Pablo Casado, Presidente del PP

Esto peta, Pablo​

  • Su intento de manual de arrojarlo todo al pozo sin fondo del pasado se ha topado con el mismo problema que persiguió a Mariano Rajoy una década y finalmente acabó con él: la corrupción la gobernó Aznar pero se la comió él

Antón Losada
@antonlosada

El presidente del PP, Pablo Casado, en el acto central de campaña de las elecciones catalanas del 14F, en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona)
7 de febrero de 2021 21:24h
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La política es volátil, como una pluma al viento o los valores de un youtuber que se muda a Andorra. Pregunten si no me creen a Pablo Casado, que es persona de orden. Hace apenas una semana las encuestas le decían que, lenta y sufridamente, iba recogiendo los réditos del desgaste y la fatiga que este gobierno añade a la fatiga pandémica mientras su gran rival en la derecha, Santiago Abascal, parecía incapaz de romper su techo. Su liderazgo se asentaba y su único problema consistía en sostener que era lo mismo gestionar la pandemia con la mitad de incidencia cerrando la hostelería y el comercio y ampliando el toque de queda –Galicia, Núñez Feijóo– que abrir la hostelería y relajar el toque de queda con el doble de incidencia –Madrid, Díaz Ayuso–. No es tan difícil como parece; solo se necesita desparpajo y Casado tiene para dar y tomar.

Pero, de repente, para más ironía en la semana de su cumpleaños, todo se ha empezado a torcer. Al cabreo indisimulado de sus barones por la persistencia de la presidenta madrileña en presentarse como esa Agustina de Aragón que mantiene abiertos los bares, mientras ellos los chapan porque son unos colaboracionistas con el Gobierno rojosatánico, se sumaron los episodios de película de la Segunda Guerra Mundial que empiezan a rodear al Zendal, el galpón-hospital de Díaz Ayuso. Desde la gerente que propone requisar los teléfonos como si fueran a ingresar en un campo de concentración y no en un hospital a la insólita denuncia de la acción saboteadora de una supuesta "resistencia" antiZendal armada hasta los dientes con pijamas y ropa sucia. Y solo era el principio.

La enésima confesión anunciada de Luis Bárcenas, en las vísperas del juicio por la caja B del partido, le ha obligado a negarse a sí mismo y al partido una y otra vez, como Bill Murray en el Día de la Marmota. Su intento de manual de arrojarlo todo al pozo sin fondo del pasado se ha topado con el mismo problema que persiguió a Mariano Rajoy una década y finalmente acabó con él: la corrupción la gobernó Aznar pero se la comió él. A Casado le pasa lo mismo que a Rajoy: ellos no la inventaron, pero ambos se la tienen que tragar. En el PP miran a la fiscalía y al ejecutivo para explicar la locuacidad de Bárcenas. Pero harían bien en valorar con qué entusiasmo acogen sus revelaciones los mismos medios que forman la guardia pretoriana de la presidenta de Madrid y se pasan el día a la caza del saboteador enmascarado en el Zendal.

Para que no faltase de nada, las encuestas catalanas acabaron la semana pronosticando aquello que parecía casi imposible hace nada: el sorpaso de Vox; ese partido ultra cuyo sentido de Estado acaba de descubrir con alborozo el presidente Pedro Sánchez. Si se confirma la desgracia, esto peta, Pablo; te lo dice un amigo. El domingo 14 de febrero por la noche la sede popular de Génova puede ser una masacre. Recuerda, Pablo, el consejo de Vito Corleone a su hijo Michael, que tampoco quería saber nada de la mafia y era un héroe de guerra: quien entre los tuyos te ofrezca una reunión con los otros para acordar la paz es el traidor.

 
Termino de oír a Pablo Casado : El PP es un partido nacido en las aldeas, es un partido honesto:ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO::ROFLMAO:
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Una canción con mucha sustancia​

 

Las redes responden a la “normalidad democrática” de Casado y señalan la impunidad de la extrema derecha​

El líder del Partido Popular defendió que en España había plena “normalidad democrática” y los usuarios no han dudado en contestar
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La Última Hora.

10 de febrero de 2021 15:00

Las redes responden a la “normalidad democrática” de Casado y señalan la impunidad de la extrema derecha

El líder del Partido Popular, Pablo Casado, aprovechaba una de sus intervenciones durante la campaña electoral en Cataluña –de cara a las elecciones del próximo 14 de febrero– para asegurar que en España existe plena "normalidad democrática". Unas declaraciones que llegaban después de que Pablo Iglesias se pronunciara sobre la situación de los presos del “procés”: "En una situación de normalidad democrática, los conflictos políticos se gestionan democráticamente".

Unas palabras por las que el dirigente popular exigía la dimisión del vicepresidente del Gobierno. Y es que, para Casado, cuestionar si existen fisuras en la democracia española parece ser intolerable. Una postura a la que las redes sociales no han tardado en contestar, recordándole al político algunas “irregularidades” que se dan en el país a pesar de esa “normalidad democrática” que él defiende.



Los usuarios han recordado que ayer mismo se daba a conocer que la Audiencia Nacional ha archivado la causa del neonazi que disparaba contra imágenes de Sánchez, Iglesias, Montero, Echenique y Marlaska. Algo que contrasta con la inminente entrada en prisión de Pablo Hasél por algunos tuits y letras de sus canciones, por los que deberá cumplir nueve meses de cárcel. Una disparidad que las redes han achacado a que la Justicia tiende a castigar a la izquierda, mientras que la extrema derecha goza de total impunidad.

Una desigualdad que los usuarios han utilizado para cuestionar la “normalidad democrática” española. Pero han ido más allá, señalando directamente a Casado y su entorno. Las redes han destacado el control que ejerce el Partido Popular sobre el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) –motivo por el que la formación bloquea la renovación de sus miembros– y han recordado a Casado que habló de “dictadura” para señalar al Gobierno de coalición por establecer restricciones para frenar la pandemia. Una serie de hechos que dejarían al dirigente del Partido Popular y a su defensa de la "normalidad democrática" en entredicho.









 

Ese Pablo Casado al que no le gustaron las cargas policiales del 1 de Octubre​

  • El líder del PP siempre le dice a todo el mundo lo que quiere escuchar y tiende a reescribir su propia historia

Ignacio Escolar
@iescolar

Pablo Casado tras Mariano Rajoy durante un acto público
10 de febrero de 2021 22:30h
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Pablo Casado tiene un rasgo en su carácter que lo define: es muy empático. Siempre le dice a todo el mundo lo que quiere escuchar. Dependiendo de con quién hable, Casado cambia, y es liberal, conservador, reaccionario o progresista en función de lo que piense quien tenga delante. El líder del PP se adapta a su interlocutor y es muy simpático en el trato corto. Pero suele ignorar tres principios fundamentales en la política. 1. No se puede agradar a todo el mundo. 2. Hay que mantener una mínima coherencia en tu discurso. 3. En una entrevista en la radio hay más gente escuchando, no solo el periodista que te hace las preguntas.

El gran error de Pablo Casado en las elecciones de abril de 2019 fue consecuencia de este defecto. En su última entrevista de esa campaña, dos días antes de votar, se fue a la radio de Federico Jiménez Losantos. Y allí Casado dijo lo que Losantos quería escuchar: que daría entrada a Vox en su gobierno si la derecha sumaba.

El resultado de aquella campaña fue un batacazo histórico para el PP: 66 diputados. En parte por esa entrevista y su empatía con Losantos. Para la izquierda, fue la constatación de que la derecha y la ultraderecha se aliarían. Y para los votantes conservadores, fue una invitación a votar a Vox; total, todo iba a quedar en el mismo Consejo de Ministros.

Casado se sienta con Jiménez Losantos y simpatiza con Vox. Y cuando le entrevista Jordi Basté, Casado también se mimetiza. En los micrófonos de Rac1 –la radio más escuchada en Catalunya, muy influyente entre los independentistas– el presidente del PP aseguró este miércoles que no le gustaron las cargas policiales del 1 de octubre –"Se tenían que haber evitado"–. También cuestionó la gestión de Rajoy de aquella crisis.

"Yo el 1-O [el 1 de octubre de 2017] era portavoz del PP –dijo en Rac1 Pablo Casado– y decidí no salir a explicar lo que estaba pasando en Catalunya porque ni estaba de acuerdo con los que decían que allí se estaba votando de forma homologable ni con los que decían que no se estaba votando nada".

Como acostumbra, Pablo Casado no cuenta toda la verdad. No salió el 1 de octubre en rueda de prensa pero sí lo hizo dos días más tarde, el 3 de octubre, en una entrevista en TVE. Y allí no se vio ni sombra de estas críticas contra Rajoy que ahora desliza. Pablo Casado le dio todo su respaldo al Gobierno del PP por su gestión –"Estamos en buenas manos, el Gobierno sabe lo que tiene que hacer"– y a la policía por sus cargas, de la que responsabilizó a los Mossos –"Espero que paguen por ello los que pusieron en riesgo a la Policía y Guardias Civiles por su inacción–. La hemeroteca, que recupera este artículo de infoLibre, es bastante clara.

Ante Jordi Basté, este miércoles, Casado también avaló el derecho de los partidos independentistas a defender sus ideas. El líder del PP debería aclararse, o al menos precisar qué planes tiene. Porque en otras ocasiones ha pedido abiertamente la ilegalización de estos partidos. Lo hizo por primera vez el 9 de octubre de 2017, en una rueda de prensa que también se hizo famosa por profetizar que Puigdemont acabaría "como Companys".

Un día ultra. Otro moderado. Y entre un giro de su líder y el siguiente, el PP se prepara para otro gran fracaso. Vox ha aprovechado las palabras de Casado sobre el 1 de octubre para golpear por la derecha, y les está funcionando. Las encuestas hace tiempo que pronostican un sorpaso claro de Vox, y un resultado nefasto para el PP catalán. Cuando eso ocurra, la próxima semana, Casado culpará a la Fiscalía, a Luis Bárcenas o a la herencia recibida.

Dentro del PP ya se escuchan los sables.

 

Miguel Sánchez-Ostiz: "Los 'cayetanos' darían un golpe violento si pudieran"​

TRAS 'EL ESCARMIENTO', 'LA SOMBRA DEL ESCARMIENTO' Y 'EL BOTÍN', LLEGA 'MORIREMOS NOSOTROS TAMBIÉN', QUE SE PARECE, PERO A LA VEZ SE APARTA DE ESA SERIE, PARA CENTRARSE EN EL PRESENTE EN TONO "MÁS O MENOS BURLESCO"​

ANA ElAceitunoMisogino LIZARRIBAR / IRUÑEA 11.02.2021 | 14:45
Miguel Sánchez-Ostiz, durante la presentación de 'Breves del desconcierto' en la librería Ménades de Pamplona.
Miguel Sánchez-Ostiz, durante la presentación de 'Breves del desconcierto' en la librería Ménades de Pamplona. IÑAKI PORTO
Murieron nuestros padres y está claro que moriremos nosotros también, cada cual de lo suyo, de rabia, de asco, de no tener dinero para seguir viviendo, de alguna de las viejas siete plagas o de alguna de las miles que bullen en lo profundo de las selvas o en laboratorios criminales de última generación –que sí, que de acuerdo, que también somos conspiranoicos– porque aquí, en esta tierra de Caín, lo que cuenta son mis muertos, tus muertos, esos que están siempre en el aire, haya pasado el tiempo que haya pasado (...) Así comienza el segundo capítulo de lo nuevo de Miguel Sánchez-Ostiz que publica Pamiela.
Lo primero y más evidente, ¿con 'Moriremos nosotros también' da por concluida la serie que inició con 'El Escarmiento'? ¿Era el momento de poner fin a esta línea de trabajo?


–Por concluido lo iniciado con los libros que citas, sí, aunque en el fondo este tenga que ver con ellos de forma tangencial. La riada del relato apunta ya a futuras páginas en ese tono de disparate más o menos burlesco, acerca del presente. No me desentiendo de los asuntos sobre los que he escrito, sino que me aparto, porque yo al menos no tengo más que decir de lo ya dicho desde su punto de vista histórico, me faltan ganas y fuerzas, y tiempo para seguir por ese camino que otros transitan con más fortuna y documentación€ Como digo, si se trata de hablar del presente es otra cosa. Necesito tiempo para otras cosas.
Como dice, 'Moriremos nosotros también' se parece, pero a la vez difiere de las otras obras. Parece más una crónica, un soliloquio (o 'soliloqueo', como dice) o quizá una mezcla de géneros, ¿qué me puede decir al respecto? ¿Y qué lugar ocupa aquí el subtítulo, me refiero sobre todo a lo de 'Desbarre'?
–Es una mezcla, por eso lo llamo artefacto narrativo: no es una novela ni una autobiografía estricta, aunque de ambas tenga y de crónica del presente también€ Un desbarre, en la taberna La Huerta de Larequi con un negroni, ese aperitivo genial, en la mano, que es un homenaje a un amigo fallecido hace poco, una persona que ha contado mucho en mi vida y en las entrelíneas de este relato.
Sé que prefiere desbarre que esperpento, pero algunos pasajes recuerdan a 'Luces de Bohemia', con esos personajes entre reales e imaginarios, surrealistas a veces, y esas sentencias que son verdades, aunque duelan. ¿Hoy también resulta casi imposible vivir en este país de corruptelas, ultras, trepas y demás?
–Sí, Valle está al fondo. Me gustó muchísimo la puesta en escena de Luces de Bohemia de Sanzol que vi en Madrid hace un tiempo. Volví a Valle y al Callejón del Gato, y a esa España que "es una deformación grotesca de la civilización europea"... Aunque esta empiece a ser una deformación grotesca de sí misma. Valle está muy presente en Moriremos hasta en los diálogos delirantes de los personajes.
¿Qué lugar ocupan los 'Cayetanos' en este trabajo, de dónde han salido y qué pretenden? ¿Habían estado hibernando?
–¿Hibernando los Cayetanos? Engordando a la vista de todo el que quisiera verlos€ Y si no habían armado bulla antes es porque lo primero era el cajón y el vivir como Dios. ¿Con que cuatro gatos, eh? 52 diputados. Si lo avisabas eras apocalíptico, tremendista y no sé qué más. Son los hijos y los nietos de los vencedores de la Guerra Civil, tienen alma de golpistas, como los militares de las últimas soflamas, y darían un golpe violento si pudieran. Ahora intentan una y otra vez uno de esos golpes democráticos de nuevo cuño ya experimentados en otros países, en un intento evidente de derribo del gobierno de coalición.
¿Qué le pasa por la cabeza cuando ve cómo en apenas unos años la ultraderecha de VOX está en las instituciones? ¿Por qué la mayoría ha normalizado su presencia, por qué no nos indignamos cada vez que sale uno de ellos en los medios?
–Pues estupor e indignación, y un evidente temor a que ese sea el verdadero sustrato de un país o cuando menos signifique una mayoría que acabe gobernando y haciendo daño con su autoritarismo, su clasismo, su xenofobia y su racismo, sus ganas de acabar con las diferencias hoy autonómicas€ a qué seguir. Eso tiene más apoyos de los que parece. ¿No será que estamos baldados, ahítos, abatidos, que hemos pasado de la indignación a la resignación? La pandemia no ayuda.
¿Qué responsabilidad tenemos los medios en la normalización de cualquier tipo de opinión?
–Lo ignoro y sobre todo, lo dudo. ¿Qué ganas con silenciarlos? Que sean públicos sus rebuznos y berridos ayuda a que una parte de la sociedad se reafirme en su ideas democráticas.
¿Qué me cuenta de esa ciudad, Torresmotzas de Baruglio, en la que sucede el libro? Inspirada en la que creó Torrente Ballester (Castroforte del Baralla), pero con un aroma más cercano. ¿Sánchez-Ostiz también es de los que trató de huir de ella, pero nunca pudo?
–Ay, pues igual, quién sabe, me voy, pero me quedo, pero me voy, que escribía Miguel Hernández, y al final la verdad es que vivo mucho más tiempo fuera, entre Madrid y Baztan, que en la ciudad del Baruglio. Sí, Torrente y el cuadro Asmodea, de Goya, ese en el que dos personajes huyen por el aire de una ciudad amurallada. En Torresmotzas, los personajes que llevan el peso de la narración lo hacen desde las mesas de una taberna llamada La Huerta de Larequi, con eso está todo dicho, por mucho que ellos y los demás curriños merodeen por el Madrid rojigualdo y cayetano.
El libro tiene mucho de autobiográfico. A pesar de los ataques de todo tipo que ha recibido con estos y otros libros a lo largo de los años, el que no parece escarmentado es Miguel Sánchez-Ostiz, ¿no? La cainina no parece haber acabado con su empeño de denuncia de lo sucedido en los últimos 80 años. Aunque también busca rinconces y se protege. ¿Una cosa es resistir y otra inmolarse?
–Mira, mejor no me hago el Espartaco porque algo escarmentado sí estoy, pero no en vano escribí una Perorata del insensato. Como me decía un amigo en Bolivia: 'Lo que te pasa es que pijchas de manera poco juiciooosa'. Pues eso, que escribo de manera poco juiciosa. Esa idea última que apuntas no es mía, sino de Salvador Allende, en su emocionante discurso radiofónico del 11 de septiembre de 1973. En mi opinión, inmolarse es entregarse. Hay que medir nuestras fuerzas y no desistir de defenderse de un autoritarismo de mala traza en la medida que puedas. Y como dices, la cainina es un alcaloide que circula libremente, que es gratis, que se respira en medios de comunicación, en intervenciones parlamentarias, en mítines, en broncas callejeras€ Pero eso sí, el odio siempre es cosa del otro, tú Abel, siempre Abel, el mártir€ Es el odio el rasgo más acusado de esta época. Un asco.
Ya está en el título, pero este es un libro que refleja también una cierta preocupación por el paso del tiempo, por la edad "que se nos ha echado encima", y en particular también por el hecho de que la pandemia y que le hayan convertido en grupo de riesgo.
–Evidente, el alientico helado en el cogote que sientes con la luz del atardecer, por ejemplo, y en plan lírico, el advertir que te declaran viejo y hasta anciano, el ver cómo van falleciendo tus amigos del alma y cómo los echas en falta todos los días, y que eso va a más. Escribí A cierta edad pensando en las limitaciones de la senectud, pero no tenía ni idea de lo que podía venírsenos encima.
¿Cómo está viviendo este último año de pandemia? ¿Cómo cree que estamos reaccionando como sociedad ante esta situación?
–Pues no puedo quejarme de nada. A veces me siento cansado, inquieto, por la incertidumbre que conlleva esta situación, pero eso es todo. Ni he enfermado ni me he llevado revolcones que otros (muchos) si se están llevando. ¿Reaccionando como sociedad? Mal, rematadamente mal. Nos hemos visto las caras. ¿Con que íbamos a salir mejores? Ya y un cuerno. Hace falta ser muy miserable para utilizar esta calamidad como argumento político€ por ejemplo. Las conductas asociales han proliferado€ ¿Aplausos? Ná, garrotas y navajas cabriteras. Metemos miedo.
También hay autocrítica en este libro, ¿siente que, de algún modo, debería haberte implicado en la lucha por la memoria histórica y la reparación mucho antes? ¿No bastan las miles de páginas que le ha dedicado en los últimos años?
–Pues sí, cuando era más joven y tenía más fuerza. En todo caso, eso de las autocríticas€ No sé yo si no pasan de ser puestas en escena para quedar bien. No sé, ya digo. Necesitaba decir algunas cosas sobre unos años que pude haber vivido de otra manera€ o no, vete a saber.
¿Qué le gustaría haber conseguido con esta tetralogía o con esta serie de libros?
–... Haber echado una mano de apoyo a quien lo necesitaba€ Y eso es ya muchísimo.
¿Son los jóvenes los que tienen que tomar el relevo; tienen suficiente información o interés por saber qué hicieron sus padres, sus abuelos?
–No lo sé, conozco jóvenes muy comprometidos con lo que se llama memoria histórica, verdad justicia y reparación. En una ocasión asistí al homenaje de La Tapia, en el Cementerio madrileño de la Almudena, y al margen de hijos o nietos de asesinados o represaliados, había biznietos. Hay una transmisión del daño y del duelo, algo que ya apunté en La sombra del Escarmiento, creo. Hay gente que lo explica mejor que yo. En todo caso, el olvido o la negación también se heredan€ Durante demasiado tiempo, los partidarios de pasar página ni la han leído ni permitido escribir otra que no fuera la suya, así nos va.
¿Adónde van a ir ahora a vivir esos personajes, ese Matías, ese Lambroa, ese Paquito Arizcun, ese Gezurtegi, Basurde...?
–Matías y Lanbroa, aprovechando el alivio de haber acabado la función, se han ido de copas, como aquellos músicos del Este que tocaban en el Gayarre y luego se ponían tifos en el Niza, y al cierre se iban dando tumbos por los porches tarareando alguna maravilla€ Los demás han fallecido por el camino, aunque no renuncio a seguir contando sus hechos de armas y hazañas bélicas, que son muchas.
¿Está su corazón purgado y pacificado?
–¿Es bonito eso, eh, poético y así? Pero como decía Alfredo Zitarrosa en La ley es tela de araña, el conseguirlo "tiene su dificultá".
¿Qué será lo próximo? ¿En qué trabaja?
–En un libro de recuerdos literarios y no literarios al hilo del encierro que estamos viviendo. Una especie de 'cómo he llegado hasta aquí'. En realidad, en varias cosas, en otro desbarre también, para que el primero no se quede solo y se nos eche a la bebida... Y están por salir enseguida dos ensayos sobre Baroja, a modo de despedida y cierre de ese asunto que ya atufa.
¿Es la escritura una salvación en estos tiempos de ruido constante, y más ahora en que parece que no hay otra cosa que la pandemia?
–Lo dudo, como mucho es un bálsamo del Tigre, un unto para los coscorrones, como la lectura apasionada, pero sí, quien tiene un flotador tiene suerte, ahora mismo vivimos echando mano de supervivencias domésticas. No hemos visto el alcance real de lo que padecemos. Nos hemos acostumbrado a la rutina de la calamidad más de lo que creemos. Y detrás de la enfermedad y la muerte, está una pobreza y una exclusión social que han ido creciendo de manera imparable y que tienen mal arreglo. ¿Quién se acuerda de los aplausos de los balcones, insisto? Parecía que estábamos cantando la Oda a la alegría: ¡Abrazaos millones de criaturas! / ¡Que un beso una al mundo entero! Ya, y un cuerno.
 
No tengo palabras para lo que ha dicho sobre Rajoy este señor. En serio, yo creo que además de ser tonto, es que le gusta ser tonto.
 
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