Pablo Casado, Presidente del PP

Retrato en blanco y negro de una indecencia

JUAN CARLOS ESCUDIER



24/04/2020

La siniestra competición para apropiarse de las víctimas del coronavirus y obtener de ellas un beneficio político tiene un ganador provisional: Pablo Casado. Su ‘dramática’ fotografía en blanco y negro ante el espejo de un cuarto de baño, aparentemente deshecho por el dolor, dejando que el peso de su cuerpo repose en unos puños apretados por la rabia y arremangado, en señal inequívoca de su disposición a sacar el país adelante en estas terribles circunstancias, merece el Óscar a la impostura. Que alguien pueda posar así, fingiendo tanta tristeza y abatimiento, retrata su diminuta talla moral y su desvergüenza. Si por algo subleva la por**grafía de la imagen es justamente por eso, por su indecencia.

Los dirigentes del PP y de la derecha en general tienen una querencia natural a patrimonializar los muertos para convertirles en armas contra sus adversarios políticos. A las víctimas del terrorismo de ETA las pusieron rápidamente en nómina para poder exhibirles en sus estandartes y, a buen seguro, no tardaremos en ver iniciativas similares cuando la tragedia amaine. Es una necrofilia que, por más que se practique, no deja de repugnar a quienes la contemplan.

Su objetivo es doble. El primero es mostrar que si la aflicción pudiera medirse, la suya rompería cualquier escala porque a ellos, al parecer, los muertos les duelen más que al resto. De ahí su insistencia en los crespones negros, en las solemnes declaraciones de luto, en las banderas a media asta o en esos minutos de silencio que protagoniza en soledad Isabel Díaz Ayuso en la Puerta del Sol cuando sus obligaciones se lo permiten y no tiene que recibir a pie de pista algún avión procedente de China para inmortalizarse junto a la escalerilla.

El segundo es deshumanizar al contrincante. Es lo que se intenta hacer con el Gobierno, a cuyos miembros se les quiere presentar como pedazos de carne con ojos que ni sienten ni padecen con la desgracia colectiva y que, además, aprovechan el reguero de cadáveres para apuntalar su doctrina totalitaria. Caricaturizados de esta forma, los responsables de contener la epidemia no son sentimientos y tienen seres humanos, que diría Rajoy, sino monstruos a los que únicamente les interesa conservar el poder al precio que sea. Se les niega hasta el estremecimiento de tener que presentar a diario las cifras de muertos con el corazón roto y la angustia de preguntarse a cada momento en qué han podido equivocarse. Se les llama homicidas o "mataviejas". Se les priva de alma para que nadie se pare a imaginar el sufrimiento constante que han de experimentar en estos momentos en los que nadie querría estar en su pellejo.

La fotografía de este actor secundario que siempre será Casado es nauseabunda. El luto no se exhibe, no exige corbatas negras ni coros de plañideras. Uno puede quebrarse en la tribuna, enmudecer, llorar. Pero elegir el mejor ángulo y los claroscuros perfectos para hacer ostentación del dolor, para simularlo, sobrepasa cualquier límite. Este hombre ha perdido el pudor y el decoro. Por el sumidero del lavabo no sólo se ha ido el agua del grifo que el presidente del PP dejaba correr sino también su dignidad, si es que le quedaba algo bajo su blanca camisa.

Retrato en blanco y negro de una indecencia

JUAN CARLOS ESCUDIER



24/04/2020

La siniestra competición para apropiarse de las víctimas del coronavirus y obtener de ellas un beneficio político tiene un ganador provisional: Pablo Casado. Su ‘dramática’ fotografía en blanco y negro ante el espejo de un cuarto de baño, aparentemente deshecho por el dolor, dejando que el peso de su cuerpo repose en unos puños apretados por la rabia y arremangado, en señal inequívoca de su disposición a sacar el país adelante en estas terribles circunstancias, merece el Óscar a la impostura. Que alguien pueda posar así, fingiendo tanta tristeza y abatimiento, retrata su diminuta talla moral y su desvergüenza. Si por algo subleva la por**grafía de la imagen es justamente por eso, por su indecencia.

Los dirigentes del PP y de la derecha en general tienen una querencia natural a patrimonializar los muertos para convertirles en armas contra sus adversarios políticos. A las víctimas del terrorismo de ETA las pusieron rápidamente en nómina para poder exhibirles en sus estandartes y, a buen seguro, no tardaremos en ver iniciativas similares cuando la tragedia amaine. Es una necrofilia que, por más que se practique, no deja de repugnar a quienes la contemplan.

Su objetivo es doble. El primero es mostrar que si la aflicción pudiera medirse, la suya rompería cualquier escala porque a ellos, al parecer, los muertos les duelen más que al resto. De ahí su insistencia en los crespones negros, en las solemnes declaraciones de luto, en las banderas a media asta o en esos minutos de silencio que protagoniza en soledad Isabel Díaz Ayuso en la Puerta del Sol cuando sus obligaciones se lo permiten y no tiene que recibir a pie de pista algún avión procedente de China para inmortalizarse junto a la escalerilla.

El segundo es deshumanizar al contrincante. Es lo que se intenta hacer con el Gobierno, a cuyos miembros se les quiere presentar como pedazos de carne con ojos que ni sienten ni padecen con la desgracia colectiva y que, además, aprovechan el reguero de cadáveres para apuntalar su doctrina totalitaria. Caricaturizados de esta forma, los responsables de contener la epidemia no son sentimientos y tienen seres humanos, que diría Rajoy, sino monstruos a los que únicamente les interesa conservar el poder al precio que sea. Se les niega hasta el estremecimiento de tener que presentar a diario las cifras de muertos con el corazón roto y la angustia de preguntarse a cada momento en qué han podido equivocarse. Se les llama homicidas o "mataviejas". Se les priva de alma para que nadie se pare a imaginar el sufrimiento constante que han de experimentar en estos momentos en los que nadie querría estar en su pellejo.

La fotografía de este actor secundario que siempre será Casado es nauseabunda. El luto no se exhibe, no exige corbatas negras ni coros de plañideras. Uno puede quebrarse en la tribuna, enmudecer, llorar. Pero elegir el mejor ángulo y los claroscuros perfectos para hacer ostentación del dolor, para simularlo, sobrepasa cualquier límite. Este hombre ha perdido el pudor y el decoro. Por el sumidero del lavabo no sólo se ha ido el agua del grifo que el presidente del PP dejaba correr sino también su dignidad, si es que le quedaba algo bajo su blanca camisa.


DIFAMACIONNNNNNNN
 
Idolaaaaaaa estamos esperando tus disculpas por el bulo que propagaste de Rajoy..........

???????????
 
LA DIGNIDAD DE LA DERECHA PORTUGUESA Y LA BAJEZA MORAL DE LA ESPAÑOLA



Félix Población

El señor Rui Rio, presidente del conservador Partido Socialdemócrata (PSD), la primera fuerza política de la oposición en Portugal, ha remitido una carta a sus militantes en la que alerta de que atacar al Gobierno del socialista António Costa en estos momentos “no es patriótico” y llama a la unión del país: “Lamentablemente, en la vida política no siempre se da esa unión contra un enemigo común, pues no es raro que aparezcan los que no resisten la tentación de intensificar los ataques al Gobierno de turno, aprovechándose partidariamente de las fragilidades políticas que la gestión de una realidad tan compleja acarrea siempre”, escribe en la misiva. “En mi opinión, esa no es, en este momento, una postura éticamente correcta. Y no es, además, una posición patriótica”.

El iberismo es definido como "la doctrina que propugna la unión política o una especial relación sociopolítica entre España y Portugal". Iberistas fueron Unamuno, Pessoa y Saramago, quien fabuló en una de sus obras, "La balsa de piedra", con la separación física de la península ibérica del resto de Europa, obligando a españoles y portugueses a encontrarse y reconocerse como un solo pueblo. La idea de la unión de los pueblos peninsulares, que tuvo especial éxito a finales del siglo XIX coincidiendo con otros movimientos de unificación como los de Italia y Alemania, no está completamente desaparecida.

En 2013 se creó en Portugal el Movemento Partido Ibérico, al que siguió poco después en España el Partido Ibérico (Íber). Ambos firmaron en octubre de 2016 la llamada "Declaración de Lisboa", que apuesta por una Comunidad Ibérica de Naciones -incluida Andorra-, y trabajan para presentar una candidatura conjunta a las elecciones europeas de 2019.

Mucho me temo, sin embargo, que esa idea por la que siempre he abogado desde que leí a los citados autores, tiene en nuestro país un gran inconveniente histórico: en España hemos vivido y sufrido hasta cuatro guerras civiles, la última con muy graves consecuencias en todo el devenir del siglo XX, y si en Portugal los antagonistas políticos son capaces de mantener posturas como la del líder de la oposición conservadora en estas adversas circunstancias, quizá se deba a que no son descendientes de ese pasado incivil.

Es ante coyunturas como la que España vive estos meses y ante actitudes tan cerriles y miserables como las de nuestra derecha ayer una vez más en el Congreso cuando cabe preguntarse, nuevamente, hasta qué punto persiste en sus líderes la biliosa tara de ese gerracivilismo contumaz que ciega su razón cada vez que las urnas les niegan el Gobierno del Estado.

BAJEZA MORAL SIN LÍMITES DE LA DERECHA ESPAÑOLA

Fernando de Silva


Si nadie lo remedia, el coronavirus puede llevarse por delante la democracia y la decencia, hasta límites que nadie podía imaginarse hace algo más de un mes; el populismo juega con los muertos para intentar derrocar a quienes ostentan el poder legítimo salido de las urnas, y se aprovecha de la desesperación de muchos ciudadanos para llevárselos a su terrero. Es indigno, e indecente, pero les puede dar resultado, a juzgar por lo que se lee y se escucha en las redes y en los medios de comunicación.

Quienes así actúan saben que no pueden soltar la presa, y cada día se lanzan a la yugular del gobierno para buscar un culpable y obtener así la cabeza de Pedro Sánchez, aunque sea a costa de dejar el país en la miseria y sin principios en donde agarrarse. El espectáculo de ayer en el Congreso así lo corrobora, y quien piense que puede haber algún tipo de diálogo, se equivoca.

Pero esto no solo ocurre en España, porque la pandemia está extendida por todo el mundo. Sin ir más lejos, y sin contar los populismos que ya gobiernan, en Italia la mafia se aprovecha de la situación para ganar terreno concediendo créditos abusivos a los más necesitados; como lo está haciendo el mundo del narcotráfico en algunos países sudamericanos, repartiendo ayudas con el dinero obtenido de la droga. Son maneras de ganar, controlar o condicionar las mentes de muchos.

Una situación como la que padecemos saca lo mejor y lo peor de las personas, pero mucho me temo que esto último se ha puesto de moda en una sociedad en la que priman más los derechos sobre las obligaciones, y la manipulación de las mentes juega un papel muy importante. Todo son exigencias, todo son críticas… y quienes manejan lo hilos de las tácticas obscenas lo saben y juegan su juego.

El Gobierno y los partidos que lo sostienen han preferido renunciar al cuerpo a cuerpo; pero de seguir esta situación de acoso y derribo, quizás no les quede otra solución que cambiar de táctica. No olvidemos que la resistencia humana tiene sus límites.
Aún así buenos días, y a cargar pilas para sobreponerse a esta situación.

 
LA DIGNIDAD DE LA DERECHA PORTUGUESA Y LA BAJEZA MORAL DE LA ESPAÑOLA



Félix Población

El señor Rui Rio, presidente del conservador Partido Socialdemócrata (PSD), la primera fuerza política de la oposición en Portugal, ha remitido una carta a sus militantes en la que alerta de que atacar al Gobierno del socialista António Costa en estos momentos “no es patriótico” y llama a la unión del país: “Lamentablemente, en la vida política no siempre se da esa unión contra un enemigo común, pues no es raro que aparezcan los que no resisten la tentación de intensificar los ataques al Gobierno de turno, aprovechándose partidariamente de las fragilidades políticas que la gestión de una realidad tan compleja acarrea siempre”, escribe en la misiva. “En mi opinión, esa no es, en este momento, una postura éticamente correcta. Y no es, además, una posición patriótica”.

El iberismo es definido como "la doctrina que propugna la unión política o una especial relación sociopolítica entre España y Portugal". Iberistas fueron Unamuno, Pessoa y Saramago, quien fabuló en una de sus obras, "La balsa de piedra", con la separación física de la península ibérica del resto de Europa, obligando a españoles y portugueses a encontrarse y reconocerse como un solo pueblo. La idea de la unión de los pueblos peninsulares, que tuvo especial éxito a finales del siglo XIX coincidiendo con otros movimientos de unificación como los de Italia y Alemania, no está completamente desaparecida.

En 2013 se creó en Portugal el Movemento Partido Ibérico, al que siguió poco después en España el Partido Ibérico (Íber). Ambos firmaron en octubre de 2016 la llamada "Declaración de Lisboa", que apuesta por una Comunidad Ibérica de Naciones -incluida Andorra-, y trabajan para presentar una candidatura conjunta a las elecciones europeas de 2019.

Mucho me temo, sin embargo, que esa idea por la que siempre he abogado desde que leí a los citados autores, tiene en nuestro país un gran inconveniente histórico: en España hemos vivido y sufrido hasta cuatro guerras civiles, la última con muy graves consecuencias en todo el devenir del siglo XX, y si en Portugal los antagonistas políticos son capaces de mantener posturas como la del líder de la oposición conservadora en estas adversas circunstancias, quizá se deba a que no son descendientes de ese pasado incivil.

Es ante coyunturas como la que España vive estos meses y ante actitudes tan cerriles y miserables como las de nuestra derecha ayer una vez más en el Congreso cuando cabe preguntarse, nuevamente, hasta qué punto persiste en sus líderes la biliosa tara de ese gerracivilismo contumaz que ciega su razón cada vez que las urnas les niegan el Gobierno del Estado.

BAJEZA MORAL SIN LÍMITES DE LA DERECHA ESPAÑOLA

Fernando de Silva


Si nadie lo remedia, el coronavirus puede llevarse por delante la democracia y la decencia, hasta límites que nadie podía imaginarse hace algo más de un mes; el populismo juega con los muertos para intentar derrocar a quienes ostentan el poder legítimo salido de las urnas, y se aprovecha de la desesperación de muchos ciudadanos para llevárselos a su terrero. Es indigno, e indecente, pero les puede dar resultado, a juzgar por lo que se lee y se escucha en las redes y en los medios de comunicación.

Quienes así actúan saben que no pueden soltar la presa, y cada día se lanzan a la yugular del gobierno para buscar un culpable y obtener así la cabeza de Pedro Sánchez, aunque sea a costa de dejar el país en la miseria y sin principios en donde agarrarse. El espectáculo de ayer en el Congreso así lo corrobora, y quien piense que puede haber algún tipo de diálogo, se equivoca.

Pero esto no solo ocurre en España, porque la pandemia está extendida por todo el mundo. Sin ir más lejos, y sin contar los populismos que ya gobiernan, en Italia la mafia se aprovecha de la situación para ganar terreno concediendo créditos abusivos a los más necesitados; como lo está haciendo el mundo del narcotráfico en algunos países sudamericanos, repartiendo ayudas con el dinero obtenido de la droga. Son maneras de ganar, controlar o condicionar las mentes de muchos.

Una situación como la que padecemos saca lo mejor y lo peor de las personas, pero mucho me temo que esto último se ha puesto de moda en una sociedad en la que priman más los derechos sobre las obligaciones, y la manipulación de las mentes juega un papel muy importante. Todo son exigencias, todo son críticas… y quienes manejan lo hilos de las tácticas obscenas lo saben y juegan su juego.

El Gobierno y los partidos que lo sostienen han preferido renunciar al cuerpo a cuerpo; pero de seguir esta situación de acoso y derribo, quizás no les quede otra solución que cambiar de táctica. No olvidemos que la resistencia humana tiene sus límites.
Aún así buenos días, y a cargar pilas para sobreponerse a esta situación.

Eso tiene mucho que ver con la competencia del gobierno portugues, cuyo resultado ha sido el bajo indice de contagios y muertes, y la absoluta incompetencia del gobierno español, cuyo resultado han sido cientos de miles de contagiados y miles de muertos.

No se te habia ocurrido, lumbreras?
 
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QUE GESTIONARON BIEN LA HEPATITIS DICE!!! ????

El PP dejó morir a más de 4000 personas porque no quisieron pagar el Sovaldi...

No tienes vergüenza PabloCasado, ni una mijita.
 
Máster Casado atrincherado en la MENTIRA PERMANENTE al pueblo español.
"La Comunidad de #Madrid no ha aumentado en 11.000 efectivos el personal sanitario desde 2010 ni tampoco ha abierto 12 hospitales públicos. Por el contrario, el Servicio Madrileño de Salud (Sermas) arroja una reducción de 1.674 personas en instituciones sanitarias y la red de hospitales públicos solo contabiliza un hospital público más en la última década. De hecho, en total solo hay seis hospitales públic...
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