechos poco favorecedores acerca del acusado, y a veces omiten nombres que son claramente de negros. Todo esto hizo tambalearse a mis ideas progresistas y tolerantes, pero me llevó años dejar de lado mis ilusiones y aceptar la realidad de lo que veo cada día. He representado a miles de negros y a sus familias, protegiendo sus derechos y defendiéndoles en los juicios. Lo que sigue son mis observaciones. Mi experiencia.

Aunque los negros son sólo un pequeño porcentaje de nuestra comunidad, el juzgado está lleno de ellos: los pasillos y los banquillos están repletos de acusados, familias y víctimas negras. La mayoría de blancos con asuntos legales llegan en silencio, visten apropiadamente y mantienen la cabeza baja. Entran y salen -si pueden- tan rápido como es posible. Para los negros, el juzgado es como un carnaval. Todos parecen conocerse entre sí: cientos y cientos cada día, cotilleando, hablando alto, riendo y ocupando los pasillos.

Cuando se me designa para representar a un cliente me presento y le explico que soy su abogado. Le explico el proceso penal y mi papel en el mismo y le pregunto al cliente algunas cuestiones básicas acerca de él. Llegados a este punto, puedo decir con un gran margen de acierto cómo reacciona la gente. Los latinos son extremadamente educados y respetuosos. Un latino nunca me llamará por mi nombre y responderá a mis cuestiones directamente y con un respeto apropiado hacia mi posición. Los blancos muestran un nivel de respeto similar.

Un negro nunca me llamará Sr. López, soy siempre “Paco”. No es raro que un negro de 19 años se dirija a mí como “perro”. Un negro puede mascullar quejas acerca de todo lo que digo, y mirar con desdén hacia el techo cuando educadamente le interrumpo para poder continuar con mi explicación. Además, todo lo que diga a los negros tiene que ser con un lenguaje de nivel de colegio. Si uso lenguaje de adulto, se enfadan porque piensan que estoy haciendo alarde de mi superioridad.

En las fases iniciales de un caso explico el proceso a mis clientes. A menudo no tengo aún la información de los atestados policiales. Los negros son incapaces de entender que no tengo aún respuestas a todas sus preguntas, pero que las tendré en una fecha determinada. Viven en el aquí y en el ahora y son incapaces de esperar para nada. Normalmente, en la segunda reunión con el cliente tengo la mayoría de los atestados policiales y puedo conocer su caso.

Al contrario que la gente de otras razas, los negros nunca ven a su abogado como alguien que está ahí para ayudarles. Yo soy parte del sistema contra el cual están en guerra. A menudo explotan de rabia hacia mí y con mucha facilidad me culpan de cualquier cosa que vaya mal en su caso.

Los negros a menudo tratan de zancadillear y desafiar mi conocimiento de la ley o de los hechos del caso. Aprecio preguntas sinceras acerca de los elementos del delito o de las líneas de la sentencia, pero los negros hacen preguntas para probarme. Desafortunadamente, casi siempre se equivocan en su lectura o comprensión de la ley, y esto puede causar fricciones. Yo puedo explicarles la ley repetidamente y darle copias de la ley mostrándoles, por ejemplo, por qué mi cliente debe estar en prisión 6 años si es condenado, pero él continua creyendo que una nota escrita a mano de su compañero de celda tiene valor de ley.

La Constitución permite al acusado tomar tres decisiones cruciales en su caso. Puede decidir si considerarse culpable o no. Puede decidir si tener un juicio sin jurado o un juicio con jurado. Puede decidir si declarar o a permanecer en silencio. Un cliente que insiste en testificar está casi siempre cometiendo un terrible error, pero no se le puede detener.

La mayoría de los negros son incapaces de hablar bien en inglés. No pueden conjugar verbos. Tienen un conocimiento deficiente de los tiempos verbales. Tienen un vocabulario limitado. No pueden hablar sin decir palabras obscenas. A menudo se muestran hostiles en el estrado. Muchos, cuando testifican, muestran una falta total de empatía y son incapaces de ocultar una moralidad basada en la satisfacción de las necesidades inmediatas, básicas. Esto es un desastre, especialmente en un juicio con jurado. La mayoría de los miembros del jurado son blancos, y están horrorizados por el comportamiento de los negros delincuentes y sin educación.

Los fiscales están encantados cuando un acusado negro sube al estrado. Es como pescar peces en una bañera. Sin embargo, la defensa por lo general llega a interrogar a la víctima negra, que probablemente dé una impresión en el estrado tan mala como la del acusado. Este es un regalo para la defensa, porque los miembros del jurado no pueden condenar a un acusado, incluso si piensan que es culpable, si la víctima les desagrada aún más que la parte demandada.

La mayoría de los casos de delitos no van a juicio. A menudo, las pruebas contra el acusado son abrumadoras, y las posibilidades de condena son altas. El acusado está en mejor posición llegando un acuerdo con el fiscal: declararse culpable de un cargo menor y obtener una sentencia más leve.

La decisión de la petición de un cargo menor se convierte en la fuerza de la evidencia. Cuando los negros preguntan la cuestión más esencial –“¿Vamos a ganar el juicio?” -les digo que no lo puedo saber, pero seguidamente le describo las fortalezas y debilidades de nuestro caso. Los puntos débiles suelen ser evidentes: hay cinco testigos en tu contra. O bien, hiciste una confesión tanto al detective como a tu abuela. Te pillaron en posesión de un móvil de color rosa con joyería incrustada escribiendo el nombre de la víctima del robo. Hay un video del asesino que llevaba la misma camisa que llevabas cuando te detuvieron, que tiene las palabras “In Da Houz” en la parte posterior, por no hablar de que tú tienes el mismo tatuaje de “RIP Pookie 07/04/12” en el cuello que el hombre en el video. Etcétera

Si le dices a un negro que la prueba es muy perjudicial para su caso, te culpará. “Tú no estás trabajando pa’ mí”, “Me parece que en realidad pa’ quien trabajas es pal Estao.” Cada abogado de oficio escucha esto muchas veces. Cuanto más se intenta explicar la evidencia a un negro, más se enfada. Tengo la firme creencia de que muchos negros no son capaces de analizar las pruebas contra ellos de manera racional, porque no pueden ver las cosas desde la perspectiva de los demás. Simplemente no pueden entender cómo le parecerán a un jurado los hechos del caso.

Esta incapacidad para ver las cosas desde la perspectiva de la otra persona ayuda a explicar por qué hay tantos delincuentes negros. No comprenden el dolor que infligen a los demás. Uno de mis clientes acusados por robo es un buen ejemplo. Él y otros dos acusados entraron en una pequeña tienda regentada por dos mujeres jóvenes. Los tres hombres llevaban máscaras. Sacaron las pistolas y ordenaron a las mujeres permanecer en un cuarto trasero. Un hombre golpeó a una de las chicas con la pistola. El segundo hombre se puso de pie sobre la segunda chica mientras que el tercer hombre vaciaba la caja registradora. Todo esto estaba grabado en vídeo.

Mi cliente fue el que golpeó a la chica. Cuando me preguntó, “¿Cuáles son nuestras posibilidades en el juicio?”, Le dije, “No muy buenas“. De inmediato se puso furioso, levantó la voz, y me acusó de trabajar con la acusación. Le pregunté que cómo pensaba que un jurado iba a reaccionar al video. “No les importa“, dijo. Le dije que el jurado probablemente se sentiría muy comprensivo hacia estas dos mujeres y que estaría enfadado con él por como las maltrató. Le pregunté si se sentía mal por las mujeres que había golpeado y aterrorizado. Me dijo lo que sospechaba – lo que demasiados negros dicen sobre el sufrimiento de los demás-: “¿Y a mi qué me importa? Ella no es yo. No es un pariente. Ni siquiera la conozco“.

Como abogado de oficio he aprendido muchas cosas acerca de la gente. Una de ellas es que los acusados no tienen padres. En el caso de que un negro al menos conozca el nombre de su padre, lo ve sólo como una persona sombría con la que no tiene absolutamente ningún vínculo. Cuando un cliente es sentenciado, a menudo pido misericordia sobre la base de que el acusado no tenía padre y nunca tuvo una oportunidad en la vida. He localizado a menudo al padre del hombre -en la cárcel- y lo he traído a la audiencia de sentencia para testificar que nunca conoció a su hijo y que nunca levantó un dedo para ayudarlo. A menudo, esta es la primera vez que mi cliente ha estado con su padre. Estas reuniones están totalmente carentes de emociones.

Muchos acusados negros no tienen ni siquiera madres que se preocupen por ellos. Muchos son criados por sus abuelas después de que el Estado quitase la custodia de los hijos a la inútil madre adolescente. Muchas de estas madres y abuelas son mentalmente inestables, y están completamente desconectadas de las realidades a las que que se enfrentan en los tribunales y en la vida. Una abuela de 47 años de edad negará que su nieto tenga vínculos con bandas a pesar de que su frente esté tatuada con un signo o lema de una banda. Cuando señalo esto de la forma más amable y comprensiva que puedo, me grita. Cuando las mujeres negras comienzan a gritar, invocan el nombre de Jesús y gritan malas palabras en la misma frase.

Las mujeres negras tienen una gran fe en Dios, pero tienen una comprensión distorsionada acerca de su función. No rezan por tener fuerza o el coraje. Rezan por los resultados: la satisfacción de las necesidades inmediatas. Una de mis clientas era una negra que rezaba en círculo con sus cómplices para pedir protección divina contra la policía antes de ponerse en marcha para cometer un robo.

Las madres y abuelas rezan en los pasillos de los juzgados, no por la justicia sino por la absolución. Cuando les explico que la evidencia de que su querido hijo asesinó al encargado de la tienda es abrumadora, y que él debe aceptar el muy favorable acuerdo que he negociado con el fiscal, me dirán que él va a ir a juicio y que “tendrá al Señor de su lado.” Me dicen que hablan a Dios todos los días y que les asegura que el joven será absuelto.

Las madres y abuelas no parecen ser capaces de imaginar y entender las consecuencias de ir a juicio y perder. A algunas -y esto es una realidad impactante que me costó asimilar mucho tiempo- no les importa lo que suceda con el cliente, pero quieren que parezca que sí les importa. Esto significa golpear su pecho mostrando indignación, e insistiendo en ir a juicio a pesar de las terribles pruebas en su contra. Se niegan a escuchar a la única persona -yo- que tiene el conocimiento suficiente para hacer la mejor recomendación. Estas personas pierden pronto el interés en el caso, y dejan de aparecer después de la tercera o cuarta fecha de juicio. Es entonces más fácil para mí convencer al cliente para que actúe en su propio interés y acepte un acuerdo de culpabilidad.

Parte del problema es que las negras de clase baja empiezan a tener bebés a la edad de 15 años. Siguen teniendo bebés, con diferentes hombres negros, muchas hasta cinco o seis. Estas mujeres no van a la escuela. No trabajan. No tienen vergüenza alguna de vivir del dinero público. Planifican toda su vida en base a la expectativa de que siempre van a obtener dinero gratis y sin tener que trabajar. No veo esto entre los blancos, latinos, o en cualquier otra raza o pueblo.

Los negros que tengo como clientes tampoco trabajan. Reciben pagas por incapacidad por un problema mental o de una dolencia física vaga e invisible. No pagan nada: ni para la vivienda (la abuela vive de pagas y él vive con ella), ni para la comida (la abuela y la madre del bebé lo comparten con él), ni para la manutención de los hijos. Cuando me entero de que mi acusado de 19 años de edad no trabaja ni estudia, le pregunto: “¿Qué haces en todo el día?“, Sonríe. “Ya sabes, simplemente estoy de relax.” Estos hombres viven en una cultura sin expectativas, sin exigencias y no se sienten avergonzados por ello.

Si le dices a un negro que se vista adecuadamente para el juicio sin darle instrucciones específicas, vendrá con ropa extremadamente inapropiada. Representé a una mujer que estaba siendo juzgada por un delito de drogas; llevaba una gorra de béisbol con una hoja de marihuana bordada. Representé a un hombre que llevaba una camisa en la que se leía “las leyes son para gilipollas” en su audiencia de libertad condicional. Nuestra oficina ofrece trajes, camisas, corbatas y vestidos para los clientes en los juicios con jurado. A menudo, se necesita todo un equipo de abogados para persuadir a un negro de que lleve una camisa y corbata en lugar de colores de bandas callejeraas.

De vez en cuando los medios informan de que aunque los negros son el 12% de la población, son el 40% de la población reclusa. Esto se supone que es un ultraje, un trato injusto hacia los negros del sistema penal. Lo que los medios de comunicación sólo insinúan es otra realidad asombrosa: la reincidencia. Los negros son detenidos y condenados una y otra vez. Es típico para un negro tener cinco condenas por delitos graves antes de la edad de 30 años. Este tipo de antecedentes es poco frecuente entre los blancos y los latinos, y probablemente aún más raro entre los asiáticos.

Hubo un tiempo en nuestra oficina que estaba buscando un lema que definiese nuestra filosofía. Alguien dijo bromeando que debería ser: “¿Acaso no merecemos todos una undécima oportunidad?”

Soy progresista. Creo que los que son capaces de producir abundancia tienen el deber moral de proporcionar alimentos básicos, alojamiento y atención médica para aquellos que no puedan valerse por sí mismos. Creo que tenemos este deber incluso hacia aquellos que pueden cuidar de sí mismos pero no lo hacen. Esta visión del mundo requiere compasión y la voluntad de actuar en base a ella.

Mi experiencia me ha enseñado que vivimos en una nación en la que es más probable que un jurado condene a un acusado negro que ha cometido un crimen contra un blanco. Incluso el más torpe de los negros lo sabe. Habría muchísimos más delitos de negros hacia blancos si éste no fuera el caso.

Sin embargo, mi experiencia me ha enseñado también que los negros son diferentes en casi cualquier medida a todas las demás personas. No pueden razonar bien. No pueden comunicarse igual. No pueden controlar sus impulsos de la misma forma. Son una amenaza para todos los que se cruzan en su camino, negros y no negros por igual.

No sé la solución a este problema. Lo que sé es que no es está bien engañar al público. Sean cuales sean las soluciones que buscamos, deben basarse en la verdad en lugar de lo que preferimos que fuese la verdad. En cuanto a mí, voy a seguir con mi deber de proteger los derechos de todos los que me necesitan.
Es vergonzoso que un abogado hable así de sus clientes.
Pero te has delatado a mitad de texto, “los negros pobres”supongo que a las hijas de Obama no las tendrás como clientes ni a los hijos de las Kardashian.
La educación no solo se imparte en el hogar sino también en la escuela.
Una vez más volvemos a los estereotipos y flaco favor le haces a tus ideales.
 
"Intentáis ", también es vosotros.
A quién te refieres con "intentáis "?
Quizá es al revés e intentáis "oscurecerlo" todo.
Y puedes mirar en este foro a ver si hay o no racismo,
pero sobre todo, fíjate en qué tanto por ciento.
Y si, quizá miro esté mal utilizado lo de moro, tanto como latino.
Pero no creo que sea por motivos racistas, creo que se trata de "ignorancia".
Y no estoy llamando a nadie ignorante, me refiero a una forma de hablar, si parar a pensar y sin entrar en lo que significan esas palabras.

De todos modos, lo que más "gracia" me hace es que muy ofendidos por ser llamados "moros" pero poco les importa a la hora de beneficiarse de las leyes del país que, según parece, así les llama.

Sabio refranero español: "Dame pan y llámame perro".
Por cierto de que raza eres ? Si el sistema se dedica a clasificar a los ciudadanos por razas hasta en el dni que puedes esperar
 
Alguna vez habéis cogido vuestro bolso cuando un negro ha pasado cerca de vosotros ?
En el tren o en el metro habéis evitado sentaros al lado de un negro habiendo asientos libres ? Incluso habéis preferido ir de pie
 
Claro que somos racistas. TODOS, sin exclusión.

Yo intento no tener ningún comportamiento, reacción, comentario etc. racista y muchas veces me veo en situaciones que debería haber evitado pero nos guste o no tenemos muchas cosas interiorizadas que cuesta tener bajo control. Expresiones, generalizaciones, reacciones en situaciones límite…

Y NO PASA NADA. Lo importante es reconocerlo, revisarse y tratar de evitarlo.
Racista seras tu, a mi me importa un bledo el color y rasgos de una persona, yo solo soy islamofobica y eso sabrás que no es si o si de una etnia, tiene narices racista tu o machista o lo que tu quieras habla por ti, no estires el chicle
 
Racista seras tu, a mi me importa un bledo el color y rasgos de una persona, yo solo soy islamofobica y eso sabrás que no es si o si de una etnia, tiene narices racista tu o machista o lo que tu quieras habla por ti, no estires el chicle
No sé si no entiendes o no quieres entender.
A mi sí que no me importa la procedencia de nadie, su religión, su color de piel, su nivel económico, orientación sexual, etc. Pero reconozco que debido a haber crecido escuchando y normalizando ciertos comportamientos hay reacciones que he interiorizado y que me cuesta detectar y deshacerme de ellas.

Si ni siquiera reconocéis eso, mal vamos…
 
Alguna vez habéis cogido vuestro bolso cuando un negro ha pasado cerca de vosotros ?
En el tren o en el metro habéis evitado sentaros al lado de un negro habiendo asientos libres ? Incluso habéis preferido ir de pie
No hace falta ir tan lejos o a algo tan extremo.

¿Cuántos negros conocéis que trabajen de ejecutivos en España? ¿médicos? ¿Dependientes en librerías? En un país en el que los negros son manteros y recolectores ¿os atrevéis a decir que no somos racistas? Los somos por narices. Porque sin darnos cuenta asimilamos que no tienen cabida en ciertas profesiones, cuando en otros paises como UK —donde también hay mucho racismo, por supuesto, pero también mucha más integración— es normal encontrarte personas negras y de cualquier otro origen en cualquier profesión.
 
Alguna vez habéis cogido vuestro bolso cuando un negro ha pasado cerca de vosotros ?
En el tren o en el metro habéis evitado sentaros al lado de un negro habiendo asientos libres ? Incluso habéis preferido ir de pie
Nunca he visto alguien que se quede de pie por sentarse al lado de un negro. Pero si te quedas de pie si la persona de al lado huele a podrido, sea cual sea su raza.
 
No hace falta ir tan lejos o a algo tan extremo.

¿Cuántos negros conocéis que trabajen de ejecutivos en España? ¿médicos? ¿Dependientes en librerías? En un país en el que los negros son manteros y recolectores ¿os atrevéis a decir que no somos racistas? Los somos por narices. Porque sin darnos cuenta asimilamos que no tienen cabida en ciertas profesiones, cuando en otros paises como UK —donde también hay mucho racismo, por supuesto, pero también mucha más integración— es normal encontrarte personas negras y de cualquier otro origen en cualquier profesión.
Mi ginecólogo es negro. Tengo compañeros funcionarios como yo negros.
 
No sé si no entiendes o no quieres entender.
A mi sí que no me importa la procedencia de nadie, su religión, su color de piel, su nivel económico, orientación sexual, etc. Pero reconozco que debido a haber crecido escuchando y normalizando ciertos comportamientos hay reacciones que he interiorizado y que me cuesta detectar y deshacerme de ellas.

Si ni siquiera reconocéis eso, mal vamos…
Es que yo no voy a reconocer lo que a ti te de la gana sin argumentos,en serio parecéis personajes de la vida de bryan
 

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