Muere de dos disparos en la cabeza la viuda del expresidente de la CAM Vicente Sala

Yo creo que a esta señora la han asesinado unos deudores que ella tenía, deudores bien por un dinero que les prestó o bien porque tenían relación de dependencia económica con ella por alguna razón y ella se negó a seguir dando dinero. Deudores para los que la señora era además un obstáculo. Hace bien la policía investigando a la familia. El dinero en última instancia parece el móvil.
 
Última edición por un moderador:
La policía está investigando si el asesinato tiene que ver con unas citaciones y entrevistas que esta señora tenía últimamente con un notario.
Huele a temas de herencias y cambios de testamento, Marqueses de Urquijo 2.0
En cuanto leí que se la cargaron en un lavadero "familiar" y que ni Peter oyó ni vio nada...voilà.

http://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/alicante/2016/12/11/584c4eb3268e3ee7238b45bf.html

http://www.diarioinformacion.com/alicante/2016/12/13/policia-investiga-cita-tenia-viuda/1838564.html

El líder de la secta de supermercados en el entierro:

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Una tarde de verano, el empresario Enrique Ortiz (financiador confeso del PP) sorprendió a María del Carmen Martínez zurciéndole un pantalón a su marido en la cubierta de su impresionante yate, por aquel entonces el más grande de Alicante. Vicente Sala, que en esa época era presidente de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), estaba junto a ella apoyado en una barandilla. Ortiz no pasó por alto aquello y mientras maniobraba para atracar su barco no pudo evitar comentar la escena. Excesivo como siempre, escenificó su sorpresa y afeó a gritos y en tono jocoso a Sala que no se comprara un pantalón nuevo. No se explicaba que un matrimonio multimillonario estuviera en esas y mucho menos que lo hiciera en el Puerto de Alicante a la vista de todo el mundo. No le cabía en la cabeza.

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María del Carmen y su esposo, casi al unísono, lo frenaron en seco. "Así es como se hace el dinero", le espetaron casi sin inmutarse. Eso fue hace unos años cuando a Vicente Sala todavía no lo había matado el cáncer ni a María del Carmen le habían descerrajado dos tiros a bocajarro en su Porsche Cayenne en uno de los concesionarios de coches de su propiedad.

La viuda del exjefe de la CAM era una mujer de contrastes muy marcados. Tan pronto remendaba un pantalón como compraba casi sin reparar en el precio una pieza única para la colección de arte etrusco con la que las visitas, siempre amigas, se quedaban boquiabiertas cuando visitaban su mansión a las afueras de la ciudad. Lo único que no permaneció inalterable en ella fue el férreo control con el que llevaba los negocios familiares. Eso y su predilección por su único hijo varón, Vicente, al que desde siempre quiso al frente del holding familiar. Nunca lo ocultó ni se molestó en disimularlo para resentimiento de sus otras tres hijas. Fue así cuando enviudó y era también así en vida de su esposo, quien no era de su misma opinión.

De profundas creencias religiosas y un marcado perfil conservador, siempre creyó que el imperio que había levantado junto a su marido debía dirigirlo su único hijo varón. El hombre de la familia. Y así lo dispuso. María del Carmen mandaba mucho y daba poco margen de maniobra. Era una mujer de carácter y muy querida por quienes le conocían.

La alta sociedad alicantina sigue consternada con su muerte hace ahora 10 días, un asesinato por encargo como pocos, o quizá ninguno, se recuerdan en España. Pero, ¿quién querría hacerle desaparecer? El Grupo de Homicidios de la Comisaría de Alicante vive en un permanente 9 de diciembre desde que María del Carmen apareció con dos tiros en la cabeza.

A la jefa le mataron a sangre fría (tenía 72 años)y desde casi el principio la familia y su entorno más íntimo está bajo la lupa de los investigadores. ¿Quién era esta mujer? La viuda de Vicente Sala era una señora sofisticada y educada a la que nunca le gustó aparentar. La ostentación no iba con su forma de entender la vida. Huía de cualquier boato y del escaparate público. Prefería, tal como cuentan sus allegados, reunir a sus íntimos en casa donde se despojaba de ese saber estar que se presupone a alguien de su posición y bajaba a la arena. "Se soltaba hasta tal punto que incluso llegaba a ser mal hablada en tono jocoso", rememoran.

Siempre quiso mantener a su familia alejada de miradas ajenas y con esa misma discreción llevó el cáncer de mama que superó hace unos años. Pocos supieron de la enfermedad que tantos desvelos le causó. Cuentan quienes compartieron esas veladas con ella, en los últimos tiempos, y con Vicente Sala, cuando todavía vivía (murió con 72 años), que a pesar de que ambos eran poco amigos del derroche, en la mansión no se escatimaba en gastos a la hora de comer. El matrimonio era espléndido. De vez en cuando también se le podía ver en los mejores restaurantes de la ciudad pero solía ser algo muy residual.

Su mansión, donde tenía una impresionante colección de monedas, era el lugar de encuentro y el gran salón el sitio en el que los hijos guardaban las formas en vida del padre y se tiraban los trastos a la cabeza ya con María del Carmen viuda. Nunca fue un clan bien avenido, insisten desde su entono, pese a sus intentos de cara a la galería. Sus conversaciones se centraban en el dinero, que era mucho. Se hablaba mucho de negocios. Vicente sala y su esposa habían levantado un imperio a partir de una pequeña fábrica de resinas que se había extendido por toda iberoamérica. Además, eran propietarios de tres concesionarios de coches en Alicante, dos de ellos de alta gama: Porsche y Volvo. Sus empresas facturan unos 250 millones de euros anuales.

El suceso de la matriarca
Y desde 2011, la voz cantante la llevaba María del Carmen aunque, precisan en su círculo, siempre tuvo en la cabeza que fuera Vicente junior el que le sucediera. Las mismas fuentes recuerdan cómo "presionaba" a su esposo para que así fuera. Sus hermanas se sentían agraviadas y esa especie de regencia que la madre quiso enarbolar pese a todos y pese a todo supuso un quiebro insalvable en la familia. El hijo seguía muy cercano a la madre. Las tres hijas iban por otro lado.

Pese a los esfuerzos de su mujer para que fuera su hijo varón quien se impusiera a sus hermanas, Vicente Sala nunca lo tuvo claro. De hecho, quiso a sus cuatro hijos lejos del control de los negocios y a su muerte lo dispuso todo para que las cosas quedaran en manos de María del Carmen. Todo debía pasar por ella. No se daba un paso sin su consentimiento. De esta manera, pasó a ser la cabeza visible de todo. Vicente siempre confió en María del Carmen y en su criterio. Y viceversa.

El matrimonio se había conocido siendo muy joven. El padre de ella tenía una fábrica de gomas para atar billetes en Alicante. La familia gozaba de un buen vivir. Era frecuente ver a Vicente ayudando a su suegro a cargar sacos. Trabajó muy duro hasta que levantó su propio negocio: la empresa de resinas que terminaría haciéndolos multimillonarios.

Mientras abonaban el holding empresarial, fueron llegando los hijos. Cuatro. Tres mujeres y un hombre, el ojo derecho de María del Carmen, quien durante toda su vida contó con la ayuda de su hermana, que siempre vivió con ellos. Era la que se ocupaba de la intendencia de la casa, la que disponía lo que se compraba y se encargaba de dar las órdenes al servicio. Ella fue también quien se encargó, junto a María del Carmen, de la crianza de los herederos. Después, hizo lo propio con sus sobrinos-nietos. Era una más de la familia. Fue, destacan sus allegados, la "gran tata". También fue la última persona que habló con María del Carmen antes de que un asesino a sueldo acabara con su vida. Habían pasado la tarde juntas y se despidieron con un "nos vemos en casa" que nunca llegó porque a María del Cramen le mataron horas después.

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La Policía Científica inspecciona el Porsche Cayenne en el que María del Carmen fue asesinada de dos tiros, a sangre fría
La viuda del expresidente territorial de la CAM quiso pasar un momento por su negocio y cuando se subió al coche para regresar a su mansión no tuvo tiempo de meter la llave en el contacto. Tampoco de cerrar la puerta. Dos balas certeras se cruzaron en su camino. El asesino sabía que en esa zona privada del negocio, la del lavadero, no había cámaras de seguridad. La muerte de María del Carmen Martínez destapó a la sociedad alicantina las malas relaciones familiares y el pulso que libraban sus hijos por los negocios. Recientemente, Vicente Sala junior había recuperado el control de las empresas con el respaldo de su madre, tras dejar dos de ellas en manos de dos de sus hermanas el pasado mes de octubre. No obstante, era la matriarca quien seguía la frente de todo, de ahí que estuviera en el notario semana sí semana también.

Muchos sostienen que el hecho de que Vicente Sala junior renunciara a sus cargos a favor de sus hermanas no fue más que una maniobra de ingeniera fiscal, una jugada momentánea. De hecho, su madre lo repuso en cuanto pudo. En los últimos tiempos María del Carmen se sentía sola y así se lo comunicaba a sus amigos.

Era raro que se reunieran todos a comer en el comedor donde tantas veces el servicio puso la mesa para 25 personas. Ahora eran ella, su hermana y a lo sumo su hijo. En contadas ocasiones todos juntos. Eso había quedado muy atrás. Ella seguía intentando mantener de manera casi obsesiva la unidad familiar a la que daba tanta importancia. Junto a la gran casa en la que vivía con su marido y con su hermana, había edificado cuatro chalés para cada uno de sus hijos. Allí vivían todos junto a las familias que habían formado y el terreno es tan grande que apenas se cruzaban.

Las relaciones estaban rotas, algo que dolía mucho a María del Carmen, que nunca expresa su pesar en público fiel a la discreción que tanto ella como su esposo querían para su clan. Las penas se viven de puertas para adentro. Era, indican quienes la conocían, su máxima. Cualquier cosa antes de ser la comidilla de su círculo. Tanto es así que, tal como apunta otro de los amigos de la pareja, cuando una de sus hijas se divorció, "Vicente y Mari Carmen decidieron darle la concesión de uno de sus negocios de coche al que había sido su yerno durante años para evitar que pudiera sentirse agraviado". Aquella separación, apuntan las mismas fuentes, se vivió como un auténtico drama en la familia, sobre todo en María del Carmen, una mujer de misa semanal.

La mujer de costumbres, la que no tenía un joyero desorbitado acorde con su boyante situación económica, la que miraba el dinero pese a que facturaba millones anuales, la dueña de una de las colecciones de arte etrusco más importantes del país, la misma que zurcía los pantalones a su todopoderoso marido en un yate que apenas utilizaban, acabó con dos tiros en la cabeza cuando volvía a casa después de un día como tantos otros. La Policía trabaja sin descanso para resolver el crimen. ya ha interrogado a sus hijos, a sus empleados y, a su círculo económico y a las personas del servicio. ¿Quién quería hacer desaparecer a María del carmen? En eso siguen los agentes.
 
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