Todos los novios millonarios de Máxima de Holanda antes de ser reina

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Tuvo bastantes novietes. Una ex compañera de colegio, le ofreció en bandeja a su futuro marido con esta frase «tengo dos candidatos para presentarte en Sevilla; uno muy rico y otro muy guapo». El guapo era Federico de Dinamarca, el rico Guillermo Alejandro de Holanda.
Federico tambien es rico pero se ve que no era su tipo.

Todos los novios millonarios de Máxima de Holanda antes de ser reina que no saldrán en su miniserie de televisión Máxima Zorreguieta, antes de convertirse en la reina de los Países Bajos, tuvo una vida amorosa repleta de novios con apellidos ilustres. Y seguro que no todos aparecen en la serie que se está preparando sobre ella.​

Máxima de Holanda en una imagen de archivo. /GTRES

GTRES
SILVIA VIVAS Publicado · 11 de octubre de 2023, 08:15 h
Existen detalles de la vida de Máxima Zorreguieta, aka reina Máxima de los Países Bajos, aka la madre de la poco estereotípica princesa Catalina Amalia de Orange (por aquello de estar amenaza por la mafia y vivir en un cuasi secuestro parental) menos conocidos que su afición por los tocados y que seguramente aparecerán reflejados de alguna forma en la serie que se está preparando sobre su vida.

El proyecto que se estrenará la próxima primavera está basado en una biografía no autorizada de la reina escrita por la periodista holandesa Marcia Luyten y esta semana ha lanzado su primer teaser. La miniserie de seis episodios tiene el poco original nombre de «Máxima» y presenta a una actriz rubia, delgada y con gracejo afirmando que nunca saldrá con nadie que baile tan mal como Guillermo (spoiler, se casa con él).

¿Pero qué puede aportar de nuevo esta serie sobre la figura de Máxima que a todas luces parece almibarada? Pues esperamos que comenten alguno de esos detalles que suelen pasar de largo en los reportajes más laudatorios del corazón sobre la monarca, como es el rechazo que sufrió en su juventud por el hecho de haber nacido como fruto de una infidelidad.

Cuando su madre, María de Carmen Cerrutti, la trajo al mundo, su padre, Jorge Zorreguieta, estaba aún casado con su primera mujer. Este hecho, el de ser «una hija natural», impidió a Máxima escolarizarse en una iglesia católica, cosa que, a la larga, le vendría bien porque acabaría estudiando en un prestigioso centro británico, el Northlands School, donde compartió aula con la mujer que acabaría presentándole a su futuro esposo, el que bailaba mal. Y si de algo puede presumir la reina holandesa es de haber exprimido cada oportunidad que se le ha puesto al alcance de la mano.

Los novios argentinos de Máxima de Holanda​

Rodolfo Vera Calderón, coautor del libro «Máxima, construcción de una reina» lo dejó claro en una entrevista de Top TV: Máxima conoció a su marido porque una ex compañera de colegio se lo ofreció en bandeja con esta frase «tengo dos candidatos para presentarte en Sevilla; uno muy rico y otro muy guapo». El guapo era Federico de Dinamarca, el rico Guillermo Alejandro de Holanda.

Una anécdota que ilustra cómo la obsesión de Máxima por apuntar alto era bien conocida por todos, compañeros de clase incluidos. Rodolfo Vera lo resume así: «La historia de Máxima es una historia de éxito, del triunfo de una mujer que donde puso el ojo puso la bala».

Esa bala a menudo tenía forma de ruptura amorosa, como sucedió con su primer novio conocido, Tiziano Iachetti, al que conoció en la secundaria y al que abandonó cuando la vida entre la universidad y las prácticas en Mercado Abierto S.A., una financiera de un amigo de su padre, le supusieron demasiado esfuerzo. A pesar de que Máxima prefirió los 1.5000 dólares que cobraba al mes antes que su relación, la amistad con Iachetti no se resintió y fue el único ex de Máxima presente en su boda real.

Al novio abandonado le siguió un idilio con Max Casá, un chef televisivo que le duró apenas una primavera. Después de él Máxima debutó, por fin, en la alta sociedad argentina colgada del brazo de Federico de Alzaga, descendiente de un virrey.

Con el noble Máxima Zorreguieta descubrió las mieles del glamour y los apellidos compuestos y se marcó un nuevo objetivo: esperaba fervientemente que él le pidiera matrimonio. Al final, fue ella quien lo planteó como un ultimátum: «o nos casamos, o me voy». Con una buena calabaza bajo el brazo, Máxima acabó partiendo rumbo a la casa de los Hamptons de un millonario al que conocía de haber hablado por teléfono.

La alocada y elitista vida amorosa de la futura reina en Nueva York​

El Nueva York de los 90 al que llegó Máxima de Holanda estaba poblado por todo tipo de latinos «hijos de» dedicados al mundo de las finanzas. Y como hacen los «hijos de» y todo el que quiere ser alguien en la vida neoyorkina, los veranos no se pasan en Manhattan asándose de calor, sino en los Hamptons.

En aquel momento era normal que estos jóvenes aprendices de lobo de Wall Street compartieran una misma casa para costearse un verano con ese nivel de elitismo. Pero ese no es el estilo de la argentina protagonista de nuestra historia.
Una testigo de su desembarco en Nueva York describe así la situación en la biografía «Máxima, luces y sombras de una reina»: «Nosotros estábamos comenzando nuestras carreras y no teníamos veinte mil o cuarenta mil dólares para pagar por el alquiler de una casa en los Hamptons. Entonces nos uníamos y compartíamos entre varios.(...) Máxima llegó a la casa de Raúl Sánchez Elía, el más adulto del grupo, el que más plata tenía y con una casa espectacular con salida a la playa. Tuvo suerte. O fue astuta. No sé».


Raúl Sánchez Elía, millonario, ex marido de Lucrecia Botín, hija de Jaime Botín, fue el cicerone de la joven rubia en sus primeros pasos en las playas de los Hamptons y quien le presentó a los más afortunados que se tostaban bajo el sol, desde herederos de fortunas latinas a integrantes de la familia real de Liechtenstein. Con todos ellos Máxima hizo buenas migas.

Finalmente Máxima se cansó de ir viviendo por temporadas en casas de unos y otros y se estableció con dos amigas en el barrio neoyorquino de Chelsea. Y fue, por supuesto, una de sus compañeras de piso quién le presentó al siguiente millonario de su vida, Orlando Muyshondt, salvadoreño, pensativo, surfer, de brillante pedigrí y, en un tiempo récord, ex novio.

Al llegar el verano y la migración de rigor de Máxima a Los Hamptons esta vez la argentina decidió instalarse en la casa del rey de la vida nocturna de la ciudad, Marc Biron. Una villa que Biron alquilaba a sus groupies, los «latin trash» de los que formaba parte Máxima, y que se conocía en la zona como «The animal house» porque en ella podía pasar cualquier «animalada».

De hecho era famosa por tener un jacuzzi ocupado a todas horas por gente desnuda y servir alcohol hasta para desayunar. Así las cosas ese mismo verano Orlando anuló el viaje que tenía programado para presentar formalmente a Máxima a su familia y Máxima anuló su relación con Orlando.
Aún le quedaron fuerzas a la argentina para intentarlo con otro novio de postín más en Nueva York. Esta vez le tocó el turno a la familia real británica. Las biografías no oficiales de la reina consorte de los Países Bajos aseguran que durante un tiempo fue la pareja de un noble británico llamado Christopher. Pero en apenas unas semanas se confirmaron sus temores de que Christopher también era un royal de paso en su vida. Afortunadamente para ella tras aquella ruptura su amiga Cynthia Kaufmann le propuso conocer a dos candidatos en Sevilla, uno guapo y uno rico.
 
Tuvo bastantes novietes. Una ex compañera de colegio, le ofreció en bandeja a su futuro marido con esta frase «tengo dos candidatos para presentarte en Sevilla; uno muy rico y otro muy guapo». El guapo era Federico de Dinamarca, el rico Guillermo Alejandro de Holanda.
Federico tambien es rico pero se ve que no era su tipo.

Todos los novios millonarios de Máxima de Holanda antes de ser reina que no saldrán en su miniserie de televisión Máxima Zorreguieta, antes de convertirse en la reina de los Países Bajos, tuvo una vida amorosa repleta de novios con apellidos ilustres. Y seguro que no todos aparecen en la serie que se está preparando sobre ella.​

Máxima de Holanda en una imagen de archivo. /GTRES

GTRES
SILVIA VIVAS Publicado · 11 de octubre de 2023, 08:15 h
Existen detalles de la vida de Máxima Zorreguieta, aka reina Máxima de los Países Bajos, aka la madre de la poco estereotípica princesa Catalina Amalia de Orange (por aquello de estar amenaza por la mafia y vivir en un cuasi secuestro parental) menos conocidos que su afición por los tocados y que seguramente aparecerán reflejados de alguna forma en la serie que se está preparando sobre su vida.

El proyecto que se estrenará la próxima primavera está basado en una biografía no autorizada de la reina escrita por la periodista holandesa Marcia Luyten y esta semana ha lanzado su primer teaser. La miniserie de seis episodios tiene el poco original nombre de «Máxima» y presenta a una actriz rubia, delgada y con gracejo afirmando que nunca saldrá con nadie que baile tan mal como Guillermo (spoiler, se casa con él).

¿Pero qué puede aportar de nuevo esta serie sobre la figura de Máxima que a todas luces parece almibarada? Pues esperamos que comenten alguno de esos detalles que suelen pasar de largo en los reportajes más laudatorios del corazón sobre la monarca, como es el rechazo que sufrió en su juventud por el hecho de haber nacido como fruto de una infidelidad.

Cuando su madre, María de Carmen Cerrutti, la trajo al mundo, su padre, Jorge Zorreguieta, estaba aún casado con su primera mujer. Este hecho, el de ser «una hija natural», impidió a Máxima escolarizarse en una iglesia católica, cosa que, a la larga, le vendría bien porque acabaría estudiando en un prestigioso centro británico, el Northlands School, donde compartió aula con la mujer que acabaría presentándole a su futuro esposo, el que bailaba mal. Y si de algo puede presumir la reina holandesa es de haber exprimido cada oportunidad que se le ha puesto al alcance de la mano.

Los novios argentinos de Máxima de Holanda​

Rodolfo Vera Calderón, coautor del libro «Máxima, construcción de una reina» lo dejó claro en una entrevista de Top TV: Máxima conoció a su marido porque una ex compañera de colegio se lo ofreció en bandeja con esta frase «tengo dos candidatos para presentarte en Sevilla; uno muy rico y otro muy guapo». El guapo era Federico de Dinamarca, el rico Guillermo Alejandro de Holanda.

Una anécdota que ilustra cómo la obsesión de Máxima por apuntar alto era bien conocida por todos, compañeros de clase incluidos. Rodolfo Vera lo resume así: «La historia de Máxima es una historia de éxito, del triunfo de una mujer que donde puso el ojo puso la bala».

Esa bala a menudo tenía forma de ruptura amorosa, como sucedió con su primer novio conocido, Tiziano Iachetti, al que conoció en la secundaria y al que abandonó cuando la vida entre la universidad y las prácticas en Mercado Abierto S.A., una financiera de un amigo de su padre, le supusieron demasiado esfuerzo. A pesar de que Máxima prefirió los 1.5000 dólares que cobraba al mes antes que su relación, la amistad con Iachetti no se resintió y fue el único ex de Máxima presente en su boda real.

Al novio abandonado le siguió un idilio con Max Casá, un chef televisivo que le duró apenas una primavera. Después de él Máxima debutó, por fin, en la alta sociedad argentina colgada del brazo de Federico de Alzaga, descendiente de un virrey.

Con el noble Máxima Zorreguieta descubrió las mieles del glamour y los apellidos compuestos y se marcó un nuevo objetivo: esperaba fervientemente que él le pidiera matrimonio. Al final, fue ella quien lo planteó como un ultimátum: «o nos casamos, o me voy». Con una buena calabaza bajo el brazo, Máxima acabó partiendo rumbo a la casa de los Hamptons de un millonario al que conocía de haber hablado por teléfono.

La alocada y elitista vida amorosa de la futura reina en Nueva York​

El Nueva York de los 90 al que llegó Máxima de Holanda estaba poblado por todo tipo de latinos «hijos de» dedicados al mundo de las finanzas. Y como hacen los «hijos de» y todo el que quiere ser alguien en la vida neoyorkina, los veranos no se pasan en Manhattan asándose de calor, sino en los Hamptons.

En aquel momento era normal que estos jóvenes aprendices de lobo de Wall Street compartieran una misma casa para costearse un verano con ese nivel de elitismo. Pero ese no es el estilo de la argentina protagonista de nuestra historia.
Una testigo de su desembarco en Nueva York describe así la situación en la biografía «Máxima, luces y sombras de una reina»: «Nosotros estábamos comenzando nuestras carreras y no teníamos veinte mil o cuarenta mil dólares para pagar por el alquiler de una casa en los Hamptons. Entonces nos uníamos y compartíamos entre varios.(...) Máxima llegó a la casa de Raúl Sánchez Elía, el más adulto del grupo, el que más plata tenía y con una casa espectacular con salida a la playa. Tuvo suerte. O fue astuta. No sé».


Raúl Sánchez Elía, millonario, ex marido de Lucrecia Botín, hija de Jaime Botín, fue el cicerone de la joven rubia en sus primeros pasos en las playas de los Hamptons y quien le presentó a los más afortunados que se tostaban bajo el sol, desde herederos de fortunas latinas a integrantes de la familia real de Liechtenstein. Con todos ellos Máxima hizo buenas migas.

Finalmente Máxima se cansó de ir viviendo por temporadas en casas de unos y otros y se estableció con dos amigas en el barrio neoyorquino de Chelsea. Y fue, por supuesto, una de sus compañeras de piso quién le presentó al siguiente millonario de su vida, Orlando Muyshondt, salvadoreño, pensativo, surfer, de brillante pedigrí y, en un tiempo récord, ex novio.

Al llegar el verano y la migración de rigor de Máxima a Los Hamptons esta vez la argentina decidió instalarse en la casa del rey de la vida nocturna de la ciudad, Marc Biron. Una villa que Biron alquilaba a sus groupies, los «latin trash» de los que formaba parte Máxima, y que se conocía en la zona como «The animal house» porque en ella podía pasar cualquier «animalada».

De hecho era famosa por tener un jacuzzi ocupado a todas horas por gente desnuda y servir alcohol hasta para desayunar. Así las cosas ese mismo verano Orlando anuló el viaje que tenía programado para presentar formalmente a Máxima a su familia y Máxima anuló su relación con Orlando.
Aún le quedaron fuerzas a la argentina para intentarlo con otro novio de postín más en Nueva York. Esta vez le tocó el turno a la familia real británica. Las biografías no oficiales de la reina consorte de los Países Bajos aseguran que durante un tiempo fue la pareja de un noble británico llamado Christopher. Pero en apenas unas semanas se confirmaron sus temores de que Christopher también era un royal de paso en su vida. Afortunadamente para ella tras aquella ruptura su amiga Cynthia Kaufmann le propuso conocer a dos candidatos en Sevilla, uno guapo y uno rico.
Faltan nombres, del que no me acordaba era de Max jeje un divino total.
Igual sin ánimos de ofender a nadie pero la amiga de Máxima tiene gustos raros decir que entre las dos opciones presentables el guapo era Federico es demasiado...
 
Se comentó incluso que Guillermo en Sevilla la conoció por fotos antes que físicamente.
Es una trepadora !
Y clasista! Cómo lo fue su padre y lo es su madre
 
No le doy credibilidad al artículo. Tiene pinta de ser demasiado sensacionalista atribuyendole noviazgos con cualquiera del s*x* opuesto que se cruzó con ella...no me lo creo.

Desconocía que Frederik estuviese en Sevilla en mayo de 1999. Porque si el viaje era a la Feria de Abril....si le quería la amiga presentar al guapo, el danés debería estar allí....no sé todo muy peliculero...
 
No hubo un hilo parecido a éste hace tiempo atrás?
Igual como empieza el artículo no me creo mucho lo que dicen.
El novio alemán era de dinero?
 
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